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Afectos, 

sensaciones y experiencias… descubrimos la Pedagogía Corporal

Históricamente la educación y pedagogía corporal ha estado vinculada a prácticas relacionadas

con aspectos biológicos y estéticos, siendo principalmente la educación física la materia que ha

desarrollado el trabajo relacionado con el cuerpo en la escuela.

La construcción tradicional del conocimiento, ha estado marcada por el desarrollo de la

escritura y la lectura, potenciando la construcción de saberes técnicos, limitando la posibilidad

de construir otro tipo de saberes, que nacieran de la expresión de nuestras emociones y nuestras

formas de vivenciar los conocimientos con nuestro cuerpo.

Nuestro cuerpo nos empuja a experimentar desde el movimiento, transformando los espacios

escolares y abriendo nuevas formas de relación entre quienes compartimos el centro educativo.

A lo largo de la jornada escolar, experimentamos situaciones que deberían animarnos a la

reflexión como profesionales de la educación. Convertimos la expresión corporal y el lenguaje

no verbal en el centro y origen de la comunicación, haciendo que los sonidos, el movimiento y

el tacto representen la máxima expresión del lenguaje, superando la visión tradicional del

cuerpo centrada en los aspectos biológicos y estéticos, concibiendo nuestro cuerpo y sus

expresiones como elemento fundamental de comunicación y experimentación emocional y

social.

Los cuerpos hablan, y en sus expresiones las maestras y maestros debemos ser capaces de leer a

nuestro alumnado para trabajar los distintos momentos del proceso de enseñanza-aprendizaje.

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Desde la antigua Grecia se ha diferenciado entre educar el cuerpo y la mente, desligando agon

de philosophia. Sin embargo, somos seres corporales y muchas disciplinas como la antropología

o la sociología, por no hablar de las artes escénicas, tienen al cuerpo como objeto de

estudio. Este «nuevo» interés por el cuerpo se inicia en 1968, cuando se empezó a ver como
algo cultural y social, y ha tenido su continuidad en aspectos que van desde el tatuaje o el

piercing hasta el transhumanismo.

 En la disposición de los pupitres.

 En la autonomía corporal que aprenden niños y adolescentes.

 En las discapacidades o malformaciones (físicas).  En los cuerpos curados o

convalecientes.

 En la identidad y la educación sexual.

 En la alimentación.

 En las salidas y excursiones fuera del aula.

Esta idea de educar teniendo en cuenta cuerpo y mente no es nueva: el método Montessori o la

Escuela Nueva ya buscaban sacar el aprendizaje (y, por extensión, el cuerpo del alumno) fuera

del aula. Por contra, hay diferentes medios que tradicionalmente se han empleado para controlar

los cuerpos en la educación:

 Las filas para acceder al patio o a las aulas.

 La uniformidad o igualación mediante los uniformes.

 La expulsión de niños de clase o la separación entre compañeros.

 La separación por sexos.

 La ausencia de educación sexual (y de la mirada de género)

 Las «buenas maneras» en clase.

Cómo introducir las pedagogías sensibles en el aula

La pedagogía del cuerpo no implica que los alumnos hagan lo que quieran con su cuerpo en el

aula ni que la disciplina se esfume del centro. No regular la disposición del alumno en el aula. 

Introducir prácticas de danza, cocina o teatro con las que fomentar la expresión corporal. 

Mostrar la diversidad sexual y corporal.


 Introducir el aprendizaje fuera del aula. Recordad que hay libros, artículos e incluso

conferencias acerca de las pedagogías sensibles fruto de ciclos realizados sobre innovación

educativa. Palacio, la novela lleva tres años entre los best sellers juveniles gracias a la emotiva

historia de August Auggie Pullman, un niño de diez años con el síndrome de Treacher Collins

que se enfrenta al posible retorno a la escuela. August.

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