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Capítulo 3

¿Cómo se aprende?
Lo que realmente nos ha cautivado en esta discusión del discipulado es la palabra griega para
"discípulo": mathetes. Cuando se la traduce directamente al español, significa aprendiz. Las Escrituras
realmente parecen apuntar a algo importante aquí, apuntan a la necesidad de orientar nuestras vidas hacia
convertirnos en aprendices de Jesús para toda la vida. Es liberador pensar que, con la ayuda del Espíritu de
Dios y con el tiempo, podemos aprender a caminar en la forma en que Jesús caminó, haciendo las cosas
que Él hizo, a la vez que nos convertimos en el mismo tipo de persona que Él es. Esto no pasa de un día
para otro, y la expectativa de la Escritura no es que pase de un día para otro.

Ahora, lo que es fascinante es cuando realmente empiezas a indagar en el tema de la teoría del
aprendizaje, sobre cómo nosotros, como seres humanos, estamos configurados para aprender a hacer las
cosas. Es de particular interés el ver cómo estas cosas suceden una y otra vez en los Evangelios.

Parece ser que hay tres maneras diferentes en las que aprendemos, pero inequívocamente,
aprendemos mejor cuando hay una interacción dinámica entre las tres al mismo tiempo:

1) Aula/Conferencia transmisión de la información


2) Mentoría
3) Inmersión

Aprendizaje en el aula es cuando la información, los procesos y los hechos son impartidos de
profesor a estudiante dentro del marco clásico de la conferencia. Mentoría es cuando alguien aprende sobre
un determinado conjunto de habilidades de alguien más que ya ha aprendido tales destrezas. Inmersión es
cuando alguien se expone a un ambiente, entorno o cultura y aprende por intuición a través de lo que él o
ella ve y experimenta.

 La experiencia en el aula se basa en transmitir a otros hechos, pensamientos, procesos e


información.

Un profesor en una clase de literatura inglesa de la escuela secundaria, quiere que sus estudiantes
logren entender a James Joyce cuando leen Ulises, así que el instructor enseña sobre el tipo particular de
escritura de Joyce: el flujo de conciencia. Un profesor de biología quiere que sus estudiantes entiendan
cómo se produce energía a nivel celular para lo cual el instructor enseña las diferentes partes de la célula,
invirtiendo una cantidad especial de tiempo en la mitocondria.

Entendemos esto. Sabemos esto. Crecimos con esto. La información se pasa de una manera bastante
didáctica, de la profesora a los alumnos que están aprendiendo esta información. Sin embargo, también
reconocemos las limitaciones de esta forma de aprendizaje.

Por ejemplo, si estás aprendiendo a ser plomero, puedes tomar horas y horas de clases, con
montones de información sobre cómo funcionan los sistemas de plomería, cómo lidiar con los fregaderos
con fugas y tuberías atascadas. Hay una gran diferencia entre saber cómo arreglar una tubería y el hecho o
acción de arreglar en realidad la tubería. Hasta cierto punto, el mero conocimiento teórico provisto por el
aula se vuelve insuficiente.

 Es por esta razón que la mentoría es tan importante para el proceso de aprendizaje.

Simplemente no se aprende a arreglar un fregadero leyendo al respecto; es imprescindible adquirir


experiencia práctica. Sin embargo, probablemente no seas capaz de arreglarlo todo por tu propia cuenta o
entenderlo todo sin ayuda. Es por ello que muchas profesiones tienen programas de aprendizaje como parte
de su proceso de contratación. Esencialmente, un proceso de mentoría dice, "Si quieres aprender a hacer
esto, vas a necesitar a alguien que te enseñe a hacerlo. La información es buena, la teoría abstracta y los
conceptos son increíblemente útiles, pero esto en realidad tiene que funcionar en el mundo real".

Por eso es que tenemos maestros plomeros. Maestros electricistas. Hemos desarrollado toda una
experiencia de aprendizaje médico donde los estudiantes no solo van a la escuela de medicina y aprenden
sobre cirugía; tienen residencias durante las cuales ellos mismos son aprendices de alguien para aprender a
hacer lo que estos hacen. No sé tú, pero no quiero que quien me opere tenga solamente el conocimiento
teórico. Tenemos un amigo que es un creativo en una agencia de publicidad y tuvo que ir a la escuela de
cine en Los Ángeles, CA. La manera en que él aprendió a realizar y editar buenos vídeos fue trabajando
con alguien que ya sabía cómo hacerlo. Claro, él podría haberse encerrado en una habitación con Final Cut
Pro (NT: software para computadoras), una caja de Red Bull (NT: bebida energizante) y un manual de
instrucciones durante seis meses, pero en última instancia, la mejor manera de aprender a hacerlo era
volviéndose un aprendiz de otra persona.

