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Título: El derecho al trabajo digno de las personas con discapacidad


Autor: Monasterio Figueroa, Rodrigo
Publicado en: RDF 2017-IV, 08/08/2017, 193
Cita: TR LALEY AR/DOC/3809/2017
Sumario: I. Hechos.— II. Aclaración preliminar. Terminología.— III. El fallo: ejes temáticos.— IV. La
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.— V. Discriminación a las personas con
discapacidad.— VI. La vía de amparo y la protección al trabajador.— VII. Conclusión
(*)

I. Hechos
La Municipalidad de Santa Fe interpuso un recurso de apelación en contra de la sentencia de grado que hizo
lugar a la acción de amparo promovida por una empleada con discapacidad perteneciente al agrupamiento de
personal no permanente, que reclamaba se le reconozca el derecho al trabajo en condiciones dignas, por cuanto
la modalidad laboral no poseía estabilidad y se le negaba el derecho a asociarse, lo que tenía como consecuencia
el no ser representada por el sindicato y de tal forma no era tenida en cuenta al momento de los acuerdos
paritarios para incorporación del personal a planta permanente.
La quejosa funda su agravio en la incompetencia del fuero laboral —proclamando la competencia
contencioso administrativa— y de la vía de amparo intentada, agraviándose también de que, ante el silencio de
la amparista, el reclamo se encontraría caduco, y que para acceder al empleo público se deben cumplir
previamente ciertos requisitos de ingreso. La alzada rechazó el recurso.
II. Aclaración preliminar - Terminología
Entiendo procedente realizar algunas aclaraciones respecto de la terminología a utilizar: la terminología y
definición sobre discapacidad ha sufrido muchos cambios, ya no se utilizan términos como "minusválidos",
"incapacitados", "persona discapacitada", "discapacitado", "persona con necesidades especiales", todos ellos son
eufemismos y formas de eludir un concepto claro (1), como es el dispuesto por la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada por nuestro país mediante ley 26.378, y con jerarquía
constitucional a partir de diciembre del año 2014, que dispuso que el término adecuado para referirse a este
grupo de la población sea personas con discapacidad (PCD) o personas en situación de discapacidad, por tanto,
su utilización se considera el único correcto a nivel mundial, poniendo el acento en que ante todo se trata de una
persona, debiendo tener en cuenta que es importante referirnos a su discapacidad sólo cuando esto sea
pertinente, evitando de esta manera reforzar una imagen de las personas con discapacidad distorsionada, que
quita los rasgos de individualidad y las percibe sólo en relación a su discapacidad.
III. El fallo: ejes temáticos
Como veremos, el fallo en cuestión tiene dos ejes temáticos: el primero, referente a la competencia del fuero
laboral frente a la competencia contencioso-administrativa y la vía de amparo elegida por la trabajadora; el
segundo, y sobre el que me voy a explayar, es respecto de la inclusión laboral —y protección— de las personas
con discapacidad y los requisitos de ingreso, ello sin perjuicio de que la temática de la protección de las PCD es
transversal a toda la resolución de Cámara, por cuanto la inteligencia de la Constitución Nacional y los tratados
con jerarquía constitucional del art. 75, inc. 22, la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad —de rango constitucional conforme ley 27.044— y la Convención Interamericana para la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad alcanza al fallo en su
conjunto.
IV. La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
El punto de partida nos lleva a la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (en
adelante PCD) y el cambio total de paradigma que representa, toda vez que cuestiona la perspectiva
asistencialista, propia del modelo médico, que reproducía una visión parcial y estigmatizante de las PCD y da
lugar al modelo social de la discapacidad, el que las reconoce como sujetos de derechos y pone al contexto
social como un factor clave para determinar el grado de participación e integración del colectivo.
Se coloca así a la discapacidad como una característica más dentro de la diversidad que existe entre las
personas, y no como un limitante que define la vida de una persona, condenándola a la discriminación y a la
exclusión social, por tal motivo sienta sus bases en los derechos humanos, la igualdad de oportunidades y la no
discriminación.
