Comentario de tres procesalistas sobre el nuevo proyecto del Código Procesal Civil
El destacado magistrado y procesalista Carlos Manuel Valdivia Rodríguez
comenta las principales estrategias de litigación oral que resultan de utilidad para que las partes puedan tener protagonismo en la presentación y defensa de sus pretensiones. Sobre el particular, afirma que, en la audiencia de pruebas, el juez se prepara para expedir sentencia con toda la información de calidad recabada. Por ello, considera que los abogados deben tener un rol activo y no simplemente cumplir la tarea de acompañar a su cliente a esta audiencia, porque tendrán la oportunidad de expresar su posición sobre la prueba que está actuando la parte contraria, haciendo el control necesario. Pero, advierte que, si el abogado no conoce el caso, esto jugará en contra de los intereses de su cliente, porque “la oralidad lo expondrá”. Según el procesalista Adán López Blanco, el nuevo proyecto de reforma trae como novedad principal la supresión de la exigencia de realizarse una conciliación extrajudicial de manera previa a la interposición de la demanda. Así, la parte demandante no se verá en la necesidad de acudir ante un Centro de Conciliación Extrajudicial para invitar al eventual demandado a una audiencia a fin de encontrar una solución adecuada a la controversia existente. Esta modificación puede resultar interesante para aquellas personas o empresas que, durante el surgimiento del conflicto, han mostrado una ausencia de voluntad de diálogo y negociación para buscar una solución al problema surgido, pues supone un ahorro de tiempo, esfuerzos y gastos en un procedimiento conciliatorio que, de plano, devendría en ineficiente. En el mismo sentido se pronuncia el procesalista español Francisco Ramos Méndez, al afirmar: «En mi opinión, la teoría de la legitimación representa hoy un esfuerzo superfluo y vano para tratar de asegurar la presencia en el proceso, desde su iniciación, del verdadero titular del derecho discutido en el juicio. Dicho propósito es estéril porque, como veremos, admitido el principio de libertad de acción, no puede condicionarse la admisibilidad del proceso a que el litigante justifique in limine litis la titularidad de su derecho. La existencia o no de dicha titularidad sólo resultará del juicio, de la sentencia, en definitiva. Lo que bastará para la conducción del proceso es sencillamente que dicha persona sea una de los litigantes». Agrega: «El hecho de que una persona sea o no propietaria o acreedora es algo que sólo resulta de la sentencia que pone término al proceso, pero que no se sabe inicialmente». «Están legitimadas en un proceso concreto las partes procesales, por el mero hecho de serlo. Quiénes son estas partes procesales nos lo dice la demanda. Por lo tanto, estará legitimada activamente en un proceso concreto la persona que proponga la demanda y legitimada pasivamente la persona frente a quien se dirige la demanda. La introducción de un proceso se hace en base a una afirmación jurídica que efectúa una de las partes. Ello, por sí solo es suficiente para fundar la legitimación de las partes en ese proceso y generar todo el conjunto de expectativas y cargas en que éste se resuelve. Al inicio del proceso, atribuir otro significado distinto a la legitimación es basarse en una imagen pedagógica de lo que en su día puede resultar de la sentencia.