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Investigación sobre como nos llego la Biblia

Seminario Teologico Landmark


Alumno: Raul Cabrera Quiñonez

Masoretas
Los masoretas eran judíos que trabajaron entre los siglos VII y X de nuestra era en las ciudades
de Tiberíades y Jerusalén como sucesores de los soferim o escribas en la responsabilidad de
hacer copias fidedignas de las Sagradas Escrituras.
El término hebreo masoret significa "tradición". Designa la compilación de tradiciones
rabínicas relativas al texto bíblico que los masoretas recogieron en los márgenes superior e
inferior de cada página de un manuscrito.
También se aplica el nombre de mesoret a la doctrina rabínica que seguían para conservar la
pureza de los textos.
Eran rabinos y escribas estudiosos que compilaban el llamado texto masorético, que es el texto
más usado para hacer traducciones visto por muchos estudiosos como el más fiable del
Antiguo Testamento
Los masoretas empezaron su trabajo siglos después de Cristo y lo siguieron hasta el siglo XI,
con unas adiciones hasta el siglo XVI.
 El Códex de Aleppo, del siglo X, es la versión más antigua conocida del texto masorético
de la Biblia hebrea. Desafortunadamente una parte de él se quemó en 1947.
 El Códice de Leningrado que data del año 1008 es la versión masorética completa más
antigua que se conserva actualmente.

Lengua y forma
La lengua de las notas es en parte hebreo y en parte arameo. Las anotaciones se encuentran
en diversas formas:

 en trabajos separados, como el Sefer Olah ve-Olah,


 en forma de notas escritas en los márgenes y al final de los códices. Las notas
introducidas en los márgenes superior o inferior reciben el nombre de masoret
magna, las situadas en los laterales son la masoret parva y al final de un
texto masoret finalis.

Los masoretas también agregaron vocales, acentos, y marcaciones sobre el canto al texto, y
notas marginales. El idioma hebreo no tuvo la mayoría de las vocales gráficas hasta mucho
después que se escribieran los textos originales de la Biblia, y no fue hasta mucho después a
partir del X.
Los masoretas eran muy cuidadosos en su forma de copiar las Escrituras. Aun replicaban a las
letras que se escribían más grandes o pequeñas, o chuecas. También incluyeron otras cosas
irregulares como unos puntos extraordinarios con que los soferim marcaron ciertas letras o
palabras en quince pasajes del texto hebreo. No hay consenso sobre el significado de estos
puntos extraordinarios.
La masoret de los textos hebreos, es decir, la escritura en letra pequeña al margen de la página
y al final del texto, contiene una nota al lado de varios pasajes hebreos en la que se lee: «Esta
es una de las dieciocho enmiendas de los soferim», u otra frase similar.

Obras
Con el transcurso del tiempo los soferim o copistas del Tanaj, habían comenzado a introducir
cambios en las Escrituras: Cambiaron el texto hebreo primitivo en 134 pasajes a fin de que
leyese ´Adho·nái en lugar de YHWH (el nombre de Dios). En otros pasajes se utilizó como
sustituto la palabra ´Elo·hím. Los masoretas se dieron cuenta de las alteraciones que habían
hecho los soferim y las registraron en el margen o al final del texto hebreo. Estas notas
marginales llegaron a conocerse como la masoret, (del hebr. "masoret", tradición) f. Doctrina
de los rabinos que fija la interpretación de los textos sagrados judíos para conservar su pureza.
Gracias a los masoretas, tenemos todavía hoy copias del Antiguo Testamento que son muy
similares a los antiguos libros. Ese hecho fue probado cuando se descubrieron los rollos del
Mar Muerto, que coinciden en una alta proporción con las versiones masoréticas y aún más
que las copias más nuevas que se nos habían trasmitido sobre el tiempo por otras fuentes.
Cerca del 60% de los rollos encontrados en Qumrán, son versiones proto-masoréticas; un 20%
más son variantes con estilo propio; en tanto el restante 20% se relaciona con la Septuaginta,
la versión Samaritana y otras fuentes.1 La coincidencia entre el Texto masorético y la mayoría
de los rollos de Qumrán no debe entenderse letra por letra, sino en líneas generales.2 Lo que
se concluye es que textos correspondientes a una versión antepasada del Texto Masorético ya
se divulgaba en el siglo II a. C. y que además circulaban otras versiones.3
A partir del trabajo de los masoretas se aseguró que cada copia del Tanaj era igual, y hasta
también se podía leer de la misma forma.

