Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Diseñando futuro.
La conciencia ciudadana y su transversalidad alrededor del crecimiento sustentable.
La ciudad debe ser proyectada como un hábitat colectivo, y ese «diseño», no puede o no
debe ser abordado de espaldas a lo social y lo colectivo. Este primer argumento enfoca,
en cierto sentido, acciones que por cotidianas no dejan de ser importantes en esta
construcción plural; por ejemplo el parque ciclístico dentro de Cali ha crecido de forma
considerable lo que en buena medida debería de repercutir en una mejora de la
movilidad pero también alrededor de la preservación atmosférica y el medio ambiente.
Este tipo de acciones particulares —debemos tomar consciencia desde el espíritu
colectivo y como ciudadanía— ponen en marcha pequeños cambios a nivel comunitario
y de forma holística, operan sobre las propias personas y también sobre la construcción
de esa ciudad que en un futuro estamos construyendo.
Diseñar ese hábitat citadino es responsabilidad de todos nosotros como comunidad. Si
bien la posmodernidad trajo consigo un contexto de individualidad, que en estos
momentos nos sitúa en la cresta de la ola, la consciencia individual como constructora
de entornos es una de las reflexiones que tienen que cobrar importancia.
Orozco plantea un cambio de paradigma, más allá de las certezas y arroja una cuestión
que es nodal para comprender nuestra responsabilidad como ciudadanos: todo está
conectado, incluso más allá de un ambiente local en lo regional, nacional o
internacional. Esa conexión nos lleva a pensar en torno al segundo argumento, la ciudad
como territorio es una construcción compleja donde confluyen identidades, discursos,
culturas y políticas. En ese complejo entramado lo real, como diría Rem Koolhaas,
(Vergara, 2010) pone en tensión lo ideal con ese «teatro del mundo» global que
intentamos dibujar, a la vez que plantea un desafío en lo que Vergara denomina:
Territorio inteligente. Periferia y centro, el urban sprawl, no deja de ser el gran reto,
sobre todo en este paradigma pandémico donde los registro entre lo periférico, —como
forma política y hegemónica de la cultura burguesa— no pueden dejarnos indiferentes a
la hora de repensar los éxodos contemporáneos. Sí la comunidad piensa en un sistema
complejo de relaciones, desde una bicicleta a una papelera, desde un viaducto a un
mercado, cobran sentido.
Las conexiones entre humanos pero también las conexiones de los centros y sus
periferias, anticipan una idea a futuro interesante: toda construcción de ese territorio
ideal que llamamos ciudad, no puede ser entendida desde políticas y reflexiones
marginales, extremistas y/o periféricas.
El fortalecimiento del liderazgo de la comunidad civil debe ser la base del paradigma en
ese desarrollo; la sensibilidad, las fórmulas participativas, la propia idiosincrasia local
son claves a la hora de implementar los proyectos colectivos; al abordar, de manera
constante, ese «ideal» constructivo debemos de convencernos de la «ganancia» que de
forma autosuficiente estamos definiendo. Como apuntan Lezama y Domínguez
(2016:156)
En el caso concreto de Cali, como entorno pero también como ecosistema de relaciones,
las problemáticas urbanísticas y medioambientales son notables y eminentemente
complejas. El tráfico rodado, la contaminación
de sus cuencas hídricas se suman a la degradación del centro histórico y muchos de sus
asentamientos periféricos. Unidos a la inminente burbuja inmobiliaria que en los
últimos años viene afectando el desarrollo de la propia ciudad y su entorno se han
detectado grandes espacios de deficiencia en sus infraestructuras viarias y de servicios y
sobre todo un aumento progresivo en el abandono de las identidades y las propias
características etnográficas y culturales de una parte importante de la población.
Ese mundo cosmopolita narrado por la postmodernidad desde finales de los años
ochenta (Vattimo, 1998) ha dado paso a un pensamiento progresista que se apoya
precisamente en las minorías y en la defensa de sus reivindicaciones, —legítimas por
otro lado—, colectivas. Racismo, clasismo, homofobia, delincuencia organizada o
sexismo, son sólo algunas problemáticas que deambulan dentro de lo social en el mundo
contemporáneo. Muchas de estas problemáticas buscan su amplificación en el espacio
territorial latino, al mismo tiempo, que colonizan espacios de trato pretendidamente
igualitarios sin apenas ser conscientes que esos «guetos» nos están pasando factura.
Paris o Atlanta son sólo pruebas de ese desarrollo social insostenible que crea bolsas de
marginación —no tiene por qué ser despreciativa— justo allí donde nos creíamos
infranqueables, en los centros de las ciudades. En algunos sentidos, aún salvando la
distancia, Cali está asumiendo un desarrollo inmobiliario que puede causar un profundo
daño a ese sentimiento de (des)arraigo y culturización que posee desde que en décadas
pasadas sustituyera, en términos de desarrollo, a Palmira como centro neurálgico en el
Suroccidente colombiano. Actualmente, crisol de cultural y eje vertebrador en las
comunicaciones con el Pacífico y el Sur del país necesita una profunda revisión
sistémica a la hora de acometer reformas integrales y sobre todo, ser políticamente
consciente de sus valores medioambientales y topográficos a la hora de desarrollar
marcos tanto sociales como de expansión. Al ser la tercera ciudad, en términos
demográficos, dentro de Colombia, planteamientos erróneos o en superficie provocarían
en el medio/largo plazo una crisis de identidad cultural y social,
y por ende, una atmosfera de extremos entre polos divergentes de la ciudad.
Fuentes referenciales
Ballarini, F; Bonnin, J. E.; Curzel, F. y Peirone, L. (2020) Ecología: la pandemia, el ambiente y un futuro
incierto. https://chequeado.com/el-explicador/ecologia-la-pandemia-el ambiente-y-un-futuro-incierto/
[consultado 08.12.2020]
Orozco, H. (2016) Utopías de la ciudad: la construcción del sentido urbano desde los colectivos.
Guadalajara, México: Iteso.