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FEENBERG - Transformar la tecnología

Doctor en filosofía por la Universidad de California, se dedica desde hace décadas a la


Filosofía de la Tecnología, asignatura que en la actualidad imparte en la Facultad de Comunicación
de la Simon Fraser University, en Canadá.
Pero no sólo teoriza acerca de la tecnología, sino que hace tiempo que se ocupa de
experimentar con computadoras. A comienzos de la década de los ‘80 trabajó en el equipo que
diseñó el primer programa educativo on-line, el TextWeaver. Desde entonces no cesa su interés en
mejorar los sistemas de educación on-line y en investigar los factores sociales que intervienen en la
comunicación mediada por computadoras.

Capítulo 5: La fábrica o la ciudad ¿qué modelo de educación a distancia? (Extracto)


La pregunta implícita en el debate sobre la tecnología educativa es: ¿qué modelo, la fábrica
o la ciudad, dará forma al futuro de la educación?
Bajo configuraciones técnicas diferentes. la educación virtual puede ser útil a ambas
estrategias. Aceptando el costo de la redefinición del proceso educativo mismo, la
automatización de la educación es una alternativa posible. Por otra parte. la generalización
en Internet de un concepto más tradicional de educación, centrado en las interacciones
humanas, puede facilitar la participación de grupos hoy excluidos y contribuir de forma
importante al crecimiento del nivel cultural de los pueblos.
Esta última perspectiva reconoce un precedente significativo. Resulta claro que la abolición
gradual del trabajo infantil y el consecuente establecimiento de la educación universal
obligatoria han transformado a las sociedades modernas y moldeado el tipo de personas
que las habitan. Gracias al mayor tiempo dedicado a la educación que permiten las
sociedades modernas. somos capaces de comprender el complejo mundo tecnológico que
nos rodea y de actuar en él de manera independiente.

Los significados de Internet


Cuando se introduce una nueva tecnología educativa, siempre surgen argumentos sobre la
sustitución tecnológica del proceso de intercambio intelectual.
El optimismo de los defensores de la educación automatizada alimenta la desconfianza
humanista respecto de las computadoras. Como se discutió en el anterior capítulo, la
computadora parece ser el emblema del experimento moderno del control racional total. Es
esta imagen de la computadora la que inspira gran parte de la retórica sobre la educación a
distancia, tanto a favor como en contra.
En el caso de Internet, lo que está en juego va mucho más allá. Las corporaciones y las
organizaciones gubernamentales se globalizan hoy en día sin restricciones a través de
Internet. Si se hubieran introducido obstáculos a la comunicación humana en las redes, se
hubiera impedido una globalización similar de la crítica ciudadana. Así, en un ambiente en
el que los negocios se comportaran de manera cosmopolita y los ciudadanos se
mantuvieran en una actitud provinciana, las manifestaciones como, por ejemplo, las
protestas contra la Organización Mundial de Comercio habrían tenido mucha menor
repercusión. Desde ya, esto no quiere decir que Internet causa o determina cosas en
particular en ninguno de los lados de la línea de combate trazada en Seattle. Pero la
exclusión de la comunicación humana de Internet seguramente habría tenido
consecuencias no democráticas.
Este es el contexto en el que se debe evaluar la apertura de las redes a aplicaciones
innovadoras en la comunicación por parte de los usuarios.
A medida que las universidades se vayan introduciendo en la educación a distancia. se
convertirán en uno de los frentes más importantes en esta lucha por el significado de la
modernidad. Las nuevas iniciativas basadas en computadoras se polarizan en dos modos
alternativos de entender la computadora como una tecnología educativa.
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¿Es un motor de control o es un medio de comunicación?
La elección con la que se enfrentaron décadas atrás los usuarios de Internet retoma como
una opción actual en el mundo de la educación. La educación automatizada se basa en la
primera de las opciones; la solución informática que incorpora la enseñanza de humano a
humano se basa en la segunda.

