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Dialnet DiegoAlvarezChanca 3064451
Dialnet DiegoAlvarezChanca 3064451
CHANCA, PRIMER
ESPÍA EN AMÉRICA
Adelaida Sagarra Gamazo.
Universidad de Burgos
RESUMEN
La historiografía tradicional ha considerado la Carta del doctor Diego Álvarez Chanca,
médico que viajó con Colón en 1493 como dirigida al Cabildo o Ayuntamiento de
Sevilla. En este artículo se demuestra que su verdadero destinatario fue Juan Rodríguez
de Fonseca, Deán del Cabildo de la Catedral de Sevilla y organizador del segundo viaje,
quien envió como espía en la armada a Chanca con una serie de objetivos que se deta-
llan a lo largo del trabajo.
ABSTRACT
Traditional historiography considered the letter from Dr. Diego Alvarez Chanca, a phy-
sician who traveled with Columbus in 1493 and addressed to City Hall or Seville. This
article demonstrates that his real target was Juan Rodriguez de Fonseca, Dean Hall of
the Cathedral of Seville and organizer of the second trip, who sent as a spy in the
Chanca armed with a series of targets set out along the work.
ranía.
discreta, que ha pasado desapercibida, o por lo El doctor Chanca es una figura difícil de
menos que ha sido restringida –en los análisis– conocer, ya que no es mucho lo que sobre él
a su condición de fuente: el doctor Diego Álva- hay escrito. Aurelio Tió en lo que él llama su
20
rez Chanca. Como es sabido, el médico real «Estudio Biográfico»3 menciona un «folleto»
escribió la conocida y mal llamada Carta al –así lo califica– del Dr. Joaquín Olmedilla y
Cabildo de Sevilla2 relatando con bastante Puig que se publicó en Madrid con motivo del
•
Española hasta el regreso de Antonio Torres, poca información. La Dra. León Guerrero en su
que trajo a Sevilla la Carta de Álvarez. tesis doctoral proporciona el título de este
pequeño estudio, Breves consideraciones his-
En este trabajo pretendo analizar la Carta tóricas acerca del médico español de los siglos
de Chanca para profundizar en dos cuestiones: XV y XVI doctor Álvarez Chanca, acompañan-
en primer lugar, su función en la armada como te y médico de Colón en su segundo viaje a
agente de Fonseca; en segundo, comprobar en América, y nos dice que se publicó en Madrid,
qué hay que apartarse de las interpretaciones en 18924. Tió completó sus conocimientos
tradicionales del documento, una vez que es sobre Chanca en su propia carta, los cronistas,
seguro que Diego Álvarez no escribió al y unos documentos del Archivo General de
Ayuntamiento de Sevilla, sino a Juan Simancas, del Archivo General de Indias y del
Rodríguez, miembro del Cabildo Catedralicio Archivo de Protocolos de Sevilla. Su análisis,
y organizador de la segunda singladura a que yo no definiría como un estudio biográfico
Indias. Para ello, he utilizado como metodolo- sino epistolar –ya que se centra en la carta y
1 SAGARRA GAMAZO, Adelaida (1997). La otra versión de la historia indiana: Colón y Fonseca. Salamanca, Servicio de
GUERRERO, María Montserrat (2006). Cristóbal Colón y el viaje de confirmación. Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid.
especialmente en lo relacionado con Puerto Didaco Alvari Chanca, doctore atque medico
Rico– es la principal síntesis disponible sobre Regis Reginaquae– sabemos que además de
el médico Álvarez Chanca. Marcelino ejercer como médico o físico había obtenido el
Menéndez Pelayo lo menciona brevemente en grado de Doctor en Medicina, cabe suponer
su Historia de los heterodoxos españoles5 que en la propia Universidad de Sevilla. Como
como autor de dos libros, Libro del ojo y un hombre de curiosidad universal, se movía a
tratado de alquimia. gusto en el ambiente intelectual hispalense y
estaba muy bien relacionado. En Sevilla existía
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A. Diego Álvarez Chanca, un cenáculo refinado en torno al Duque de
un sevillano heterodoxo Arcos; pues bien, «entre sus contertulios se
daban cita personajes muy conocidos suyos,
Que Diego Álvarez era sevillano lo sabe- como Andrés Bernáldez, el cura de Los
mos por la transcripción de la propia Carta, ya Palacios (lo fue entre 1488 y 1513), el doctor
que fray Antonio de Aspa, monje Jerónimo de Diego Álvarez Chanca y más tarde el
Á l v a r e z
la Mejorada , su transcriptor, cuando a media- Arzobispo fray Diego de Deza»8. Este más
dos del XVI realizó su colección de papeles de tarde es significativo, ya que Deza ocupó la
Indias dejó escrito como «hasta aquí el treslado sede Sevillana en 1504; es decir, los diálogos y
de lo que conviene a nuevas de aquellas partes diatribas entre Arcos, Chanca y Bernáldez eran
e Indias. Lo demás que venía en la carta no anteriores, si bien no puedo dar una fecha con-
hace al caso porque son cosas particulares que creta respecto a hasta cuando pudieran remon-
el dicho doctor Chanca, como natural de tarse. Aproximadamente en 1510 el médico
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Sevilla, suplicaba y encomendaba a los del seguía relacionándose con la familia Arcos,
Cabildo de Sevilla que tocaba a su hacienda y como demuestra el hecho de que la duquesa
a los suyos, que en la dicha cibdad había deja- vieja le hiciera merced «de limosna de cien
do»6. Este segundo dato nos será de utilidad fanegas de trigo» agradeciendo un servicio
ahora y después: si Chanca dejaba importantes profesional al convento de Santa Clara de
asuntos pendientes en la ciudad del Carmona, donde ella se había retirado9.
Guadalquivir, es porque había alguna razón
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poderosa para ello... Vivió siempre en la cola- Respecto a la edad de Álvarez Chanca,
ción, o sea el territorio que corresponde a una Aurelio Tió aventura una hipótesis errónea ya
jurisdicción parroquiana, de San Andrés; que afirma –basándose en que fue como escri-
Consuelo Varela habla de él como «médico de bano en el segundo viaje- que según Las
la Pellejería»7. Quienes eran «los suyos» en Partidas, para ser escribano había que tener al
1493 es algo que desconocemos. Como hasta menos veinticinco años y haber ejercido cinco
e s p í a
1501 –año en que se casó con Juana Fernández, como pendolista por lo que supone a Chanca
quien aportaba dos hijos al matrimonio, Inés y unos veinticinco o treinta años para 1493. Pero
Alonso Guillén– no hay constancia documen- como esa –ser escribano– no fue su función en
tal de matrimonio, probablemente se refiriera la armada castellana del 93, no disponemos de
con esa expresión «los suyos» a sus progenito- indicios para calcular sus años; sin embargo,
res y/o hermanos. Una vez viudo, en 1507, no creo que Los Reyes confiaran sus personas
e n
volvió a casarse con Ana Zurita. Sus sobrinos y las de sus hijos –la misma doña Juana–... a un
Álvaro y Beatriz Chanca, hijos de su hermana médico inexperto por lo que me inclino a creer
Leonor habitaban en su misma casa, así como que Chanca tendría en su haber años de expe- A m é r i c a
sus dos criados, el negro Juan Zafra y el loro riencia profesional; sería por tanto un hombre
–mulato o moreno– Florentín. más bien cercano a la madurez.
Por él mismo –al titular una de sus obras Otras noticias de Diego Álvarez que he
Tractatus de fascinatione editus a magistro tomado de Aurelio Tió son posteriores a su
5 MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino (1947). Historia de los heterodoxos españoles. Edición de Enrique Sánchez Reyes. Madrid, CSIC.
Tomo I, p. 196.
7 VARELA, Consuelo. (1992) Cristóbal Colón. Retrato de un hombre. Madrid, Alianza Editorial, p. 169.
8 VARELA (1992), p. 119.
9 GIL, Juan-VARELA, Consuelo. Cartas de particulares a Colón y relaciones coetáneas. Alianza Universidad. Madrid, 1984, p. 154.
regreso de su primer viaje a América. Así, le la casa con todos los muebles; atónitos marido
vemos instituyendo una compañía comercial y mujer, casi desnudos y medio quemados,
con el boticario de Sevilla Juan Bernal y su apenas escaparon»10. Como el humanista ita-
criado Juan de Zafra para enviar 150 cajas de liano cuenta el suceso entre los «casos y cosas
dulce de membrillo a La Española; las cajas se del Darién» cabe suponer que el matrimonio
cargaron en las naves del maestre Cristóbal Chanca regresó a Indias en la expedición de
Vallés y de Juan de Jerez, rumbo a Santo Pedrarias Dávila. De hecho, el médico José
Domingo; y Zafra debió viajar con ellas ya que Félix Patiño, en su discurso de ingreso en la
se conserva el poder que Chanca otorgó para Academia de Medicina de Colombia aseguró
que recogiera y vendiera esas mercaderías. que Chanca había ejercido esporádicamente en
Corría septiembre de 1509. El propio Chanca y el Hospital de Santa María la Antigua del
el farmacéutico Bernal dieron poder a Diego Darién, si bien no mencionó sus fuentes.
