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“ESPECIFICACIONES TÉCNICAS DE ARQUITECTURA”

CURSO: PROYECCIÓN SOCIAL II

ALUMNOS:
CHANCAFE CANCHIS EDITH KATHERINE
LOPEZ BALLADARES JEAN CARLOS
PADILLA MORENO KIESKY
TORO AGUILAR ABEL

2020
ESTABILIDAD DE LAS OBRAS

CAPITULO 1: LA ESTABILIDAD DE LAS OBRAS Y LOS


METODOS PARA SU INVESTIGACIÓN

1. OBJETO Y PROBLEMAS DE LA ESTABILIDAD DE LAS


OBRAS.
La estabilidad de las obras es una parte especial de la mecánica de
construcción, dedicada a los métodos de cálculo de esa estabilidad.
Se denomina estabilidad a la capacidad que poseen las obras de conservar
su posición inicial y la forma inicial de equilibrio en el estado de deformación
en correspondencia con la carga, de estar siempre en una posición cercana al
estado inicial imperturbable ante cualesquiera pequeñas perturbaciones
exteriores y volver a la posición inicial completamente en la fase elástica, y,
como regla, parcialmente, en el estadio elástico-plástico, si las causas fortuitas
que provocaron la perturbación de la obra, desaparecen.
En otras palabras, la estabilidad es la propiedad de la obra de ofrecer
resistencia a las influencias externas casuales y de restablecer por sí misma
total o parcialmente su posición y la forma de equilibrio en estado de
deformación, cuando esas influencias fortuitas desaparecen.
Es correspondencia con esto habremos de diferencia la estabilidad de
posición de la obra y la estabilidad de las formas de equilibrio en estado de
deformación.
La estabilidad de las obras ante el crecimiento de las fuerzas que actúan
sobre ellas, con frecuencia, no es ilimitada. Cuando esta propiedad se ha
agotado, la obra no puede seguir resistiendo a la carga actuante y debido a
causas ajenas insignificantes de orden externo o interno, modifica su posición
inicial o su forma inicial de estado de deformación, y, a veces, ambas
conjuntamente. Por eso, pueden existir posiciones estables e inestables de las
obras, formas de equilibrio estable e inestable en el estado de deformación de
toda la obra o de algunas de sus partes.
Los conceptos de posición y formas de equilibrio en estado de
deformación estables e inestables, están vinculados al examen de aquellos
movimientos que habrá de efectuar la obra, si algunos factores externos le
provocan desviaciones iniciales sumamente pequeñas con respecto al
equilibrio investigado, con velocidad iniciales muy pequeñas.
La posición de la obra y la forma del equilibrio en el estado de
deformación se consideran estables, si para cualquier desviación
posible, tan pequeña como se quiera, del equilibrio investigado, y para las
velocidades comunicadas a la obra tan pequeñas como se quiera, el objeto
habrá de desviarse sumamente poco del equilibrio investigado.
El comportamiento de la obra estable después de la perturbación, depende
de si ella trabaja en la fase elástica o en la elástico-plástica.
Si la obra trabaja en la fase elástica, entonces, habiéndose inclinado hasta
el final debido a la perturbación, una vez que quede liberada a su propia
suerte, comenzará a moverse hacía el estado inicial y oscilará alrededor del
mismo; en presencia de las fuerzas de resistencia, estas oscilaciones se
amortiguarán y, finalmente, el objeto regresará a su estado inicial.
Si la obra trabaja en la fase elástico, plástica, su comportamiento después
de la perturbación resultará sensiblemente más complejo que durante su
trabajo en el estado elástico. Pero también en este caso, el objeto estable que,
por efecto de la perturbación, se haya inclinado hasta el final, comienza a
moverse hacía la posición inicial, lo que constituye un indicio de su
estabilidad. Sin embargo, por regla general, la obra, luego de algunas
oscilaciones se detiene, pero ya no regresa totalmente al estado inicial.
La posición de la obra y la forma de equilibrio en el estado de deformación
se consideran inestables, si, ante cualquier desviación posible, tan
pequeña como se quiera, del equilibrio investigado y cualesquiera
velocidades iniciales tan pequeñas como se quiera, la obra se aloja
inmediatamente del equilibrio investigado e incluso no manifiesta
ninguna tendencia para regresar al mismo, apartándose hasta una nueva
posición o una nueva forma de equilibrio en el estado de deformación.
De este modo, la definición del equilibrio estable de una obra surge
del carácter de su movimiento ante perturbaciones tan pequeñas como se
quieran. Si el estado del objeto con estas perturbaciones resulta
cercano a la inicial y después de la interrupción de las per turbaciones
en el estadio elástico se restablece totalmente, y en el estadio plástico,
parcialmente, es decir, que por lo menos manifiesta la tendencia de
regresar, entente& semejante estado del objeto se denomina estable.
Todo lo expresado se puede generalizar para las perturbaciones y
desviaciones pequeñas pero finitas, que se presentan en la práctica. Debido
a esto se distingue la estabilidad «en pequeño», para perturbaciones y
desviaciones tan pequeñas como se quiera y la estabilidad «en grandes,
para perturbaciones y desviaciones pequeñas pero finitas.
Si una obra es estable «en grande», también lo será ten pequeño». El
juicio contrarío no siempre es verídico y necesita una investiga ción
especial, cuando esto es necesario.
Hay que hacer notar, que habría que realizar una división más precisa
en tres categorías: estabilidad en lo «infinitamente peque ño»,
estabilidad en lo «finitamente pequeña» y estabilidad en «cual- quien
desplazamiento posible.
El paso de una obra del estado estable al inestable con frecuencia
lo denominan pérdida de la estabilidad. La frontera de este paso se
llama estado crítico de la obra, y las cargas correspondientes, críticas.
La carga crítica puedo referirse al equilibrio estable o al inesta -
ble; ello depende del sistema, de la exactitud de la investigación
realizada y de otras causas.
La pérdida de la estabilidad, como se deduce del concepto de
estabilidad, puede ser de dos tipos: 1) pérdida de la estabilidad de
posición, y 2) pérdida de la estabilidad de formas de equilibrio en
el estado de deformación.
La pérdida de la estabilidad de posición se refiere al caso, cuando
la obra en su conjunto no puede ulteriormente conservar su posición

