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es
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................ 2
2. Relación del transterrado con Ortega y Gasset: entre la filosofía como expresión
del individuo y el sistema. ............................................................................................. 12
2.1 De Madrid a México: discrepancias políticas. ................................................. 12
2.2 En busca de la originalidad: necesidad de sistema .......................................... 15
1
En Estética modal Libro I, 157. Jordi Claramonte. Madrid: Editorial Tecnos, 2016
INTRODUCCIÓN
Peor aún, su olvido no ha sido casualidad, sino “estrechamente unido a una omisión
interesada y a una ingratitud que no se quiere reconocer.” Valga como muestra de tal
omisión aposta el cuadro del Gaos rector que figura en la Galería de Retratos de rectores
de la Universidad de Madrid y “que había permanecido oculto en los años de la dictadura
franquista”.2 Jesús M. Díaz Álvarez habla de una “desgraciada historia” de la filosofía
española del siglo XX, remitiéndose a la ruptura que produjo la guerra civil, y la condición
de transterrado de Gaos, su separación física y distanciamiento personal de su maestro
Ortega es el mejor símbolo de la quiebra que la guerra civil supuso en la cultura y la
filosofía españolas. (56 Actualización de José Gaos)
Pero de esta quiebra, que más bien ha sido una salvación, se ha posibilitado una
filosofía más rigurosa conceptualmente y metódica, a partir de lo que el maestro no
pudo llevar a buen puerto: la necesidad de construir sistemáticamente su propia
filosofía. Gaos reconocería más tarde que se le truncó la continuidad de esta filosofía
hecha en español en España, pero no en México, donde le daría continuidad, hasta
convertirse en uno de los principales responsables de un giro en la filosofía
iberoamericana, como dice Luis Villoro. No obstante, la tentativa de sistematización, y
su tensión racional y vital debiera resultar un elemento crucial en tal giro, a partir de sus
últimos cursos y trabajos. Esta filosofía, anhelo metafísico, contrasta con el deseo o
inclinación hacia aforismos y ensayos que lo asemeja a Ortega, inclinación que el propio
Gaos siempre mantuvo.
2
Esta foto aparece en José Luis Abellán, La crisis contemporánea
1. De la crisis de “fin de siglo” a la Guerra civil: Gaos en el núcleo de la
Escuela de Madrid
Era criado Gaos durante la primera década del siglo XX, en Oviedo, en soledad, por
sus abuelos maternos, quienes pertenecían a los medios de la derecha española más
extrema: el “integrismo”; o sea, la extrema derecha dentro del Carlismo. El mayor de
nueve hermanos - entre los cuales cabe mencionar a Lola Gaos, actriz, y dos poetas,
Alejandro y Vicente-, quince años más tarde, ya adolescente se mudaba a Valencia,
comenzando un proceso de liberación de la educación del trono y el altar que permeaba
la sociedad española. No en vano, ese mismo año, 1915, Manuel Azaña, en uno de sus
paseos por El Escorial, aún se irritaría al escuchar “lo que un fraile veterano iba contando
a unos novicios, pobres muchachos, acerca de Felipe II, de Herrera, de Antonio Pérez,
de lo que dijo aquel rey en tal día y en tal sitio: eran las mismas cosas que les contaban
a ellos veinte años atrás. Una idea de España, de su grandeza, una identificación del ser
de España con el ser católico realizada en su máximo esplendor por la monarquía
austriaca. (Vida y tiempo de Manuel Azaña, de Santos Juliá. 33)
En las dos primeras décadas del siglo XX, frente a esta España del cristianismo
ortodoxo y de la monarquía nostálgica, en la cultura se desarrollaría un rechazo de la
mentalidad del siglo XIX que se llevó a cabo tanto desde la filosofía como de la literatura.
Dentro de la Generación del 14, a veces encuadrada en el novecentismo, como
expresión de este pensamiento posmoderno, Ortega y Gasset es considerado su
exponente más cualificado. 3(305) Esta es la opinión, quizás compartida por muchos,
de Manuel Suances Marcos, quien, a su vez, recurre a José Luis Abellán a la hora de
resumir en cuatro los rasgos característicos de esta generación: europeismo, valor
problemático de la razón, cientifismo y republicanismo.
