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O DIVISION DE LA FILOSOFIA EN
SUS RAMAS.
I. Introducción
La índole filosófica de un conocimiento se encuentra determinada no tanto por el tema sobre el
que versa sino por la hondura con que pregunta y por la resolución con que intenta responder
a esos interrogantes, comprenderemos, que «cualquier cosa es susceptible de indagación
filosófica». Y que, «por eso, puede darse una filosofía del hombre, de los animales, del mundo,
de la vida, de la materia, de los dioses, de la sociedad, de la política, de la religión, del arte, de
la ciencia, del lenguaje, del deporte, de la risa, del juego, etc.».
«De hecho, los que se denominan filósofos han estudiado preferentemente sólo algunos
problemas, que se recogen bajo los nombres de:
Ahora bien, frente a otros modos de saber, la filosofía aspira a averiguar lo que son las
personas y las cosas, y a advertirlo con la máxima hondura permitida al entendimiento
humano. Filosofar consistirá, entonces, en fin de cuentas, en sacar a la superficie la conexión de
todos los existentes y de los elementos que los integran con el principio que constituye para
cada uno su respectivo ser.
I. La filosofía primera.
La filosofía primera, luego llamada metafísica, es la ciencia más general, por ser la ciencia del ser
en cuanto ser (ontología).
La palabra Metafísica proviene del griego “metá” (más allá) y “phisika” (lo físico, lo material), es
decir “más allá de lo físico o material“).
Para Aristóteles la Filosofía segunda es aquella parte del saber que se ocupa de las
sustancias de la naturaleza, la physei; de donde proviene el nombre de la Física.
Pero los padres del pensamiento griego identificaban semejante totalidad con lo que
constituía el entorno de su experiencia: es decir, en la mayoría de los casos, con las
realidades físicas, asequibles a los sentidos. La filosofía era el estudio de ese todo.
Se comienza a fraccionar las ramas de la filosofía pero no al estilo de la ciencia que se hace
por separado, sino como una parte dentro de un todo.
Y cada una a su manera se relaciona con el todo. En el caso de la metafísica esto resulta obvio. Pero
tampoco la «filosofía de la naturaleza» constituye propiamente un saber sectorial: de lo contrario,
dejaría de ser filosófico
B. Filosofía teorética
I. En la cumbre del saber (metafísica).
Cuando una persona dotada de cierta sensibilidad pretende comprender lo que es la poesía y gozar de
ella, lo lógico es que acuda a los poemas más logrados de un autor o del conjunto de la literatura,
aquéllos donde la inspiración de los artistas se ha expresado de forma más plena.
Pues algo muy parecido sucede con la denominada filosofía teorética, aquélla que acabamos de esbozar,
que en su momento calificábamos como «saber del ser» o saber sin más,
Y éste es ya un motivo, y no el menos importante, para que Dios represente el principal objeto de
estudio de la metafísica y de todo el saber filosófico y natural:
1. razón por la que Aristóteles llamaba también a su filosofía primera «teología» o estudio sobre
Dios
2. Tomás de Aquino reitera la necesidad de que «fere tota philosophia ad cognitionem divinorum
ordinetur», de que «casi toda la filosofía se ordene al conocimiento de Dios»).
Pues, en verdad, lo que de Él podamos conocer, aunque resulte muy imperfecto, además de llenar
colmadamente las ansias humanas de saber, como más de una vez hemos sugerido, arroja una luz
poderosísima sobre el conocimiento de todo lo demás.
II. Algunos temas de la filosofía teorética.
i. Teología natural.
Por dos causas, Dios ha atraído el interés primordial de los filósofos a lo largo de prácticamente
toda la historia del pensamiento de Occidente, y en los mejores de sus representantes:
o Por su misma categoría intrínseca, y
o porque la referencia a Él resulta ineludible para descubrir el sentido último de cuanto se
ofrece a nuestra experiencia y, más en concreto, de las realidades humanas.
Por eso, cuando parte del pensamiento contemporáneo decidió «acabar con Dios» (Nietzsche),
sobrevino como consecuencia inevitable la denominada «muerte del hombre», reducido
entonces a poco más que un animal evolucionado, a una pasión inútil, a un ser para la muerte, al
puro entrecruzarse de pulsiones... a un absurdo.
Y, en efecto, según sostiene Ratzinger, «cuando se considera acientífico hablar de Dios, cuando
el discurso correspondiente es expulsado del lenguaje del pensar y recluido en un ámbito
puramente de construcción subjetiva, dejamos de hablar de manera apropiada del hombre, su
dignidad y sus derechos.
El estudio sobre Dios representa «para el filósofo no sólo una posibilidad sino incluso un deber,
como quiera que manifiesta la irreprimible exigencia de la naturaleza humana de encontrar el
sentido de su origen y de su fin último»
ii. Antropología.
Considera ésta, desde la perspectiva que acabamos de apuntar, al ser humano junto con todas aquellas
determinaciones que lo caracterizan esencialmente:
Tales realidades caen también bajo la consideración de la filosofía primera, por cuanto también
ellas son: en este sentido, la filosofía de la naturaleza se distinguiría de la metafísica por el
simple hecho de limitarse al análisis de la realidad material.
C. Filosofía práctica
I. En torno al ser y al obrar.
Sus partes fundamentales
—la ética y la política y cuanto con ellas está directamente conectado. Se hallan en fin de
cuentas relacionadas con el ser y, desde semejante perspectiva, con el todo, por eso
admiten en rigor el calificativo de «filosóficas».
En Tomás de Aquino existe una más íntima y estrecha relación entre ser y obrar, por cuanto
este segundo no es sino la floración o culminación perfectiva —impulsada y mediada por la
libertad cuando se trata del hombre— del mismo acto de ser al que en último término atienden
también las filosofías teoréticas.
Depende como concibamos el ser de las cosas, así concebiremos la manera de actuar.
«Así como el objeto de la filosofía natural es el movimiento, o el ente móvil, así el objeto de la filosofía
moral es la operación humana ordenada al fin, o también el hombre en cuanto que actúa
voluntariamente con vistas al fin»
Es bastante evidente que la filosofía práctica está sufriendo en los momentos actuales cambios notables.
Los problemas que suscita la civilización contemporánea obligan a un estudio constante de sus
fundamentos, para ahondar en ellos,
El desarrollo espectacular de la genética y ciencias afines, por ejemplo, plantea cuestiones que
hace sólo veinte o veinticinco años habrían sido consideradas como de ciencia ficción. Por eso
la bioética, que indaga este tipo de asuntos, está alcanzando un auge cuyo desarrollo futuro
resulta muy difícil de prever.
También merecen una especialísima atención los asuntos relativos a la moral sexual: realidades
en otro tiempo minoritarias, como el divorcio, las relaciones pre o extra o más bien contra
matrimoniales, las parejas de hecho, la homosexualidad..., están adquiriendo proporciones
preocupantes y, sobre todo, cambiando los puntos de referencia de toda una civilización.
iii. Estética.
La estética es una disciplina filosófica que estudia las artes y, de forma más general, todo aquello que tenga
valor estético.