Fernández, corredor de lonja y Leonor Mexía, Respecto a la autoridad del prelado ¿qué otro
mujer de Gonzalo de Ocampo, que residía en sino Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de
Santo Domingo, para que cobrara a Cristóbal Burgos, delegado real para los asuntos ameri-
Sánchez, vecino de Triana, maestre de la nao canos y organizador de la expedición de Arias
Santa María de los Remedios y a Ordoño de Ávila pudo enviar otra vez, como en 1493,
Ordóñez, boticario de la ciudad del Ozama, el al doctor a América? Las últimas noticias
G a m a z o
importe de drogas y medicinas que enviaban indianas de Diego Álvarez se remontan a 1515,
en la citada nave; también tuvo tratos como año en que envió nuevamente mercaderías
distribuidor de medicamentos con Fernando allende el océano11.
Becerra, físico en Indias, y Luis de Córdoba,
mercader; así como con otros personajes para B. Diego Álvarez Chanca, escritor singular
•
y Jerónimo Castellón, boticarios ambos, y con Álvarez Chanca, sólo la Carta a Fonseca de
el doctor Escobar. Todos ellos le debían unos 1493 se aparta de su trayectoria profesional
buenos dineros, a contar en miles de marave- como médico, científico y alquimista.
22
díes que ignoro si llegó a poder cobrar. Ya se Efectivamente Menéndez Pelayo, hablando
ve que Diego Álvarez Chanca era hombre sobre el Libro de la fascinación de don
diestro en el arte de aprovechar las oportuni- Enrique de Villena, menciona que «hay otro,
•
dades, y la distribución comercial de los reme- rarísimo (...) que en la portada dice Libro del
dios, hierbas y otras pócimas de botica debía Ojo y en la primera página dice Tractatus de
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resultar muy beneficiosa, a juzgar por la dote Fascinatione...»12. El eminente estudioso que
de 20.000 maravedís que otorgó a su sobrina conoce el libro –«el único ejemplar que he
cuando ésta quiso entrar en las Clarisas de visto pertenece a la selecta biblioteca de mi
Moguer. amigo el marqués de Pidal...»13– dice de él
que es «absurdo»14 y que «merece la pena
Aurelio Tió , así como Gil y Varela hablan reimprimirse»15, como de hecho se ha realiza-
de una segunda aventura americana , vincula- do, puesto que hay una reedición madrileña
do a Pedrarias Dávila, tomando como funda- relativamente reciente16. ¿Cómo buscar salida
mento un texto de Pedro Mártir de Anglería, a esta paradoja? Parece sencillo; para el hom-
que conoció al doctor Álvarez, y escribió que bre de ciencia varios siglos después los
«a cierto médico eximio de Sevilla, a quien la supuestos médicos del sevillano, situados en
autoridad de prelado y juntamente la codicia la a veces permeable frontera entre la ciencia
del oro le indujeron a dejar la vida tranquila de y la superstición podían rozar lo fantástico o
su patria, cuando estaba durmiendo con su lo surrealista, y quizá, por eso mismo fasci-
mujer, le buscó la fuerza del rayo y se le quemó nante, digno de ser recuperado y divulgado.
10 TIÓ (1966), p. 21. Cfr. Década III, libro IV, capítulo IV de Pedro MÁRTIR DE ANGLERÍA.
11 GIL-VARELA (1984), p. 155. Cfr. Archivo de Protocolos de Sevilla. Oficio IV Libro II folio 676 vto.
12 MENÉNDEZ PELAYO (1947), pp. 458-59.
13 MENÉNDEZ PELAYO (1947), pp. 458-59.
14 MENÉNDEZ PELAYO (1947), p. 459.
15 MENÉNDEZ PELAYO (1947), pp. 459.
16 ÁLVAREZ CHANCA, Diego (1990). Libro del Ojo. Madrid, Fundación Lázaro Galdiano.
Parece que este Libro del Ojo fue publicado para situar históricamente la publicación de
en Sevilla por Pedro Brun en 1502; así lo reco- esta obra el descubrimiento de aquellas tierras
ge en su estudio el Dr. Tió, si bien comete un inspira cierta inquietud, ya que es conocido
error serio, ya que lo intitula Libro del mal de como en la mítica Biminí –esta península– se
Ojo17, con las consecuencias que esto puede encontró la Fuente de la Eterna Juventud...no
tener; Gil y Varela dan esta noticia, la publica- obstante, el académico puertorriqueño no se
ción de un libro sobre el mal de ojo, pero alu- prodiga en dar explicaciones sobre esta «temi-
den a él con el título de Tractatus... Según el ble» asociación de ideas –en cuanto al plan-
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Manual del Librero , de Palau, Hernando teamiento ciencia versus superstición en
Colón compró este estudio y pagó por él 25 Chanca– así que no voy a sacar conclusiones
maravedíes. El Tratado es un libro sobre la his- prematuras, máxime teniendo en cuenta que
teria y la locura, cuestión significativa si tene- no conozco este estudio que Diego Álvarez
mos en cuenta que Chanca fue médico de doña Chanca quiso llamar Comentium novum in
Juana. Efectivamente, el 7 de julio de 1492 parábolas divi Arnaldi de Vilanova.
Á l v a r e z
cobró como físico «de la princesa» 68,750
maravedíes18; y esa princesa tenía que ser C. La mal llamada Carta al Cabildo
Juana porque Isabel ya estaba casada en de Sevilla sobre el segundo viaje de Colón
Portugal. Esto nos da garantía acerca del talan-
te científico y no supersticioso, porque Sin embargo, y pese al interés científico,
Menéndez Pelayo, que recoge un texto intere- literario y a los aspectos curiosos de los libros
sante hablando de las artes mágicas y la hechi- de Chanca, su escrito más conocido es, con
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cería de algunos, dice como «Diego Guillén de diferencia, la Carta de 1493, resultado de su
Ávila, en el panegírico de la Reina Isabel la elo- participación en el segundo viaje de Colón. Ya
giaba por haber desterrado a par de otros demostré como este documento no iba desti-
vicios agüeros, hechizos y su falsa sciencia»19 nado al Cabildo de la ciudad de Sevilla sino a
lo que nos lleva a situar la hechicería bien lejos Juan Rodríguez de Fonseca, pero considero
de Chanca, médico personal de los Reyes. conveniente repasar esa argumentación antes
de analizar en qué hemos de apartarnos de las
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«El doctor Chanca escribió también un interpretaciones tradicionales por este cambio
libro de alquimia no menos raro que el del de destinatario.
ojo20 «que publicó en 1500, e igualmente un
Tratado sobre el mal de Costado (1506) en el En la transcripción del documento siempre
que expone su experiencia en el tratamiento de me llamaron la atención dos cosas: el encabe-
la pleuresía. Por último, en 1514 publicó otro zamiento y el lugar dónde apareció. Sorprende
e s p í a
libro, refutando las ideas de Arnaldo o Arnau que si el Dr. Chanca escribía a una corporación,
de Vilanova21 sobre el retardo de la vejez «poco utilizara la fórmula «muy magnífico señor»
después que Ponce de León descubriera la que va en singular. He manejado algunas car-
Florida»22. Que Tió mencione como referencia tas de autoridades a Ayuntamientos –por ejem-
e n
17 TIÓ (1966), p. 19.
18 Archivo General de Simancas. Escribanía Mayor de Rentas. Quitaciones de Corte. Legajo 13-146.
19 MENÉNDEZ PELAYO (1947), p. 457.
20 MENÉNDEZ PELAYO (1947), p. 459. A m é r i c a
21 Arnaldo de Vilanova fue un médico y visionario valenciano (1238-1311). En su ciudad natal aprendió la lengua árabe, gracias a lo
que llegó a conocer en profundidad ciertos aspectos de la ciencia y cultura musulmanas. El sabio orientalista fray Ramón Martí le inició
en la lengua hebrea y llegó igualmente a un alto grado de estudios bíblicos, rabínicos y talmúdicos. Vilanova estudió Medicina en
Montpellier, dónde organizó estos estudios, y Nápoles. En Montpellier se relacionó con los Franciscanos espirituales y se aficionó a la
Teología, cayendo en una especie de misticismo exaltado. Hizo algunas profecías sobre el anticristo y el fin del mundo, de las que tuvo
que retractarse, por oposición de los teólogos de la Sorbona. Llevado a la presencia del Romano Pontífice, curó a Bonifacio VIII de una
dolencia renal; éste agradecido le recomendó que se centrara en la Medicina, para apartarlo de su faceta visionaria. Fue un médico exce-
lente, de prestigio reconocido en toda Europa. Naturalmente, Marcelino Menéndez Pelayo habla de él en su Historia de los heterodoxos
españoles, como experto en «supersticiones de maleficios y ligaduras de mucha luz». En sus tratados médicos explica los distintos tipos
de maleficios, cómo éstos pueden hacerse de cosas animadas, hierro o plomo y «el peor es el que se hace con una aguja que haya servi-
do para coser un sudario». También habla de los contrahechizos o remedios. Tiene Vilanova un libro que llamó Nova expositio visionum
quae fiunt in somniis. Era «muy perito en oneirocrítica», sabía interpretar los sueños, cuestión que consideraba «ocupación propia del
médico». Su libro De physicis ligaturis es una traducción del árabe Costa-Ben-Luca, quien a su vez dice haber aprendido esta ciencia en
libros griegos e indios. También es una simple traducción su De sigillis duodecim signorum. Recapitula Menéndez Pelayo asegurando
como estos libros se encuentran en todas las ediciones de sus Tratados Médicos.