Sin poder atender con detenimiento a los cuatro, Ortega entiende Europa como el
espejo donde debe mirarse España, método con el que esta se purifique de todo
exotismo. La Generación del 98 poseía rasgos más tradicionales y casticistas, diferente
de la del 14, la cual se reafirmaba en su mentalidad europeísta, ajena a todo
nacionalismo e imperialismo. Aquí radica la polémica entre Ortega y Unamuno, cuando
este defiende la españolización de Europa, y aquel la europeización de España, aunque
ambos aspirando a lo mismo: la regeneración de España.
Sin embargo, Ortega, y no solo en él, tras esa defensa de la europeización, en el que
“España es el problema y Europa es la solución,” iba entendiendo que, con el estallido
en 1914 de la Gran Guerra, la propia Europa se convertía en problema. El concepto
filosófico de Europa, que giraba en un conjunto de programas de vida exportables, con
o sin conquista, en lo que sería un proceso de “europeización” que debía llegar hasta la
renovación de la Vieja España, había fracasado.4
La Restauración había sostenido, bajo la regencia de la Reina Madre Doña María
Cristina, un régimen monárquico descendiente de una Monarquía imperial que
consumaba la pérdida de su imperio. Lo había logrado gracias a conservar la majestad
monárquica y el juramento de fidelidad a la constitución, pero a medida que el régimen,
3
Desde este trabajo, se va a recordar que Ortega no rechaza la Ilustración, por lo que su pensamiento no
sería tan posmoderno. No en tanto, su conservadurismo bien que podría atenerse a la propia modernidad,
al rescate de una razón frente al irracionalismo, y sus consecuentes relativismos y escepticismos. Debido
a su vitalismo, Ortega podría merodear por estas posturas, en un intento de armonizar, como rasgo
específico de la filosofía española, la realidad y la razón, lo ideal y lo concreto: Ortega nunca dejó de ser
racionalista.
4
Comentado por Javier San Martin, en su conferencia, en el curso de verano de julio de 2020 en
Pontevedra organizado por la UNED, El futuro de Europa: cultura, política y religión.
ya con Alfonso XIII, se degradaba, también la europeización de España se frustraba.
(Confesiones profesionales, 100-101) Según San Martín, Ortega consiguió vislumbrar
que la modernidad estaba llegando a su fin y quizás España, dice Ortega, ha tenido
suerte de no europeizarse.
Quizás Meditaciones del Quijote haya sido uno de los libros más europeísta de
Ortega. Luego, como fuente de discusión a la altura de su tiempo, no es de extrañar que,
como dice José Lasaga, en Una interpretación sobre la Escuela de Madrid, en 1914, a raíz
de la publicación de tal obra se pusiera en marcha un proceso de carácter intelectual
cultural, cuyo efecto duradero formaría el grupo de personas que terminarán formando
parte de la llamada Escuela de Madrid. Las “Meditaciones” mencionadas son
importantes no porque contengan una filosofía ya elaborada sino porque en un mismo
gesto miran hacia atrás dialogando explícita o implícitamente con los maestros del 98 y
hacia adelante proponiendo un programa de investigación que con el tiempo sería
también de docencia.
Uno de los problemas para desarrollar tales programas de docencia, además, por
supuesto de la usual reacción ultraconservadora católica y monárquica, era que “para
extender la ciencia en España, hacía falta educar a unos pocos hombres en la ciencia.
Así, la Generación del 14 fue un grupo de hombres de ciencia, pero en el sentido que
esta es decisiva para el progreso y la cultura, y no como una idolatría del positivismo.
(Suances) Aquí, en la controversia, resuena, la famosa frase de Unamuno, “Que inventen
ellos”: la ciencia europea no nos va a enseñar nada, no nos resuelve los problemas, ya
que tal ciencia se ha convertido en técnica que no establece metas y fines.5
5
Javier San Martin, Ídem.
es el cogito cartesiano, sino el vivir.” (Suances, 307)6 La nueva filosofía giraría en torno
a la “razón vital”, como forma y función de la vida: una razón que es “solo un islote en
el mar de esa vitalidad primaria.” Así, Ortega busca superar el idealismo, que reducía el
mundo a “conciencia”, con el carácter ejecutivo de la misma vida. En la teoría del
conocimiento, el yo no se encuentra incomunicado, solo, único… como en el idealismo,
sino que es un yo entre las cosas. Ni prioridad de las cosas sobre el yo (realismo), ni
viceversa (idealismo), sino coimplicación del yo en las cosas, que es lo que constituye la
circunstancia.
