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COVID – 19

Instituto de Arbitraje – Colegio de Abogados Rosario

La Justicia estatal en receso forzoso. ¿hay vida después de la jurisdicción?


¿Qué hacer mientras la Justicia estatal está en receso forzoso? La Alternativa Arbitral.

En estos momentos de cuarentena, donde los Tribunales estatales se hallan reducidos a su mínima
expresión mientras los conflictos interpersonales se siguen generando con una fuerza de producción
cada vez mayor, nos proponemos pensar en la viabilidad del Arbitraje como alternativa al proceso
estatal para los conflictos de orden privado esencialmente de carácter disponible.

Obviamente, para los conflictos en donde están en juego los Derechos Humanos y que no admiten
demora no parece haber otra alternativa mejor que la de la Justicia Pública, así se ha declarado en
casi todas las regulaciones en el Derecho Comparado. Resulta difícil pensar por ejemplo en una
Justicia Penal impartida por jueces privados. Lo mismo respecto del Derecho Laboral o en temas
centrales del Derecho de Familia.

Pero saliendo del acotado círculo de derechos de carácter urgente, nos encontramos con un gran
número de conflictos de orden privado donde muchas veces, por no decir siempre, trabajamos sobre
derechos y obligaciones transigibles, negociables y renunciables entre privados. Es para estas áreas
que la Justicia estatal hoy se encuentra muy limitada. Limitada porque existen problemas
presupuestarios nunca resueltos, y porque la emergencia, debe concentrarse, lógicamente, en
atender necesidades impostergables que bajo este contexto resultan evidentes.

En este puno, si bien todos ansiamos y seguiremos instando a la pronta restitución del
funcionamiento de los tribunales estatales a su plena normalidad, nuestra propia demanda de trabajo
nos exige dar cauce a conflictos que difícilmente encuentren espacio en el proceso judicial en el
corto plazo atento a que no serán considerados “urgentes” por estos tribunales del Estado.

¿Cómo canalizar esta situación? ¿Cambia el rol del abogado en la emergencia de la pandemia que
estamos atravesando?

Vemos a nuestro alrededor que los hechos y circunstancias van cambiando en su esencia y forma de
ser, lo que indudablemente nos lleva a afirmar que tanto el rol del abogado como la forma en que se
yergue ante quienes solicitan sus servicios, también lo hacen o debería hacerlo.

La era tecnológica con sus videoconferencias, chats, whatsapp nos ha alcanzado, y debemos buscar
alternativas que nos permitan continuar con lo que estábamos haciendo pero “a distancia”. Es
imperioso que los avances tecnológicos nos sean funcionales.

La distancia exige flexibilidad, necesita de un abogado que no solo piense en ganar el juicio, sino en
solucionar el problema que llega a su escritorio. La distancia exige además que simplifiquemos las
cosas, exige que tal vez, volviendo a una clara oralidad, hagamos que los procesos resuelvan y no
entorpezcan causas, como tantas veces ocurre.

¿Porqué pensar solamente en los Tribunales cómo método heterocompositivo?. ¿No habrá métodos
que se adecuen mejor a la resolución de conflictos?

El Arbitraje es un viejo conocido de los abogados, tan es así que forma parte de la ancestral cultura
humana. Ya se hablaba de una forma de arbitraje entre los griegos, se dice que el Rey Salomón
resolvió en una forma de arbitraje el conflicto suscitado entre las dos mujeres, se reguló el arbitraje
en las Partidas y hoy tenemos arbitraje plenamente legislado en el Código Civil y Comercial. Sin
perjuicio de que también tenemos un Tribunal de Arbitraje en nuestro Colegio de Abogados de
Rosario.

