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Nicolas Jaramillo

Ataraxia y Kleos

En el mundo griego

Bogotá
30 de marzo de 2012
Introducción.
Encendía de día un candil y decía:
“Voy buscando un hombre”.
Diógenes1

El mundo griego se caracteriza por ser singular, en el más pleno sentido de la


palabra; es una sociedad donde se puede observar el más jubiloso impulso a la
desmesura y el exceso, y, al mismo tiempo, una sociedad donde el término medio,
y la vida ascética son también reverenciados como signos máximos de virtud
(Areté). Siendo, en sus orígenes una sociedad guerrera, es también una sociedad
que comprende el ser del hombre, de manera similar a las sociedades
sacerdotales.2

De la singularidad de los griegos debemos ocuparnos, puesto que, el camino


singular que nos legaron, “La salvaguarda de lo más asombroso –el ente en el
ser– se produjo gracias a que unos pocos tomaron el camino que conduce hacia lo
más asombroso, es decir, lo σοφόν”3 nos abre, constantemente, un camino sobre
el cual, mal que bien, hemos caminado durante tres mil años. Este camino se nos
presenta como una serie de valores que moldean nuestra cultura y que explican
gran parte de lo que somos. Todo este proceso, este devenir que comenzó en los
griegos, se refleja y retroalimenta entre la sociedad y el individuo. El hombre es
como una materia infinitamente maleable, puesto que, en realidad gran parte de
su ser se conforma en contacto con otros seres humanos. De ahí que los llamados
“determinismos” de cualquier tipo, que, se supone, alienan la libertad, sean en
realidad la posibilidad de libertad puesto que ningún sujeto es simplemente pasivo
a lo que recibe, acaso cada individuo en sus primeras etapas sea más receptivo,
pero, con el devenir de su historia personal, se amplia el margen de libertad que el
sujeto posee, puesto que las posibilidades que se le ofrecen, en la medida en que
interioriza distintas realidades, le permiten actuar con más cartas en la mano. A
medida que el individuo va decidiendo se va auto-construyendo y va conformando
parte de la realidad más amplia, histórica, social, cultural, económica, política, etc.
La tradición, que los griegos nos legaron es, en este sentido el panorama último
de nuestro hacer, e inmortaliza cada ser humano con su devenir personal.

La búsqueda que comenzó en Grecia, se centraba en lograr la excelencia (Areté)


personal para el aprovechamiento social, de tal manera que los mejores (Aristos)
gobernasen y guiasen al pueblo, menos preparado para este fin. Sin embargo,
esta consigna cultural, este equilibrio interesante, entre individuo y sociedad, entre
conocimiento y auto-construcción, es lo más significativo de los pueblos helénicos.
De esta singularidad, su explicación y su desarrollo, trata este ensayo. Para
1
Diógenes Laercio, “Vidas, Opiniones y Sentencias de los filósofos más ilustres”, libro IV.
2
Esta distinción parte de la premisa según la cual, la casta dominante en cierto tipo de sociedad, tiende a darle
a la sociedad en conjunto una tendencia a ser similar a la casta en cuestión. Así, encontramos sociedades
como las tribus germánicas, en las cuales la guerra era la actividad por antonomasia en la sociedad; o
sociedades como la egipcia, donde la adoración de los dioses y el conocimiento de estos y sus designios,
supeditaba a un segundo plano toda otra actividad.
3
Martin Heidegger, “¿Qué es la filosofía?”, (Barcelona: Herder Editorial, 2006) pp. 44-45.
comenzar a comprender como se desarrollo la cultura griega, nos adentraremos
en una comprensión del mundo griego, comenzando por aquello que los unía en
un principio, la creencia común en unos dioses y ritos comunes a todos los
griegos, en todas las polis de la Hélade. Comenzare por develar nociones propias
de los mitos, las cuales moldearon la conciencia de los griegos y generaron con el
devenir de los tiempos, conceptualizaciones que solo fueron posibles, por el
arraigo de estos conceptos profundos, en la conciencia de los pueblos helénicos.