6
En Gaos, posteriormente, la filosofía será la expresión de una individualidad, y su camino filosófico será
entendido por muchos como abocado al subjetivismo, y por ello, alejado de esta superación planteada
por Ortega. En efecto, para superar la subjetividad, donde quizás también es justo reconocer que Gaos
se ancló, desde el comienzo con la historicidad, hasta el final con la religiosidad. Sin embargo, Gaos
mantendrá, como que casi no podría ser de otra forma, tratándose de un celtíbero, y además no ser un
pensador mediocre, la tensión, o paradoja, entre su vida, su vitalidad que lo lleva más allá de los
fenómenos, y su obra final, salvadora o no de sus circunstancias, pero obra hecha con intencionalidad de
ser sistemática acerca de los fenómenos del más acá.
memoria una impresión de dominación sobre todo… subida en ebriedad hasta los inicios
del mareo”. Gaos fue consciente, ya desde su primer contacto con la filosofía, del
sentimiento de superioridad que todo filósofo tiene de sí mismo, generalizándolo y
nominándolo de soberbia, tema de su filosofía, y clave para la comprensión del filósofo
y de la filosofía. (Vera Yamuni, Prólogo a Confesiones profesionales, 19,117)
Con la mudanza de ciudad, coincidiendo con la juventud que se hace ideas propias
– en su caso, las típicas según él, del liberalismo español de la época-, ya en la casa de
su padre, un jurista liberal, una renovada biblioteca le serviría para seguir conociendo la
filosofía desde su historicidad. A pesar de sus lecturas de juventud, sobre todo de
Hyppolite Taine, el positivismo no solo no fue la filosofía en la que Gaos se formó, sino
que “su formación, en este sentido, fue más bien contra el positivismo. Por reacción
contra la moral cristiana vivida en su infancia y pubertad.” Aurelia Valero contrasta el
conservadurismo y limitados horizontes de los docentes en Valencia, de 1915 a 1921,
con el ambiente progresista y de innovación que encontraría en Madrid. El propio Gaos,
en sus Confesiones profesionales,7 pasa revista, sin virtud digna de rescate, de sus
profesores en Valencia. Al respecto, certifica que, ya en Madrid, “mi primer verdadero
maestro en Filosofía fue Morente; por ciertos aspectos y en cierto sentido, incluso el
mayor”, y que “mis anteriores profesores de Filosofía no cuentan”. (CF 61)
7
De esta obra, cabe señalar que Jesús Díaz ha escrito que debería ser obligatoria en el Grado de Filosofía;
por su parte, José Lasaga ha dicho que es uno de los mejores libros de filosofía en lengua castellana, (el 4
y 11 de abril de 2014, en el programa de Radio UNED, junto a Antonio García Santas-Mases y Francisco
Con los años, las obras y personas que más influyeron en él fueron las de Manuel
García Morente y José Ortega y Gasset, sus maestros más cercanos. En 1921, antes de
viajar a Madrid para continuar la carrera de Filosofía ya había leído las obras de Morente
sobre el neokantismo cuyo pensamiento “era entonces de reacción contra la
neoescolástica y el positivismo.” Además de la ebriedad de las nuevas verdades
filosóficas, ejemplo de la caducidad de las mismas es que, pocos años después, como
recuerda el mismo Gaos, era “a Morente, a quien tenía a un metro, en la pequeña aula
de un rincón del piso bajo del caserón de San Bernardo, a quien tenía a un metro,
diciendo como la fenomenología había venido a superar el neokantismo que había
aprendido yo de él en su librito sobre Kant”. La escolástica, el neokantismo, la
fenomenología y la filosofía de los valores, el existencialismo, el historicismo, eran para
Gaos “verdades incorporadas en las vidas de sus maestros de carne y hueso.” (CF 61)
La importancia de Morente queda recogida cuando Gaos escribe que aquel acabó
siendo su padre espiritual, y que, como tal, acabó pidiéndole ayuda para poder costearse
los estudios universitarios, una vez su padre se los había dejado de pagar. Morente
consiguió mandar a Gaos a un lectorado en Francia, Montpellier en concreto. (79)
Además, Xavier Zubiri lo introdujo en varias rutas fenomenológicas y a Martin
Heidegger. Quizás todas estas confesiones ya buscaban desembarazarse del peso que
Ortega le suponía a Gaos con la condición de mero discípulo predilecto.
