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FACULTAD DE HUMANIDADES

ESCUELA DE EDUCACION
PEM. CIENCIAS SOCIALES Y FORMACION CIUDADANA
Curso:TICS para promover el aprendizaje
Licenciada Elbia Lucrecia Rustrian Zet

ENSAYO SOBRE LAS DIFICULTADES DE INTEGRACIÓN DE TECNOLOGÍA EN


LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS

1. Diana Lourdes Gonzalez Lopez


7066-19-20505
2. Luis Alberto Hernandez de Leon
7066-1918718
3. Ruth Magdalena Gomes Cruz
7066-19-155659
4. Damaris Desiree Garcia Garcia
7066-19-23395

Mazatenango suchitepequez, 04 de marzo de 2019


ENSAYO SOBRE LAS DIFICULTADES DE INTEGRACIÓN DE TECNOLOGÍA EN
LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS
Dice el conocido adagio que lo único realmente temible es el temor mismo, este
adagio identifica a las claras la situación precaria en la que nos encontramos en
este momento todos los que nos hemos embarcado en esta fascinante pero
desafiante aventura de educar y ser educados. Todos nos hemos enfrentado al
dilema de modificar años de experiencia ardua que ha demostrado, por ensayo y
error, ser medianamente efectiva o quedarnos con ella aunque eso implique un
cierto estancamiento que, a modo de pecata minuta, sabemos que existen en
nuestro interior como un cáncer corrosivo pero que por vergüenza siempre hemos
querido ocultar. Y la alternativa viene dada por el reto ineludible al que, hoy por
hoy, hemos sido lanzados de golpe y que se llama Tecnologías de la Información.
Sabemos la importancia que tiene para nuestra profesión el adoptar esta valiosa
ayuda que nos otorgan los recursos tecnológicos, sabemos que nuestros jóvenes,
sociológicamente hablando, no pueden ser definidos más que como nativos
digitales; sabemos que la historia nos pasará factura porque tuvimos la
oportunidad de hacer una educación nueva y sin embargo nos echamos para
atrás; sabemos que hemos nacido en una era privilegiada en la que asistimos al
nacimiento de la que puede ser catalogada ya como la era educativa sine qua non.
Todo eso lo sabemos, sí, es cierto que lo sabemos, pero también sabemos que
nuestros miedos están tan arraigados que pareciera que no es una época que nos
pertenezca, pareciera que estamos en un limbo generacional sin poder optar por
el camino que haga coherente nuestra experiencia docente.
Guatemala será el país que sus docentes puedan plasmar en el corazón de su
juventud. ¿Qué estamos plasmando y para qué? Ciertamente tenemos razones
para desconfiar de la tecnología y de sus administradores; diríamos, incluso, que
nuestro desconfiar es más por estos últimos que por la tecnología misma, en
efecto, son los administradores tecnológicos los que, con sus rebuscadas formas
peculiares de complicarlo todo, han colocado en nuestros cerebros una alarma de
alerta de que nos estamos metiendo en un mundo por demás confuso que nos
hará la vida miserables. De suyo los maestros adolecemos de un defecto feo que
es ser acomodados, mientras más fácil la cosa mejor; por lo que cuando vienen
estos sujetos tecnológicos y empiezan a abigarrar frases inentendibles en idioma
cibernético, hacemos como que no es con nosotros la cosa y de antemano nos
damos por vencidos. Y es que, seamos honestos, ¿a quién de nosotros no le pasó
que quiso usar una presentación y nunca le abrió?, ¿o a quién le pasó que
conectamos una cañonera y primero se terminó el periodo antes de siquiera poder
comenzar a usarla?, ¿o a quién le pasó que había grabado sus planes o, peor
aún, sus exámenes en un determinado formato (muy costoso de hacer por cierto)
y cuando intentó acceder a ellos tal formato se había desconfigurado de tal modo
que echo por la borda toda una noche de desvelo? Todos estos solo son casos
que al maestro le encienden la alarma de no querer tener nada que ver con
recursos tecnológicos porque la confiable pizarra y la tiza o marcador nunca le han
traicionado de ese modo. Ya no hace falta decir que nuestro país es de
presupuestos que alcanzan para escuelas sin letrinas –no digamos baños– y
estamos muy lejos de creer que alguna vez alcance para laboratorios con internet.
Definitivamente nuestros niños tendrán que seguir transcribiendo en sus
cuadernitos lo que un libro de texto ya tiene en sus páginas malgastadas…
Todo es, pues, un problema mental-estructural-actitudinal docente; algo que no es
tan sencillo de resolver porque no depende de una voluntad sino de un
conglomerado de ellas y de un sistema que nunca ha terminado de entender el
porqué real de la experiencia educativa guatemalteca. Es una tarea al estilo David
contra Goliat, en donde comenzamos a ver ciertos avances pequeños y tímidos
que se pierden en el papeleo de una burocracia que no tiene ni pies ni cabeza. Por
todo ello no es desatinado decir que, aunque se tienen las mejores intenciones al
imitar modelos de países más adelantados, nos va a tocar asistir todavía a más
años de la misma educación trasnochada y desarticulada; no obstante, es nuestro
deber no perder de vista los valiosos signos de salud que actualmente ya nuestra
bella profesión muestra con dignidad y orgullo.
En la Sociedad en la que actualmente nos encontramos, son muchos los jóvenes
que utilizan las Tecnologías de la Información y la Comunicación, sin que nadie les
haga conscientes de las ventajas e inconvenientes que dichas tecnologías pueden
tener para ellos. La revolución tecnológica ha conseguido romper las barreras del
tiempo y del espacio entre las personas a golpe de clic. Sin embargo, el uso de las
nuevas tecnologías tiene una cara menos romántica cuando se asocia al estrés.
 El tecnoestrés está relacionado con la tensión provocada por los cambios, en las
profesionales de la información y la comunicación está unida a la adicción y las
consecuencias del mal uso de la tecnología se puede mencionar:
Tráfico de pornografía infantil: Las TIC están intensificando los riesgos
tradicionales de la niñez, como la intimidación, y fomentando nuevas formas de
abuso y explotación infantil, como el material con un contenido de abuso sexual
infantil hecho a medida de los usuarios y la transmisión en vivo de actos de abuso
sexual infantil. Los depredadores pueden comunicarse más fácilmente con niños
desprevenidos a través de sus perfiles en las redes sociales y los foros de juego
anónimos y sin protección. Las nuevas tecnologías, como las criptomonedas y la
Web Oscura, están facilitando la transmisión en vivo del abuso sexual infantil y
otros contenidos dañinos.