En la vida real, cuando queremos aprender a hacer algo, encontramos a alguien de carne y hueso y
le pedimos a esa persona que nos enseñe cómo hacer lo que él/ella hace.

En muchos sentidos, la práctica del aprendizaje tiene que ver con invertir. Alguien invierte su
tiempo, energía, habilidades y vida en la nuestra, enseñándonos a hacer lo que ellos/ellas hacen.

 La mejor manera en que aprendemos según los educadores sociólogos es a través de la


inmersión.

Si quieres entender esto, observa a los niños pequeños cuando aprenden a hablar. ¿Cómo pasan de
balbucear frases sin sentido a hilvanar palabras y frases, hacer preguntas y transmitir pensamientos y
sentimientos?

No fue en un aula de clase.

Ellos realmente no se convirtieron en aprendices de nadie.

Con el tiempo... simplemente... sucedió.

¡De repente pudieron hablar!

Este proceso se llama inmersión y es la forma más sutil de aprendizaje y obviamente es donde
nuestras personalidades y ambientes de aprendizaje resultan más poderosos. Si eres un estudiante de
intercambio, es perfectamente normal contar historias graciosas cuando estás de regreso en los dormitorios
junto con otros estudiantes. Estás aprendiendo por inmersión.
"Nunca creerás lo que accidentalmente dije hoy."
"¿En serio? ¿Realmente los llamaste eso?"
"Sí, bueno, al menos no fue tan malo como lo que pasó hace un mes. No sabía lo que estaba diciendo
esa mujer, pero ella ¡parecía que quería matarme!"

Pero lentamente, con el tiempo, los estudiantes comienzan a hablar con fluidez en el otro idioma.
Este es el poder de la inmersión.

Al reunir a un grupo de personas competentes en su oficio o habilidad e integrar con ellos a gente
que está en el proceso de aprender dicha habilidad, estos últimos lentamente aprenderán simplemente por
estar inmersos en la cultura. Sucede lentamente, sutilmente, casi de forma imperceptible. Pero está
sucediendo. Aprender cosas, recoger los trucos del oficio, aprender el idioma de esa cultura simplemente
por estar en el medio. La inmersión enseña y forma al individuo de maneras poderosas que a veces son
difíciles de ver.

La clave en la inmersión es el tener acceso a la cultura que esperamos que nos forme.

Dietrich Bonhoeffer ha escrito probablemente más que nadie en los últimos siglos para ayudarnos
a entender la naturaleza del discipulado, particularmente en su libro El costo del discipulado y su libro
corto, pero brillante, Vida juntos. Sin embargo, es en el estudio de la vida real de Bonhoeffer que gran parte
de sus escritos cobran vida. Eric Metaxas lanzó recientemente una nueva biografía sobre Bonhoeffer.
Considere esta cita por Otto Dudzus, uno de los hombres que fue discípulo de Bonhoeffer:

“Todo lo que tenía y lo que era, lo puso a disposición de los demás. El gran tesoro que poseía era
un hogar cultivado, elegante, gente altamente educada y la mente abierta de sus padres, a los que nos
introdujo. Las noches abiertas [su casa estaba abierta para que sus discípulos y familias vinieran a comer,
tocar y cantar juntos, discutir, reír, y contar historias los viernes por la noche], que ocurrían cada semana,
tenían tal atmósfera que se convirtieron en algo muy importante para nosotros.”

Metaxas también agrega:

“Incluso cuando Bonhoeffer viajó a Londres en 1944, sus padres continuaron tratando a estos
estudiantes como a su familia, incluyéndolos en el amplio círculo de su sociedad y de su hogar. Bonhoeffer
no separó su vida cristiana de su vida familiar. Sus padres fueron expuestos a otros brillantes estudiantes
de teología, y sus estudiantes fueron expuestos a la extraordinaria familia de Bonhoeffer.”