Dentro del impulso que el espíritu renovador de La Generación del 14 había dado
a la cultura española, en concreto, a la filosofía, se originaba la Escuela de Madrid. Es
interesante recordar que “más que un conjunto de pensadores fieles a un maestro, es
más bien un amplio grupo de intelectuales, independientes, que piensan sobre unos
mismos problemas con perspectivas diversas. O sea, se inspiran en una misma
orientación doctrinal y siguen idéntica metodología.” (Suances 308) El mismo Gaos
definirá la Escuela de Madrid como “una unidad de orientación histórica y doctrinal, una
común valoración de personas y reconocimiento de jerarquías y una labor articulada, en
muchos casos verdadera colaboración”.
Junto a Morente y Zubiri, se suele considerar a Gaos parte del núcleo de la Escuela
de Madrid. Leyó su tesis de doctorado en 1928 y se incorporaba a la cátedra de
Introducción a la Filosofía en 1933. Sin duda, “el inspirador y alma de la escuela era
Ortega, sobre todo, en tiempos de la Segunda República en la Facultad de Filosofía de la
Universidad de Madrid.” (Suances X) Así también lo vio Gaos, como fundador de la
Escuela de Madrid, en una conferencia de 1935, antes que Julián María en el 42. 8
Durante la Segunda República, la escuela adquirió aparato institucional y jurídico al
abrigo de la reforma de la enseñanza superior emprendida por el gobierno republicano.
De la Facultad de Filosofía, se iba a nutrir la escuela con nuevos nombres: Luis Recasens
Siches, María Zambrano, Julián Marías y Joaquín Xirau. Y, andando el tiempo, Antonio
Rodríguez Huéscar, entre otros. (Suances)
8
Agustín Serrano, Prólogo a Obras completas. Mencionado por Lasaga en Radio UNED
La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central estuvo a la altura de la
filosofía en Europa; y dentro de esta, los pensadores de la Escuela de Madrid fueron
conscientes de vivir una verdadera revolución de la filosofía en torno a Ortega,
consistente en el descubrimiento de la vida como realidad metafísica. Rodríguez Huéscar
ha enfatizado esta idea: “Nunca hasta Ortega, ha existido un pensador en quien la
compenetración de verdad y vida haya sido, al mismo tiempo, realidad profunda y
doctrina expresa y rigurosa”. El rasgo antropológico de la Escuela de Madrid queda
reflejado por Manuel Granell, en Ortega y su filosofía, al considerar que la nueva filosofía
se caracteriza por el primado de la antropología filosófica con el decaimiento de la
ontología y la teoría del conocimiento. El objeto de la filosofía es el estudio del hombre
concreto, situado en su circunstancia, en convivencia con los demás hombres; se trata
de un nosotros que se va haciendo con el tiempo. (Suances 309-310) Pero, como se ha
visto arriba, Gaos alzará la ontología frente a su decaimiento, y frente a la teoría de la
cultura de Ortega.
9
Ha escrito García Morente que, antes, “la filosofía en España no existía. Epígonos mediocres de la
escolástica, residuos informes del positivismo, místicas nieblas del krausismo habían desviado el
pensamiento español de la trayectoria viva del pensamiento universal, recluyéndolo en rincones
excéntricos, inactuales, extemporáneos. España permanecía, por decirlo así, al margen del movimiento
filosófico”. (Suances, 311)
Según José Lasaga, hubo una Escuela de Madrid dada, por un lado, la existencia de
un cuerpo de doctrina y un programa que responde a la intención de su transmisión; y
por otro, la conciencia de pertenencia por parte de sus miembros. (12) La razón por la
que en rigor es lícito hablar de una “escuela filosófica de Madrid” es la única promoción
que los acontecimientos históricos permitieron que saliera de las aulas de la facultad, la
que se matricula en 1931 y se licencia en junio de 1936. Culmina Lasaga,10 “se da la
escuela, porque se tiene maestros, alumnos y doctrina transmitida.” (9); bien habrían
escuchado el reclamo de Ortega, en 1932, en “Pidiendo un Goethe desde dentro”, de
que muchos de los cercanos a él no habían entendido su doctrina, reivindicando su
originalidad frente a Heidegger.