Escuelas
Las escuelas de escribas y eruditos de la Torá de trabajo entre los siglos VII y XI radicaban
principalmente en
 Palestina, en las ciudades de 
 Tiberíades y Jerusalén,
 Babilonia

La Obra de los Masoretas


Los eruditos judíos de los primeros cinco siglos de la era cristiana completaron la tarea de
dividir el texto de la Biblia en párrafos, grandes y pequeños, tal como se encuentran todavía
hoy en los textos de la Biblia hebrea. Estas divisiones no se debieran confundir con los
capítulos y versículos que se encuentran en nuestro Antiguo Testamento en castellano, que
son de un origen posterior.

Los rabinos judíos también introdujeron una cantidad de marcas diacríticas para señalar la
ubicación de pasajes difíciles que se explicaban en sus escritos. Puesto que no existen
manuscritos de la Biblia escritos durante este período, nuestra información acerca de la obra
de estos eruditos judíos en lo que atañe a la Biblia hebrea procede del Talmud.

Aproximadamente desde el año 500 D.C., los eruditos judíos que perpetuaron la tradición
concerniente al texto del Antiguo Testamento han sido llamados masoretas, de Masora, el
término técnico hebreo para la “tradición remota en cuanto a la forma correcta del texto de
las Escrituras”. Estos hombres se esforzaron por asegurar la transmisión exacta del texto a las
generaciones futuras y consignaron los resultados de sus labores en monografías y en
anotaciones hechas a la Biblia.

Puesto que el hebreo había sido una lengua muerta durante siglos – reemplazada
completamente por el arameo como lengua viva – existía el peligro de que su pronunciación se
perdiera enteramente con el correr del tiempo. Por esa razón los masoretas inventaron un
sistema de signos vocálicos que se añadieron a las consonantes hebreas. Así se simplificó la
lectura de la Biblia hebrea y se garantizó la conservación de la pronunciación que existía
entonces. Sin embargo, no debiera pasarse por alto que la pronunciación conocida a través del
texto común de la Biblia hebrea es la de los masoretas del siglo VII de la era cristiana que,
como lo sabemos ahora, varía algo de la del período del Antiguo Testamento.

Los masoretas también inventaron dos complicados sistemas de acentos, uno para los libros
en prosa y otro para los Salmos y Job. Los acentos consisten en muchos signos diferentes
añadidos al texto con el propósito de indicar los diversos matices de pronunciación y énfasis.

Cada vez que los masoretas creyeron que algo debía leerse en forma diferente de la que
estaba escrita en el texto, colocaron en el margen los cambios sugeridos, pero no cambiaron el
texto mismo.

Un ejemplo es la lectura del nombre de Dios – que consiste en las cuatro consonantes hebreas
YHWH (llamado el tetragrámaton) – que probablemente se pronunciaba Yahwéh en la
antigüedad. Pero durante siglos lo judíos piadosos, temiendo profanar el nombre santo, no lo
habían pronunciado. En cambio, cuando llegaban a la palabra YHWH, decían ‘Adonai: Señor.
Los masoretas fieles a su principio de no cambiar las Escrituras, dejaron las cuatro consonantes
hebreas YHWH cada vez que las encontraron, pero les añadieron las vocales de la palabra
‘Adonai. Por lo tanto, cada lector judío experto al llegar a esta palabra leía ‘Adonai, aunque
sólo estaban las vocales de la palabra ‘Adonaí añadidas a las consonantes YHWH. Puesto que
los cristianos de la primera época de la Reforma no conocían la práctica explicada, se limitaron
a transliterar como Jehová el divino nombre de Dios.

Los masoretas establecieron, además, reglas detalladas y exactas que debían aplicarse en la
producción de nuevas copias de la Biblia. Nada se dejó a la decisión de lo escribas, ni el largo
de las líneas y columnas, ni el color de la tinta a emplearse. Se contaban las palabras de cada
libro y se fijaba la palabra que quedaba a la mitad a fin de poder comprobar la exactitud de las
nuevas copias. Al final de cada libro se añadía una nota que daba la cantidad total de palabras
contenida en el libro, que decía cuál era la palabra que estaba en la mitad y que además daba
otras informaciones estadísticas.

