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El Instituto de Posgrados de la Universidad Libre y la Especia-

lización en Derecho de Familia presenta su primer libro como


referente teórico y descriptivo de las tendencias contemporáneas
3 3 Colección del
Instituto de Posgrados

Editores académicos: Gember Angarita Palma y Gloria Andrea Mahecha Sánchez


ESTUDIOS CONTEMPORÁNEOS DE DERECHO DE FAMILIA
del Derecho de Familia. Desde su Especialización, profesores y
estudiantes se suman en el esfuerzo por evidenciar, a través de
sus publicaciones, la necesidad de abordar de una manera inter-
disciplinaria y siempre respetuosa de los derechos humanos, las
realidades propias de esta especialidad.
Una sociedad siempre cambiante exige de sus juristas el reco-
nocimiento de los derechos, garantías y principios de quienes ESTUDIOS
integran su núcleo fundamental: la familia. En efecto, la sola
sistematicidad de su definición, la naturaleza del derecho que le
codifica, la esencia hermenéutica de sus normas, la condición
CONTEMPORÁNEOS
DE DERECHO DE FAMILIA
humana o no de quienes la integran son entre otros, paradigmas
que se tornan fluctuantes y con ello, reveladores de una realidad:
la imperiosa necesidad de conceder autonomía normativa e
interpretativa al Derecho de Familia.
Con estas variables la Universidad Libre propende por el debate
libre y argumentativo de las realidades familiares, buscando
siempre ser garante del respeto por la diversidad. Por ello, hace
evidente a través de esta publicación las diferentes miradas al Editores académicos
Derecho de Familia desde lo jurídico y el trabajo social. Esta arti- Gember Angarita Palma
culación, no caprichosa, hace evidente una amalgama de saberes
necesaria para el logro de una sociedad que ve en la familia, la Gloria Andrea Mahecha Sánchez
base de un orden justo.

Facultad de Derecho
Instituto de Posgrados
Especialización en Derecho de Familia
Estudios contemporáneos
de derecho de familia
Estudios contemporáneos de derecho de familia / Gember Angarita Palma, Gloria Andrea
Mahecha Sánchez, editores académicos. – Bogotá: Universidad Libre, 2020.
173 p.; 24 cm.
Incluye referencias bibliográficas.
ISBN digital 978-958-5578-40-1
Colección del Instituto de Posgrados, 3.
1. Derecho de familia - Colombia 2. Derechos del niño 3. Derechos de la mujer 4. Violencia
familiar
I. Angarita Palma, Gember, ed. II. Mahecha Sánchez, Andrea, ed.
346.015 SCDD 23
Catalogación en la Fuente – Universidad Libre. Biblioteca

ISBN digital: 978-958-5578-40-1


Estudios contemporáneos de derecho de familia
© Editores académicos: Gember Angarita Palma y Gloria Andrea Mahecha Sánchez
Bogotá, D. C., Colombia
Primera edición: Septiembre de 2020
Queda hecho el depósito que ordena la Ley.
Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra ni su
incorporación a un sistema informático ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio
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Estudios contemporáneos
de derecho de familia

Editores académicos

Gember Angarita Palma


Gloria Andrea Mahecha Sánchez
Presidente Nacional: Jorge Alarcón Niño
Vicepresidente Nacional: Jorge Gaviria Liévano
Rector Nacional: Fernando Enrique Dejanón Rodríguez
Secretario General: Floro Hermes Gómez Pineda
Censor Nacional: Ricardo Zopó Méndez
Director Nacional de Planeación (e): Alejandro Muñoz Ariza
Directora Nacional de Investigaciones: Elizabeth Villarreal Correcha
Presidenta Seccional: María Elizabeth García González
Rector Seccional: Fernando Arturo Salinas Suárez
Decano Facultad de Derecho: Luis Francisco Ramos Alfonso
Secretario Académico: Ana Roció Niño Pérez
Directora del Instituto de posgrados: Nohora Elena Pardo Posada
Director Centro de Investigaciones: Oscar Andrés López Cortés
Contenido

Presentación 7
Gember Angarita Palma y Gloria Andrea Mahecha Sánchez
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos:
el nasciturus 9
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso
y análisis de algunos aspectos relevantes del derecho sustancial de
alimentos 33
Fernando Badillo Abril
Concepción genérica de la mujer y la familia en un país en tránsito
hacia la paz 79
Paula Mazuera
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica
respecto al régimen patrimonial
Luz Amparo Vera López 95
Protección a la mujer en los casos de violencia intrafamiliar
psicológica 117
Carlos Alberto Hernández Muñoz
Trabajo infantil 133
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

Transformaciones en la estructura familiar colombiana 155


Johana del Pilar Bohórquez Garzón, Sandra Mercedes Molina López
Laura Alejandra Serna Páez

5
Presentación

El Instituto de Posgrados de la Universidad Libre y la Especialización


en Derecho de Familia presenta su primer libro como referente teórico y
descriptivo de las tendencias contemporáneas del Derecho de Familia.
Desde su Especialización, profesores y estudiantes se suman en el esfuerzo
por evidenciar, a través de sus publicaciones, la necesidad de abordar de una
manera interdisciplinaria y siempre respetuosa de los derechos humanos, las
realidades propias de esta especialidad.
Una sociedad siempre cambiante exige de sus juristas el reconocimiento
de los derechos, garantías y principios de quienes integran su núcleo
fundamental: la familia. En efecto, la sola sistematicidad de su definición,
la naturaleza del derecho que le codifica, la esencia hermenéutica de sus
normas, la condición humana o no de quienes la integran son entre otros,
paradigmas que se tornan fluctuantes y con ello, reveladores de una realidad:
la imperiosa necesidad de conceder autonomía normativa e interpretativa al
Derecho de Familia.
Con estas variables la Universidad Libre propende por el debate libre y argu-
mentativo de las realidades familiares, buscando siempre ser garante del
respeto por la diversidad. Por ello, hace evidente a través de esta publicación
las diferentes miradas al Derecho de Familia desde lo jurídico y el trabajo
social. Esta articulación, no caprichosa, hace evidente una amalgama de
saberes necesaria para el logro de una sociedad que ve en la familia, la base
de un orden justo.
Las miradas interdisciplinarias se tornan entonces indispensables para la
comprensión de la familia en nuestro siglo y la proyección de su transfor-
mación. Esta condición obligó a sus autores a retratar el Derecho de Familia
de hoy, mediante la discusión de su estructura, los derechos en crisis, el desa-
rrollo jurisprudencial, las zonas de penumbra de las normas vigentes o la

7
Presentación

ausencia de regulación, para aproximarse a las cercanas discusiones en torno


a los cambios que se esperan o auguran en una sociedad que tiende cada vez
más a su globalización.
En fin, el trabajo que tenemos en nuestras manos es muestra clara que en
una sociedad que pretenda el bienestar de sus individuos, los investigadores
y la investigación cumplen una función esencial, ello es lograr que el conoci-
miento construido atienda las necesidades de las sociedades y que, a través
de él, los individuos consigan el desarrollo cabal de los valores supremos de
dignidad y libertad.
Por último, queremos expresar un profundo agradecimiento y reco-
nocimiento a las directivas de la Universidad Libre, seccional Bogotá,
especialmente, a nuestro rector seccional, el doctor Fernando Salinas; al
decano de nuestra Facultad de Derecho; doctor Luis Francisco Ramos
Alfonso; a nuestra directora del Instituto de Postgrados, la Doctora Nohora
Elena Pardo y a cada uno de los Coordinadores, profesores y estudiantes de
los diferentes programas de posgrados; a todos ellos gracias por su constante
apoyo durante todo el proceso para la publicación de la presente obra.

Gember Angarita Palma


Gloria Andrea Mahecha Sánchez

8
Dimensión humana en las nociones
de persona y sujeto de derechos:
el nasciturus*

Andrea Mahecha**
Wilson Iván Morgenstein Sánchez***

* Este artículo es producto del trabajo relacionado con los proyectos de investigación
titulados “Tendencias contemporáneas en la sistematización civilista. Primera fase: su
constitucionalización” y “Armonización y modernización del derecho privado”, proyectos
del grupo de investigación Derecho privado y del proceso, Gustavo Vanegas Torres, de la
línea de investigación Derecho sustancial, de la Universidad Libre.
** Candidata a Doctora en Derecho de la Universidad Libre. Magíster en Derecho Procesal
y Especialista en Derecho Administrativo de la misma universidad. Especialista en
Pedagogía y Docencia Universitaria de la Universidad La Gran Colombia. Abogada.
Docente investigadora en pregrado y posgrado de la Universidad Libre, perteneciente al
grupo Derecho privado y del proceso, Gustavo Vanegas Torres. Correo: andreamahecha-
sanchez@gmail.com ORCID https://orcid.org/0000-0002-3588-6847.
*** Magíster en Derecho Comercial de la Universidad Externado de Colombia. Especialista
en Derecho Privado Económico de la Universidad Nacional de Colombia. Abogado de
la Universidad Santo Tomás de Bogotá. Profesor investigador de la Universidad Libre,
adscrito al grupo de investigaciones en derecho privado y del proceso, línea de investi-
gación en Derecho sustancial. Correo: ivanmorgestein@hotmail.com
Presentación

Resumen
La Corte Constitucional colombiana ha creado la calidad de
sujeto de derechos como una situación jurídica en la que el
substrato sobre el cual recae es ajeno a lo humano; y no por
ello se discute la urgencia de reconocer los derechos o inte-
reses de los entes que son sus titulares o la necesidad de su
protección. El nasciturus posee intereses que pueden ser
catalogados como verdaderos derechos, incluso debatibles
en proceso bajo la autonomía de quien tiene capacidad para
hacerse partícipe; hecho que obliga al reconocimiento del
concebido como sujeto de derechos en medio de un sistema
jurídico en el que la discusión de una personalidad jurídica
autónoma o en formación debe abrirse paso.
Palabras clave: Persona, nasciturus, sujeto de derechos, ente,
personalidad jurídica

Abstract
The Colombian Constitutional Court has generated the quality
of subject of rights as a legal situation in which the substratum
on which it falls is alien to the human. Not for this reason, the
urgency of recognizing the rights or interests of the entities that
are their owners or the need for their protection is disputed.
The nasciturus has interests that can be categorized as true
rights, even debatable in process under the autonomy of those
who have the capacity to be part; this fact obliges the acknowl-
edgment of the person conceived as a subject of rights in the
midst of a legal system in which the discussion of a legal person-
ality that is autonomous or in formation must be opened.
Keywords: Person, nasciturus, subject of rights, entity, legal
personality

10
Introducción
El concepto de lo humano no había tenido tantas disyuntivas como las que
hoy le son propias. De hecho, el desarrollo tecnológico y cultural lleva a
considerar nociones como las de transhumanización, deshumanización
o posthumanización, como realidades que comprenden el concepto de lo
humano desde una perspectiva cada vez menos biológica.
Estos nuevos paradigmas de lo humano hacen que se cuestione su interpre-
tación en el ordenamiento jurídico colombiano, particularmente en asuntos
de tipo sustancial y procesal. De este modo, aparecen de forma paralela, pero
diferenciados, los conceptos de persona y sujeto de derechos.
En este punto, resulta innegable la necesidad de preguntarse si las categorías
enunciadas son disímiles o si, por el contrario, deben entenderse como una
sola concepción cuando circundan la noción de lo humano. El propósito
inicial de este trabajo se basa en la necesidad de verificar la situación jurídica
del nasciturus, a la luz de la norma sustancial y procesal, así como la inci-
dencia de su categorización en un sistema jurídico que debe ser garante de
sus derechos, en razón de su priorización constitucional.
Para ello, se considerarán, en primer lugar, las dimensiones de persona en
su lectura tradicional y contemporánea; en segundo lugar, se evidenciará el
surgimiento de la noción de ente y de sujeto de derechos y, por último, se
verificará si es necesario o no conservar en el sistema normativo colombiano
categorías disímiles como las de humano, persona o sujeto de derechos.

Antecedentes en el contexto colombiano


Sin pretender discurrir tan sólo en un debate estrictamente dogmático, la
necesidad de determinar la condición de lo humano y el alcance de la noción
de persona en el nasciturus origina perspectivas que deben ser expuestas
a fin de generar la viabilidad de su incorporación legislativa. Entre ellas

11
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

podemos citar las siguientes: 1. La necesidad de aplicar el artículo 74 del


Código Civil, sin discriminación ni exclusión de ningún tipo. 2. La deter-
minación del alcance del artículo 90 del Código Civil, precisando la noción
de existencia legal. 3. La viabilidad de asegurar el reconocimiento de todos
los atributos de la personalidad al concebido 4. La exigibilidad de represen-
tación al nasciturus.
Una gran parte de la doctrina colombiana afirma que el derecho civil acoge
la noción romanista clásica, en el sentido de considerar al nasciturus como
una porción del cuerpo y de la vida misma de su progenitora, que debe ser
protegida, debido a que, potencialmente, se puede convertir en una vida
autónoma1; pero lo cierto es que el derecho privado se ha encargado de cons-
truir diversos enfoques sobre la naturaleza jurídica del concebido, a saber: (i)
La teoría de la portio mulieris, la cual se basa en que el concebido es parte
de la mujer o de sus vísceras, esto es, un órgano de la madre; (ii) La teoría
de la ficción, que sostiene que antes del parto el concebido es simplemente
una esperanza de hombre; (iii) La teoría de la personalidad, que parte de la
consideración de la personalidad jurídica del ser humano concebido2; (iv) La
teoría de la subjetividad: si bien la personalidad en el ser humano surge desde

1
VALENCIA y ORTIZ, 2006, p. 352. “Ya los juristas romanos consideraban al feto como
un miembro o porción de las vísceras de la madre (mulieris visceruni portio), con lo
cual se negaba que el feto fuera simplemente una cosa; concepción que, en todo caso,
permitía dar protección jurídica al concebido. En efecto, el nasciturus gozaba de la
protección jurídica que se le daba al cuerpo mismo de su madre, y así podían sancionarse
los hechos ilícitos provenientes de cualquier persona, que lesionaran o impidieran la
gestación normal del concebido. No obstante, en ciertos casos se asimilaba el concebido
al infante ya nacido, con el fin de otorgarle una personalidad diferente de la personalidad
de la madre” (p. 351).
2
“Los Códigos Civiles de Argentina, Paraguay y Perú reconocen de manera expresa que
el nasciturus es una “persona por nacer” o “sujeto de derecho” que puede, desde la
concepción, adquirir derechos y contraer obligaciones. A su favor existe una lista muy
amplia o infinita de derechos inmediatos que, obviamente, no se limita sólo a la adqui-
sición de bienes o al derecho de hacerse representar… Así pues, se estima que tendría
derecho a la vida, a la integridad f ísica y psíquica, a la salud, a la dignidad, a demandar
(especialmente en caso de daños y perjuicios por hechos ilícitos), a alimentos, a adquirir
la nacionalidad, a la posibilidad de ser reconocido por los padres, a investigar la pater-
nidad y a impugnarla, a ser beneficiario de las estipulaciones de un seguro de vida, a los
derechos emergentes de las leyes del trabajo y a ciertos derechos accesorios” (Delgado,
2007, pp. 96-97). Sobre la protección jurídica del nasciturus en el derecho comparado
también puede verse García, D. (2009). El embrión humano o nasciturus como sujeto de
derechos. Revista USCS, X (17), 91-108.

12
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

el momento de su nacimiento, esto no impide que se establezcan medidas


específicas para la defensa y protección del concebido y de sus intereses3.
El Código Civil colombiano expresa, en los artículos 74 y 90, los elementos
sustanciales diferenciadores de lo humano desde lo biológico y lo jurídico.
De este modo, cuando indica que son personas “todos los individuos de la
especie humana, cualquiera que sea su edad, sexo, estirpe o condición” (art.
74), expresa la condición sine qua non para ser persona debe tratarse de un
ser humano; desde esta óptica no habría distinción, pues todo ser humano
(dimensión biológica) sería persona (dimensión jurídica).
Sin embargo, el artículo 90 del mismo texto sostiene que el reconocimiento
de la existencia legal del ser humano se genera sólo a partir del nacimiento
vivo, por lo que, si se nace muerto, se “reputará no haber existido jamás”; de
ahí lo siguiente:
El funcionario del estado civil que tenga notificación del hecho del
nacimiento de una criatura muerta lo deberá informar a las autori-
dades de higiene, dando a conocer los mismos datos que se exigen para
la inscripción del deceso, a fin de que aquellas otorguen permiso de
inhumación que ordena el inciso 2 del art. 784.

Surgen así, por el momento, dos conceptos diferentes: ser humano y persona.
Bajo una mirada tradicional, se entiende que sólo los seres humanos que
nacen vivos son personas y sólo a estos se les reconoce personalidad jurídica
(existencia legal), sin que para ello resulte necesaria su descripción como
sujetos de derechos.
Por otra parte, el Código Civil colombiano señala, en su artículo 91, lo
siguiente:
La ley protege la vida del que está por nacer. El juez, por consiguiente,
tomará, a petición de cualquier persona, o de oficio, las providencias
que le parezcan convenientes para proteger la existencia del no nacido,
siempre que crea que peligra de algún modo.

Desde esta perspectiva, al concebido no se le considera persona ni tampoco


se le otorga capacidad de goce o de derecho; sólo se le protege, por ser su vida

3
HUNG, 2009, pp. 91-104.
4
MARTÍNEZ, 2017, p. 152.

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Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

un bien jurídicamente tutelado. Al respecto, la Corte Constitucional colom-


biana se manifestó así:

La vida y el derecho a la vida son fenómenos diferentes. La vida humana


transcurre en distintas etapas y se manifiesta de diferentes formas,
que a su vez tienen una protección jurídica distinta. El ordenamiento
jurídico, si bien es cierto que otorga protección al nasciturus, no la
otorga en el mismo grado e intensidad que a la persona humana. Es
tanto así que en gran parte de las legislaciones es mayor la sanción
penal para el infanticidio o el homicidio que para el aborto. Es decir, el
bien jurídico tutelado no es idéntico en estos casos y, por ello, la tras-
cendencia jurídica de la ofensa social determina un grado de reproche
diferente y una pena proporcionalmente distinta5.

Esta protección se observa claramente “en la especial asistencia y protección


del Estado para la mujer durante el embarazo y después del parto”6; protección
prevista en el art. 43 de la Constitución Política7, y que se hace efectiva, según
lo dispone el Código de la Infancia y la Adolescencia, al establecer en su
artículo 24 lo siguiente: “los alimentos comprenden la obligación de propor-
cionar a la madre los gastos de embarazo y parto”.
Asimismo, “la mujer grávida podrá reclamar alimentos a favor del hijo que
está por nacer, respecto del padre legítimo o del extramatrimonial que haya
reconocido la paternidad” (art. 111). Nótese como una lectura inicial pone de
manifiesto una contradicción al señalar a la madre como sujeto destinatario
del derecho, en el art. 24 del Código en mención, mientras que el artículo 111
del mismo ordenamiento señala al “hijo que está por nacer”, otorgándole al
concebido la titularidad de este derecho.
Otro aspecto de esa protección radica en la prohibición del aborto; hecho
que se verifica cuando la Corte Constitucional declara exequible el artículo
122 de la Ley 599 de 2000, indicando lo siguiente:

5
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C–355, 2006.
6
MARTÍNEZ, 2017, p. 53.
7
La mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades. La mujer no podrá ser
sometida a ninguna clase de discriminación. Durante el embarazo y después del parto
gozará de especial asistencia y protección del Estado, y recibirá de este subsidio alimen-
tario si entonces se encontrara desempleada o desamparada. El Estado apoyará de
manera especial a la mujer cabeza de familia.

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Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

No se incurre en delito de aborto cuando, por voluntad de la mujer,


la interrupción del embarazo se produzca en los siguientes casos: (i)
Cuando la continuación del embarazo constituya peligro para la vida
o la salud de la mujer, siempre y cuando haya certificación médica; (ii)
Cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida, y
haya certificación médica; (iii) Cuando el embarazo sea el resultado de
una conducta, debidamente denunciada, constitutiva de acceso carnal
o acto sexual sin consentimiento, abusivo o de inseminación artificial o
transferencia de óvulo fecundado no consentidas, o de incesto8.

Según lo dispuesto, se entiende que la vida del que está por nacer goza no
solo de amparo legal, sino, además, constitucional, y, gracias a esa protección,
se penalizan conductas que atenten contra su vida.
Hasta aquí todo pareciera indicar que el asunto se encuentra fuera de debate.
No obstante, debe considerarse si la protección del nasciturus, legal, cons-
titucional y ahora procesal, le permiten ser considerado como sujeto de
derechos, sujeto procesal y titular de capacidad de goce, o si, por el contrario,
la aparente ausencia del carácter de humano aleja la posibilidad de llegar a
tal conclusión.

Incorporación del concepto de ente


Si bien se ha reflexionado sobre el concepto tradicional de persona y su
relación directa con lo humano, resulta interesante identificar la incorpo-
ración de otras nociones como la de ente, empleada por el derecho argentino
cuando se refiere a las personas. Así las cosas, se lee en el artículo 30 del
Código Civil argentino que “son personas todos los entes susceptibles de
adquirir derechos o contraer obligaciones”.
La expresión ente había sido sugerida por Mahecha, al proponer una noción
contemporánea de persona y, con esta, de personalidad jurídica, como
“aquella cualidad jurídico-material de determinados entes que tiene por
función intrínseca y extrínseca el desarrollo humano del individuo y de la
sociedad9”.

8
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-355, 2006.
9
MAHECHA, 2002, p. 166.

15
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

De ahí la necesidad de comprender el concepto de persona y de personalidad


con una mayor dimensión, entre otras razones, por la necesidad de invo-
lucrar otras manifestaciones para el desarrollo humano y su dignificación.
Resulta entonces posible para el ordenamiento jurídico tener en cuenta
otros substratos o elementos que le sirvan de base para el otorgamiento
de la personalidad jurídica de protección especial, siempre y cuando
sea en beneficio de la humanización de todos los seres, dentro de los
cuales, como hemos señalado, pueden encontrarse seres vivientes
como el concebido o los embriones10.

Precisamente, el artículo 51 del Código Civil argentino manifiesta lo


siguiente: “Todos los entes que presentasen signos característicos de huma-
nidad, sin distinción de cualidades o accidentes, son personas de existencia
visible”, incluyendo al que está por nacer, a quien se calificó como incapaz
absoluto (art. 54).
En esta nueva codificación, el no nacido es titular de derechos y, por ello, goza
de la categoría de persona visible; situación que ratifica el reconocimiento de
la dignidad humana en todas las etapas de formación del ser humano sin
distinción de edad, etapa de madurez, salud mental o f ísica.
La configuración de persona como ente permite otorgar derechos e imponer
obligaciones, así como la respectiva representación, sin tener en cuenta
el hecho jurídico del nacimiento, genera un estatus legal que se aleja del
concepto creado por el Código Civil colombiano. De esta forma, es viable la
posibilidad de entender lo humano, independientemente de la circunstancia
biológica o fáctica de haber nacido o, incluso, de estar vivo. No obstante,
al analizar el caso colombiano, se enfrentan realidades que han negado la
condición de persona y abren paso a la de sujeto de derechos.

Noción de sujeto de derechos


Siguiendo el esquema propuesto en líneas anteriores, el derecho colombiano
maneja las nociones de persona y, con esta, de personalidad jurídica, para
referirse a una condición propia del ser humano. Por expresa disposición
normativa, el nasciturus goza de protección especial, pero no es persona.

10
Ibid., p. 171.

16
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

Por otra parte, se demuestra cómo la noción de persona da paso a la noción de


ente en otras latitudes y propuestas teóricas nacionales, que, al relacionarse
con el ser humano y al tener rasgos humanos o permitir la humanización,
expresan variantes de persona. En este sentido, Mahecha refiere lo siguiente:
La persona vale jurídica y humanamente por sí misma, y no por las
actividades (acciones u omisiones) que se desplieguen durante su exis-
tencia. Por eso, al mismo tiempo, se le otorgan atributos que persiguen
la humanización de los individuos y de la sociedad; esto es, la reali-
zación de la humanidad, la aceptación, el reconocimiento, el respeto
y la contribución al desarrollo de aquellas cualidades que hacen del
hombre “un ser humano”11.

Pero en Colombia, a entes distintos al ser humano se les ha reconocido la


condición de sujeto de derechos y no de persona. Por esta razón, se hace impe-
rioso verificar qué efecto tiene esta categoría y su diferencia con la noción de
persona.
Así, por ejemplo, la Corte Constitucional colombiana les reconoce a los seres
sintientes el estatus de sujetos de derechos, con argumentos como los que a
continuación se extraen:
La preocupación por salvaguardar los elementos de la naturaleza:
bosques, atmósfera, ríos, montañas, ecosistemas, etc., constituye un
imperativo para los Estados y la comunidad no por el papel que repre-
sentan para la supervivencia del ser humano, sino principalmente como
sujetos de derechos individualizables al tratarse de seres vivos. Solo a
partir de una actitud de profundo respeto con la naturaleza y sus inte-
grantes es posible entrar a relacionarse con ellos en términos justos y
equitativos, abandonando todo concepto que se limite a lo utilitario o
eficientista12.

Con base en estos conceptos, la Corte Constitucional colombiana entiende


que a la naturaleza se le reconoce el carácter de sujeto de derechos porque
incluye seres vivos; situación irónica cuando se le equipara frente a la noción
del concebido y su indiscutible carácter de ser vivo; pues, para este último,
se propugna una condición de protección especial no comparable con la de
sujeto de derechos.

11
Ibid., p. 168.
12
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C–041 de 2017.

17
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

En la misma sentencia, refiriéndose a Bentham, la Corte Constitucional


retoma las palabras de este autor: “¿Por qué ha de negar la Ley su protección a
todo ser dotado de sensibilidad?13”. Si les reconoce a los animales su condición
de sintientes, ¿no sería también indiscutible tal condición en el nasciturus?
Por otra parte, al citar a Joel Feinberg expresa:
Aunque los animales no son capaces de reclamar un buen trato ni
alegar ante los tribunales la protección de sus intereses, no significa
que no puedan tener derechos; por lo que podría delegarse ese derecho
en un tercero, quien sí puede establecer contratos y hacer alegatos ante
las instancias judiciales14.

Por su parte, Nussbaum, también mencionada por la Corte Constitucional,


propone una teoría de los derechos de los animales no humanos de inspiración
contractualista, a la cual llama teoría del enfoque de las capacidades, consis-
tente en que los animales no humanos son “personas en sentido amplio” y,
por ello, tienen derechos15.
Estos y otros aspectos más bastaron para que la Corte Constitucional viera
en los animales seres catalogados como sintientes y para otorgarles la calidad
de sujetos de derechos. Surge entonces en Colombia la Ley 1774 de 2016,
que, en su artículo primero dispuso:
Los animales, como seres sintientes, no son cosas, recibirán especial
protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado
directa o indirectamente por los humanos, por lo cual en la presente
ley se tipifican como punibles algunas conductas relacionadas con el
maltrato a los animales, y se establece un procedimiento sancionatorio
de carácter policivo y judicial.

Con todo, la Corte Constitucional colombiana afirma que el carácter de ser


sintiente y la necesidad de su protección evidencian su carácter como sujeto
de derechos, hasta el punto de otorgarles la garantía de su representación:

Una lógica de lo razonable permite comprender que el hecho de que los


animales no puedan reclamar directamente un buen trato o el respeto

13
CORTE CONSTITUCIONAL, cita n. ° 81, Sentencia C–041, 2017.
14
CORTE CONSTITUCIONAL, cita n. ° 101, Sentencia C–041, 2017.
15
CORTE CONSTITUCIONAL, cita n. ° 114 Sentencia C- 041, 2017.

18
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

por sus derechos no significa que deba prescindirse de su garantía. Su


condición de indefensión haría forzosa la figura de la representación
o agencia humana, pudiendo ser un instrumento efectivo las acciones
populares o, incluso, la acción de tutela, mientras se establece la regu-
lación16.

Parece necesario instar con los mismos argumentos expuestos por la Corte
la necesidad de verificar la condición de humano en el concebido y, por ende,
de sujeto de derechos; más aún si se refuerza la conclusión a la que llega la
Corte:

La dogmática dinámica y evolutiva impone avanzar con mecanismos


más decisivos para la efectividad de los intereses de los animales, al
disponer hoy de nuevos estudios científicos y mayores saberes. Es un
imperativo repensar posibles horizontes y transformar las sedimen-
tadas tradiciones cuando socavan intereses vitales y primarios de toda
sociedad democrática y constitucional17.

En otra sentencia la Corte Constitucional colombiana le reconoce al río


Atrato su calidad como sujeto de derechos:

Por fortuna, a nivel internacional, como se vio a partir del fundamento


5.11, se ha venido desarrollando un nuevo enfoque jurídico deno-
minado derechos bioculturales, cuya premisa central es la relación
de profunda unidad e interdependencia entre naturaleza y especie
humana, y que tiene como consecuencia un nuevo entendimiento
sociojurídico en el que la naturaleza y su entorno deben ser tomados
en serio y con plenitud de derechos; esto es, como sujetos de derechos
(…) En otras palabras, con respecto a la naturaleza, la justicia debe ser
aplicada más allá del escenario humano y permitir que la naturaleza
pueda ser sujeto de derechos18.

Estas decisiones vanguardistas se han ilustrado bajo el amparo constitucional


que genera el interés superior del medio ambiente; hecho que resulta indis-
cutible, más aún, por el reconocimiento de su carácter preponderante. Pero

16
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C–041, 2017.
17
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C–041, 2017.
18
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T–622, 2016.

19
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

entonces se enfatiza, para los efectos de esta investigación, si ese carácter


superior y predominante es exclusivo del medio ambiente o de él también
participa el concebido, con sus propias particularidades:
Esta interpretación se justifica por completo en el interés superior del
medio ambiente, que ha sido desarrollado de manera amplia por la
jurisprudencia constitucional, y que está conformado por numerosas
cláusulas constitucionales que constituyen lo que se ha denominado
Constitución ecológica o Constitución verde19.

Finalmente, al reconocerse el estatus de sujeto de derechos, se identifica la


necesidad de su representación, por lo que se procede a su otorgamiento:
Para cumplir de forma efectiva esta declaratoria, la Corte dispondrá
que el Estado colombiano ejerza la tutoría y representación legal de los
derechos del río, junto con las comunidades étnicas que habitan en la
cuenca del Atrato en Chocó; de esta manera, el río Atrato y su cuenca,
en adelante, estarán representados por un miembro de las comuni-
dades accionantes y un delegado del Estado colombiano20.

De acuerdo con lo descrito, no cabe duda de cómo la incorporación de otros


entes hace necesaria la categoría de sujetos de derecho. Entonces, ¿qué
ocurre con el nasciturus?

El nasciturus en el código general del proceso


A través de la Ley 1564 del 12 de julio de 2012, se expidió el Código General
del Proceso (en lo sucesivo C.G.P.), que tiene como objetivo primordial
mejorar la prestación del servicio de administración de justicia en Colombia,
mediante la implementación de un proceso efectivo, accesible, rápido,
moderno y económico, que garantice la protección real, material y eficaz de
los derechos fundamentales en el país21.
El anhelo de los redactores del Código General del Proceso por hacer
prevalecer el derecho sustancial sobre el procesal y, de esta forma, otorgar

19
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T–622, 2016.
20
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T–622, 2016.
21
CANOSA, 2012, p. 1.

20
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

herramientas eficientes y oportunas para la protección de los derechos


fundamentales, logró la inclusión del concebido, superando la concepción
clásica se tenía de ella, es decir, otorgada únicamente a las personas naturales
o jurídicas22.
Así, el Código General del Proceso, en el momento de reconocer la existencia
de este presupuesto procesal, rebasa el concepto de persona para acoger lo
que, sin duda, debe ser entendido como la categoría de sujeto de derecho; se
le otorga dentro de esta noción la capacidad de ser parte y la posibilidad de
procurar la defensa de sus derechos.
Sobre este aspecto, Mahecha señala lo siguiente: “Siempre que haya un
derecho o, más bien, un interés jurídico de protección para el concebido,
hay que concluir que tiene implícitamente una personalidad jurídica que
le permite tener esa titularidad23”, por lo que los derechos del concebido
merecían protección procesal, en razón de los intereses que le son propios y
que pueden ser diferentes, por ejemplo, a los de la madre:

Se hace pertinente también darles prevalencia a los intereses del


concebido en lo que sea posible. Por ejemplo, prohibiendo o restrin-
giendo la libertad de la madre embarazada para ingerir alcohol, drogas,
cigarrillos, etc.; protección de la salud del concebido, la obligación de
la madre para su sometimiento a controles en beneficio del concebido,
entre otras cosas24.

22
En efecto, el artículo 44 del Código de Procedimiento Civil señalaba: Toda persona
natural o jurídica puede ser parte en el proceso; tienen capacidad para comparecer por sí
al proceso las personas que puedan disponer de sus derechos. Las demás deberán compa-
recer por intermedio de sus representantes, conforme a lo que disponga la Constitución,
la Ley o los estatutos. Cuando el demandado sea una persona jurídica que tenga varios
representantes o mandatarios generales distintos de aquellos, podrá citarse a cualquiera
de ellos, aunque no esté facultado para obrar separadamente. En desarrollo de esta
disposición legal, el Máximo Órgano de la Jurisdicción Ordinaria ha dicho: La capacidad
para ser parte en un proceso judicial se predica de los sujetos dotados de personalidad
jurídica, con vocación legítima para adquirir derechos y contraer obligaciones (…) esa
capacidad para ser parte en un proceso judicial la tienen las personas naturales o f ísicas
y las personas jurídicas. (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, Sentencia
del 1 de febrero de 2011, Expediente n. ° 30437, magistrados ponentes: Gustavo José
Gnecco Mendoza y Luis Gabriel Miranda Buelvas).
23
MAHECHA, 2004, p. 150.
24
Ibid., p.154.

21
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

Los presupuestos procesales son aquellos “requisitos indispensables para


la formación y desarrollo normal del proceso y para que este pueda ser
decidido en el fondo mediante una sentencia estimatoria25”, habiéndose reco-
nocido inicialmente como presupuestos procesales por el Máximo Órgano
de la Jurisdicción Civil Ordinaria los siguientes: (i) Demanda en forma, (ii)
Competencia del juez, (iii) Capacidad para obrar y (iv) Capacidad para ser
parte.
La capacidad para ser parte “busca asegurar que la sentencia se dicte frente
a sujetos de derecho, es decir, que quienes figuran como partes en el proceso
sean personas, naturales o jurídicas, o patrimonios autónomos”26; con base
en esta categoría sería forzoso entender que el nasciturus es también sujeto
de derechos.
Ahora, tal como manifiesta Devis27, la regla general en nuestro actual Código
General del Proceso es que se identifique la capacidad para ser parte tanto
en sentido procesal como sustancial, asignándoles este presupuesto inicial-
mente a las personas, sean estas naturales o jurídicas. No obstante, pueden
ser parte en los procesos civiles, laborales y contencioso-administrativos los
patrimonios autónomos y las uniones sin personería jurídica (la herencia
yacente, la masa del concurso liquidatorio, la comunidad, la herencia no
yacente o sucesión, la sociedad conyugal y la curaduría del ausente).
Antes de la expedición del C.G.P., la posibilidad que la doctrina y la jurispru-
dencia patrias les reconocieron a los patrimonios autónomos, en el sentido
de poder comparecer a un proceso, y que la Ley 1564 de 2012 le reconoce

25
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Civil, Sentencia de Casación del
21 de febrero de 1966, citada por LÓPEZ, 2005, p. 958. LÓPEZ BLANCO (2005, p. 957),
al hacer una reminiscencia del surgimiento de lo que en el derecho procesal contempo-
ráneo se conoce como la teoría de los presupuestos procesales, que se le debe al jurista
alemán Oscar Von Bulow, sostiene: “Si el proceso es una relación jurídica, como acontece
con otras relaciones de la misma índole, es necesario precisar cuáles son los requisitos
que deben estructurarse para su existencia válida”.
26
LÓPEZ, 2005, p. 963. La posibilidad de que los patrimonios autónomos puedan compa-
recer a un proceso jurisdiccional ha sido reconocida, con anterioridad a la expedición
del C.G.P., no solo por la doctrina vernácula, sino también por la jurisprudencia de la
Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia. Entre varios fallos pueden verse los siguientes:
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil. Sentencia del 3 de agosto de 2005,
Expediente n. ° 1009, magistrado ponente: Silvio Fernando Trejos Bueno.
27
DEVIS, 1996, p. 374.

22
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

ahora al concebido, corresponde a la noción de capacidad para ser parte, con


base en el postulado de sujeto de derecho; condición que el derecho privado
contemporáneo ha diferenciado28.
Ahora bien, a pesar de que, a la luz del Código Civil colombiano, el concebido
no es persona29, diversas normas que integran este sistema normativo
procesal lo erigen, por lo menos tácitamente, como sujeto de derechos, que,
de conformidad con el inciso final del artículo 54 del C.G.P., deberán ser
reclamados por quienes podrían ejercer la representación del nasciturus si
ya hubiese nacido30.

28
Sobre este punto puede verse Sotomonte, D. (2009): El patrimonio autónomo como
deudor concursal, e-mercatori@, 8 (2), 1-22. Uno de los autores reconocidos que defiende
la postura de sujetos de derechos no personales es Jaime Guasp, que, en un artículo
titulado El individuo y la persona, critica que la noción de persona haya sido tomada
por la doctrina como una negación estricta de todo lo que puede haber de valioso en lo
simplemente subjetivo. La personalidad termina absorbiendo las categorías de capacidad
y subjetividad, sin advertir que subjetividad, capacidad y personalidad son categorías
distintas y que esta última comprende las anteriores, pero sin que necesariamente se
identifiquen (Giraldo, 2015, p. 498).
29
“Como persona se entiende todo ser capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones”
(Angarita,2005, p. 59). Entiéndase por sujeto de derecho o persona el ente que tiene la
capacidad para ser sujeto de las normas jurídicas (activa o pasivamente). Como toda
norma se compone de dos partes o troncos, bien puede definirse el sujeto de derecho o
persona como la capacidad atribuida por el ordenamiento jurídico a ciertos seres para
ser de hechos y consecuencias jurídicas (Valencia y Ortiz, 2006, p. 329). “Las personas
son los sujetos del derecho. Son los seres o entes titulares de derechos subjetivos o aptos
para concretar relaciones jurídicas, o de obligarse” (Suárez, 2008, p. 228). Solamente
las personas pueden ser sujetos de derechos y obligaciones. Se ha definido la persona
diciendo que es un ser que puede adquirir derechos y contraer obligaciones (Medellín,
1997, p. 21). Distinguimos entre persona y personalidad. En sentido jurídico, persona es
todo ser capaz de adquirir y de ejercer derechos y de contraer obligaciones. Personalidad
es la aptitud legal para llegar a ser sujeto de derecho (Muñoz, 2007, p. 93).
30
La mayoría de los doctrinantes acepta que la protección al nasciturus se debe al hecho
de que se trata de una persona en formación, spes prolis, una esperanza de hombre, la
esperanza futura de personalidad, un ser embrión que no puede ser desconocido por
el derecho (Giraldo, 2015, p. 48). No obstante, este autor sostiene: “La Corte Constitu-
cional negó la subjetividad del concebido en la Sentencia C-355 de 2006, con ponencia
de Jaime Araujo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández, al pronunciarse sobre la cons-
titucionalidad de los artículos del Código Penal que castigan el aborto, mientras que,
en la Sentencia C-133 de 1994, con ponencia de Antonio Barrera Carbonell, no solo lo
había reconocido como sujeto, sino, además, como persona (GIRALDO, 2015, p. 498);
es más, el Máximo Órgano de la Jurisdicción Constitucional colombiana, en Sentencia

23
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

Sin duda, como en el caso de los animales, el medio ambiente, entre otros,
se genera el carácter de sujeto de derechos si al concebido se le reconoce
su aptitud para ser parte en el proceso, la posibilidad de representación y
derechos como los siguientes:
Los derechos que se refieren a la vida, el derecho a su trato intrauterino
y humano, a la protección por su indefensión, al desarrollo de las bases
de su propia personalidad, a la dignidad, al desarrollo f ísico e integral,
a nacer, a estar dentro de la madre, a la protección contra el abandono,
a la salud, etc.31

Además, vale la pena tener en cuenta las siguientes palabras:


Si la medicina y la biogenética han demostrado de manera contun-
dente que desde el mismo instante de la fecundación, con la unión
de los gametos femenino y masculino, se forma un cigoto o individuo
humano con un código genético para su desarrollo32, debemos concluir
que, desde la concepción, es un ser humano nuevo, completo y original,
que no se puede asimilar a los órganos de la madre y que el derecho no
puede ignorar como nuevo sujeto de derecho; su calidad de persona y
la personalidad jurídica serán atribuidas por la Ley33.

Sin embargo, ¿qué implicación tendría en el derecho colombiano el recono-


cimiento del concebido como sujeto de derechos?