22 TIÓ (1966), p. 19.
plo, una carta de don Antonio de Mendoza, mentación del segundo viaje cuando se men-
virrey de la Nueva España al Ayuntamiento de cionan las corporaciones municipales nunca
Burgos23– y en el encabezamiento se utiliza la se habla de Cabildos –excepto para referirse
expresión tópica «Muy Ilustres Señores», en a las reuniones– sino de Concejos26 y que
plural, sin magnificencia y con ilustración. Por «Magnífico Señor»27 era el rango que corres-
otro lado, cabe plantearse qué sentido tuvo que pondía a Fonseca, todo parece concordar: la
Chanca escribiera al Cabildo de Sevilla; es Carta del Dr. Chanca se dirigía en realidad al
decir, ¿existía alguna cuestión de la que el Dr. organizador de la armada, Juan Rodríguez de
Álvarez tuviera que rendir cuenta a las autori- Fonseca.
dades locales? Manejando la documentación
específica entre mayo-septiembre de 1493, no De hecho, Andrés Bernáldez nos facilita un
hay ninguna cuestión personal o pública entre dato más a consolidar esta hipótesis cuando
Chanca y el Ayuntamiento de Sevilla. La única escribe cómo Colón en el verano de 1496 «me
cédula dirigida al asistente y autoridades de dejó algunas escripturas, en presencia del
Sevilla es para que den creencia a lo que dije- señor don Juan de Fonseca, de donde yo saqué
ran Colón y Fonseca; para nada se menciona al y cotejélas con las otras que escribieron el hon-
Doctor y en el texto se utiliza el término rado señor el doctor (…) Chanca y otros nobles
«conçejo» ni Cabildo, ni Ayuntamiento24. caballeros que con él fueron en los viajes ya
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Juan Gil y Consuelo Varela25. Sin embargo en considerar: «cotejó» es decir, comparó la Carta
las explicaciones añadidas en la CoDoDes figu- de Chanca con las noticias de procedencia
ran observaciones de interés: el documento colombina buscando contrastar la información,
24
portada de la copia aparece consignado «Carta Hay otros argumentos a favor de que la
que escribió el doctor Chanca al Ayuntamiento Carta estaba dirigida a don Juan de Fonseca;
de Sevilla». Es decir, el copista no dudó en uno de ellos es la idea del pacto epistolar y
hacer sinónimos «Cabildo» y «Ayuntamiento» otro, el lugar donde se encontró el documento.
cuando en realidad, no siempre lo son, puesto El pacto epistolar es el compromiso de corres-
que Cabildo es también la agrupación del pondencia; es un concepto muy amplio, que
Deán, los Canónigos y en aquella época los está de actualidad en los estudios de crítica
Arcedianos, que conformaban el Cabildo literaria, si bien generalmente se aplica al
Catedralicio. Naturalmente, la Catedral sevi- ámbito de la correspondencia personal. En el
llana tenía su Cabildo al que Juan Rodríguez caso del obispo la idea de pacto epistolar se
de Fonseca pertenecía en su condición de puede aplicar a la correspondencia oficial y
Arcediano y Deán, que lo era desde 1490. Si forma parte de un sistema de trabajo: «Fonseca
además tenemos en cuenta que en la docu- obtenía toda la información a través de la
23 Archivo Municipal de Burgos. Carta de don Antonio de Mendoza al Ayuntamiento de Burgos. México, 27 de febrero de 1548.
y Señoríos de Castilla para que aposenten bien a Cristóbal Colón... CoDoDes Tomo I, pp. 392-3.
27 GIL-VARELA (1984). Carta a don Juan Rodríguez de Fonseca. Sin Lugar, sin fecha. Tiene que ser anterior al 23 de enero de 1498,
p. 198.
28 BERNÁLDEZ, Andrés (1946). Historia de los Reyes Católicos don Fernando y Doña Isabel. Madrid, Aguilar, p. 249.
correspondencia oficial o extraoficial (…) A Ambas se conocen como las Capillas Góticas,
menudo las cartas de don Juan empezaban con de gran valor artístico y muy deterioradas hoy.
un «vi vuestras letras»… o «en respuesta a En 1517, la Reina Juana I enajenó Olmedo de la
vuestra carta»29…; es decir, si siempre utilizaba jurisdicción real para concedérselo a doña
el correo como método de conocimiento para Germana de Foix, su madrastra, a cambio de
el buen gobierno, lo haría igualmente en 1493. los 25.178 ducados que el Rey Fernando le
había asignado sobre las rentas de Nápoles. El
Respecto al enclave del hallazgo documen- concejo de Olmedo protestó inútilmente, así
D i e g o
tal, la carta de Chanca depositada en la que durante las Comunidades, la villa decidió
Biblioteca de la Academia forma parte de un servir a Carlos I a cambio de reintegrarse al
manuscrito –está cosida a una copia de las régimen de soberanía real32.
Décadas I y II de Pedro Mártir de Anglería
recopiladas como documentación indiana por El conflicto fue muy virulento, ya que parte
fray Antonio de Aspa, como vimos– proceden- de la ciudad se declaró comunera y fue capita-
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te de la Mejorada. No es la primera vez que neada por don Juan de Vivero. Los Vivero eran
importante documentación indiana y colombi- una poderosa familia arraigada en Olmedo,
na aparece en dicho Monasterio, situado en el donde había otra facción tradicionalmente
camino entre Olmedo y Medina del Campo. El enfrentada con ellos por el poder concejil: los
Dr. Rumeu de Armas estudió en su día el lla- Troches. Si los primeros contaban con el apoyo
mado Memorial de la Mejorada30. Este docu- del Conde de Benavente, yerno de don Iñigo
mento de Colón llegó al Monasterio porque Fernández de Velasco, los segundos lo hacían
C h a n c a ,
siendo como era uno de los lugares preferidos con el de don Antonio Fonseca. Las tensiones
por los Reyes Católicos para sí mismos y sus entre ambos bandos habían estallado en 1506,
invitados31 recibieron en él a Colón en julio de cuando –al morir don Francisco de Olmedilla–
1497, entre los días 19 y 20. Este memorial es don Rodrigo de Vivero, padre de Juan, no
independiente de las Décadas y la Carta, que logró ser elegido, en favor de los Troches.
van cosidas. Podrían ir cosidas por ser de otro Todavía en 1516 la Corona seguía haciendo
momento, pero creo que se debe a una proce- averiguaciones.
p r i m e r
25
dencia distinta. Y aquí entra en juego un dato
esencial: la vinculación de los Fonseca con el Juan de Vivero, en el último momento,
Monasterio. cuando los acontecimientos se decantaron
definitivamente, cambió de bando. Además,
A finales del siglo XV, Alonso de Fonseca, Vivero aprovechó la huída a Flandes de
siendo Arzobispo de Sevilla cedió un juro al Antonio de Fonseca tras el incendio de
e s p í a
Monasterio; a comienzos del XVI doña María Medina, del que fue principal responsable33,
de Toledo, mujer de Alonso de Fonseca y para adueñarse de la situación política local.
Avellaneda edificó y dotó para su entierro la Pero los Fonseca no se resignaron: «Que de
capilla que está al lado del Evangelio y don noche mataron / al Caballero/ la Gala de
Juan Rodríguez de Fonseca otra, si bien su Medina/ la Flor de Olmedo» se susurraba en
sepulcro está situado en la iglesia de Santa los caminos de Castilla. Efectivamente, vol-
e n
María de Coca, solar familiar de los Fonseca. vía don Juan de Vivero la noche del 6 de
A m é r i c a
29 SAGARRA (1997), p. 96.
30 RUMEU DE ARMAS, Antonio (1972). Un escrito desconocido de Cristóbal Colón: el Memorial de la Mejorada. Madrid, Ed.
Cultura Hispánica.
31 Fundado por don Fernando de Antequera en el siglo XIV, en el tiempo en que era regente de Juan II de Castilla, el Monasterio
conoció una época de esplendor. En él recibieron los Reyes Católicos a Cristóbal Colón, en él se hospedó Maximiliano II de Alemania; allí
lloró durante días Carlos I su derrota en Argel, en 1541; Felipe II lo utilizó como morada de paso en sus viajes por Castilla. Después, llegó
la progresiva decadencia, consumada durante la invasión de España por las tropas napoleónicas, que dejaron su huella en éste lugar. A
la Reina Isabel I le agradaba mucho La Mejorada; allí pasó sus últimos días antes de retornar a Medina, dónde murió. Cuenta el histo-
riador de Olmedo, Eusebio Raimundo García-Murillo que como presagio de su muerte «estando los Reyes en el convento, tembló la tie-
rra». Otro historiador, Fernández Retama narra que para doña Isabel era un refugio donde «reparar las desfallecidas fuerzas». En las
Cortes de Toro de 1505 se llegó a decir que «a Granada partió el cuerpo y en La Mejorada quedó su postrera voluntad de gobernar los
destinos de la España inmortal por ella forjada».
32 Efectivamente, Olmedo se reintegró a la jurisdicción real el 9 de septiembre de 1520. Vid. Archivo General de Simancas. Patronato
Real. 2-110/93.