Septuaginta
La Biblia griega, comúnmente llamada Biblia Septuaginta o Biblia de los Setenta (ἡ μετάφρασις
τῶν ἑβδομήκοντα), y generalmente abreviada simplemente LXX, es una antigua recopilación
en griego koiné de los libros hebreos y arameos del Tanaj o Biblia hebrea y otros libros,
incluidos algunos escritos originalmente en griego.

Los cinco libros del Pentateuco (o sea la Torá llamada también "La Ley") fueron traducidos bajo
el reinado de Ptolomeo II (285–246 a. C.), los otros libros hebreos y arameos más tarde.
Las traducciones de los últimos de los libros proféticos aparecieron probablemente antes del
año 130 a.C.
Generalmente se calcula que el más reciente de los libros de la Septuaginta, la Sabiduría, fue
escrito entre los años 80 y 50 a. C.
Algunos eruditos sitúan en el Siglo I de la Era Cristiana, la traducción al griego de los libros
de Ester, Rut, Eclesiastés, Lamentaciones, y el Cantar de los Cantares, acaso por Aquila (activo
alrededor del año 130 d. C.).

Características
La Septuaginta representa una síntesis en que se subraya el monoteísmo judío e israelita, así
como el carácter universalista de su ética.

La Biblia Septuaginta fue el texto utilizado por las comunidades judías de todo el mundo
antiguo más allá de Judea, y luego por la iglesia cristiana primitiva, de habla y cultura griegas.

De hecho, la partición, la clasificación, el orden y los nombres de los libros del Antiguo
Testamento de las Biblias cristianas (cristianas ortodoxas en Oriente, católicas y protestantes
en Occidente) no viene del Tanaj o Biblia hebrea, sino que proviene de los códices judíos y
cristianos de la Septuaginta.

Ya antes de Cristo se hacían revisiones o recensiones de la Septuaginta para acercarla al texto


vigente en hebreo.

Por eso los eruditos suelen distinguir estos desarrollos posteriores de lo que suponen ser el
texto original de la Septuaginta, que denominan el "Griego Antiguo" (en inglés "Old Greek",
abreviado como "OG"). El uso de este término puede ser o ideal o práctico: idealmente, es el
texto original griego "tal como salió de la mano del traductor"; pero en la práctica, dado que el
original por lo general no se conserva puramente, es la forma griega más antigua recuperable a
través de la evidencia sobreviviente. Así el término "Septuaginta" es bastante ambiguo.
Algunos lo emplean para indicar todas las diversas formas que se encuentran en los distintos
manuscritos, otros solo las formas que existen en la tradición textual posterior (al excluir el
hipotético "Griego Antiguo"), otros las aceptadas en las ediciones críticas impresas.

La base de la traducción griega de la Septuaginta de los libros aceptados en la Biblia hebrea fue


un texto que a veces se acercaba a la tradición heredada en el Texto Masorético, y a veces era
bastante diferente.

Etimología
El nombre de Septuaginta se debe a que solía redondearse a 70 el número total de sus 72
presuntos traductores.

La Carta de Aristeas presenta una antigua versión de acuerdo con la cual, por instrucciones
de Ptolomeo II Filadelfo (284-246 a. C.), monarca griego de Egipto, 72 sabios judíos enviados
por el Sumo sacerdote de Jerusalén, trabajaron por separado en la traducción de los textos
sagrados del pueblo judío. Según la misma leyenda, la comparación del trabajo de todos reveló
que los sabios habían coincidido en su trabajo de forma milagrosa.

En general se piensa que la LXX habría sido formada con el objetivo de cultivar la fe de las
comunidades de israelitas piadosos que vivían en la Diáspora, y que se comunicaban en la
lengua griega común (koiné). En aquella época, residía en Alejandría una muy nutrida y
numerosa comunidad de inmigrantes hebreos. Sin embargo, dado que la orden habría
provenido del rey Ptolomeo II Filadelfo, también es probable que el fin de la misma fuera
proveer a la Biblioteca de Alejandría de una versión griega de los textos sagrados hebreos.

Proceso formativo

Para su formación, la mayoría de los escritos sagrados judíos debieron ser vertidos de
versiones arameas y hebreas al griego. Su traducción inició en el siglo III a. C. (c. 280 a. C.), y
concluyó hacia finales del Siglo II a.C. (c. 100 a.C.).

Inicialmente fue traducida la Torá,  Libro de la Ley o Pentateuco y el resto del trabajo se


completó paulatinamente, en los dos o tres siglos siguientes.