T-223 de 1998, sostuvo: Los derechos patrimoniales de orden legal que penden sobre
el nasciturus se radican en cabeza suya desde la concepción, pero sólo pueden hacerse
efectivos si, y solo si, ocurre el nacimiento. Por el contrario, los derechos fundamentales
pueden ser exigibles desde el momento mismo en que el individuo ha sido engendrado y,
en Sentencia T-191 de 1999, afirmó: “La jurisprudencia constitucional ha considerado
que el nasciturus “se encuentra protegido por el espectro de privilegios que la Carta
Fundamental reserva para los niños”, por lo que es titular de derechos fundamentales
que la acción de tutela puede amparar.
31
MAHECHA, op. cit., p. 153.
32
Tal y como lo afirmó el descubridor de la primera enfermedad debida a una anomalía
cromosómica en el hombre, la trisomía 21 o síndrome de Down, la vida tiene una historia
muy, muy larga, pero cada individuo tiene un comienzo muy preciso, el momento de su
concepción (VELÁSQUEZ, 2016, p. 89).
33
GIRALDO, 2015, p. 498.

24
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

Una mirada desde la realidad


Con el propósito de determinar la necesidad de entender al nasciturus como
sujeto de derechos, en primer lugar, resulta preciso verificar las condiciones
propias de la hermenéutica, la argumentación y su incidencia en la conclusión
a la que pretende llegar esta investigación. Así, en las reglas de la argumen-
tación, al analizar una sentencia del Tribunal constitucional español sobre
la constitucionalidad de la Ley de Reproducción Humana Asistida (LRHA),
Atienza afirma lo siguiente: “Argumentar o razonar es una actividad que
consiste en dar razones a favor o en contra de una determinada tesis que se
trata de sostener o de refutar34”.
Siguiendo la lógica propuesta, se deben explorar las consecuencias jurídicas
al considerar la existencia de seres humanos vivos y en formación que no son
considerados personas y, según las normas legales vigentes, tampoco sujetos
de derechos. Resulta innegable la tensión que genera este postulado con el
reconocimiento de los derechos propios del ser humano. Sobre este aspecto
cabe mencionar lo siguiente:
Resulta preciso modificar la estructura convencional de solución de
casos por la incorporación de principios y valores al momento de fallar.
De ahí que la decisión de lo justo, lo moral o lo ético deba volver a la
palestra pública y académica35.

La solución debe plantearse entonces desde la hermenéutica. El ser humano


en formación es titular de derechos y, por lo tanto, en un lenguaje más
técnico, está dotado de capacidad de goce o de derecho y, con esta, también
se encuentra dotado de aptitud legal.
De ahí que el C.G.P. le otorgue al nasciturus la capacidad para ser parte y la
posibilidad de ser representado; incluso, como lo ha hecho la Corte Constitu-
cional colombiana en los casos ya reseñados, se obligaría su reconocimiento,
por lo menos, como ser sintiente, titular de derechos, autónomo para su ejer-
cicio y protegido contra todo tipo de vulneración.
Sin embargo, esta conclusión no ha sido uniformemente aceptada. Así se
puede interpretar en la siguiente cita:

34
ATIENZA, 2016, p. 83.
35
MAHECHA, 2018, p. 541.

25
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

Algunos instrumentos internacionales de derechos humanos reco-


nocen el derecho a la vida, y este se hace extensivo al concebido y no
nacido, quien, obviamente, no podrá ser sujeto activo del derecho para
su ejercicio, pero, en algunas legislaciones, “cualquier persona” podrá
pedir al juez que intervenga para proteger la existencia del no nacido36.

Por su parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso


Artavia Murillo y otros (fecundación in vitro) vs. Costa Rica, afirmó, en
Sentencia del 28 de noviembre de 2012, que el embrión no puede ser
entendido como persona para efectos del artículo 4.1 de la Convención
Americana. Asimismo, luego de un análisis de las bases científicas dispo-
nibles, la Corte concluyó que la “concepción” en el sentido del artículo 4.1
tiene lugar desde el momento en que el embrión se implanta en el útero,
razón por la cual antes de este evento no habría lugar a la aplicación del
artículo 4 de la Convención.
Además, es posible concluir de las palabras, “en general”, que la protección
del derecho a la vida, en concordancia con dicha disposición, no es absoluta,
sino gradual e incremental, según su desarrollo, debido a que no constituye
un deber absoluto e incondicional, sino que implica entender la procedencia
de excepciones a la regla general.
Con base en los presupuestos expresados, se hace una nueva interpre-
tación a la Convención Americana para llegar a una conclusión que no se
reproduce del tenor literal de su normativa. En efecto, la citada Convención,
en el artículo 4.1, expresa lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a que se
respete su vida. Este derecho estará protegido por la Ley y, en general, a partir
del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitra-
riamente” y, tras un estudio que apeló a sistemas de interpretación y revisión
de fuentes, se concluyó que, aunque la Convención afirmara que “persona
es todo ser humano” y que su vida se protegería desde la concepción, la
extensión de esta protección era para la madre y no para el concebido.
A pesar de que la decisión de la Corte Interamericana se adoptó por
mayoría, se refirió al concepto de persona ligado al de vida, fecundación,
implantación, autonomía, pero no al de titular de derechos y, entre ellos, la
vida. Solo por esta razón se le debe entender como sujeto con personalidad

36
REY, 2012, p. 24.

26
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

jurídica, llámese anticipada, previa, imperfecta o gradual, pero, en todo


caso, personalidad jurídica y, por lo tanto, como sujeto de derechos.
Sumado a lo anterior, en la mencionada sentencia de la Corte Interamericana
se encuentran los argumentos del juez Eduardo Vio Grossi, para quien la
Corte llegó a conclusiones que no compartió, particularmente por el hecho
de sobrevalorar criterios que desnaturalizan lo sentido en la Convención
Americana. Al respecto, este juez manifestó lo siguiente:
En síntesis, para la Convención, la vida de una persona existe desde el
momento en que es concebida o, lo que es lo mismo, que se es persona o
ser humano desde el “momento de la concepción”, lo que ocurre con la
fecundación del óvulo por el espermatozoide. A partir de esto último,
se tiene, entonces, según aquella, el “derecho (…) a que se respete (la)
vida” de “toda persona” y, consecuentemente, existe la obligación de
que se proteja ese derecho37.

Por otra parte, el que al nasciturus no se le reconozca capacidad de ejer-


cicio, hecho que ocurre en general con todas las personas de las que se
predique incapacidad de ejercicio, no significa, per se, que carezca de la
llamada capacidad de goce o de derecho; esto es, la aptitud para ser titular
de derechos. El problema en Colombia se presenta cuando se afirma que el
nasciturus o concebido tiene sus propios intereses jurídicos y, por lo tanto,
debe ser reconocido como sujeto de derechos, mediante el reconocimiento
de su personalidad jurídica y la necesidad de su representación, porque, en
este caso, gozaría de autonomía y la posibilidad de ser titular de un interés
superior y prevalente.
Sobre este aspecto, el juez Eduardo Vio Grossi, al disentir de la decisión
que, en su momento, tomó la Corte Interamericana de Derechos en el caso
Artavia Murillo y otros (fecundación in vitro) vs. Costa Rica, en Sentencia del
28 de noviembre de 2012, rebatió el juicio que presentaba la Corte, al afirmar
que el concebido no es persona, entre otras cosas, por su falta de capacidad.
Al respecto, señaló que la falta de capacidad de ejercicio se predica igual-
mente de niños, adolescentes, personas con discapacidad mental y, no por
ello, pierden la calidad de personas:

37
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso Artavia Murillo y
otros (fecundación in vitro) vs. Costa Rica. Sentencia del 28 de noviembre de 2012.

27
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

Teniendo en cuenta lo afirmado, no se comparte la conclusión a la que


llega la Sentencia en lo atinente a la interpretación sistemática de la
Convención y de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del
Hombre, cuando señala que “no es factible sostener que un embrión
sea titular y ejerza los derechos consagrados en cada uno de los artí-
culos de esos textos”, puesto que olvida lo que implican los conceptos
de incapacidad absoluta y relativa de las personas que contemplan los
distintos ordenamientos jurídicos y que impiden o limitan el goce de
sus derechos, sin que por ello dejen de ser personas.

No obstante, la definición de lo humano adquiere mayor trascendencia


cuando el inicio de la vida se proyecta en asuntos ajenos al Código Civil; pero
no a la realidad, generando así zonas grises en temas propios del derecho
privado. De ahí la necesidad de verificar una mayor dimensión de lo humano,
particularmente cuando su determinación no concluye con el Código Civil;
tan solo inicia para luego elevarse a la norma constitucional, al bloque de
constitucionalidad y a su respectiva interpretación. De ahí que Mahecha
haya afirmado:
Si el derecho civil se orienta, además de la norma codificada, por
derechos y principios, corresponde abordar su interpretación de forma
sistemática y con la mirada indiscutible de la Constitución Política
Nacional, en razón de las instituciones propias del derecho civil38.

Este concepto de lo humano se centra, desde el punto de vista de los derechos,


en su semántica original, sin que en ella trasciendan categorías diferencia-
doras. En efecto, la Constitución Política colombiana plantea la existencia de
derechos, partiendo de la premisa del ser humano como titular inicial. Pese
a ello, la categoría civilista se centra en su existencia legal y, para el efecto,
marca como momento determinante el nacimiento. Desde esta categoría se
ha entendido que la idea jurídica de persona, sujeto de derechos, capacidad
de goce o personalidad jurídica, dependen del cuándo y no del quién.
Desde la visión tradicional del derecho, las nociones de humano y persona,
con todas sus consecuencias, se hacen visibles durante dos momentos: el
nacimiento y la muerte. Si bien nuestra codificación civilista no excluye
el concepto biológico de lo humano (que se evidencia al aclarar que es la

38
MAHECHA, 2014, p.203.

28
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

existencia legal la que se genera con el nacimiento y no la biológica), dio


prelación al concepto de persona y bajo este supuesto, hemos tenido seres
humanos vivos (en formación, pero vivos) que no son personas. Esta antigua
categoría resulta evidente y en nada discutible frente a dogmas de carácter
tradicional y conservador que no formulan preguntas diferentes a las que
pueden ser resueltas mediante mecanismos de interpretación que parecen
callar toda duda, afirmando que el tema se encuentra fuera de discusión
porque las normas civiles están vigentes.
Definir el contexto de lo humano resulta esencial para comprender las dife-
rentes interpretaciones que al respecto se han generado. De este modo, por
ejemplo, Cansino hace la siguiente afirmación:
Algunos sostienen que es ilegítimo interrumpir el proceso que
comienza con la fertilización y termina con el nacimiento o, mejor
dicho, con la muerte. Esta postura se basa en el reconocimiento de la
personalidad desde la unión exitosa del espermatozoide y el óvulo, sea
in vivo o in vitro39.

Este mismo autor expresa luego lo siguiente:


A propósito de las TRHA y del comienzo y el final de la vida de los
embriones, porque, aunque pueda negarse su personalidad –así lo ha
hecho la Corte Constitucional colombiana en su Sentencia sobre el
aborto–, es claro que tienen vida; surgen preguntas inquietantes para la
filosofía del derecho: ¿debe este ocuparse de regular la vida entera de las
personas?, ¿dónde están los límites entre el derecho y el no derecho?40

Desde la mirada de la interpretación sistemática del derecho, cabe preguntarse


si realmente la norma del Código Civil debe callar toda discusión por encon-
trarse vigente o si, por el contrario, la lectura constitucional de los derechos
permite exigir únicamente la categoría de humano (en formación, vivo o
muerto) sin otra distinción, para agruparla bajo la égida de sujeto de derechos.
Este aspecto debe ser revisado con más detenimiento. Si la bioética considera
como humano al nasciturus, hasta el punto de discutir la adopción de
embriones, la interrupción del embarazo, entre otros, la categoría de sujeto

39
CANSINO, 2016, p. 73.
40
Ibid, p. 76.

29
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

de derechos, propia de los entes a los que se les procura su protección, es una
categoría que se privilegia no como una ficción jurídica que crea el legislador,
sino una realidad que gira en torno al ser humano.
¿Qué pasa entonces si se privilegia esta noción? Se entendería sin mayor
discusión que el nasciturus, al corresponder a la especie humana, es titular de
derechos y no solo, como lo expresa la norma, para el caso del hijo póstumo,
sino titular de derechos que son su presente. Piénsese en los derechos a la
vida, a no ser separado de su familia, a ser parte en un proceso, a ser repre-
sentado, a los alimentos, a la salud, entre otros. De esta forma, sería una
realidad la necesidad de reconocer los intereses o derechos de los que es
titular, su capacidad de goce, la exigibilidad de representante (s), su persona-
lidad jurídica autónoma; sólo entonces dejaría de ser una “mera expectativa”
para pasar a ser verdaderamente un sujeto de derechos.

Conclusiones
En el sistema jurídico colombiano se discute la existencia de variables como
las de humano, persona, personalidad jurídica y, ahora, sujeto de derechos.
Ha sido la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana la que ha
elevado esta categoría para permitir que entes que no tienen el carácter de
humano sean reconocidos como tal, reconocimiento que se debe otorgar por
la necesidad de procurar la defensa y representación de esos entes.
En este escenario, la discusión de si el nasciturus es o no sujeto de derechos,
pareciera un tema sencillo que podría generar, sin más, su afirmación o reco-
nocimiento tácito, gracias a normas como las procesales que consagran tal
posibilidad. Sin embargo, la discusión de esta probabilidad lleva realidades
implícitas que deben ser analizadas; pues, si, como se planteó, los entes a
los que se les reconoce derechos gozan del privilegio del estatus de sujeto
de derechos, para el caso del concebido será necesario determinar el efecto
personal y patrimonial que ese reconocimiento generaría.
Así, los derechos y la posibilidad de su ejercicio no se supeditarían a un acon-
tecimiento futuro como lo fuera el nacimiento, sino que equivaldrían a un
asunto de presente y, con ello, a la necesidad de reconocer su capacidad de
goce, de representación, una tutela efectiva, un interés superior y, sobre todo,
a un amplio reconocimiento, sin la posibilidad de excepción o distinción para
dignificar el carácter más preciado por todos, el de humano.

30
Andrea Mahecha y Wilson Iván Morgenstein Sánchez

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titular del derecho a la vida”. En: Persona y bioética, 2006, 10 (1), 85-103.

Jurisprudencia
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C–133 de 1994. Magistrado
ponente: Antonio Barrera Carbonell.
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T–223 de 1998. Magistrado
ponente: Vladimiro Naranjo Mesa.
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T–171 de 1999. Magistrado
ponente: Alejandro Martínez Caballero.
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C–355 de 2006. Magistrados
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2012.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Civil. Sentencia del
3 de agosto de 2005. Expediente n. º 1009. Magistrado ponente: Silvio
Fernando Trejos Bueno.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Laboral. Sentencia del 1
de febrero de 2011. Expediente n. º 30437. Magistrados ponentes: Gustavo
José Gnecco Mendoza y Luis Gabriel Miranda Buelvas

32
Las reformas al proceso de alimentos en
el código general del proceso y análisis de
algunos aspectos relevantes del derecho
sustancial de alimentos

Fernando Badillo Abril*

* Abogado egresado de la Universidad Libre, Especialista y Magíster en Derecho Procesal.


Profesor de pregrado y posgrado de la misma universidad, en la sede principal y sus
seccionales y en posgrados de varias universidades del país. Conferencista y autor de
artículos de derecho en revistas jurídicas, memorias de congresos y libros colectivos.
Conjuez de la Sala Civil del Tribunal Superior de Distrito Judicial de Bogotá, D. C., y
miembro activo del Instituto Colombiano de Derecho Procesal. Correo: ferbabril@
hotmail.com
Dimensión humana en las nociones de persona y sujeto de derechos: el nasciturus

Resumen
A pesar de la abundante regulación sustancial por parte de
nuestro legislador al derecho de alimentos, consagrada en los
Códigos Civil, de la Infancia y de la Adolescencia, y Penal, no
se ha podido evitar la gran demanda de procesos sobre este
derecho. Por lo anterior, se hace imperioso estudiar las reformas
efectuadas al proceso de alimentos en el Código General del
Proceso con el fin de determinar cuál es su contribución para
lograr una mejor eficacia y eficiencia de la administración de
justicia en estos asuntos y, si fuera posible, evitar su prolife-
ración.
Palabras clave: Alimentos, prelación, créditos, embargos, pres-
cripción, extinción

Abstract
Despite the abundant substantial regulation by our legislator
to the right to food, which is located in the Civil, Child and
Adolescent and Criminal Codes, it has not been possible to
avoid the great demand for processes around this law. Therefore,
it is imperative to study the reforms introduced by the General
Process Code to the food process in order to determine their
contribution to achieve a better efficiency and effectiveness of
the administration of justice in these matters and, if possible,
avoid its proliferation.
Keywords: Food, priority, credits, seizures, prescription,
extinction

34
Introducción
En este artículo se estudiarán las disposiciones del Código General del
Proceso relacionadas con el proceso de alimentos, en lo que respecta a las
pretensiones declarativas y a la de ejecución. Es importante tener en cuenta
que existen verdaderas novedades que hacen necesario y fundamental este
estudio; aunque estas reformas son procesales, muchas de ellas tienen verda-
deras repercusiones sustanciales, dado que el carácter de una norma no se
adquiere por encontrarse en un código determinado, sino por su contenido.
Asimismo, se hará un estudio acerca de la prelación que tienen los créditos
por concepto de alimentos a favor de personas menores de edad, que no
implica la prelación de los embargos decretados en los procesos ejecutivos
adelantados para su cobro y, por otra parte, se abordará la prescripción de las
cuotas alimentarias causadas, según reciente sentencia proferida por la Sala de
Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, atendiendo a la diferencia que
existe entre el derecho a pedir alimentos y las cuotas alimentarias vencidas. Por
último, se llevará a cabo el análisis de recientes decisiones de la Corte Consti-
tucional y de la Corte Suprema de Justicia con el fin de determinar si la muerte
del alimentante es causa de extinción de la obligación alimentaria.

1. Las derogatorias del código general del proceso


Mediante el acuerdo PSAA15-10392, del 1 de octubre de 2015, la Sala Admi-
nistrativa del Consejo Superior de la Judicatura estableció que, a partir del 1.°
de enero de 2016 entraran a regir los demás artículos del Código General del
Proceso que aún no se encontraban vigentes en ese momento. En aplicación
del numeral 6 del artículo 627 de la Ley 1564 de 2012, a su vez, ese mismo día,
con base en el literal c del artículo 626 del Código General del Proceso, se dero-
garon expresamente algunas disposiciones tanto procesales como sustanciales.
Entre las normas derogadas se encuentran los artículos 139 al 147 y 320 a 325
del Decreto Ley 2737 de 1989; únicas normas que se encontraban vigentes,

35
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

ya que el artículo 217 de la Ley 1098 de 2006 (Código de la Infancia y la


Adolescencia) había derogado todo el Código del Menor, excepto los artí-
culos 320 a 325 y los relativos al juicio especial de alimentos, que habían
quedado vigentes.
También fue derogado el numeral 5.° del artículo 111 de la Ley 1098 de 2016,
norma que remitía al procedimiento especial regulado en el Código del
Menor para la fijación de la cuota alimentaria, cuando no se podía fijar por
medio de la audiencia de conciliación.
En otras palabras, a partir del 1 de enero de 2016, con la entrada en vigencia
de todo el Código General del Proceso, se encuentra derogado, en su tota-
lidad, el Código del Menor, ya que las únicas normas del Decreto 2303 de
1989 que se mantenían vigentes, conforme a lo previsto en el artículo 217 del
Código de la Infancia y la Adolescencia, fueron derogadas por el literal c del
artículo 626 de la Ley 1564 de 2012.
Con base en la derogatoria de las anteriores disposiciones del Código del
Menor, desapareció el trámite especial para las pretensiones declarativas
de alimentos, cuando intervenían menores de edad, quedando así un solo
proceso, el regulado en el Código General del Proceso en el artículo 397. A
esta conclusión llegamos también por cuanto el artículo 9 del Decreto 1736
de 2012, que corrigió el artículo 397 de la Ley 1564 de 2012, señaló que las
disposiciones reguladas en este se aplican a favor de personas mayores y
menores de edad.
Aunque el artículo 9 del Decreto 1736 de 2012 fue suspendido provisio-
nalmente a través de medida cautelar tomada por auto del 19 de diciembre
de 2016, dentro del expediente 2012-00369-00, por la Sección Primera del
Consejo de Estado, consejero ponente Roberto Augusto Serrato Valdés, aún
consideramos que, desde la vigencia del artículo 397 del Código General
del Proceso, solo existe un proceso declarativo para adelantar las diferentes
pretensiones relacionadas con obligaciones alimentarias, al ser derogado
el proceso especial de alimentos regulado en el Código del Menor, al cual
se remitía el Código de la Infancia y de la Adolescencia. Sobre este mismo
aspecto Jesael Antonio Giraldo Castaño1 señala lo siguiente:

1
GIRALDO CASTAÑO, Jesael Antonio. Principales reformas introducidas a los procedi-
mientos en materia de familia por el Código General del Proceso, Memorias del XXXV
congreso colombiano de derecho procesal. Cartagena, 2014. p. 278.

36
Fernando Badillo Abril

Se unifica en el artículo 397 el trámite del proceso de alimentos para


mayores y menores de edad. Aunque, por omisión mecanográfica, se
dijo en el título de la norma que los alimentos cuyo trámite se regulaba
eran para mayor de edad, cuando en verdad y, según las actas de la
Comisión, de lo que se trataba era de unificar el trámite y dejar un
solo proceso. Por esta razón, el Decreto 1736 de 2012 corrigió el título
aumentando las palabras “y menor de edad”.

Si bien es cierto que en este momento existe un solo proceso de alimentos,


por medio del cual se adelantan las distintas pretensiones declarativas refe-
ridas a ese tema sustancial, el numeral 2 del parágrafo 2 del artículo 397
advierte que, cuando el proceso se adelante a favor de menores de edad, se
tendrán en cuenta, además de las reglas del Código General del Proceso, las
disposiciones de la Ley 1098 de 2006, entre otras las previstas en los artículos
129 al 135 del Código de la Infancia y de la Adolescencia.
También se derogó el Decreto 2272 de 1989, cuya mayoría de normas se
incorporaron al Código General del Proceso, especialmente la asignación
de la competencia en asuntos de familia a los jueces singulares y colegiados
encargados de administrar justicia en la especialidad jurisdiccional de familia.

2. Competencia
Al derogarse el Decreto 2272 de 19892 se incorporaron en el Código General
del Proceso los artículos 21, 22, 23, 32 y 34, en donde se asignó a los jueces de
familia y a las salas de familia de los Tribunales Superiores el conocimiento de
ciertas pretensiones, en única, primera y segunda instancia. En el numeral 7
del artículo 21 del Código General se otorgó a los jueces de familia la compe-
tencia, en única instancia, de los procesos de fijación, aumento, disminución
y exoneración de alimentos, de su oferta y ejecución, y de la restitución de
pensiones alimentarias.
Estos procesos serán conocidos por el juez de familia del lugar del domi-
cilio del demandado o el juez que corresponda al domicilio común anterior,
mientras el demandante lo conserve, salvo que en el proceso intervenga un
niño, niña o adolescente, como demandante o demandado, en cuyo caso lo

2
Derogado por el literal c del artículo 626 del C. G. del P.

37
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

conocerá, de manera privativa, el juez de familia del domicilio o residencia de


aquel, conforme al numeral 2 del artículo 28 del C. G. del P3.
Es necesario precisar que, si en el municipio en donde se debe adelantar el
proceso de alimentos no hay juez de familia, el proceso lo conocerá, resi-
dualmente, el juez civil municipal de ese lugar; proceso que también debe
adelantar en única instancia, de conformidad con lo previsto, en el numeral
6 del artículo 17 del C. G. del P4.
No obstante, las peticiones de incremento, disminución y exoneración de
alimentos las conocerá el mismo juez que haya conocido del proceso en
donde se reguló la cuota alimentaria. Este trámite se adelantará en el mismo
expediente, previa citación de la parte contraria. Esta competencia está
condicionada a que el menor, si lo hay, conserve el mismo domicilio. Si no
es así, la tendrá, de manera privativa, el juez del actual domicilio del menor.
Lo anterior se desprende de lo previsto en el parágrafo 2 del artículo 3905 y
numeral 6 del artículo 397 del Código General del Proceso6.
Se considera que deben incluirse en las normas descritas las pretensiones
de fijación y restitución de las cuotas alimentarias. Dicho de otra manera,
que dichas pretensiones también las conozca el juez de familia que reguló

3
2. En los procesos de alimentos, nulidad de matrimonio civil y divorcio, cesación de efectos
civiles, separación de cuerpos y de bienes, declaración de existencia de unión marital de
hecho, liquidación de sociedad conyugal o patrimonial y en las medidas cautelares sobre
personas o bienes vinculados a tales procesos o a la nulidad de matrimonio católico, será
también competente el juez que corresponda al domicilio común anterior, mientras el
demandante lo conserve. En los procesos de alimentos, pérdida o suspensión de la patria
potestad, investigación o impugnación de la paternidad o maternidad, custodias, cuidado
personal y regulación de visitas, permisos para salir del país, medidas cautelares sobre
personas o bienes vinculados a tales procesos, en los que el niño, niña o adolescente sea
demandante o demandado, la competencia corresponde en forma privativa al juez del
domicilio o residencia de aquel.
4
6. De los asuntos atribuidos al juez de familia en única instancia cuando en el municipio
no haya juez de familia o promiscuo de familia.
5
Parágrafo 2. Las peticiones de incremento, disminución y exoneración de alimentos se
tramitarán ante el mismo juez y en el mismo expediente y se decidirán en audiencia,
previa citación a la parte contraria, siempre y cuando el menor conserve el mismo domi-
cilio.
6
6. Las peticiones de incremento, disminución y exoneración de alimentos se tramitarán
ante el mismo juez y en el mismo expediente y se decidirán en audiencia, previa citación
a la parte contraria.

38
Fernando Badillo Abril

la cuota alimentaria que se pretende restituir o volver a imponer; esto


último, cuando se impone una cuota alimentaria que posteriormente se
extingue y de la que luego se vuelve a solicitar la imposición entre las mismas
partes.
Aparte de motivos de conveniencia que servirían para sustentar lo dicho,
se propone tener como base lo dispuesto en el numeral 2 del artículo 390
del Código General del Proceso, en donde se señala que las pretensiones
de fijación, aumento, disminución, exoneración de alimentos y restitución
de pensiones alimentarias, cuando no hayan sido señaladas judicialmente,
se adelantarán como procesos verbales sumarios. Por lo tanto, cuando el
origen de la fijación de una cuota alimentaria sea una decisión judicial, esas
pretensiones, incluyendo la fijación y restitución, las conocerá el mismo
juez que previamente las reguló o señaló, en trámite que se adelantará en
el mismo expediente.
En síntesis, las pretensiones de fijación, ofrecimiento, aumento, dismi-
nución, restitución y exoneración se tramitarán mediante proceso verbal
sumario que conocerá el juez de familia o civil municipal, tal como se
mencionó, excepto en el evento de que las mismas pretensiones, cuando la
cuota se haya regulado judicialmente, deban ser tramitadas ante el mismo
juez, en el mismo expediente y decididas en audiencia, previa citación de
la parte contraria.
Se propone algo más. Como la norma no señala cuál es el mismo juez,
se puede considerar, además del juez que conoció con anterioridad de la
fijación u ofrecimiento, el juez que conoció por primera vez de cualquiera
otra de ellas, como serían las restantes pretensiones de aumento, dismi-
nución, restitución y exoneración. Por ejemplo, si entre los padres de un
menor se fija voluntariamente una cuota alimentaria a favor de este, cuota
que luego se aumenta en proceso verbal sumario, y si el obligado a suminis-
trarla solicita después su disminución, este proceso se debe tramitar ante el
mismo juez que conoció de la pretensión de aumento.

3. Procedimiento
Las pretensiones declarativas de alimentos son las siguientes: fijación,
aumento, disminución, exoneración, ofrecimiento y restitución; estas se
deben adelantar a través del proceso verbal sumario, teniendo en cuenta su

39
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

naturaleza, tal como lo prevé el numeral 2 del artículo 390 del C. G. del P7, lo
que implica que se deben tramitar en única instancia.
Aun cuando en el numeral 2 del artículo 390 del C. G. del P. no se esta-
bleció que la pretensión de ofrecimiento se debe tramitar como proceso
verbal sumario, en el parágrafo 1 del artículo 397 del mismo Código se señaló
que, cuando el demandante ofrezca pagar alimentos y solicite su fijación, se
aplicará lo dispuesto en este artículo; esto es, se debe adelantar por la vía del
proceso verbal sumario la pretensión de ofrecimiento de alimentos.
Sin embargo, como se mencionó, las pretensiones de aumento, disminución
exoneración, fijación y de restitución no sólo se tramitarán ante el mismo
juez que reguló previamente la cuota alimentaria, sino que, igualmente,
tendrán un trámite especial, en el que, previa citación de la parte contraria,
se definirá el derecho sustancial en la audiencia que señale para ello.
Aunque el parágrafo 2 del artículo 390 del C. G. del P. no señala la forma
como debe citarse a la parte contraria, consideramos que debe hacerse en
forma personal8; ya que por este medio se debe notificar, por regla general,
el auto admisorio de la demanda o, en nuestro caso, el auto de apertura del
trámite de fijación, aumento, disminución, restitución o exoneración de los
alimentos. Lo anterior en desarrollo del derecho de defensa o de contra-
dicción regulado en el artículo 29 de la Constitución Política.
Surge la pregunta de si se le debe notificar al convocado. En opinión de
expertos, es el auto el que ordena la apertura de ese trámite, providencia que
debe señalar la fecha de la audiencia en donde se va a definir la pretensión de
aumento, disminución, exoneración, fijación y restitución de los alimentos.
Además, se debe hacer entrega de las copias de la solicitud que se ha efec-
tuado y de las pruebas aportadas con esta.
Pero surge otra pregunta: ¿qué puede hacer el citado a esa audiencia frente
a la notificación que le han efectuado? Ante todo, asistir a la audiencia, soli-
citar la práctica de pruebas que no ha podido obtener directamente9, aportar
las pruebas que tenga en su poder con el fin de contrarrestar la pretensión

7
2. Fijación, aumento, disminución, exoneración de alimentos y restitución de pensiones
alimenticias, cuando no se hayan señalado judicialmente.
8
Artículo 290 del C. G. del P.
9
Artículo 78. C. G. P. Deberes de las partes y sus apoderados. Son deberes de las partes
y sus apoderados: numeral 10. Abstenerse de solicitarle al juez la consecución de docu-

40
Fernando Badillo Abril

objeto de la citación o, dado el caso, llegar a un acuerdo con la parte deman-


dante acerca de la pretensión reclamada.
Si la parte actora o la demandada, o ambas, no asisten a la audiencia fijada,
consideramos que se le debe dar a esta situación el mismo tratamiento que
la Ley dispone en esos casos a la inasistencia a la audiencia inicial, en conso-
nancia con lo dispuesto en el numeral 4 del artículo 372 del Código general
del Proceso10. Si asiste por lo menos una de las partes, la audiencia se debe
practicar y, en ella, se debe definir el derecho sustancial objeto del trámite,
puesto que este último tendrá una sola audiencia, la prevista en el artículo
392 del Código General del Proceso.
Surge un último interrogante: ¿es necesario agotar el recurso de la audiencia
de conciliación como requisito de procedibilidad prevista en el artículo
40 de la Ley 640 de 2001? Puede afirmarse que sí. No se encuentra razón
para no hacerlo, ya que, en el numeral 2 del artículo citado, no se admiten
excepciones, al señalar que, cuando se trate de asuntos relacionados como
obligaciones alimentarias, se debe agotar, previo al proceso, dicho trámite,
sin importar quién conozca estas pretensiones y en qué trámite.
En realidad, esta es una reforma importante que introdujo el C. G. del P. al
proceso de alimentos, porque, sin duda, se generará una satisfacción más
pronta del derecho sustancial debatido en estos trámites, sin perjuicio del
derecho de defensa del convocado, pues este cuenta con la oportunidad de
aportar pruebas y controvertir las aportadas por la parte solicitante.

mentos que, directamente, o por medio del ejercicio del derecho de petición, haya podido
conseguir.
10
4. Consecuencias de la inasistencia. La inasistencia injustificada del demandante
hará presumir ciertos los hechos en que se fundan las excepciones propuestas por el
demandado, siempre que sean susceptibles de confesión; la del demandado hará presumir
ciertos los hechos susceptibles de confesión en que se funde la demanda. Cuando ninguna
de las partes asista a la audiencia, esta no podrá celebrarse y, vencido el término, sin que
se justifique la inasistencia, el juez, por medio de auto, declarará terminado el proceso.
Las consecuencias previstas en los incisos anteriores se aplicarán, en lo pertinente, para
el caso de la demanda de reconvención y de intervención de terceros principales. Cuando
se trate de litisconsorcio necesario, las consecuencias anteriores sólo se aplicarán por
inasistencia injustificada de todos los litisconsortes necesarios. Cuando se trate de litis-
consorcio facultativo, las consecuencias se aplicarán al litisconsorte ausente. A la parte
o al apoderado que no comparezca a la audiencia se le impondrá multa de cinco (5)
salarios mínimos legales mensuales vigentes.

41
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

Por lo tanto, se puede afirmar que no es mucho el ahorro procesal que se


obtiene con este novedoso trámite. En principio, se evitará presentar la
correspondiente demanda ante un nuevo juez, previo reparto; pero, además,
se tendrá la ventaja de adelantar en el mismo expediente, ante un mismo
despacho judicial, todas las pretensiones relacionadas con la obligación
alimentaria entre determinadas personas, lo que facilitará el recaudo proba-
torio en los diferentes asuntos, y determinará en estos mayor eficacia y
eficiencia de la administración de justicia.
La pretensión ejecutiva de alimentos se debe adelantar de acuerdo con el
proceso ejecutivo regulado en el Código General del Proceso en los artí-
culos 422 al 466; trámite que se realizará en única instancia11, sin importar
la cuantía que se está debatiendo en el proceso. La competencia la tendrá el
mismo juez que reguló la cuota alimentaria, o el juez de familia del domicilio
del demandado o del domicilio común anterior, siempre y cuando el deman-
dante lo conserve, cuando el origen del título pábulo de la ejecución no sea
una decisión judicial; salvo que intervenga un menor de edad, en cuyo caso
se deberá demandar ante el juez del domicilio o residencia de este.

4. Los alimentos provisionales


En el numeral 1 del artículo 397 del C. G. del P. se permite que, desde la
presentación de la demanda, se soliciten alimentos provisionales, que el juez
decretará, siempre que el demandante acredite la capacidad económica del
demandado, aunque sea con prueba sumaria. Para acreditar dicha capacidad,
si el demandante no lo ha hecho, el juez, aun de oficio, decretará las pruebas
necesarias para determinarla.
No será necesario acreditar la capacidad económica del alimentante, cuando
el demandante sea un menor de edad, por cuanto, en este evento, se aplicará
la presunción legal de que al menos el demandado gana un salario mínimo
legal vigente; lo anterior conforme a lo previsto en el inciso 1 del artículo 129
del Código de la Infancia y la Adolescencia12.

11
Numeral 7 del artículo 21 del C. G. del P.
12
Artículo 129. Alimentos. En el auto que corre traslado de la demanda o del informe del
defensor de familia, el juez fijará cuota provisional de alimentos, siempre que haya prueba
del vínculo que origina la obligación alimentaria. Si no tiene la prueba sobre la solvencia
económica del alimentante, el juez podrá establecerlo tomando en cuenta su patrimonio,

42
Fernando Badillo Abril

La presunción legal establecida en el inciso 1 del artículo 129 del Código de


la Infancia y de la Adolescencia fue demandada ante la Corte Constitucional,
que, mediante Sentencia C- 388/0013, la declaró exequible; en un aparte de
dicha decisión señaló:
7. En cuanto respecta a la disposición demandada, puede sostenerse
que, si bien un sector de la población no devenga el salario mínimo
legal, la mayoría de las personas, en edad de trabajar, percibe, por lo
menos, un ingreso mensual equivalente a dicha suma. En efecto, tanto
los datos que aporta la experiencia como la obligación del empleador
de pagar no menos de una cuantía mínima legal como salario mensual
permiten sostener que la presunción cuestionada es razonable.
Adicionalmente, las disposiciones constitucionales y legales que esta-
blecen la responsabilidad de los padres respecto de los hijos (CP art. 42),
el deber de solidaridad familiar (CP art. 42) y los derechos fundamen-
tales de los menores (CP art. 44) permiten que la sociedad albergue,
con justicia, la expectativa de que quienes han decidido optar por la
maternidad o la paternidad están dispuestos a hacer lo que esté a su
alcance para aumentar su nivel de ingresos, de forma tal que puedan
satisfacer las obligaciones que tienen para con sus hijos. En las circuns-
tancias anotadas, resulta razonable que el legislador presuma que los
padres devengan, al menos, el salario mínimo legal.
No obstante, no escapa a esta Corte el hecho de que muchas personas
no pueden conseguir un lugar de trabajo estable o se ven obligadas a
trabajar en circunstancias de indignidad, recibiendo, como contrapres-
tación, sumas de dinero menores del salario mínimo legal. Sin embargo,
quien se encuentre en estas circunstancias tiene la posibilidad de
demostrar, en el curso del proceso de alimentos, que su ingreso mensual
no alcanza la suma establecida en la presunción que se demanda.

El C. G. del P. trae una importante novedad14 a la posibilidad de fijarse


alimentos provisionales, consistente en exigir la prueba, además de la capa-

posición social, costumbres y, en general, todos los antecedentes y circunstancias que


sirvan para evaluar su capacidad económica. En todo caso, se presumirá que devenga al
menos el salario mínimo legal.
13
Corte Constitucional, Sentencia C-388/00, expediente D-2588, magistrado ponente
Eduardo Cifuentes Muñoz.
14
Inciso primero del artículo 397 del C. G. del P.

43
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

cidad del demandado, de las necesidades del demandante cuando se pida


la regulación de alimentos provisionales por un valor superior a un salario
mínimo legal vigente.
Se podría considerar que implícitamente la norma comentada señala que no
se debe acreditar la necesidad de alimentos provisionales cuando estos no
superen el valor de un salario mínimo legal vigente, ya que dicha disposición
sólo exige demostrar esta necesidad cuando el alimentario pretenda una
regulación superior a ese valor. Sin embargo, esa interpretación no parece
acertada, dado que, en todo caso, cuando se pretendan alimentos por un
valor inferior o superior a un salario mínimo legal vigente, se deben acre-
ditar las necesidades del alimentario.
Con esta norma se va a evitar que los jueces de familia o civiles municipales
competentes del proceso de fijación de alimentos, como lo venían haciendo
algunos en vigencia del Código de Procedimiento Civil, sigan regulando
alimentos provisionales, sin haber acreditado las necesidades del alimen-
tario en una cifra superior al valor de un salario mínimo legal vigente.
Se insiste en que se hace necesario acreditar las necesidades del alimentario
cuando superen o no un salario mínimo legal vigente; al respecto, el C. G.
del P. trae una novedad: el juez, aun de oficio, decretará las pruebas nece-
sarias para establecer las necesidades del demandante si dichas pruebas no
se encuentran aportadas al proceso; lo anterior, conforme a lo establecido
en el numeral 3 del artículo 397 del C. G. del P15.
En síntesis, el juez debe decretar pruebas de oficio para acreditar tanto la
capacidad económica del alimentante como las necesidades del demandado.
Sin la prueba de dicha capacidad y de las necesidades el juez no puede
decretar alimentos provisionales, sólo si el alimentario es menor de edad,
en cuyo caso se presume que el alimentante, por lo menos, gana un salario
mínimo legal vigente, aspecto referido exclusivamente a la capacidad del
alimentante, no a las necesidades del alimentario.
La solicitud de alimentos provisionales es considerada una medida cautelar
anticipatoria del fallo, por lo cual, a pesar de la necesidad de agotar la
audiencia de conciliación como requisito de procedibilidad en los procesos

15
3. El juez, aún de oficio, decretará las pruebas necesarias para establecer la capacidad
económica del demandado y las necesidades del demandante, en caso de que las partes
no las hayan aportado.

44
Fernando Badillo Abril

en donde se solicite el cumplimiento de obligaciones alimentarias, según lo


previsto en el numeral 2 del artículo 40 de la Ley 640 de 200116, no es nece-
sario que se surta en los procesos de fijación de cuota alimentaria, porque
dicha cautela es una excepción al trámite de esa audiencia, conforme a lo
previsto en el parágrafo primero del artículo 590 del Código General del
Proceso17.
Con respecto a las demás pretensiones declarativas de alimentos, tales como
aumento, disminución, exoneración y ofrecimiento, al carecer de medidas
cautelares, será necesario intentar la audiencia de conciliación para poder
acudir al proceso judicial, salvo que se desconozca el lugar de residencia
o de trabajo donde se pueda citar a la futura contraparte, o que esta se
encuentre ausente y no se conozca su actual paradero, o que el motivo del
proceso sea la violencia intrafamiliar18; incluso cuando dichas pretensiones
se presenten ante el mismo juez que reguló previamente la cuota alimen-
taria.