No resulta en vano recordar que la CDPD se constituye como el primer tratado de consenso universal que
importa la especificación concreta de los derechos de las personas con discapacidad desde la perspectiva de

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derechos humanos, deja de considerar a las PCD como portadoras de una patología que las "discapacita" y ubica
"el problema" en el escenario social, inadecuadamente preparado para el pleno desarrollo de la persona con
discapacidad (2).
En este sentido, el Preámbulo de la Convención señala que "...la discapacidad es un concepto que
evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y
al entorno, que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las
demás", y que el art. 1º menciona que "El propósito de la presente Convención es promover, proteger y asegurar
el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas
las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente.", por lo que es obligación del
Estado amparar, promover y asegurar estos derechos.
Precisamente en esta obligación del Estado de amparar y promover los derechos, juntamente con el contexto
social como elemento clave para asegurar la integración y participación del colectivo, es donde entra en juego la
ley 25.280, que aprueba la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra las Personas con Discapacidad y también la ley 23.592, ya que el no reconocimiento del
derecho a acceder a la estabilidad contradice al art. 2º de la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad al afectar la "igualdad de condiciones", ello, claro está, con la aplicación de los "ajustes
razonables" a favor de la PCD.
V. Discriminación a las personas con discapacidad
Siguiendo la definición propuesta por INADI en una publicación sobre discapacidad y no discriminación (3),
diré que las prácticas discriminatorias conllevan una forma social de percibir la propia identidad como superior
en una realidad donde lo diferente se percibe como deficitario y/o potencialmente peligroso respecto del patrón
social de "normalidad" establecido.
Las personas con discapacidad no son ajenas a la discriminación y esto se evidencia en dos actitudes
frecuentes que suele tener la sociedad para con ellas. Por un lado, se suele adoptar una visión parcial del
colectivo, que se caracteriza por reducir al sujeto a las dificultades o limitaciones permanentes que tiene para el
ejercicio de determinadas actividades. Por otro lado, directamente se las niega o invisibiliza, excluyéndolas de la
vida social. Ambas actitudes encuentran su fundamento en el modelo médico o rehabilitador hegemónico, que
aborda la discapacidad como una enfermedad o problema de salud que puede curarse o repararse para volver al
estado de "normalidad" aceptable. En esta línea, se asume una posición asistencialista para las personas con
discapacidad, negándoles posibilidad alguna de autonomía.
De esta definición quiero extraer una cuestión que considero fundamental para entender la decisión judicial:
la negación o invisibilización de la persona con discapacidad, por cuanto debemos tener en cuenta que la
modalidad contractual utilizada reviste una total contradicción con el principio de estabilidad en el empleo
público, negándole derechos fundamentales al empleado, tal como surge de la lectura del art. 15 de la ley 9286
de la provincia de Santa Fe (4): incs. a) estabilidad, e) igualdad de oportunidades en la carrera, f) capacitación, h)
asociarse, m) traslados y permutas, n) suministro de la indumentaria indispensable para el desempeño de sus
funciones en la cantidad y forma que en cada caso se reglamente.
Asimismo, debemos tener en cuenta que se vulnera el derecho al trabajo y condiciones dignas de labor, por
cuanto, al carecer de representación sindical, la trabajadora "no es tenida en cuenta en los acuerdos paritarios de
incorporación de personal a la planta permanente de la demandada", lo cual me lleva a razonar respecto del
argumento de la demandada que "el mecanismo de ingreso a la Administración Pública municipal lo es sólo a
través de concursos abiertos...", puesto que la pregunta que queda rondando es simple: si el agente posee
idoneidad y concursa por el cargo, ¿para qué necesitaría una representación sindical que "acuerde" su
incorporación a la planta permanente?, más aún si ya está cumpliendo funciones, entendiendo que en forma
idónea por cuanto en ningún momento se dice lo contrario, ¿por qué continúa en una situación de revista que
contraría el derecho a la estabilidad del empleado público?