Educación automatizada
¿Por que alguien desearía automatizar las tareas de educación?
Algunos podrían aducir que la tecnología puede llevar adelante el proceso de manera más
eficiente y enriquecer al estudiante liberándolo de la opresión del profesor. Otros pueden
esgrimir que la enseñanza automatizada ofrece opciones “más amigables” para los
trabajadores adultos. Se dice que la educación automatizada promueve las virtudes de la
era postindustrial, como la flexibilidad espacial y temporal, los productos individualizados y
el control personal. Pero, en un análisis final, la principal razón para la automatización
resulta obvia: la disminución de los costos.
El costo, por supuesto. es incumbencia de los administradores y para muchos de ellos el
tema principal de la educación en línea no es educativo sino financiero. Ellos desean usar la
nueva tecnología para paliar la crisis del financiamiento de la educación superior y dar
cabida a la creciente matriculación de gente joven y de estudiantes que reingresan.
Se supone que la automatización de la educación traerá un mejoramiento de la calidad, a la
vez que una disminución de los costos de la enseñanza.
Los alumnos que cursan de modo virtual no necesitan instalaciones de estacionamiento
para sus vehículos. Y lo que es aun mejor, los cursos pueden ser empaquetados y
vendidos, lo que genera un flujo continuo sin necesidad de nuevas inversiones.
Todo esto suena familiar en tanto describe la situación tradicional de la enseñanza por
correspondencia. Estos proyectos brindan material escrito, o cursos por radio y televisión,
para que los estudiantes puedan estudiar en sus casas. Comparada con la educación
presencial en las aulas, la economía de escala que brinda la producción y la distribución
masivas de documentos redunda en un altísimo ahorro en los costos. Los costos laborales
se aproximan a cero en la medida en que la institución educativa produce un cuerpo de
materiales reutilizable y puede reemplazar a los profesores profesionales por otros con
salarios menores.
Internet puede elevar el nivel de la educación, sin costos extras, al mejorar el material
disponible para el alumno, Internet se muestra prometedora en aquellos intentos por
reemplazar a profesores que fracasaron por razones puramente técnicas. Su habilidad para
transmitir textos escritos, así como programas y material gráfico estimulante, representa un
avance respecto de la enseñanza por correspondencia del pasado. Internet puede ofrecer
rudimentarias imitaciones de las tareas docentes intensivas, como responder preguntas a
través de listas de preguntas frecuentes (FAQ, Frequently Asked Questions) y programas
de ayuda del tipo “pregúntale a los expertos”. “Agentes inteligentes" pueden adaptar los
programas a diferentes estilos de estudio de los alumnos. Y, aunque parezca increíble,
también es posible ajustar la graduación de las pruebas, como Peter Foltz y Thomas
Launder describen en “Intelligent Essay Assessor”, basándose en una técnica conocida
como "Latent Semantic Analysis". De acuerdo con el articulo de Coopers y Lybrand, este
tipo de software tendrá pronto un impacto radical en la cotidianeidad de la educación
universitaria. “Apenas 25 cursos" provistos por paquetes de software pueden cubrir el 80
por ciento de las materias de grado, con el agregado adicional de disponer de 24 horas de
ayuda en línea.
La clave de la automatización reside en mantener separados el “contenido de información”
del "proceso". Un pequeño número de “expertos en contenido", bien remunerados, pueden
trabajar como programadores “estrella”, mientras que el proceso de envío y la interacción
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con los alumnos puede ser llevado adelante por tutores no especialistas mucho más
económicos. En una verdadera solución de bajo costo, las discusiones pueden ser
reemplazadas por ejercicios automatizados. incluso seria posible prescindir de las
instalaciones universitarias por completo. Los estudiantes tomarán los cursos en una suerte
de equivalente educacional del Blockbuster y harán los estudios sin haber concurrido nunca
a una reunión con profesores o alumnos.
Como vimos, las estrategias de automatización se pueden rastrear en el pasado. Los
trabajadores calificados son caros y la automatización es una estrategia para bajar los
costos. La historia comienza junto con el siglo XIX, cuando los fabricantes textiles de
Inglaterra del norte descubrieron que podían reemplazar, por medio de la mecanización, a
los trabajadores calificados por otros sin especialización. Toda la historia de la Revolución
Industrial está dominada por esta estrategia. Así es como lo describía el “filósofo de
manufacturas" Andrew Ure, en 1835: Por la debilidad de la naturaleza humana, cuanto más
hábil resulta el trabajador, más obstinado e intratable tiende a convertirse y, por supuesto,
menos apto para formar parte de un sistema mecánico al cual, por irregularidades
ocasionales, puede hacerle mucho daño. Por lo tanto, el gran objetivo del fabricante
moderno es, a través de la unión del capital y la ciencia, reducir la tarea de estos
trabajadores mediante el ejercicio de la vigilancia y la destreza (A. Ure, 1835, p. 18).
¿Es realmente posible esta deprimente versión del futuro de la educación?
¿Los profesores “obstinados e intratables” desaparecerán como los tejedores, los zapateros
y los tipógrafos?
Probablemente no, pero que la tecnología pueda tender a que el cuerpo de profesores
pierda calificaciones laborales es menos importante que el hecho de que esta idea ocupe
un lugar significativo en el imaginario de muchas reformas educacionales.
La idea de reemplazar profesores por computadoras es antigua, pero solo recientemente se
han convencido algunos tecnólogos y administradores de la educación. El ideal de una
educación automatizada es sin dudas aún minoritario, pero está ganando lugar en el
discurso público a medida que se suceden avances en computación e Internet.
Otras palabras de moda, como “instrucciones individualizadas a su propio ritmo", alimentan
esta tendencia. La idea esencial es que en las universidades virtuales del futuro los logros
no dependan más de las horas de contacto con los profesores.
Gran parte de la actual retórica de la reforma, que apela al potencial revolucionario de las
universidades virtuales y de los títulos basados en incumbencias, apunta a la obsolescencia
de las universidades tradicionales y de sus metodologías de enseñanza, lo que despierta la
desconfianza entre los profesores de que la tecnología será usada en su contra. En el largo
plazo, si los profesores son realmente expulsados de las aulas, entraremos en una nueva
era. Uno de los proyectos fundamentales de las sociedades modernas –la sustitución de los
métodos tradicionales y los dispositivos de control social por el control técnico– va más allá
de la esfera de la producción en la que se encontraba confinado y penetra en el ámbito de
las reproducciones sociales. En este modelo, el “desencaje” del proceso educativo, su
desconexión del anclaje local en el predio universitario, es también su despersonalización.
Si el contacto humano deja de ocupar un lugar central en un proceso de crecimiento tan
fundamental como la educación, entonces seguramente nos dirigimos hacia un ideal muy
diferente de adultez y a una clase de sociedad muy diferente a la que vivimos hoy en día.
Pero, ¿es esta una consecuencia necesaria de la modernización?
Desafortunadamente, la educación superior no ha captado aún el mensaje. Muchos
rectores universitarios continúan promoviendo en sus comunidades la idea de la
inevitabilidad de la computarización, como si la existencia misma de estos nuevos
dispositivos configurara una reforma de la agenda de una manera claramente definida y no
ambigua. Y hay mucha oposición por parte del cuerpo de profesores, que presentan
argumentos contra las supuestas consecuencias de estos nuevos medios, como si su