inicial y se ve obligada a cambiarla como, por ejemplo, al derribar


o desplazar paredes de contención, presas, un arca de agua, etc. En
este caso se produce el desequilibrio de las fuerzas exteriores que
actúan sobre la obra, que recupera su equilibrio sólo en su nueva
posición.
A fin de comprender claramente la estabilidad de la posición de
las obras, examinemos las posiciones de algunos cuerpos sólidos.
Consideremos una bola en el fondo de una esfera cóncava (fig. 1, a)
en la cima de una esfera convexa (fig. 1, b) y en un plano horizontal
(fig. 1, c).
Comuniquemos a la bola un traslado y una velocidad iniciales
tan pequeños como so quiera. Sea que después de esto la bola se
encuentre en la posición indicada con línea de puntos (fig. 1) y luego
la dejamos librada a sí misma.
En el primer caso (fig. 1, a) la energía cinética inicial será amorti guada
por la elevación ulterior de la bola a una altura complementa ria
infinitamente pequeña, después de lo cual la bola se detiene por un
instante, pero no habrá equilibrio, por cuanto la reacción incli nada de
la esfera lisa no puede equilibrar la fuerza vertical del peso. La fuerza
resultante del peso y do la reacción estará dirigida hacia el lado de la
posición inicial de la bola y ella iniciará el regreso a esta posición. Con
esto, rodando por la esfera desde la posición desviada, la bola
adquirirá energía cinética, gracias a la cual se traslada, pasan do por la
posición
investigada, al otro lado de la esfera, y luego comienza o moverse
hacia el lado opuesto. Pero incluso en condiciones ideales la bola no
puede elevarse en el otro lado de la esfera más arriba del nivel del
cual inició su movimiento. De esto modo la bola so moverá en las
proximidades de la posición investigada, en el fondo de la esfera, sin
alejarse de la misma. El rozamiento absorberá energía, y ello hará que
la bola finalmente se detenga en la posición inicial.

