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Nº 246.- DELINCUENTE. EXPLICACION.

La palabra "delincuente" tiene importancia saber el significado, especialmente para el caso de


la agravante de ser dos o más los "delincuentes".

Según el Diccionario de la Real Academia Española, "delincuente" es el "que delinque". Pero,


otra definición significa "el que delinque por hábito".

De esta manera, nosotros entendemos que no puede ser tildado de "delincuente" quien no ha
sido jamás condenado, en virtud del llamado Principio Pro Reo, por ser la interpretación que
más beneficia al imputado.

Escuchamos este término con suma frecuencia, obviamente siempre asociado a la comisión
de un delito; también lo escuchamos referido a las políticas de seguridad ciudadana -que
tienen por objeto, precisamente, eliminar o disminuir la delincuencia-. Sin embargo ¿Cuándo
estamos frente a un delincuente en el nuevo proceso penal?, ¿Hay alguna diferencia con el
proceso antiguo?

No habría diferencias, en este punto, entre el antiguo sistema procesal penal y el nuevo: El
autor de un delito (el delincuente), sólo será determinado por una sentencia definitiva; ésta
dará certeza jurídica respecto del responsable del delito. Sin embargo, las características del
nuevo proceso penal, la oralidad, la inmediación y la publicidad, hacen una diferencia palpable
con el antiguo sistema, desde la perspectiva del imputado.

Si bien es cierto que sólo una sentencia definitiva -que en el nuevo proceso penal se produce
al final del juicio oral respectivo- puede determinar al autor de un delito, y por ende al
"delincuente" que lo cometió; no lo es menos, que antes de la sentencia se producen varias
otras audiencias judiciales, igualmente públicas en donde comparece el imputado. Veamos: Si
hubo detención, entonces hay un control de ésta; además, hay una audiencia de
formalización, que puede ser la misma o posterior a la primera; se pueden haber fijado
medidas cautelares en contra del imputado, entonces puede que esté en prisión preventiva
(preso). Aquí es donde se produce la diferencia; como dijimos en otra oportunidad, la Ley
presume que mientras no se pruebe que el imputado es responsable de un delito, es
inocente, según la reiterada presunción de inocencia del imputado, de la constitución y de la
ley.

La Ley es coherente con este principio en cuanto ordena que nadie sea tratado como culpable
hasta la sentencia condenatoria. Por esta razón aunque se haya formalizado contra el
imputado, e incluso esté sujeto a medidas cautelares, no puede ser tratado como culpable del
delito que se le imputa.

Pero, ¿por qué está alguien preso por una causa, sin que pueda ser tratado como responsable
del delito? La respuesta está en el grado de convicción que debe tener el Juez para someter a
un imputado a una medida cautelar, que es inferior al que se le exige para condenar por ese
mismo delito. Así, para fijar una medida cautelar personal menos "dura" que la prisión
preventiva -las del artículo 155 del Código Procesal Penal- se requiere un estándar de
convicción respecto del Juez, que es inferior al que se exige para decretar la prisión
preventiva; esto es de toda lógica, pues la última es la medida cautelar más gravosa del
Código. De otro lado, la sentencia condenatoria exige, todavía, un grado de convicción
superior, de parte de los Jueces; la Ley habla de una convicción más allá de toda duda
razonable acerca del hecho punible y la participación del imputado.

Por las razones expuestas, puede concluirse que no necesariamente estamos frente a un
"delincuente", sino hasta que la sentencia definitiva en un juicio oral diga lo contrario.

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