Continuare el desarrollo del presente ensayo, explicado la manera en que la


concepción del hombre, el destino y el bien, conformaron y se desarrollaron de tal
manera que la relación del hombre con el conocimiento fue ineludible y necesaria
para su desarrollo personal, esto llevo a una tendencia cada vez mayor, a educar
a los hombres en saberes y ciencias, y en intentar que estos pensasen de manera
independiente y se cuestionaran el mundo discutiendo junto a otros hombres.
Presentare, en definitiva, una transición entre un mundo griego, que llevaba siglos
buscando su identidad entre ser una sociedad guerrera, y una sociedad sacerdotal
y el significado que este desarrollo tiene para nosotros, como búsqueda de lo
humano que nos fue transmitida por los griegos.4

4
Friedrich Nietzsche, “La Genealogía de la Moral”, (Madrid: Alianza Editorial, 2005) tratado primero.
Capitulo I
La Mitología y la Conciencia
Sin embargo, la caída del imperio, caballeros,
Es algo monumental y no puede combatirse fácilmente.
Está dictada por una burocracia en aumento, una recesión de la iniciativa,
Una congelación de las castas, un estancamiento de la curiosidad… y muchos
factores más.
Asimov5

“Not even the immortal Gods”,


Said some German Nations to Cesar
“Are a match for the Suevi”
David Hume6

El que el origen mitológico del mundo griego no supusiera realmente una creación
de orden divino, sino una organización de fuerzas las cuales, en el paso del caos
al cosmos, conformaron todo un sistema conceptual donde la eternidad y la
infinitud, eran, al mismo tiempo, necesarias e imperfectas. De la misma manera, el
universo7 y la cosmología8 griegos no tienen, ni principio, ni fin; una vez un hombre
moría, su espíritu y su renombre (Kleos), permanecían eternamente. No existe,
por lo menos en la tradición que nos fue legada, una concepción griega de un “fin
del mundo” o de un devenir ulterior que responda a la negación, que el mundo
griego expone, en su firme creencia de que lo infinito, lo eterno y lo inmortal, son
negaciones del ser en algún sentido, pues, en el mejor de los casos, no pueden
existir, sino en un plano arquetípico ideal 9 que esta unido de manera misteriosa
con la realidad material.

Así, los dioses griegos, son dioses con y sin forma, al mismo tiempo; pueden
cambiar de forma, porque no tienen una forma definida sino como fuerzas y
nociones de la naturaleza, tanto humana como física. La pregunta por el
significado real del poder y formas divinos, esta delimitada por la noción de
realidad y perdurabilidad de los poderes sempiternos. Los dioses en la cultura
griega, son dioses cambiantes, y el cambio es esencial para su existencia, sin
embargo, son dioses que beben y comen, néctar y ambrosia, para asegurar su
permanencia. Sin embargo, no pueden morir ni pueden ser aniquilados realmente
por otra fuerza, de tal manera que, al presentarse una afrenta, el perdedor es
enviado al tártaro, como castigo por su sublevación. Los dioses son infinitamente
poderosos, capaces de hacer cosas realmente imposibles, pero, perduran aun
cuando el néctar y la ambrosia no sustentan sus existencias. 10

5
Isaac Asimov, “Fundación”, (Bogotá: Círculo de Lectores, 1989), pp. 34-35.
6
David Hume, “The Natural History of religion”, Seccion IV.
7
Wolfhart Henckmann, “Teoría de la Cosmovisión natural en Scheler”, Revista Δαι´μων n° 32, pp. 79-94.
8
Mircea Eliade, “El Mito del Eterno Retorno”, (Buenos Aires: Emecé, 2001), pp. 15-17.
9
Mircea Eliade, “El Mito del Eterno Retorno”, (Buenos Aires: Emecé, 2001), pp. 7-15.
10
Publio Ovidio, “Las Metamorfosis”, (Barcelona: Editorial Bruguera, 1983).
Tales dioses, con tan singular relación entre el eterno subsistir de los dioses, los
hombres y los titanes, aunque sea una existencia a medias, del Daimon como
reminiscencia o como Neuma en el Hades, eternamente debilitada por la muerte,
no es la misma relación de los dioses Nórdicos, con hombres y Jötuns, donde la
muerte del primer Gigante de la escarcha (hrímþursar) es el pasto sobre el cual se
conforma el mundo como lo conocemos. 11 En el mundo griego, los titanes, al ser
derrocados, no son destruidos y muertos, sino que son deformados, heridos y
desterrados al tártaro para siempre, pero, su existencia, no es eliminada ni
anulada en sentido alguno; los Nórdicos, al imaginar la conformación del universo,
conjeturaron que Odín, Vili y Vé mataron al gigante Ymir y, con las parte de su
cuerpo, conformaron el mundo. De igual manera, el Ragnarök, el ocaso de los
dioses nórdicos, acabara el universo de manera total; 12 pero, en la concepción
griega, un final nunca es descrito.