Todo esto atestigua que la posición de la bola en el fondo de la esfera


cóncava será estable.
En el segundo caso (fig. 1, b) la fuerza resultante de la reacción de la
esfera lisa y del peso de la bola estará dirigida en sentido opuesto a la
posición inicial y la bola rodará inmediatamente por la esfera
alejándose, incluso si no existiese energía cinética inicial (velocidad
inicial). Esto significa que la posición de la bola en la cima de la esfera
convexa es inestable.
En el tercer caso (fig. 1, e) la reacción del plano liso, aunque puede
equilibrar la fuerza del peso de la bola, ocurre que en condiciones
ideales la energía cinética inicial no puede ser amortiguada por nada y
la bola habrá de moverse hacia adelante. Por consiguiente, la posición de
la bola en el plano liso también es inestable.
Pero si en calidad de perturbación inicial se adopta sólo el des -
plazamiento inicial, la bola en el plano, después de haber sido des -
plazada, permanece en su lugar. Ella no regresa a su lugar inicial ni
manifiesta una tendencia hacia ello, aunque tampoco se alejará más.
Semejante posición do la bola se denomina indiferente. En este sentido
utilizaremos en adelante el equilibrio indiferente.
Si la bola so coloca en una superficie de ensilladura (fig. 2),
entonces, con respecto a la desviación según la línea a—b la posición do
la bola es estable, pero con relación a la línea e—d ella es inestable. Por
eso, la posición de un cuerpo puede considerarse estable sólo en el caso en
que es imposible cualquier desplazamiento suyo que lleve a una posición
considerada inestable. Dicho de otro modo, si el cuerpo, ante cualquier
desviación es capaz de regresar a la posición Inicial, es estable.
Como se aprecia en el ejemplo, cuando el cuerpo se desvía de la
posición investigada la fuerza del peso en la posición estable realiza un
trabajo negativo (la energía crece); en la posición inestable, un trabajo
positivo (la energía disminuye), y en la posición indiferente su trabajo
es nulo (la energía no varía). En consecuencia, la energía de la posición
del cuerpo os mínima si el equilibrio es estable, máxi ma si el equilibrio
es inestable, y constante si el equilibrio resulta indiferente.
Todas las conclusiones de las investigaciones de la estabilidad de la
bola «en pequeño» son válidas para su estabilidad «en grande. Además, es
evidente que se sobreentienden aquellos traslados infinitamente pequeños,
con los que la bola permanece en las superficies dadas.
Una cuestión distinta resulta cuando, por ejemplo, la bola se
encuentra en una esfera cóncava poro muy pequeño, ubicada en la cima
de otra esfera convexa (fig. 3). Con desplazamientos infinitamente
pequeños, la bola regresará a la posición inicial (será estable

