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de la muerte que Pla conocía.

Planunca escribió so-


bre Granés porque hacerlo era convoc at alamuerte.>>
No sé si la explicación me decepcionó un poco, EL CABALLERO DE LA PAJARITA ROJA
pero mientras seguía oyendo aXavier me pregunté
si escribir sobre un muerto es un ejercicio siniestro,
una forma en efecto de convocat ala muerte, aun-
que después de todo lo siniestro quizá sea escribir, Fre h".. diez años. Yo entonces tenía una novia
escribir a secas, pues no es casi nunca otra cosa que que se llamaba Mercé y era de Barcelona. Debía de
entablar un diálogo con los muertos; pensaba en gustarme mucho, porque, pese a que estaba seguro
todo esto y entonces me acordé de la frase enigmáti- de que aquella invitación sólo podía ser una ence-
ca de Valéry y me dije que tal vezla muerte es el se- rrona (con el patriarca acosándome a preguntas y yo
llo de la libertad realizada, y que Granés lo sabía. mintiendo como un animal para ocultar que no te-
Fuera, mientras tanto, seguía lloviendo. nia ni oficio ni beneficio), acepté pasar la fiesta de
la Mercé con su familia. Llegué solo y, apenas me
abrieron la puerta, una señora me puso una copa de
cava en la mano, me dijo que se llamaba Mercé y
empezó a presentarme a mujeres de edades diversas
que indefectiblemente también se llamaban Mercé.
Las habitaciones de la casa estaban llenas de bande-
jas con aperitivos y de gente que bebía y reía y char-
laba; mi novia no aparecía por ninguna parte. Por
un momento me pregunté si, con el nerviosismo, no
me habría equivocado de casa; traté de consultarlo
discretamente con un caballero que lucía una paja-
rita roja, pero no me dejó, porque empezó a mal-
decir las fiestas familiares. Por algún motivo pensé
que el caballero erula oveja negra de la familia, y me
sentí muy a gusto con é1. Al rato apareció mi novia y
me dijo que la señora que me habia recibido en la

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puerta era su madre y el caballero de la pajarita su el discurso, y entonces es seguro que me acordaré
padre, y yo me puse tan nervioso que empecé a men- del discurso que, en una fiesta famlliar,hace Gabriel
tirle como un animal, a hablarle de mis diversos ofi- Conroy en Los muertos, me acordaré de ese discur-
cios y de mis múltiples beneficios, hasta que alguien so porque Gabriel habla en é1, como lo hizo el caba-
nos interrumpió anunciándonos que la comida esta- llero de la pajaita roja, de lo maravillosas que son
ba lista. las fiestas familiares, y también de que son tristes
Comimos y bebimos muchísimo; alas seis de la porque nos recuerdan a los que ya no están y nos
tarde todavía estábamos en la mesa.Para entonces anuncian que algun a vez nosotfos tampoco estare-
ya habían empezado a llegar más familiares, más mos. Pero todo eso, supongo, será dentro de mu-
mercés cargadas de flores y risas y regalos, y mi no- chos años.
via me dijo que empezabala merienda, así que saca-
ron más cava y más licores y aquello duró hasta que
el padre de mi novia se levantó y, tras un tintineo de
cucharillas en las copas, hubo un silencio que é1,
como era el mayor de la familia, ocupó con un dis-
curso muy breve en el que habló de lo maravillosas
que eran las fiestas familiares y también de los que
ya no estaban, y entonces se calló y la gente se puso
muy triste, pero enseguida se animó y volvió al cava
y a los bocadillos y a los canapés y a los pasteles,
como si nadie quisiera que aquello fuera a acabarce.
Pero se acab6, claro. Yo quise repetir, así que
decidí casarme con mi novia. Ya llevo diez fiestas
iguales. Bueno, más o menos. Este año habrá tam-
bién flores y comida y jolgorio, pero el caballero de
lapajarita rcjayano está; tampoco la señora que me
recibió con la copa de cava.Faltarán algunas mercés;
habú otras nuevas. Por lo demás, sé que algún dia,
porque seré el mayor de la familia, me tocará hacer

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