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“ELLOS CIERTAMENTE LOS

APACENTARÁN”
9, 10. ¿Por qué hay que ser un buen maestro para ser un buen pastor (anciano de congregación)?

De acuerdo con Jeremías 3:15, los pastores cristianos tienen que ‘apacentar a las

ovejas con conocimiento y perspicacia’; en otras palabras, tienen que saber


enseñar (1 Tim. 3:2; 5:17). Jehová prometió a su pueblo que eso, precisamente,
es lo que harían los buenos pastores, e instó a los judíos a aceptar las
amonestaciones de su profeta Jeremías (léase Jeremías 6:8). Las ovejas deben
alimentarse bien para estar sanas. De modo similar, para gozar de salud espiritual,
el pueblo de Dios necesita nutrirse de las Escrituras y seguir su guía.

En lo que respecta a su papel de maestros, los ancianos tienen un doble


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deber: tanto ayudar a los que ya son cristianos verdaderos como ayudar a
los que todavía no lo son. En cuanto al segundo deber, recordemos que una de
las principales razones por las que existe la congregación cristiana es la
predicación de las buenas nuevas del Reino de Dios. Por eso, los ancianos deben
ser evangelizadores celosos (Jer. 1:7-10). Así cumplirán con su responsabilidad
ante Dios por un lado, y por otro, les darán el ejemplo a los hermanos. Ancianos,
¿no han notado que predicar a menudo con diferentes hermanos y hermanas
les permite ayudarlos a refinar sus métodos de enseñanza, al tiempo que
refinan los suyos propios? Además, cuando ustedes se ponen a la cabeza de
la predicación, imparten a los hermanos el ánimo que necesitan, lo que
contribuye al progreso de toda la congregación.

11, 12. ¿A qué debe prestar atención el anciano que quiera ser un buen pastor?

La enseñanza de los ancianos debe fundarse en la Biblia para que sea


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alimento espiritual sano. Por tal motivo, el anciano que desee ser un maestro
eficaz ha de ser un estudiante aplicado de la Palabra de Dios. Este hecho
contrasta con la razón por la cual Jeremías tachó de ineficaces a los dirigentes de
su pueblo: “Los pastores se han portado irrazonablemente, y no han buscado
siquiera a Jehová. Por eso no han obrado con perspicacia, y todos sus animales
apacentados han sido esparcidos” (Jer. 10:21). Quienes se suponía que fueran
maestros no seguían los principios de las Escrituras ni buscaban a Dios; por
eso, era imposible que obraran con verdadera sabiduría. Jeremías denunció
en términos todavía más severos a los supuestos profetas (léase Jeremías
14:14, 15).

En contraposición con aquellos falsos pastores, los superintendentes


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cristianos estudian y copian el ejemplo de Jesús. Solo así pueden ser


pastores sabios. Tal vez sea difícil apartar tiempo para estudiar con regularidad
debido a las múltiples obligaciones que absorben su tiempo y atención. Pero si
usted es anciano, pregúntese: “¿Estoy totalmente convencido de que mi
enseñanza será beneficiosa y veraz y reflejará conocimiento y perspicacia
únicamente si se basa en la Palabra de Dios y la guía del esclavo fiel y
discreto?”. Si reconoce que ya no estudia tanto como antes, ¿qué piensa
hacer para seguir distinguiéndose de los falsos pastores del tiempo de
Jeremías?
13. ¿Qué hizo que Jeremías fuera tan buen maestro, y qué pueden aprender de él los pastores
cristianos?

Un elemento que contribuyó a que Jeremías fuera un excelente maestro fue


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el uso de ejemplos. Claro, en su caso, el instructor fue Jehová. De haber


estado nosotros allí, ¡qué difícil hubiera sido olvidar la vez que Jeremías
rompió en pedazos una vasija de barro diciendo que así haría pedazos
Jehová a Jerusalén y sus habitantes! (Jer. 19:1, 10, 11.) En otra ocasión, él hizo
un yugo y se lo puso al cuello para indicar que su pueblo sufriría la cruel opresión
de Babilonia (Jeremías, capítulos 27 y 28). Dios no manda hoy a los ancianos
que acompañen su enseñanza con ilustraciones tan gráficas; sin embargo,
¿no es cierto que agradecemos cuando entretejen su enseñanza con
ejemplos y experiencias adecuadas? Los ejemplos e imágenes bien
pensados y oportunos son tanto impactantes como motivadores.

14. a) ¿Por qué aludió Jeremías al “bálsamo en Galaad”? b) ¿De qué manera promueven los
ancianos la salud espiritual de sus hermanos?

¡Cuánto valoramos la enseñanza de los pastores cristianos! Consciente de que


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su pueblo necesitaba sanación espiritual, Jeremías preguntó: “¿No hay bálsamo


en Galaad? ¿O no hay sanador allí?” (Jer. 8:22). Por supuesto que había
bálsamo literal en Galaad, región israelita situada al oriente del Jordán. Este
aceite aromático de origen vegetal era conocido por sus virtudes medicinales y
solía aplicarse como remedio en las llagas o heridas. Lo que no había era
curación espiritual. ¿Por qué? Jeremías observó: “Los profetas mismos realmente
profetizan en falsedad; y en cuanto a los sacerdotes, van sojuzgando conforme a
sus poderes. Y mi propio pueblo así lo ha amado” (Jer. 5:31). ¿Cuál es la situación
actual? ¿Hay “bálsamo en Galaad”? ¡Claro que sí! Lo hallamos en nuestras
congregaciones. Podemos comparar el bálsamo vivificador al consuelo que nos
brindan los pastores cristianos cuando amorosamente nos señalan principios
bíblicos, nos animan y oran por nosotros y con nosotros (Sant. 5:14, 15).

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