*en pequeño»), mientras que, con desplazamientos pequeños finitos, bien


puedo no volver a la posición inicial (es decir, ser inestable *en
grande»).
Hasta ahora han sido descritas las posiciones de los cuerpos sólo bajo la
influencia de sus propios pesos, cuyo valor numérico no desempeñaba
ningún papel. Ahora estudiaremos la posición de los cuerpos bajo la
acción de fuerzas crecientes sobro ellos y
mostraremos cómo la posición estable de un
cuerpo puede transformarse en inestable.
Consideremos una placa (un disco plano)
en dos apoyos (fig. 4), además, el apoyo
izquierdo movible es capaz de desarrollar una
reacción sólo hacia arriba, os decir, es un
enlace unilateral. El único traslado do la
placa permitido por los enlaces, es la
rotación de la misma en el sentido de las
agujas del reloj con
respecto a la charnela b. Mientras que sobre la
placa no actúa ninguna carga, excepto su propio
peso, su equilibrio es estable. En efecto, si giramos la placa en un
ángulo infinitamente pequeño en el sentido de las agujas del reloj,
entonces el propio peso do la placa la hará regresar a la posición inicial.
Lo mismo sucederá luego de un giro pequeño finito.
Comencemos ahora a aplicarle a la placa en un punto arbitrario d la
fuerza horizontal P. Mientras la reacción del apoyo izquierdo es positiva,
es decir, cuando Ph<G(l/2), el equilibrio de la placa es estable. Si la fuerza
P=G(l/2), entonces la reacción izquierda será igual a cero. En este caso,
la resultante de la fuerza P y G pasará a través de la charnela b y por
eso comienza el estado crítico. Llamemos a esta fuerza crítica Pcr∗¿¿
De este modo, se puede distinguir la bifurcación con pérdida de
estabilidad, cuando en el momento de la bifurcación a pequeños
aumentos de la carga inmediatamente les corresponden grandes
desplazamientos, y de la bifurcación sin pérdida de la estabilidad,
cuando a pequeños excesos de la carga les corresponden pequeños
desplazamientos.
Aclaremos lo expresado con algunos ejemplos.
a) p C)
Fig. 5

Una barra recta larga, contraída por dos fuerzas en sus extre mos,
para un valor determinado de las fuerzas de compresión se vuelve
inestable y ante pequeños influjos externos se encorva (fig. 5, a) y
ya no vuelve al estado inicial rectilíneo; un anillo circu lar apretado
radialmente por una carga uniforme, que conserva su forma cuando la
carga es pequeña, al adoptar ésta un determinado valor adquiere en un
principio una forma elíptica y luego una forma similar a un ocho (fig.
5, b); un arco simétricamente cargado cambia su forma inicial
simétrica de deformación por otra oblicua (fig. 5, e); una barra fina,
flexionada en el plano de mayor rigidez, ante cierta carga comienza a
doblarse oblicuamente y a torcerse (fig. 5. d).
Podrían mostrarse muchos ejemplos más de la pérdida de la
estabilidad de las formas de equilibrio en el estado de defor-
mación, pero no hay necesidad de ello, por cuanto el aspecto funda -
mental del fenómeno se refleja claramente en los casos apuntados