Esto es lo que significa acceso. Así es cómo aprende la gente, a través de la inmersión, de los
matices del discipulado. Las personas acceden a una cultura de discipulado.

Sociólogos y expertos en educación están de acuerdo en que el mejor aprendizaje ocurre cuando
hay interacción entre todas las formas de aprendizaje. Tienes que aprender de los hechos a veces fríos y
duros porque en realidad significan algo y tienen implicaciones prácticas. Al convertirnos en aprendices de
alguien más, él o ella nos enseñan a poner en práctica lo aprendido de manera que produzca algo aquello
que por ahora está sólo en la cabeza. Se puede pasar de ser alguien pobremente calificado a ser alguien
bastante habilidoso con bastante rapidez al ser parte de un excelente proceso de aprendizaje. Y si eres capaz
de combinar estas dos cosas con una experiencia de inmersión, donde se utilizan el lenguaje y las
experiencias de la vida cotidiana para aprender de manera intuitiva...bueno, esta es una potente
combinación.

Tomemos por ejemplo el aprendizaje de un idioma extranjero. ¿Cuál es la mejor manera de


aprenderlo? Es más que probable que sea una combinación de los tres. Usted querrá aprender los conceptos
básicos en un salón de clases antes de trasladarse a Barcelona. Deberá tomar Español 101, 102 y 201.
Contratará a un tutor que hable con fluidez y que pueda trabajar con usted en el matiz de la lengua.
Finalmente, seguro querrá vivir en una cultura donde el idioma se hable con fluidez y, con el tiempo,
probablemente durante un período de dos años, usted también hable con fluidez. Requiere los tres métodos
de aprendizaje.

Probablemente sea bastante obvio adónde conduce todo esto, ¿no?

Como lo conocemos hoy, el discipulado está basado mayormente en esa primera clase de
aprendizaje: la experiencia dentro del aula de clases. Y eso es realmente todo lo que ofrece.
Aprendemos de las enseñanzas del pastor el domingo. Aprendemos de estudios bíblicos. Vamos a
la Escuela Dominical. Aprendemos de las guías de discusión de grupo pequeño y de DVDs. Aprendemos
de la lectura de libros. Aprendemos de tomar clases de Biblia en la iglesia. Nótese que todo esto está
completamente impulsado por la información, en algún tipo de experiencia dentro del aula de clases. No
hay prácticamente ningún aprendizaje basado en la mentoría en nuestras iglesias.

¿Pero no está sucediendo aunque sea por inmersión? Después de todo, tenemos millones de
cristianos en los EE. UU., reuniéndose regularmente. Vienen a participar de un servicio de adoración el
domingo. Se reúnen en grupos pequeños, esperamos que ellos sean realmente amigos fuera del grupo
pequeño, y tal vez tomen una clase de Biblia de vez en cuando. ¿Cómo es que todo esto no es inmersión
dentro de una comunidad? Le decimos a la gente que se unan a un grupo pequeño porque es ahí donde
sucede el discipulado y donde se puede cultivar la comunidad. Podríamos esperar que al menos esto sea
una experiencia de inmersión, ¿no es cierto?

La dura realidad es que la inmersión sólo funciona cuando las personas son realmente fluidas en
algo.

Por ejemplo, un niño pequeño nunca va a aprender inglés si sólo invierte su tiempo con otros niños
que tampoco hablan inglés o si sólo se relaciona con niños de su edad. En otras palabras, debido a que en
las iglesias en primer lugar no existen suficientes discípulos, es sumamente difícil crear una experiencia de
inmersión de calidad.

La forma en que la mayoría de las iglesias han estructurado el proceso de discipulado, es como si
estuviesen diciendo, "si logro introducir la información correcta en sus cabezas, si pudiesen tan sólo pensar
de la manera correcta, entonces se parecerán más a Jesús."

Información correcta/enseñanza = comportamiento correcto = discípulo.

Así que pensemos en ello de forma práctica: ¿Qué tan exitoso ha sido esta aproximación para
nosotros?

O pensemos en ello de esta manera: ¿Confiaría usted en un médico para que le realice una cirugía
a corazón abierto quien sólo ha tenido experiencia teórica sin residencia alguna? ¡Sin embargo, esta es la
forma en la que hemos estructurado nuestros procesos de discipulado!