33 Sobre el protagonismo de los Fonseca, don Antonio y don Juan, en el incendio de Medina del Campo puede verse SAGARRA
del Caballero de Olmedo– a qué podía deber- importancia: así, en la real cédula a don
se este esfuerzo de la comunidad monacal y Gonzalo Chacón para que se le facilite el viaje
deduce que a la estrecha relación que los se dice del físico «aprouechara mucho para las
Fonseca –señores de Coca y Alaejos– tenían cosas de nuestro seruiçio e al bien e salud de las
con La Mejorada34. De hecho, entre la docu- personas que por nuestro mandado van»37
•
rico Nacional, hay papeles de los Fonseca; manuscrito de la Academia figura que fue el
uno especialmente interesante habla de cómo doctor Chanca «eenviado por el Rey Católico en
doña María de Toledo, pariente de los Alba y el segundo viaje»38. Fray Antonio de Aspa
26
parte de su marido y cuñados quienes la deja- armada por mandado de los Reyes Católicos».
ron en la pobreza por casar a sus hijas con el
A d e l a i d a
Marqués de Zenete y don Rodrigo Mexía; No sería el único caso de persona cercana a
naturalmente, doña María se refugió en ¡unas doña Isabel y don Fernando conminada a
casas junto a la Mejorada! dónde murió en pasar con Colón en la segunda singladura.
152135. Allí, a las afueras de Olmedo, conflu- Melchor Maldonado trató de evitarlo pero los
yeron en varios momentos de sus respectivas Monarcas se impusieron: «Vymos vuestra
historias varios de los grandes protagonistas letra y bien quisiéramos escusarvos deste
de la construcción de la Monarquía española camino pues decís que teneys para ello algu-
como uno de los cuatro primeros Estados nos ynpedimientos/ pero porque a nuestro
Modernos de Europa: Isabel I de Castilla y el seruicio cumple mucho vuestra yda y somos
linaje de los Fonseca. Don Juan Rodríguez, ciertos que enello/ nos seruireis mucho
como receptor de noticias y memorias acerca segund quien vos soys, vos mandamos / y
del segundo viaje durante alguna visita a la encargamos sy placer y seruiçio nos deseays
Mejorada o estando en el monasterio pudo faser, que en todo/ caso pongays en obra vues -
llevarlos allí. tra yda a las islas con el almirante39… Si
34 BLANCO, Antonio. «Sobre la realidad histórica del Caballero de Olmedo» en Boletín de la Real Academia Española. Tomo LXV.
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fue en la armada como «escribano oficial a Además de lo ya visto acerca de cómo su
bordo»40 y que desde el comienzo de la Carta cometido eran la medicina y otros servicios,
–cuestión que no comparto– se percibe su dispongo de un dato interesante de reciente
carácter «de escritura pública, como documen- publicación, facilitado por Noble David Cook.
to fehaciente de un notario»41 cuando Chanca Cook sigue la pista a los indios antillanos que
es muy impreciso en lo cronológico, por ejem- Colón trajo a Castilla en 1492 y del embarco de
Á l v a r e z
plo, cuestión vital para un escribano. El propio siete de los diez que habían venido a Castilla
Tió dirá más adelante que la carta «deja traslu- en la armada del 93. De ellos, cinco murieron
cir su inexperiencia como escribano, al dejar de en la segunda singladura transatlántica. Los
anotar muchos detalles y fechas»42. Es eviden- indios eran esenciales por su condición de len-
te que la carta no es un acta. En todo caso, guaraces; sin duda, Chanca, como médico de a
Aurelio Tió se basa en que según él, el 24 de bordo debió atenderles en su enfermedad tal
mayo de 1493 por una Real Cédula se le asen- como se deduce de esta afirmación «los espa-
C h a n c a ,
tó ración y salario como escribano43; cuando en ñoles procuraron preservar la salud de los
realidad en ese documento se le señala salario intérpretes puesto que contaban con ellos para
como físico y por los otros servicios que iba a el éxito de la expedición»49. A continuación, el
prestar,, en ningún momento se menciona el autor hace esta observación «para la historia
concepto escribano44. De hecho, Montserrat de la medicina americana, es lástima que el
León Guerrero que en su tesis ofrece una rela- Doctor Chanca no describiera los síntomas de
ción de los escribanos que fueron en la armada los indios que enfermaron (…) el doctor
p r i m e r
27
del 93 no incluye a Chanca, a quien considera Chanca y otros hacen referencia a fiebres,
«cronista»45 y sí destaca, en cambio, el rango dolencias, enfermedades, pero sin usar térmi-
de Diego de Peñalosa como Escribano de nos exactos»50. Es decir, siendo médico, no
Cámara y Notario, entre los escribanos comu- escribe como tal pues de ser así, habría preci-
nes. sado o habría desarrollado un análisis de la
patología cosa que no hace porque –claramen-
e s p í a
No obstante, en su libro sobre Chanca, el te– a la hora de escribir su Carta, por no decir
doctor Tió consigue transmitir algo impreciso, su informe, se instala en otra perspectiva: su
poco concreto pero con peso casi «material»: relación con Fonseca y la Carta, como veremos,
que Chanca no fue a Indias porque sí, que tenía hacen pensar que se trataba de un agente, por
una función que llevar a cabo. Dice de él, por no decir un espía. Pero hemos de situar las
ejemplo, que era un «observador minucioso»46; cosas en su contexto histórico y para ello se
40 TIÓ (1966), p. 2. e n
A m é r i c a
41 TIÓ (1966), p. 21.
42 TIÓ (1966), p. 20.
43 TIÓ (1966), p. 21.
44 CoDoDes. Tomo I, p. 373. Real Cédula dada en Barcelona a 24 de mayo de 1493.
45 LEÓN GUERRERO, María Montserrat. En su Tesis doctoral El segundo viaje colombino. En su relación de tripulantes del segun-
do viaje califica de escribanos a Diego de Alvarado, Juan de Ayala, Antonio o Alonso del Castillo, Rafael Castaño, Carlos de Hontiveros
o Fontiveros, Fernando de Luna o Fernando Pérez de Luna –que ella glosa como dos distintos y yo considero que pueden ser el mismo-
Alonso de Molina, Juan Pérez de Molina, Diego de Salamanca y desde luego, destacando su rango, Diego de Peñalosa Escribano de
Cámara y Notario. Vid. Apéndice III del Tomo III: Pasajeros y Tripulación del segundo viaje colombino. Pp. 184-204-206-228-258 y 290-
272-290-309 y para Peñalosa 288.
46 TIÓ (1966), p. 5.
47 TIÓ (1966), p. 2.
48 TIÓ (1966), p. 2.
49 COOK, Noble David (2003) «¿Una primera epidemia americana de viruela en 1493?» en Revista de Indias. Nº 227. Enero-Abril de,
las que atañen directamente a la posición de lo haría Vicente Yáñez, quien –dicho sea de
Chanca en la armada. Desde mi punto de vista paso– era hombre de Fonseca... Por lo tanto, una
nos encontramos ante esta situación: Colón ha primera hipótesis es que Chanca fue como agen-
encontrado tierra, aunque no sabe con preci- te fonsequista para certificar exactamente qué
sión dónde ha llegado, ya que evidentemente descubría el Almirante.
•
diato una estrategia política en dos frentes: las Instrucciones que recibió Colón, en junio de
Portugal –dentro de la carrera oceánica por la 1493 se insiste en el buen tratamiento a los
hegemonía– y el personalismo colombino. indígenas. Se puede pensar que fue una direc-
28
ría ahora se ha hecho realidad. Doña Isabel y puesta a una posibilidad abiertamente plan-
don Fernando van a estudiar cómo reducir a su teada a los Reyes en Barcelona; no sabemos
A d e l a i d a
proyecto de Estado las iniciativas de Colón. cómo el Almirante presentó a los indios que
Para ello necesitan, entre otras cosas, informa- llevaba, si los mostró a modo de súbditos o los
ción «independiente». Fonseca organizó una exhibió como muestra de una provechosa
red de espías en Lisboa por los que sabía cómo explotación. Para supervisar la Evangelización
iban los preparativos de la pretendida armada ya iba fray Bernardo Boyl, pero se trataba de
que el Rey portugués quería fletar para cruzar limitar a Colón y una primera necesidad era el
el océano, tal cómo se desprende de la carta conocimiento de sus actuaciones a miles de
que el Almirante recibió de los monarcas en kilómetros de la Corte. Se desconoce qué infor-
estos términos «mandamos al dicho don Juan mación concreta transmitió Colón a los Reyes
(Fonseca) que después de vos en buena hora acerca de los indígenas, pero es fácil suponer
partido, se quedase él en buen hora en Sevilla que distinguió entre los pacíficos Taínos –enfa-
(...) para saber de continuo si armaren en tizando su capacidad para ser fácilmente evan-
Portugal»51. Si se recurrió al sistema de agentes gelizados y su habilidad para desenvolverse
en un frente ¿por qué no en el otro? entre ellos pactando con Guacanagarí– y los
antropófagos Caribes, violentos y desnaturali-
A tierra descubierta, las Capitulaciones de zados. Probablemente Chanca tenía que infor-
Santa Fe han de empezar a materializarse; los mar acerca de estas cuestiones. Si los Reyes
Reyes estudiarán cómo cumplir su parte del más adelante consintieron en esclavizar a los
51 Carta Mensajera al Almirante. Barcelona, 27 de junio de 1493. NAVARRETE (1954). Tomo I, p. 345.
52 VARELA MARCOS, Jesús. (1997) El Tratado de Tordesillas en la política atlántica castellana. Salamanca. Todo esto en las páginas
41-51.
caníbales pero no al resto de los indios, lo lógi- quenta de tantos dolientes y aun la estrechura
co es pensar que esta inquietud y la distinción de los mantenimientos e aun con todo se dis-
surgieran ya ahora. pon con gran diligencia y caridad en todo lo
que cumple a su oficio»56. A continuación,
b. La enemistad entre Chanca y Colón planteaba –como es bien sabido– que se le
pagaran 50.000 maravedíes anuales mientras
Hay otra cuestión interesante de tratar estuviera en La Española, cosa a la que los
antes de adentrarnos en el estudio de la Carta monarcas accedieron, y que además que se le
D i e g o
y que forma parte de las hipótesis: el cambio diera algo a lo que los «físicos» solían tener
de actitud de Cristóbal Colón respecto a Diego derecho: un día de sueldo de cada uno cada
Álvarez ¿no pudo deberse precisamente a que año; a esta segunda petición los Reyes contes-
Chanca, antes o después, fue «descubierto» tan diplomáticamente que «non lo acostum-
por el Almirante como agente de Fonseca? bran haber sino donde el Rey nuestro señor
Salvador de Madariaga –sin mencionar sus esté en persona»57.