más arriba. Este aspecto se reduce a que el tipo inicial de la defor -


mación para ciertos valores do las cargas actuantes se vuelven inesta -
ble y le cede su lugar a otro tipo de deformación, mientras que el
carácter de la carga externa permanece invariable, modificándose
sólo su valor.
En el caso cuando la forma del estado de deformación pierde
estabilidad, las fuerzas internas, sólo propias del primer tipo de
deformación, no pueden obstaculizar la aparición ni el desarrollo de
la def orm ación complement ar ia de nuevo t ipo.
En otras palabras, a diferencia de la pérdida de la estabilidad de la
posición, aquí so alteran las condiciones de equilibrio entre las
fuerzas exteriores e interiores, correspondientes al tipo inicial de
deformación, que se restablecen con mucha rapidez (casi instantánea -
mente) en el nuevo estado de deformación.
A fin de estudiar ahora con más detalle la esencia del fenómeno de
pérdida de la estabilidad de las formas de equilibrio del estado de
deformación, así como las consecuencias derivadas de este fenó meno,
es necesario ante todo recordar que los métodos habituales del cálculo
de las obras a la rigidez suponen la conservación del tipo inicial de
deformación determinado, que corresponde tanto al tipo de, cargas
dado, como al crecimiento de estas cargas por cualquier ley, hasta un
momento reconocido como peligroso para la solidez de material
dado.
Sin embargo, como se deduce de los ejemplos mostrados, en
algunos casos, antes do que so manifiesten las cargas destructoras y,
a veces, con una carga menor que la admitida habitualmente, la forma
inicial del estado de deformación se vuelve inestable y pasa a otra
forma. Esta nueva forma crea en el elemento de la obra tensio nes
complementarias, no consideradas en el cálculo habitual a la rigidez,
y puede suceder que estas tensiones complementarias provo quen la
destrucción del material del elemento con cargas menores que les
admitidas según el cálculo habitual a la rigidez para la forma inicial de
equilibrio.
Se pueden traer a colación muchos ejemplos de grandes catástro fes
de obras de ingeniería, cuando la estabilidad de la forma de equi librio
del estado de deformación de sus elementos no fue comprobada por
medio de cálculos, debido a lo cual la práctica castigó con rigor a
los creadores de tales obras.
De este modo, la investigación del estado tenso de los elementos
que tienen una o dos dimensiones pequeñas con respecto a las otras, a
partir sólo del tipo inicial de deformación, correspondiente a cargas
pequeñas, en algunos y no raros casos os por cierto insuficiente. En
estos casos son necesarias investigaciones complementarias do la
estabilidad de la forma inicial de equilibrio en el estado de defor -
mación.
De todo lo expresado se deduce que la carga crítica es la frontera
teórica de la bifurcación de las formas de equilibrio, cuando luego
de la pérdida de la estabilidad en la segunda forma de equilibrio,
habitualmente a pequeños incrementos de la carga los corresponden
grandes desplazamientos.
La pérdida de la estabilidad con el cambio de la forma del estado
de deformación se denomina pérdida de estabilidad de primer género.
Si la pérdida de la estabilidad tiene lugar en la fase elástica,
siendo que el equilibrio postcrítico sólo puede tener lugar para un
incremento positivo de la carga crítica, entonces, la forma postcríti ca
de equilibrio elástico dentro de ciertos límites de crecimiento de la
carga habitualmente resulta estable, es decir, capaz de restablecer se
ante cualesquiera pequeñas desviaciones de esta forma, cuando la
causa que las ha provocado, desaparece.
Teóricamente, la nueva forma del estado de deformación ya puede
manifestarse cuando la carga crítica recibe por lo menos un incre -
mento infinitamente pequeño. Si la carga supera en mucho a la
crítica, entonces, más allá de algunos de sus valores, denominados
críticos de orden superior, son teóricamente posibles varias (más de
dos) formas distintas de equilibrio en el estado de deformación.
Sin embargo, todas ellas, excepto la primera forma, más allá de la
primera carga crítica, son inestables, poco probables y, lo que os más
importante, no tienen ningún sentido práctico, por cuanto al calcular
las obras se debe conocer la carga crítica menor.
Hay que destacar particularmente, que la carga crítica al perder
estabilidad en la fase elástica habitualmente en teoría aún no es
destructiva, con la quo se agota Por completo la capacidad portadora
de la obra o de sus elementos, aunque para los objetos de construccio -
nes comunes con frecuencia es muy cercana a la carga destructiva.
Por eso, la identificación que a veces se hace entre las cargas crítica
y destructiva es, en general, condicionada. Al mismo tiempo, no
se debe olvidar que la carga crítica es con frecuencia muy cercana
a la destructiva y resulta peligrosa. Máxime que las desviaciones
que siempre existen en la realidad con respecto al esquema de cálcu -
lo, inf luyen negati vament e en la estabi li dad del element o o de
toda la obra y, en alguna medida, privan de una autenticidad total a
los resultados de las elaboraciones teóricas.
En aquellos casos cuando el equilibrio postcrítico sólo es posible
con la disminución de la carga crítica, la nueva forma de equilibrio
elástico resulta inestable. Para estos sistemas la carga crítica, como
regla, también será destructiva.
Si la pérdida de la estabilidad tiene lugar en la tasa plástica de
trabajo del material, entonces la nueva forma de equilibrio en el
estado de deformación tendrá deformaciones residuales. Ella ya
no será capaz de restablecerse plenamente, si es que causas extrañas
hacen aumentar la deformación plástica. En este caso se puede
considerar condicionalmente que el restablecimiento parcial de la
forma inicial atestigua su estabilidad.
Si se considera la pérdida de la estabilidad de la forma de equili -
brio en un planteamiento ideal, entonces el paso de una forma a otra
sólo es posible como resultado de alguna causa exterior. Pero en la
realidad, además de las causas exteriores existen las interiores. Desde el
comienzo de la carga, a raíz de diversas imperfecciones, además del tipo
fundamental predominante de deformación, son inevitables las
deformaciones de otro tipo, las que en la fase inicial de carga no se
manifiestan en grado notable y pueden no ser tenidas en cuenta ea los
cálculos. Sólo con la aproximación de la carga al valor crítico estas
deformaciones de segundo orden alteran la fundamental de tal modo, que
engendran una nueva forma de equilibrio