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impacto estuviera predeterminado.
La educación superior tiene en los Estados Unidos un presupuesto de 200.000 millones de
dólares y emplea y atiende a millones de personas. La configuración del futuro de la
educación es la de nuestra sociedad, y cada vez más está siguiendo un modelo corporativo
en desmedro de uno profesional. La erosión del estatus del cuerpo docente tradicional
continúa rápidamente en las nuevas instituciones orientadas a la enseñanza de personas
adultas. Incluso las universidades más antiguas, que hoy enseñan a una cantidad menor de
estudiantes, emplean cada vez más profesores de tiempo parcial a fin de obtener mayor
“flexibilidad”. Y es cada vez más difícil resistir esta tendencia que cuenta con la convicción
del público, si no de la mayoría de los miembros de la comunidad universitaria.
Esto explica por que hay mucha resistencia por parte de los profesores a la nueva
tecnología. En las instituciones continuamente se detecta el entusiasmo administrativo por
reducir costos, a expensas de los valores y las tareas de la educación tradicional. Entre
1970 y 1995, el número de profesores de tiempo completo aumentó un cincuenta por ciento,
mientras que en el mismo periodo los profesores de tiempo parcial se multiplicaron por dos
veces y media. Si este ritmo continúa, en algunos años los profesores de tiempo parcial
sobrepasarán a los de tiempo completo en los campus universitarios. De hecho, en algunos
establecimientos de nivel terciario ya son mayoría. Esta tendencia preocupante acompaña
al crecimiento de la población de alumnos no tradicionales o que regresan a los estudios.
Estos estudiantes requieren esquemas curriculares diferentes a los que tradicionalmente
imperan en la universidad. En gran medida por este motivo, la educación de adultos se
desarrolló por fuera de los estándares académicos y de los procedimientos bajo control
administrativo directo.
Este hecho sienta un precedente para las estrategias administrativas que, como muchos
temen, llevan de la desprofesionalización a la pérdida de habilidades. El reemplazo de los
cargos de tiempo completo por los de tiempo parcial es sencillamente el acto de apertura
para reemplazar a los profesores por software. El nuevo modelo económico para la
educación se vende bajo el disfraz de un nuevo modelo tecnológico. Este es el camino que
David Noble llama “fábrica de diplomas digitales”.
El tema de la tecnología educacional debe ser entonces enmarcado en un contexto mayor,
debido a que no es principalmente un tema técnico. Refleja los cambios en la relación entre
administración y profesionalismo, lo que incluye cuestiones de diagramación de carreras,
estandarización, calidad y control. La resolución de estos temas y la evolución de la
tecnología educacional irán de la mano.
Resumiendo, existe una gran tentación a pensar la tecnología como una herramienta de
gestión para centralizar la universidad. Algo así puede realmente pasar en el ambiente
confuso creado por el cambio tecnológico. Una vez establecidas, las malas decisiones
serán fijadas de manera técnica y resultará difícil revertirlas.

