Está en la página 1de 2

Quintín

La apropiación de Fogwill
Bajo el título Estados alterados, Blatt & Ríos acaba de publicar un ensayo inédito
que Fogwill escribió en el año 2000. Es un texto divertido, ligero, que recorre
varios temas y muestra a un Fogwill amortizado, para usar un término que Perón
aplicaba a su propia vejez: el tono es el del guerrero que ha librado mil batallas y
que, no está dispuesto a ablandar su pensamiento sino a renovarlo haciendo gala
de generosidad y de prudencia. Esas cualidades se conjugan en el elogio que le
dedica a un poema de Gelman que habla de “corregir los errores del alma” y
“empezar la lucha otra vez”. Fogwill escribe que se trata de “uno de los mayores
poemas de esta tierra”, que es “conmovedor, vencedor, didáctico pero debe
dosificarse con cuidado: corregir los errores del alma, junto a Gelman, pero sin
compartir esa iluminación, que otra vez predispone a la lucha contra un enemigo
claro”. Proféticas palabras.
Iluminado, vencedor y didáctico es también “Materialismo despiadado”, el
sustancial ensayo de Silvia Schwarzböck que acompaña, más que prologa los
Estados alterados. Se trata de una monografía sobre el Fogwill ensayista que
abolía la distancia entre literatura, política y vida. Schwarzböck presenta con
agudeza y claridad la obra periodística de Fogwill, especialmente algunas tesis
centrales de su período más prolífico en el oficio (1982-1985) y las durísimas
reflexiones posteriores al respecto. Fogwill, explica Schwarzböck, se dedicó a
“avivar a los vencidos”, a hacerle entender al progresismo que la victoria sobre la
dictadura había sido una derrota encubierta en términos de redistribución de la
riqueza y que esa derrota se prolongaría como parte de un mismo proceso
durante los gobiernos de Alfonsín y Menem. La autora se deleita con algunos
elementos de la prosa de Fogwill: el uso de las comas, el antibuenismo, el
verdugueo, la apuesta a la malvinización y el enfierramiento culturales. Y no deja
de repetir, casi en cada página, que Fogwill era marxista: a veces marxista liberal,
otras marxista de derecha, marxista despiadado, marxista rearmado, marxista
ortodoxo o marxista crítico, pero siempre marxista. A medida en que uno se va
internando en el ensayo, descubre que se trata de una apropiación de Fogwill, una
declaración de que, pese a todo, fue un camarada de ruta y que esa filiación le fue
reconocida en un homenaje que no lo fue a su talento ni a su obra sino a su
utilidad: “Es justo, entonces, que sus restos mortales, en 2010, hayan sido
velados, como homenaje a su servicio a los vencidos, en la Biblioteca Nacional
dirigida por Horacio González.”
Una vez apropiado en nombre de los vencedores, Schwarzböck describe como una
transgresión inaceptable de Fogwill la pionera afirmación de que el número
oficial de desaparecidos es un mito. Así como le parece brillante demoler el
sentido común del progresismo en la era alfonsinista y lograr que el mundo
cultural, comunicacional y académico “se fogwillice” en consecuencia, una
embestida equivalente contra el núcleo del sentido común kirchnerista le resulta
herética. Schwarzböck termina así el ensayo con una autocrítica, citando a
Bataille y confesando que su admiración por Fogwill la llevó a edulcorar su
pensamiento. Pero no hay nada más edulcorado que el respeto temeroso ante las
ideas sagradas.

También podría gustarte