A la pérdida de estabilidad de segundo género habitualmente se la


denomina primer estado límite del sistema por capacidad porta dora,
cuando para un aumento ulterior de la carga el equilibrio entre las
fuerzas exteriores o interiores resulta imposible. El sólo es posible
ante una disminución de la carga.
La pérdida de la estabilidad de segundo género puedo ocurrir
tanto con el cambio de la forma inicial del estado de deformación
como sin él, tanto en la fase elástica como en la elástico-plástica. Así,
por ejemplo, puede tener Jugar la pérdida de la capacidad portadora
de un arco flexible de tres articulaciones (fig. 6, a) incluso en la fase
elástica, sin el cambio do le forma del estado de deformación incluso
hasta la fuerza límite Pu m , con la cual se alcanza el límite del equi-
librio posible entre las fuerzas exteriores e interiores. En adelante.
el equilibrio sólo se logra con la disminución do la fuerza P (fig. 6, b).
El estado límite se define por la condición
dP /d ∆=0

El problema de la estabilidad de las obras consiste en el cálculo de


éstas, fundamentalmente a la estabilidad del primer género.
En nuestro curso se considera la estabilidad de los sistemas con -
servadores, es decir de los elásticos, cuando sobre ellos actúan fuerzas
que tienen potencial. Recordemos que estas fuerzas poseen dos pro -
piedades:
1)la magnitud y dirección de cada fuerza dependen sólo de la
posición del sistema;
2)el trabajo de las fuerzas en algún traslado del sistema no
depende del camino de seguimiento de cada fuerza, siendo únicamen te
función de las posiciones inicial y final del sistema.
2. I ND I CI OS D E LA ES TA BI LI DA D D EL EQUI LI BRI O D E UN
SISTEMA CONSERVADOR. El equilibrio de un sistema se determina por
los siguientes indicios.
1.Por el principio de los traslados posibles, según el cual, si el
sistema se encuentra en equilibrio, la suma de los trabajos de todas
las faenas interiores y exteriores en cualesquiera posibles traslados
infinitamente pequeños, calculada hasta los infinitésimos de primer or-
den, para enlaces ideales y bilaterales es igual a cero, y para enlaces
unilaterales es igual a cero o negativa.
2.Por la propiedad de la energía potencial total del sistema
según la cual, si el sistema se halla en equilibrio, su potencial total
de energía, es decir la energía de las fuerzas interiores y exteriores,
adopta un valor extremo.
Sin embargo, ambos indicios no responden a la pregunta
de si el equilibrio dado es estable o inestable. A esta cuestión
responde el teorema de Lagrange—Dirichlet, según el cual, si el
potencial total de energía de un sistema tiene un mínimo con
respecto a todas las posiciones suficientemente cercanas del
sistema (mínimo local), entonces el equilibrio del sistema es
estable. En los restantes casos estacionarios, los equilibrios de
los sistemas son inestables.
Conforme al teorema de Lagrange—Dirichlet, para el
análisis de la estabilidad de un sistema hay que examinar el
cambio de su energía potencial, cuando el sistema pasa a un
nuevo estado de desviación infinitamente cercano como
resultado de una supuesta pérdida de la estabilidad. Aquí, si la
energía potencial del sistema en cada estado de desviación,
calculada tomando en cuenta todas las magnitudes infinitesimales ,
resulta mayor que la energía potencial del sistema en el estado
investigado, entonces el sistema es estable.
La energía potencial total del sistema en el estado de
deformación consta do la energía potencial de deformación (energía
de las fuerzas interiores) y de la energía potencial de las fuerzas
exteriores. Además, recordemos que sí las fuerzas exteriores
efectúan un trabajo positivo, entonces la energía do les mismas
disminuye. Por consiguiente, el cambio de la energía total del
sistema δU cuando el mismo pasa de la posición investigada a
otra contigua, se puede escribir así:
δU =δV −δT , (1.1)
donde 8V es el incremento de la energía potencial de deformación;
δ T , el incremento del trabajo do las fuerzas exteriores.
Si el estado investigado es estable, entonces, de acuerdo con el
principio de Lagrange—Dirichlet δU > 0, es decir,
δV −δT > 0. (1.2)
Quiere decir, que si se tienen en cuenta todas las magnitudes
infinitesimales, entonces