Aunque no se conoce exactamente la fecha y el lugar de estas traducciones, los estudiosos


proponen que una escuela de traductores se ocupó de verter el Libro de los Salmos de David,
en Alejandría, hacia el año 185 a. C. Más tarde tradujeron los Libros de Ezequiel y Jeremías, así
como el Dodecaprofetón, o Libro de los XII Profetas [Menores]. Más tarde tradujeron los
escritos históricos: (Josué, Jueces y Reyes), y, luego, finalmente, el Libro de Isaías. El Libro de
Daniel fue traducido alrededor del año 150 a. C. Los Libros de
los Macabeos, Sabiduría y Eclesiástico, fueron incorporados en el curso de los siglos II y I a. C.
Algunos eruditos sitúan en Palestina, durante el Siglo I de la Era Cristiana, la traducción al
griego de los libros de Ester, Rut, Eclesiastés, Lamentaciones, y el Cantar de los Cantares,
acaso por Aquila.

Historia del texto

Los manuscritos más antiguos de los LXX conocidos hasta ahora, son :


 Fragmentos del Siglo II a.C. del Levítico y el Deuteronomio .

 Fragmentos del Siglo I a.C. del Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio y los


profetas menores.

 En Qumrán fueron hallados los manuscritos del Mar Muerto, rollos con fragmentos


griegos de Éxodo, Levítico, Números, y Deuteronomio; así como porciones de algunos
de los libros deuterocanónicos: las dos terceras partes de Sirácides (Gruta 2),
porciones de Tobías, de Baruc, de la Epístola de Jeremías, y muy probablemente,
de Susana 
El canon del Antiguo Testamento
Por «canon» entendemos una lista de libros oficialmente aceptados.        
El canon evangélico del Antiguo Testamento es igual al canon hebreo aceptado por los judíos
como constitutivo de las «Santas Escrituras».
El canon católico del Antiguo Testamento es más largo, pues incluye 14 libros, o partes de
libros, que no están presentes en los cánones mencionados.

  El canon hebreo

La base del canon hebreo es la Torá o Ley de Moisés, que consiste en los primeros 5 libros del
Antiguo Testamento. Luego vienen los Profetas y, finalmente, los Escritos que incluían a los
Libros Poéticos (Job, Salmos y Proverbios), Los Cinco Rollos (Cantares, Rut, Lamentaciones,
Eclesiastés y Ester), y los Tres Libros Históricos (Daniel, Esdras-Nehemías, y Crónicas).

La Ley había sido usada desde tiempos antiguos y aceptada como de inspiración divina. Los
libros de Los Profetas fueron aceptados como sagrados en el tiempo de su aparición. En
cuanto a Los Escritos tomó más tiempo aceptarlos como parte del canon. Los acontecimientos
del año 70 de nuestra era, con la caída de Jerusalén y el templo, apuraron a tomar los pasos
necesarios para el establecimiento definitivo del canon.

Hubo también otro factor de suma importancia. Los escritos cristianos comenzaron a aparecer
las epístolas de Pablo, las otras cartas y, especialmente, los Evangelios.

El resultado de todo esto fue que en el Concilio de Jamnia, en el año 90 de la era cristiana, los
rabinos establecieron oficialmente los límites del canon hebreo. Quedaron incluidos los 39
libros de la Biblia hebrea presente, dividida en la Ley, los Profetas y los Escritos.

El Canon del Nuevo Testamento

Aproximadamente en el año 140 de nuestra era, un hereje llamado Marción adoptó como su
Nuevo Testamento 10 Epístolas de Pablo (excluía las Cartas Pastorales) y un mutilado
Evangelio de Lucas (sin los dos primeros capítulos). También rechazó todo el Antiguo
Testamento. Para contrarrestar su influencia, la iglesia cristiana vio necesario fijar los límites
de su canon.

En el otro extremo al de Marción, ciertas iglesias orientales estaban leyendo, en reuniones


públicas, algunos libros apócrifos del Nuevo Testamento como parte de las Escrituras.

El tercer factor fue el edicto de Diocleciano, en el año 303 d.C., demandando la destrucción de
todos los libros sagrados del cristianismo.
 Se cree que el único escrito genuinamente cristiano del siglo i que tenemos, aparte del Nuevo
Testamento, es la primera epístola de Clemente de Roma, escrita cerca del 95 d.C. Contiene
referencias de Mateo, Romanos y Corintios; y muchas alusiones a hebreos.