5. La legitimación por activa y pasiva


El alimentario es legitimado por la parte activa para adelantar el proceso de
regulación de la cuota alimentaria; pero también lo podrán ser, cuando el
demandante sea un niño, niña o un adolescente, sus representantes, tanto
sus padres como los guardadores, o quien lo tenga bajo su cuidado, el Minis-

16
Artículo 40. Requisito de procedibilidad en asuntos de familia. Sin perjuicio de lo
dispuesto en el inciso 5 del artículo 35 de esta ley, la conciliación extrajudicial en
derecho en materia de familia deberá intentarse previamente a la iniciación del proceso
judicial en los siguientes asuntos: 2. Asuntos relacionados con las obligaciones alimen-
tarias.
17
Parágrafo primero. En todo proceso, y ante cualquier jurisdicción, cuando se solicite la
práctica de medidas cautelares, se podrá acudir directamente al juez, sin necesidad de
agotar la conciliación prejudicial como requisito de procedibilidad.
18
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-1195/2001, magistrados ponentes Manuel
José Cepeda Espinosa y Marco Gerardo Monroy Cabra. En el punto tercero de la parte
resolutiva se señaló: Declarar exequibles los artículos 35, 36 y 40 de la Ley 640 de 2001,
que regulan la conciliación prejudicial como requisito de procedibilidad para acudir a la
jurisdicción de familia, en relación con los cargos de la demanda, relativos al derecho a
acceder a la justicia, bajo el entendido de que, cuando se presente violencia intrafamiliar,
la víctima no estará obligada a asistir a la audiencia de conciliación y podrá manifestarlo
así al juez competente, si opta por acudir directamente a la jurisdicción del Estado.

45
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

terio Público y el defensor de familia, tal como lo establece el numeral 1 del


parágrafo 2 del artículo 397 del C. G. del P19.
Una norma similar encontramos en el artículo 135 de la Ley 1098 de 200620,
que les otorga a los representantes legales del menor y al defensor de familia
legitimación para demandar en favor de menores de edad, en asuntos rela-
cionados con las obligaciones alimentarias.
El alimentante es el legitimado, por la parte pasiva, para soportar la pretensión
de fijación de la cuota alimentaria, siempre y cuando se encuentre en el título
o vínculo preferente; atendiendo al orden que de ellos establece el artículo
41621 del Código Civil, con base en el artículo 41122.
El artículo 416 del Código Civil señala que, entre varios ascendientes o
descendientes, debe recurrirse a los de grado más próximo, por ejemplo,
preferir a los padres que a los abuelos. Además, precisa que, sólo en caso

19
Parágrafo 2. En los procesos de alimentos a favor de menores se tendrán en cuenta,
además, las siguientes reglas: 1. Están legitimados para promover el proceso de alimentos
y ejercer las acciones para el cumplimiento de la obligación alimentaria sus represen-
tantes, quien lo tenga bajo su cuidado, el Ministerio Público y el defensor de familia.
20
Artículo 135. Legitimación especial. Con el propósito de hacer efectivo el pago de la
cuota alimentaria, cualquiera de los representantes legales del niño, niña o adolescente,
o el defensor de familia, podrán promover, ante los jueces competentes, los procesos que
sean necesarios, inclusive los encaminados a revocar o declarar la simulación de actos de
disposición de bienes del alimentante.
21
Artículo 416. Orden de prelación de derechos. El que para pedir alimentos reúna varios
títulos de los expresados en el artículo 411 sólo podrá hacer uso de uno de ellos, obser-
vando el siguiente orden de preferencia: En primer lugar, el que tenga según el inciso
10; en segundo lugar, el que tenga según los incisos 1 y 4; en tercer lugar, el que tenga
según los incisos 2 y 5; en cuarto lugar, el que tenga según los incisos 3 y 6; en quinto
lugar, el que tenga según los incisos 7 y 8; el del inciso 9 no tendrá lugar, sino a falta
de todos los otros. Entre varios ascendientes o descendientes debe recurrirse a los de
próximo grado. Sólo en el caso de insuficiencia del título preferente podrá recurrirse a
otro.
22
Artículo 411. Titulares del derecho de alimentos. Se deben alimentos: 1) Al cónyuge; 2)
A los descendientes; 3) A los ascendientes; 4) A cargo del cónyuge culpable, al cónyuge
divorciado o separado de cuerpo sin su culpa; 5) A los hijos naturales, su posteridad
y a los nietos naturales; 6) A los ascendientes naturales; 7) A los hijos adoptivos; 8) A
los padres adoptantes; 9) A los heramanos legítimos; 10) Al que hizo una donación
cuantiosa si no hubiere sido rescindida o revocada. La acción del donante se dirigirá
contra el donatario. No se deben alimentos a las personas aquí designadas en los
casos en que una ley se los niegue.

46
Fernando Badillo Abril

de insuficiencia del título preferente, podrá recurrirse a otro; por ejemplo,


para fijar una cuota alimentaria se debe preferir demandar al cónyuge del
demandante que al excónyuge culpable del divorcio del matrimonio del
actor.
En relación con las otras pretensiones declarativas referidas a las obliga-
ciones alimentarias, la legitimación por activa o pasiva dependerá de qué
tipo de pretensión se reclame en el proceso. De esta manera, si se demanda
el aumento de la cuota, lo más usual es que el alimentario demande
al alimentante; si se trata de la disminución, generalmente el alimen-
tante demandará al alimentario; si se trata de restitución, el alimentante
demandará al alimentario, al igual que en el caso de la exoneración de la
cuota y de la pretensión de ofrecimiento de alimentos.
Ocupar la condición de alimentante o alimentario dependerá, además, del
vínculo, que genera obligaciones recíprocas entre sus titulares, salvo en
los casos previstos en los numerales 4 y 10 del artículo 411 del Código
Civil23, de las necesidades y la capacidad de uno u otro de los sujetos de
este. Por ejemplo, se deben alimentos a los descendientes, pero también a
los ascendientes o, mejor dicho, los padres deben alimentos a los hijos y los
hijos a los padres; pero quien demande o sea demandado estará sujeto a las
actuales necesidades de uno u otro y a la capacidad económica que tengan
estos en un momento determinado de sus vidas.
Es normal que el hijo menor de edad demande a su padre para que le asignen
en su favor una cuota alimentaria; pero también es posible que el padre
pueda demandar a su hijo mayor de edad para que la cuota alimentaria se
falle a su favor. Como se dijo, dependerá no solo del vínculo, en nuestro
ejemplo, de padres e hijos, sino de las actuales necesidades y capacidades
de los titulares de ese vínculo, quienes tienen obligaciones alimentarias
recíprocas.

6. Medidas Cautelares
Además de la ya comentada medida cautelar anticipatoria del fallo, que
consiste en la fijación provisional de alimentos, con base en lo dispuesto en

23
4. A cargo del cónyuge culpable, al cónyuge divorciado o separado de cuerpo sin su culpa.
10. Al que hizo una donación cuantiosa si no se ha rescindido o revocado.

47
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

el numeral 1 del artículo 397 del C. G. del P., y que se reitera en el numeral
6 del artículo 59824 del mismo Código, también existe otra medida cautelar
cuyo propósito es dar aviso a las autoridades de emigración para que el
demandado no pueda ausentarse del país, sin prestar garantía suficiente que
respalde el cumplimiento de la obligación hasta por dos años.
La medida cautelar de prohibición de salir del país, además de practicarse de
oficio, debe ser decretada cuando se ha incurrido en mora de pagar la cuota
alimentaria por más de un mes; esto al tener que interpretarse dicha norma
conforme a lo previsto en el inciso 6 del artículo 129 del Código de la Infancia
y la Adolescencia, que señala lo siguiente:
Cuando se tenga información de que el obligado a suministrar alimentos
ha incurrido en mora de pagar la cuota alimentaria por más de un mes,
el juez que conozca o haya conocido el proceso de alimentos o el que
adelante el ejecutivo dará aviso al Departamento Administrativo de
Seguridad, ordenando impedirle la salida del país hasta tanto preste
garantía suficiente del cumplimiento de la obligación alimentaria y
será reportado a las centrales de riesgo.

Parece un error considerar que el juez, en el proceso de fijación de la cuota


alimentaria, desde un principio, sin escuchar al demandado, ordene impedir
su salida del país, ya que esta cautela se debe decretar y practicar ante el incum-
plimiento del alimentario en el pago de la cuota alimentaria fijada; puesto que
se le estaría violando el derecho de defensa, al ser ordenada sin haber sido
citado y oído aún en el proceso. En otras palabras, la cautela mencionada se
debe ordenar una vez que la cuota haya sido fijada en el proceso y, enterado el
alimentario, se haya sustraído en el pago de más de una de ellas.
Si no se acepta la interpretación propuesta, se presentará una violación al
principio de la igualdad, por cuanto, al intervenir menores de edad en el
proceso de alimentos, se aplicaría el artículo 129 del Código de la Infancia y
de la Adolescencia, en donde se decretaría la medida cautelar de impedir la
salida del país al alimentante cuando este no haya realizado el pago de más
de una cuota alimentaria; pero, si en dicho proceso intervienen solamente

24
6. En el proceso de alimentos se decretará la medida cautelar prevista en el literal c) del
numeral 5 y se dará aviso a las autoridades de emigración para que el demandado no
pueda ausentarse del país, sin prestar garantía suficiente que respalde el cumplimiento
de la obligación hasta por dos años.

48
Fernando Badillo Abril

personas mayores de edad, se decretaría la mencionada cautela, con base


en el numeral 6 del artículo 598 del C. G. del P., al principio del proceso, sin
necesidad de que se haya fijado la cuota por concepto de alimentos provi-
sionales y de que el demandado no haya efectuado el pago de una de estas.
Por otra parte, aunque el Código General del Proceso no reguló la medida
cautelar de reportar al demandado en alimentos a las centrales de riesgo,
esta medida sigue vigente, pero su aplicación será exclusiva en el proceso
en donde intervengan menores de edad, tal como lo establece el inciso 6 del
artículo 129 del Código de la Infancia y la Adolescencia25.
Las anteriores medidas cautelares no son las únicas que se pueden prac-
ticar en los procesos de alimentos; también se puede decretar el embargo
y secuestro de los bienes del demandado dentro del proceso de ejecución
que se adelanta en el mismo proceso declarativo donde se reguló provisio-
nalmente la cuota alimentaria o en el proceso ejecutivo que se tramite de
manera independiente.
Es bueno recordar que, por remisión a las normas pertinentes del Código
de la Infancia y la Adolescencia, realizada en el numeral 2 del parágrafo 2
del artículo 397 del C. G. del P.26, se deberá tener en cuenta que, cuando
intervengan menores de edad en el proceso de alimentos, se aplicarán las
disposiciones de los artículos 129 al 134 de la Ley 1098 de 2006.
Por otra parte, el Código General del Proceso27 reprodujo una norma que
se aplicaba solamente a favor de menores de edad, ya que se encontraba
estipulada en el artículo 129 del Código de la Infancia y la Adolescencia, y

25
Cuando se tenga información de que el obligado a suministrar alimentos ha incurrido
en mora de pagar la cuota alimentaria por más de un mes, el juez que conozca o haya
conocido el proceso de alimentos, o el que adelante el ejecutivo, dará aviso al Departa-
mento Administrativo de Seguridad, ordenando impedirle la salida del país hasta tanto
preste garantía suficiente del cumplimiento de la obligación alimentaría y será reportado
a las centrales de riesgo.
26
Parágrafo 2. En los procesos de alimentos a favor de menores se tendrán en cuenta,
además, las siguientes reglas: 1. Están legitimados, para promover el proceso de alimentos
y ejercer las acciones para el cumplimiento de la obligación alimentaria, sus represen-
tantes, quien lo tenga bajo su cuidado, el Ministerio Público y el defensor de familia. 2.
En lo pertinente, en materia de alimentos para menores, se aplicará la Ley 1098 de 2006
y las normas que la modifican o la complementan.
27
Inciso 2 del numeral 4 del artículo 397 y numeral 6 del artículo 598 del C. G. del P.

49
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

que señala que, ejecutoriada la sentencia, el demandado podrá obtener el


levantamiento de las medidas cautelares que hubieran sido practicadas, si
presta garantía suficiente del pago de alimentos por los próximos dos años.
Desde la entrada en vigencia del artículo 397 del C. G. del P., esta norma se
aplica al proceso de alimentos, sin importar que las partes intervinientes
sean mayores o menores de edad. La razón de esta disposición obedece a que
las medidas cautelares tomadas en contra del alimentario se mantendrán
vigentes, aunque el proceso en donde se originaron haya terminado, con el
fin de garantizar con estas medidas el pago de las cuotas futuras.
Si se quieren levantar las medidas cautelares practicadas en el proceso de
fijación de cuota alimentaria, será necesario, además de estar al día en el
pago de las cuotas vencidas, prestar garantía para el pago de los alimentos
futuros, correspondientes a los próximos dos años. Igualmente, se podrán
levantar estas cautelas por solicitud del actor, en este sentido, al juez que las
decretó, pese a que la solicitud se realice después de proferirse sentencia;
no hay razón para que el juez persista en mantenerlas vigentes ante la soli-
citud del demandante.
Teniendo en cuenta el carácter dispositivo de estos procesos, se debe aplicar
lo previsto en el numeral 1 del artículo 597 del C. G. del P.28; en todo caso,
se sugiere, con base en lo previsto en el inciso 3 del numeral 10 del artículo
597 del C. G. del P., para evitar la condena en costas y perjuicios a la parte
actora, que la solicitud de levantamiento de la cautela se haga junto con la
parte demandada o, mejor aún, con su consentimiento.
Aunque la propuesta de dar aplicación a lo previsto en el numeral 1 del
artículo 597 del C. G. del P. para levantar las medidas cautelares practicadas
en un proceso de alimentos, sin necesidad de prestar garantía suficiente
que respalde el cumplimiento de la obligación hasta por dos años, se aplica
respecto del embargo y secuestro de bienes, proponemos su aplicación por
analogía, tal como lo dispone el artículo 12 del C. G. P.29 para la cautela de

28
Artículo 597. Levantamiento del embargo y secuestro. Se levantarán el embargo y
secuestro en los siguientes casos: 1. Si la petición es de quien solicitó la medida, cuando
no haya litisconsortes o terceristas; si los hay, y si se trata de proceso de sucesión por
todos los herederos reconocidos y el cónyuge o compañero permanente.
29
Artículo 12. Vacíos y deficiencias del código. Cualquier vacío en las disposiciones del
presente código se llenará con las normas que regulen casos análogos. A falta de estas,

50
Fernando Badillo Abril

impedir la salida del país del alimentante, consagrada en el numeral 6 del


artículo 598 del Código General del Proceso30.
Para finalizar este tema, se debe resaltar que no se permite la entrega de
dineros u otros bienes, hasta tanto sea resuelta la apelación, si bien el
recurso de apelación de las sentencias se otorga, por regla general, en el
efecto devolutivo, con la nueva modalidad que proviene de la Ley 1395 de
2010, consistente en que, aun otorgándose la apelación de la sentencia en
este efecto; por disposición específica del inciso 3 del numeral tercero del
artículo 323 del C. G. P., la interposición de este recurso no impedirá el
pago de las prestaciones alimentarias impuestas en la providencia apelada,
para lo cual el juez de primera instancia conservará competencia, según
reza de manera categórica la norma.
En cierto modo, la norma parecería incoherente, ya que los procesos relacio-
nados con las obligaciones alimentarias se adelantan por la vía del proceso
verbal sumario, y este trámite se realiza en única instancia. No obstante, la
norma cobra utilidad, dado que la regulación de alimentos se puede hacer
en otro tipo de proceso como el divorcio, la cesación de efectos civiles de
matrimonios religiosos, la separación de cuerpos, la filiación, entre otros;
en estos, sí es posible la apelación de la sentencia, puesto que se tramitan
en primera instancia.
Cabe resaltar que la apelación de las sentencias relacionadas con el
estado civil de las personas se otorgará, de manera excepcional, en efecto
suspensivo; sin que tampoco este efecto impida el pago de las prestaciones
alimentarias impuestas en la providencia recurrida, para lo cual el juez de
primera instancia conservará competencia.

el juez determinará la forma de realizar los actos procesales con observancia de los prin-
cipios constitucionales y los generales del derecho procesal, procurando hacer efectivo el
derecho sustancial.
30
6. En el proceso de alimentos se decretará la medida cautelar prevista en el literal c) del
numeral 5 y se dará aviso a las autoridades de emigración para que el demandado no
pueda ausentarse del país, sin prestar garantía suficiente que respalde el cumplimiento
de la obligación hasta por dos años.

51
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

7. La ejecución de la obligación alimentaria


Se había mencionado que los procesos ejecutivos adelantados para el cobro
de obligaciones alimentarias se tramitan en única instancia; ya sea que los
conozca el mismo juez que reguló la cuota u otro juez, cuando el origen de la
regulación no sea una decisión judicial.
El Código General del Proceso señala que el cobro de los alimentos provi-
sionales se adelantará en el mismo expediente; proceso ejecutivo en donde
no se admitirá la intervención de terceros acreedores31. También se permite
la ejecución de la sentencia ante el juez que conoce el proceso, con base en
lo previsto en el inciso 1 del numeral 4 del artículo 397 del C G del P32, para
que se adelante, a continuación, y en el mismo expediente en que se dictó, de
conformidad con el artículo 306 del mismo Código.
Cada cuota por concepto de alimentos constituye un crédito independiente,
razón por la cual se debe establecer cuál de ellas se encuentra vencida para
ordenar su satisfacción, aunque se permite solicitar con la demanda el pago
de las cuotas aún no vencidas, atendiendo a que se trata de obligaciones
periódicas; por lo que se dispondrá, en el mandamiento ejecutivo, su pago
dentro de los cinco días siguientes al respectivo vencimiento, conforme al
inciso 2 del artículo 431 del C. G. del P33.
Se advierte en el numeral 5° del artículo 397 del Código General del Proceso
que, en las ejecuciones de que trata esta norma, solo podrá proponerse la
excepción de cumplimiento de la obligación. Estas ejecuciones son las de
los alimentos provisionales y de la sentencia que disponga que los alimentos
se paguen y aseguren mediante la constitución de un capital cuya renta lo
satisfaga. En este último caso, dependiendo del momento en que se haga
la solicitud de ejecución, la notificación al demandado del mandamiento
ejecutivo se efectuará por estado o en forma personal, tal como está previsto
en el artículo 306 del Código General del Proceso.

31
Numeral 2 del artículo 397 del C. G. del P.
32
4. La sentencia podrá disponer que los alimentos se paguen y aseguren mediante la cons-
titución de un capital cuya renta lo satisfaga; en tal caso, si el demandado no cumple la
orden en el curso de los diez días siguientes, el demandante podrá ejecutar la sentencia
en la forma establecida en el artículo 306.
33
Cuando se trate de alimentos u otra prestación periódica, la orden de pago comprenderá,
además de las sumas vencidas, las que en lo sucesivo se causen y dispondrá que estas se
paguen dentro de los cinco días siguientes al respectivo vencimiento.

52
Fernando Badillo Abril

El Código General del Proceso estableció un solo proceso de ejecución, inde-


pendientemente de que las obligaciones ejecutadas tengan garantía personal o
real (artículos 422 al 466 del C. G. del P.); salvo que, en este último caso, se haga
uso del proceso de adjudicación o realización especial de la garantía real34.
Los créditos por concepto de alimentos en favor de menores de edad gozan
de un privilegio para su pago, cuando los bienes del ejecutado, además de
insuficientes, sean perseguidos al mismo tiempo por varios acreedores. Este
privilegio, según el Código del Menor, correspondía a la quinta causa de los
créditos de primera clase, conforme al derogado artículo 134 del Decreto
2737 de 198935.
El artículo 134 del Código del Menor, que consideraba los créditos por
alimentos en favor de menores de edad en la quinta causa de los créditos de
primera clase, fue demandado ante la Corte Constitucional36, que declaró
inexequible la expresión la quinta causa de. El resto de la norma fue declarado
condicionalmente exequible, siempre que se entienda que los derechos de los
niños prevalecen sobre los derechos de los demás, y que los créditos por
alimentos a favor de menores prevalecen sobre los demás de la primera clase.
En el artículo 134 de la Ley 1098 de 2006, Código de la Infancia y de la Adoles-
cencia, se acogió lo resuelto por la Corte Constitucional en la Sentencia
C-092/02, por lo que se estableció que los créditos por alimentos a favor de
los niños, las niñas y los adolescentes priman sobre todos los demás, inclu-
yendo todas las causas de la primera clase.
Pese a lo anterior, los créditos por concepto de alimentos en favor de menores
no cuentan con el beneficio de prelación de embargos tanto en el derogado
Código de Procedimiento Civil como en el vigente Código General del
Proceso. Por lo tanto, esta prerrogativa del crédito no se materializa con una
prelación de embargos, sino mediante su pago privilegiado, que debe hacer
el juez encargado de ello.

34
Artículo 467 del C. G. del P.
35
Artículo 134. (derogado por el artículo 217 de la Ley 1098 de 2006. Rige a partir del 8
de mayo de 2007. Apartes tachados inexequibles, el resto del artículo condicionalmente
exequible). Los créditos por alimentos en favor de menores pertenecen a la quinta causa
de los créditos de primera clase, se regulan por las normas del presente capítulo y, en lo
que allí no está previsto, por las del Código Civil y de Procedimiento Civil.
36
Corte Constitucional, mediante Sentencia C-092-02 del 13 de febrero de 2002, magis-
trado ponente Jaime Araujo Rentería.

53
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

En otras palabras, la prelación del crédito es una figura sustancial que


debe aplicar el juez cuando se vaya a efectuar el pago de los créditos, y
que establece el orden y la forma en que estos se deben pagar. En cambio,
la prelación de embargos es una figura procesal que debe aplicar el regis-
trador de instrumentos públicos durante el registro de la cautela (si el
bien está sujeto a registro), mediante la que se busca asegurar el cumpli-
miento de la obligación y evitar la insolvencia del deudor, dejando clara la
regla general de que no puede haber más de un embargo sobre un mismo
bien.
Los créditos que gozan de prelación de embargos son aquellos que tienen
garantía real, hipoteca o prenda; los demás créditos, que carecen de esta
garantía, no tienen esa prelación. Por ello, si se embarga un bien inmueble
por un acreedor de alimentos, con anterioridad al embargo decretado
dentro de un proceso donde se ejecuta un crédito con garantía real, debe ser
desplazado este embargo por el del acreedor con dicha garantía, tal como
lo señala el numeral 6 del artículo 468 del C. G. del P37. Lo anterior según lo
previsto en el artículo 2500 del Código Civil, que señala lo siguiente:
Los créditos de la primera clase no se extenderán a las fincas hipote-
cadas, sino en caso de no poderse cubrir en su totalidad con los otros
bienes del deudor. El déficit se dividirá entonces entre las fincas hipo-
tecadas a proporción de los valores de estas, y lo que a cada una
corresponda se cubrirá con ella, en el orden y forma que se expresan en
el artículo 2495.

37
6. Concurrencia de embargos. El embargo decretado con base en título hipotecario o
prendario sujeto a registro se inscribirá; aunque se halle vigente otro practicado sobre el
mismo bien en proceso ejecutivo seguido para el cobro de un crédito sin garantía real.
Recibida la comunicación del nuevo embargo, simultáneamente con su inscripción, el
registrador deberá cancelar el anterior, presentando de manera inmediata un informe
escrito al juez que lo decretó, quien remitirá, en caso de haberse practicado el secuestro,
copia de la diligencia al juez que adelanta el proceso, con base en garantía real para que
tenga efectos y le oficie al secuestre rindiendo cuenta de ello. Tratándose de bienes no
sujetos a registro, cuando el juez del proceso con garantía prendaria, antes de llevar a
cabo el secuestro, tenga conocimiento de que en otro ejecutivo sin dicha garantía ya se
practicó, librará oficio al juez de este proceso para que proceda como se dispone en el
inciso anterior. Si en el proceso, con base en garantía real, se practica secuestro sobre los
bienes prendados que hayan sido secuestrados en proceso ejecutivo sin garantía real, el
juez de aquel librará oficio al de este para que cancele esa medida y le comunique dicha
decisión al secuestre.

54
Fernando Badillo Abril

Asimismo, si se embarga un bien inmueble por cualquier acreedor, tenga


su crédito o no garantía real, y luego se solicita el embargo de este por un
acreedor de alimentos, al carecer este último crédito de la prelación de
embargos, no podrá desplazar al acreedor que primero embargó. En ese
orden de ideas, debe prevalecer el embargo que se registró primero, aunque
el crédito en favor de menores de edad se encuentre en la primera causa de
los créditos de la primera clase.
Ante la Corte Constitucional se demandó el artículo 558 del Código de
Procedimiento Civil, antecedente inmediato del numeral 6 del artículo 468
del Código General del Proceso. En la Sentencia C-664/0638, la Corte Cons-
titucional resume de la siguiente manera los cargos presentados por el actor
a dicha norma:
A juicio de los actores, los incisos demandados contrarían el mandato
consagrado en el artículo 228 de la Constitución, de acuerdo con el cual
el derecho sustancial ha de prevalecer en las actuaciones de la admi-
nistración de justicia. Tal infracción tendría origen en una omisión
legislativa, pues el precepto cuestionado no contempla la prelación
de las medidas cautelares decretadas en un proceso ejecutivo alimen-
tario instaurado para satisfacer los créditos por alimentos debidos a
un menor. Entonces, a pesar de que, según las normas sustanciales de
la legislación civil que rigen la materia, los créditos alimentarios cuyo
titular es un menor gozan de preferencia para el pago, incluso sobre
los créditos hipotecarios, tal condición privilegiada no se refleja en
las normas procesales, dado que el artículo demandado no consagra
la prelación de los embargos y secuestros decretados en el curso de un
proceso ejecutivo de alimentos respecto de aquellas medidas cautelares
ordenadas en los procesos ejecutivos con garantía real. Consideran que
de esta manera se origina una violación del precepto constitucional
porque una figura de carácter procesal, la prelación de embargos y
secuestros, no refleja la prelación sustancial de los créditos alimentarios
establecida en la legislación civil.

Acerca de la comentada sentencia, en un primer momento, la Corte Cons-


titucional puntualiza sobre las instituciones de la prelación de créditos y

38
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-664/06 del 16 de agosto de 2006, magistrado
ponente Humberto Antonio Sierra Porto.

55
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

embargos, su naturaleza, la forma para hacerlas efectivas, la persona que


debe materializarlas y sus diferencias. Posteriormente, la Corte señaló que la
prelación de créditos no implica necesariamente la prelación de embargos;
puesto que el legislador estableció diferentes mecanismos para hacer efectiva
la prelación de los créditos, pero no es obligatorio que se deba hacer mediante
la prelación de los embargos. De igual manera, la Corte manifiesta que, si se
acogen los planteamientos de inexequibilidad de la norma, sería necesario
subsanar todas las supuestas omisiones del legislador, al no regular la prelación
de embargos de conformidad con la prelación sustancial de los créditos.
También la Corte Constitucional aclara que la medida prevista por el legis-
lador para hacer efectiva la prelación sustancial de un crédito, como el evento
del crédito por alimentos en favor de un menor de edad, es la contemplada
en el artículo 542 del C. P. C., hoy artículo 465 del C. G. del P.39, vía procesal
que garantiza que los acreedores sean pagados en el orden establecido en el
Código Civil. Por lo anterior, la Corte Constitucional declara exequible la
norma demandada. Al respecto, en un aparte de dicha sentencia manifestó
lo siguiente:
Entonces, a pesar de que nuestro ordenamiento procesal no permite la
acumulación de procesos ejecutivos adelantados por distintas jurisdic-
ciones (art. 541 numeral 3) ni establece que los embargos dictados en los
procesos ejecutivos que se adelanten para cobrar créditos privilegiados
tengan prelación, los intereses de los acreedores privilegiados quedan a
salvo mediante la aplicación del artículo 542 del C. P. C., pues el juez

39
Artículo 465. Concurrencia de embargos en procesos de diferentes especialidades. Cuando
en un proceso ejecutivo laboral de jurisdicción coactiva o de alimentos se decrete el
embargo de bienes embargados en uno civil, la medida se comunicará inmediatamente al
juez civil, sin necesidad de auto que lo ordene, por oficio en el que se indicarán el nombre
de las partes y los bienes de que se trate. El proceso civil se adelantará hasta el remate de
dichos bienes, pero, antes de la entrega de su producto al ejecutante, se solicitará al juez
laboral, de familia o fiscal, la liquidación definitiva y en firme, debidamente especificada,
del crédito que ante él se cobra y de las costas y, con base en ella, por medio de auto, se
hará la distribución entre todos los acreedores, de acuerdo con la prelación establecida en
la ley sustancial. Este auto se comunicará por oficio al juez del proceso laboral, de familia
o al funcionario que adelante el de jurisdicción coactiva. Tanto este como los acreedores
de origen laboral, fiscal y de familia podrán interponer reposición dentro de los diez días
siguientes al del recibo del oficio. Los gastos hechos para el embargo, secuestro, avalúo y
remate de los bienes en el proceso civil se cancelarán con el producto del remate y con
preferencia al pago de los créditos laborales, fiscales y de alimentos.

56
Fernando Badillo Abril

que adelante el proceso ejecutivo para el cobro de un crédito de esta


naturaleza debe oficiar al juez del proceso ejecutivo con garantía real
para que una vez que se realice el remate, en primer lugar, se satisfaga
con el producto de este los créditos que gozan de preferencia.

Al no gozar de prelación de embargos los créditos que no tengan garantía real,


como el de alimentos en favor de menores de edad, se reguló en el artículo
465 del Código General del Proceso el mecanismo para hacer efectiva la
prelación del crédito que tiene sobre todos los demás, conforme a lo esta-
blecido en el artículo 134 del Código de la Infancia y la Adolescencia y en la
Sentencia C-092/02 de la Corte Constitucional.
La norma prevista para hacer efectiva la prelación de los créditos es el artículo
465 del C. G. P., que se titula de manera incorrecta como concurrencia de
embargos en procesos de diferentes especialidades; es incorrecta porque esta
disposición no permite la concurrencia de embargos sobre un mismo bien,
sino una prelación de pagos que debe hacer el juez del proceso civil en el cual
se decretó y perfeccionó el embargo.
Al reconocer el Código General del Proceso la imposibilidad, salvo excep-
ciones, de que respecto de un mismo bien exista más de un embargo40, quien
sea un acreedor de un crédito que goza de prelación, como un crédito del
fisco o por alimentos en favor de menores de edad, o los créditos laborales,
al no haber podido embargar un bien por la existencia de una cautela prac-
ticada con anterioridad sobre el mismo ni gozar de prelación de embargos,
debe solicitar que el juez coactivo, de familia o laboral, le advierta al juez civil
sobre la existencia de ese crédito privilegiado, que se deberá materializar en
el momento del pago de los créditos, conforme a la prelación que de ellos
establezca la Ley.

40
Artículo 33. Ley 1579 de 2012. Concurrencia de embargos. Además de los casos expresa-
mente señalados en la Ley, concurrirá con otra inscripción de embargo el correspondiente
al decretado por juez penal o fiscal en proceso que tenga su origen en hechos punibles
por falsedad en los títulos de propiedad de inmuebles sometidos al registro, o de estafa
u otro delito que haya tenido por objeto bienes de esa naturaleza y que pueda influir en
la propiedad de estos. Una vez inscrito, se informará a los jueces respectivos de la exis-
tencia de tal concurrencia. Inscrito un embargo de los señalados en el inciso anterior, no
procederá la inscripción de ninguna otra medida cautelar, salvo que el derecho que se
pretenda reconocer tenga su origen en hechos anteriores a la ocurrencia de la falsedad o
estafa, caso en el cual podrán concurrir las dos medidas cautelares.

57
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

Al leer el artículo 465 del C. G. P. surge la pregunta de por qué no se pide la


acumulación de los procesos o de las demandas ejecutivas. La respuesta se
encuentra en el numeral 3 del artículo 464 del C. G. P., que señala que no son
acumulables procesos ejecutivos seguidos ante jueces de distintas especiali-
dades.
La novedad del artículo 465 del C. G. P. es la inclusión de los créditos por
concepto de alimentos, además de los que tengan origen laboral o fiscal, que se
encontraban en el derogado artículo 542 del C. de P. C., para que, en el evento
de que en uno de estos procesos se decrete el embargo de bienes previamente
embargados en proceso civil, la medida se comunique al juez civil con el fin
de que, antes de efectuar el pago a los distintos acreedores, solicite al juez de
familia, laboral o fiscal, la liquidación definitiva del crédito que ante ellos se
ejecute; a fin de que, con base en dicha liquidación, se haga la distribución de
los dineros entre los acreedores, conforme a la prelación establecida en la ley
sustancial.
En otras palabras, el C. de P. C. solamente permitía utilizar lo dispuesto en el
artículo 542, cuando se trataban procesos laborales o de jurisdicción coactiva.
Desde la vigencia del artículo 465 del C. G. del P., se agregó al acreedor por
obligaciones alimentarias; aunque en dicha norma se debían incluir los
créditos por alimentos en favor de menores de edad, a partir de la Sentencia
T-557 de 200241 de la Corte Constitucional que lo dispuso así, decisión que
avaló y reiteró la misma Corte en la Sentencia C- 664 de 200642.
Es preciso señalar una imprecisión en el inciso primero del artículo 465 del C.
G. del P., al generalizar los procesos ejecutivos por alimentos, cuando se debe
circunscribir a los que se adelanten en favor de niños, niñas o adolescentes, tal
como lo señala el artículo 134 del Código de la Infancia y de la Adolescencia
y la Sentencia C-092/02 de la Corte Constitucional. A pesar de ello, este error
es superable con la adecuada lectura del inciso segundo del mismo artículo,
en donde se señala que el juez civil hará la distribución entre todos los acree-
dores, de acuerdo con la prelación establecida en la ley sustancial, según la
cual esta distribución la tienen los créditos por alimentos en favor de menores
de edad y no los acreedores de alimentos, cuando sean mayores de edad.

41
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-557 del 19 de julio de 2002, magistrado
ponente Jaime Córdoba Triviño.
42
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-664 de 2006 del 16 de agosto de 2006, magis-
trado ponente Humberto Antonio Sierra Porto.

58
Fernando Badillo Abril

El Código General del Proceso reprodujo el inciso final en el artículo 542 del
C. P. C.43, norma que había sido interpretada por la Corte Constitucional en
la Sentencia C-664/06, en el sentido de que, cuando se practique primero
el embargo en un proceso ejecutivo por obligaciones laborales, fiscales
o alimentarias en favor de menores de edad, no se puede desplazar dicho
embargo por el practicado posteriormente en un proceso cuyo crédito goce
de garantía real.
Debido a la no reproducción del inciso final del artículo 542 del C. P. C.
en el Código General del Proceso, cuando un acreedor fiscal, laboral o por
alimentos haya embargado con antelación a un embargo decretado en favor
de un acreedor con garantía real, esa medida cautelar debe ser levantada,
para registrar esta última, por tener prelación de embargos, conforme a lo
previsto en el numeral 6 del artículo 468 del C. G. del P.
En conclusión, se mantiene la disposición de que las medidas cautelares
decretadas en procesos ejecutivos que buscan hacer efectiva una garantía
real, como la prenda y la hipoteca, tienen prelación de sus embargos respecto
de los decretados y practicados con anterioridad o posterioridad a estos, en
procesos donde se ejecutan obligaciones que no cuentan con esas garantías.
Sin embargo, se considera que el numeral 6 del artículo 468 el C. G. del P.
debe ser interpretado de manera sistemática con lo dispuesto en el artículo
839 del Decreto 624 de 198944 (Estatuto Tributario de Impuestos), en el
cual se autoriza al registrador de instrumentos públicos, cuando se solicite
por el fisco la inscripción de un embargo sobre un bien que tiene inscrito

43
Cuando el embargo se haya practicado en el proceso laboral o fiscal, en el civil podrá
pedirse el del remanente que pueda quedar en aquél y el de los bienes que se llegaran a
desembargar.
44
Artículo 839. Registro del embargo. De la resolución que decreta el embargo de bienes se
enviará una copia a la Oficina de Registro correspondiente. Cuando sobre dichos bienes
ya exista otro embargo registrado, el funcionario lo inscribirá y comunicará a la Adminis-
tración y al juez que ordenó el embargo anterior. En este caso, si el crédito que originó el
embargo precedente es de grado inferior al del fisco, el funcionario de Cobranzas conti-
nuará con el procedimiento, informando de ello al juez respectivo y, si este lo solicita,
pondrá a su disposición el remanente del remate. Si el crédito que originó el embargo
precedente es de grado superior al del fisco, el funcionario de Cobranzas entrará a formar
parte en el proceso ejecutivo y velará por que se garantice la deuda con el remanente del
remate del bien embargado. PARÁGRAFO. Cuando el embargo se refiera a salarios, se
informará al patrono o pagador respectivo, quien consignará dichas sumas a órdenes de
la Administración y responderá solidariamente con el deudor, en caso de no hacerlo.

59
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

uno anterior, para que registre y comunique esta circunstancia a la admi-


nistración y al juzgado que había embargado con anterioridad con el fin de
precisar cuál de los créditos goza de prelación de créditos para que este tenga
la prelación de su embargo.
Dicho de otra manera, cuando se haya decretado el embargo por varios
acreedores de un mismo bien, el registrador los inscribirá y, una vez que se
verifique cuál de los créditos ejecutados goza de prelación sobre los demás,
para lo que oficiará a los juzgados que los hayan decretado, el embargo prove-
niente del crédito que tenga prelación se mantendrá sobre el de los demás
créditos, aunque los de estos hayan sido practicados antes de este.
Con la aplicación del artículo 839 del Estatuto Tributario en los procesos
adelantados ante cualquier especialidad jurisdiccional, como en el caso de
los jueces civiles, se garantizaría en realidad la prelación de los créditos con
la correspondiente prelación de los embargos, lo que no ocurre en el C. G.
del P., según el cual el acreedor con crédito privilegiado al que embargó el
bien tiene que esperar los buenos oficios de este para que lleve a remate el
bien y así poder satisfacer su crédito con la prelación en el pago que hace el
juez civil.
Es posible que el acreedor que embargó el bien, cuyo crédito no tiene
prelación respecto de otros acreedores, como el de una obligación por
concepto de alimentos, no esté muy interesado en llevar a remate el bien, por
el tiempo y los gastos que este representa; aunque es bueno dejar en claro
que los gastos en dicho proceso tendrán prelación de pago, incluso sobre
cualquier acreedor que tenga un crédito privilegiado al que los hizo, aten-
diendo a lo dispuesto en el inciso final del artículo 465 del C. G. del P.
En la sentencia C-660/06, la Corte Constitucional planteó la posibilidad del
desánimo del acreedor civil de llevar a remate el bien perseguido por otro
acreedor que tenga un crédito que goza de prelación, como en el caso de las
obligaciones alimentarias en favor de menores de edad:

Podría imaginarse la hipótesis de que en el proceso ejecutivo con


garantía real se presenten dilaciones injustificadas o acuerdos entre los
acreedores con garantía real y el deudor que perjudicaran los intereses
de los menores, no obstante, nuevamente una interpretación siste-
mática del Código de Procedimiento Civil, dejaría a salvo los intereses
de los acreedores privilegiados, pues las reglas del artículo 543 del C. P.

60
Fernando Badillo Abril

C. son aplicables de manera supletoria, en lo pertinente, para que estos


acreedores privilegiados puedan intervenir en el proceso ejecutivo con
garantía real a fin de evitar las dilaciones y acelerar la realización del
remate y el pago efectivo de sus acreencias.

Si bien es cierto que existen otros mecanismos distintos al de la prelación


de los embargos para que el acreedor de un crédito privilegiado, como
el de alimentos, pueda hacer efectiva su prelación, como en el caso de la
prelación de su pago conforme al artículo 465 del C. G. del P., o hacer uso de
las facultades que le otorga el inciso 2 del artículo 466 del mismo Código45,
estos mecanismos pueden resultar insuficientes; por ello, lo ideal sería que
el crédito privilegiado tuviera también una prelación de sus embargos para
que este acreedor pueda llevar a remate, si fuera necesario, los bienes de su
deudor con el fin de hacer efectivo el pago de su crédito.
Lo anterior fue planteado de la siguiente forma en el salvamento de voto que
hizo el magistrado Alberto Tafur Galvis a la Sentencia C-664/06 de la Corte
Constitucional:
No obstante, por dif ícil que resulte la tarea, la Corte no puede renunciar
a su deber de hacer prevalecer los derechos de los niños, como lo prevén el
artículo 44 de la Constitución y los tratados y convenios sobre derechos
humanos que regulan la materia, aunque para el efecto deba alterar
la preferencia que sobre los créditos alimentarios tienen, en materia
procesal, las obligaciones garantizadas con hipoteca o prenda. Por ello,
se ha debido declarar la exequibilidad condicionada del numeral 1
del artículo 558 del Código de Procedimiento Civil, de manera que se
entienda que la cancelación, prevista en la norma, no opera cuando el
embargo vigente se haya decretado en proceso seguido para el pago de
un crédito alimentario a favor de menores, conservando así la prefe-
rencia del gravamen real, sin perjuicio de llevar a la práctica el primer
lugar, dentro de los créditos de primera clase, que tienen las obliga-
ciones alimentarias, establecidas a favor de menores (artículos 44 C. P.
y 2495 C. C.).