10
Tiene como miembros más notables a: Manuel Granell (1906-1993), Antonio Rodríguez Huéscar (1912-
1990), Julián Marías (1914-2005), Francisco Álvarez González (1912-2013), Carlos Sabán, Eliseo Ortega y
Eulogio Palacios. Son los “siete magníficos” que conforman el núcleo de los discípulos de la escuela, aunque
con la matización de que Palacios no asumió el legado filosófico de Ortega. Hay que añadir a la lista a
Paulino Garagorri (1916-2007) (5-6)
públicas en relación con el conflicto civil. Ya, la mayoría de los miembros de la escuela
tomaron el partido de la república como Gaos, Zambrano y Granell, que partieron hacia
el exilio con la clara conciencia de que no regresarían en muchos años.
11
En Confesiones profesionales Gaos reproduce este texto que, también recoge, entre muchos, Abellán
en página 308 de T. V La crisis contemporánea
1212
en Historia crítica… La crisis contemporánea, pág. 308
internacionales,13 de intereses ajenos o contrarios a los de España. Es un deber y un
honor ser fiel a aquella causa hasta la muerte, aunque ello requiera quedarse a esa vera
de la historia que es la parte de razón de esta que no llega a ser real.” (Yamuni 39)
13
A este respecto, Santos Julia, en Transición, recoge del diario de Azaña la convicción que este tenía de
que la solución solo puede venir de fuera, convicción compartida por Negrín. (pos 558- 569) Azaña ya le
había dicho en os últimos días de Julio de 1937 al embajador de México que le trasladara a Lázaro Cárdenas,
presidente mexicano, que “era necesario procurar la más pronta conclusión de la guerra, pues su fin no
podía fiarse ciegamente a que ‘derrotemos a Italia y a Alemania’.” (Pos 547) Recordar la política de no
intervención de Francia e Inglaterra y el Epílogo para ingleses en el que Ortega se posiciona a favor de la
no intervención, argumentando en torno al pacifismo.
no se implicaba? Ortega entendió el siglo XX y no tuvo paciencia con las masas, ni con
la República. Inclusive, su silencio, no solo amputó políticamente a Ortega, sino que
acabó contaminando toda su posterior recepción.14
Si Gaos ha sido escéptico hacia los sistemas, ¿Por qué dedicó sus últimos trabajos a
construir un sistema? Pues Gaos también ha confesado “que le falta una filosofía, de ahí
que no esté seguro de ser un filósofo ni de llevar acabo unas confesiones profesionales.”
Y lo que concierne ahora, es que la causa de faltarle una filosofía y, por tanto, no ser un
filósofo, “radica en no haber desarrollado sus ideas en la forma sistemática, objetiva”
(Yamuni Prólogo a CF 7). Según Yamuni, el acto de conciencia de Gaos en el que
comprende un significado de la filosofía, la sistemática y objetiva, es la causa que le lleva
a decir que le falta nada menos que una filosofía. Con esto ha atenuado la connotación
14
(Radio UNED)
de las expresiones “ser muy poco filósofo” y “faltarle precisamente una filosofía”, y
también ha preparado el terreno para toda su restante producción filosófica.
15
Queda abierta la cuestión de Antonio García -Santesmases, de en qué medida Gaos no fue tan
benevolente con la crítica a la insuficiencia de la filosofía de su maestro en relación a no haber sido
capaz de construir un sistema.