Á l v a r e z
fuentes– nos facilita algunos elementos de jui-
cio. En primer lugar habla del Doctor Chanca No hay mejor muestra del ostracismo
como «hombre jovial y sensato (...) no despro- posterior que la llamativa ausencia de la figu-
visto de cierta agudeza lindante con el escepti- ra de Chanca en dos momentos en que su
cismo, rasgo más frecuente entre españoles de presencia era inevitable –el episodio en que
lo que su carácter quijótico y dogmático pudie- desenmascara a Guacanagarí, contado por él
C h a n c a ,
ran llevar a suponer (...) Fue muy útil al en la Carta del 93, y la atención a los españo-
Almirante, no solo como médico en momentos les en la epidemia de la Isabela, y al propio
en que la salud de la expedición entera hubo Almirante en sus enfermedades– en los dos
de pasar por una crisis grande (...) y por lo cronistas próximos en su visión al mismo
menos en un caso notorio, como el hombre Colón: su hijo Hernando y fray Bartolomé de
más capacitado para desenmascarar a un peli- las Casas.
groso adversario disfrazado de amigo»53. Se
refiere, claro al incidente sucedido con la falsa
p r i m e r
29
herida del cacique Guacanagarí. Bien. Dejamos HERNANDO COLÓN
aquí estos comentarios para referir algunas EN SU HISTORIA DEL ALMIRANTE
reflexiones que en su semblanza de Colón se
hace Consuelo Varela. El Almirante era hom- Tres fragmentos bastan para mostrar lo
bre de carácter difícil; se enemistó con muchas que pretendo decir. En primer lugar, la esce-
personas «incluso con aquellas a las que en na del regreso del Almirante, la constatación
e s p í a
principio había favorecido y que habían goza- de que todos los españoles de La Navidad
do de alguna manera de su amistad»54. Varela han muerto, y la conversación con el cacique
habla de dos casos que no resultan inteligibles: Taíno, que nos es referida como sigue
el de su cuñado Miguel Muliart, y «el del Dr. «Guacanagarí con muestras de gran dolor
Chanca, que a los ojos de Colón pasa de ser un refirió todo lo que había sucedido (...) y que
médico excepcional (...) al más completo ostra- él y los suyos estaban heridos por defender a
e n
cismo»55. los cristianos lo que se manifestó por sus
heridas que no eran hechas con armas de
No hay mejor muestra del entusiasmo del cristianos sino con azagayas y flechas que A m é r i c a
Almirante por la tarea de Chanca, que sus pro- usan los indios, con las puntas de espinas de
pias palabras para que Antonio de Torres peces»58. Describe Colón unas heridas que no
transmitiera a los Reyes: «diréis a sus Altezas existieron, tal como el médico sevillano testi-
el trabajo que el doctor Chanca tiene con el a monió.
53 MADARIAGA, Salvador de. (1979) Vida del muy magnífico señor don Cristóbal Colón. Madrid, Espasa Calpe, p. 334.
54 VARELA (1992), p. 113.
55 VARELA (1992), p. 113.
56 NAVARRETE (1954) Tomo I. Memorial que para los Reyes Católicos dio el Almirante don Cristóbal Colón en la ciudad de la
Isabela a 30 de enero de 1494 a Antonio de Torres sobre el suceso de su segundo viaje a las Indias y al final de cada capítulo la respues-
ta que sus altezas dan, pp. 196-205, p. 201.
57 NAVARRETE (1954), p. 201.
58 COLÓN, Hernando. (1984) Historia del Almirante. Edición de Luis Arranz Márquez. Madrid, Historia 16, p. 173.
Luego está la cuestión de la epidemia en La enfermos pocos se escapaban y los que del
Isabela, que Hernando Colón omite, centrán- todo estaban sanos, al menos estaban de poca
dose en las enfermedades de su padre quien comida flacos»64... Y lo mismo sobre la modo-
«cayó enfermo59» por el trabajo de la mar y el rra pestilencial de Cristóbal Colón y su cura-
que allí tuvo y explica cómo por eso interrum- ción, ya que describe cómo «estuvo cinco
pió el Diario entre el 11 de diciembre del 93 y meses muy malo, y al cabo dellos, dióle nues-
el 12 de marzo del 94. Vuelve a referirse a la tro Señor salud»65.
salud del Almirante cuando relata el regreso
de Ojeda de su expedición al interior de la isla
y dice que «estaba ya libre de su enferme- Luis Javier Ramos Gómez, en un artículo
dad»60. En septiembre del 94 fueron a la isla de sobre el Libro Copiador de Cristóbal Colón se
San Juan y allí «le asaltó una enfermedad muy refiere al contraste entre las fuentes tradicio-
grave entre fiebre pestilencial y modorra, la nales sobre el segundo viaje, y sitúa contra-
cual casi de repente le privó de la vista, de los puestos a Chanca y Colón y Las Casas.
otros sentidos y del conocimiento»61. Por eso, Primero dice cómo «la información dada por
la tripulación decide regresar a la Isla Española las diversas fuentes no concuerda, contras -
y abandonar la expedición a las islas de los tando especialmente la ofrecida por Álvarez
Caribes. Una vez en la Isabela –llegaron el 29 Chanca con la del Libro Copiador con quien
G a m a z o
de septiembre– «quiso Dios devolver la salud en cierta forma se alinean Hernando Colón y
al Almirante»62; a través del Dr. Chanca, Las Casas, sin duda por haber utilizado un
supongo... texto colombino emparentado con lo escrito
por aquel»66 y más adelante –hablando de las
diferencias Chanca –Colón sobre un mismo
•
rogar Guacanagarí al Almirante con aquellos ajusta en absoluto a la que nos ofrece Álvarez
cristianos que le fuese a ver porque él no salía Chanca, que parece más ajustada a la reali-
de su casa por aquella indispusición. El dad» 68, porque Colón cuenta que Gua-
Almirante fue allá, el cual, con rostro muy tris-
•
mantenidas entre españoles y taínos en la Navidad entre diciembre de 1492 y noviembre de 1493» en Congreso de Historia del
Descubrimiento. Actas. Madrid, Academia de la Historia, Tomo I, pp. 521-567, p. 525.
67 RAMOS (1992), p. 527.
68 RAMOS (1992), p. 528.
2. LA CARTA DE CHANCA las costumbres de los indios, en el 16 la flora
A FONSECA DE 1493 (ya veremos desde qué punto de vista) y en el
17 habla de las expediciones de Ojeda y
Gorbalán. De este primer balance del docu-
A. Estructura de la Carta mento podemos deducir que los temas crucia-
les acerca de los que el doctor Diego Álvarez
Álvarez Chanca no es muy extenso, si tene- Chanca debe informar fueron los descubri-
mos en cuenta la cantidad de cuestiones de las mientos, los indígenas –ya veremos como dife-
que podía o mejor dicho debía dar cuenta a
D i e g o
rencia los Caníbales de los Indios (pacíficos)– y
Fonseca según el pacto epistolar; no obstante, algunas cuestiones políticas o de regionaliza-
de lo que se trata es de analizar la proporción ción.