Párrafo aparte, merece mención el hecho de que el cupo al que se hace referencia debiera de ser un piso
mínimo, nunca un techo, por cuanto lo que pretende la norma es compensar la desigualdad existente en el
acceso al empleo público por parte de las PCD, precisamente por ello es que el art. 2º de la CDPCD menciona
los "ajustes razonables", definiéndolos como "las modificaciones y adaptaciones necesarias y adecuadas que no
impongan una carga desproporcionada o indebida, cuando se requieran en un caso particular, para garantizar a
las personas con discapacidad el goce o ejercicio, en igualdad de condiciones con las demás, de todos los
derechos humanos y libertades fundamentales", mas la realidad diaria nos demuestra que en muchos casos ni
siquiera ese cupo mínimo se encuentra cubierto. Así, en la provincia de Salta el municipio no da cumplimiento
con el cupo (5), o en el caso de la provincia de Buenos Aires, donde un informe del Defensor del Pueblo de la

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Nación denunciaba que ningún órgano del gobierno provincial o municipal cumplía para el año 2015 con ese
cupo (6), cupo que a nivel nacional se encuentra inserto en el art. 8º de la ley 22.431 (7), el que, modificado por
la ley 25.689, prescribe que el porcentaje del 4% será de cumplimiento obligatorio, cualquiera sea la modalidad
de contratación, y que las vacantes que se produzcan deberán prioritariamente reservarse a la personas con
discapacidad que acrediten condiciones para el puesto a cubrir, vacantes que deben ser obligatoriamente
informadas juntamente con el perfil del puesto a cubrir, determinando, incluso, que si el ente que efectúa la
convocatoria no posee relevamiento de la cantidad de cargos cubiertos por PCD, se considerará que incumple el
4% y los postulantes con discapacidad podrán hacer valer de pleno derecho su prioridad de ingreso a igualdad
de mérito; similar normativa existe a nivel provincial y municipal: Catamarca (8), Santa Fe (9), Municipalidad de
Salta (10), Tucumán (11), por citar algunas.
VI. La vía de amparo y la protección al trabajador
No es ocioso recordar aquí que la Constitución de la provincia de Santa Fe del año 1921 se constituyó como
una de las pioneras en abrazar los principios del constitucionalismo social, como sólo lo habían hecho México
en 1917 y Alemania en 1919 (12), reconociendo el derecho al trabajo (13) y la estabilidad en el empleo público
—art. 15 (14) — con expresa mención de normas tuitivas del trabajador, tales como propender a mejorar las
condiciones de vida; la protección de la producción, la cooperación, la mutualidad y el ahorro; fijación de
jornada máxima de labor y el salario mínimo; reglamentación del trabajo de mujeres y menores; asegurar la
higiene en los lugares de trabajo y propender al establecimiento de cámaras de arbitraje con participación
patronal y obrera —art. 28 (15) —, con lo cual, aun cuando ella fue dejada sin efecto en el año 1935 por la
intervención federal de Agustín Justo, sirve como base para interpretar adecuadamente que la protección y
reconocimiento de derechos al trabajador reconoce su fuente hace más de 80 años en la provincia de Santa Fe.
Una cuestión que resulta de total relevancia también es que en el presente fallo no está en discusión el
derecho al trabajo, puesto que la actora ya lo posee, pero en forma menguada, al vedársele ciertos derechos que
son fundamentales, sino que la amparista reclama el derecho a laborar en condiciones dignas y aquí es donde se
ve con gran claridad la transversalidad a la que aludí en el punto 2, puesto que entra en juego la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad; la Convención Interamericana para la Eliminación de
Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad, los arts. 14 bis y 43 de la CN; el art.
17 de la Constitución de la Provincia de Santa Fe, debiéndose efectuar un "diálogo entre las fuentes" con la
finalidad última de tornar operativos los derechos y garantías. Así, es posible representarnos el "dialogar" de los
principios fundamentales que emergen de la CN —el reconocimiento del pleno goce y ejercicio de los derechos
que corresponden a las "personas con discapacidad" (art. 75, inc. 23, in fine)— y de los tratados internacionales
(art. 75, inc. 22), junto con las normativas infraconstitucionales.