Los primeros Padres de la iglesia del siglo II, como Ignacio y Policarpo, muestran un amplio
conocimiento de las epístolas de Pablo, algunos de los Evangelios, 1 Pedro y 1 Juan. Este uso
del Nuevo Testamento creció constantemente hasta la mitad del siglo II.

Durante el siglo III, hubo considerable disputa sobre 7 libros de nuestro Nuevo Testamento
(hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis). La incertidumbre continuó hasta
el siglo IV. La primera lista exacta del Nuevo Testamento tal como lo conocemos hoy en día, la
encontramos en el año 367. 

Finalmente, cerca del final del siglo IV, en el año 397, el Concilio de Cartago decretó que solo
libros «canónicos» deberían ser leídos en las iglesias. Por lo tanto, se procedió a hacer una lista
con los 27 libros de nuestro Nuevo Testamento. Desde aquel día, el cristianismo adoptó los
actuales libros del Nuevo Testamento como canónicos y divinamente inspirados.

 Los Apócrifos

Algunas Biblias antiguas tienen, entre los dos Testamentos, otros libros o partes de libros. Son
los llamados «Apócrifos».

El término significa «escondidos». Los que defienden estos libros dicen que fueron sacados del
uso común porque contienen sabiduría secreta, que debe ser conocida solo por los expertos.

Aquellos que los rechazan dicen que fueron escondidos porque son espurios. Jerónimo (siglo
IV) fue el primero en denominarlos «Apócrifos».

Estos libros fueron, aparentemente, escritos durante tres siglos, desde el siglo II a.C. hasta el
siglo I d.C.

En la Septuaginta (versión griega del AT) y en la Vulgata latina estos libros estaban distribuidos
en todo el Antiguo Testamento. Teniendo en cuenta que no figuraban en la Biblia hebrea,
Martín Lutero fue el primero en separarlos, cuando en 1534 completó su traducción de la
Biblia al alemán.

A partir de estos conceptos, la línea protestante continuó con su Biblia sin la inclusión de los
Apócrifos, teniendo en cuenta que no estaban en el canon hebreo, y la Iglesia Católica
Apostólica Romana los aceptó, pues ya estaba incluidos en la Septuaginta, aproximadamente
300 años antes del Concilio de Jamnia, en el año 90.
Como se nos transmitió la biblia
No tenemos ni siquiera una copia original de ningún libro de la Biblia. Este simple factor
demanda una investigación cuidadosa del texto del Antiguo como de Nuevo Testamento.

¿Podemos estar absolutamente seguros de que los libros que componen nuestras Biblias son
copias auténticas de los libros que componen el canon bíblico?

– El texto del Antiguo Testamento

Somos afortunados de vivir en una era caracterizada por los descubrimientos arqueológicos.
Hubo tiempos cuando los eruditos decían que Moisés no pudo escribir sus libros porque en su
tiempo la escritura no existía. Pero, como en otros muchos casos, la arqueología moderna ha
acallado para siempre estos argumentos.

  En estos tiempos se han descubierto una infinidad de escritos mesopotámicos, que confirman
indubitablemente la existencia de la escritura mucho antes del tiempo de Moisés.

Cuando Moisés, juntamente al pueblo Judío, entró en la tierra de Canaán encontró un alfabeto
y un importante cuerpo de literatura religiosa en el lenguaje semita. Por lo tanto, las
herramientas físicas estaban a la mano para los escritos del Antiguo Testamento.
Para sus escritos, los egipcios usaban rollos de cuero. Ejemplos del 2000 a.C. fueron
encontrados últimamente.

1. El Texto Pre-Masorético

Humanamente hablando, es imposible que alguien copie a mano un documento tan largo
como el libro de Isaías sin cometer algún error. Y debemos recordar que todas las copias de
ambos Testamentos fueron hechas a mano hasta el año 1456 d.C. Esto significa que algunas de
ellas habían sido copiadas por 3000 años y todas ellas por más de 1000 años.

Por lo tanto, no es sorprendente que existan algunas diferencias entre los manuscritos del
Antiguo Testamento. Sin embargo, debemos agradecer el cuidadoso trabajo de los copistas
hebreos respecto a la rigurosidad con que se copiaron esos libros.

En el siglo II de la era cristiana, el rabino Aquiba buscó fijar el texto con exactitud. Él dijo que
«la exacta transmisión (massoreth) del texto es una protección para la Torá». Con el propósito
de un estudio cuidadoso, los escribas dividieron el texto en versículos (versos).