Educación informatizada
Cualquiera sea el lugar donde se desarrolle la educación, el medio básico debe ser
cuidadosamente distinguido de sus mejoras, y sus funciones deben ser distribuidas
correctamente. El habla es el medio básico en el aula, complementado con laboratorios,
películas, diapositivas, libros, demostraciones en computadoras, entre otras cosas. Es
posible lograr mejoras similares en las interacciones escritas en las redes. No hay duda de
que estos refuerzos continuarán mejorando y quizás algún día cambie la naturaleza de la
educación virtual. Pero, durante los próximos años, la escritura continuará siendo el medio
básico para la expresión en línea, el esqueleto alrededor del cual otras tecnologías y
experiencias deben ser organizadas para construir un ambiente viable de aprendizaje.
Confundir el medio con las mejoras suplementarias conduce al absurdo pedagógico de una
educación sin profesores. Reemplazar las interacciones escritas en línea por sus mejoras

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tiene tan poco sentido como reemplazar al profesor en el aula por laboratorios, películas,
diapositivas, libros y demostraciones en computadoras. Esto se intentó tiempo atrás, sin
éxito. con la educación por televisión y las instrucciones asistidas por computadoras.
La educación automatizada no hace uso de este nuevo potencial de Internet, sino que
perpetúa el viejo modelo de la enseñanza por correspondencia. Simplemente extiende la
economía de escala asociada con la distribución de material escrito a la gran variedad de
medios disponibles en Internet. Pero el costo social del ahorro que se genera con el modelo
por correspondencia, tanto tradicional como electrónico, es el aislamiento del estudiante.
Por el contrario, un sistema que también incluya la interacción viva tiene su costo: un
profesor calificado debe estar siempre atendiendo el curso. Las instituciones ahorrarían
costos en infraestructura pero no en la tarea educacional. el ítem más abultado en la
mayoría de los presupuestos universitarios.
¿Qué nos dice esto sobre la ambición de reemplazar los campus universitarios por sitios
virtuales?
No hay duda de que está emergiendo un amplio mercado para los cursos a distancia, lo
cual es una bendición para todos aquellos que no pueden asistir a clases. Este hecho tiene
importantes consecuencias, no solo para los trabajadores adultos del mundo capitalista
avanzado, sino también para los residentes de zonas rurales de los países pobres. Pero si
la educación superior pierde contacto con las universidades tradicionales y sus valores, esta
bendición se puede transformar en desastre. La mejor manera de mantener tal conexión es
asegurando que la educación a distancia sea “distribuida” no solo a través de Internet, sino
también por medio de profesores reales, calificados para enseñar e interesados en hacerlo
de forma virtual.
De este modo, los materiales empaquetados pueden ser vistos como reemplazo de los
textos y las conferencias, pero no del profesor. Sin importar cuál sea el medio, la interacción
con el profesor continúa siendo una pieza central de la educación. Y, por supuesto, para
aquellas personas que tengan la posibilidad de acceder a una universidad, la interacción
continuará en las aulas.