Una de las ventajas atribuidas al Arbitraje refiere a la importancia que tiene la sentencia (llamada
laudo arbitral) porque puede considerarse con el mismo valor jurídico de un fallo judicial. Esto se
explica de forma sencilla si nos basamos en el conocido principio “quien puede lo más, puede lo
menos”. Si se puede renunciar a un derecho (siempre derechos privados) también se puede optar
entre un proceso estatal o un procedimiento arbitral. A todo evento, luego de quedar firme el laudo y
ante un incumplimiento voluntario puede acudirse a los Tribunales públicos para ejecutarlo con el
auxilio -ahora sí- del Estado, que es quien siempre fue y es dueño exclusivo del Imperium. Sin
embargo, podemos delegar la competencia en Tribunales arbitrales, quienes también ejercen
jurisdicción, aunque, por supuesto, no judicial.
La naturaleza jurisdiccional del arbitraje está reconocida por la Corte Suprema desde el siglo XIX 1,
y ha sido ratificada en los casos que ha dirimido conflictos de competencia entre la justicia judicial
y la arbitral 2. Explícitamente lo ha dicho la misma Corte Suprema de Justicia de la Nación al
resolver que “aún cuando el arbitraje sea un procedimiento de solución de controversias de origen
contractual, es jurisdiccional por su función y por la especial eficacia que el derecho otorga a sus
efectos, por lo que las tareas que realizan los árbitros no guardan relación con las ejercidas por
abogados y procuradores que defienden los intereses individuales de las partes”3

Además, el Arbitraje presenta ventajas diferenciales en una situación como la actual. Puede
tramitarse a distancia, no hay largas filas, no hay contacto multitudinario, los árbitros y
profesionales que integran la población de riesgo pueden seguir trabajando igual durante la
cuarentena y los abogados pueden gestionar casi todo el proceso vía telefónica, epistolar, e-mail o
videoconferencia, sin olvidar que las partes pueden acordar y modificar casi enteramente todos los
aspectos del proceso arbitral, entre otras ventajas. Vale aclarar, que las características de cada
procedimiento, sin embargo, variará y dependerá de cada Tribunal Arbitral. El procedimiento
arbitral es dable de ser llevado a cabo a distancia, utilizando medios desmaterializados..

Es importante destacar, que la forma de acceder al Arbitraje es mediante el acuerdo por escrito entre
las partes. Este acuerdo puede estar contenido en un contrato o puede convenirse luego de su firma,
siempre y cuando se haga referencia a dicho contrato.

La redacción de la cláusula arbitral es sencilla y suele ser facilitada por la institución que gestiona
el Tribunal Arbitral elegido por las partes. Dado que el propio CCCN prevé la posibilidad de
acordar por fuera de un contrato la posibilidad de arbitrar, es factible incluso prever a posteriori del
contrato, el traspaso de un expediente judicial hacia el fuero arbitral para seguir allí su tramitación
en el estado procesal en el que se encontraba.

Por ende, nos parece oportuno remarcar que es un buen momento para pensar en la utilidad de
métodos que mejor se adecuen a la métodos (alternativos privados) 4 resolución de conflictos que
involucren casos de derecho privado. Este análisis, debe hacerse no solo desde el punto de vista de
la velocidad de resolución sino también en cuanto a la seguridad y conveniencia de quienes somos
auxiliares de Justicia.

1 CSN, 1880, Bruce c/ De las Carreras, Fallos 22:371, 376, citado por Bianchi, Alberto, El Estado Nacional ante el
arbitraje, LL 13.4.05.
2 5 CSN, 1-11-88, “S.A. La Nación y otra c/ S.A. La Razón Editorial E.F.I.C. y A.”, Fallos 311:2223; ídem, 10- 11-88,
“Nidera Argentina S.A. c/ Elena G. Rodríguez Álvarez de Canale”, Fallos 311:2300, etc
3 CSN, 31/5/1999, “J.C. Roca c/ Consultora S.A.”, Fallos 322:1100.
4 La disertante en el curso que escuché habló de MÉTODOS MÁS ADECUADOS. Me gustó la expresión
Por todo lo expuesto, es que desde el Instituto de Arbitraje del Colegio de Abogados invitamos a
las/los colegas a investigar esta alternativa, y a zambullirse, intelectual y prácticamente, en el
cambio de paradigma que estamos viviendo. Hay que analizar otras posibilidades que nos lleven a
resignificar nuestros servicios como auxiliares de Justicia.

Por nuestra parte, estamos a disposición pasa salvar las dudas que pudieran surgir mediante el
Servicio de Guardias de Arbitraje que presta el Colegio o a través de las vías de comunicación
institucionales con las que cuenta el Instituto de Arbitraje del ColAbRo. No lo duden colegas, hay
vida más allá de la jurisdicción!!

Presidente: Sebastián Zampa


Tesorera: Fernanda Mabel Fernandez

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