que dedica a éstas cuestiones en su manuscri-
to, siguiendo la división en puntos de la edi- B. Los Protagonistas
ción de Juan Gil y Consuelo Varela, puesto
Á l v a r e z
que tanto el documento original como la edi- El médico sevillano escribe la casi totalidad
ción de la CoDoDes presentan el texto sin de la carta en primera persona del plural,
fracturas. De esta forma, estudiando la densi- «nosotros»… De entrada, otorga el protagonis-
dad que en el texto tiene cada idea sabremos mo a los españoles: –«partimos» o «llega-
qué relevancia quiso darle su autor. Para mos»69– de una forma diplomática, ya que via-
empezar, dedica sólo dos de los diecisiete jar en una flota de 17 navíos en una singladura
puntos a la singladura transatlántica. Si consi-
C h a n c a ,
transatlántica no puede decirse que posibilite
deramos que éste fue el mejor de los viajes grandes iniciativas particulares. Chanca se
colombinos, que se experimentó la ruta que incluye porque estaba allí, en hechos a los que
luego durante siglos se practicó, parece claro asiste, aun de forma pasiva, como mero espec-
que Chanca no debía informar especialmente tador. Por otro lado, este «nosotros» acentúa el
de este punto ya que apenas incide en él. carácter castellano de la armada, compuesta
por súbditos protagonistas. Pero hay otros
En los siguientes tres puntos –3, 4 y 5– se «nosotros» con más implicaciones, por ejemplo
p r i m e r
31
ocupa de los descubrimientos, con bastante en el punto dos. Escribe Chanca «partidos del
detalle, hecho muy significativo. El punto seis, Fierro a treze de octubre dentro de veinte días
que es uno de los más extensos de la Carta ovimos bista de tierra y viéramosla a catorze o
tiene un tema único y esencial: los caníbales. quinze si la nao capitana fuera tan buena vele-
Los puntos 7 a 10 inclusive Álvarez los destina ra como los otros navíos (…) porque nos dexa-
a los que ya se van perfilando como temas van mucho atrás»70. De éste «nos» obtenemos
e s p í a
clave de la carta «estadísticamente» hablando: una valiosa información: Chanca iba en la nao
los descubrimientos y los indios; naturalmen- Capitana, lo que implica algo crucial, su pues-
te, el descubrimiento de Puerto Rico es un to en la armada junto a Colón. Y naturalmente
punto clave. Luego se centra en la llegada a La surge la hipótesis: el nosotros de Diego Álva-
Española –punto 11– y la búsqueda de los rez ¿puede querer decir Colón y yo? Es decir,
españoles que habían permanecido en La ¿puede estar indicando veladamente a Fonseca
e n
Navidad –punto 12– añade luego otro extenso dos tipos de acciones, las que emprende o deci-
apartado para tratar el encuentro y las conver- de el Almirante solo –que refiere en tercera
saciones con Guacanagarí, que es tanto cómo persona del singular– , y las que emprende o A m é r i c a
analizar la solidez del pacto entre éste y el decide por lo menos con algunos de los hom-
Almirante, y en cierto modo, poner a Colón en bres, es decir ateniéndose al régimen dual y
entredicho. redactando en primera persona del plural?
Veamos algunos ejemplos. Escribe nuestro
El 14 trata otro tema crucial en la regionali- hombre «en esta isla no hallamos gente (…)
zación castellana de La Española si bien no creímos que era despoblada»71… Si la primera
tiene mucha trascendencia en la Carta, la fun- afirmación puede hacerse desde el «todos» la
dación de La Isabela. En el 15 Chanca describe segunda implica diálogo, acción, ponderación,
solitario, señala el ejercicio de la autoridad hoja tenía el más fino olor de clavo que nunca
personal por parte de Cristóbal Colón utilizan- ví (…) yo ansí pienso que hera laurel su
do la tercera persona del singular: «luego que espeçia»77. Es decir, pondera, juzga, determina
llegamos cerca mandó el Almirante una cara- y opina sólo él. Chanca no pierde la libertad de
bela»73… o «avía enderezado el camino»74. juicio, la independencia de interpretación, y
•
Curiosamente, emplea la misma fórmula para por ello se «asoma» en su propio documento,
algunas acciones que se desmarcan de lo que de vez en cuando, para recordarnos que sigue
S a g a r r a
estaba previsto. Un caso claro es el de Diego ahí, como un observador crítico y críptico.
Márquez: el Almirante envió un destacamento Todos «hallaron» el árbol; él se reserva la iden-
en busca de «lenguas» y «desta compañía se tificación.
32
ron quiere precisar quien decide; el aparta- cosas que no son «igualmente comunicables» y
miento fue cosa de Márquez, los que con él por eso decidió escribir por separado «las nue-
iban no pudieron hacer otra cosa sino obedecer vas de acá», es decir, las noticias de Indias y
al capitán. «las cosas que a mí conbiene suplicar a Vuestra
Señoría». Pienso que delimita dos ámbitos, el
Otra cuestión destacable en la carta es la particular y el público, o mejor el político. Que
absoluta falta de nombres propios entre los Chanca tenga cosas que suplicar acerca de los
castellanos, no así entre los indios, puesto que suyos y que dejara problemas pendientes en
sí aparecen Guacamari, es decir, Guacanagarí, Sevilla refuerza la idea de que fue enviado, por
y también Canoabo y Mariení. Ni un solo nom- lo que era lógico que Rodríguez de Fonseca,
bre entre los españoles: el Almirante, el capi- responsable de su misión, se ocupara de trami-
tán… especialmente significativo es el caso de tar tan urgentes asuntos.
las dos expediciones al interior de la isla de
Alonso de Ojeda y Ginés de Gorbalán. Ambos Seguidamente añade «e las nuevas son las
eran hombres de Fonseca, luego habría sido siguientes»; es decir, que va a informar tan solo
muy conveniente que don Juan supiera que de las albricias, no dará cuenta de nada ya
D i e g o
me conoçen que oyeren estas cosas, me ternan los portugueses… Si consideramos que en la
por prolixo e por ombre que se ha alargado primera singladura Colón llevaba una cuenta
algo, pero Dios es testigo que yo no he traspa- secreta, diferente a la divulgada entre los hom-
sado una jota los términos de la verdad»79. O bres, está claro que Chanca quería que don
sea, es como si nos dijera a sus lectores, podrá Juan dispusiera de la cuenta de los pilotos.
parecer que me he detenido en los detalles más
Á l v a r e z
de la cuenta,, pero he dicho lo que es cierto. Escribe el Dr. Varela Marcos que Antonio
Bien pues la partícula «e» es uno de éstos deta- de Torres llegó a Medina del Campo el 4 de
lles, y además un detalle esencial porque hace abril y «de inmediato se presentó a los Reyes
distintos dos conceptos «las Indias» y «la que recibieron de sus manos la tan esperada
gobernación del su Almirante». Cuando dos carta (náutica) de Colón»81; es lógico pues,
realidades son idénticas no hace falta repetir, suponer que también entregara a Fonseca la
ni coordinarlos al hablar de ellas…Y es que «ttan esperada carta» de Diego Álvarez Chanca
C h a n c a ,
efectivamente las Indias eran un concepto más unos días antes en Sevilla, a dónde llegó el 7 de
amplio que la gobernación del Almirante que marzo. Juan Rodríguez estaba en la ciudad del
se ceñía a lo descubierto por él, que no había Guadalquivir desde el mes de enero ocupán-
sido todo. Este es el nuevo planteamiento de la dose de las almadrabas que para la pesca de
Corona, la diversidad territorial de lo descu- los atunes se montaban en Cádiz, como una
bierto por Pinzón–Colón como una posible vía forma más de conseguir fondos para las nue-
política –que no se utilizó– para eludir en la vas armadas a Indias. Eso quiere decir que
p r i m e r
33
práctica los compromisos santafesinos. Fonseca dispuso del dato científico para la
negociación del Tratado de Tordesillas casi un
Bien. Chanca continua hablando de la sin- mes antes de que los Reyes tuvieran la carta
gladura hasta Canarias: Gran Canaria, náutica del Almirante.
Gomera, Fierro o el Hierro, mención ineludible
por varias razones: la primera por ser el meri- Y seguidamente, empieza la notificación de
e s p í a
diano convencional en esa época; la segunda descubrimientos, si bien –veremos por qué–
porque –a partir de este principio– las referen- Chanca en esta primera descripción no nombra
cias que Colón tenía partían de ésta isla. Y las islas. «Vimos el domingo de mañana sobre-
luego enuncia las noticias «diferentes» a la pri- dicho por proa de navíos una isla (se refiere a
mera singladura: tardaron solo veinte días en Dominica) y luego a la man derecha paresçió
ver tierras caribeñas y fue por la lentitud de la otra (se refiere a Marigalante)»82. Entonces,
e n
nao capitana que si no catorce o quince días Chanca empieza su descripción: una era mon-
habrían bastado para divisar las primeras islas. tañosa, tierra alta de sierras, la otra era llana,
En el punto tres, el médico escritor nos trans- llena de frondosas arboledas; distaban entre sí A m é r i c a
mite las estimaciones de los pilotos «ccontaron «cuatro o çinco leguas»83. En la Dominica se
aquel día los pilotos del armada desde la isla quedó una carabela buscando puerto y tardó
de Fierro hasta la primera tierra que vimos en encontrarlo, pero lo halló; además esta isla
unas ochocientas leguas, otros sietecientas e estaba poblada ya que los españoles vieron
ochenta, de manera que la diferencia no hera gente. En la Marigalante en cambio fue fácil
mucha, e más trescientas que ponen de la isla encontrar puerto; el Almirante desembarcó y
un Acta de Descubrimiento; tampoco el físico hilar y muchas mantas de algodón tan bien
es lo suficientemente riguroso y preciso en sus texidas que no deven nada a las de nuestra
apreciaciones empíricas cómo para poder patria86 si bien «nosotros aborrecíamos tal
hablar de «cartografía en prosa» concepto acu- gente por su mal uso de comer carne de
ñado por el Dr. Mariano Cuesta Domingo84, ombres»87. Sospecharon que eran caníbales
•
pero lo que está claro es que de forma colo- porque el capitán que había desembarcado
quial da descripciones o sugerencias inequívo- llevó al navío «cuatro o çinco huesos de braços
S a g a r r a
cas para reconocer lo que el Almirante ha des- e piernas de onbres»: sin duda Chanca, como
cubierto. médico, pudo testar el terrible hecho desde sus
conocimientos de anatomía.
