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El agua viva fluye permanece no empantanada. Las aguas son vida, por
ejemplo de los peces, la fauna y flora en sus riveras, alimento Y trabajo para el
pueblo de pescadores.
Al leer Ezequiel 47:4b “Midió luego otros mil, y me hizo pasar por
las aguas hasta los lomos”, los lomos indican la parte inferior de la
espalda, designan la parte donde están los órganos reproductivos
Esto nos habla de aquella persona cuyo anhelo por Dios lo lleva a
disponer su ser para que el Señor se multiplique en la tierra,
El río del Espíritu debe alcanzar a muchas personas,
quizá hemos hecho énfasis en el “ir” y hemos descuidado el hacer,
“Id, y haced discípulos” nos dijo el Señor.
– Se requiere más esfuerzo de nuestra parte para avanzar. El está
bastante metido en las aguas, y siente la fuerza arrolladora del río,
pero sus pies aun tocan el fondo. Todavía no ha llegado hasta lo
más profundo del caudal.
El pecado no nos atrae como esa gran fuerza de gravedad, porque
el Espíritu de Dios nos envuelve.
FINALMENTE, DESPUÉS DE OTROS 1,000 CODOS, EL AGUA LE
LLEGABA A EZEQUIEL A LA BARBILLA. EN ESE LUGAR, LAS AGUAS
FORMABAN UN GRAN MAR. LA ÚNICA FORMA QUE EZEQUIEL PODÍA
AVANZAR ERA NADANDO.
Ezequiel 47:5 “Y midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar; porque
las aguas habían crecido, aguas para nadar, y el río no se podía pasar”, es tal
que los pies del profeta ya no tocan el fondo.
Perdiendo el miedo a las aguas, primero e los tobillos, después a las
rodillas, después a la cintura y después a nadar.
Nadar en el río de Dios es flotar y depender totalmente de la gracia de
Dios. Por ser de bajo impacto evita que sintamos impactos que nos
golpeen e involucra todo el ser.
Y es que ya no nos apoyamos sobre nuestros pies, sino que es por medio de
su Espíritu que somos sostenidos y suspendidos, de manera que somos
arrastrados hasta donde nos guíe sus corrientes.
Proverbios 4:18 – Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que
va en aumento hasta que el día es perfecto.
La Iglesia tendrá que estar plenamente avivada para poder soportar lo que está
por venir.
Así Dios nos quiere llevar a una vida espiritual más profunda, a una relación
más íntima, a su secreto, donde él se revelará a nosotros y nos hablará al
corazón de manera que le conozcamos.