45
Cuando esté vigente alguna de las medidas contempladas en el inciso primero, la soli-
citud para suspender el proceso deberá estar suscrita también por los acreedores que
solicitaron esas medidas. Los mismos acreedores podrán presentar la liquidación del
crédito, pedir la orden de remate y hacer las publicaciones, o solicitar la aplicación del
desistimiento tácito y la consecuente terminación del proceso

61
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

Igualmente, en el salvamento de voto a la misma sentencia, del magistrado


Jaime Araujo Rentería, se manifestó sobre este tema de la siguiente manera:
En consecuencia, desde el punto de vista de la lógica, el medio está
subordinado al fin, o sea, es accesorio a este y jurídicamente debe seguir
su misma suerte, con base en el antiguo principio según el cual lo acce-
sorio sigue a lo principal (accessio cedit principali). En otras palabras,
al medio deben aplicarse los mismos efectos jurídicos que se aplican al
fin, lo cual implica que, en el asunto que se examina, la prelación que
corresponde a los créditos por concepto de alimentos a favor del menor
debe comprender el procedimiento para su efectividad, en particular
las medidas cautelares de embargo y secuestro. Sostener lo contrario es
lógicamente contradictorio y jurídicamente opuesto al interés superior
del menor, consagrado en el citado precepto constitucional y en los
instrumentos internacionales indicados.

Por otra parte, la norma que no permite la intervención de terceros acreedores


en los procesos ejecutivos que se adelanten para el cobro de los alimentos
provisionales decretados en un proceso se debe analizar detenidamente, tal
como lo señala el numeral 2 del artículo 397 del C. G. del P.; por cuanto no
se debe entender que los embargos practicados en estos procesos no puedan
ser cuestionados por el decretado por un acreedor con garantía real, como
ya se explicó, dado que los créditos reales, aunque no tengan prelación de
créditos respecto de los créditos por alimentos en favor de menores de edad,
sí tienen prelación de embargos, a no ser que se acoja la tesis propuesta de la
aplicación de lo dispuesto en el artículo 839 del Estatuto Tributario.
Asimismo, si se llegara a embargar un bien que soporta un gravamen hipo-
tecario o prendario, en un proceso ejecutivo para el cobro de alimentos
decretados provisionalmente, se debe comunicar a los respectivos acree-
dores con el fin de hacer valer sus derechos46. Aunque no podrán presentar la
demanda ante el juez de familia que adelanta la ejecución, sí podrán iniciar el
proceso ejecutivo hipotecario o prendario ante el juez civil y dentro de este
solicitar el embargo de este bien. Esta cautela tendrá prelación a la practicada
por el juez del proceso de alimentos, con base en el numeral 6 del artículo
468 del C. G. del P.; adicionalmente se podrá, con base en el artículo 2500 del
Código Civil, solicitar que en el proceso ejecutivo por alimentos se persiga

46
Artículo 462 del Código General del Proceso.

62
Fernando Badillo Abril

otros bienes diferentes a los gravados con prenda o hipoteca, si los hay. Al
respecto, López Blanco47 manifiesta:
Ahora bien, la prohibición a terceros acreedores de intervenir en
este proceso requiere un detenido análisis. Tratándose de acreedores
quirografarios, la limitación es acertada por cuanto los créditos preve-
nientes de alimentos son considerados como privilegiados de primera
clase; pero no en relación con los acreedores prendarios o hipotecarios,
quienes pueden hacer valer sus derechos en este proceso, aun frente a los
créditos provenientes de alimentos, posibilidad que se les cierra con lo
previsto en el numeral 4 del art. 448. En verdad, el art. 33 de la Ley 75
de 1968 adicionó el art. 2495 del C. C., incluyendo dentro de los créditos
privilegiados de primera clase “los alimentos señalados judicialmente
en favor de menores”; a la vez, debe tenerse presente que el art. 2500
del C. C. preceptúa lo siguiente: “Los créditos de la primera clase se
extenderán a las fincas hipotecadas, sólo en caso de no poderse cubrir
en su totalidad con los otros bienes del deudor”. En consecuencia, los
acreedores hipotecarios no pueden, al prohibirse toda intervención de
terceros, defender sus derechos para lograr que previamente al remate
se determine la inexistencia de otros bienes, si se embarga y secuestra
un bien sujeto al gravamen. Esta situación, injusta por demás, debe
modificarse con prontitud.

Por otra parte, aunque en el numeral 1 del artículo 545 del C. G. P. se señala
que, como efecto de la aceptación de la solicitud de negociación de deudas,
dentro del trámite de insolvencia de personas naturales no comerciantes,
no se podrán empezar nuevos procesos ejecutivos en contra del deudor y
se deben suspender los que se encuentren ya iniciados; esto no ocurrirá
con los procesos ejecutivos alimentarios que se encuentren en curso, que
continuarán adelantándose conforme al procedimiento dispuesto en la Ley,
sin que se puedan suspender ni levantar las medidas cautelares practicadas
en ellos48.
Por último, si se va a iniciar el proceso ejecutivo a continuación del proceso
declarativo que fijó la cuota alimentaria, como en el caso previsto en el

47
LÓPEZ BLANCO, Hernán Fabio. Procedimiento civil, tomo II, parte especial. Bogotá:
Dupré Editores, 2004. p. 325.
48
Artículo 546 del C. G. del P.

63
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

inciso 1 del numeral 4 del artículo 397 del Código General del Proceso,
dicha ejecución debe adelantarse dentro de los 30 días siguientes a la ejecu-
toria de la respectiva sentencia, so pena de que los embargos y secuestros
practicados dentro del proceso, si los hubo, se tengan que levantar, en
consonancia con lo previsto en el numeral 6 del artículo 597 del C. G. P49.

8. La regulación de alimentos en otro tipo de proceso


La fijación de una cuota alimentaria no solo se puede determinar en el
proceso declarativo verbal sumario adelantado exclusivamente para ello, tal
como se mencionó, sino que también es posible su regulación en un proceso
distinto a este, como en los procesos de nulidad de matrimonio, divorcio,
cesación de efectos civiles de matrimonio religioso, separación de cuerpos y
de bienes, liquidación de sociedades conyugales y disolución y liquidación de
sociedades patrimoniales entre compañeros permanentes.
En estos procesos se podrán decretar alimentos provisionales en favor de los
cónyuges, de los compañeros permanentes y de los hijos en común, con base
en lo previsto en el literal c del numeral 5 del artículo 598 del Código General
del Proceso50. Esta cuota alimentaria se podrá ejecutar ante el mismo juez
que lo dictaminó y, además, se podrá solicitar el embargo y secuestro de los
bienes sociales y los propios con el fin de garantizar el pago de los alimentos
decretados51.
Pero también se podrán decretar alimentos provisionales en otro proceso
distinto a los mencionados, como el de filiación, con la particularidad de que,
en el momento de la fijación aún no se ha establecido el vínculo requerido
para ello.

49
Artículo 597. Levantamiento del embargo y secuestro. Se levantarán el embargo y
secuestro en los siguientes casos:
6.
Si el demandante en proceso declarativo no formula la solicitud de que trata el inciso primero
del artículo 306 dentro de los treinta días siguientes a la ejecutoria de la sentencia que
contenga la condena.
50
Señalar la cantidad con que cada cónyuge deba contribuir, según su capacidad económica,
para gastos de habitación y sostenimiento del otro cónyuge y de los hijos en común, y de
la educación de estos.
51
Literal e del numeral 5 del artículo 598 del C. G. del P.

64
Fernando Badillo Abril

En relación con este aspecto, Medina Pabón52 señala que la exigencia de probar
el vínculo para solicitar la regulación de alimentos hace notorio un vacío de
la legislación, el de permitirles a los jueces fijar alimentos provisionales en el
curso de los procesos de investigación de paternidad o maternidad, tal como
se autoriza en España. Esta posibilidad de decretar alimentos provisionales
en el proceso de filiación se convierte en una muy importante novedad que
trae el Código General del Proceso, regulada en el numeral 5 del artículo 386,
que precisa lo siguiente:
En el proceso de investigación de la paternidad, podrán decretarse
alimentos provisionales desde la admisión de la demanda, siempre que
el juez encuentre que esta tiene un fundamento razonable o desde el
momento en que se presente un dictamen de inclusión de la paternidad;
así mismo, podrá suspenderlos, en la medida en que exista fundamento
razonable de exclusión de la paternidad.

Estos alimentos provisionales se podrán decretar al admitirse la demanda,


si con ella se solicitaron, cuando el juez encuentre que esta tiene un funda-
mento razonable, o en cualquier etapa del proceso, cuando se presente un
dictamen de inclusión de la paternidad; pero, aunque se hayan decretado,
el juez podrá suspenderlos si existe fundamento razonable de exclusión de
paternidad.
Supóngase que el juez decreta los alimentos en el auto que admite la
demanda al encontrar en ella un fundamento razonable, una apariencia de
buen derecho; pero, si dentro del proceso de filiación, al practicarse la prueba
con marcadores genéticos de ADN, se establece, en el dictamen pericial, la
exclusión de la paternidad, se deben suspender los alimentos decretados, en
espera de definir, en la sentencia, si el demandado es o no el padre o la madre
del demandante.
La posibilidad que tiene el juez de suspender los alimentos decretados,
contenida en el numeral 5 del artículo 386 del C. G. P. fue demandada ante
la Corte Constitucional, que mediante Sentencia C–258 de 201553 la declaró
exequible. En un aparte de esta sentencia la Corte manifestó:

52
MEDINA PABÓN, Juan Enrique. Derecho civil-derecho de familia. Bogotá: Universidad
del Rosario, 2008. p. 508.
53
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-258/15 del 6 de mayo de 2015, magistrado
ponente Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, Expediente D-10341.

65
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

Por eso, la facultad de suspender los alimentos decretados de manera


provisional, con base en un fundamento razonable de exclusión de
la paternidad, remite al ejercicio de valoración probatoria que debe
realizar el juez, a partir de los principios de la sana crítica y el análisis
en conjunto del material probatorio, porque lo cierto es que no puede
imponerse la obligación derivada del vínculo filial como la de dar
alimentos a quien no está llamado a proveerlos de conformidad con la
Ley.

La Corte Constitucional, en la mencionada sentencia, se expresó acerca de la


novedad legislativa de permitir decretar alimentos provisionales dentro del
proceso de filiación, sin que esta se haya definido:

Ahora, de la lectura del artículo 386 del Código General del Proceso se
evidencia que introdujo una nueva regla al trámite de los procesos de
investigación de la paternidad, relacionada con la posibilidad de que el
juez pueda decretar provisionalmente alimentos desde la admisión de
la demanda cuando existe un fundamento razonable para ello, y que
se derive de la demanda, o a partir del momento en el que se allegue un
dictamen de inclusión de la paternidad. Esta Corporación entiende que
dicha medida fue adoptada por el legislador, en favor de las personas
que necesitan la provisión de alimentos, en su gran mayoría menores de
18 años, lo cual guarda conformidad con los principios constitucionales
del interés superior y el carácter prevalente de sus derechos.

9. La prescripción de las obligaciones alimentarias


El Código Civil distingue entre el derecho a pedir alimentos y las pensiones
alimentarias ya reguladas. Aunque no lo señala expresamente, el derecho a
pedir alimentos es imprescriptible, a diferencia de las pensiones alimenticias
causadas que sí se pueden extinguir por prescripción.

En cuanto a las pensiones alimenticias atrasadas, el artículo 426 del Código


Civil señala que podrán renunciarse o compensarse, y estipula el derecho
de demandarlas, transmitirlas por causa de muerte, venderlas y cederlas,
sin perjuicio de la prescripción que competa al deudor. Es decir, se podrá
alegar prescripción de las cuotas alimenticias atrasadas; pero no del derecho
a pedir alimentos. Por ejemplo: Luis Fernando, que tiene 16 años, demanda

66
Fernando Badillo Abril

a su padre en proceso de fijación de cuota alimentaria, proceso que culmina


con su regulación en la suma de $200.000 mensuales. En el proceso de regu-
lación de la cuota de alimentos no se podrá alegar la prescripción extintiva
del derecho a pedirlos, con base en el hecho de que el actor, desde los 5 años,
pudiendo haberlo hecho, no inició el correspondiente proceso. En cambio,
con relación a las cuotas fijadas, sí se podrá alegar la prescripción extintiva, a
partir de la exigibilidad de cada una de ellas.
La posibilidad de alegar la prescripción extintiva de las cuotas alimentarias
fijadas la establecía también el derogado artículo 159 del Decreto 2737 de
198954, Código del Menor, al igual que lo establece el artículo 133 de la Ley
1098 de 200655, Código de la Infancia y de la Adolescencia. En otras palabras,
la oportunidad que tiene el deudor de alegar la prescripción extintiva de las
obligaciones alimentarias ya reguladas y causadas no sólo se encuentra en
el Código Civil, sino también en el Código del Menor y en el Código de la
Infancia y de la Adolescencia.
No obstante, se ha considerado que no se podrá alegar la excepción de pres-
cripción extintiva respecto del cobro de cuotas alimentarias causadas, al
regularse en el artículo 152 del Código del Menor que la demanda ejecutiva
de alimentos provisionales y definitivos se adelantará sobre el mismo expe-
diente, en cuaderno separado, por el trámite ejecutivo de mínima cuantía
en el cual no se admitirá otra excepción que la de pago, y de manera similar
en el numeral 5 del artículo 397 del Código General del Proceso que, en las
ejecuciones de que trata este artículo, sólo podrá proponerse la excepción de
cumplimiento de la obligación,.
La postura de no permitir alegar otra excepción perentoria diferente al pago o
cumplimiento de la obligación de las cuotas alimentarias atrasadas se admitía

54
Artículo 159. Pese a lo dispuesto en el artículo precedente, las pensiones alimenticias
atrasadas podrán renunciarse o compensarse y el derecho de demandarlas transmitirse
por causa de muerte, venderse o cederse, con autorización judicial, sin perjuicio de la
prescripción que le compete alegar al deudor.
55
Artículo 133. Prohibiciones en relación con los alimentos. El derecho de pedir alimentos
no puede transmitirse por causa de muerte ni venderse o cederse de modo alguno ni
renunciarse. El que debe alimentos no puede oponer al demandante en compensación
lo que el demandante le deba a él. Sin embargo, las pensiones alimentarias atrasadas
podrán renunciarse o compensarse y el derecho de demandarlas transmitirse por causa
de muerte, venderse o cederse, con autorización judicial, sin perjuicio de la prescripción
que le compete alegar al deudor.

67
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

en las ejecuciones adelantadas para el pago de alimentos provisionales o de


cuotas reguladas en la sentencia proferida en el respectivo proceso; y no en
las ejecuciones que se adelanten para el pago de alimentos cuyo origen sea
distinto al decreto judicial, sea provisional o definitivo de estos, como en el
caso de un acuerdo privado entre alimentante y alimentario.
Al respecto, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, en
Sentencia del 17 de noviembre de 199956, citada en la Sentencia del 12 de
agosto de 2015 de la misma Corte57, manifestó lo siguiente:

(…) [L]a disposición últimamente citada sólo es aplicable para el cobro


ejecutivo de alimentos provisionales y definitivos fijados en procesos de
alimentos, pues se ubica a continuación de las normas que regulan el
trámite de dicha clase de juicios y prescribe: “La demanda ejecutiva
de alimentos provisionales y definitivos se adelantará sobre el mismo
expediente, en cuaderno separado (…)”. Es decir, se aplica en los casos
de fijación de alimentos por el juez de familia o, en su defecto, por el
municipal del lugar de residencia del menor, gracias a la iniciación de
un proceso contencioso, por lo que mal podría extenderse en su parte
restrictiva, esto es, en la prohibición de admitir excepciones distintas a
la de pago, a los eventos en que la cuota alimentaria se fija por acuerdo
de las partes en una audiencia de conciliación realizada ante un funcio-
nario administrativo como lo es el defensor de familia (…).

Afortunadamente, en la Sentencia STC10699/15 del 12 de agosto de 2015, la


Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, mediante ponencia
del magistrado Luis Armando Tolosa Villabona, cambió de postura. En dicha
providencia se aceptó que, sin importar el origen del título ejecutivo de
alimentos, es válido proponer cualquier excepción de mérito diferente al pago
de la obligación; en un aparte de dicha decisión la Corte expresó lo siguiente:

En el presente evento, con miras a salvaguardar los derechos del extremo


pasivo en este tipo de juicios, se admitirá que, en todos los casos, sin
importar el origen del documento pábulo del cobro judicial, es válido

56
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Civil, Sentencia del 17 de noviembre
de 1999, Expediente 76246, reiterada en los fallos del 10 de octubre de 2012, Expediente
00104-01, y del 6 de agosto de 2013, Expediente 2013-0271-01.
57
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Civil, Sentencia STC10699 del 12 de
agosto de 2015, magistrado ponente Luis Armando Tolosa Villabona.

68
Fernando Badillo Abril

proponer excepciones de mérito diferentes a las de pago, efectuando una


interpretación amplia del precepto 509 del Código de Procedimiento.

Si se puede alegar la excepción de prescripción extintiva de las cuotas alimen-


tarias vencidas en el escenario de un proceso ejecutivo por alimentos, sin
importar el origen del título ejecutivo, surge la pregunta acerca del tiempo
de prescripción de cada cuota alimentaria. La respuesta se encuentra en el
artículo 2536 del Código Civil, que señala que la acción ejecutiva se prescribe
por cinco años.
A pesar del cambio de postura de la Corte Suprema de Justicia de permitir
alegar en todo proceso ejecutivo por obligaciones alimentarias, sin importar
el origen del título ejecutivo, la excepción de prescripción extintiva, incluso
en contra de menores de edad, es importante recordar que este tipo de pres-
cripción se suspende en favor de las personas enunciadas en el artículo 2530
del Código Civil58; entre ellas, los menores de edad, tal como lo señala el
inciso primero del artículo 2541 del Código Civil59.
Sobre la suspensión del término de 5 años de la prescripción extintiva, el
tratadista Ramírez Sánchez60 comenta:
En ese tiempo el menor siempre se encuentra beneficiado por lo
dispuesto en el artículo 2530 del Código Civil, toda vez que la pres-
cripción se suspende “A favor de los incapaces y, en general, de quienes
se encuentran en tutela y curaduría”. Entonces, la prescripción de los
alimentos para menores de edad comienza a constarse a partir del día

58
Artículo 2530. Suspensión de la prescripción ordinaria. Artículo modificado por el
artículo 3 de la Ley 791 de 2002. El nuevo texto es el siguiente: La prescripción ordinaria
puede suspenderse sin extinguirse; en ese caso, cesando la causa de la suspensión, se le
cuenta al poseedor el tiempo anterior a ella, si hubo alguno. La prescripción se suspende
a favor de los incapaces y, en general, de quienes se encuentran bajo tutela o curaduría.
Se suspende la prescripción entre el heredero beneficiario y la herencia. Igualmente,
se suspende entre quienes administran patrimonios ajenos como tutores, curadores,
albaceas o representantes de personas jurídicas, y los titulares de aquellos. No se contará
el tiempo de prescripción en contra de quien se encuentre en imposibilidad absoluta de
hacer valer su derecho, mientras dicha imposibilidad subsista.
59
Artículo 2541. Suspensión de la prescripción extintiva. La prescripción que extingue las
obligaciones se suspende en favor de las personas enunciadas en el numeral 1 del artículo
2530.
60
RAMÍREZ SÁNCHEZ, John Eisenhower. El derecho de alimentos. Bogotá: Leyer, 2017.
p. 147.

69
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

siguiente a su mayoría de edad; cumplidos los 18 años, comienza a


correr todo término prescriptivo en su contra.

Es necesario aclarar que dicha suspensión no puede durar más de diez años,
aunque el alimentario no haya llegado a la mayoría de edad, tal como lo
señala de manera categórica el inciso 2 del artículo 2541 del Código Civil,
reformado por el artículo 10 de la Ley 721 de 200161.
La suspensión de la prescripción implica que el término que se venía
contando, si lo hubo, se paraliza para reanudarse en lo que falte, una vez
que desaparezca el motivo que la generó. Lo que ocurriría en el caso citado
más arriba, cuando el menor llegue a la mayoría de edad, siempre y cuando
este hecho no sea superior a diez años, término máximo de suspensión de la
prescripción extintiva.
Lo anterior se puede explicar mejor con el siguiente ejemplo: Cuando Luis
Fernando tenía un año le fue regulada una cuota alimentaria. 14 años después,
a través de su representante legal, inicia el proceso ejecutivo en contra del
deudor, por cuanto no ha cancelado ninguna de las cuotas alimentarias
causadas desde su fijación. Si, notificado el deudor, propone la excepción de
prescripción extintiva de las cuotas alimentarias, esta no podrá ser fallada en
su favor, porque, en contra del menor no correrá el término de prescripción
extintiva por el término de 10 años, al estar suspendida esta por ese término.
Es decir, la prescripción extintiva se empezará a contar a partir de los 11 años
del menor, lo que implica que ninguna de las cuotas alimentarias ejecutadas
estará prescrita sino después de los cinco años siguientes; en nuestro caso,
desde los 16 años de Luis Fernando. Como se demandó a los 15 años del
demandante, la excepción de prescripción extintiva no debe prosperar.
Pero, si en el ejemplo anterior, la cuota se reguló cuando Luis Fernando
tenía 15 años, la suspensión de la prescripción extintiva durará hasta que
este adquiera la mayoría de edad, a los 18 años. A partir de ese momento se
contará, individualmente, por cada cuota alimentaria, el término de pres-
cripción de 5 años. Si Luis Fernando demanda a sus 25 años el pago de todas
las cuotas reguladas en su favor, estarán prescritas sólo las cuotas causadas
desde los 18 a los 20 años del actor.

61
Artículo 2541. Inciso modificado por el artículo 10 de la Ley 791 de 2002. Transcurridos
diez años, no se tomarán en cuenta las suspensiones mencionadas en el inciso prece-
dente.

70
Fernando Badillo Abril

10. La muerte del alimentante y la extinción de la obli-


gación alimentaria
Recientemente ha generado especial interés contestar la pregunta de si la
muerte del alimentante es causal de extinción de la obligación alimentaria a
su cargo. La respuesta se encuentra en recientes fallos de la Corte Constitu-
cional y de la Corte Suprema de Justicia, tales como la Sentencia T-199 de
2016 de la Corte Constitucional y la Sentencia STC-9523/16 de la Sala Civil
de la Corte Suprema de Justicia. Antes de entrar en el estudio de estos fallos,
debe observarse qué indica al respecto el Código Civil colombiano.
Ninguna disposición del Código señala que la muerte del alimentante
extingue la obligación alimentaria que este tenía con su alimentario. Si bien
es cierto que la muerte del alimentante (o según el artículo 416 del C. C.,
en caso de insuficiencia del título preferente podrá recurrirse a otro, a dife-
rente obligado) se estaría refiriendo a una situación diferente a la estudiada
aquí, este sería el caso de la muerte del padre alimentante de su hijo menor,
lo que permitiría solicitar alimentos al abuelo del alimentario.
El legislador civil establece implícitamente que la muerte del alimentario
extingue la obligación del alimentante de los alimentos futuros; no respecto
a los ya regulados y debidos. Esto se extrae de la lectura del artículo 422
del Código Civil, cuando precisa que los alimentos que se deben por Ley
se entienden concedidos por toda la vida del alimentario, continuando las
circunstancias que legitimaron la demanda.
Es cierto que aún no se ha contestado la pregunta planteada. La respuesta
se encuentra en los artículos 1016 y 1226 a 1229 del Código Civil, normas
que tratan el tema de las asignaciones forzosas que gravan la masa de
bienes hereditarios del causante. En el primero se indica que las asigna-
ciones alimenticias forzosas, disposición aplicable a las sucesiones testadas
e intestadas, se deducirán del acervo o masa de bienes que el difunto ha
dejado. En los restantes artículos se establece cuáles son las asignaciones
forzosas que el testador está obligado a realizar, y que se suplen cuando
no las ha hecho, entre ellas los alimentos que se deben por Ley a ciertas
personas.
En síntesis, para el Código Civil colombiano, los alimentos fijados y futuros
a favor del alimentario no se extinguen por la muerte del alimentante, ya
que estos constituyen una asignación forzosa que grava la masa de bienes

71
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

sucesorales; esto es, se deben pagar con los bienes o créditos relictos del
causante, en cualquier clase de sucesión por causa de muerte.
Análisis de la sentencia T-199 de 201662 proferida por la Corte Constitucional.
En esta providencia se estudia el caso de una señora que es acreedora de
alimentos de su esposo, quien se encontraba pensionado por vejez; pensión
de la cual se descontaba un porcentaje para el pago de dichos alimentos.
Al morir el alimentante, su esposa solicitó que se descontara de la pensión
del causante los alimentos señalados a su favor por el juez de familia, a lo
que respondió la entidad pensional que, por la muerte del pensionado, los
alimentos se habían extinguido; además, teniendo en cuenta que la susti-
tución pensional fue otorgada a favor de la hija del causante, no podrían
seguir pagándose con cargo a la pensión.
Aunque la acción de tutela no fue instaurada por no haber pagado la cuota
alimentaria, sino ante la negativa de la sustitución pensional en favor de la
cónyuge del causante, quien a su vez era la acreedora de los alimentos, la
Corte Constitucional, en la sentencia estudiada, manifiesta que la obligación
alimentaria no se extingue por la muerte del obligado, al existir bienes o
créditos en favor del causante; concretamente, al existir la pensión por vejez
a favor de este, pensión que, salvo confusión, esto es, que el acreedor de
alimentos se convierta en beneficiario del 100% de la sustitución pensional
del deudor, lo cual no ocurrió en este caso, debe seguir soportando el pago
del crédito por alimentos, a pesar de que se haya sustituido la misma. Por
ello, ordenó a la entidad respectiva seguir descontando de la pensión de la
causante sustituida en favor de su hija la obligación alimentaria hasta tanto
las circunstancias sigan vigentes, como en caso de que las necesidades del
alimentario persistan.
En la sentencia T-199/16, la Corte Constitucional señala que se sigue la
línea jurisprudencial de dicha corporación y cita como antecedentes de esta
decisión las Sentencias T-1096 de 2008, T-506 de 2011 y T-177 de 2013, en
las cuales la Corte reitera que los alimentos causados y futuros a favor de
una persona no se extinguen por la muerte del obligado, si este ha dejado
bienes o créditos a su favor, como las pensiones por vejez.

62
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-199/16, magistrado ponente Jorge Iván
Palacio Palacio, Expedientes T- 5.310.874 y T-5.301.697 (acumulados), 26 de abril de
2016.

72
Fernando Badillo Abril

Por otra parte, en la Sentencia STC-3147 de 201763, proferida por la Sala


Civil de la Corte Suprema de Justicia, se estudió el caso de una obligación
alimentaria decretada en un proceso judicial a favor de una hija y en contra
de su padre; ante el fallecimiento de este último, su hija, quien a su vez era
acreedora de los alimentos, solicitó la apertura del proceso de sucesión y la
inclusión dentro del pasivo sucesoral de los alimentos causados después de la
muerte del alimentante. El juez negó la inclusión dentro del pasivo sucesoral
de los alimentos que se le debían a la hija, al considerar que sólo se podrían
incluir los alimentos causados y no pagados, pero no los causados con poste-
rioridad a la muerte del obligado, como se pretendía.
En la mencionada sentencia de tutela, la Corte Suprema de Justicia concede
el amparo reclamado, al considerar que los alimentos causados después de
la muerte del obligado no se extinguen; por el contrario, se deben pagar con
cargo a la masa de bienes de la sucesión, citando como respaldo los artículos
1016 y 1226 a 1229 del Código Civil, en los cuales se incluyen los alimentos
ya fijados a la muerte del alimentante como una asignación forzosa que nece-
sariamente debe pagarse en la sucesión del causante con los bienes relictos.
En esta decisión la Sala Civil y Agraria de la Corte distingue los alimentos
debidos a la muerte del causante obligado a su pago, de los alimentos
causados después de este hecho; manifiesta que los primeros son un pasivo
común de la sucesión, pero los segundos se convierten en una asignación
forzosa que grava los bienes sucesorales. Aunque no se traslada la obligación
alimentaria a los herederos del obligado cuando este muere, deben seguir
respondiendo por ellos con los bienes que haya dejado el causante, en la
forma ya mencionada.
El estudio de las normas del Código Civil señaladas y de las sentencias profe-
ridas por las altas Cortes da lugar a las siguientes conclusiones:
En primer lugar, no se aplican dichas disposiciones a los alimentos causados
y adeudados a la muerte del obligado; dado que los valores que estos arrojen
constituyen un pasivo común de la sucesión. En segundo lugar, las normas
hacen alusión a los alimentos ya regulados y futuros, independientemente
del título pábulo de la obligación; es decir, a los alimentos aún no debidos
a la muerte del causante obligado a su pago, que no se extinguen por este

63
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sentencia STC-3147/17, Sala Civil y Agraria,
magistrado ponente Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo, radicación n. ° 23001-22-14-000-
2016-00497-02, 9 de marzo de 2017.

73
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

hecho, sino que se deben pagar con los bienes que haya dejado el causante.
En tercer lugar, estos alimentos fijados y futuros no podrán pagarse con los
bienes propios de los herederos del causante, salvo que hayan aceptado la
herencia pura y simple; por ello, no se trasmiten a sus herederos64, sino que
gravan la sucesión, en la medida en que existan bienes para su pago, excepto
cuando el testador haya impuesto esa obligación a uno o más partícipes
de la sucesión65. Por último, debido a lo anterior, la muerte del obligado
al pago de alimentos ya causados no extingue la obligación alimentaria,
siempre y cuando el causante haya dejado bienes o créditos para su pago.

Conclusiones
El C. G. P. destaca, como aspectos positivos de la regulación, en los procesos
relativos a las obligaciones alimentarias, los siguientes:
La unificación de los procesos declarativos, independientemente de que
intervengan personas menores o mayores de edad como demandantes o
demandadas, por lo cual se derogó la remisión que hacía el Código de la
Infancia y de la Adolescencia al proceso de alimentos regulado en el Código
del Menor, así como las disposiciones que aún se encontraban vigentes en
este Código.
La exigencia de que, cuando se solicite la regulación de alimentos provisio-
nales, se acredite, además de la capacidad del alimentante, la capacidad del
alimentario, especialmente cuando se pretenda por un valor superior a un
salario mínimo legal vigente.
El hecho de permitir adelantar las pretensiones de incremento, disminución
y exoneración de alimentos ante el mismo juez que reguló con anterioridad
la cuota, en el mismo expediente para ser decididos en audiencia, previa
citación a la parte contraria, y se sugiere que se incluyan también las preten-
siones de una nueva fijación y restitución de las cuotas alimentarias pagadas
indebidamente.

64
Art. 424 del Código Civil. El derecho a pedir alimentos no puede transmitirse por causa
de muerte ni venderse o cederse de modo alguno ni renunciarse.
65
Conforme a lo previsto en el artículo 1227 del Código Civil, que señala lo siguiente: Los
alimentos que el difunto ha debido por Ley a ciertas personas gravan la masa hereditaria,
excepto cuando el testador haya impuesto esa obligación a uno o más partícipes de la
sucesión.

74
Fernando Badillo Abril

La autorización de la solicitud de alimentos provisionales como medida


cautelar anticipatoria del fallo en los procesos de investigación de la pater-
nidad o maternidad, en la demanda o en cualquier estado del proceso,
cuando haya un fundamento razonable o se presente un dictamen de
inclusión de la paternidad.
La facultad del juez, aunque se trate de un juez de oficio, de decretar las
pruebas necesarias para establecer la capacidad económica del alimentante
y las necesidades del alimentario.
Por otra parte, se señalan como aspectos negativos (o que se pueden
mejorar) de la regulación del C. G. P. de los procesos relativos a las obliga-
ciones alimentarias los siguientes puntos:
La vigencia de la disposición del Código de Procedimiento Civil de que, en
las ejecuciones de que trata el artículo 397 del C. G. P. sólo podrá propo-
nerse la excepción de cumplimiento de la obligación; disposición que,
afortunadamente, fue desatendida en la Sentencia STC10699-2015 del
12 de agosto de 2015, por la Sala de Casación Civil y Agraria de la Corte
Suprema de Justicia, mediante ponencia del magistrado Luis Armando
Tolosa Villabona, a través de la cual se autorizó la proposición de cualquier
excepción en el escenario de un proceso ejecutivo por alimentos en favor
de menores de edad.
La falta de claridad en cuanto a la competencia y el trámite de las preten-
siones de fijación y restitución de cuotas alimentarias, cuando un juez haya
conocido con anterioridad, entre las mismas partes, cualquier pretensión
declarativa de alimentos; no obstante, en consonancia con lo dispuesto en
el numeral 2 del artículo 390 del C. G. P., que las conocerá el mismo juez
que haya conocido cualquiera de ellas, en trámite que se adelantará en el
mismo expediente, para ser decidida en audiencia, de la misma manera que
las pretensiones de incremento, disminución y exoneración.
Los créditos por concepto de alimentos en favor de menores de edad gozan
de prelación respecto de los demás créditos, al ser ubicados por el legislador
y la Corte Constitucional en la primera clase de los créditos de la primera
clase; a pesar de ello, no gozan de prelación de embargos en relación con
acreedores que tengan garantías reales. Por este motivo, cuando varios
acreedores persigan al mismo tiempo un inmueble que pertenece al deudor,
prevalecerá el embargo del acreedor hipotecario o prendario (garantía

75
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

mobiliaria), aunque haya embargado primero o después del acreedor por


cuotas alimentarias.
La prelación del crédito, como consecuencia de lo anterior, cuyo origen sea la
obligación alimentaria a favor de un menor de edad, se hace exigible a través
de lo dispuesto en el artículo 465 del C. G. P., en cuyo caso el juez del proceso
de alimentos debe comunicar al juez civil del proceso ejecutivo con garantía
real a fin de establecer el monto de la obligación alimentaria para que, en
el momento del remate del bien, proceda a cancelar a los acreedores en la
forma que establece el legislador; todo ello sin perjuicio de lo previsto en el
inciso 2 del artículo 2500 del Código Civil66.
El gran avance que se presenta al permitir proponer y dar trámite a cualquier
excepción distinta a la de pago o cumplimiento de la obligación, como la
de prescripción extintiva, en el escenario de un proceso ejecutivo para el
pago de cuotas alimentarias. No obstante, cabe recordar que este tipo de
prescripción se suspende por un término máximo de diez años, en favor de
las personas señaladas en el artículo 2530 del Código Civil, entre ellas los
menores de edad. Una vez que lleguen a la mayoría de edad, o antes, si han
pasado los diez años, el término de prescripción extintiva se empieza a contar
y, a partir de su cómputo, se debe esperar cinco años de inactividad del titular
de ese derecho, ya que cada cuota prescribe, con base en el artículo 2536 del
Código Civil, en un plazo de cinco años.
La reiteración en recientes fallos de la Corte Constitucional y de la Corte
Suprema de Justicia, Sentencia T-199 de 2016 de la Corte Constitucional y
Sentencia STC-3147/17 de la Corte Suprema de justicia, de que la muerte
del alimentante no es causal de extinción de la obligación alimentaria a su
cargo, siempre y cuando el causante haya dejado bienes o créditos a su favor,
constituyendo los alimentos causados después de la muerte del obligado
una asignación forzosa que grava los bienes sucesorales, que se debe hacer
cumplir no sólo en las sucesiones intestadas, sino en las sucesiones testadas,
aun en contra de la voluntad del testador.

66
El déficit se dividirá entonces entre las fincas hipotecadas a proporción de los valores
de estas, y lo que a cada una corresponda se cubrirá con ella, en el orden y forma que se
expresan en el artículo 2495.

76
Fernando Badillo Abril

Referencias
LÓPEZ BLANCO, Hernán Fabio. Procedimiento civil. (Tomo II). Bogotá:
Dupré Editores, 2004.
MEDINA PABÓN, Juan Enrique. Derecho civil-derecho de familia. Bogotá:
Universidad del Rosario, 2008.
GIRALDO CASTAÑO, Jesael Antonio. Principales reformas introducidas
a los procedimientos en materia de familia por el Código General del
Proceso, Memorias del XXXV congreso colombiano de derecho procesal.
Cartagena, 2014.
RAMÍREZ SÁNCHEZ, John Eisenhower. El derecho de alimentos. Bogotá:
Leyer, 2017.

Jurisprudenciales
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-388/00, Expediente D-2588,
magistrado ponente Eduardo Cifuentes Muñoz.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-1195/01, magistrados ponentes
Manuel José Cepeda Espinosa y Marco Gerardo Monroy Cabra.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-092/02, magistrado ponente
Jaime Araujo Rentería.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-557/02, magistrado ponente
Jaime Córdoba Triviño.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-664/06, magistrado ponente
Humberto Antonio Sierra Porto.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-685/14, magistrado ponente
Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, Expediente T-4362024.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-258/15, magistrado ponente
Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, Expediente D-10341.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-199/16, magistrado ponente
Jorge Iván Palacio Palacio, Expedientes T- 5.310.874 y T-5.301.697
(acumulados).
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-1096/08, magistrado ponente
Clara Inés Vargas Hernández.

77
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-506/11, magistrado ponente


Humberto Antonio Sierra Porto.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-177/13, magistrado ponente
María Victoria Calle Correa.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Civil, Sentencia del 17
de noviembre de 1999, Expediente 76246, reiterada en los fallos del 10 de
octubre de 2012, Expediente 00104-01, y del 6 de agosto de 2013, Expe-
diente 2013-0271-01.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Civil, Sentencia
STC10699 del 12 de agosto de 2015, magistrado ponente Luis Armando
Tolosa Villabona.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala Civil y Agraria, Sentencia
STC-3147/17 del 9 de marzo de 2017, magistrado ponente Aroldo Wilson
Quiroz Monsalvo, radicación n. ° 23001-22-14-000-2016-00497-02

Legales
Constitución Política
Código Civil
Código de Procedimiento Civil
Decreto 624 de 1989 (Estatuto Tributario de Impuestos)
Decreto 2737 de 1989 (Código del Menor)
Ley 640 de 2001
Ley 791 de 2002
Ley 1098 de 2006 (Código de la Infancia y la Adolescencia)
Ley 1564 de 2012 (Código General del Proceso)
Ley 1579 de 2012

78
Concepción genérica de
la mujer y la familia en un país
en tránsito hacia la paz

Paula Mazuera*

En sociedades destrozadas por la guerra, frecuentemente


son las mujeres las que mantienen a la sociedad en marcha…
Usualmente son las principales defensoras de la paz.
KOFI ANNAN

* Candidata a Doctora de la Universidad Libre de Bogotá, Magíster en Derecho de la


Universidad de Manizales, Especialista en Derecho Constitucional de la Universidad
Libre, Abogada, Docente Investigadora de la Universidad Libre. ORCID ID https//orcid.
org/0000-003-0769-7149.
Las reformas al proceso de alimentos en el código general del proceso

Resumen
El presente documento es producto de la lectura y discusión de
la víctima, desde la perspectiva del género y, en particular, de la
condición femenina y la forma en que se estructura el ser de las
mujeres, en imaginarios que inevitablemente se remontan a la
historia de la cultura occidental; de esta manera, la construcción
de una identidad genérica como poder para diferenciarse del
sexo (identificación de las características biológicas), abarca las
necesidades de independencia, mismisidad y otredad, que le
dan valor a la mujer, más allá de sus características fisiológicas,
políticas y reproductivas, que le impiden actuar con autonomía
en los contextos del conflicto armado colombiano.
Palabras clave: Mujer, familia, paz, guerra y postconflicto

Abstract
The present document arises from the reading and discussion of
the victim, from the perspective of gender and specifically about
the female condition and the way in which the being of women
is structured, in imaginaries that inevitably refer to the history
of Western culture, Thus, the construction of a generic identity
as a power to differentiate itself from sex (identification of
biological characteristics), includes the needs for independence,
self-identity and otherness that give it value beyond its physi-
ological, political and reproductive characteristics that impede
its autonomy in the contexts of the Colombian armed conflict.
Keywords: Woman, family, peace, war and postconflict

80
La perspectiva del género
Desde la perspectiva del género, se considera que las mujeres han sido
víctimas de una violencia sistemática en el contexto de un conflicto interno
por parte de quienes decidieron qué hacer con ellas; pasando de la anulación
de su identidad política y cultural a su anulación f ísica y emocional.
Tradicionalmente, la mujer ha estado sujeta, constreñida, cautiva1 de una
identidad patriarcal que determina su ser y su hacer; una identidad que
durante siglos la ha determinado como inferior, menos inteligente, más
candorosa y recogida en el seno de su hogar para beneficio y satisfacción del
hombre.
La inferiorización de las mujeres justifica la discriminación que las
excluye selectivamente de espacios, actividades y poderes, a la vez que
las incluye de manera compulsiva en otros espacios teóricamente irre-
nunciables. Por ello, la naturaleza, la incapacidad, la incompletud, la
impureza, la minoridad y el equívoco han sido comentados en la iden-
tidad natural de las mujeres incapaces, impuras, menores y fallidas2.

