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Víctor Bahamondes
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Benjamin, W. (1989). Discursos Interrumpidos I, Argentina: Taurus, pág. 57
personajes, el contexto y el territorio, pero siempre están condicionadas bajo los
mismos patrones y estructuras dramáticas. Obedecen al mismo «gesto espectacular»,
como también, espectacularizador, en su capacidad de producir nuevas formas de
espectáculos, los cuales se replican por las redes sociales de la internet ad infinitum.
Entonces, tenemos imágenes disgregadas tal comic u objeto dadaísta. En una
viñeta una noticia, en la otra una imagen de estudio y abajo, en el generador de
caracteres, se nos da una escueta seña de la noticia del momento. Incluso, en
ocasiones, se nos muestra una imagen del estudio con una entrevista y, en una viñeta
aparte, una noticia completamente desconectada de la imagen de fondo y en silencio,
como si fuese música de ascensores ¡La perfecta banda sonora de los centros
comerciales!
Si en tiempos de Benjamin, el cine nos mostraba una realidad desarticulada,
una realidad enajenada de su «continuo espacial», al ser ésta la apariencia de
diferentes tomas y planos independientes (desmembrados), grabados en diferentes
momentos del rodaje que nos dan la ilusión de una continuidad, de un diálogo o
escena de acción, haciéndonos creer está suerte de apariencia espectacular que es
el cine. En nuestros tiempos, vemos a la prensa televisiva que nos muestra una
superficie de la realidad, desarticulada con tomas y planos discontinuos. Escena tras
escena, mostrándonos, en la inmediatez, la noticia del momento completamente
enajenada, desconectada del flujo de aconteceres que configuran la noticia, es decir,
tenemos noticias completamente separadas de la experiencia vivida en el momento
del suceso. Una imagen con anhelo de realidad, que se nos presenta como una
realidad a priori a la cual creemos ciegamente, pero que no nos muestra más que el
plano que la cámara nos quiso mostrar.
“El periódico representa uno de los muchos indicios de tal disminución. Así,
si la prensa se hubiese propuesto que el lector se apropiara de sus informaciones
como parte real de su experiencia, no lo lograría. Pero su propósito es inverso, y sin
duda se logra. Consiste en impermeabilizar los acontecimientos frente al ámbito en
que pudieran afectar a la real experiencia del lector.”2
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Benjamin, W. (2008). Obras, Libro I/Vol. 2, Madrid: Abada Editores, pág. 211
De esta forma, la prensa nos da una ilusión de realidad espectacularizada,
que no debe ser cuestionada, al ser ésta las imágenes capturadas de una “noticia
real”, el acontecimiento mismo capturado por el aparato técnico; los medios
construyen la verdad, articulándola. Cada canal tiene una línea editorial, la que da
las directrices de la “noticia”, la gracia de ésta es que no se note los intereses detrás
de la noticia, que no se logre percibir, en apariencia, los intereses creados. A menor
manifestación de la línea editorial mayor imparcialidad en la mera superficie, por
consiguiente, más real se cree que es la noticia y más fidelidad adquiere el noticiero
en cuestión. De la misma forma que en el cine, no se debe notar “en apariencia” los
quiebres de una escena a otra, pues la mano del montajista tiene que ser la que
acomoda, con gran pericia y sin sobresaltos, la obra en forma completa. Una mano
invisible va construyendo una narrativa, la que sabemos o creemos, una mera ficción.
No se debe percibir el trabajo técnico e ideológico que la sostiene, de la misma forma
que nos es imperceptible la línea de producción en la mercancía, al estar ésta
completamente enajenada de las relaciones sociales de producción que la produce,
manifestándose de este modo como si tuviera completa autonomía, la noticia del
momento espectacularizada acontece como si tuviera vida propia.
Por cada uno de estos ejemplos hay una fantasmagoría que la sostiene,
fantasmagoría que recurre a diferentes recursos técnicos pero que obedece a los
mismos intereses, es decir, la producción de mercancías en su vorágine por la
reproducción infinita del capital.
II
III
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“El triunfo de la voluntad”.
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En el teatro, la cuarta pared es la separación entre el espectador y la obra en sí.
“La realidad vivida se halla materialmente invadida por la contemplación del
espectáculo, y al mismo tiempo alberga en sí el orden espectacular, otorgándole su
positiva adhesión. La realidad objetiva se presenta en sus dos dimensiones. Cada
noción fijada de este modo no tiene más sentido que la transición a su opuesto: la
realidad surge en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación recíproca
es la esencia y el sustento de la sociedad actual”5
IV
Pero, antes que todo ¿Qué entendemos por verdad? ¿Qué se entiende por la
realidad capturada y enajenada por el aparato técnico? Si nos remitimos a Benjamin,
estaríamos hablando del “aura”, el que se refiere a la experiencia pura, la vida misma
escindida en su captura, lo vivido en el momento capturado. Por otro lado, si vamos
a Platón, tenemos que éste tenía serios problemas con los poetas y artistas, es decir,
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Debord, G. (2012). La Sociedad del Espectáculo, Valencia: Editorial Pre-Textos, pág. 40
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Debord, G. Ibíd.
tenía serios problemas con el trabajo de los artistas, la mimesis del medio. Al
considerar que estos falsificaban la realidad, queriendo, inclusive, echarlos de su
Republica ideal por el bien de la comunidad. Un cuadro para él no era más que una
mala copia de una mala copia. Platón, claro está, buscaba la verdad en el mundo
de las ideas, la que está muy lejos de la «realidad espectacularizada» de los canales
de noticias. No obstante, en un punto diametralmente opuesto, como también
antagónico, Nietzsche considera que no hay una verdad pura, no podría haberla, la
relación del significante con el significado no es más que mera especulación estética,
un ejercicio antropomorfo en el que se transfigura el mundo a escala humana,
humanizándolo.
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Nietzsche, F. (2018). Verdad y mentira, Valparaíso: Editorial UV, pág. 25
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En la teoría de Deleuze y Guattari, un agenciamiento es una relación de objetos heterogéneos, una
relación de significantes que se articulan entre sí.
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Para Guy Debord, «la sociedad del espectáculo» es la completa enajenación la vida, la separación
de la vida en su imagen, mediada por su espectacularización.
espectaculares de la realidad. Es la enajenación de la «espectacularización» de la vida
como acto poético. Articulación condicionada no por el dominio de la mercancía,
sino que, por las vidas mismas de las personas, la verdad pasaría a ser la experiencia
vivida y significada en términos estético. Por tanto, La realidad vivida en el acontecer
noticioso, mediada por el trabajo creativo del ser humano, pasaría a ser, no un canto
a la mercancía y el espectáculo, si no a la vida y sus pasiones.
BIBLIOGRAFÍA