2. El texto masorético
Al principio del siglo vi, el trabajo de los escribas de copiar el texto bíblico fue tomado por los
masoretas, que funcionaron hasta el año 1000 de nuestra era. Trabajaron con meticulosidad.
Por cada libro del Antiguo Testamento contaban los versículos, palabras y, aún, las letras.
Fueron tan lejos como para identificar la letra del medio de cada libro. De esta manera podían
estar seguros que no había letras de más o de menos.

El texto hebreo no tenía vocales, y estaba escrito sin interrupción y todo en mayúsculas. Como
esto dificultaba mucho la lectura, los masoretas incluyeron un sistema de vocales que
facilitaría la lectura y la comprensión del texto. El resultado de esto fue llamado «texto
masorético», siendo este el texto hebreo estándar leído hoy.

3. Los rollos del Mar Muerto

Aun con todo el esmero masoreta, el manuscrito más antiguo con que contábamos era del año
900 d.C., ¿cómo podíamos estar seguros de que lo que nosotros aceptábamos como nuestra
Biblia era lo mismo que se leía en los tiempos de Cristo?

Otra vez la arqueología vino a nuestra ayuda. En el año 1947 se encontraron una serie de
cuevas en Qumrán, al noroeste del Mar Muerto, de donde se rescataron dos copias completas
del libro de Isaías que databan del año 125 de nuestra era. Es decir, 1000 años más antiguos
que los que teníamos hasta ese tiempo.

Cuando se compararon los manuscritos se descubrió que tenían muy pocas diferencias y
ninguna de ellas de importancia.

Fragmentos de todos los libros del Antiguo Testamento fueron encontrados (con la excepción
del libro de Ester) y en todos ellos la coincidencia fue asombrosa. Es decir que ahora podemos
asumir, con total certeza, que los libros del Antiguo Testamento, tal cual los tenemos hoy, se
corresponden totalmente con los existentes en los tiempos de Jesús.

–        El texto del Nuevo Testamento

Como la única forma de enviar parte del texto del Nuevo Testamento era hacer copias y
distribuirlas, hoy contamos con una cantidad enorme de copias de libros o partes de libros en
los que encontramos, muchas veces, algunas diferencias.

Para unificar esto, en 1853 se procedió a construir un texto del Nuevo Testamento que sea fiel
a los originales. De ahí surgió lo que conocemos como el texto crítico del Nuevo Testamento,
que, como se mencionó más arriba, se plasmó en un Nuevo Testamento griego usado
ampliamente por los traductores del NT.
Glosario

Canon. Lista de libros de la Biblia oficialmente aceptados por la iglesia.

Codex. Libro encuadernado en contraste con un rollo o pergamino.

Diáspora. La dispersión o esparcimiento de los judíos que comenzó alrededor del año 300 a.C.

Inquisición. Tribunal católico-romano establecido para suprimir la herejía Libros

Apócrifos. Libros no canónicos del Antiguo Testamento incluidos en la Biblia Católica que no se
encuentran en la mayoría de las demás versiones de la Biblia.

Manuscrito. Copia de un libro escrito a mano. Minúsculas. Manuscritos del Nuevo Testamento
en griego escritos entre los años 800 al 1500 d.C.

Papiro. Papel de tipo antiguo usado para escribir en el tiempo de Cristo. Pentateuco. Los
primeros cinco libros de la Biblia.

Peshito. Versión siriaca de la Biblia.

Prosélito. Convertido al judaísmo (o a cualquiera otra religión).

Rollos del Mar Muerto. Manuscritos en su mayoría bíblicos, descubiertos en cuevas cerca al
Mar Muerto. Septuaginta. Traducción griega del Antiguo Testamento hecha entre los
años 250 al 150 a.C.

Texto Masorético. Texto hebreo del Antiguo Testamento editado por escribas judíos de la
Edad Media.

Túrgurnes. Paráfrasis del Antiguo Testamento escritas en aramaico.

Unciales. Manuscritos griegos del Nuevo Testamento escritos entre el 300 y el 900 d.C.

Versión. Cualquier traducción del Antiguo o Nuevo Testamento.

Vulgata. Traducción de la Biblia al latín hecha en el siglo IV d.C.

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La importancia de la preparación del corazón para Inquirir la ley de Jehová ( Acercamiento)

Hay que hacerle preguntas al texto

Profetas mayores el proyecto de Dios

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