En ese contexto, en Colombia, a principios del siglo pasado, la mujer, aún


dependiente de un páter de familia estaba invalidada para tomar decisiones,
y culturalmente educada para la feminidad y la obediencia, lo que fue óbice
para que el proceso de lucha por sus derechos tardara en consolidarse como
un proyecto feminista; así lo expresa Ofelia Uribe en el documental La Revo-
lución pacífica de las mujeres:

El perfume de la feminidad era un perfume ‘intersenciado’ que residía


en la cabeza de la mujer y, al menor contacto con las disciplinas de

1
El término cautiva es acuñado por la escritora Marcela Lagarde para referirse a la
condición social y política de las mujeres en una cultura patriarcal de la que no pueden
desprenderse sino con el reconocimiento de su propia condición.
2
LAGARDE, 2003, p. 15.

81
Concepción genérica de la mujer y la familia en un país en tránsito hacia la paz

la inteligencia, se evaporaba el perfume y quedaban convertidas en


marimachos horrendos. No se podía hablar de derechos porque se
les evaporaba el perfumo; entonces las mujeres huyeron espantadas
y ninguna quería ser feminista, por eso fueron todas enemigas de los
derechos, ninguna quería perder el perfumito3.

La cultura imperante le recordaba a una sociedad embebida en los principios


recalcitrantes del catolicismo que existía una jerarquía santa que no se podía
transgredir, donde las mujeres eran parte accesoria del hombre:
Entonces el señor Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre y
este se durmió. Y Dios tomó una de sus costillas y cerró la carne en su
lugar. De la costilla que el señor Dios había tomado del hombre, formó
una mujer y la trajo al hombre (Génesis 2: 21-23).

Cierta interpretación literal y de tradición colonialista hacía pensar lo


masculino en términos universales y lo femenino en especificidades respecto
de aquel; pero ambos, naturalmente, superior-inferior, dominador-dominada.
La misma Constitución de 1886 permite entrever esta supremacía de la
Iglesia y sus preceptos, al estar absolutamente consagrados a un supremo
páter que todo lo cobija, y en el cual se reafirma la hegemonía del varón sobre
los demás seres, “en nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad”
(Diario Oficial , 1886, pág. 1); también de reverencia por los valores cris-
tianos, como se observa en los artículos 38, 39, 40 y 41 de esa Constitución
Política, que se refieren a la observancia de la religión católica como única
y verdadera para los ciudadanos, a su enseñanza y al actuar de acuerdo con
ella, así como a los derechos que le asisten a la Iglesia en el Estado.
Así las cosas, el siglo pasado puede verse y entenderse como un siglo en
el que los valores femeninos quedan circunscritos a lo privado, la casa, el
bordado, la educación cristiana de los hijos, el cuidado de los ancianos y la
subordinación a la cabeza de hogar, el hombre, proveedor, independiente,
determinista y libre.
Sin embargo, las mujeres, a lo largo de ese siglo, aunque, se hallaban invisi-
bilizadas, realizaron grandes aportes en la construcción de la sociedad, en
la lucha por las reivindicaciones sociales y los derechos ciudadanos, pero

3
URIBE DE ACOSTA, 1984, 1’02”.

82
Paula Mazuera

sin conciencia clara del género, solamente como protectoras de los otros;
así, por ejemplo, en los años 30 encontramos a María Cano, una mujer de
grandes luchas cuya consigna principal era la equidad y la justicia, contri-
buyendo de esta forma a la emancipación proletaria y un poco, como mujer,
en la lucha por liberarse de la esclavitud del confesionario, de las cadenas del
marido y de que este administrara los bienes.
No obstante, la historia de la Roja María ha sido invisible en la tinta de los
historiadores colombianos. Luego, hacia mediados del siglo, la mencionada
Ofelia Uribe, en compañía de un grupo de mujeres, encabezan las luchas por
los derechos civiles y políticos, campaña que les resulta en los más cruentos
calificativos, como mujeres marimachos, incendiarias, locas y hasta brutas.
Entonces cursaba el proyecto sobre capitulaciones matrimoniales, el
régimen de capitulaciones matrimoniales, y mi trabajo presentado
fue sobre eso, por la independencia económica de la mujer (…), que
produjo un escándalo espantoso en Bogotá; las mujeres pidiendo
derechos, ¡qué horror!, ¿las mujeres manejar sus bienes? Eso era una
herejía, estábamos locas4.

En el Congreso se dijo entonces que financiar el derecho de capitulaciones


matrimoniales era la propia financiación del adulterio.
Los hombres expresaban gran desprecio por la lucha femenina, no consentían
que aquellas a quienes siempre habían subyugado o, más bien, sometido,
pretendieran salirse de ese marco. Así se puede observar en Ensayos sobre
La Gran Colombia, del escritor Fernando González, quien, en 1936, escribe
lo siguiente:
¿Qué es lo natural en la mujer? El amor. Y la práctica del arte y de la
ciencia la embellece tan sólo cuando coadyuva a su destino amoroso.
Que estudie y practique el arte y la filosof ía, pero como perfección de
su destino. Entonces es más amorosa aún. Cuando reniega del amor, de
los niños, y estudia para votar, para gobernar, para ser virago, la mujer
pierde la inocencia. Es ejemplar de vanidad. El destino amoroso de la
mujer es evidente anatómica y síquicamente. Todo indica que la mujer
es amante y madre. La mejor prueba está en las siguientes observa-
ciones que todos pueden hacer:

4
Ibid, 3’13”.

83
Concepción genérica de la mujer y la familia en un país en tránsito hacia la paz

a) Ningún ser tan vacío, más repugnante y ficticio que la bachillera,


aquella que reniega del amor y toma como sucedáneo o venganza las
ciencias o las artes.
b) Ninguna hermosa es bachillera. Coincide el bachillerismo con la
sequedad vital.
c) Siempre, por inteligente que sea una mujer, por sabia que sea, si no
es madre, si no tiene vitalidad maternal en potencia, su trato repugna y
esteriliza a las almas masculinas.
Un ser que carece de la acometividad fecundante del hombre y de la
ansiosa receptividad femenina es prototipo de vanidad. La vida no
admite seres neutros. La bachillera, creación del maquinismo, del posi-
tivismo democrático-católico, es ejemplar repugnante de lo vano. La
cortesana griega, esa sí practicaba la filosof ía, las artes y ciencias, como
ayudas genésicas. En ella, arte y filosof ía eran adornos, sonrisas de la
fecundación y del parto. Una de ellas fue la que enseñó a Sócrates la
ciencia del amor, origen del universo y de los dioses; otra fue la que
perfeccionó a Pericles (…), y se puede decir que la mujer griega no
estuvo ausente un solo día en ese milagro mediterráneo5.

En este escenario lleno de calificativos para las mujeres, por fin ellas
obtienen el derecho al voto en 1957, durante el gobierno del general Rojas
Pinilla, pero no fue un derecho dado por la voluntad del hombre y, aunque
tanto liberales como conservadores se arrogaban dicha conquista, la lucha
estuvo encabezada por aquel grupo de mujeres “locas y alborotadas”
capaces de tomarse las instalaciones del Honorable Congreso para hacerse
escuchar y, por qué no, era también una estrategia política, sin duda favo-
rable para el general.
Posteriormente, las mujeres comenzaron a reforzar sus habilidades políticas
y, poco a poco, se convirtieron en sujetos políticos de atención. Además, con
la llegada de nuevas corrientes de pensamiento y una revolución musical que
alcanzó estas latitudes, las perspectivas femeninas empezaron a cambiar;
ya no se trataba de mujeres que luchaban por el mínimo de sus derechos,
sino de seres con necesidades y deseos que culturalmente se les presentaban
como oportunidades. La condición femenina no se da con el derecho al voto,
sino con la plena ejecución de sus libertades.

5
GONZÁLEZ, F. Ensayos sobre La Gran Colombia, 1936.

84
Paula Mazuera

Pasados los años 50 y con el recrudecimiento del conflicto interno parecía


que las libertades conseguidas quedaban empañadas; las mujeres ya no
sufrían por la consecución de sus derechos políticos, ahora el ser de las
mujeres estaba signado por la guerra, por el cuidado de sus heridos y por la
protección de su ser.
Sus huellas históricas se encuentran marcadas por las narrativas del dolor, en
sus cuerpos y en sus espíritus hay huellas dolorosas que asisten al desmem-
bramiento de la familia, a la pérdida de la escuela y el retorno al hogar, en
un deseo constante de quitarse la violencia del cuerpo y del alma; pues la
identidad de la guerra “siempre tiene un componente moral, un modo de ser,
de pensar y de vivir6”, que las deja inválidas, presas, desconcertadas, unidas
irremediablemente al sufrimiento.
Ante los hechos violentos las mujeres han cumplido inexorablemente el
papel del testigo ya sea por su posición genérica que las obliga a quedarse, a
recoger a sus muertos, a seguir sin un compañero o sin sus hijos, o a repo-
nerse y limpiarse de la destrucción, o como sujeto que padece la violencia,
inerme frente al violento, indefensa ante la justicia.
Sin embargo, la mujer puede y debe nombrar la violencia, la del Estado, la
insurgencia y la contrainsurgencia, triada que busca, sin más, refundar el
Estado, anulando de tajo a la víctima. Desde finales de los 50 hasta la actua-
lidad, “se produjeron una cantidad importante de víctimas reducidas al “puro
cuerpo”, al ser marcadas por el dolor hasta la muerte sobre sus carnes, o al ser
obligadas a huir de sus lugares de origen, de su comunidad o trabajo7”.
Los relatos de la violencia contra las mujeres se señalan desde diversas moti-
vaciones, en documentos aportados por el Centro Nacional de Memoria
Histórica, en los que se leen historias de violencia contra las mujeres por
su belleza, por su comportamiento en sociedad, por estar vinculadas afec-
tivamente a un miembro activo de los grupos en conflicto, e incluso como
ejemplo de conductas de resistencia; en estos relatos se ve naturalizada la
violencia de género en la culpa que ofrece la conducta impuesta de facto por
los grupos armados al margen de la Ley, que se justifican y analizan en sus
dispositivos y categorías, en sus procedimientos legitimados en sus normas
de decencia.

6
MÈLICH, 2014, p. 144.
7
VERÓN, 2011, p. 39.

85
Concepción genérica de la mujer y la familia en un país en tránsito hacia la paz

La violencia es un discurso, una estructura de la vida humana que se legitima


desde la gramática concebida así:

Una organización articulada de signos, símbolos, imágenes, narra-


ciones, normas, hábitos, costumbres (…) que, por una parte, ordenan
y clasifican el mundo, así como las relaciones que en él se establecen y,
por otra parte, ofrecen y proporcionan normas de conducta respecto a
ese mismo mundo y las interacciones entre sus miembros8.

Los relatos del conflicto-guerra-mujer están atravesados por las lógicas del
discurso; así, muchos de los problemas del género están fundamentados en
las relaciones asimétricas o desiguales entre hombres y mujeres, problemas
que recogen “expresiones culturales” que pretenden dar legitimidad a la
discriminación, la opresión, la violencia basada en el género, las desigual-
dades laborales, sociales, de participación en la toma de decisiones y en la
solución de los conflictos, entre otros aspectos de la vida humana9.

La familia y las leyes


Con la Constitución Política de 1991, la familia, en su condición de unidad
fundamental de la sociedad, es acreedora de los principales esfuerzos del
Estado orientados a garantizar su protección integral y el respeto de su
dignidad, honra e intimidad intrínsecas.
La obligación del Estado de movilizar los mecanismos necesarios para
asegurar la integridad de la familia lleva implícita la facultad de hacer respetar
su protección; su función tutelar se concreta verificando la permanencia de
la familia y la protección de cada uno de sus miembros, situación que, en el
conflicto, no se alcanza, sino que, por el contrario, el Estado se limitó a ver
la violación de los derechos fundamentales de las personas en el ámbito de
la guerra interna. Con dicha Constitución, el Estado social de derecho se
funda en la protección de las personas, atendiendo a sus condiciones sociales
y yendo más allá de la noción individualista de los derechos; es función del
Estado que estos trasciendan el contenido de las normas.
Todas las ramas del poder público son responsables en el cumplimiento de
esta función: la rama judicial, en el ámbito nacional, a través de la Presi-

8
MÈLICH, op. cit., p.10.
9
MAZUERA, 2017, p. 402.

86
Paula Mazuera

dencia de la República, los ministerios, la Policía y el Instituto de Bienestar


Familiar tiene una serie de responsabilidades precisas en lo que concierne a la
violencia. En definitiva, la tarea fundamental del Estado frente a la familia es
su defensa como célula, sancionando a quienes atenten contra su integridad
y vigilando que la sociedad cumpla con sus deberes. Si bien es cierto que el
Estado realizó estos esfuerzos, no se logró el objetivo de protección efectiva
de los derechos fundamentales de las personas relacionadas con contextos
de violencia.
A nivel internacional el Estado adquirió compromisos como la eliminación
de todas las formas de discriminación contra la mujer, aprobada por la Ley
51 de 1981, la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por la
Ley 12 de 1991, y la Convención de Belém do Pará, para prevenir, sancionar
y erradicar la violencia contra la mujer, aprobada por la Ley 248 del 29 de
diciembre de 1995 y, más adelante, la adopción de la Ley 1257 de 2008, sobre
la eliminación de todas las formas de violencia contra la mujer; sin embargo,
la violación de los derechos de las mujeres, los niños y las niñas constitu-
yeron una transgresión directa de los derechos fundamentales enunciados en
la Carta Política durante el conflicto armado colombiano.
Las mujeres tienen los mismos derechos y oportunidades que los hombres y,
por tanto, la discriminación femenina está prohibida, ya que se consagra la
dignidad y la realización de las personas como un derecho fundamental. La
violencia surge cuando el poder se resquebraja, se debilita o se pierde en las
fluctuaciones de la vida social, la voluntad se impone por la fuerza y los actos
violetos pueden provenir del dominante o el dominado10.
Así, la violencia en el contexto colombiano es consecuencia de conflictos
políticos mediados por relaciones de poder, en los cuales se busca anular
o dominar a través de una posición ideológica y, generalmente, prolongar
una historia de subyugación y maltrato, en especial contra la población civil
como receptora del conflicto.
Las relaciones de poder afectan la armonía y estabilidad de la sociedad y, por
lo general, reducen a la mujer a la subordinación a su favor. El estereotipo de
la guerra masculinizada origina nuevas formas de violencia f ísica, psíquica y
sexual ejercida sobre la mujer y otros miembros de la familia, bajo la premisa
de la inferioridad; es una manera de ejercer el poder masculinizante de la

10
FUNDACIÓN FORO NACIONAL POR COLOMBIA, 2001, p. 60.

87
Concepción genérica de la mujer y la familia en un país en tránsito hacia la paz

guerra con el propósito de sostener el dominio del hombre y la discrimi-


nación del otro sexo. “El cuerpo y la sexualidad de las mujeres son, en efecto,
un campo político definido, disciplinado por la producción y para la repro-
ducción (…) el cuerpo de las mujeres es un cuerpo sujeto (…)11”.

El papel de la mujer en el posconflicto en colombia


Los objetivos para el nuevo milenio son enfáticos cuando se demuestran las
relaciones de desigualdad que se presentan entre hombres y mujeres. Ahora
que el país se encuentra en un proceso de paz, es importante conciliar estas
visiones de mundo y velar por el cumplimiento de dichos objetivos, pues
se ha demostrado con lujo de detalles la posición vulnerable de la familia
–encabezada por la mujer– en el momento de hacerse a las prácticas del
derecho; ella, la mujer, es la primera de las víctimas de la guerra, la mujer
es la que sufre las violaciones y la que, después del asesinato de su esposo,
debe hacerse cargo de los hijos. Por ello, la Ley 1448 de 2010 es enfática en
su artículo 114:
Atención preferencial para las mujeres en los trámites administrativos
y judiciales del proceso de restitución. Las mujeres víctimas de despojo
o abandono forzado gozarán de especial protección del Estado en los
trámites administrativos y judiciales relacionados en esta ley. Para
ello, la Unidad Administrativa Especial de Gestión de Restitución de
Tierras Despojadas dispondrá de un programa especial para garantizar
el acceso de las mujeres a los procedimientos contemplados para la
restitución, mediante ventanillas de atención preferencial, personal
capacitado en temas de género, medidas para favorecer el acceso de las
organizaciones o redes de mujeres a procesos de reparación, así como
de áreas de atención a los niños, niñas y adolescentes y discapacitados
que conformen su grupo familiar, entre otras medidas que se consi-
deren pertinentes.

Toda ley se decreta para garantizar el derecho en una circunstancia, por


demás, desfavorable para una de las partes; por esta razón, la Ley 1448 surge
como respuesta a las “pocas solicitudes de ingreso de las mujeres rurales al
Registro de Tierras Despojadas y Abandonadas Forzosamente, sólo el 36.61%

11
Op. cit, 2003, p. 200.

88
Paula Mazuera

de las solicitudes fueron denunciadas por mujeres en calidad de cónyuges o


compañeras12”. Por tanto, las entidades del Estado afrontan retos históricos
que se encaminan a dirimir el pasado genocida que signa el devenir político y
social. Es así como las muestra la Unidad para las Víctimas, como entidades
a nivel nacional y territorial y autoridades locales:
enfrentan retos en relación con la reparación integral de mujeres
víctimas, fundamentalmente en cuatro aspectos: la ausencia de herra-
mientas e instrumentos con enfoque de género y diferencial que tengan
en cuenta las necesidades particulares de las mujeres en las rutas o
protocolos de actuación; la falta de claridad y conocimiento de las
mujeres víctimas sobre los contenidos de su derecho a la reparación
y sobre los procedimientos administrativos establecidos para la reali-
zación de sus derechos; la necesidad de ajuste en los procedimientos
diseñados para el trámite y resolución de las solicitudes de reparación
individual a nivel nacional y territorial; y los recursos disponibles
y tiempos que toman los procedimientos administrativos para dar
cuenta de las medidas de reparación individual y colectiva, en contra-
posición con las necesidades y expectativas de las mujeres víctimas13.

En apartados anteriores se ha demostrado, sin evidenciarlo aún, lo variada y


lesiva que puede resultar la marginación de la mujer; así lo señala el Centro
de Memoria Histórica:
La violencia contra la mujer, ya sea en tiempos de paz o en tiempos de
guerra, ha sido un asunto soslayado o, en el mejor de los casos, mini-
mizado. En el marco de imaginarios de larga data sobre la condición
de inferioridad de la mujer frente al hombre, tienen lugar de manera
continua abusos de diversa índole que, en tiempos de conflicto armado,
se manifiestan de forma diferenciada, según se trate de poblaciones
indígenas, campesinas o afrodescendientes14.

Ahora, si queremos ampliar la visión de la mujer en la guerra civil interna


que sufre el país, también se deberá tener en cuenta la participación de esta
en los grupos armados de una u otra ideología. En lo que respecta al proceso

12
CONPES 3784, 2014, p.30.
13
Ibid, p. 31.
14
CENTRO DE MEMORIA HISTÓRICA, 2014, p. 11.

89
Concepción genérica de la mujer y la familia en un país en tránsito hacia la paz

de inclusión de la mujer dentro de las estructuras paramilitares, se sabe que


hacían parte de las estrategias de guerra:
Las estrategias paramilitares tuvieron dentro de su estructura la
participación de las mujeres. Algunas de ellas, como es el caso de las
congresistas de la República (para el año 2002) Eleonora Pineda y Rocío
Arias, se posicionaron como relacionistas públicas o como el brazo
político de las AUC. Otras se desempeñaron como financistas, recau-
dadoras de impuestos y extorsionistas, gestoras de iniciativas sociales
o informantes. Algunas mujeres fueron protagonistas del terror en la
región y otras se convirtieron en testaferros, mediante la titulación de
tierras que las AUC fueron adquiriendo a través de distintos meca-
nismos de despojo15.

Pero ¿qué ocurre con las mujeres que sienten un intenso deseo de venganza,
aquellas a las que el abuso les dejó una huella imborrable? Al respecto,
Agudelo Durán afirma lo siguiente:
Esas mujeres son las que pasan a formar parte de las filas combatientes,
quizás con mayor deseo y ánimo que los hombres, porque sienten la
necesidad de luchar y destrozar al enemigo, su mayor motivación es la
venganza y no descansarán hasta conseguirla, sin importarles el daño
que puedan causar a la población civil; así como lo señala Natalia Lara
en su publicación “Las mujeres y la guerra”, de 2000, en la que informa
que la mayoría de las mujeres que ingresaban a formar parte de las filas
de las FARC lo hacían para huir del maltrato familiar, de la persecución
de sus padrastros, o de algún integrante de las AUC, además, en el
grupo guerrillero eran aceptadas como un combatiente más16.

Esto demuestra que el Gobierno es todavía incapaz de resolver las necesi-


dades que la guerra genera a diario:
Para atender a las mujeres, que (como las anteriores) han decidido dejar
atrás el conflicto, el Estado colombiano ha implementado legislaciones
tales como las siguientes: Ley 248 de 1995, que ratifica la Convención
Iberoamericana de Belém do Pará para prevenir, sancionar y erradicar
la violencia contra la mujer; Ley 731 de 2002, por la cual se dictan

15
Ibid, p. 24.
16
AGUDELO DURÁN, 2015, p. 5.

90
Paula Mazuera

normas para favorecer a las mujeres rurales; Ley 1448 de 2011, por
la cual se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral
a las víctimas del conflicto armado interno, entre otros programas y
políticas, con el fin de disuadirlas para que dejen las armas y se rein-
corporen a la vida civil. Para ello, el Estado cuenta con propaganda
institucional en las emisoras de radio, plegables arrojados cerca de los
campamentos y lugares en conflicto, valoraciones médicas y psico-
lógicas, casas provistas para alojamiento temporal, cursos técnicos
destinados a entrenamiento laboral, ayudas económicas, entre otros;
pasos que se siguen para reincorporar a la mujer a la vida civil17.

La Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer dispone, a su vez, de


un amplio material para consulta sobre los derechos de la mujer, por lo que
sugerimos se amplíe este panorama que, debido al formato del estudio, sólo
podemos presentar de forma somera.

A modo de conclusión
Cuando se ha demostrado que en la guerra es necesario considerar el papel
imprescindible de la mujer en el momento de fortalecer e impulsar el tejido
social, es necesario también reconocer que urge renovar aspectos de la
cultura patriarcal lesivos para estos procesos políticos confabulados con los
mitos de la “identidad” que ha recreado occidente.
La educación está llamada, en su labor libertaria, a ampliar el debate para
reformar varios aspectos constitucionales que hoy generan confrontación
jurisprudencial, como el concepto de familia y la participación efectiva de
la mujer en el poder tanto en la representación social como empresarial, sin
ser discriminada o sometida, ya sea en forma f ísica o ideológica. La pieza
angular en la defensa de la libertad, se ha dicho, estará en la educación.
Ya “Freud ha demostrado que las experiencias tempranas de la niñez ejercen
una influencia decisiva sobre la formación de la estructura del carácter18”.
Si recurrimos a la psicología para ampliar el espectro del debate, un cambio
en el individuo sería posible, en su carácter, pues ¿qué otro ejemplo tiene

17
Ibid, p. 7.
18
FROMM, 2007, p. 272.

91
Concepción genérica de la mujer y la familia en un país en tránsito hacia la paz

la niñez sino el efecto directo del carácter de sus padres sobre ellos? El
carácter se forma en sociedad. De esta forma, los padres cumplen con la
siguiente tarea:
Le trasmiten al hijo lo que podría llamarse la atmósfera psicológica o
el espíritu de una sociedad simplemente con ser lo que son; es decir,
representantes de ese mismo espíritu. La familia puede así ser consi-
derada como el agente psicológico de la sociedad19.

Si, en Colombia, a partir de los años treinta, a la mujer se le consagra su


propia representación legal, en la reforma del Código Civil de 1932 (art. 180),
donde puede disponer de sus bienes dentro del matrimonio, no será sino
hasta 1968 que ganará la patria potestad de los hijos (art. 288, inciso 2); ocho
años después, en 1976, podrá separarse por ultraje o abuso sexual. En fin, la
libertad constituye la condición fundamental de todo crecimiento.
Un psicoanalista como Fromm advertirá, con justicia, lo siguiente:
Análogamente, el deseo de libertad puede ser reprimido y desaparecer
así de la conciencia del individuo; pero no por ello dejará de existir
como potencialidad, revelando su existencia por medio de aquel odio
consciente o inconsciente que siempre acompaña tal represión20.

Por ello, las cualidades psicológicas inherentes al ser humano deben necesa-
riamente ser satisfechas. Una cualidad de la libertad es su tendencia a crecer
y a realizar las potencialidades que la especie ha desarrollado en el curso de
la historia:
La historia de la humanidad no solo es un proceso de individuación
creciente, sino también de creciente libertad. El anhelo de libertad
no es una fuerza metaf ísica y no puede ser explicado, en virtud del
derecho natural; representa, por el contrario, la consecuencia nece-
saria del proceso de individuación y del crecimiento de la cultura. Los
sistemas autoritarios no pueden suprimir las condiciones básicas que
originan el anhelo de libertad ni tampoco pueden destruir la búsqueda
de libertad que surge de esas mismas condiciones21.

19
Ibid.
20
Ibid, p. 273.
21
Ibid, p. 230.

92
Paula Mazuera

El cambio de concepción de la mujer y la familia en un país en tránsito hacia


la paz se aparta, siempre de forma positiva, de las imposiciones religiosas y
míticas que en el transcurso de la historia modifican la visión antropológica;
lo cual se traduce en nueva jurisprudencia que amplía el espectro de las liber-
tades y busca garantizar el bienestar de la sociedad.

Referencias
AGUDELO DURÁN, Martín José. El papel de la mujer al interior del conflicto
colombiano. Bogotá: Universidad Militar Nueva Granada, 2015.
CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA. Mujeres y guerra
Víctimas y resistentes en El Caribe Colombiano. Bogotá, 2014.
CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA. ¡Basta ya!, Colombia:
Memorias de guerra y dignidad. Bogotá: Imprenta Nacional, 2013.
CONPES 3784. Lineamientos de política pública para la prevención de
riesgos, la protección y garantía de los derechos de las mujeres víctimas
del conflicto armado. Bogotá: Consejo Nacional de Política Económica y
Social, Departamento Nacional de Planeación, 2014.
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA.
Bogotá: Diario Oficial, 1886.
COOPER, David. La muerte de la familia. Barcelona: Ariel, 1981.
DIJK, T. A. “Ideología y análisis del discurso”. En: Revista Internacional de
Filosof ía Iberoamericana y Teoría Social, 2004, 36, p. 16.
FROMM, Erich. El miedo a la libertad. Barcelona: Paidós, 2007.
FUNDACIÓN FORO NACIONAL POR COLOMBIA. Los conflictos en los
espacios de la vida cotidiana. En: Foro Nacional por Colombia, 2001, 60.
GONZÁLEZ, F. (25 de 7 de 1936). www.otraparte.org. Disponible en https://
www.otraparte.org/fernando-gonzalez/ideas/1936-negroides.html
LAGARDE, M. Los cautiverios de las muejres: madresposas, monjas, putas,
presas y locas. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2003.
MAZUERA, P. Reflexiones sobre el papel de la mujer en el posconflicto. En:
F. M. Otros, derecho, memoria e historia en Hispanoamérica. Bogotá:
Universidad Libre, 2017, p. 550.

93
Concepción genérica de la mujer y la familia en un país en tránsito hacia la paz

MÈLICH, J. C. Lógica de la Crueldad. Barcelona: Herder, 2014.


MICHELET, Jules. La bruja. Barcelona: Labor, 1984.
NACIONES UNIDAS. La familia. Disponible en http://www.un.org/es/
globalissues/family/
SAGRADA BIBLIA (Génesis 2: 21-23). Versión Reina Valera, 1960.
URIBE DE ACOSTA, Ofelia. La revolución pacífica de las mujeres. Dispo-
nible en: https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=UqptGxpNaRI
publicado en 2016.
VERÓN, A. A. Víctimas y memoria: relato testimonial en Colombia. Pereira:
Universidad Tecnológica de Pereira, 2011.

94
Derecho a la igualdad entre familia
de hecho y familia jurídica respecto al
régimen patrimonial*

Luz Amparo Vera López**

* Artículo de revisión presentado como requisito de grado para optar al título de Especialista
en Derecho de Familia de la Universidad Libre seccional Socorro.
** Abogada especializada en derecho procesal civil y en derecho de familia. Correo: luzavera-
lopez@hotmail.com
Concepción genérica de la mujer y la familia en un país en tránsito hacia la paz

Resumen
La equidad, instrumento de equilibrio en las relaciones jurí-
dicas, busca que la justicia impere en la aplicación de la Ley;
la igualdad, derecho que da un mismo trato a quienes se
encuentran en la misma situación fáctica, y un trato diverso
a quienes se hallan en distintas condiciones de hecho. Estos
principios no se les han otorgado a los compañeros perma-
nentes, al ser impuesto un corto término de prescripción para
reclamar la disolución y liquidación de la sociedad patrimonial,
frente al término extenso que tienen los cónyuges para disolver
y liquidar su sociedad conyugal, cuando estos dos tipos de
familias se encuentran bajo la misma protección constitucional
y, en su realidad objetiva, comparten los mismos elementos,
contrariamente a lo establecido en la Ley y la jurisprudencia,
que han determinado un trato diferencial.
Palabras clave: Equidad, igualdad, liquidación, prescripción,
sociedad

Abstract
Equity instrument balance in legal relations, seeks that justice
prevail in the application of the law; equality, rights that gives
equal treatment to those in the same factual situation, and a
different treatment to those who are in fact different condi-
tions. These principles , has not been granted to permanent
companions, to be imposed a term short prescription to
demand the dissolution and liquidation of the holding company
, facing the broad term with spouses , to dissolve and liquidate
their conjugal society, when both kinds of families are covered
under the same constitutional protection , and its objective
reality , they share the same elements, contrary to the provi-
sions of the law and jurisprudence , which have established
differential treatment.
Keywords: Equity, equality, liquidation, prescription, society

96
Introducción
En Colombia, con la Carta Magna de 1991, el concepto de familia adquirió
nuevas dimensiones tras un largo desarrollo de esta institución desde el
derecho romano hasta el derecho moderno. En un comienzo, tenía una
marcada influencia religiosa, debido al derecho canónico, pero luego
cambio a una concepción social hasta finalmente llegar a su regulación por
normas de tipo constitucional y legal dentro de un marco social de derecho.
La Corte Constitucional, como ente de control, ha realizado una extensa e
incansable labor en el desarrollo jurisprudencial de temáticas inherentes
a los variados aspectos que conforman los derechos y obligaciones que
existen entre los miembros de una comunidad; esto se debe a la cambiante
realidad social del entorno, lo que en esencia ha llevado durante este último
siglo a los legisladores y juzgadores a buscar una adaptación de las normas
que conduzca a la modernización, especialmente en el concepto de familia.
De esta manera, se evidencia que aun el derecho, aunque se encuentre
escrito, no ha logrado, en su concepto extensivo, ponerse a la par de la
realidad, puesto que aún existen diversas disyuntivas que surgen en el
diario vivir y que retan al Estado a buscar una solución, en particular a esta
figura jurídica materia de investigación.
Inicialmente se refiere el concepto constitucional de familia contenido en el
artículo 42, en donde la familia se define así: “La familia es el núcleo funda-
mental de la sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por
la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por
voluntad responsable de conformarla”.
Jurisprudencialmente se ha dado el siguiente concepto de familia: “Una
comunidad de personas unidas por vínculos naturales o jurídicos, fundada
en el amor, el respeto y la solidaridad, y caracterizada por la unidad de vida
que liga íntimamente a sus integrantes más próximos1”.

1
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-577 de 2011, magistrado ponente Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo.

97
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

Debido a la aplicación del principio de pluralismo, el legislador, la juris-


prudencia y la doctrina han establecido diferencias legítimas en las formas
de protección de ciertos efectos derivados de los distintos tipos de confor-
mación de las familias, en particular en los casos de matrimonios, uniones
maritales de hecho y uniones de parejas del mismo sexo no sólo en lo rela-
cionado con los derechos extrapatrimoniales, sino también en el tratamiento
de los derechos patrimoniales.
Este tratamiento diferencial ha sido el punto de partida para la investigación,
por estar inmersa la ponderación de los derechos fundamentales, en especial
los de carácter patrimonial, entre quienes son cónyuges y quienes fungen
como compañeros permanentes, en lo relativo a la conformación, disolución
y liquidación de la sociedad conyugal y la sociedad patrimonial de hecho,
concretamente en lo referente a la aplicación del instituto jurídico de la pres-
cripción.
En realidad, en la praxis jurídica, algunos profesionales del derecho han
llegado a pensar que la protección igualitaria de las diversas clases de familia,
y el trato diferencial que la misma norma y jurisprudencia les otorgan, pueden
lograr o no el objetivo de dar un tratamiento equitativo o igualitario a los
miembros de estos núcleos familiares, y no como lo ha expresado la Corte
Constitucional en diversas sentencias.
La esencia de esta investigación es realizar una comparación entre la apli-
cación de la prescripción en materia de disolución y liquidación de la sociedad
patrimonial de hecho frente a la imprescriptibilidad de la disolución y liqui-
dación de la sociedad conyugal, con base en el criterio de igualdad y equidad
señalado en la jurisprudencia de la Corte Constitucional.
En ese sentido, se busca establecer los criterios desarrollados por dos de esas
fuentes, el derecho positivo y la jurisprudencia, para, con ello, ver la inter-
pretación que han realizado los magistrados de las altas cortes acerca de los
diferentes elementos normativos que constituyen el objeto de investigación,
sopesándolos con la realidad jurídica.
La razón de la investigación estriba en el desarrollo de vertientes, teorías
y parámetros generados por la jurisprudencia, que han permitido una
evolución sobre esta temática, surgiendo así la necesidad de ampliar los cono-
cimientos de estudiantes y profesionales de la ciencia del derecho, habiendo
entendiendo que la evolución del concepto de familia no ha culminado; por
el contrario, falta mucho camino por recorrer.

98
Luz Amparo Vera López

1. Planteamiento del problema

1.1 Antecedentes
Como resultado de la exploración de literatura jurídica (paradigmas, teorías,
tesis, investigaciones) alrededor del problema de investigación, se encon-
traron estos antecedentes:
Quiroz Monsalvo, A., Aspectos procesales sobre los derechos de las parejas
del mismo sexo (artículo de investigación), Criterio Jurídico Garantista, año
3, n. ° 4, 2011, enero-junio, Bogotá, Universidad Católica de Colombia. El
autor, desde el punto de vista dogmático, realiza un análisis cualitativo para
determinar si las parejas del mismo sexo pueden considerarse como una
institución familiar en Colombia, acudiendo a las fuentes del derecho formal,
que regulan la materia, teniendo en cuenta la evolución jurisprudencial de la
Corte Constitucional.
Díaz Ríos, M., 2004, Compañeros permanentes frente a los cónyuges en
cuanto a los derechos y obligaciones en materia alimentaria (monograf ía),
Medellín, Universidad de Antioquia, Facultad de Derecho y Ciencias Polí-
ticas. El objeto de estudio de la investigación se centró en la existencia de un
vacío normativo en el artículo 411 del Código Civil, al regular los beneficiarios
de la obligación alimentaria, siendo excluidos los compañeros permanentes,
y correspondiéndole así al juzgador aplicar el precedente jurisprudencial
para solucionar los conflictos que se suscitan en materia de alimentos entre
los miembros que conforman la familia de hecho.
Gómez Marín, M., 2007, Comparación del matrimonio y la unión marital de
hecho enfocada al régimen económico (monograf ía), Chía, Universidad de la
Sabana, Facultad de Derecho. La elaboración del estudio se dirige a enfocar
la delimitación del contenido de la unión marital de hecho, utilizando el
método deductivo, desde su estructura general hasta el análisis particular de
sus componentes jurídicos.

1.2 Descripción del problema


En múltiples jurisprudencias la Corte Constitucional ha considerado que
la Carta Política de 1991 estableció un marco jurídico constitucional que
reconoce y protege tanto a la familia matrimonial como a la extramatri-

99
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

monial, siempre que esta última, según el constituyente, sea conformada por
la voluntad de un hombre y una mujer, que lo hagan de manera responsable y
seria, y asumiendo las obligaciones que implica constituir parte de un grupo
familiar. Es decir, la Constitución Política protege la familia matrimonial y
extramatrimonial, mientras cumplan las características que establezca la Ley
para los múltiples efectos que el legislador contemple.
La Constitución Política de 1991 elevó a rango constitucional una variedad de
principios fundamentales, entre ellos, la protección de la familia como insti-
tución básica de la sociedad; por esta razón, el artículo 42 superior prescribió
que esta se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre
de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad respon-
sable de conformarla, lo que trae como consecuencia la imposición al Estado
y a la sociedad del deber de protección integral de la familia, sin importar su
modalidad.
La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha dilucidado en sus pronun-
ciamientos los siguientes parámetros:
a) La Constitución pone en un plano de igualdad a la familia formada
“por vínculos naturales o jurídicos»; es decir, a la que surge de la
“voluntad responsable de conformarla” y a la que tiene su origen en el
matrimonio.
b) “El Estado y la sociedad garantizan la protección integral de la
familia”, independientemente de su constitución por vínculos jurídicos o
naturales, lo cual es consecuencia lógica de la igualdad de trato.
c) Por lo mismo, “la honra, la dignidad y la intimidad de la familia son
inviolables”, sin tener en cuenta el origen de la misma familia.
d) Pero la igualdad está referida a los derechos y obligaciones y no
implica identidad. Prueba de ello es que el propio artículo 42 reconoce
la existencia del matrimonio.
De esta manera, tanto la familia constituida por vínculos jurídicos
como la formada al margen de estos son igualmente dignas de respeto y
protección por parte del Estado2.

De lo expuesto se infiere inicialmente que la protección a esta institución


cobijaría tanto a derechos extrapatrimoniales como patrimoniales. En
Colombia en realidad esto no ocurre. El tratamiento diferencial que se le ha

2
Ibid., Sentencia C-105/94, magistrado ponente Jorge Arango Mejía.

100
Luz Amparo Vera López

otorgado a la familia jurídica y a la familia de hecho, por el mismo legislador,


y según la interpretación realizada por las altas cortes, ha llevado a observar
en la práctica judicial que, para los compañeros permanentes, no es equi-
tativo ni igualitario dicho trato frente a la protección que sí se les está dando
a los cónyuges, especialmente en lo relativo a los derechos patrimoniales.
Un caso muy puntual se observa en la forma como se aplica la figura de la
prescripción en la sociedad patrimonial de hecho y la sociedad conyugal, en
lo que respecta a su disolución y liquidación. En el primer caso, el término
es muy breve, en comparación con el que les ofrece la Ley a los casados,
cuando la naturaleza de estos procesos es liquidatoria y, en la realidad social,
de manera objetiva, quien se une en matrimonio y quien opta por la unión
libre, lo hacen por los mismos motivos: construcción de un proyecto de vida
y un proyecto financiero, relaciones sexuales, prestación de ayuda mutua,
solidaridad, asunción del papel de padres y convivencia.
En cuanto a estos conceptos, el legislador, de manera inequitativa, junto
con la jurisprudencia, ha querido establecer una diferenciación marcada
en el derecho sustancial, lo que implica que en la vida de los ciudadanos
se presenten injusticias amparadas en la misma Ley; ya es común observar
cómo compañeros permanentes, declarados a través de cualquier meca-
nismo jurídico, ven perdidos sus derechos patrimoniales de la sociedad que
construyeron con su compañero de vida.
La forma como se comprende el concepto de igualdad no es convincente.
Debido a lo anterior, la finalidad de este trabajo se concentra en esta disyuntiva;
por ello, recurriendo a las fuentes formales del derecho, por tratarse de una
investigación de índole cualitativa y jurídica, se pretende abrir un escenario
en el que se discuta si en efecto la normativa y la jurisprudencia que han
tratado esta temática se adecúa a la realidad social, y si, en definitiva, se logra
una verdadera aplicación de los principios de igualdad y de equidad.
La temática de la investigación se desarrolla en tres capítulos: en el primero
de ellos se expone concretamente la forma como la familia de hecho está
instituida en el país. En el segundo capítulo se presenta un cuadro compa-
rativo entre la familia de hecho y la familia jurídica. En el último capítulo,
desde un punto de vista crítico, se analiza cómo la figura de la prescripción
puede quebrantar o no el principio de igualdad y equidad de los compañeros
permanentes frente a los casados, cuando se disuelve y se liquida la sociedad
que la Ley ha regulado para ellos.

101
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

1.3 Formulación de la pregunta de investigación


¿Es equitativo el tratamiento normativo dado a la figura de la prescripción
de la acción de disolución y liquidación de la sociedad patrimonial de hecho
frente a la imprescriptibilidad de la acción de liquidación de la sociedad
conyugal?