34
muy grande, fasta la cual désta que abría siete de estas islas por las señas de los indios de las
u ocho leguas» es decir, posición y distancia. otras, y había desviado el rumbo porque «esta-
A d e l a i d a
E inmediatamente, los elementos más caracte- van más cerca de España y también porque allí
rísticos de su orografía: «llegamos a ella hazia se fazia el camino derecho para venir a la isla
la parte de una gran montaña que pareçia Española (…) venimos tan derecho como si por
quería llegar al cielo en medio de la cual mon- camino sabido e seguido viniéramos»88.
taña había un pico más alto que la otra mon- Personalmente, introduciría aquí una hipóte-
taña, del cual se vertían a diversas partes sis: quizá Colón ya había planteado la posible
muchas aguas… paresçio un golpe de agua esclavitud de los indios, los Reyes pudieron
tan gordo como un buey, que se despeñava de atisbar por el relato del primer viaje la diferen-
tan alto como si cayera del cielo»85… Los cia entre los antropófagos y el resto –de hecho
hombres, escribe el sevillano, hacían apuestas nunca permitieron la esclavitud salvo para los
por ver si retrataba de peñas blancas o agua; antropófagos– tal vez Colón, por eso, tenía
eran las cataratas del río Gran Carbet; desde temprano empeño en localizar las islas de los
el punto de vista que nos interesa, eran un Caribes, como único potencial rubro de explo-
elemento definitorio de la Isla Guadalupe… tación, si había podido intuir de alguna mane-
luego, el proceso siguió de forma idéntica: ra que esta sería la postura enérgica de doña
una carabela buscó puerto, «el capitán» –anó- Isabel y don Fernando.
84 CUESTA DOMINGO, Mariano (1992). La Cartografía en prosa durante la época de los grandes descubrimientos americanos en
Congreso de Historia del descubrimiento. Madrid, Academia de la Historia. Tomo II, pp. 279-303.
85 Carta (1994), p. 157.
86 Carta (1994), p. 159.
87 Carta (1994), p. 159.
88 Carta (1994), p. 158.
De todos modos, y pese a lo pintoresco de las tres primeras islas descubiertas con los
estas cuestiones, Chanca no olvida su descrip- nombres que les daban los naturales»92. Su
ción: la isla era muy grande, «n nos paresció» aguda observación me hizo caer en la cuenta
–luego pidió opinión, o por lo menos escuchó de algo que de tan obvio me había pasado
y asimiló lo que otros pensaban, a juzgar por lo desapercibido: Chanca no utiliza las denomi-
que escribe– que tenía unas veinticinco leguas naciones colombinas, sino las indígenas. Y esto
de costa; tardaron en encontrar puerto, o lo quiere decir que si frente a las medidas del
que es lo mismo, la costa era escarpada y sin Almirante Colón se esfuerza en anotar para
D i e g o
fondeaderos; «por la parte dónde íbamos don Juan de Fonseca las de los pilotos, frente o
heran montañas muy altas; a la parte que dexa- como alternativa a la colombina, en opinión de
mos pareçian grandes llanos; a la orilla de la Jesús Varela, está haciendo, con grandísima
mar avía algunos poblados pequeños»89… El liberalidad política, su propia cartografía para
Almirante hizo que algunos hombres bajaran a el obispo.
tierra para tomar lengua; se produjo la pérdida
Á l v a r e z
de Márquez y sus soldados, razón por la cual Hombres de las tres islas asaltan los archi-
esperaron ocho días en la isla hasta que los piélagos comarcanos; las costumbres terribles
hombres regresaron. Aunque eran marinos, que siguen con sus cautivas –como utilizan a
«que por la estrella saben ir y venir»90, la espe- las mujeres «por mancebas» y «que los hijos
sura de la vegetación era tal que les había que en ellas han se los comen»– y cautivos
impedido ver el cielo… Chanca no comenta –«los onbres que pueden aver los que son
nada más, pero en cierto modo a través de esta vibos llévanselos a sus casas para hazer carne-
C h a n c a ,
lacónica frase hace un balance tremendo: el cería de ellos y los que han muertos luego se
bagaje cultural de los castellanos no iba a bas- los comen»93. A los muchachos les esterilizan y
tar para garantizarles la supervivencia en un les dejan crecer utilizándolos como mano de
medio natural espectacular pero tan diverso, y obra; solo cuando son adultos les gusta su
a veces agresivo. carne…
p r i m e r
35
y algunos muchachos que confirmaron sus –desde mi punto de vista encaminado a facili-
sospechas: sus habitantes eran indios Caribes. tar a Fonseca argumentos para aprobar la
Los restos encontrados –huesos y cráneos– esclavitud de los Caribes y otros indios antro-
eran señales inequívocas; no pudieron captu- pófagos– para dar cuenta del descubrimiento
rar hombres porque según supieron por las de Santa María Montserrat, Santa María la
mujeres cautivas, éstos estaban de salteo por Redonda y Santa María la Antigua. La descrip-
e s p í a
las otras islas. Entonces, la agudeza de Chanca ción contiene los mismos elementos de las
resalta una cuestión: «de allí conoçimos cuales anteriores, es decir, referencias espacio tempo-
heran caribes de las mugeres e cuales no»91, a rales: tardaron un día, por la calma, en llegar
través de su aderezo e indumentaria. La capa- de Guadalupe a Montserrat, si bien había
cidad de relatar detalles distintivos que tiene el «doze leguas» o «esa tarde vimos otra»; por la
escritor empieza a aplicarla a los antropófagos; noche, detectaron un fondo bajo, así que espe-
e n
quiere quizá enseñarnos, darnos los suficientes raron al amanecer y vieron una isla grande; etc.
elementos de juicio como para distinguirlos… No se detuvieron porque según las indias eran
ya veremos por qué. islas deshabitadas y además querían socorrer a A m é r i c a
los de La Española.
Seguidamente cuando habla de su organi-
zación señala cómo hay tres islas confedera- Después narra la llegada a San Martín, al
das, Taruqueira, Çeyre y Ayay. Como señala día siguiente a mediodía, «e pareçionos mucho
Varela Marcos Chanca «nos aporta al menos bien porque pareçia muy poblada según las
tres datos cartográficos sugerentes al nombrar muchas labranzas que en ella avía»94. Tomaron
Y así, Chanca, sin mayor explicación dedi- sobredicha partimos una madrugada, e aquel
ca un largo párrafo a las diferencias entre los día, antes que fuese noche ovimos vista de tie-
indios, apreciables a simple vista; baste un rra,, la cual tampoco hera conocida de ninguno
ejemplo «el ábito es que los de Caribe tienen el de los que avían venido el otro viaje, pero por
cavello muy largo, los otros son tresquila- las nuevas de las indias que traíamos sospe-
dos»96. Además, apostilla cómo en Cayre o
•
Chanca que expone o analiza desde una pers- tiones: Chanca testimonia que el Almirante no
pectiva que se le adivina, la de las posibles for- reconoce la costa oriental de La Española y se
mas de explotación. Pronto se fueron de San incluye entre quienes supusieron que la isla
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Martín para otra tierra «que pareçió a ojo»97 era Santo Domingo, pero acaba de decirnos
–no dice de quien (¿del Almirante?)– que esta- que los descubrimientos del Almirante en este
ba en la singladura que habían de hacer. Así segundo viaje transatlántico han terminado. Es
•
llegaron a una tierra grande y discontinua, decir, Colón desconoce la costa pero no la des-
cuarenta islones, «tierra muy alta y la más cubre… Solo hay una explicación posible para
A d e l a i d a
della pelada (…). Parescía tierra dispuesta para esta aparente contradicción: Martín Alonso
aver en ella metales»98. Pero como las indias Pinzón. Efectivamente, Varela Marcos escribe
dijeron que no estaba habitada, sólo una cara- cómo Colón no reconoció esta tierra «debido a
bela se acercó y vió chozas de pescadores, pro- no haber recorrido la costa Este de la Isla espa-
bablemente campamentos temporales. Se tra- ñola en el primer viaje, ni disponer de las car-
taba de Santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes. tas de Martín Alonso Pinzón»101.
El relato de Diego Álvarez nos deja des- Es decir, al sevillano no le extrañó que
pués en Puerto Rico, «llegamos a vista de otra Colón desconociera el litoral porque sabía que
isla llamada Burequen (otra vez el nombre éste había sido descubierto por Pinzón y tiene
indígena) cuya costa corrimos todo un día»99. a tal por descubridor ya que certifica justo
Calcularon –luego hubo ponderación común– antes que los descubrimientos del Almirante
que lo recorrido tenía unas treinta leguas; y era terminaban en Boriquén. ¿Quién habló a
una isla muy hermosa y fértil, a dónde los Chanca de las discrepancias Colón–Pinzón y
Caribes iban a saltear, es decir, poblado y por de lo descubierto por cada uno? Claramente
D i e g o
Y a partir de aquí, la Carta varía de conte- cado juego de fuerzas entre los caciques de la
nido y perspectiva, lógicamente. Vamos a ir isla: les dijo que iba al territorio de
viéndolo. Probablemente alguien –pudo ser Guacanagarí y que no se podía detener pero
Fonseca en Sevilla, pudo ser el Almirante les dio «unas cosillas», narra el sevillano, y con
durante el viaje, o ambos– informó a Chanca ellas se fueron. Llegaron hasta un puerto,
acerca de muchas cosas de la isla, puesto que el Monte Christi, donde permanecieron unos
Á l v a r e z
médico habla con familiaridad de sus grandes días orientándose, porque no acababa de ver
provincias, de Haití, Xamaná y Bohio, es decir bien el Almirante el lugar donde habían dejado
conocía la existencia de los cacicazgos y la divi- a la gente. En seguida se produce el primer
sión política de la isla. El propio Chanca se descubrimiento luctuoso: cuatro muertos, en
aventura a calcular, frente a la opinión de quie- dos lugares diferentes, uno de ellos con abun-
nes piensan en unas doscientas leguas de lon- dante barba, cuando los indios son lampiños…
gitud por la costa de largo, que tiene unas cien- Dos días después recorrieron las doce leguas
C h a n c a ,
to cincuenta. «Allá es ido (sic. Diego Márquez, que distaba aquel lugar de la Navidad, pero no
pero Chanca no lo dice) cuarenta días ha a bajaron a tierra. Dispararon dos lombardas
rodearla una carabela, la cual no es vendida para ver si los españoles del fuerte respondían
hasta oy»102. Si tenemos en cuenta que con las suyas, pero inútilmente.