Asimismo, encontrándose en pugna la inteligencia de la Constitución Nacional y los tratados ratificados por
nuestro país, cabe recordar que al ser difuso "El control de constitucionalidad (y convencionalidad) de las leyes
que compete a todos los jueces y, de manera especial, a la Corte Suprema, en los casos concretos sometidos a su
conocimiento en causa judicial, no se limita a la función en cierta forma negativa, de descalificar una norma por
lesionar principios de la Ley Fundamental, sino que se extiende positivamente a la tarea de interpretar las leyes
con fecundo y auténtico sentido constitucional en tanto la letra o el espíritu de aquéllas lo permite (cfr. Corte
Sup., Fallos 308:647, consid. 8 y sus citas; consid. 20 del voto del Dr. Carlos S. Fayt, 22/12/1994, 'Manauta,
Juan J. y otros v. Embajada de la Federación Rusa', DT, LV, ps. 643/55)", siendo interesante aquí recordar que a
partir del año 2004, en el caso "Banco Comercial Finanzas" (16), la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó
de lado su anterior jurisprudencia y admitió el control oficioso de constitucionalidad.
De tal forma, sostuvo que la cuestión de constitucionalidad no es una cuestión de hecho sino de derecho, le
incumbe al juez la debida aplicación del derecho, y en esa selección se mueve a tenor del adagio "iura novit
curia": el juez suple el derecho que las partes no le invocan o que le invocan erróneamente.
En otras palabras: el juez depende de las partes en lo que tiene que fallar, pero no en cómo debe fallar, por
eso el control de constitucionalidad de normas y actos que están implicados en el derecho aplicable a la causa
debe ser efectuado por el juez en la misma causa sin necesidad de petitorio de parte interesada.
Existe una doctrina mucho más reciente de la Corte en este punto que data de noviembre de 2012 en los
autos "Rodríguez Pereyra, Jorge L. v. Ejército Argentino" (17). La Corte Suprema de Justicia de la Nación
admite la posibilidad de que los jueces puedan declarar de oficio la inconstitucionalidad de una ley, a partir de
esta doctrina, el Máximo Tribunal de la Nación y los tribunales inferiores podrán —en el marco de su
jurisdicción— declarar la inconstitucionalidad de leyes federales, nacionales o locales, decretos de necesidad y
urgencia, decretos delegados, reglamentarios y autónomos, así como de resoluciones administrativas y actos
jurídicos aunque no existiera petición de las partes.

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Bidart Campos (18) considera que el magistrado no puede cerrar los ojos y aplicar la norma
infraconstitucional violatoria de la Constitución y los tratados de derechos humanos de igual rango cuando las
partes no han hecho el planteo en el proceso, ello equivale a admitir que la fuerza normativa de la Constitución
debería ceder ante la inacción de los litigantes, cuando incumbe al juez resguardar la supremacía de la
Constitución (art. 31 de la CN) y que, tratándose de una cuestión de derecho, corresponde por aplicación del
principio "iura novit curia" declarar la inconstitucionalidad de oficio.
Para finalizar lo referente a la supremacía constitucional, el control de constitucionalidad y
convencionalidad, a modo de reflexión final cabe traer a palestra las palabras del juez Marshall en "Marbury v.
Madison" donde dijo que "hay sólo dos alternativas demasiado claras para ser discutidas: o la Constitución
controla cualquier ley contraria a aquélla, o la Legislatura puede alterar la Constitución mediante una ley
ordinaria. Entre tales alternativas no hay términos medios: o la Constitución es ley suprema, inalterable por
medios ordinarios; o se encuentra en el mismo nivel que las leyes y de tal modo, como cualquiera de ellas,
puede reformarse o dejarse sin efecto. Si es cierta la primera alternativa, entonces una ley contraria a la
Constitución no es ley; si en cambio es verdadera la segunda, entonces las Constituciones escritas son absurdos
intentos del pueblo para limitar un poder ilimitable por naturaleza"
Ahora bien, ¿cuál es la vía pertinente para obtener una efectiva y oportuna protección de los derechos?