2. La familia de hecho en colombia


Desde la historia primitiva las relaciones extramatrimoniales eran casti-
gadas con base en la supuesta moral social, perjudicando enormemente los
derechos de la mujer y de los hijos llamados entonces naturales o extramatri-
moniales; inclusive no se podía ni pensar en la existencia y reconocimiento
de parejas del mismo sexo, era un sacrilegio, y surgió entonces el concu-
binato, figura jurídica que emergió en nuestro ordenamiento jurídico y social
para calificar este tipo de relaciones.
Fue la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia la que, durante estos dos
últimos siglos, se encargó de abrir un espacio para que, a través de procesos
judiciales, se lograra dilucidar conflictos emergentes en la unión libre, casi
siempre en favor de la mujer, considerada generalmente la débil de la relación
debido a factores económicos, culturales y sociales.
A causa de la falta de regulación normativa para las parejas unidas libre-
mente, en especial sobre su aspecto patrimonial, aquellas optaron por utilizar
la figura jurídica de la actio de in rem verso para resolver la controversia. En la
década de los años treinta, surge entonces la teoría de la sociedad de hecho
entre concubinos, que buscaba la igualdad económica de los miembros de la
pareja.
La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia resume este proceso de
evolución jurídica así:
El concubinato, que es la resultante de relaciones sexuales permanentes
y ostensibles entre un hombre y una mujer no casados entre sí, como
situación de hecho que es, desde el punto de vista jurídico ha sido diver-
samente apreciado por los sistemas de derecho positivo; en algunos
aparece repudiado enérgicamente; en otros admitido con definitiva y
total eficacia; y, en los más, se lo recibe y se regulan sus efectos con deter-
minadas restricciones.

102
Luz Amparo Vera López

De acuerdo con ella, el concubinato no genera, como sí ocurre con el


matrimonio, una sociedad de bienes que la Ley se anticipa a reconocer
y reglamentar. Con base en la equidad, sin embargo, se sostiene que
una conjunción de intereses, deliberada o no por los amantes, un largo
trabajo en común, puede constituir una sociedad de hecho, producto
casi siempre más de las circunstancias que de una actividad razonada
y voluntaria.
Fue así como la doctrina, en cuanto al punto de relaciones económicas
o patrimoniales de los concubinos, abrió al comienzo la puerta a la
actio de in rem verso, en beneficio del concubino que ha colaborado con
el otro en sus empresas; y luego, para la partición de los bienes adqui-
ridos en común y la repartición de los beneficios, se consagró la actio
pro socio3.

Esta institución de derecho de familia fue regulada finalmente por medio de la


Ley 54 de 1990, reformada luego por la Ley 979 de 2005. El concepto concreto
de estas relaciones es simple: es unión marital de hecho la conformada por
un hombre y una mujer que, sin estar casados, mantienen una comunidad de
vida con convivencia, estable, íntima, solidaria, singular y que, para el efecto,
se denominan compañero y compañera permanente.
Los elementos de fondo para que se estructure esta institución familiar son
estos:
a. Idoneidad marital de los sujetos: este elemento se refiere a la aptitud
de los compañeros para la formación y conservación de la vida marital
y, a la vez, dualidad de humanos, diferencia de sexos, capacidad sexual.
En cuanto a la idoneidad marital de sujetos, la Corte Constitucional,
en Sentencia C-075 de 2007, estableció que el régimen de protección
legal de los compañeros permanentes les es también aplicable a las
parejas homosexuales.
b. La legitimación marital: es el poder o la potestad para conformarla,
como elemento autónomo que presupone la existencia de libertad
marital.
c. Comunidad de vida: tiene que ver con la real convivencia de la pareja,
traducida en la cohabitación, el socorro y la ayuda mutua y, en general,

3
Sentencia, 26 de febrero de 1976, CLII, 35.

103
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

la manifestación concreta de solidaridad familiar en la vida cotidiana


de los compañeros permanentes, conocida como afectio maritalis.
d. Permanencia marital: este elemento implica verificar con hechos
concretos que la unión marital tiene vocación y manifestación objetiva
de estabilidad; esta proyección en el tiempo conduce a presumir la
existencia de una sociedad patrimonial de hecho entre compañeros
permanentes si se ha prolongado por un lapso de dos años dentro de los
parámetros establecidos por la Ley 54 de 19904.

La jurisprudencia dio el siguiente concepto a las familias de hecho:


La Ley 54 de 1990, con las modificaciones introducidas por la Ley 979
de 2005, reglamenta la unión marital de hecho en sus efectos personales
y patrimoniales procurando a los integrantes de las familias confor-
madas por vínculos naturales hacer efectivos los derechos reconocidos
a otras formas matrimoniales; de modo que se garantice su existencia
y estabilidad como institución fundamental de la sociedad, se preserve
el patrimonio conformado con el esfuerzo solidario de los compañeros,
al punto de reconocer en esta forma familiar la fuente de un verdadero
estado civil: el de compañero o compañera permanente5.

El proceso de transformación de la figura en la jurisprudencia ha sido


palpable; inicialmente, por ejemplo, no se le reconocía el carácter de hecho
generador de un estado civil, hoy ya se le reconoce6. Al comienzo se planteó
una rigidez en torno a los efectos irretroactivos de la norma, hoy se reconoce
su retrospectividad7; en este momento se indicó que, si uno de los compa-
ñeros tenía una sociedad conyugal anterior, para la formación de la sociedad
patrimonial entre los compañeros, era preciso que la primera se disolviera y
liquidara, luego se admitió que era suficiente con que estuviera meramente
disuelta8.

4
TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE ARMENIA, Sala Civil-Familia,
2012, Sentencia del 25 de septiembre, referencia: 63001-3110-001-2010-00115-01,
magistrado ponente Luis Alfredo Salazar Longas.
5
Op. cit., Sala de Casación Civil, 2008, Auto del 18 de junio, referencia C-0500131100062004-
00205-01, magistrado ponente Jaime Arrubla Paucar.
6
Ibid.
7
Op. cit., Sentencia del 28 de octubre de 2005.
8
Ibid., Sentencia del 10 de septiembre de 2003.

104
Luz Amparo Vera López

Años atrás la Corte Constitucional se negó a extender sus efectos a las parejas
del mismo sexo9, hoy lo admite sin ambages; en Sentencia T-349 de 2006, la
Corte Constitucional había negado la posibilidad de sustitución pensional
respecto de compañeros permanentes del mismo sexo, hoy tal posibilidad
no tiene reparo jurídico alguno. Son numerosas las sentencias que indican
avances en este tema, pero, entre ellas, por cuestiones de brevedad, referen-
ciamos solo estas: C-1033 de 2002, C-016 de 2004 y C-875 de 200510.
Finalmente, el artículo 42 de la Constitución consagró a la familia como el
“núcleo fundamental de la sociedad”, precisando que puede constituirse por
vínculos naturales o jurídicos, y poniendo en un plano de igualdad tanto la
familia que se constituye mediante formas jurídicas, es decir, la que procede
del matrimonio, como la que se conforma por vínculos naturales, esto es,
aquella que se configura mediante la unión libre, al estar reconocidas a nivel
político y jurídico.

3. Comparación entre la familia de hecho y la familia


jurídica en Colombia
La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha determinado que no
existe una igualdad absoluta entre la familia de hecho y la familia jurídica,
teniendo en cuenta que la misma Carta Magna, al reconocer esta variedad
de relaciones familiares, y la diferenciación que el legislador le otorgó a sus
elementos constitutivos, estructura, derechos, obligaciones y régimen patri-
monial, es la causa por la cual, a nivel de derecho, no puede concebirse bajo
un tratamiento igualitario, sino diferencial, que, según criterio de la alta
corte, no quebranta el principio de igualdad respecto a los miembros que la
conforman.
Los siguientes son ejemplos de sentencias en las que se puede diferenciar
entre matrimonio y unión marital de hecho:
Corte Constitucional, Sentencia C-1035 de 2008, magistrado ponente Jaime
Córdoba Triviño. En esta se resalta que, aunque es necesario proteger todos

9
Ibid., Sentencia C-098 de 1996.
10
TRIBUNAL SUPERIOR DE DISTRITO JUDICIAL DE BUCARAMANGA, Sala Civil-
Familia, 2007, rad. 2004/293, Interno:1068/ 07, magistrado ponente Antonio Bohórquez
Orduz.

105
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

los tipos de familia, sin importar su origen, el matrimonio y la unión marital


de hecho son diferentes porque el primero genera una relación jurídica con
derechos y deberes para las partes, que se extingue por divorcio, nulidad o
fallecimiento, mientras que, en el segundo, la relación nace del solo hecho de
la convivencia y las partes son libres de culminar su relación con la misma
informalidad con la que la iniciaron.
Corte Constitucional, Sentencia C-840/10, magistrado ponente Luis Ernesto
Vargas Silva:

Las diferencias son muchas, pero una de ellas es esencial y la cons-


tituye el consentimiento que dan los cónyuges en el matrimonio al
hecho de que la unión que entre ellos surge sea una unión jurídica;
es decir, una unión que, en lo sucesivo, tenga el carácter de deuda
recíproca. La unión que emana del consentimiento otorgado por
ambos cónyuges hace nacer entre ellos una serie de obligaciones (…)
exigibles por cada uno de ellos respecto del otro, y que no terminan
sino por la disolución del matrimonio por divorcio o muerte, o por
su declaración de nulidad. Entre ellas, las más relevantes son las que
se refieren a la comunidad de vida y a la fidelidad mutua. Algunas
de las obligaciones derivadas de este vínculo jurídico comprometen
a los cónyuges, incluso después del divorcio, como las que conciernen
a la obligación alimentaria a favor del cónyuge inocente (…) De lo
anterior se deducen conclusiones evidentes: en primer lugar, que el
matrimonio no es la mera unión de hecho ni la cohabitación entre
los cónyuges. Los casados no son simplemente dos personas que viven
juntas; son, más bien, personas jurídicamente vinculadas. La unión
libre, en cambio, sí se produce por el solo hecho de la convivencia y en
ella los compañeros nada se deben en el plano de la vida en común, y
son libres en la determinación de continuar en ella, de terminarla o de
guardar fidelidad a su pareja.

Corte Constitucional, Sentencia C257/2015, magistrado ponente Gloria


Stella Ortiz Delgado:

Las distinciones entre los mecanismos probatorios de la sociedad


conyugal y de la sociedad patrimonial han sido consideradas legítimas,
dentro de ciertos límites, desde el punto de vista constitucional, dadas
las diversas dinámicas y consecuencias que se generan a causa de las

106
Luz Amparo Vera López

características particulares de las figuras que les pueden dar origen: el


matrimonio y la unión marital. En efecto, la jurisprudencia ha reco-
nocido distinciones conceptuales: “El matrimonio no es, pues, la mera
comunidad de vida que surge del pacto conyugal; esta es el desarrollo
vital del matrimonio, pero no es lo esencial en él. La esencia del matri-
monio es la unión jurídica producida por el consentimiento de los
cónyuges[38]”. De otro lado, la dinámica del compromiso en la unión de
hecho es distinta, la construcción de una vida en común por parte de los
compañeros resulta la fuente que justifica la decisión de conformarla[39].
El consentimiento no pretende avalar un vínculo formal, sino constituir
una comunidad de vida, incluso por encima del reconocimiento legal.
Si bien los cónyuges y los compañeros permanentes buscan, en esencia,
los mismos propósitos, cada pareja los busca por caminos distintos,
ambos protegidos por la Constitución bajo la idea de que uno de esos
objetivos es comúnmente la conformación de una familia. De hecho, la
libre autodeterminación de los miembros de la pareja es la que define
si prefieren no celebrar el matrimonio y excluir su relación del régimen
jurídico propio de ese contrato[40].

La jurisprudencia ha afirmado lo siguiente:


Tanto las condiciones en que surgen las dos sociedades como las pruebas que
se deben aportar acerca de su existencia son diferentes, y ello puede generar
consecuencias distintas en este campo, siempre y cuando, como esta Corpo-
ración ha expresado de forma reiterada, las diferencias sean razonables; es
decir, se puedan sustentar con una razón objetiva[41]. En efecto, la creación de
la institución jurídica de la unión marital de hecho puede disponer efectos
económicos o patrimoniales, en relación con los miembros de la pareja; pero
ello no indica los mismos derechos y obligaciones entre cónyuges y entre
compañeros permanentes en materia patrimonial, se trata de figuras dife-
rentes con regímenes legales disímiles.
Por último, la Corte Constitucional, en Sentencia C-278 del 2014, refiere
los elementos diferenciales entre estas dos clases de familia, que se pueden
observar en el siguiente cuadro:

107
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

Regimen familiar

Sociedad conyugal Sociedad patrimonial


Nacimiento Nace por el hecho del matri- Solo hay lugar a declararla si
monio (C. C., art. 180) la convivencia ha perdurado
más de dos años y los compa-
ñeros permanentes no tenían
impedimento para casarse o,
teniéndolo, habían disuelto la
sociedad conyugal anterior.
Prueba de su Basta con el registro civil del Para acreditar la sociedad
existencia matrimonio para acreditar patrimonial es necesario
la existencia de la sociedad obtener su declaratoria
conyugal. mediante sentencia judicial,
conciliación o escritura
pública (L. 979/05).
Regulación Código Civil Leyes 54 de 1990 y 979 de 2005
y normas del Código Civil que,
por remisión, deben aplicarse.
Caducidad de El vínculo que surge del La Ley 54 de 1990 determina,
las acciones y matrimonio solo se disuelve en su artículo 8, lo siguiente:
prescripción por el divorcio legalmente
Las acciones para obtener la
de los decretado. Mientras el
disolución y liquidación de la
derechos vínculo matrimonial no
sociedad patrimonial entre
sea disuelto de forma legal,
compañeros permanentes
la sociedad conyugal se
prescriben en un año, a partir
mantiene vigente, aunque la
de la separación f ísica y defi-
pareja no conviva, alimen-
nitiva de los compañeros, del
tándose de los bienes que
matrimonio con terceros o de
cada cónyuge adquiera a
la muerte de uno o de los dos.
título oneroso.

108
Luz Amparo Vera López

Regimen patrimonial

Bienes que no Bienes que entran Bienes que se


entran en la en la sociedad y restituyen las
sociedad que se dividen en partes en el
partes iguales al momento de
disolverse disolverse la
sociedad
Sociedad Bienes excluidos Bienes del haber Bienes del haber
conyugal en las capitula- absoluto: artículo relativo: artículo
ciones 1781 del Código 1781 del Código
Inmuebles Civil, numerales 1, 2 Civil, numerales
adquiridos antes y 5 (salarios, réditos, 3, 4 y 6 (dinero y
del matrimonio a lucros y frutos de los bienes muebles que
cualquier título bienes sociales o de el cónyuge aporta
cada cónyuge y todo al matrimonio y
lo que se adquiera bienes raíces que
durante la vigencia aportan la mujer y el
del matrimonio). hombre, expresado
en capitulaciones
o instrumento
público).
Sociedad Bienes adquiridos Bienes producto del
patrimonial por donación, trabajo, la ayuda y el
herencia o legado. socorro mutuos.
Bienes adquiridos Réditos, rentas,
por cada frutos o mayor valor
compañero antes que produzcan los
de iniciar la unión bienes propios de
marital de hecho. los compañeros
durante la unión
marital de hecho.
Tabla 1. Tomado de www.ambitojuridico.com

109
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

4. El principio de equidad frente a la prescripción de


la acción de disolución y liquidación de sociedad
patrimonial de hecho
Dentro de la teoría general de las obligaciones, la prescripción extintiva es un
modo de extinción definido en el artículo 2515 del Código Civil. Al respecto,
el profesor Alessandri afirma lo siguiente:

En realidad, lo que se extingue por la prescripción extintiva no es la


obligación, sino la acción o el derecho del acreedor para exigirle al
deudor el cumplimiento de la obligación. Los hermanos Mazeud consi-
deran que la prescripción extintiva o liberatoria es un modo legal de
extinción, y no de la obligación misma, sino de la acción que sanciona
la obligación11.

La Corte Suprema de Justicia, en Sentencia del 3 de mayo de 2002, se refirió


a la prescripción extintiva, considerando que su finalidad es la consolidación
de situaciones jurídicas concretas. En cuanto a la manera como se aplica, la
Corte se pronunció de esta forma:

La regla general es que el plazo fijado en la Ley debe contarse a partir del
momento en que podía ejercitarse la acción o el derecho. Sin embargo,
antes de completarse el término legal de la prescripción, puede verse
afectada por los fenómenos jurídicos de interrupción natural o civil, y
de la suspensión12.

El criterio desarrollado por la Corte Constitucional en cuanto a la pres-


cripción extintiva, desde la óptica de control constitucional, se concreta en
el establecimiento de una estrecha relación de este instituto jurídico con los
principios constitucionales como el orden público, la seguridad jurídica, la
estabilidad de las relaciones y la convivencia pacífica; por ello, es protegida
dentro de nuestro ordenamiento13.
Para la disolución y liquidación de sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes, la Ley 54 de 1990 estableció un término de un año a fin de

11
ALESSANDRI, 1983.
12
Op. cit., Sala de Casación Civil y Agraria, 2002, Sentencia del 3 de mayo de 2002, Expe-
diente 6153.
13
Ibid., Sentencia T-581/11, magistrado ponente Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.

110
Luz Amparo Vera López

iniciar la acción. En el Código Civil y la Ley 28 de 1932 no se consagró el


término de prescripción, es decir, el tiempo que se tiene para llevar a cabo
la liquidación de esa sociedad conyugal, razón por la cual nos hemos de
remitir entonces, por aplicación analógica, a lo señalado por el artículo 2535
del Código Civil Colombiano: “La prescripción que extingue las acciones y
derechos ajenos exige solamente cierto tiempo durante el cual no se hayan
ejercido dichas acciones. Se cuenta este tiempo desde que la obligación se
haya hecho exigible”.
Debido a que los derechos a gananciales y a herencia, de naturaleza patri-
monial o económica, no tienen el carácter de imprescriptibles, el término de
prescripción para solicitar la liquidación de la sociedad conyugal disuelta es
el de la prescripción extraordinaria, que actualmente es de 10 años, según la
Ley 791 de 2002.
De acuerdo con la doctrina probable, la unión marital de hecho se encuentra
inmersa dentro de los atributos de la personalidad, que es el estado civil, lo
cual, a la luz del artículo 1 del Decreto 1260 de 1970, constituye una situación
jurídica en la familia y en la sociedad, determinando, al mismo tiempo, en la
persona, su capacidad para ejercer ciertos derechos y contraer ciertas obliga-
ciones, caracterizándose por ser indivisible, indisponible e imprescriptible, y
su asignación le corresponde a la Ley14.
La interrupción de la prescripción extintiva respecto al trámite de la acción
dirigida a la disolución y liquidación de sociedad patrimonial entre compa-
ñeros permanentes requiere, además de la presentación de la demanda, la
notificación al demandado, conforme a la hermenéutica de los artículos 8 de
la Ley 54 de 1990 y 90 del Código de Procedimiento Civil15.
Conforme a lo expuesto, ¿se justifican las diferencias establecidas entre la
sociedad patrimonial de hecho y la sociedad conyugal, derivadas de la consti-
tución de una familia de hecho y jurídica, respectivamente? Con el ánimo de
responder esta pregunta cabe precisar que, para que exista una sociedad de
hecho, la unión marital de hecho debe haber sido reconocida por cualquiera
de los mecanismos señalados por la Ley. Lo mismo ocurre con la sociedad
conyugal, que surge con el matrimonio. Una diferencia sustancial es que, en

14
Ibid., Sala de Casación Civil, 2016, Expediente n. ° 88001-31-84-001-2009-00443-01,
magistrado ponente Luis Armando Tolosa Villabona.
15
Ibid., Sala Casación Civil, Sentencias del 1 de junio de 1995 y 19 de diciembre de 2008.

111
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

la primera, se debe probar que se constituyó, mientras que, en la segunda,


basta con haber realizado el acto solemne.
En ese sentido, se hace inicialmente alusión al tratamiento que le han dado
las altas cortes a esta temática controversial, desde el reconocimiento legal
de la familia de hecho en nuestro país. La Corte Constitucional, desde un
primer momento, consideró que la Constitución no consagraba la igualdad
absoluta entre matrimonio y unión libre. La Ley 54 de 1990 estableció
unos efectos económicos, distintos a los que se generan entre cónyuges, en
cuanto a sus derechos y obligaciones16.
Igualmente, la Corte manifestó que, por razones análogas, no pueden ser
iguales la sociedad conyugal y la sociedad patrimonial de hecho. Las dife-
rencias de trámite procesal de estas liquidaciones están determinadas por
su diferente naturaleza17.
En lo relativo a la prescripción, el término de un año señalado por la Ley
para disolver y liquidar la sociedad patrimonial de hecho, el legislador cerró
cualquier controversia en la materia, al ser expresa la determinación de
este término, y los eventos en que ocurre la disolución de dicha sociedad
(art. 8, Ley 54 de 1990): distanciamiento definitivo de la pareja, celebración
de matrimonio con un tercero y muerte de uno de ellos.
La tesis defendida por la jurisprudencia se fundamenta en la protección de
la seguridad jurídica a los asuntos familiares en materia de prescripción
de las acciones vinculadas con el patrimonio común de los compañeros;
entendiéndose que el plazo no puede extenderse en el tiempo18.
La tesis se fundamenta en que el señalamiento de un término breve de pres-
cripción no quebranta el principio de igualdad; por un lado, existe la figura
de la interrupción de la prescripción que se suspende en favor de las personas
señaladas en el art. 2530 del C.C. y de la herencia yacente, y, por otro lado,
se considera que es el Congreso de la República al que le compete fijar un
término diferente, si lo que se pretende es disminuir las diferencias entre la
sociedad conyugal y la sociedad patrimonial de hecho, diferencias que son

16
Ibid., Sentencia C-239/1994, magistrado ponente Jorge Arango Mejía.
17
Ibid., Sentencia C-114/1996, magistrado ponente Jorge Arango Mejía.
18
Ibid., Sala de Casación Civil, 2005, Sentencia del 1 de junio, referencia: 7921, magistrado
ponente Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo.

112
Luz Amparo Vera López

aceptadas por las altas cortes en sus jurisprudencias. El último argumento se


refiere a que este término no es el único que existe en cuanto a su brevedad.
Entonces, si se predica en la jurisprudencia constitucional sobre la igualdad
entre las familias consideradas como agrupaciones, como lo señala el artículo
42 de la Constitución, el esposo o esposa, en el caso del matrimonio, y el
compañero o compañera permanente, si se trata de unión de hecho, gozan
de la misma importancia y de iguales derechos, por lo cual están excluidos
los privilegios y las discriminaciones que se originen en el tipo de vínculo
contraído, porque este principio no se materializa al establecer un mismo
término de prescripción cuando se busca iniciar procesos liquidatorios de
naturaleza familiar.
El término de un año, señalado en la Ley 54 de 1990, comparado con los diez
años establecidos en el Código Civil, no es suficiente para garantizar la efectiva
participación de las personas llamadas a solicitar la partición de bienes de
la masa que integra la sociedad patrimonial entre compañeros permanentes.
Esta norma está quebrantando derechos constitucionales como la igualdad,
la equidad, el acceso a la administración de justicia, a la propiedad, etc., y,
en especial, al principio de proporcionalidad, aunado a las múltiples situa-
ciones que puede vivir la pareja, particularmente la mujer, que, por su instinto
maternal y proteccional, deja transcurrir el tiempo a la espera de una reconci-
liación por iniciativa de su compañero.
La base del presente argumento radica en la equivalencia sustancial que existe
entre el matrimonio y la unión marital de hecho: estas son dos instituciones
que se edifican en una familia que merece idéntico amparo constitucional.
Con base en lo dispuesto en el artículo 42 de la Carta Política, los derechos
familiares, patrimoniales y personales, de los miembros de la pareja, indepen-
dientemente de cómo esta se conforme, deben contar con la misma protección
legal.
Debería hacerse extensivo este mandato constitucional al régimen económico,
tanto para la sociedad conyugal como para la sociedad patrimonial entre
compañeros permanentes, por cuanto regulan la comunidad de bienes que
integran el patrimonio familiar, y así lograr el objetivo de equilibrar las cargas
y beneficios de la pareja a partir del establecimiento de un régimen económico
equitativo que tienda a proteger a sus miembros.
De allí que, si bien es cierto que el legislador está legitimado para establecer
un régimen diferenciado en la materia que se analiza, debe ser acorde con

113
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

los principios constitucionales, y el juzgador no puede actuar de manera


intolerante, aceptando diferencias formales, en estas instituciones, que
perjudican a los miembros de las diversas familias que existen en Colombia,
al ser vulnerados derechos como el principio de protección integral de la
familia (C.P. art. 42), prescindiendo de su origen, en su afán por favorecer
una de sus formas tradicionales; ante la patente violación del derecho a
la igualdad, que resulta incompatible con preferencias normativas basadas
en el origen familiar (C.P. art. 13), lo mismo que del principio de respeto
al pluralismo cultural (C.P. art. 1) y del derecho a la libertad personal para
escoger formas de unión familiar (C.P. arts. 16 y 42), entre otros.

Conclusiones
Existe una contradicción en nuestro ordenamiento jurídico; por una parte,
se encuentra regulada la protección a la familia como institución básica
de la sociedad y la garantía de no discriminación, sin tener en cuenta las
distintas formas de las que surgen las familias; pretende otorgar igualdad
de derechos a todos sus miembros a través de la imposición de límites de
razonabilidad en cualquier tratamiento diferenciado que se pretenda esta-
blecer, criterio que ha construido la Corte Constitucional en sus diversos
pronunciamientos. Por otra parte, nuestro derecho no ha logrado equiparar
el matrimonio y la unión marital de hecho, a pesar de las obvias coinci-
dencias o, incluso, similitudes, entre las dos figuras, como la exigencia de
la heterosexualidad, la posibilidad de formar una familia, la protección que
merece del Estado, sus derechos fundamentales como grupo de personas,
etc.
Estos últimos aspectos se derivan del artículo 42 de la Constitución Política;
la cercanía es innegable y cada vez se asemejan más, especialmente en
cuanto a efectos jurídicos de alcance personal. Incluso la Ley 54 presume
la “ayuda y socorro mutuo”, aunque no los señala como deberes, sino como
fuente del patrimonio común de los compañeros (artículo 3). Pero, como
el legislador y los juzgadores han definido las estructuras de estas familias
de manera ilógica, las regulaciones no se adecúan a la realidad social,
siendo así quebrantados los derechos fundamentales de los miembros de
estas comunidades, como en el caso de la aplicación de la prescripción del
régimen patrimonial.

114
Luz Amparo Vera López

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C-577 de 2011, magistrado ponente Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Civil y Agraria, 2002,
Sentencia del 3 de mayo, Expediente 6153.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, sala Casación Civil, 2005, Sentencia del 1
de junio, referencia: 7921, Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Civil, 2008, Auto del 18
de junio, ref. C-0500131100062004-00205-01, magistrado ponente Jaime
Arrubla Paucar.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-1035/2008, magistrado ponente
Jaime Córdoba Triviño.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-527/2009, magistrado ponente
Nilson Pinilla.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-577/2011, magistrado ponente
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia T-581/11, magistrado ponente
Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE ARMENIA, Sala
Civil-Familia, 2012, sentencia del 25 de septiembre, referencia: 63001-

115
Derecho a la igualdad entre familia de hecho y familia jurídica respecto al régimen patrimonial

3110-001-2010-00115-01, magistrado ponente Luis Alfredo Salazar


Longas.
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala Casación Civil, 2016, Expediente
N.º 88001-31-84-001-2009-00443-01, magistrado ponente Luis Armando
Tolosa Villabona.

116
Protección a la mujer en los casos
de violencia intrafamiliar psicológica*

Carlos Alberto Hernández Muñoz**

* Artículo de revisión como requisito para optar al título de Especialista en Derecho de


Familia de la Universidad Libre.
** Abogado. Especialista en Derecho de Familia de la Universidad Libre. Correo: juridicaca-
ralhernandez@gmail.com
Protección a la mujer en los casos de violencia intrafamiliar psicológica

Resumen
En Colombia la violencia intrafamiliar es un problema de salu-
bridad pública, social y cultural que afecta las relaciones entre
los individuos que componen el núcleo familiar. Es por ello que
el Estado debe intervenir con normas o políticas que protejan
de este tipo de conductas asociales, especialmente a las mujeres
víctimas de violencia psicológica. Este trabajo es una revisión
que se centrará en darle un orden lógico a la información
recopilada en bases de datos y herramientas informáticas que
investigan a fondo el tema de la violencia psicológica en contra
de la mujer.
Palabras clave: Medidas de prevención, violencia en contra de la
mujer, violencia intrafamiliar, violencia psicológica, protección
al núcleo familiar

Abstract
In Colombia, domestic violence is a problem of public, social
and cultural health that affects the relationships between the
individuals that make up the nuclear family. That is why the
State must intervene with norms or policies that protect this
type of asocial conduct, especially those exercised against the
woman victim of psychological violence. This is a review article
that will focus on giving a logical order to the information
collected in databases and computer tools that investigate in
depth the issue of psychological violence against women
Keywords: Prevention measures, violence against women,
domestic violence, psychological violence, protection to the
nuclear family

118
Introducción
La violencia es un mal para la sociedad, uno de los fenómenos que más se
han presentado en la historia de la humanidad, que produce la lesión grave
de los derechos humanos a nivel personal o colectivo. En este caso, se trata
de la violencia intrafamiliar ejercida en contra de la mujer con una afec-
tación psicológica que perjudica su estado de salud.
Para la realización de este estudio se tiene en cuenta, en primer lugar, el
conflicto social y cultural que aún se vive en Colombia debido al maltrato
hacia la mujer dentro de la familia, particularmente ejercido por su cónyuge,
compañero permanente o pareja sentimental y, en segundo lugar, la falta de
propiedad e intervención de las autoridades encargadas de la resolución y
seguimiento de estos conflictos, que pueden llegar a convertirse en temas
más profundos como el feminicidio.
Por lo anterior, este escrito se encargará de verificar cuáles son los procedi-
mientos que las autoridades encargadas por el Estado colombiano ejercen
para prevenir la violencia psicológica intrafamiliar en contra de la mujer.
La estrategia metodológica desarrollada es de tipo documental, y se
basará en los estudios de la revisión bibliográfica existente sobre el tema
de violencia intrafamiliar psicológica en contra de la mujer, y la búsqueda
de elementos que sean de importancia para el desarrollo de los objetivos
propuestos; para ello, se consultaron más de veinte autores en diferentes
bases de datos.

Violencia intrafamiliar
Caicedo define la violencia intrafamiliar como un fenómeno que se ha
presentado por décadas y al que, a pesar de ser una conducta grave, que
compromete a los integrantes de la familia, se le ha restado importancia. Al
respecto, este autor afirma lo siguiente:

119
Protección a la mujer en los casos de violencia intrafamiliar psicológica

En gran parte porque hasta hace muy poco el espacio familiar había
sido reconocido como un espacio que pertenece a la intimidad, y los
comportamientos violentos se llegan a legitimar como herramientas
útiles para educar o mantener el control, o como mecanismo válido
para resolver sus conflictos1. La violencia intrafamiliar apareció debido
a los movimientos de mujeres que hicieron visible dicha problemática
por violación a los derechos humanos en el contexto familiar; una clara
violencia de tipo conyugal que compromete las relaciones dentro del
matrimonio, la unión marital de hecho, la crianza de hijos, relaciones
de pareja en todas las clases sociales2.

Por su parte, Gómez expresa lo siguiente:

La violencia intrafamiliar, precisamente, permite observar en la inti-


midad de la agresión a hombres y mujeres, adultos y jóvenes, divididos
en una lucha violenta por la adquisición o preservación de un espacio
de poder, por una oportunidad para el ejercicio de la autoridad, por
un instante de dominio de las circunstancias, de los recursos o de los
sentimientos; por supuesto, en medio de una intensa e infortunada
manifestación de las inseguridades, dolores, frustraciones y deseos de
control de cada quien3.

La violencia intrafamiliar es un tipo de violencia que se ejerce sobre los


miembros de la familia, causando lesiones graves físicas y psicológicas a
través del uso de la fuerza y el aprovechamiento del estado de indefensión,
por su condición o calidad individual; por ejemplo, en el caso de la mujer, el
agresor se aprovecha de la condición de género de la mujer, sometiéndola
a diferentes clases de maltrato; en los niños, niñas y adolescentes se ejerce
fuerza violenta en contra de ellos por su condición de vulnerabilidad para
hacerlos cumplir con obligaciones, olvidando sus derechos; y las personas de
la tercera edad no se encuentran en capacidad para defenderse de cualquier
acto violento.
Entiéndase por acto violento aquel que causa daño o dolor a la víctima, de
manera física o psicológica, y que trae algún perjuicio sobre quien recae el

1
CAICEDO, 2005, p. 73.
2
Ibid., p. 75.
3
GÓMEZ, 2003, p. 4.

120
Carlos Alberto Hernández Muñoz

maltrato, acciones que se han vivido en el hogar y en la mayoría de los casos


no son denunciadas por miedo a reproches ante la sociedad, o por amenazas
de los agresores que se aprovechan del vínculo y la subordinación familiar.
En este sentido, Bernal y Vaca definen la violencia intrafamiliar de la siguiente
forma:

Se manifiesta en los hogares y, por lo general, se determina por rela-


ciones inadecuadas entre los miembros de la familia. Se puede originar
por la mala interpretación de los roles, de la autoridad, o por la
influencia de pautas de crianza que justifican el maltrato como una
forma de imponer disciplina y buenos comportamientos4.

A su vez, Rico concibe la violencia intrafamiliar como una acción u omisión


que transforma en maltratantes las relaciones entre los miembros de la
familia, causando daño f ísico, emocional, sexual o económico a uno o varios
de sus integrantes5.
Lemaitre (2000) define este tipo de violencia como aquellos actos que
amenazan o lesionan la vida, libertad o dignidad de una persona, un abuso
de los derechos de un miembro de la familia.
La violencia intrafamiliar puede expresarse de diferentes modos:
violencia f ísica cuando se lastima intencionalmente el cuerpo y la
salud de algún miembro de la familia; violencia sexual cuando, por
medio de la coerción, se impone la voluntad sobre el otro con el fin de
generar satisfacción sexual; violencia emocional cuando, a través del
lenguaje y de los actos, se degrada a otra persona, desconociendo su
valor y estima; violencia por abandono o por negligencia cuando, de
forma total –abandono– o parcial –negligencia–, se dejan de cubrir
las necesidades de aquellos en condición de dependencia; violencia
económica cuando el proveedor principal utiliza el dinero para ejercer
control sobre los demás integrantes de su hogar6.

Moser (2000) explica que la violencia intrafamiliar se hace notar por la


ausencia de comunicación entre los miembros de la familia, “bien sea porque

4
BERNAL y VACA, 2008, p. 2.
5
RICO, 1999, p. 29.
6
MATEUS, 2009, p. 10.

121
Protección a la mujer en los casos de violencia intrafamiliar psicológica

se considera normal el abuso del poder, o el de las relaciones agresivas, o


porque el maltrato se origina en la experiencia de un padre/madre, maltra-
tador f ísico, que también ha sido víctima de este tipo de maltrato en la
infancia”.

Derechos humanos de las mujeres


La Organización de las Naciones Unidas por la lucha de la igualdad de género
reconoció en 1945 los “derechos iguales para los hombres y mujeres” para
fomentar la protección de los derechos humanos por parte de los Estados.
Se eliminó también toda forma de discriminación por motivo de género,
como se aprecia en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
y en el Pacto Internaciones de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
que aseguran tanto para el hombre como para la mujer el goce de todos los
derechos reconocidos a nivel internacional.
En 1979, con la Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer, que entró en vigencia en 1981, se estableció
un programa de acción para que las naciones pusieran fin a dicha discrimi-
nación.
Se crean comités para terminar con la discriminación contra las mujeres,
mediante la ayuda de expertos en defensa de los derechos de estas para el
cumplimiento de todo el articulado existente sobre derechos del género
femenino, denunciando aquellas situaciones que han violado de manera
grave o sistemática los derechos reconocidos.
Se crea en 1994 el cargo de relator especial sobre la violencia en contra de
la mujer, un experto que se ocupará de indagar las causas y consecuencias
de este tipo de violencia, y que también propondrá soluciones para que se
erradique en los Estados.

En 2010 el Consejo de Derechos Humanos creó un grupo de trabajo


sobre la discriminación contra la mujer en la legislación y en la práctica
con el fin de promover la eliminación de las leyes que discriminan
directamente a las mujeres y/o tienen un efecto discriminatorio sobre
ellas7.

7
NACIONES UNIDAS, 2017.

122
Carlos Alberto Hernández Muñoz

Violencia intrafamiliar en contra de la mujer


La Organización Mundial de la Salud determina que la violencia en contra de
la mujer es especialmente ejercida por la pareja, en la que también aparece el
tipo de violencia sexual que constituye un problema grave de salud pública y
violación a los derechos humanos de las mujeres8.
Las cifras que arroja la OMS sobre el maltrato a la mujer revelan que una de
cada tres mujeres ha sufrido violencia f ísica y/o sexual por parte de la pareja
o de terceros en algún momento de la vida; es decir, un 35% de las mujeres
en el mundo9.
Estas formas de violencia pueden afectar gravemente la salud f ísica, psico-
lógica, sexual y reproductiva de la mujer; una violencia que ha podido
producirse por diferentes factores, pero que debe ser contrarrestada por las
autoridades de las diferentes naciones.
La violencia en contra de la mujer es otro tipo de violencia que se presenta
en el núcleo familiar; uno de los fenómenos más repetitivos en la sociedad
colombiana y en el mundo. Esta se concibe como toda clase de fuerza o
acto violento en contra del género femenino, normalmente ejercido por el
cónyuge, compañero permanente o pareja sentimental.

La violencia contra la mujer ha sido objeto de una creciente atención


en las Naciones Unidas, como una forma de discriminación y una
violación de los derechos humanos de las mujeres. La comunidad
internacional se ha comprometido con la protección de los derechos
y dignidad de las mujeres y los hombres mediante numerosos tratados
internacionales10.

En 1995, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el artículo primero


de la Declaración sobre la eliminación de violencia contra la mujer, definió
como violencia en contra de la mujer aquellas violencias que se ejercen en
contra del sexo femenino, que puedan tener como resultado daño, sufri-
miento f ísico, sexual o psicológico, incluyendo todo tipo de amenazas de

8
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, 2016.
9
Ibid.
10
ESCOBAR y URIBE, 2011, p. 10.

123
Protección a la mujer en los casos de violencia intrafamiliar psicológica

estos actos, la coacción o privación arbitraria de la libertad de la vida pública


o privada11.
Alberdi (2005) identifica que existen diferentes tipos de violencia en contra
de la mujer, entre los que prevalecen la violencia sexual, el acoso sexual y
laboral, el tráfico de mujeres, la violencia familiar y la violación como arma
de guerra.
La CEPAL establece el reconocimiento de la violencia contra la mujer como
una relación histórica desigual entre el hombre y la mujer, donde se cons-
tituye una violación de los derechos humanos y libertades que impiden el
ejercicio de sus derechos; un acto de violencia que se basa en el hecho de
pertenecer al sexo femenino que tiene como resultado un daño o sufrimiento
f ísico, sexual o psicológico para la mujer12.
El panorama de la violencia en contra de la mujer aumenta en países de Lati-
noamérica y el Caribe; por ejemplo, en Chile, en 2004, se presentaba una
cifra de 86.840 denuncias; en 2005 era de 93.404, siendo víctimas el 90% de
mujeres. En Brasil, en 2001, una de cada cinco mujeres admitió haber sido
maltratada por su cónyuge13.
Vásquez expone que esta clase de violencia se ha dado por la forma de pensar
de las propias mujeres, porque estas han aprendido a creer que merecen ser
castigadas f ísica, psicológica, verbal y sexualmente:
El costo de años de discriminación y de dominación de la religión, que con el
pretexto de mantener el orden y de hacer cumplir la “Ley divina” han influido
en las relaciones de género, especialmente en Latinoamérica, permeando
fuertemente la cultura de los países que a ella pertenecen14.

Violencia psicológica en la mujer


La violencia psicológica en la mujer es un tipo de violencia que ocurre en
el núcleo familiar, que genera múltiples frustraciones o traumas de orden
emocional, social e individual, ya sea temporal o permanente. La violencia

11
NACIONES UNIDAS, 1995.
12
CEPAL, 2007, p. 16.
13
BOJACÁ, 2010, p. 20.
14
VÁSQUEZ, 2008, p. 36.

124
Carlos Alberto Hernández Muñoz

psicológica se encuentra relacionada con las agresiones f ísicas y sexuales


que se presentan a diario en la convivencia familiar, y que se clasifican de la
siguiente manera, según el Ministerio de Salud15:
• Agresión verbal
• Humillaciones
• Amenazas
• Deterioro de las relaciones de comunicación con los integrantes del grupo
familiar
• Lenguaje corporal inadecuado, con manifestaciones exageradas de
insatisfacción, rechazo, ausencia de expresiones afectivas, exclusión,
aislamiento, hostilidad y agresión emocional
• Chantajes afectivos
• Negación de la libertad del otro
• Abuso emocional o sociológico acompañado de violencia f ísica
• Utilización de medios de control que causan la degradación de la persona
• Subvaloración o descalificación de la mujer, autoritarismo, imposición de
ideas y deseos
Lavilla entiende ese maltrato psicológico como aquel que tiene la finalidad
de inducir a la degradación de la dignidad de una persona, y que, por medio
de acción u omisiones crea rechazo o perturbación de manera pública o
privada, lo cual produce aislamiento e inducción al suicidio:

El maltrato psicológico consiste en actos u omisiones cuya finalidad


es degradar o controlar las acciones, comportamientos, conductas,
creencias y decisiones de la mujer. Se realiza por medio de ridiculiza-
ciones en privado y en público, manipulaciones, insultos, amenazas,
desprecios, aislamiento, miradas, gritos, indiferencia, rechazo,
amenazas de suicidio, violencia hacia los objetos, manipulación de
los hijos16. En este tipo de violencia se podría incluir el maltrato social
(aislamiento), el económico (presión y exigencias de carácter económi-
co-monetario) y otras conductas que vulneran la libertad personal17.