Por tal razón, entre los griegos se da un afán de dos órdenes, y, ese afán, es
comprensible para cualquiera que elija cualquiera de los dos. Por una parte, un
afán cierto de conocimiento, siempre esta presente en el devenir griego, un deseo
de conocimiento casi morboso por el futuro les impelía a preguntar a la Pitonisa,
en el oráculo de Delfos, por sus destinos singulares y colectivos. Pero es
interesante que, la Pitonisa, al transmitir el sagrado mensaje de Apolo, nunca deja
de responder Dionisiacamente con acertijos y aforismos. El otro camino, un
camino que, como en Aquiles no deja de tener presente ese conocimiento; es la
búsqueda de gloria. Los dos caminos, aparentemente tan similares en algunos
aspectos, y tan distantes en otros, son, en realidad, dos caras de una misma
moneda. La búsqueda de conocimiento, por conocimiento, que, en el caso griego,
es siempre una pregunta por el futuro o el destino individual; tiende a ser, de
alguna manera, una concepción del destino personal como un destino social, un
ocupar un lugar dentro de un sistema social. El deseo de gloria es, de manera
sutil, un poco más individual, pero no prescinde propiamente del factor social, por
que busca inmortalidad, no como sombra en un inframundo, sino como recuerdo
glorioso y reconocimiento de su Ethos personal en otros hombres.

Por ultimo, la mitología griega se basa, casi exclusivamente, en imágenes


fascinantes, donde el Thaumasein (asombro) griego se hace patente en cada
escena. Esta fascinación, es una fascinación por el mundo y el hombre como un
actor esencial en ese escenario. Pero que la fascinación y entendimiento del
hombre como un actor del mundo sean centrales en la concepción griega del
universo, no significa que no se les oponga en muchos niveles, donde los dioses
suelen estar en el centro13 de toda correspondencia entre estos, siendo benignos
en ocasiones, y malvados en otras.

11
Mircea Eliade, “El Mito del Eterno Retorno”, (Buenos Aires: Emecé, 2001), pp. 7-12.
12
Véase: la Edda en Prosa de Snorri Sturluson.
13
Thomas Carlyle, “Los Héroes”, (Barcelona: Ediciones Orbis, 1985.), pp. 31-75.
Capitulo II
La Lámpara de Diógenes en Delfos
El Hombre es la medida de todas las cosas.
Protágoras14

58 La guerra es el padre de todas las cosas, y también el rey;


Y a unos los muestra como dioses, a otros como hombres; a unos hizo esclavos,
A otros libres.
Heráclito15

La concepción de hombre en Grecia, determinaba, desde la época de Homero 16,


que el individuo, a pesar del destino singular que se imponía a todas sus acciones,
podía ser moldeado y podía auto-moldearse por medio de sus decisiones. La
decisión de Aquiles, de embarcarse a Troya y ganar gloria eterna entre los
hombres y su furia, tema de la “Ilíada”, solo pueden ser comprendidas, en la
medida en que observemos en esto una concepción del ser humano, como un ser
libre.

La educación, también desde Aquiles, educación que le fue impartida por el


centauro Quirón, es una manera de moldear al individuo, de, indistintamente de su
destino, darle herramientas para ser aquello que quiera y deba ser, puesto que,
desde la mentalidad griega, ser implica, necesariamente, una búsqueda de la
perfección. La educación griega, se orientaba principalmente a los individuos de
clase Aristocrática, y, solo después, se expandió a otras capaz de la sociedad; por
ser una búsqueda de excelencia en cuanto a la sociedad.