Coincido plenamente con el Dr. Coppoletta: "Si negamos la procedencia del recurso de amparo para proteger el
derecho fundamental, entonces va a ser muy difícil justificar su procedencia en cualquier otro caso"
Lo antes dicho encuentra su reconocimiento jurisprudencial, así: "Cabe hacer lugar a la acción de amparo
impetrada por una persona discapacitada contra el Estado Nacional a fin de que se la incorpore a la planta
permanente de empleados públicos en cualquier organismo público, pues la falta de reglamentación por parte
del Poder Ejecutivo Nacional del art. 8º de la ley 22.431 (Adla, XLI-A-230) posee aptitud para violentar los
derechos constitucionales del amparista, y la pública manifestación en el sentido de existencia de excedente de
reservas en el erario público impide vincular este accionar omisivo a razones de emergencia presupuestaria o
financiera" (19). También: "Corresponde hacer lugar a la acción de amparo impetrada por un discapacitado a fin
de que se le reconozca su derecho a ingresar a la Administración Pública provincial pues, el obrar
administrativo resulta arbitrario en forma manifiesta en tanto, a pesar de la existencia de un cargo vacante, la
propuesta de designación por parte de la autoridad competente y el certificado de discapacidad, omitió solicitar
a la junta médica que se expida respecto de las condiciones de idoneidad del actor para cumplir las tareas que
involucran el ejercicio del cargo e informar sobre la cobertura del cupo establecido en el art. 8º de la ley 10.592
de la provincia de Buenos Aires" (20).
VII. Conclusión
El derecho al trabajo por parte de las PCD cuenta, por medio del cupo, con un amplio reconocimiento
normativo en los niveles nacional, provincial y municipal. También se debe mencionar el nuevo Régimen
Federal de Empleo Protegido para personas con Discapacidad (ley 26.816), cuya finalidad es lograr una debida
inserción laboral, teniendo en cuenta, por un lado, las condiciones psicofísicas de la persona con discapacidad y,
por el otro, las reales posibilidades de dicha persona para poder ingresar al mercado laboral. Sin embargo, el
problema radica en lograr su operatividad, esto es, arbitrar los medios para que estos derechos que tienen
reconocimiento legislativo sean efectivamente ejercidos y gozados por aquellos a quienes buscan proteger. Por
ello entiendo que la decisión del sentenciante de habilitar la vía de acción de amparo para entender respecto del
derecho al trabajo digno y en igualdad de condiciones de la amparista no hizo sino reconocer un derecho
humano fundamental de naturaleza constitucional y supranacional como es la tutela judicial efectiva (art. 10 de
la Declaración Universal de Derechos Humanos —ONU, París, 1948—; art. XVIII de la Declaración Americana
de Derechos Humanos —OEA, Bogotá, 1948—, art. 2.3 —aparts. a], b] y c]— del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos —ONU, 1966—; art. 8º de la Convención Americana de Derechos Humanos
—San José, Costa Rica, 1969—; arts. 14, 16, 18, 43 y 75.22 de la CN; 15 de la Const. de la Provincia de
Buenos Aires, entre otros) a una persona con vulnerabilidad —Reglas 1, 4, 7, 8 y 25 de las 100 Reglas de
Brasilia—, la cual es una norma imperativa de derecho internacional (21) que implica que los Estados no deben
interponer obstáculos a las personas que acudan a los jueces o tribunales con el fin de que sus derechos sean
determinados o protegidos (22).
(*) Abogado egresado de la Universidad Nacional de Catamarca. Asesor legal del Ministerio de Salud de la
Provincia de Catamarca. Integrante del Equipo Técnico de la Dirección Provincial de Asistencia Integral a
Personas con Discapacidad del Ministerio de Salud. Adscripto a la Cátedra de Derecho Civil I de la Universidad
Nacional de Catamarca.
(1) Rosales, Pablo O. (comp.), Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ley

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26.378) Comentada, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2012, p. 20.


(2) Herrera, Marisa - Caramelo, Gustavo - Picasso, Sebastián, Código Civil y Comercial de la Nación
comentado, Infojus, Buenos Aires, p. 79.