15
MINISTERIO DE SALUD, s. f., p. 12.
16
EMAKUNDE, 2006.
17
LAVILLA, 2011.

125
Protección a la mujer en los casos de violencia intrafamiliar psicológica

Según Vásquez18, cada caso de violencia intrafamiliar contra la mujer repre-


senta unos símbolos culturales, espacio de socialización para que dentro de
la estructura psicológica o psiquiátrica tengan un tipo de tratamiento; desen-
trañando así en el individuo las experiencias vividas a través del psicoanálisis,
y analizando el caso de cada sujeto para hallar los rastros de violencia y las
causas que la generaron19.

Medidas de protección de los derechos de la mujer


víctima de la violencia intrafamiliar
García e Ibarra realizaron un estudio sobre las instituciones encargadas de
medir la violencia contra las mujeres, que emplean el procedimiento admi-
nistrativo, donde se recogen datos individuales del registro de denuncias
y muertes y, mediante estudios empíricos, de los cuales son responsables
las entidades que, por su actividad, están comprometidas a proteger los
derechos de la mujer, reciben denuncias e implementan mecanismos para la
resolución de conflictos familiares.
En este caso, el análisis de los datos recae en las siguientes dependencias:
el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF),
que tiene como finalidad mostrar la evolución de los homicidios, los
suicidios y las lesiones personales de toda la población colombiana;
la Unidad Nacional de Victimas, que recopila las denuncias de las
víctimas y les otorga un registro que las acredita como beneficiarios
para acceder a la reparación; y la Encuesta Nacional de Demograf ía y
Salud (ENDS), que tiene como objetivo mejorar e institucionalizar la
recolección y uso de los datos requeridos para evaluar los programas
de salud sexual y reproductiva, y de población20.

Existen entidades del Estado como las Comisarias de familia, la Policía


Nacional, la Fiscalía General de la Nación, el Ministerio de Salud, etc., que
se unen para la protección y promoción de los derechos de la mujer, institu-
ciones que se dedican a denunciar cualquier tipo de acción u omisión que se
considere como violencia intrafamiliar.

18
Op. cit.
19
CRUZ, 2006.
20
GARCÍA e IBARRA, 2016, p. 45.

126
Carlos Alberto Hernández Muñoz

Con la Ley 294 de 1996 y otras normas modificadoras concordantes, el


Estado previene esta clase de violencia, y la remedia y sanciona, protegiendo
a la familia como núcleo de la sociedad (art. 4) Aquí, el legislador se refiere a
las autoridades competentes para los casos de violencia intrafamiliar, donde
tendrán conocimiento las Comisarias de familia, las alcaldías, las casas de
justicia, la Fiscalía General de la Nación, el Bienestar Familiar y los defen-
sores de familia delegados por el Estado, encargados de proteger al grupo
familiar que ha sido víctima de cualquier tipo de violencia intrafamiliar; por
ello, podrán tomar las siguientes medidas de protección:
• Ordenar a los agresores el desalojo de la casa o habitación que comparten
con la víctima cuando sea necesario, por amenaza a la integridad f ísica,
psíquica o, en general, a la salud de cualquiera de los integrantes de la
familia.
• Buscar que el agresor se abstenga de frecuentar lugares donde se encuentre
la víctima con el fin de evitar que esta se sienta perturbada, intimidada o
amenazada en los escenarios que frecuenta.
• Prohibirle al agresor que se lleve de la casa a miembros de la familia tales
como niños, niñas, personas discapacitadas o en situación de indefensión.
• Proponerle al agresor que se acuda a tratamiento reeducativo, terapéutico,
médico, psicológico y/o psiquiátrico si es necesario.
• Ordenar que las autoridades de policía brinden la protección temporal
especial de la víctima en su lugar de trabajo y residencia.
• Ordenar a las autoridades de policía el acompañamiento de la víctima para
el reingreso a su domicilio cuando sea necesario proteger su seguridad.
• Suspender al agresor la tenencia y uso de armas cuando se ejerzan por
razones de profesión u oficio21.
Las anteriores son medidas de protección que la autoridad competente
deberá evaluar, según sea el caso; dado que, si se trata de maltrato psico-
lógico, es necesario recurrir a tratamientos médicos, psiquiátricos o terapias
ocupacionales para corregir las actitudes de maltrato a la mujer en el hogar.
No obstante, resulta un tanto complicado comprobar esta forma de violencia
intrafamiliar, ya que es muy dif ícil que las autoridades valoren la afec-
tación psicológica de la víctima. Por ello, es fundamental que las comisarías,
alcaldías y demás entidades cuenten con equipo medio adicional como el

21
CONGRESO DE LA REPÚBLICA, Ley 294 de 1996, art. 5.

127
Protección a la mujer en los casos de violencia intrafamiliar psicológica

cuerpo de Medicina Legal, encargado de hacer una valoración técnica a


fin de dar días de incapacidad médicos legales que sirvan para una futura
reparación o medición de la gravedad de los hechos denunciados.
El Gobierno de la República, a través del Ministerio de Salud, crea una guía
de la mujer maltratada, haciendo referencia a los casos de maltrato psico-
lógico, que muestran unos signos de alerta que merecen ser tratados de
forma debida por las autoridades competentes y el cuerpo médico.
En Colombia existen las medidas de protección para contrarrestar
la violencia intrafamiliar en contra de la mujer, especialmente la que
contempla Vanegas, donde se refuerza el sistema de protección ante esta
conducta reprochable que representa un delito, mediante la Ley 1542 de
2012, que impide que esta sea de carácter querellable; a la vez, es inde-
sistible para quien realiza la denuncia, convirtiéndose entonces en una
violación al ordenamiento jurídico que debe ser perseguida de oficio por el
Estado, una vez que haya tenido conocimiento de esta22.

Conclusiones
Los procedimientos que las autoridades encargadas por el Estado colom-
biano ejercen para prevenir la violencia intrafamiliar de carácter psicológico
en contra de la mujer son de carácter administrativo, policivo y penal.
Asimismo, estos procedimientos competen a las autoridades encargadas de
la resolución de conflictos familiares, tales como las comisarías de familia,
las alcaldías, la Defensoría del Pueblo, el Bienestar Familiar, los entes
prestadores del servicio de salud, en cabeza del Ministerio de Salud, que
tienen a su cargo el bienestar, tratamiento y seguimiento de las víctimas de
violencia intrafamiliar.
Estas autoridades son quienes tomarán medidas preventivas para la
protección de los derechos de las personas más vulnerables dentro de
la familia, y alertarán sobre signos de alarma de la mujer maltratada por
violencia psicológica, f ísica o sexual.
En Colombia, la pareja sentimental, cónyuge o compañero permanente son
los causantes de la gran mayoría de casos de violencia intrafamiliar contra

22
VANEGAS, (s. f.), p. 5.

128
Carlos Alberto Hernández Muñoz

la mujer, y ejercen violencia psicológica que a la víctima le resulta muy


dif ícil comprobar para pedir protección ante las autoridades competentes.
No obstante, se requiere que exista un acercamiento a los centros médicos
para que se evalúen los signos de alarma, los perjuicios a la salud, y así, a
través de estas entidades, se pueda interponer la denuncia por violencia
intrafamiliar y, al mismo tiempo, recibir una ayuda especial para la defensa
de los derechos de la mujer y de los demás integrantes de la familia afec-
tados.
El Estado es el garante del desarrollo de los derechos de la mujer y, por
tanto, se opone a la violación y amenaza de los derechos que tienen un
rango constitucional internacional; derechos humanos que han venido
siendo reconocidos para evitar la desigualdad y todo tipo de discriminación
en el género femenino. Por ello, a través de las medidas de protección y la
labor de las autoridades competentes de brindar protección a la mujer, se
debe velar por que se disminuyan y terminen erradicándose los índices de
violencia intrafamiliar en contra de la mujer, en aras del respeto del D. I. H.,
los derechos humanos y el cumplimiento del bloque de constitucionalidad.

La problemática de los derechos humanos de las mujeres es de


vital importancia para el desarrollo de los Estados del mundo. A
menudo, las mujeres son víctimas de represión, tortura, desapari-
ciones, hambre. A su vez, las mujeres también pueden ser víctimas
de métodos represivos particulares, tales como la violación sexual
y el embarazo forzado y, sin duda, la discriminación cotidiana. Las
mujeres trabajan más, ganan menos, y muchas veces no tienen el
derecho a su vientre, a su nombre, a sus hijos23.

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23
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VÁSQUEZ, F. R. “La violencia intrafamiliar contra la mujer en Colombia:
¿cuestión de género?”. En: Revista Pensamiento Americano, vol. 1, n. º
1 (2008). Disponible en http://www.coruniamericana.edu.co/publica-
ciones/ojs/index.php/pensamientoamericano/article/viewFile/6/6

131
Trabajo infantil*

Luz Mery Cárdenas**

Carolina Velasco Peña***

* Artículo de revisión presentado como requisito para optar al título de Especialista en


Derecho de Familia de la Universidad Libre.
** Especialista en Derecho de Familia de la Universidad Libre. Trabajadora social. Univer-
sidad de la Salle. Correo: luzmerycard@gmail.com
*** Especialista en Derecho de Familia de la Universidad Libre. Trabajadora Social. Univer-
sidad Colegio Mayor de Cundinamarca. Correo: carovelape@hotmail.com
Protección a la mujer en los casos de violencia intrafamiliar psicológica

Resumen
En la cultura colombiana el trabajo infantil es altamente complejo,
debido tanto a sus causas como a sus manifestaciones, y porque
tradicionalmente se encuentra asociado a las comunidades
afectadas por la pobreza; por consiguiente, resulta dif ícil su erra-
dicación. Es así como el Estado, con base en una articulación
necesaria entre la legislación nacional e internacional, debe
implementar un sinnúmero de estrategias direccionadas no solo
a prevenir esta problemática, sino a sensibilizar a la población
y aplicar sanciones para quienes sometan a los niños, niñas y
adolescentes a formas de trabajo no dignas, que no les permitan
un sano desarrollo emocional e intelectual y el pleno goce de sus
derechos fundamentales.
Palabras clave: Trabajo infantil, Estado, prevención, legislación,
derechos fundamentales

Abstract
In the Colombian culture child labor is highly complex because
their causes and their expressions, also because traditionally
is linked to communities that have been affected by poverty
therefore its eradication is complicated and this is how the state
supported by a necessary articulation between international and
national legislation must perform a number of strategies that
go addressed not only to the prevention of this problem, but
awareness and the formulation of sanctions for those who subject
children and adolescents to forms of work not worthy not allow
them a healthy emotional and intellectual development and full
enjoyment of their fundamental rights.
Keywords: Child labor, State, prevention, legislation, funda-
mental rights

134
Introducción
En Colombia el trabajo infantil sigue siendo un problema preocupante
y persistente, pese a los avances legislativos que se han logrado a través
del tiempo. La complejidad del problema radica en que, en el territorio
nacional, la violencia, la pobreza y el desempleo constituyen fenómenos
sociales históricos y determinantes que con los años han influenciado de
manera directa el aumento y desarrollo de diferentes actividades econó-
micas con el fin de conseguir el sustento para poder sobrevivir.

Erradicar el trabajo infantil se torna un propósito difícil; en primer lugar,


existe una diferencia significativa entre sus beneficios inmediatos y las
consecuencias de que los niños y las niñas trabajen desde temprana edad y,
en segundo lugar, las ganancias son asumidas por terceros, en la mayoría
de casos por alguno de sus progenitores, lo que se evidenció en las dife-
rentes consultas sobre el tema. De este modo, no terminan de entenderse
las razones por las cuales los niños, las niñas y los adolescentes trabajan y
qué tipo de acciones deben tomarse para solucionar el problema.

Conforme a lo anterior, este artículo busca determinar las estrategias


implementadas por el Estado en lo concerniente al trabajo infantil y así
proponer posibles alternativas de protección de los derechos de los niños y
las niñas para minimizar esta problemática en el país, con base no solo en
el cumplimiento de la legislación existente para su amparo, sino también
promoviendo diferentes mecanismos de control y seguimiento de este
fenómeno desde un punto de vista interdisciplinario.

Para ello, se abordará el concepto de trabajo infantil de acuerdo con la OIT


y la UNICEF, y se identificarán la normativa jurídica existente nacional e
internacional que prohíbe y sanciona esta práctica, así como las líneas de
acción que propone el Estado colombiano para prevenir y erradicar esta
problemática.

135
Trabajo infantil

Concepto de trabajo infantil


Una de las principales dificultades cuando se analiza la noción de trabajo
infantil es la de los múltiples conceptos que varían de acuerdo con la época,
las diferentes construcciones culturales de cada país y la naturaleza misma
del problema.
Es por ello que existen varios documentos tanto de la OIT (Organización
Internacional del Trabajo) como de la UNICEF, donde se reconoce que no
es posible ofrecer una sola definición de trabajo infantil, razón por la cual
los dos organismos lo conciben como toda actividad económica realizada
por niños, niñas y adolescentes, por debajo de la edad mínima general de
admisión al empleo especificada en cada país, sea cual sea la modalidad
(asalariado, independiente, trabajo familiar no remunerado), también
comprendida como una actividad física, mental, social o moralmente perju-
dicial o dañina para el niño, y que interfiere en su educación; privándolo de
la oportunidad de asistir a la escuela y obligándolo a abandonar prematura-
mente las aulas, o exigiéndole que alterne la asistencia a la escuela con largas
jornadas de trabajo pesado1.
Continuando con los lineamientos de la OIT, el trabajo infantil se suele
definir de la siguiente manera:
Trabajo que priva a los niños de su infancia, su potencial y su dignidad,
y que es nocivo para su desarrollo f ísico y mental. Se refiere al trabajo
que es f ísica, mental, social o moralmente perjudicial o dañino para el
niño, e interfiere en su escolarización, privándolo de la oportunidad
de ir a la escuela, obligándolo a abandonar prematuramente las aulas,
o exigiéndole que alterne la asistencia a la escuela con largas jornadas
de trabajo pesado2.

De acuerdo con lo anterior, el concepto de trabajo infantil, la comprensión


de las causas que lo originan y la búsqueda de mecanismos para erradicarlo
son temas cuyo estudio y análisis han generado un gran interés y, en ciertos
momentos, polémica, dado que las entre las diferentes concepciones se
encuentran incluso aquellas que definen el trabajo infantil como un proceso
favorecedor para la socialización de niños y niñas no sólo porque fomenta la

1
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO, 2007, p. 17.
2
Ibid., 2004, p. 16.

136
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

cooperación y solidaridad, sino también porque los dota de destrezas, habi-


lidades y experiencias para un futuro.
Asimismo, otros conciben este fenómeno como parte de la solución para la
sobrevivencia de los estratos sociales más bajos, sin que esto implique afirmar
que los niños y las niñas trabajadores provienen de hogares pobres, aunque
no todos los niños y niñas pobres trabajan. Además, se recurre a la mano
de obra infantil porque se estima que los niños son menos conflictivos que
los adultos, puesto que se considera que, dadas sus características f ísicas, se
adaptan mejor que los adultos a ciertos trabajos, y porque se les paga menos.
De acuerdo con Aparicio3, las dificultades en los niveles de ingresos alcan-
zados, la pobreza y las decisiones de las familias en torno a ella son factores
determinantes del trabajo infantil, así como la calidad y acceso a la educación,
algunas características del hogar, la cultura y otros elementos del contexto.
El resultado de ello es que disminuye la posibilidad de defender los niveles
de bienestar ya logrados, en términos de acceso a recursos para el desarrollo
de los niños, niñas y adolescentes en el uso de los activos disponibles para
asegurar su salud, formación, y para adquirir las competencias que exige la
sociedad4.
Es así como el trabajo infantil representa una grave violación a los derechos
fundamentales de los niños y las niñas, que, por supuesto, desencadena un
sinnúmero de consecuencias en todas las dimensiones del desarrollo del ser
humano, truncando así la formación de futuros adultos disminuidos f ísica,
intelectual o afectivamente.
Los anteriores argumentos han sido válidos no solo para justificar la indi-
ferencia frente a esta problemática que cada vez más se convierte en una
práctica cotidiana y aceptable para la sociedad, y que también se ve reforzada
por la invisibilidad que caracteriza a muchos de los trabajos realizados por
los niños y las niñas, a quienes, con el paso del tiempo y los avances tecnoló-
gicos, también se les ha impuesto desempeñar otras ocupaciones.
Teniendo en cuenta los anteriores planteamientos, se considera trabajador
o trabajadora infantil a toda persona menor que tenga entre 5 y 17 años de
edad, y reciba un salario monetario o en especie como remuneración por la
actividad que realiza. Esta clasificación se basa en los siguientes aspectos:

3
APARICIO, 2007, p. 28.
4
PIZZARRO, 2001, p. 25.

137
Trabajo infantil

• En primer lugar, de acuerdo con la Organización Internacional del


Trabajo5, la condición de las personas menores trabajadoras se determina
de la siguiente manera: i) las personas menores de 5 años no deben
trabajar; ii) quienes tienen entre 12 y 14 años no deben trabajar más de
14 horas a la semana en trabajos livianos; y iii) las personas menores,
entre 15 y 17 años, deben ser protegidas de las peores formas de trabajo
(por ejemplo, trabajos forzosos, tráfico infantil, conflicto armado, traba-
jadores y trabajadoras sexuales, pornografía, actividades ilícitas, etc.).
• En segundo lugar, el trabajo infantil se puede definir según el tipo de
trabajo y/o la medida en la cual este interfiere con las actividades esco-
lares; si, por ejemplo, el infante o la infante trabaja en la finca familiar
en la producción y procesamiento de productos primarios, o trabaja en
el negocio familiar en la producción de bienes y servicios para la venta
o el consumo propio, o está sin empleo, pero busca trabajo en alguna
de estas actividades, se puede considerar como trabajador o traba-
jadora infantil. Al mismo tiempo, si trabaja en oficios domésticos en un
hogar que no es el suyo, se le considera una persona económicamente
activa6.
En el cuadro 1 se resumen algunos de los estudios más significativos del
estado del arte sobre el trabajo infantil en el departamento del Valle del
Cauca, Colombia.

Cuadro 1. Estudios relevantes sobre trabajo infantil en Colombia

Autores Espacio Resultados más importantes


Bernal y Colombia • Los niños tienen más probabilidad de trabajar que
Cárdenas las niñas (2006).
(2006) • El nivel educativo de los padres y madres afecta
negativamente el trabajo infantil y positivamente la
asistencia escolar.
• Hay una relación positiva entre el trabajo infantil
y la tasa de ocupación de las personas adultas del
hogar.

5
ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO, 2002, p. 32.
6
BERNAL y CÁRDENAS, 2006, p. 42.

138
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

Autores Espacio Resultados más importantes


Pedraza Colombia • La probabilidad de que la persona menor trabaje
y Ribero y estudie, en comparación con el hecho de que sólo
(2006) estudie, se incrementa relativamente si su género es
masculino, o su hogar sufrió una caída económica a
raíz de la crisis del 99, o si vive en las regiones orien-
tal, central o pacífica, en vez de vivir en Bogotá.
• Cuando los jóvenes y las jóvenes, entre 12 y 17
años, trabajan, existe una mayor probabilidad de que
presenten peor estado de salud.
• La educación de las madres se relaciona negativa-
mente con que el menor o la menor sólo trabaje, y
con que los niños y niñas de 7 a 11 años no realicen
ninguna de las dos actividades.
Pedraza Colombia • La pobreza es un factor determinante del trabajo
y Ribero infantil.
(2005) • Los ingresos tienen mayor relevancia, independien-
temente del género o el lugar de vivienda del menor
o la menor.
• Existe una relación positiva entre la probabilidad de
trabajar y la edad del niño o niña.
• Las personas menores entre 12 y 17 años tienen
mayor probabilidad de vincularse al mundo laboral,
especialmente las del género femenino

Tomado de “Determinantes del trabajo infantil y la escolaridad: el caso del


Valle del Cauca en Colombia, 2009”.

¿Qué ocurre con la legislación?


Tradicionalmente, el fenómeno del trabajo infantil se ha asociado a problemas
de los países en desarrollo, tales como la pobreza, el desempleo, la infor-
malidad y la insuficiencia del Estado en la cobertura institucional, jurídica y
educativa7, y se materializa en la imposibilidad de la implementación masiva

7
WAGNER, 2004.

139
Trabajo infantil

y uniforme de las herramientas existentes para la protección de los derechos


de los niños, niñas y adolescentes.
Es por ello que, a nivel nacional e internacional, existen múltiples normas que
velan por la protección de los niños y las niñas. A continuación, se relacionan
algunas de ellas y se reflexiona al respecto para resaltar la corresponsabilidad
que tienen el Estado, la familia y la sociedad frente a la problemática del
trabajo infantil.
El Estado colombiano ha adoptado numerosos instrumentos internacionales
en lo concerniente al trabajo infantil, mediante los cuales intenta proponer
posibles alternativas de solución y propugnar la protección de los derechos de
los niños y las niñas, entre los que se destacan la Declaración de los Derechos
del niño del 20 de noviembre de 1959, aprobada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas; que compromete a los Estados partes a proteger al niño
contra todas las formas de explotación y abusos sexuales, incluyendo cual-
quier actividad sexual, prostitución y la explotación del niño en espectáculos
o materiales pornográficos.
De igual forma, el Convenio sobre el Trabajo Forzoso, 1930, aboga por la
protección de los niños como sujetos en proceso de crecimiento y desarrollo;
la Resolución sobre la Eliminación del Trabajo Infantil, adoptada por la
Conferencia Internacional del Trabajo en su 83. ª reunión, celebrada en 1996;
la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales
en el trabajo y su seguimiento, adoptada por la Conferencia Internacional del
Trabajo en su 86. ª reunión, celebrada en 1998.
La Organización Internacional del Trabajo, Convenio 182, sobre la prohi-
bición de las peores formas de trabajo infantil y la acción inmediata para su
eliminación, considera la necesidad de adoptar nuevos instrumentos para la
prohibición y la eliminación de las peores formas de trabajo infantil, cuya
inmediata consistiría en hacer que se tenga en cuenta la importancia de la
educación básica gratuita y la necesidad de librar de todas esas formas de
trabajo a los niños afectados, y asegurar su rehabilitación y su inserción
social, al mismo tiempo que se atiende a las necesidades de sus familias.
En el ámbito nacional, la legislación colombiana cuenta con instrumentos
jurídicos propios para defender los derechos de la niñez; es así como, en la
Constitución Política, en los artículos que se mencionan a continuación, se
consagran los derechos de los niños, niñas y adolescentes:

140
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

a) Artículo 2: se protegerá la vida, honra, bienes, creencias y demás


derechos de las personas residentes en Colombia.
b) Artículo 13: sobre la igualdad de las personas ante la Ley y la
protección, especialmente a los más débiles, como es el caso de los
niños.
c) Artículo 44: consagra los derechos fundamentales de los niños, la
protección que se les debe brindar contra toda explotación laboral o
económica y contra trabajos riesgosos; y que sus derechos prevalecen
sobre los derechos de los demás.
d) Artículo 45: estipula los derechos de los adolescentes y los jóvenes
a la protección y formación integral, educación y progreso, a través
de instituciones públicas y privadas.
e) Artículo 67: sobre la educación gratuita y obligatoria que se les
debe impartir a los niños con edades comprendidas entre los 5 y 15
años, velando siempre por la formación moral, intelectual y f ísica de
los educandos.
f ) Artículo 93: expresa que se reconocerán y aplicarán los derechos
humanos contenidos en los tratados internacionales.

Además, se encuentran otras normas como las siguientes:


Decreto 2737 de 1989, por el cual se expide el Código del Menor, que
mantiene estrecha relación con la Convención Internacional, que establece
los derechos y los principios que rigen las normas para la protección a la
infancia:

Si bien incluye una completa normativa en materia de trabajo infantil,


hecho por el cual se reconoce como uno de los más completos de
América Latina, mantiene una enorme brecha en el campo de apli-
cación. Las dificultades del Estado para adelantar, entre otras, las
funciones de inspección y control tienen como consecuencia que un
alto porcentaje de niños, niñas y jóvenes sigan aún hoy vinculados a
actividades nocivas para ellos o que les representan un grave riesgo
para su salud e integridad f ísica, emocional y moral. Además de las
limitaciones en la aplicación de la Ley, vale la pena anotar que la legis-
lación no aborda de manera suficiente graves problemáticas señaladas
por las investigaciones, tales como la participación de los niños y niñas

141
Trabajo infantil

en la economía informal y la vinculación de las niñas a trabajos del


hogar o como empleadas domésticas, entre otros8.

Es necesario, entonces, fortalecer la legislación y construir mecanismos


de concertación entre los diversos sectores sociales, políticos, culturales y
económicos, que velen por el cumplimiento de las normas que se definan
o adecúen y, además, denuncien su violación, vigilen su estricta aplicación
y ejerzan ante las autoridades la presión legítima y oportuna, solicitando
acciones y servicios encaminados a garantizar los derechos de los niños,
niñas y adolescentes.
Así mismo, la Ley 12 de 1991, mediante la cual el Estado colombiano adoptó
como legislación de la República la Convención de los Derechos del Niño,
aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre
de 1989, considerando la importancia de la cooperación internacional para el
mejoramiento de las condiciones de vida de los niños en todos los países, en
particular en los que se encuentran en vías de desarrollo.
El Decreto 2145 de 1992, en su artículo 29, numerales 14 y 15, consagra que
le corresponden al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social las funciones de
“coordinar y desarrollar acciones con las entidades públicas, privadas, nacio-
nales e internacionales, relacionadas con el menor trabajador, orientadas
al mejoramiento de sus condiciones sociolaborales” y “proponer y aplicar
normas y procedimientos para garantizar los derechos de los menores traba-
jadores y procurar el mejoramiento de sus condiciones de trabajo”.
El Decreto 859 de 1995, por el cual se crea el Comité Interinstitucional para
la Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección del Menor Trabajador, y
el Decreto 1128 de 1999, en su artículo 14, numerales 16 y 17, le confieren
como función al Ministerio de Trabajo “coordinar y desarrollar acciones con
las entidades públicas, privadas, nacionales e internacionales, relacionadas
con el menor trabajador, orientadas al mejoramiento de sus condiciones
sociolaborales” y “proponer normas y procedimientos para garantizar los
derechos de los menores trabajadores”.
Por otra parte, en el artículo 35 de la Ley 1098, se señala que, para que un
niño o adolescente pueda ejercer alguna labor, “se requiere la respectiva auto-
rización de un inspector de trabajo o, en su defecto, del ente territorial local,

8
OFICINA REGIONAL DE LA OIT PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, 1998.

142
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

y así gozará de las protecciones laborales consagradas en el régimen laboral


colombiano”; por supuesto, sus padres o un adulto responsable también
forman parte de este proceso.
La Ley especifica el tipo de trabajo que los menores de edad pueden realizar.
La OIT ha definido el concepto de peores formas de trabajo infantil para
denominar aquellas actividades que esclavizan al niño o niña, lo separan de
su familia, lo exponen a graves peligros y enfermedades, o lo dejan aban-
donado en las calles de las grandes ciudades.
En 2006 se expidió en Colombia el Código de la Infancia y la Adoles-
cencia, cuyo objetivo es establecer normas sustantivas y procesales para la
protección integral de niños, niñas y adolescentes. En este se especifican las
edades mínimas de admisión al trabajo y el derecho a la protección laboral.
El Código indica que la edad mínima para el trabajo es de 15 años y solo
excepcionalmente los niños y niñas menores podrán ser autorizados para
desempeñar actividades remuneradas en el ámbito cultural, recreativo,
artístico y deportivo; por ejemplo, niños que practican disciplinas depor-
tivas o niñas que aparecen en comerciales de televisión.
Los adolescentes entre 15 y 17 años de edad cuentan con una protección
específica en el tipo de trabajo y horarios establecidos, también deta-
llados en el Código de Infancia y Adolescencia. Es así como todas las leyes
nacionales y tratados internacionales prevén disposiciones que aseguran
una protección especial a la infancia, por cuanto esta etapa de la vida
comprende un período decisivo en la existencia de una persona, pero
que, indiscutiblemente, se aleja en realidad de su cumplimiento oportuno y
eficiente; por ello, aunque se debe partir del conocimiento de la legislación
sobre el tema, es aún más importante y necesario velar por su correcta apli-
cación en la sociedad.

¿Cómo va colombia?
En el caso de Colombia, la problemática del trabajo infantil se ha incluido en
los planes de desarrollo, en los planes anuales de inversión, y en los planes
institucionales, y se ha impulsado la elaboración de planes operativos locales
y programas de acción que aborden principalmente las peores formas de
trabajo infantil.

143
Trabajo infantil

Pese a los logros alcanzados en el país, este fenómeno sigue vulnerando


el derecho que los niños, niñas y adolescentes tienen a la educación y a la
recreación, al mismo tiempo que expone sus vidas a riesgos f ísicos y psico-
lógicos.
De acuerdo con lo anterior, se destacan diferentes estrategias propuestas por
el Estado colombiano para la prevención y erradicación del trabajo infantil,
evidenciando entonces la educación como el principal instrumento con pasos
claros y conducentes a transformar la vida de los niños, niñas, adolescentes y
sus familias, que han sido vulnerados en sus derechos fundamentales.
Por lo tanto, el Gobierno Nacional, en el periodo 2008-2015, con la asis-
tencia de la OIT, presentó la Estrategia Nacional para revenir y Erradicar las
peores formas de Trabajo Infantil y proteger al joven trabajador, ENETI, cuyo
propósito es el siguiente:

Focalizar y ordenar la acción de las entidades estatales y privadas


que intervienen en el tema hacia dos puntos de quiebre de las Peores
Formas de Trabajo Infantil (PFTI): por un lado, el ingreso de NNA
(Niños, Niñas y Adolescentes) (en PFTI o en riesgo) al servicio
educativo, a programas de uso creativo de tiempo libre y al sistema
general de protección social y, por otro lado, el acceso de sus familias a
servicios sociales que permitan que sus NNA no ingresen o se retiren
de las PFTI.

Gracias a esta estrategia, se pueden mostrar los logros alcanzados por las
entidades del Gobierno, tales como los siguientes:
La adopción y ratificación de los Convenios internacionales 138 y 182 de la
OIT; la acogida de la lista de trabajos prohibidos mediante la Resolución n.
° 1677 de 2008; la promulgación del Código de Infancia y Adolescencia, en
2006, y su consideración del tema de las peores formas de trabajo; la apli-
cación del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) de
una encuesta de trabajo infantil en 2001 y de un módulo de trabajo infantil
en el cuarto trimestre de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) de 2003
y 2005, y de la Gran Encuesta Integrada de Hogares de 2007 y 2009, lo que
permite disponer de información sobre la magnitud del trabajo infantil en
Colombia; el diseño y puesta en operación, por parte de la OIT y el Minis-
terio de la Protección Social, de un módulo de registro e identificación de
los NNA que se encuentran en PFTI y que son beneficiados por proyectos

144
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

sociales, incluyendo la escolarización; la sensibilización de los actores en


diferentes niveles del Gobierno, en la prevención y erradicación del trabajo
infantil; y el fortalecimiento institucional para el desarrollo de las activi-
dades consideradas en la ENETI.
Esto se logró mediante un trabajo conjunto entre el Ministerio de la
Protección Social, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, el Minis-
terio de Educación Nacional, el Departamento Nacional de Planeación y la
OIT; y a través de campañas de difusión masivas en diferentes medios de
comunicación con el objeto de transformar los patrones culturales que, de
una u otra manera, han permitido el trabajo infantil y la injerencia de esta
problemática en la estrategia para superar la pobreza extrema y el despla-
zamiento9.
Es importante resaltar que las acciones del Estado colombiano se han
enfocado más en procesos de capacitación y de divulgación que en gestiones
que realmente permitan la erradicación del trabajo infantil. Además, no se
ha podido comprobar que los mecanismos de seguimiento y control sean
los apropiados.
El plan estratégico recopila una gran cantidad de recomendaciones prác-
ticas orientadas a las intervenciones preventivas en los últimos años. En
este orden de ideas, el papel de la familia es importante para la inter-
vención directa, ya que se deben promover cambios sobre la normalización
del trabajo infantil, y fortalecer los mecanismos de seguimiento y control
social.
Por otra parte, en el contexto de Bogotá, la garantía de los derechos
humanos de niños, niñas y adolescentes, y su reconocimiento como sujetos
de derechos, constituye el sentido fundamental de la Política Pública de
Infancia y Adolescencia de Bogotá, D. C., 2011-2021. Esta política pública
se fundamenta en la formulación, la implementación y el seguimiento de
las diferentes acciones que promuevan un interés superior y la garantía de
derechos de la infancia.
Por consiguiente, la política pública de infancia, en lo que concerniente
al trabajo infantil, menciona la búsqueda de la erradicación, a partir de
acciones intencionadas dirigidas a que las comunidades inmediatas resig-

9
RED UNIDOS.

145
Trabajo infantil

nifiquen el trabajo infantil como un fenómeno que la sociedad considera


intolerable.
A continuación, se señalan las diferentes acciones que, desde la política, se
han implementado para la prevención y erradicación del trabajo infantil:
• El restablecimiento y la garantía de los derechos de la infancia y la adoles-
cencia, desde la atención integral con enfoque diferencial que aborde
también y de manera intercultural el trabajo infantil indígena extracomu-
nitario.
• La promoción, acceso y permanencia de los niños, las niñas y los adoles-
centes en el sistema educativo, el fortalecimiento de sus familias, el
disfrute de la oferta cultural, deportiva y recreativa, y la atención nece-
saria en servicios de salud para su desarrollo y la protección integral de
sus derechos.
• La búsqueda de mecanismos de articulación con el Ministerio de Trabajo,
con respecto a la protección del trabajo de los adolescentes mayores de
15 años, con el fin de fortalecer los procesos de vigilancia y control para
el cuidado de sus derechos laborales y la promoción de las alianzas públi-
co-privadas para generar alternativas de Trabajo en el sector formal de la
economía.
• El fortalecimiento de la gestión integrada de todos los sectores, indispen-
sable en el marco de la corresponsabilidad del Estado, la sociedad y la
familia, a través de la generación de una ruta de atención comprensiva de
los niveles de complejidad de la problemática y de los factores asociados a
esta; la articulación de los sistemas de información y registro de las enti-
dades; el refuerzo de las instancias de coordinación existentes a nivel local
y distrital; y un mayor agenciamiento del sector económico y productivo
de la ciudad en la prevención y erradicación del trabajo infantil.
En Bogotá las diferentes administraciones siguen construyendo proyectos
duraderos en pro de la protección de los niños, niñas y adolescentes. En
este sentido, la Secretaría de Integración Social es una entidad encargada
de liderar y formular las políticas sociales del Distrito Capital, y tiene como
propósito la atención especial de aquellas personas que están en mayor
situación de pobreza y vulnerabilidad; por tanto, esta entidad se suma a la
labor de fortalecer la construcción de entornos protectores para niños, niñas
y adolescentes en la ciudad a través de un ejercicio corresponsable entre el
Estado, el sector privado y la sociedad civil.

146
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

Lo anterior se puede observar en la creación de los Centros Amar, espacios


dedicados al restablecimiento de derechos de los niños, niñas y adolescentes
afectados por el trabajo infantil. En estos centros, la Secretaría de Integración
Social desarrolla acciones de promoción, prevención, y atención en el desa-
rrollo de habilidades para mejorar la calidad de vida y de potencialidades
personales, familiares, sociales y comunitarias de niños, niñas y adolescentes
con el fin de disminuir la exposición a situaciones de riesgo y vulneración.
A su vez, estos centros tienen una estrategia móvil contra el trabajo infantil;
están ubicados en puntos inquietantes, donde equipos interdisciplinarios
realizan la identificación de niños, niñas y adolescentes en riesgo o situación
de trabajo infantil y la remisión pertinente para la promoción de sus derechos
y su restablecimiento.
Equipos interdisciplinarios conformados por profesionales en artes, psico-
logía, trabajo social y educación intensifican acciones integrales para la
prevención y erradicación del trabajo infantil, como ya se dijo, en espacios
como iglesias del centro de la ciudad, parques públicos y plazas de mercado,
entre otros, escenarios de más alto riesgo en trabajo infantil para los niños,
niñas y adolescentes en cualquier época del año.
Es pertinente resaltar que los Centros Amar realizan este tipo de inter-
venciones los 365 días del año de manera permanente; pero en la época de
vacaciones escolares, ya sea en mitad o fin de año, y en Semana Santa, los
niños, niñas y adolescentes corren mayor riesgo de trabajo infantil.
De acuerdo con datos de 2016 del Centro Amar, se han atendido en promedio
1.973 niños, niñas y adolescentes, de los cuales 1.388 recibieron asistencia en
los Centros Amar, mientras que 585 se beneficiaron de la estrategia móvil.
A los niños, niñas y adolescentes que se han encontrado realizando labores
de trabajo infantil se les invita a participar en actividades artísticas, lúdicas y
pedagógicas en los Centros Amar, sitios especializados de atención a niños
en situación o riesgo de trabajo infantil.
Por otra parte, la educación pública de Bogotá se encuentra desarrollando,
desde la Dirección de Inclusión e Integración de Poblaciones de la Secretaría
de Educación del Distrito, un programa específico dirigido a la desincen-
tivación del trabajo infantil, en convenio con la Fundación Telefónica y la
Corporación Juntos Construyendo Futuro, que estimula la permanencia en
este proyecto de niñas, niños y jóvenes trabajadores o en riesgo, a través de

147
Trabajo infantil

prácticas pedagógicas flexibles que garantizan procesos educativos perti-


nentes y diferenciales en el sistema educativo, con perspectiva de género y
enfoque diferencial para una escuela libre de discriminación.
Gracias estas estrategias, la Secretaría de Educación identifica previamente
a las niñas, niños y jóvenes que llevan a cabo actividades informales como
comercio callejero, reciclaje, mendicidad, y que pertenecen a familias despla-
zadas, cabildos indígenas o están desescolarizados.
El trabajo con los estudiantes es integral, ya que se involucran en actividades
de refuerzo escolar, lúdicas, recreativas, deportivas y formativas extraesco-
lares; en este proceso, a los docentes se les sensibiliza y se les forma en el
tema del trabajo infantil y con las familias se desarrollan procesos de forta-
lecimiento para que ellas mismas sean garantes de los derechos de sus hijas
e hijos.
Cabe destacar que la caracterización de las niñas, niños y jóvenes se efectúa
en los colegios y posteriormente se hacen visitas domiciliarias durante las
cuales se lleva a cabo una valoración de la situación familiar.
Cuando se identifica un caso con grave, el equipo psicosocial (trabajadora
social y/o psicóloga del proyecto) otorga una atención especial mediante
sesiones con el grupo familiar y se inicia el proceso con las redes de apoyo y
la ruta establecida a nivel distrital para cada uno de los casos.
La estrategia tiene definidas las siguientes áreas de formación: música,
manualidades, generación de ingresos y refuerzo escolar. Por otro lado, con
los grupos juveniles, la generación de ingresos se desarrolla como electiva
para edades entre los 15 y 17 años, trabajo protegido que se orienta a capa-
citar a los jóvenes en un arte o labor específica que les permita proyectarse
en trabajos diferentes a los que generacionalmente desarrollan sus familias
(reciclaje, trabajo doméstico o ventas ambulantes).
En cuanto al apoyo académico, se realiza refuerzo escolar a quienes tienen
logros pendientes, de manera personalizada, con el fin de incrementar la
motivación y el interés hacia las labores académicas, tales como tareas, expo-
siciones, trabajos, investigaciones, entre otros.
Es así como el Estado colombiano, amparado en el marco legal nacional e
internacional, ha formulado sus programas de prevención con base en la
educación, a través de un sistema que sea accesible a todos los niños y niñas

148
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

en edad de acudir a la escuela, que esté al alcance de todas las familias de


todos los estratos, y que atraiga de manera competente las perspectivas de
futuro para los niños, niñas y adolescentes.