Para que los individuos pudiesen alcanzar la excelencia, y, con ello, hacer una
labor en la sociedad, era necesario que los individuos que ostentasen poder,
tuviesen unos conocimientos. Esta realidad, común a todas las civilizaciones, se
hace más patente en los griegos, los cuales no se preocupan solamente de
enseñarle a administrar el poder a los Aristócratas, puesto que, al impartirles la
educación, le enseñan a relacionarse con otros hombres, como iguales. Al debatir
y luchar hombro a hombro, uniendo los escudos, los griegos nos demuestran su
carácter igualitario, sin embargo, no dejan de ser hombres que respetan el
conocimiento y la praxis de artes dirigentes, que no pueden ser aprendidas en un
solo día, necesitan leyes y dirigentes aptos 17 que los guíen a una organización y
convivencia justas.

La paideia Griega se caracterizaba, por un desarrollo del individuo en los dos


ámbitos que más importaban en el mundo Helénico, a saber, la proporción en la
belleza, o el desarrollo físico, y la proporción en la virtud, representada en la diosa
Aidos,18 este desarrollo pleno del individuo, buscando potenciarle en todas las
14
Diógenes Laercio, “Vidas, Opiniones y Sentencias de los filósofos más ilustres”, libro IX.
15
Hipólito (ref. IX 9,4 [DK 22 B 53]).
16
Homero, “Ilíada”, (Bogotá: Panamericana Editorial, 1999)
17
Aristóteles, “Política”
18
Hesíodo, “Los Trabajos y los días”
dimensiones de su ser, convirtieron a la clase aristocrático-dirigente griega, en
hombres que se cuestionaban la realidad de las cosas y la verdad del mundo 19
desde sus perspectivas singulares. El conocimiento del futuro y la verdad de los
dioses, comenzó a ser objeto de debate. La nueva posición del individuo 20 dentro
de la sociedad griega, le da un nuevo sentido a la sociedad humana, un sentido
nunca antes allanado, un camino donde el individuo es centro y periferia de la
sociedad. En esta nueva senda, el individuo es individuo por sus propios méritos,
pero le debe su individualidad, sus ideas y preguntas, a la Polis. Solo en una
sociedad así, podía desarrollarse la filosofía, el preguntarse por el ser de las
cosas.

El desenvolvimiento de este desarrollo, término dando paso al desarrollo de la


filosofía, un síntoma de la decadencia de los valores situados antes de esta
realidad. La filosofía, el preguntarse ultimo por el ser de las cosas, es un camino
singularmente griego, producto, a la vez, de la singularidad de su pensamiento
originario en la forma de una mitología fragmentada, tal desarrollo de la conciencia
es una búsqueda del hombre, de lo antropológico. Tal búsqueda nos habla de la
soledad griega, de la tensión por definirse como un pueblo singular, pero
buscando la verdad que le permitiera asirse para no desmoronarse como cultura al
caminar.

19
Conrad Vilanou, “De la Paideia a la Bildung.” Revista portuguesa de educación vol. 14 2001.
20
Werner Jäger, “Paideia: los ideales de la cultura griega”, (México: Fondo de cultura Económica, 2001) pp.
20-28.
Bibliografía

Laercio, Diógenes. Vidas, Opiniones y Sentencias de los Filósofos más ilustres.


PDF

Heidegger, Martin. ¿Qué es la Filosofía? . Barcelona: Herder Editorial. 2006.

Asimov, Isaac. Fundación. Bogotá: Círculo de Lectores. 1989.

Nietzsche, Friedrich. La Genealogía de la Moral. Madrid: Alianza Editorial. 2005.

Hume, David. The Natural History of religión. PDF

Eliade, Mircea. El Mito del Eterno Retorno. Buenos Aires: Emecé. 2001.

Publio Ovidio. Las Metamorfosis. Barcelona: Editorial Bruguera. 1983.

Carlyle, Thomas. Los Héroes. Barcelona: Ediciones Orbis, 1985

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