La gran mayoría de los líderes eclesiásticos, después de oír esto, usualmente dicen lo siguiente:
"bueno, no podemos ser responsables de alimentarlos. Necesitan aprender a alimentarse por ellos mismos.
Tienen que ser responsables de ser discípulos. No lo podremos hacer por ellos." Hay un poco de verdad en
eso, pero creemos que esta forma de pensar es incapaz de reconocer la complejidad del problema.

Llevar a la gente a un lugar donde ellos puedan nutrirse con la Biblia, a través de la oración, la vida
en comunidad y otras disciplinas espirituales, no sucede sólo diciéndole a la gente que ellos deben nutrirse
espiritualmente a sí mismos. Esto es como decirles a alumnos de tercer grado que para funcionar en la
escuela tienen que aprender a escribir en cursiva sin ofrecerse a enseñarles con mayor profundidad la forma
de hacer esto. Y para ser claros, los niños no aprenden a escribir en cursiva porque el maestro les da una
conferencia de 30 minutos sobre cómo hacerlo. Uno de los problemas que ocurren cuando la gente se
convierte al cristianismo es que, ya sea explícitamente o implícitamente, les damos una lista de cosas para
hacer que pensamos les ayudarán a convertirse en "auto suficientes” (por cierto que creemos que "auto
suficientes" de por sí es un término muy poco útil):

1) Lea su Biblia
2) Ore
3) Diezme
4) Asista a los servicios de la iglesia cada semana
5) Encuentre un grupo pequeño (o cualquier otra cosa que su iglesia ofrezca)
6) Cuénteles a sus amigos acerca de Jesús

Piensa en ello. ¿No estamos haciendo algunas suposiciones bastante generales aquí?

¿Por qué asumimos que por decirle a la gente que lean la Biblia, eso si en verdad lo hacen, la gente
sabrá leerla correctamente? ¿Por qué pensamos que ellos sabrán qué hacer con este libro gigantesco que de
alguna manera nos lleva a la "Palabra Viva"?

Le decimos a la gente que ore. Enseñamos series de sermones sobre la oración. Tal vez damos
clases sobre la oración. Pero nos olvidamos que los discípulos de Jesús no tenían ni idea de cómo orar como
Jesús y eso que ellos crecieron en una cultura increíblemente inmersa en la oración. Algo de la manera en
la que Jesús oró fue tan profundo, tan conectivo, visceral y vivificante, que ellos dijeron, "¡por favor, por
favor, enséñanos a nosotros a orar como tú!" La oración debería ser el ejemplo más fácil para nosotros de
comprender (Lucas 11:1–2). Le estamos pidiendo a la gente que hable con un objeto inanimado como si
estuviera delante de ellos. La gente realmente necesita ayuda con esto y mucho más que tan solo un sermón,
una clase o un libro.

¿Por qué estamos asumiendo que por simplemente darles información a las personas (ore, lea la
Biblia, lea las declaraciones doctrinales de la iglesia y sean parte de un grupo pequeño) estas en realidad
sabrán cómo hacerlo por sí mismas sin mayor ayuda? Puedo leer un libro sobre cómo realizar una cirugía
de corazón abierto. Si tú experimentas un paro cardíaco, ¿quisieras que yo te opere?

Estamos tan adaptados a nuestro mundo cartesiano y occidental que nosotros hemos llegado a creer
que saber acerca de algo y saber algo son la misma cosa. Lo que hemos logrado hacer es enseñarle a la
gente acerca de Dios. Enseñarles sobre la oración. Enseñarles sobre la misión. El punto no es que sólo
sepan acerca de sino que conozcan a.

No queremos sólo saber acerca de Dios; queremos conocer a Dios. De la misma manera, nosotros
no queremos solamente recoger hechos al azar y algunos detalles sobre nuestros cónyuges, queremos
conocerlos totalmente. Es por eso que Pablo parece dar este grito gutural: "Quiero conocer a Cristo y
experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte!"1

El discipulado no es un surtido aventurado de hechos, propuestas y comportamientos, el discipulado


es algo que tiene que ver con el corazón de quien usted es y de quien está completamente encarnado en
usted. Si es información, es información que ha labrado su camino dentro de ti y ahora forma parte de ti,
de la misma manera que Juan habla sobre el logos como algo encarnado en la persona de Jesús: "la palabra
se hizo carne". Pasa de ser información a ser conocimiento.