Violación de la privacidad. La exposición a la vida privada en redes sociales es


preocupante, y las consecuencias que ello trae abren un debate sobre el derecho
a la intimidad y la libertad de expresión.
La confrontación de derechos es motivo hoy de controversia, debido a la
proliferación de redes sociales como Facebook o Twitter, donde los usuarios
brindan datos personales sin ser conscientes de las consecuencias que puede ello
traer. Las condiciones legales a las que son sometidos, en la mayoría de los
casos, ni siquiera son leídas.
Tanto el derecho a la intimidad como el derecho a la imagen son violentados
diariamente en Internet. Los avances tecnológicos, permiten que se publiquen
imágenes sin autorización de sus titulares, atacando de esta forma la intimidad de
las personas.

Intensidad de uso
Pese al buen estado general de las dotaciones tecnológicas de los centros, los
datos disponibles expresan una cierta debilidad en el caso de España en lo que se
refiere a la intensidad de uso de las TIC en la educación. Insistimos, pese a que
los centros están dotados de ordenadores, proyectores, pizarras electrónicas y
conectividad a Internet, la frecuencia de uso por parte de los profesores en las
aulas es baja. Todo ello expresa un ligero desajuste entre las posibilidades reales
de utilización y el uso efectivo de las TIC en la docencia. Sin duda, parte de ello es
achacable a que la dotación tecnológica ha mejorado muy recientemente y sin que
haya habido prácticamente tiempo de incorporarla activamente a la práctica
docente. Sin descartar, por supuesto, la posible existencia de otros factores.
muchos profesores se advierte una reticencia al predominio de lo que podemos
denominar la razón tecnológica: “Actualmente me estoy dando cuenta que no
estamos confluyendo en el objetivo final, (el aprendizaje del niño) porque, aunque
la tecnología es muy buena, se está perdiendo el objetivo principal… el
aprendizaje.” Y quisieran que la tecnología no olvidase que el centro de la
educación sigue siendo la relación pedagógica entre el profesorado y los
estudiantes, o, en todo caso, la experiencia de aprendizaje.