Con δV >δ T , tenemos el equilibrio estable; (1.3)


δV <δT , el equilibro inestable; (1.4)
δV =δT , el equilibrio indiferente. (1.5)

Si no existe el equilibrio indiferente la igualdad (1.5), escrita


con una exactitud de hasta un infinitésimo del orden inferior, deter -
mina la carga crítica, lo que habitualmente so emplea en el método
energético.
La expresión del equilibrio estable (1.3) también se puede inter -
pretar así: las tuerzas exteriores siempre tienden a realizar un traba -
jo positivo. Por eso, si en el estado de inclinación, la energía poten -
cial elástica de deformación del sistema, complementariamente
acumulada, es mayor que el trabajo de las fuerzas exteriores para
esa inclinación, entonces, esta energía es capaz de superar la resisten -
cia de las fuerzas exteriores al regreso de las mismas al lugar anterior,
y ella hará que el sistema vuelva a su estado inicial.
Otro enfoque de esta misma cuestión se reduce a la investigación
al mínimo de la energía potencial del sistema. Para esto se compone
la expresión de la energía potencial del sistema en el estado de des -
viación con traslados finitos en función de uno o varios parámetros
por la cantidad de grados do libertad del sistema, empleados en la
investigación dada. Así, por ejemplo, para un sistema con un grado
de libertad la energía potencial es determinada por un solo parámetro:
el traslado general q. La condición del valor extremal del potencial
de la energía U en este caso será:

dU
dq
=0. (1.6)
Si con esto,
dnU
>0 , es el equilibrio estable; (1.7)
dqn
dnU
<0 , el equilibrio inestable; (1.8)
dqn
dnU
=0, el estado transitorio (crítico); (1.9)
dqn
dmU
=0, el equilibrio indiferente, (1.10)
dqm
donde n es el orden de la derivada inferior diferente del cero, si ella
es par (habitualmente, n = 2); m es cualquier orden de la derivada.
Si n es el orden inferior, distinto de cero, de una derivada impar,
entonces el equilibrio es inestable.
En los sistemas con n grados de libertad, la energía potencial U
depende de n traslados generalizados:
U =f ( q 1 , q 2 , … . , qn ) .

Las condiciones de mínimo de la energía potencial en este caso se


hallan mediante las reglas generales del análisis matemático, lo que,
hablando en general, resulta un problema complejo.
Para los sistemas con dos grados de libertad, cuando U = f (q 1 ,
q,), estas condiciones serán:
∂U ∂U
=0 ; =0. (1.11)
∂ q1 ∂ q2

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