Sin embargo, casi todas las iglesias han construido un proceso de discipulado basado en ese primer
estilo: la enseñanza en el aula. Escuche el sermón. Únase al grupo pequeño. Vaya a la clase de membrecía.
Lea su Biblia (ojala y averigüe cómo hacerlo). Vaya a la clase 201 o 301, y "claro, también tenemos clases
para muchas otras cosas."

Por supuesto nuestras iglesias no están experimentando la misma vida, vitalidad y energía que
leemos en los Evangelios o en los Hechos de los Apóstoles. ¡Nadie tiene idea de cómo hacer las cosas que

1
Fil. 3:10
Jesús enseñó a sus discípulos! Mucha gente sabe que deberían estar haciendo estas cosas. La gran mayoría
de las personas saben que estas cosas son importantes. Es más, la mayoría diría que quisieran saber cómo
hacerlas. Saber que tengo un carburador roto y que por lo tanto necesito uno nuevo ¡no es lo mismo que
saber cómo instalar el nuevo! De la misma manera, hay una gran diferencia entre saber que perdonar es
central al mensaje de Jesús a en la realidad salir y perdonar a tu padre por lo que te hizo a ti cuando eras un
niño. Que sepas algo solamente nunca ha sido el objetivo de Jesús con respecto a tu vida. La verdad de la
Escritura está destinada a producir algo en nosotros, no es algo que solo entendemos como una realidad
abstracta.

No queremos que la gente entienda el perdón, la oración, la misión o la justicia sólo a nivel
intelectual. Queremos gente que pueda perdonar, que pueda oír y responder a Dios, que en realidad le
conozcan. Queremos gente cuyos corazones se rompan de dolor por el mundo y además hagan algo al
respecto. Queremos la clase de gente en nuestras comunidades que se asemeja a la gente que vemos en las
Escrituras.

En serio, mira lo que hizo Jesús.

Llamó a doce hombres para que lo siguieran y fueran así sus mathetes…sus discípulos... los Sus
aprendices. Gente que tendría que aprender a hacer todas las cosas que Él hace y aprender de alguna manera
a llevar su esencia a través de la labor continúa del Espíritu Santo.

Ahora, mucho de nuestro conocimiento sobre las prácticas rabínicas no comienza a concretarse
sino hasta el final del siglo primero, pero parece bastante razonable suponer que muchas de estas cosas
estaban sucediendo cuando Jesús tuvo a sus discípulos, de tal forma que no es extraño pensar que los
discípulos aprendieron a hacer todo lo que hizo su rabino (maestro).

¿Cuántos pasos dio él durante el día de reposo? Ese sería el número de pasos que ellos también
darían.

¿Cuántas horas utilizó para memorizar, reflexionar y meditar sobre las Escrituras cada día? Esa
cantidad de horas serían exactamente las que ellos usarían para interactuar con el texto sagrado.

¿Cómo trataban ellos a sus esposas? Eso les daría la pauta a ellos de cómo tratar a sus esposas.

¿Cómo criaban ellos a sus hijos? Esa sería la forma en que ellos criarían a los suyos.

Puedes darte una idea. Eran muy orientados al detalle y bastante precisos, aun en relación a cuál
debería ser el largo de su cabello, su vestimenta para la oración, y los hábitos alimenticios, de descanso y
hasta de “aseo” personal. En casi todo lo que podríamos imaginar, la vida del rabino se transfería a sus
propias vidas. Obviamente, estos discípulos tenían sus propias personalidades que se dejaban entrever, pero
así es como ocurría en aquel entonces.

Así que cuando Jesús es consultado por sus discípulos en Lucas 11 para que Él les enseñara a orar,
esto no resulta ser un pedido extraño. De hecho, ese fue su comentario, “Señor, enséñanos a orar, así como
Juan enseñó a sus discípulos.” Jesús no les dio otro sermón sobre la oración. Les enseñó a orar tal como lo
hizo.

Esto probablemente ocurrió bastante seguido.

Los discípulos vieron en Jesús una vida que ellos querían para sí mismos (aun y cuando al principio
quizás no lo sabían) y por su comportamiento parecían decir esto: "si hago las cosas que Él hace, puedo
estar bastante seguro de que voy a tener un buen final y mi vida en realidad se parecerá más y más a la
suya."