Conclusiones
El trabajo infantil existe y se desarrolla sencillamente porque la sociedad
lo ha permitido y tolerado; incluso, en ciertas ocasiones, en sus formas
más injustas, hasta el punto de naturalizarlo. Por ello, se debe realizar
un proceso de sensibilización y acciones preventivas focalizadas en la
educación, que permita alcanzar un progreso duradero en la lucha contra
esta problemática, haciendo especial énfasis en que la participación y acom-
pañamiento no debe ser única y exclusivamente del Estado, sino también
de la familia y la sociedad.
De acuerdo con lo anterior, el trabajo de los niños y las niñas contradice la
labor de la familia y la sociedad, dado que, si salen a trabajar por diversas
razones como problemas económicos en el hogar, desilusión en la escuela o
por motivaciones económicas personales, es la familia la principal respon-
sable de mantener al niño alejado del mundo laboral, pues de esta depende
su protección y cuidado. Si el niño ingresa al mundo laboral por opción
propia, aun así es responsabilidad de la familia, ya que, aunque no lo obligó
a trabajar, tampoco se lo impidió.
El debate de si los niños, niñas y adolescentes deben o no trabajar nos
sumerge en una interminable discusión sobre la actividad y nos aleja de
pensar en el sujeto que la realiza: el niño y la niña que trabaja. Tampoco
hay un claro entendimiento de la diversidad de situaciones que los lleva
a trabajar a tan temprana edad; aunque, a través del análisis del tema,
se lograron destacar algunas de las circunstancias más importantes que
conducen al trabajo infantil, es necesario señalar que, en el énfasis que
se debe hacer en la educación no solo de los niños, niñas y adolescentes,
sino de la sociedad en general, se deben aunar esfuerzos para generar un
verdadero cambio.
El Estado colombiano ha realizado un considerable número de intentos de
poner en práctica políticas y programas con la firme meta de erradicar toda
práctica laboral donde estén involucrados los niños, niñas y adolescentes,
teniendo en cuenta su opinión y necesidades y, aún más, reconociéndolos

149
Trabajo infantil

como sujetos de derechos. Las políticas y programas deben ser más firmes
con su enfoque de derechos y entender por qué hay situaciones límites que
llevan a los niños, niñas y adolescentes a que sean fácilmente explotados, y
deben poner en práctica acciones que protejan la integridad del niño o niña
que trabaja.
Las iniciativas para la erradicación y prevención del trabajo infantil no son
solamente una responsabilidad del Estado, sino también de la sociedad en
su conjunto, la que, además, debe convertirse en observadora e interventora
del impacto y la implementación de las políticas públicas encaminadas a
combatir el fenómeno, verificando tanto la utilidad de estas políticas como
las acciones de mejora. De ahí la importancia de identificar, analizar y
promover las diferentes actividades que desarrollan una gran diversidad de
actores inmersos en iniciativas de política social, tales como instituciones
internacionales, organizaciones de empleadores, sindicatos, organizaciones
no gubernamentales y los propios niños y niñas trabajadores.
El trabajo infantil exige la sensibilización tanto de las niñas, niños y adoles-
centes involucrados en estos programas como de sus padres y empleadores,
que son los principales responsables, así como de la sociedad en su conjunto.
Es primordial que la sociedad reconozca que el trabajo infantil representa una
problemática importante y de gran impacto general en todas las dimensiones
de desarrollo del ser humano; más aún en las niñas, niños y adolescentes, con
respecto a los cuales el reconocimiento de este fenómeno constituye el eje
para lograr acciones positivas ante esta situación inaceptable.
Por consiguiente, el Estado colombiano, por medio de sus acciones jurídicas
y la implementación de mesas de trabajo con las instituciones encargadas en
el restablecimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, puede
evidenciar estrategias de intervención psicosocial enmarcadas en la identifi-
cación y sensibilización de padres de familia que por situaciones económicas
ponen a sus hijos e hijas en riesgo, vulnerando así el derecho a la educación
formal.
Según la OIT, los gobiernos tienen la obligación de establecer, implementar y
vigilar la aplicación de las políticas y las leyes, y traducir a la acción interna los
compromisos internacionales. Las organizaciones internacionales establecen
y perfeccionan las normas legales a nivel mundial, y generan conciencia sobre
el problema a escala mundial, fomentando el diálogo y la cooperación, siendo

150
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

clave su labor de asegurar que los convenios y recomendaciones aprobadas


por las organizaciones internacionales sean instrumentos eficaces a escala
nacional.
Un aspecto de gran importancia es la educación, por lo que los gobiernos
deben centrar sus esfuerzos en evaluar y mejorar la calidad del sistema
educativo en las zonas con mayor índice de trabajo infantil y mejorar así el
acceso de los niños, niñas y adolescentes a la educación.
Por tanto, la educación siempre debe ir de la mano de toda estrategia de
cambio para el restablecimiento de los derechos de los niños, niñas y
adolescentes, lo cual se ve reflejado en estos últimos cuatrienios, en que el
Gobierno Nacional tiene la confianza de que buena parte de los niños hayan
sido retirados del mercado laboral. Si llegara a ocurrir, se estaría registrando
un hecho histórico y trasformando una de las profundas problemáticas de
Colombia.
Por último, es fundamental el fortalecimiento de la inversión social del
Estado, de su infraestructura, así como la disposición de recursos nece-
sarios para establecer mecanismos adecuados de control y seguimiento del
trabajo infantil, y la realización de investigaciones y estudios que evalúen las
consecuencias económicas, sociales y culturales de la erradicación de esta
problemática, desde un punto de vista interdisciplinario.

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153
Transformaciones en la estructura
familiar colombiana*

Johana del Pilar Bohórquez Garzón**


Sandra Mercedes Molina López***
Laura Alejandra Serna Páez****

* Artículo de revisión que se presenta como requisito de grado para optar al título de Espe-
cialista en Derecho de Familia de la Universidad Libre.
** Estudiante de la Especialización en Derecho de Familia en la Universidad Libre de Bogotá.
Trabajadora social del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Trabajadora social
egresada de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Correo: jpili-85@hotmail.com
*** Estudiante de la Especialización en Derecho de Familia en la Universidad Libre de
Bogotá Abogada egresada de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja. Correo:
sandramol1204@gmail.com
**** Estudiante de la Especialización en Derecho de Familia en la Universidad Libre de Bogotá.
Trabajadora social del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Trabajadora social
egresada de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Correo: alejaserna86@gmail.
com
Trabajo infantil

Resumen
El presente artículo pretende realizar un análisis de la trans-
formación en la estructura de la familia en Colombia como
consecuencia de los cambios a nivel social, cultural, político,
económico e ideológico. Para lograr un acercamiento válido y
eficiente frente al tema que se desarrollará, vale la pena hacer
referencia al concepto de familia, y luego examinar sus trans-
formaciones a través de la historia.
Aunque estos cambios en la estructura de la familia han sido
dif íciles de aceptar en esta sociedad, la jurisprudencia colom-
biana, paulatinamente, ha ido reconociendo la conformación
de nuevos núcleos familiares que, si bien no cumplen con
las características dadas en el artículo 42 de la Constitución
Política de 1991, se han identificado como nuevos tipos de
familia por medio de sentencias de la Corte Constitucional.
Las familias de antes eran familias netamente nucleares y con
un gran número de hijos; en su gran mayoría, por cuestión de
costumbres o cultura, estaban conformadas por padre, madre
e hijos, y la relación entre cónyuges se caracterizaba por tener
vínculos fuertes, tanto así que, a pesar de que se presen-
taran situaciones de violencia intrafamiliar f ísica, verbal o
problemas de infidelidad en la pareja o en la familia, siempre
debían permanecer juntos.
Con el paso del tiempo esta ideología, costumbre o cultura se
ha venido perdiendo, causando cambios en la estructura del
núcleo familiar y logrando el reconocimiento y protección
de nuevos tipos de familia que han surgido por las continuas
luchas sociales.
Palabras clave: Familia, procreación, estructura familiar,
tipos de familia

156
Luz Mery Cárdenas y Carolina Velasco Peña

Abstract
The present article aims to realize an analysis of the transfor-
mation in the structure of the family in Colombia as result of
changes in social, cultural, political, economic and ideological.
To achieve make a valid and effective approach towards the
subject to be developed in this writing, it is worth referring to
the concept we have of family, and then progressively know
their transformations and changes generated through history.
Although these changes in family structure have been difficult
to accept in this society, the jurisprudence of our country has
slowly come to recognize the formation of new nuclei but do
not meet the characteristics given in Article 42 of political
Constitution of Colombia 1991, it has achieved the recog-
nition as new types of family by means of sentences of the
Constitutional Court.
Families in past times were purely nuclear and with a large
number of children; these families mostly by custom or culture,
were formed by father, mother and children, the relationship
between spouses was characterized by strong ties, so much so
that although situations of physical domestic violence, verbal
or problems of infidelity in the couple or family had always
remained together
With the passage of time this ideology, custom or culture
has been lost, causing changes in the structure of the family
nucleus and achieving the recognition and the protection to
new types of family that have arisen on the occasion of social
struggles.
Key words: Family, procreation, familiar structure, types of
family, jurisprudence

157
Introducción
El artículo 42 de la Constitución Política de Colombia da una definición
del concepto de familia. Sin embargo, este ha sido objeto de constante
evolución, como consecuencia de los cambios culturales, políticos, sociales,
económicos e ideológicos, razón por la cual han surgido nuevos tipos de
familia, que, si bien no han sido reconocidas legalmente, sí han recibido
protección a través de la jurisprudencia de la Corte Constitucional.
Con la Constitución Política de 1991 se reconoció a Colombia como un país
pluralista; a partir de ese momento se han venido presentando cambios en
las relaciones humanas que han dado paso a la formación de diferentes
tipos de familia. Es así como el concepto que tradicionalmente se tenía de
familia ha sufrido transformaciones, teniendo en cuenta la realidad ideo-
lógica y social que el país ha venido viviendo; por ello, en la actualidad no
se concibe la idea de que uno de los propósitos de conformar una familia es
la procreación, pues la Corte Constitucional, a través de su jurisprudencia,
ha comprendido que no solo se debe considerar como familia aquella
conformada por vínculos jurídicos o naturales, sino también aquella donde
prevalecen conceptos como protección, afecto, convivencia, ayuda, socorro
mutuo y respeto.
En este contexto se espera revisar cómo el concepto de familia en Colombia
ha sido objeto de cambios y, para lograr esta meta, en primer lugar, se
abordará la definición de familia, especialmente la que se da en la Cons-
titución de 1991, para luego considerar la transformación del concepto;
posteriormente, se citará y analizará la jurisprudencia a través de la cual se
ha venido dando dicha transformación a fin de determinar cómo se concibe
en la actualidad a la familia colombiana.
Finalmente, se identificarán los diferentes tipos de familia que existen en
Colombia y reconocidos a través de la jurisprudencia.

159
Transformaciones en la estructura familiar colombiana

Concepto de familia desde el punto de vista


constitucional y legal
La Constitución Política de Colombia, en su artículo 42, define la familia
de la siguiente manera: “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad.
Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un
hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable
de conformarla1”.
Si bien es cierto que la Constitución de 1991 estableció el anterior concepto
de familia, este ha sido objeto de modificaciones porque, aunque todavía no
estén consignadas en el texto constitucional ni exista ley que así lo disponga,
familias como la monoparental, la recompuesta o ensamblada, la extensa, la
de crianza o solidaria, o la conformada por parejas del mismo sexo, gozan de
la misma protección, pues así ha sido indicado por la Corte Constitucional.
Por otro lado, en Colombia el Ministerio de Justicia y del Derecho aporta un
concepto denominado Concepto de familia en el siglo XXI, establecido por el
Honorable Consejo de Estado el 11 de julio de 2013:
La familia es una estructura social que se construye a partir de un
proceso que genera vínculos de consanguinidad o afinidad entre sus
miembros. Por tanto, si bien la familia puede surgir como un fenómeno
natural producto de la decisión libre de dos personas, lo cierto es que
son las manifestaciones de solidaridad, fraternidad, apoyo, cariño y
amor las que estructuran y le brindan cohesión a la institución2.

Ahora, desde el punto de vista legal, la familia ha tenido especial protección.


Es así como, al hacer un recorrido al respecto, se encuentra que se han
expedido las siguientes leyes:
1. Ley 28 de 1932, a través de la cual se otorgan derechos a la mujer
casada.
2. Ley 75 de 1968, a través de la cual se dictan normas sobre filiación
y se crea el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
3. Ley 1 de 1976, por medio de esta ley se establece el divorcio en el
matrimonio civil, se regulan la separación de cuerpos y de bienes en

1
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA, 1991.
2
MINISTERIO DE JUSTICIA Y DE DERECHO, 2014.

160
Johana del Pilar Bohórquez, Sandra Mercedes Molina y Laura Alejandra Serna

el matrimonio civil y en el canónico, y se modifican algunas dispo-


siciones de los Códigos Civil y de Procedimiento Civil en materia
de Derecho de Familia.
4. Ley 29 de 1982, que otorga igualdad de derechos herenciales a
los hijos legítimos, extramatrimoniales y adoptivos, y realiza los
correspondientes ajustes a los diversos órdenes hereditarios.
5. Ley 54 de 1990, a través de la cual se reglamentan las uniones
maritales de hecho y régimen patrimonial entre compañeros
permanentes.
6. Ley 25 de 1992, por la cual se desarrollan los incisos 9, 10, 11,12 y
13 del artículo 42 de la Constitución Política.
7. Ley 82 de 1993, disposición a través de la cual se expiden normas
para apoyar de manera especial a la mujer cabeza de familia. Esta
ley fue modificada a su vez por la Ley 1232 de 2008.
8. Ley 294 de 1996, a través de la que se desarrolla el artículo 42 de la
Constitución Política y se dictan normas para prevenir, remediar y
sancionar la violencia intrafamiliar.
9. Ley 979 de 2005, a través de la cual se modifica la Ley 54 de 1990.
10. Ley 1361 de 2009, por medio de la cual se crea la Ley de Protección
Integral a la Familia.

El anterior compendio legal se aplica en la actualidad no solo a las familias


conformadas por parejas heterosexuales, sino que también se ha hecho
extensiva a las parejas del mismo sexo, especialmente la modificación parcial
que, a través de la Ley 979 de 2005, se le dio a la Ley 54 de 1990, teniendo en
cuenta que el régimen de protección en ella contenido se hace extensivo de
igual forma a las parejas homosexuales, declarado así por la Corte Constitu-
cional en la Sentencia 075 de 2007.

Historia de la transformación de la estructura familiar


En este capítulo se identificarán las razones por las cuales se dieron los
cambios en la estructura familiar que se presentaron a través de la historia
colombiana hasta nuestros días. Para ello, se retomará el análisis realizado
por Irma Arriagada, autora del artículo Trasformaciones sociales y demográ-
ficas de las familias latinoamericanas, donde examina los efectos que tienen

161
Transformaciones en la estructura familiar colombiana

las transformaciones demográficas y culturales sobre las estructuras fami-


liares en América Latina.
Al tener claridad frente a los cambios demográficos y culturales, especí-
ficamente relacionados con estructura, organización, funcionamiento y
transformación de los papeles sociales en Latinoamérica, se podrá analizar
todo lo referente a los cambios culturales y sociales en la estructura familiar
en Colombia.
El contexto latinoamericano, sujeto a la globalización, ha afectado
los cambios en la estructura y funcionamiento de las familias lati-
noamericanas, intensificando su diversidad. Entre las dimensiones
sociodemográficas más analizadas en relación con la familia se
encuentran el tamaño, las relaciones de parentesco, el ciclo de vida,
los tipos de jefatura de hogar, el número y la edad de los hijos, los
cambios en las relaciones de género y de generaciones dentro de las
familias3.

Algunas de las consecuencias sobre las familias, “en cuanto al descenso en


el tamaño, se explican por la situación de descenso de la fecundidad4”. Estos
efectos se presentaron en la mayoría de países de Latinoamérica; sin embargo,
de acuerdo con la etapa de transformación de los diferentes cambios demo-
gráficos, este proceso fue diferente para cada uno.

La caída de la fecundidad es mayor en las zonas urbanas que en las


rurales. Además, la fecundidad es mayor en los sectores socioeco-
nómicos más bajos que en los más altos y las mujeres con niveles
educativos más altos suelen tener en promedio un menor número de
hijos que las madres con niveles educativos inferiores. Por tanto, los
efectos de las zonas geográficas, el sector socioeconómico y el nivel
educativo tienen efectos diferenciales sobre el tamaño y la compo-
sición de la familia. En suma, el tamaño promedio de la familia se
ha reducido por la postergación en la primera unión, la declinación
del número de hijos y el mayor espaciamiento entre ellos, de manera
que, en la actualidad, hay menos hijos por hogar y la diferencia de
edades entre ellos es mayor. En el plano familiar, el menor número

3
ARRIAGADA, 2006, pp. 71-72.
4
Ibid., p. 72.

162
Johana del Pilar Bohórquez, Sandra Mercedes Molina y Laura Alejandra Serna

de hijos significa un descenso en el trabajo reproductivo, doméstico


y de socialización realizado por las mujeres, que puede expresarse en
un aumento de sus posibilidades de opción laboral y de autonomía5.

Es importante señalar que esto implica que los hijos tengan una mejor calidad
de vida, lo cual les permite suplir las necesidades básicas como la alimen-
tación, el acceso a servicios de salud, a la educación y a diferentes espacios
que les facilita interactuar en la sociedad.
Otros de los fenómenos sociales, económicos y culturales que influyen en la
caída de la fecundidad son los siguientes:
El aumento de las familias de jefatura femenina, el descenso de las
familias extendidas y compuestas, el nivel socioeconómico de los
hogares y, por último, se puede indicar que las migraciones de algunos
de los miembros de la familia por razones diversas, como causas
económicas, violencia, conflictos armados, entre otras, han reducido
el tamaño familiar6.

Con respecto al incremento de las familias en las que la autoridad y respon-


sabilidad económica la asume la mujer, se evidencia que la gran mayoría son
familias monoparentales, donde se reconoce como jefe de hogar que toma las
decisiones y asume roles que inciden notablemente en la dinámica familiar,
lo cual genera una mayor autonomía y posibilita un mayor acceso a recursos
económicos que permiten satisfacer necesidades de segundo orden.
Otros fenómenos asociados a la disminución del tamaño de la familia
en América Latina son “las nuevas configuraciones familiares como las
parejas sin hijos y hogares sin núcleo conyugal, lo cual también incide en
el incremento de los hogares monoparentales, especialmente los de jefatura
femenina7”.
En cuanto a la disminución de las familias extendidas o extensas, se
atribuye al descenso en el número de hijos y el mayor espaciamiento
entre ellos; pero es importante indicar que esa reducción también
obedece al aumento de hogares unipersonales y el efecto de las migra-

5
Ibid., p. 74.
6
Ibid., p. 76.
7
Ibid., p. 77.

163
Transformaciones en la estructura familiar colombiana

ciones. De esta forma, es necesario separar los efectos propios de la


fecundidad, que se traducen en un menor número de hijos por familia,
de los efectos de otros procesos sociales y de cambio cultural al que se
han visto enfrentadas las sociedades latinoamericanas8.

El nivel socioeconómico de las familias incide considerablemente en su


tamaño, puesto que “un indicador muy preciso es la cantidad de ingresos de
la familia”; así mismo, otras diferencias del tamaño del hogar son las cultu-
rales, por la siguiente razón:
Los países que se encuentran en diferentes etapas de su transición
demográfica muestran, en promedio, tamaños similares de hogar, si
bien la tendencia general es a una correspondencia entre el tamaño
del hogar y etapa de transición demográfica; es decir, mientras más
avanzada la transición demográfica (por ejemplo en Argentina y
Uruguay), menor es el tamaño del hogar promedio9.

Otra de las dimensiones sociales y demográficas analizadas respecto a la


familia es el ciclo de vida familiar:
En América latina se han dado cambios muy importantes respecto a
la magnitud del grupo de familias que se ubica en cada etapa del ciclo
de vida familiar. Este fenómeno se atribuye a cambios demográficos
significativos, en especial el descenso de las tasas de natalidad de la
década de 197010.

Por medio de una tipología que clasifica conceptualmente las etapas del
inicio de la familia se especificaron cinco etapas de ciclo vital:
La pareja joven sin hijos, que, como su nombre lo indica, no ha tenido
hijos y en donde la mujer tiene menos de cuarenta años; el ciclo de inicio
de la familia correspondiente a familias que solo tienen hijos menores
de seis años; el ciclo de expansión o crecimiento, que hace referencia a
las familias cuyos hijos menores tienen doce años o menos11.

8
Ibid., p. 77.
9
Ibid., p. 76.
10
Ibid.
11
Ibid.

164
Johana del Pilar Bohórquez, Sandra Mercedes Molina y Laura Alejandra Serna

Por otra parte, se encuentra “el ciclo de consolidación y salida, en el cual los
hijos menores tienen trece años o más y, por último, la pareja mayor sin hijos,
donde la mujer tiene más de cuarenta años12”.
Los cambios sociales, económicos, demográficos y culturales han incidido
notablemente en la dinámica familiar y en la forma de relacionarse e inte-
ractuar con los demás individuos en la sociedad; puesto que la estructura
interna de la familia evolucionó y permitió el cambio de roles de sus inte-
grantes, lo cual influyó en que la mujer tuviera un incremento considerable
de oportunidades en el ámbito laboral y pudiera adquirir mayor autonomía
respecto a las decisiones tomadas en el hogar, el ejercicio de la maternidad y
la economía familiar.
Es importante señalar que estos cambios deben contribuir a una reestructu-
ración, donde todo lo referente a las funciones y roles que ejerce el individuo
tanto al interior de la familia como en la sociedad sea equitativo.

Jurisprudencia de la corte constitucional a través


de la cual se ha reconocido la existencia de nuevas
estructuras familiares
Desde sus primeros pronunciamientos, la Corte Constitucional se centró
en el reconocimiento de derechos a las parejas heterosexuales, pues era la
única familia que, según esta entidad, merecía protección. Sin embargo, con
el paso del tiempo, la estructura de la familia sufrió variaciones y se fueron
creando distintos tipos de familia, razón por la cual se hizo necesario el reco-
nocimiento y la protección de derechos.
Fue así como, debido a las continuas luchas sociales de las parejas del mismo
sexo, se logró que los derechos reconocidos a la pareja heterosexual se
hicieran extensivos a las primeras, lo que llevó a la Corte a que realizara
una interpretación del artículo 42 de la Constitución, y se pudo establecer
que, en consonancia con el principio de igualdad y el concepto de plura-
lismo, se hacía necesaria la protección a otros tipos de familia que no estaban
conformadas únicamente por hombre y mujer. En estos pronunciamientos se
evidenciaba la negativa de la Corte de darles a las parejas del mismo sexo el
estatus de familia.

12
Ibid.

165
Transformaciones en la estructura familiar colombiana

En este sentido, se hace referencia a las principales sentencias que han


acogido los nuevos tipos de familia y la protección que a estas han brindado:
Uno de los principales pronunciamientos del alto tribunal constitucional,
encaminado a la protección de la familia, se dio a través de la Sentencia C-098
de 1996, en la que se estudió lo relacionado con los efectos patrimoniales
de la unión marital de hecho; en esta sentencia la Corte solo se refirió a las
familias constituidas y reconocidas a partir de la Ley 54 de 1990. En esa opor-
tunidad Corte señaló lo siguiente: “La unión marital de hecho, a la que se
refieren las normas demandadas, corresponde a una de las formas legítimas
de constituir la familia, la que no se crea sólo en virtud del matrimonio13”.
Pese a lo anterior, la Corte Constitucional centró su estudio en la familia
conformada a través de la unión marital de hecho por hombre y mujer; pues
esa es la única familia a la que, en el sentir de la Corte, se le brinda protección,
y para la cual fue creada la Ley 54 de 1990, puntualizando lo siguiente: “El
legislador no tuvo una intención discriminatoria al expedir la ley, lo que se
pone de presente al exigir varios requisitos no estrictamente relacionados
con el sexo de las personas”. De igual manera, se indica que, si bien es cierto
que la protección a las parejas homosexuales no se ampara en el artículo 42,
la Constitución obliga a su protección.
La Corte no desconoce que las parejas del mismo sexo merecen protección;
sin embargo, reitera que, a partir del concepto explicado en el artículo 42 de
la Constitución, la familia que se ha protegido es la heterosexual y mono-
gámica. No obstante, se debe tener presente que hay distintos caminos que
conducen a la formación de una familia, y que no es la heterosexualidad lo
que debe primar o el requisito indispensable para que se predique la exis-
tencia de esta, pues se deben considerar aspectos tales como el respeto, el
afecto, la ayuda, el socorro, la solidaridad, situaciones estas que, innegable-
mente, suponen la existencia de una verdadera familia.
Es así como, a través de la jurisprudencia, se les han venido extendiendo
algunos efectos patrimonialmente a las parejas del mismo sexo. Vale la pena
resaltar lo indicado por la Corte Constitucional, en Sentencia C- 075 de 2007:

Quiere esto decir que la pareja homosexual que cumpla con las condi-
ciones previstas en la Ley para las uniones maritales de hecho; esto es,

13
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-098 de 1996.

166
Johana del Pilar Bohórquez, Sandra Mercedes Molina y Laura Alejandra Serna

la comunidad de vida permanente y singular, mantenida por un periodo


de al menos dos años, accede al régimen de protección allí dispuesto,
de manera que queda amparada por la presunción de sociedad patri-
monial y sus integrantes pueden, de forma individual o conjunta,
acudir a los medios previstos en la Ley para establecerla cuando así lo
consideren adecuado14.

El alto tribunal deja en claro que la falta de protección en el ámbito patri-


monial para las parejas del mismo sexo resulta lesiva de la dignidad de la
persona, y es contraria al derecho del desarrollo de la libre personalidad,
además de ser una forma de discriminación prohibida por la Constitución.
En la misma sentencia la Corte aclaró que las parejas del mismo sexo no
deben ser discriminadas; pues, si bien es cierto se les han otorgado derechos
de manera individual, existe omisión legislativa en el reconocimiento como
familia.
Finalmente, en cuanto al reconocimiento de otros tipos de familia, la Corte
hizo especial énfasis en la Sentencia C-577 de 2011, donde admitió que
las parejas del mismo sexo son otro tipo de familia. En esa oportunidad, el
máximo Tribunal Constitucional resaltó lo siguiente:
El carácter maleable de la familia se corresponde con un Estado multicultural
y pluriétnico que justifica el derecho de las personas a establecer una familia
“de acuerdo a sus propias opciones de vida, siempre y cuando respeten los
derechos fundamentales”, pues, en razón de la variedad, “la familia puede
tomar diversas formas, según los grupos culturalmente diferenciados”, por
lo que “no es constitucionalmente admisible el reproche, y mucho menos el
rechazo de las opciones que libremente configuren las personas para esta-
blecer una familia15”.
De igual manera, la Corte puntualizó que ni la heterosexualidad ni la consan-
guinidad son características predicables de todo tipo de familia, trayendo
a colación la familia de crianza. Asimismo, indicó que se deben tener en
cuenta otros aspectos como la vocación de permanencia, los lazos afectivos,
el respeto, la ayuda y el socorro mutuo, que no se predican única y exclusiva-
mente de las parejas heterosexuales.

14
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-075 de 2007.
15
CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia C-577 de 2011.

167
Transformaciones en la estructura familiar colombiana

Lo hasta aquí expuesto permite concluir que, a través de la jurisprudencia, la


Corte Constitucional ha dejado claro que en Colombia existen varios tipos
de familia que merecen la misma protección de las familias conformadas por
hombre y mujer, poniendo en práctica de esta manera el concepto de plura-
lismo y garantizando el respeto, la igualdad y el efectivo goce de sus derechos.
Por otra parte, se destaca que los pronunciamientos jurisprudenciales deben
adaptarse a la realidad social que se vive en el país; pues, de este modo, se
logra la aplicación efectiva y real de principios como la igualdad y se garantiza
al ciudadano el libre desarrollo de la personalidad.

Nuevas tipologías de familia existentes actualmente en


Colombia
Pachón, docente del Departamento de Antropología de la Universidad
Nacional, en el capítulo La familia en Colombia a lo largo del siglo XX,
incluido en el libro Familia, cambios y estrategias, describió lo siguiente:
El concepto de familia trae a la mente situaciones, recuerdos e imágenes
que evocan emociones de diversa índole, situaciones irrepetibles que
se vivieron dentro del núcleo en el cual fue engendrada la persona. Esa
estructura inicial tiende a ser idealizada, a ser vivida como un mundo
feliz, en donde muchas veces las dificultades, los hechos dramáticos
y crueles que allí se sucedieron tienden a olvidarse. Se sacraliza el
concepto y se construye una imagen ideal, en la cual prima la felicidad
y la armonía con su devenir y cotidianidad, como si las familias se desa-
rrollaran por fuera de los conflictos16.

Lo anterior se relaciona de manera directa con las características de Colombia,


considerado un país multicultural y donde en cada una de las regiones se
pueden encontrar diferentes tipos de familia, en las cuales varía su funcio-
namiento de acuerdo con su cultura. De igual forma, y complementando los
aportes hechos por Pachón, quien afirma que “hablar de familia en un país
marcado por su extrema diversidad geográfica, cultural y social es realmente
dif ícil17”.

16
PACHÓN, 2008, p. 145.
17
Ibid., p. 146.

168
Johana del Pilar Bohórquez, Sandra Mercedes Molina y Laura Alejandra Serna

La cultura de nuestro país se inclina principalmente hacia la ideología de


pertenecer o conformar familias nucleares y sostener esta familia ante cual-
quier circunstancia que se presente y pueda afectar este núcleo. No era bien
visto que algunos de los integrantes de la pareja desistieran y dejaran solos a
su cónyuge e hijos; pero en la actualidad este pensamiento prácticamente no
existe.
Hoy en día las parejas o matrimonios se descomponen por múltiples causas,
lo que ocasiona la conformación de nuevas familias, según argumenta
Echeverri en la siguiente cita:
La diversidad de tipologías familiares surge de la clase de unión y de
la clase de relaciones funcionales entre los miembros. Es así como se
observan en el país familias legales conformadas a través de matrimonio
católico o civil, que concurren con familias de hecho conformadas por
madres solteras, uniones libres y concubinatos en diferentes modalidades.
Pero también coexisten familias nucleares completas e incompletas con
familias extensas y con familias reconstituidas nucleares o extensas,
producto de las rupturas y posteriores uniones18.

La sociedad colombiana estaba acostumbrada a la conformación de familias


nucleares, que tenían como fin construir un hogar tradicional compuesto
por padre, madre e hijos (as), como lo contempla la Constitución Política
de Colombia; pero, con el tiempo y los cambios que se han venido viviendo
en todos los aspectos sociales, culturales y políticos, se ha diversificado el
significado de familia, dando paso a una era en la cual existe una variedad
de tipologías de familias que actualmente son más comunes que la familia
nuclear.
Actualmente se encuentran diversidad de familias no solo en Colombia, sino
en todo el mundo, que existen con o sin hijos, con la presencia de los dos
progenitores o de uno solo de ellos.
A continuación, se hace referencia a los tipos de familias clásicos en el país:
Una de las familias más comunes en nuestra sociedad actual es la “familia
monoparental, conformada solo por uno de los dos progenitores (padre o
madre) y su(s) hijo(s) o hija(s)19”.

18
ECHEVERRI, 2004, p. 9.
19
JIMÉNEZ, 2005.

169
Transformaciones en la estructura familiar colombiana

En nuestros días, los hombres y mujeres conforman una familia nuclear a


muy temprana edad y no logran sostener una relación marital por mucho
tiempo, luego terminan separándose y el niño, niña o adolescente queda
bajo el cuidado y protección de uno de los dos padres. Cabe aclarar que no
siempre los hijos quedan bajo el cuidado de la progenitora; en algunos casos
quedan bajo la protección del progenitor, por eso ahora no solo se utiliza el
término madre cabeza de hogar, sino también el de padre cabeza de hogar.
Al parecer, los hijos de estos núcleos familiares crecen con parámetros
de crianza negligente o débil, dado que los padres se vuelven permisivos
buscando que la relación con sus hijos no se vea afectada por la separación.
Por otro lado, también puede ocurrir que el progenitor con el cual queda el
hijo trabaja tiempo completo para poder sostenerlo, sabe muy poco sobre
la vida y las actividades realizadas a diario, y los niños, niñas y adolescentes
se refugian en sus amistades, y algunas veces estas amistades resultan ser
influencias negativas que empiezan a influenciar la formación integral de los
niños, niñas y adolescentes más que los propios padres, lo que genera casos
de niños, niñas y adolescentes con problemas de consumo de SPA, y perma-
nencia o vida en la calle.
También se encuentra con frecuencia la familia recompuesta o ensamblada
“una familia en la cual uno o ambos miembros de la actual pareja tiene uno o
varios hijos de uniones anteriores20”.
El otro tipo de familia comúnmente encontrado en Colombia es la familia
extensa, “en la cual conviven abuelos, tíos, primos y otros parientes consan-
guíneos o afines21”; al parecer, este tipo de familia se encuentra con más
frecuencia en las comunidades de bajos recursos, y está conformada por
integrantes de una misma familia, pero de diferentes grados de consangui-
nidad, y que viven en una misma casa.
La mayor parte del tiempo, estas familias se ubican en una vivienda familiar,
propiedad de los abuelos de los niños, niñas o adolescentes y allí viven todos
los hijos con sus nietos. Al respecto, Eguiluz22 señala lo siguiente:

20
ALARCÓN, 2016.
21
Ibid.
22
EGUILUZ, 2007

170
Johana del Pilar Bohórquez, Sandra Mercedes Molina y Laura Alejandra Serna

Esta familia se presenta debido a factores como los sistemas de


herencia y sucesión; por ejemplo, en ciertas cláusulas testamentarias
se establece en la herencia de los bienes la condición, como puede ser,
compartir los bienes inmuebles entre los hermanos e hijos. También se
puede considerar familia extensa cuando el niño, niña o adolescente
vive con hermanos, abuelos tíos y primos, sin presencia de ninguno de
sus progenitores.

La Familia de crianza o solidaria, reconocida mediante el artículo 67 de la


Ley 1098 del 2006, y definida como aquella que, en cumplimiento del deber de
solidaridad, “asume la protección permanente de un niño, niña o adolescente
y le ofrece condiciones adecuadas para el desarrollo armónico e integral de
sus derechos”.
A raíz de los cambios socioculturales, han venido surgiendo nuevas tipo-
logías de familia, que son mencionadas por Alarcón23 (Alarcón, 2016) de la
siguiente forma:
Familia LAT (Living Apart Together): Parejas en una relación seria y
estable que no comparten domicilio.
Familia PANK: Mujeres que han decidido posponer la maternidad por
un tiempo o de forma definitiva y han elegido “adoptar” a sus sobrinos
para disfrutar de los vínculos afectivos, sin tener que cumplir con la
responsabilidad que implica ser madre y así poder enfocarse en sus
carreras profesionales.
Familia DINK: Se trata de parejas sin hijos que posponen la paternidad
o renuncian a ella y le dan más prioridad a sus carreras profesionales y
a su estilo de vida de lujo.
Familia unipersonal: Conformada por una sola persona. Esta tendencia
va en aumento y se espera que las próximas tres décadas se incremente
de manera considerable.
Familia Stay at Home Dad: Hombre que se queda en casa a asumir las
tareas del hogar y el cuidado de los hijos.

23
ALARCÓN, 2016.

171
Transformaciones en la estructura familiar colombiana

Conclusiones
En consonancia con el concepto de pluralismo consagrado en la Consti-
tución de 1991, es claro que la sociedad colombiana debe adaptarse a los
cambios que ha venido presentando la familia. Igualmente, las leyes deben
crearse tomando en consideración la realidad que vive el país, y buscando
la protección de la familia, independientemente de la forma en que esta se
conforme.
En la actualidad, en Colombia el concepto de familia debe ser entendido y
estudiado en un sentido amplio, de tal manera que las disposiciones constitu-
cionales, legales y jurisprudenciales no solo estén orientadas hacia el modelo
heterosexual de familia creado por la Constitución de 1991, sino que brinden
protección a otras clases de familia como la monoparental, la recompuesta o
ensamblada, la extensa, la de crianza o solidaria, o la conformada por parejas
del mismo sexo.
La Corte Constitucional, a través de su jurisprudencia, se ha encargado de
efectuar una interpretación del artículo 42 de la Constitución, mediante la
cual concluyó que la heterosexualidad no es el único presupuesto que se
debe tener en cuenta al conformarse una familia. Por el contrario, se ha reco-
nocido la existencia de otros caminos por medio de los cuales se forma la
familia, en donde prevalecen situaciones tales como el afecto, el respeto, la
colaboración, la solidaridad y la ayuda mutua entre las personas.
En Colombia se ha reconocido la existencia de nuevos tipos de familia.
De acuerdo con la dinámica que la misma estructura familiar ha tenido,
ha sido necesario adoptar medidas tendientes a su protección como parte
fundamental de la sociedad; estas han surgido con el paso de los años y los
cambios socioculturales comunes en el mundo, lo que ha permitido que las
personas sean libres de escoger su estilo de vida. Anteriormente se decía que
las personas de edad adulta debían conformar una familia (hombre, mujer
e hijos); pero, a raíz de los cambios en este ámbito, se puede optar por dife-
rentes clases de familia con o sin hijos.
Por otro lado, se cree que la aparición de los nuevos tipos de familia ha
afectado la formación de los hijos de las familias ya existentes, dado que son
ellos quienes se ven afectados con la separación de los padres, que antes no
era tan común, y la familia permanecía unida frente a cualquier situación.
En la actualidad, la separación es la solución a las situaciones y los hijos

172
Johana del Pilar Bohórquez, Sandra Mercedes Molina y Laura Alejandra Serna

terminan sufriendo las consecuencias de estas rupturas porque la ausencia


de una de las figuras parentales, o de las dos, permite que busquen refugio
en otras personas que no siempre contribuyen a la formación integral de los
niños, niñas y adolescentes; cabe aclarar que no en todos los casos de sepa-
ración de padres se presenta este hecho.
La Corte Constitucional, al otorgar derechos a las parejas del mismo sexo,
no solo está cumpliendo con los postulados constitucionales, sino que sus
decisiones se adaptan a normas de carácter internacional, a través de los
instrumentos internacionales ratificados por Colombia, y que forman parte
del bloque de constitucionalidad.

Referencias
ALARCÓN, D. El blog de Daniel. Disponible en Las nuevas tipologías de
familias, 2016. Disponible en http://danalarcon.com/las-nuevas-tipolo-
gias-de-familias/
ARRIAGADA, I. Transformaciones sociales y demográficas de las familias
latinoamericanas. [ProQuest ebrary], 2006, 71-85.
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-577 (2011).
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-075 (2007).
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-098 (1996).
CONSTITUCIÓN POLÍTICA, 1991.
ECHEVERRI, L. La familia en Colombia, transformaciones y prospectivas.
Cuadernos del CES-Universidad Nacional, 2004, 17.
EGUILUZ, L. Dinámica de la familia. México: Pax, 2007.
JIMÉNEZ, A. Modelos y realidades de la familia actual. Fundamentos, 2005.
MINISTERIO DE JUSTICIA Y DE DERECHO. Disponible en El concepto
de familia en el siglo XXI. [15 / 05 / 2014]. Disponible en https://www.
minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/DE/PS/6.%20
Min%20Justicia-%20El%20Concepto%20de%20Familia%20en%20el%20
Siglo%20XXI.pdf
PACHÓN, X. Biblioteca Digital Universidad Nacional. Disponible en
Biblioteca Digital Universidad Nacional, 2008. Disponible en http://www.
bdigital.unal.edu.co/1363/13/12CAPI11.pdf

173
Estudios contemporáneos de derecho de familia
se edito en septiembre de 2020.
La fuente tipográfica empleada es Warnock Pro pro en 11 puntos
en texto corrido y 14 puntos en títulos.
El Instituto de Posgrados de la Universidad Libre y la Especia-
lización en Derecho de Familia presenta su primer libro como
referente teórico y descriptivo de las tendencias contemporáneas
3 3 Colección del
Instituto de Posgrados

Editores académicos: Gember Angarita Palma y Gloria Andrea Mahecha Sánchez


ESTUDIOS CONTEMPORÁNEOS DE DERECHO DE FAMILIA
del Derecho de Familia. Desde su Especialización, profesores y
estudiantes se suman en el esfuerzo por evidenciar, a través de
sus publicaciones, la necesidad de abordar de una manera inter-
disciplinaria y siempre respetuosa de los derechos humanos, las
realidades propias de esta especialidad.
Una sociedad siempre cambiante exige de sus juristas el reco-
nocimiento de los derechos, garantías y principios de quienes ESTUDIOS
integran su núcleo fundamental: la familia. En efecto, la sola
sistematicidad de su definición, la naturaleza del derecho que le
codifica, la esencia hermenéutica de sus normas, la condición
CONTEMPORÁNEOS
DE DERECHO DE FAMILIA
humana o no de quienes la integran son entre otros, paradigmas
que se tornan fluctuantes y con ello, reveladores de una realidad:
la imperiosa necesidad de conceder autonomía normativa e
interpretativa al Derecho de Familia.
Con estas variables la Universidad Libre propende por el debate
libre y argumentativo de las realidades familiares, buscando
siempre ser garante del respeto por la diversidad. Por ello, hace
evidente a través de esta publicación las diferentes miradas al Editores académicos
Derecho de Familia desde lo jurídico y el trabajo social. Esta arti- Gember Angarita Palma
culación, no caprichosa, hace evidente una amalgama de saberes
necesaria para el logro de una sociedad que ve en la familia, la Gloria Andrea Mahecha Sánchez
base de un orden justo.

Facultad de Derecho
Instituto de Posgrados
Especialización en Derecho de Familia

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