Conclusión: el futuro de la tecnología educativa


La automatización de las aulas alimenta directamente la preferencia por el video, que
parece ofrecer el equivalente más cercano a la “vida real” y resulta más entretenido. No
estamos hablando de los antiguos videos de personas hablando, emitidos por las cadenas
de televisión, sino de un nuevo tipo de videos mediados por computadoras con capacidad
para producir presentaciones más elaboradas. Este hecho tiene consecuencias para el
diseño de los cursos. Los productos automatizados tenderán a ser más elaborados, dado
que deben delegar completamente a la computadora la dramatización del mensaje y la
motivación de los alumnos. Los diseñadores y los productores de cursos se ocuparán de
gestionar el trabajo de aquellos profesores estrella que luzcan mejor en el nuevo medio. Es
de prever que la tecnología educativa evolucionará a niveles de complejidad parecidos a los
de Hollywood.
Cuando se comprometan realmente con la nueva tecnología, los profesores advertirán
inmediatamente que la misma no está madura.
En la experiencia real de la educación virtual, la tecnología no es algo predefinido en
absoluto, sino un ambiente, un espacio vacío al que los profesores deben dar vida y habitar.
Más que una estrategia de desarrollo, los profesores tienen una relación artesanal con las
tecnologías. Tratan de captar una sensación y representarse cómo animarla, cómo
proyectar sus “voces” dentro de ellas. Al hacerlo, están actuando de acuerdo al modo de la
antigua tradición, que consideraba la educación no como dispositivos sino como relaciones
humanas.
Aunque la videoconferencia y/o la enseñanza automatizada hayan interesado a los

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profesores, existe una larga historia de aplicaciones de textos interactivos como el
experimento ya mencionado del Westem Behavioral Sciences Institute. Estas experiencias
se remontan a un tiempo en el que no se disponía de mejores alternativas; se supone
ampliamente que la introducción de audio y video volvieron obsoletos los primeros
abordajes. Pero quizás esto sea un error. El último equipamiento no es siempre el mejor
para desarrollar la tarea.
Pero aquí está el problema: las aplicaciones interactivas basadas en el texto pierden el
dinamismo de los videos y no prometen automatización, como tampoco pueden ser
empaquetadas y vendidas. No se acomodan a la fantasía del control central total sobre un
sistema flexible, diseminado de un modo que desafía los limites de tiempo y espacio. Por el
contrario, implican trabajo intensivo y probablemente no bajen mucho los costos. De aquí la
falta de interés de las corporaciones y los administradores. y el gradual eclipse de esta
alternativa tecnológica en la discusión pública (aunque no en las universidades) por otras
mucho más caras. Sin embargo, a diferencia de las alternativas de moda, los sistemas
interactivos basados en textos realmente preparados para ello alcanzan objetivos
pedagógicos legítimos, que profesores y estudiantes reconocen y respetan.

Feenberg, A. (2012): Transformar la tecnología. Una nueva visita a la teoría crítica.


Universidad Nacional de Quilmes. UNQ. Bernal. Buenos Aires. Argentina.

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