Obviamente, lo que está sucediendo aquí es el aprendizaje. ¿Quieres aprender a ser plomero?
Encuentra a un plomero maestro y haz lo que él hace. ¿Quieres aprender a ser discípulo? Encuentra a alguien
cuya vida se asemeje a la vida de Jesús y comienza a hacer lo que él o ella hace. Esto es lo que los discípulos
estaban haciendo.

Creemos que Jesús entendía muy bien lo que estaba haciendo y Mateo 11 parece indicarlo: "Vengan
a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y
aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque
mi yugo es suave y mi carga es liviana".

Si conoces algo de la Palestina del siglo primero, sabrás que al menos el 80% de las personas
participaban de la agricultura. La de ellos era una economía agraria, y Jesús utiliza regularmente historias
y metáforas que se extraen precisamente de esta cultura. Este pasaje no es la excepción ya que en el Jesús
hace referencia a un yugo de manera que la gente pudiera fácilmente entender, esta era una experiencia
normativa en su día.

Cuando era tiempo de plantar los cultivos, había que asegurarse de que los campos fueran arados.
Los masivos arados de madera eran bastante pesados y generalmente sólo un equipo de bueyes era capaz
de arrastrar el arado a través del campo, surcando y preparando el suelo para la semilla que habría de ser
plantada. Obviamente, la yunta de bueyes tiraba del arado al mismo tiempo manteniéndose juntos debido a
un yugo que les ataba del frenillo.

Lo que estos agricultores hacían era asociar a un buey joven, muy enérgico, con un buey mucho
mayor, veterano, el cual había surcado los campos durante muchas temporadas. Los agricultores sabían
bien que el buey más joven empujaría bastante duro al principio del día, usando toda su energía y no tendrían
nada de fuerza para la segunda mitad de la jornada. Recuerda, estamos hablando de días de trabajo de once
a doce horas. Sin embargo, al compartir el yugo con un buey más viejo, más experimentado, el buey más
joven se vería obligado a aprender el ritmo y la cadencia del día. Este no podía correr adelante porque estaba
amarrado al buey viejo. Y así, con el tiempo, el buey joven terminaba aprendiendo del buey más viejo cuál
era ritmo más apropiado de tal forma que ahora sí podía durar todo el día siendo capaz de mantener un
ritmo sostenido. Los ritmos de vida pasaron así del uno al otro.

Eventualmente, el buey más joven iba creciendo, teniendo más temporadas y más experiencia hasta
el momento en el que podría ser emparejado con un buey más joven que él y así el ciclo continuaría.

La traducción de Eugene Peterson es realmente impresionante, nos ayuda a ver este cuadro de
forma vivida:

"¿Estás cansado? ¿Agotado? ¿Quemado de la religión? Ven a mí. Escapa conmigo y recuperarás
tu vida. Te voy a mostrar cómo tomar un verdadero descanso. Camina conmigo y trabaja conmigo —
observa como yo lo hago. Aprende los ritmos no forzados de la gracia. No pondré algo pesado o incomodo
sobre de ti. Acompáñame y aprenderás a vivir libremente y ligeramente” Mat: 11:28–30 (El Mensaje)

Cuando ves esta imagen a la cual hace referencia Jesús y luego vez cómo Jesús enseñaba y
modelaba constantemente a sus discípulos cómo vivir, es claro que aquí existió un alto nivel de aprendizaje.

Jesús predica las buenas noticias, sana a los enfermos, limpia a los leprosos y expulsa a los
demonios. En Lucas 9 se envía a los doce a hacer lo mismo. Ellos lo han visto a Él hacerlo desde hace
varios meses. En Lucas 10, entonces, envía a los setenta y dos. Aquí vemos como Jesús los continúa
entrenando. ¡Los discípulos parecen casi asombrados de que todo esto está funcionando! "Sabemos que
Jesús puede hacer esto, pero en serio... ¿nosotros también?" Reportan a Jesús que había un espíritu con el
cual estaban teniendo problemas, simplemente no obedece ni se aleja (Mar. 9:17–29). Casi se puede ver a
Jesús encoger los hombros de forma casual mientras dice: "Oh sí, eso... bueno, uno necesita ayuno y oración
antes de lidiar con eso."