Si bien todas las herramientas tecnológicas tienen alguna relación con la


educación, existen determinadas herramientas que se han visto estrechamente
ligadas a los procesos educativos. Éstas pueden ser clasificadas en: herramientas
que facilitan el acceso a la información, como son las computadoras personales,
Ipads, Smarthphones, etc, herramientas de conectividad, que facilitan los procesos
de comunicación y coordinación de tareas, y herramientas expositivas como son
las proyecciones pdf, Prezi, etc. 
El mal uso de la tecnología en el proceso pedagógico proviene fundamentalmente
de dos fuentes: los estudiantes, quienes son susceptibles de la distracción y los
docentes, quienes emplean de forma errónea las herramientas expositivas y las
convierten en aburridas.  
Dice el conocido adagio que lo único realmente temible es el temor mismo, este
adagio identifica a las claras la situación precaria en la que nos encontramos en
este momento todos los que nos hemos embarcado en esta fascinante pero
desafiante aventura de educar y ser educados. Todos nos hemos enfrentado al
dilema de modificar años de experiencia ardua que ha demostrado, por ensayo y
error, ser medianamente efectiva o quedarnos con ella aunque eso implique un
cierto estancamiento que, a modo de pecata minuta, sabemos que existen en
nuestro interior como un cáncer corrosivo pero que por vergüenza siempre hemos
querido ocultar. Y la alternativa viene dada por el reto ineludible al que, hoy por
hoy, hemos sido lanzados de golpe y que se llama Tecnologías de la Información.
Sabemos la importancia que tiene para nuestra profesión el adoptar esta valiosa
ayuda que nos otorgan los recursos tecnológicos, sabemos que nuestros jóvenes,
sociológicamente hablando, no pueden ser definidos más que como nativos
digitales; sabemos que la historia nos pasará factura porque tuvimos la
oportunidad de hacer una educación nueva y sin embargo nos echamos para
atrás; sabemos que hemos nacido en una era privilegiada en la que asistimos al
nacimiento de la que puede ser catalogada ya como la era educativa sine qua non.
Todo eso lo sabemos, sí, es cierto que lo sabemos, pero también sabemos que
nuestros miedos están tan arraigados que pareciera que no es una época que nos
pertenezca, pareciera que estamos en un limbo generacional sin poder optar por
el camino que haga coherente nuestra experiencia docente.
Guatemala será el país que sus docentes puedan plasmar en el corazón de su
juventud. ¿Qué estamos plasmando y para qué? Ciertamente tenemos razones
para desconfiar de la tecnología y de sus administradores; diríamos, incluso, que
nuestro desconfiar es más por estos últimos que por la tecnología misma, en
efecto, son los administradores tecnológicos los que, con sus rebuscadas formas
peculiares de complicarlo todo, han colocado en nuestros cerebros una alarma de
alerta de que nos estamos metiendo en un mundo por demás confuso que nos
hará la vida miserables. De suyo los maestros adolecemos de un defecto feo que
es ser acomodados, mientras más fácil la cosa mejor; por lo que cuando vienen
estos sujetos tecnológicos y empiezan a abigarrar frases inentendibles en idioma
cibernético, hacemos como que no es con nosotros la cosa y de antemano nos
damos por vencidos. Y es que, seamos honestos, ¿a quién de nosotros no le pasó
que quiso usar una presentación y nunca le abrió?, ¿o a quién le pasó que
conectamos una cañonera y primero se terminó el periodo antes de siquiera poder
comenzar a usarla?, ¿o a quién le pasó que había grabado sus planes o, peor
aún, sus exámenes en un determinado formato (muy costoso de hacer por cierto)
y cuando intentó acceder a ellos tal formato se había desconfigurado de tal modo
que echo por la borda toda una noche de desvelo? Todos estos solo son casos
que al maestro le encienden la alarma de no querer tener nada que ver con
recursos tecnológicos porque la confiable pizarra y la tiza o marcador nunca le han
traicionado de ese modo. Ya no hace falta decir que nuestro país es de
presupuestos que alcanzan para escuelas sin letrinas –no digamos baños– y
estamos muy lejos de creer que alguna vez alcance para laboratorios con internet.
Definitivamente nuestros niños tendrán que seguir transcribiendo en sus
cuadernitos lo que un libro de texto ya tiene en sus páginas malgastadas…
Todo es, pues, un problema mental-estructural-actitudinal docente; algo que no es
tan sencillo de resolver porque no depende de una voluntad sino de un
conglomerado de ellas y de un sistema que nunca ha terminado de entender el
porqué real de la experiencia educativa guatemalteca. Es una tarea al estilo David
contra Goliat, en donde comenzamos a ver ciertos avances pequeños y tímidos
que se pierden en el papeleo de una burocracia que no tiene ni pies ni cabeza. Por
todo ello no es desatinado decir que, aunque se tienen las mejores intenciones al
imitar modelos de países más adelantados, nos va a tocar asistir todavía a más
años de la misma educación trasnochada y desarticulada; no obstante, es nuestro
deber no perder de vista los valiosos signos de salud que actualmente ya nuestra
bella profesión muestra con dignidad y orgullo.

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