Márquez salió el 7 de diciembre, sabremos que
el «oy» del Dr. Chanca es aproximadamente el Es fácil imaginar el clima interior del
17 de enero de 1494, algunos días antes de la Almirante; no sólo estaba en juego la vida de los
p r i m e r
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partida de Torres a Castilla, el 2 de febrero. treinta y tres hombres de la Navidad, sino que
estaba a punto de descubrir si lo que había expli-
Las primeras descripciones de Álvarez son cado a los Reyes acerca de sus pactos políticos
acerca del medio natural y su riqueza: cómo es con Guacanagarí y sus taínos era verdad. En teo-
la isla, «es tierra muy singular, donde ay infi- ría había pactado –y supongo que se puede dar
nitos ríos grandes e sierras grandes e valles por sentado que así lo explicó– un intercambio
e s p í a
grandes rasos, grandes montañas sospecho de servicios e información a cambio de defensa
que nunca se secan las yerbas en todo el y preeminencia para Guacanagarí en la lucha
año»103. Sin duda ha observado el grado de entre los cacicazgos por la hegemonía; los espa-
humedad ambiental; también se ha fijado en ñoles, de forma no muy consciente (más bien
otras cosas, como que es Navidad y se pueden pensaban que eran señores) habían quedado por
encontrar nidos de aves con huevos y pollue- naborías. ¿Qué habría sucedido? estaba claro
e n
los, de lo que deduce que no hay invierno. que los indicios no podían ser menos halagüe-
Luego describe algunas especies animales: ños. Al fin un emisario de Guacanagarí llega y
perros, hutías, lagartos y culebras; algunas conversa con Cristóbal Colón durante tres horas, A m é r i c a
aves… la perspectiva no es exclusivamente la detalla el cronista. A la pregunta por los cristia-
del científico curioso, sino la del inspector nos, contestó que estaban bien, aunque algunos
minucioso que tasa y valora posibilidades. muertos «de dolencia e otros de diferençia que
Pero los castellanos no se distraían del objeti- avia aconteçido entre ellos»105. Entonces les
vo: llegar al fuerte la Navidad. Chanca cuenta explicó que había habido un antagonismo arma-
de paso que soltaron uno de los indios que lle- do entre Guacanagarí y Canoabo y Mariení, y
varon en el primer viaje; que se murió un mari- aquel había resultado herido.
asomavan quexas que los cristianos, uno tenía pero nunca tanto como el diagnóstico médico de
tres mugeres, otro cuatro; donde creemos que Chanca. Sin él, Colón habría podido fingir que
el mal que les vino fue de çelos»107. no se había dado cuenta de que en realidad el
cacique taíno aliado había matado a sus hom-
Cristóbal Colón busca un lugar para poblar bres; habría podido salvar las apariencias. Quizá
•
y para ello envía una carabela; él, Chanca y comenzó aquí la enemistad con Chanca…
otros encuentran un emplazamiento que reúne
S a g a r r a
condiciones, pero está alejado de la mina de El relato del sevillano se fija después en
oro, y deciden no fundar allí la ciudad. A su otra importante cuestión: la fundación de La
regreso encuentran a los hombres que con Isabela, primera ciudad americana. Tras el
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Melchor Maldonado habían ido de exploración terrible contratiempo de la muerte de los hom-
en la carabela; habían descubierto una canoa bres y la desolación de Colón traicionado, la
desde la que se dirigió a ellos un hermano de regionalización va a proseguir de otra manera,
•
Guacanagarí que les rogó fueran al poblado de sin alianza con los taínos, si bien tampoco
éste, a lo que accedieron. Allí mantuvieron una hubo represalias. Se eligió el lugar, acto esen-
A d e l a i d a
D i e g o
nos rasgos, aun los más exteriores, por ejemplo perspectiva médica; no deja de nombrar la
cuando dice, hablando del ají o los ages «de los canela, los mirabolanos cetrinos y verdaderos,
cuales fazemos acá muchas maneras de manja- una almáciga de calidad.
res de cualquier manera» si bien en seguida se
excusa diciendo cómo han pasado tales priva- Luego explica que desconocen el hierro y
ciones que cualquier cosa parece un manjar. reconoce su pericia para labrar hachas y
Á l v a r e z
Además, hace una interesante distinción «a este hachuelas «hechas de piedra tan gentiles y tan
age llaman los de Caribe nabi e los indios labradas que es maravilla como sin fierro se
hage»115, como si los Caribes no fueran indios, pueden hazer»121. Pero su admiración declina
como si se tratara de dos status ontológicos ante algunos descubrimientos acerca de lo que
diversos, como excluyendo ya Chanca, por pro- comen: habla de la yuca mandioca, el axí, el
pia iniciativa, a los Caribes de entre esos indios a pescado, y unos granos «como avellanas» las
los que la Reina dirá que hay que bien tratar… aves, culebras, lagartos y arañas nos dice don
C h a n c a ,
Diego, antes de concluir, crudamente «ansí me
Habla también la Carta de la riqueza aurí- pareçe es mayor su bestialidad que de ninguna
fera de Niti y el Cibao, y de cómo aún no se bestia del mundo»122. Escalofriante juicio de
han podido realizar entradas por el volumen valor por parte del médico. Nótese que lo ha
de trabajo y la epidemia: «porque la gente a escrito –como siempre que pondera y determi-
adoleçido en cuatro o çinco días el terçio na– en primera persona del singular, de manera
della»116. Y luego expone su visión religiosa: en que así su afirmación es especialmente punzan-
p r i m e r
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cuanto haya intérpretes ve muchas posibilida- te. Naturalmente, hay una cuestión inevitable:
des de conversión. Y una vez más, discreta- cuando dice que los indios tienen mayor bestia-
mente, aparece el Chanca particular, con inicia- lidad que todas las bestias, implícitamente ¿está
tivas propias, interesándose por cuestiones asegurando que no son personas? Además,
concretas, actuando por libre; cuando habla de habla de indios, es decir, taínos, no de los
sus ídolos escribe «yo les he preguntado qué es Caribes, claramente desnaturalizados por su
e s p í a
aquello, dizenme que es cosa de Turey que antropofagia. Este hecho –que se pronuncie res-
quiere decir cielo»117 y luego detalla cómo tiró pecto a la bestialidad/humanidad de los natu-
los cemíes al fuego y cómo lloraban «pero ansí rales ¿quiere decir que éste –recoger elementos
piensan que cuanto nosotros trahemos que es de juicio acerca del status ontológico de los
cosa del cielo que a todo llaman turey»118. indios– era uno de sus cometidos? Tal vez.
e n
Por último, dedica un apartado a la flora, y Por último, Chanca habla de las expedicio-
en él analiza una serie de especies vegetales, nes al interior de Hojeda y Gorbalán, dos hom-
pero –eso sí– todas ellas de buen aprovecha- bres de Fonseca. Ya he llamado la atención acer- A m é r i c a
miento económico, por más que haya quienes ca del hecho singular de que el sevillano no
vean en Chanca un botánico idealista. Y así mencione sus nombres cuando esto sería tan
describe un árbol que da lana «tal que los que significativo para don Juan. El caso es que el
abriendo la tierra con sus aperos encontrarán Desde mi punto de vista y a manera de reca-
más oro, Chanca sigue hablando de la expedi- pitulación creo que se puede decir que la fun-
ción de reconocimiento a Niti y dice «traxo tam- ción informadora de Diego Álvarez Chanca se
bién nueva de mucho oro en tres o cuatro par- ceñía a las siguientes cuestiones: dar la posición
tes,, ansimesmo traxo muestra d’ello»125. Así que exacta de las tierras descubiertas desde el meri-
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concluye con rotundidad «ansí que de çierto los diano del Hierro conforme a la cuenta de los
Reyes, nuestros Señores, desde agora se pueden pilotos castellanos, para la negociación con
S a g a r r a
tener por los más prósperos e más ricos Portugal. Describir las islas descubiertas por el
Príncipes del mundo porque tal cosa fasta agora Almirante, con referencias espacio temporales,
no se a visto»126. Es decir, que después de su tes- aunque fueran bastante imprecisas, y elementos
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timonio los monarcas pueden tener una certeza característicos y distintivos, de forma que fue-
que antes no tenían –nuevamente Cristóbal ran localizables, llegado el caso de tener que uti-
Colón en entredicho– de las increíbles pero lizar la baza política tierras descubiertas/tierras
•
demostradas riquezas que son suyas. no descubiertas por Cristóbal Colón. Informar
acerca de los indígenas, especialmente de la dis-
A d e l a i d a