Así es como luce el aprendizaje, así funciona.

Y claro, por supuesto, también hay aprendizaje en el aula. Recuerda, el Sermón del Monte (que es
básicamente la enseñanza 101 de Jesús sobre el tema del Reino de Dios) está dirigido a sus discípulos.

"Cuando vio a las multitudes, subió a la ladera de una montaña y se sentó. Sus discípulos
La enseñanza y se le acercaron, (algunas traducciones dicen en realidad, "aquellos que eran sus aprendices vinieron
a él ") y comenzó a enseñarles." Mateo 5:1
la teología eran

maneras de Jesús enseñaba constantemente a sus discípulos. Siempre ofreciendo ideas penetrantes de
las Escrituras, reflexiones sobre la realidad y el mundo en que vivimos y hablando del carácter de
describir la su Padre. La enseñanza es increíblemente importante. La teología es increíblemente importante.
La doctrina es increíblemente importante.
realidad y Él

mostraba a sus Pero Jesús no fue capaz de compartimentar enseñando teología y doctrina como realidades
etéreas y cognitivas. La enseñanza y la teología eran maneras de describir la realidad y Él mostraba
discípulos cómo a sus discípulos cómo vivir en esa realidad. "¿Qué es la realidad? ¡El Reino de Dios! Y si haces lo
que yo hago, entonces podrás vivir plenamente en esa realidad."
vivir en esa

realidad Entonces, ¿cómo ocurría la inmersión?

Una mejor pregunta sería ¿cuándo no estaba sucediendo? Los discípulos estaban casi siempre con
Jesús. La manera, sin embargo, en que Jesús distribuía su tiempo nos da una idea importante. Jesús tenía lo
que muchos estudiosos llaman un "Retiro Ministerial” el cual era un período de tiempo en el que Él se
dedicaba completamente a los discípulos. Sucedía cuando se retiraba a lugares donde nunca lo seguían las
multitudes, donde los discípulos podrían estar inmersos en su relación y acceso completo a Él. Aquí está lo
interesante: la mayoría piensa que al menos dieciocho meses del ministerio público de Jesús sucedió de esta
forma.

Eso significa que por lo menos pasó la mitad de su tiempo con estos doce hombres. Él creía tan
poderosamente en el discipulado que básicamente quiso poner todos sus esfuerzos en esa cesta. (Cabe
destacar que valió la pena).

A menudo, la inmersión tiene que ver con aprender los matices y sutilezas de algo. Aprendes
grandes porciones de información en la experiencia teórica y aprendes a desarrollar habilidades específicas
en una relación como aprendiz, pero con la inmersión, ves cómo todas estas cosas comienzan a conectarse
unas con otras, aun las cosas más pequeñas.

Hay un ejemplo increíble de inmersión en acción en el Evangelio de Marcos, cuando Jesús entra
en su primera semana de ministerio. Al llegar a Capernaúm, hace cosas que parecen normales para Jesús
pero extraordinarias para todos los demás: enseña con confianza y autoridad como nadie vio antes, sana a
todo el mundo que se lo pida, echa fuera a los espíritus malignos, y sana a la suegra de Pedro. Este es, por
supuesto, un día cualquiera en la vida de Jesús. Al final del día, se ha difundido el rumor por toda Galilea
y la casa está inundada de personas enfermas, maltratadas y quebrantadas de zonas aledañas. Incluso las
Escrituras dicen que “cuando ya se ponía el sol”… “Él sanó a muchos”. No es un mal primer día para su
ministerio, ¿no le parece? Uno podría decir que el avivamiento había estallado en Capernaúm. Entonces
ocurre algo muy interesante.

Antes de que el sol saliera de nuevo, antes de que amanezca, Jesús se levanta temprano y va a un
lugar para estar solo y descansar y para conversar con su Padre. Aparentemente, Pedro y el resto de los
hombres se levantan, no pueden encontrar a Jesús (es muy probable que para este punto mucha gente más
haya llegado al lugar de los suegros de Pedro y estén esperando a Jesús para que ofrezca más enseñanzas y
efectúe más sanidades), por lo que van en su búsqueda. Finalmente lo encuentran y Pedro parece estar muy
entusiasmado con su segundo día (¿qué ira a hacer Jesús este día? - se pregunta) y le dice, "todo el mundo
te está buscando. Probablemente quieras ir a la casa ahora."