16
Como De la filosofía, curso de 1960 publicado en 1962, Filosofía contemporánea, que apareció en
Caracas el mismo año. También dejó redactados dos libros inéditos, publicados después de su muerte, a
saber, Del hombre (curso de 1965 editado en 1970) e Historia de nuestra idea del Mundo (1973)
Gaos se debatió, de esta forma, entre dotarse con los caracteres del sistema o dejar
que su pensamiento corriera libremente, como talvez fuera su tendencia vital. Ya que le
había reclamado a su maestro: “¡Tú (Ortega) has fracasado!, pues no has tenido
filosofía”, no le quedaría otra opción que tener una. En efecto, según Yamuni, hasta 1959
Gaos fue un escritor de circunstancias, no de sistemas. Aunque poseía desde antes el
deseo y la aptitud para la ideación y la redacción planificada y rigurosa, es probable que
lo que le impidiera antes de los años sesenta escribir libros sistemáticos y metódicos
fuera la desgana impuesta por el afán de rigor.17 No obstante, la precisión en el pensar
ha sido siempre uno de los rasgos característicos de Gaos. (8-9)
Yamuni ha escrito sobre El curso lógico y sistemático del pensar en las confesiones
profesionales, donde ya “en Gaos la enumeración de sus silogismos no presenta ninguna
digresión. El paso de una a otra proposición se da siempre” de forma concatenada, lo
cual muestra que Gaos no sigue en su exposición el curso psicológico del pensar, ni se
deja llevar por nuevas ideas sugeridas, o por asociaciones de ideas, como lo hace el estilo
mental de Ortega. En Gaos es así porque el tema mismo está ordenado previamente. (…)
17
… el afán de saber por saber, la curiosidad intelectual es sin duda un hecho; pero de índole hedónica, y
en cuanto que se trata del placer intelectual, muy epicúrea. “Un libro nuevo cada día”, exclamaba Gracián.
Para Gaos, si los pensadores españoles nunca han llegado a “acabar” un sistema, quizás se debe a “la
universal curiosidad que no les deja hacer otra cosa que ir pasando de unas a otras y reaccionando, solo
superficial o “inicialmente” a cada una: este es el curioso espectador de todos los espectáculos, según
Ortega, (Confesiones profesionales 110) … hay en el historicismo algo de un esteticismo ¿apráctico? Gaos,
a continuación, dice que uno puede leer todo un día, pues es un puro darse a un gusto y darse gusto; pero,
“pensar, tan solo por media hora es más trabajoso. (…) la limitación de la lectura puede muy bien ser
práctica de un ascetismo intelectual (Ídem. 111)
donde radica la inclinación en Gaos hacia el sistema. Y esto es, porque Gaos veía en
Ortega un espejo, “en entusiasmarme con ideas y hacer planes con tanta versatilidad
que no me deja hacer nada más, soy igualito que Ortega”. Así comenzó Gaos a buscarse
una identidad distante de su maestro.
18
En su participación, 18/02/2014, de la Mesa redonda incluida en el ciclo ‘Pensar en español’ sobre
‘José Gaos: reflexiones de ida y vuelta’. https://www.youtube.com/watch?v=NOzxCJjv14A
19
Villoro escribe que la filosofía se trataba profesionalmente, ante todo, como comentario de lo que otros
habían expuesto. Sólo en los últimos años de su vida, Gaos dio un gran salto, al ensayar un nuevo tipo de
curso que ya no consistía en el análisis de textos dados sino en la exposición de su reflexión personal, la
que después daría lugar a sus dos mejores libros, De la filosofía y Del hombre. Al comentario de la razón
ajena sucedía el despliegue de la razón propia. El resultado fue triste. Los alumnos prefirieron el Gaos
comentador de Kant o de Heidegger espectáculo incierto de un filósofo pensando por cuenta propia. Sólo
cuatro de sus alumnos permanecimos hasta el final del curso. (83)
BIBLIOGRAFÍA
Abellán, José Luis. Historia crítica del pensamiento español. Tomo V (III). Madrid: Espasa-
Calpe, S.A. 1989
Flores, Marina. Reseña a Carlos Llano: Ensayos sobre José Gaos: metafísica y
fenomenología, México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Filosóficas 2008, 213pp. Universidad Panamericana. Tópicos 36 (2009)
---- Vida y tiempo de Manuel Azaña. Madrid: Santillana Ediciones Generales, 2010
Valero Pie, Aurelia. “El hijo de Saturno”, José Gaos en México: una biografía intelectual
1938-1969. México: El colegio de México, Centro de estudios históricos, 2015. -
--- ed. Filosofía y vocación: Seminario de filosofía moderna de José Gaos. Textos de José
Gaos, Ricardo Guerra, Alejandro Rossi, Emilio Uranga, Luis Villoro. México: Fondo de
Cultura Económica, 2012.