Sorprendentemente, la respuesta de Jesús es, "Hmmm…pues, no lo creo. Nos tenemos que ir.
Tenemos otros lugares adonde ministrar".

¿En serio?

Ahora, seamos honestos. Si hubiéramos empezado algo y de repente tenemos miles de gentes que
han llegado quien sabe de dónde (¡en el primer día!), queriendo más y más de nuestro tiempo, si hubiésemos
visto las cosas que sucedieron en Capernaúm el día anterior, es seguro asumir que comenzaríamos una
campaña para construir un edificio. Una transmisión por internet. Un boletín de noticias. Una cuenta de
Twitter y una página de Facebook. Un blog. Una nueva página de Internet.

Y Jesús se fue.

¿Cómo sabía Él que debía irse?

Bueno, temprano por la mañana, antes del amanecer, se levantó y pasó tiempo con su Padre y luego
hace algo contrario a lo que parece ser el razonable curso de acción a seguir. Cuando pensamos en todo
esto, es en verdad algo desconcertante que Él actúe de esta forma. Lo que vemos en Jesús aquí es que el
éxito no está en las miles de personas y en una iglesia que siempre está en incesante expansión. El éxito
está en obedecer lo que pide el Padre. A veces tendremos grandes iglesias, edificios y popularidad. Muchas
otras veces no será así. La clave es la obediencia. Nosotros no decidimos qué es lo que el Padre quiere
hacer.

Es claro que Jesús vio a Capernaúm distinto a como la hubiésemos visto nosotros.

Notemos que no tenemos ninguna indicación de que Jesús recibió las instrucciones de su Padre;
realmente sólo podemos deducirlo. Nuestra conjetura es que como los discípulos estaban participando de
una experiencia de inmersión con Jesús, ellos percibieron lo que allí sucedía. Fue un evento probablemente
pequeño en ese momento, muy sutil, pero suponemos que se dieron perfecta cuenta de lo que allí sucedía.
Este suceso afirmó en sus mentes y en sus espíritus lo que significaba vivir en el Reino de Dios.

Pedro, en Hechos 10, descansando y orando arriba de una azotea, recibe instrucciones muy
específicas de llevar las Buenas Noticias de Jesús y su Reino a los Gentiles: a un hombre llamado Cornelio.
Puesto que Pedro era judío ortodoxo, esto tuvo que ir en contra de todos los fundamentos y la fibra cultural
de su ser. Y sin embargo... se fue.

Pablo, en Hechos 16, está varado en su viaje a los Gentiles. Lucas nos dice:
“Atravesaron la región de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo les había
impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia. Cuando llegaron cerca
de Misia, intentaron pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se los
permitió. Entonces, pasando de largo por Misia, bajaron a Troas. Durante la noche
Pablo tuvo una visión en la que un hombre de Macedonia, puesto de pie, le rogaba:
«Pasa a Macedonia y ayúdanos.» El sueño le dio a Pablo su mapa. Hechos 16:6-10
(El Mensaje.)

Ambas instancias parecen muy similares a lo que ellos vivieron con Jesús. Parecía haber un
evidente curso de acción. Pedro tenía un plan para llegar a los judíos y Pablo tenía un plan cuidadosamente
construido para su viaje. Sin embargo, como Pedro había aprendido de Jesús y Pablo de los primeros
discípulos a escuchar y obedecer la voz del Padre, y como habían aprendido que el Reino de Dios funciona
de forma diferente a lo que estamos acostumbrados, pudieron responder apropiadamente.

Eligieron la obediencia por encima de aquello que parecía la ruta más lógica.

Ahora bien, no hemos leído un pasaje de las Escrituras donde Jesús articula esta lección
exactamente como lo estamos viendo aquí, aunque obviamente hay muchos pasajes que lo apoyarían. Pero
parece que, viendo la vida de Jesús y viendo la vida de otros discípulos (no olvidemos que Pablo pasó
mucho tiempo viviendo con discípulos antes de comenzar su propio ministerio), al sumergirse en la cultura,
el idioma y los ritmos de estos hombres y mujeres, las vidas de los discípulos parecían reflejar la vida y el
ministerio de Jesús en formas que trascendían la mera coincidencia.

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