(3) Buján, Javier A. (dir.), Discapacidad y no discriminación, 1ª ed., INADI, Buenos Aires, 2016, ps. 1 y ss.
(4) "Art. 15.— El personal de las municipalidades y comunas de la provincia de Santa Fe, tiene derecho a:
a) Estabilidad. b) Retribución justa. c) Compensaciones, subsidios o indemnizaciones. d) Menciones y premios.
e) Igualdad de oportunidades en la carrera. f) Capacitación. g) Licencias, justificaciones y franquicias. h)
Asociarse. i) Asistencia social del agente y su familia. j) Interponer recursos. k) Reingreso. l) Renunciar al
cargo. ll) Permanencia y beneficios para la jubilación o retiro. m) Traslados y permutas. n) Suministro de la
indumentaria indispensable para el desempeño de sus funciones en la cantidad y forma que en cada caso se
reglamente. ñ) Peticionar a la autoridad. De los derechos enunciados sólo alcanzarán al personal no permanente
los comprendidos en los incs. b), c), d), g), i), j), k), 1), I1) y ñ) con las salvedades establecidas en cada caso".
(5)
www.eltribuno.info/salta/nota/2014-11-30-0-26-0-incorporan-discapacitados-pero-les-exigen-capacitacion.
(6) www.eldia.com/nota/2016-3-24-no-cumplen-con-el-cupo-laboral-de-discapacitados.
(7) Cuyo objetivo es instaurar "un sistema de protección integral de las personas discapacitadas, tendiente a
asegurar a éstas su atención médica, su educación y su seguridad social, así como a concederles las franquicias y
estímulos que permitan en lo posible neutralizar la desventaja que la discapacidad les provoca y les den
oportunidad, mediante su esfuerzo, de desempeñar en la comunidad un rol equivalente al que ejercen las
personas normales" (art. 1º).
(8) Art. 13 de la ley 4848.
(9) Art. 8º de la ley 9325.
(10) Ordenanza 13.086.
(11) Art. 10 de la ley 6830.
(12) Blando, Oscar M. - Defante, Oscar F., La Constitución de 1921: la verdadera Constitución progresista
de Santa Fe, Laborde, Rosario, 2014, ps. 22 y 23.
(13) Boassof, Pedro A., "La Constitución santafesina de 1921 un conflicto institucional olvidado",
www.p3.usal.edu.ar/index.php/iushistoria/article/view/1441/1853.
(14) "Ningún empleado de la provincia o de las municipalidades con más de un año consecutivo de
servicio, podrá ser separado de su cargo mientras dure su buena conducta, su aptitud física y su contracción
eficiente para la función encomendada, a excepción de aquéllos para cuyo nombramiento o cesantía se haya
previsto por esta Constitución o por las leyes respectivas, normas especiales. La ley reglamentará esta garantía y
determinará las bases y tribunales administrativos para regular los ascensos, remociones y traslados".
(15) "El Estado, por medio de una legislación adecuada, propenderá a mejorar las condiciones de vida y de
subsistencia social, fomentando y protegiendo la producción, la cooperación, la mutualidad y el ahorro;
proveyendo a la comodidad, salud, seguridad y bienestar general de los obreros; fijando la jornada máxima de
trabajo y el salario mínimo; asegurando la higiene de los talleres y las fábricas; destinando una parte de la renta
fiscal para la construcción de casas para obreros; reglamentando el trabajo de las mujeres y menores y
estableciendo cámaras de arbitraje, de las que formarán parte representantes de asociaciones patronales y
gremiales legalmente autorizadas para resolver los conflictos suscitados entre patrones y obreros".
(16) "Banco Comercial de Finanzas s/quiebra" (Corte Sup., 19/8/2004).
(17) "Rodríguez Pereyra, Jorge L. y otra v. Ejército Argentino s/daños y perjuicios", R. 401. XLIII,
27/11/2012.
(18) Bidart Campos, G., El derecho de la Constitución y su fuerza normativa, Ediar, Buenos Aires, ps.
423/427.
(19) Juzg. Fed. n. 1 Mar del Plata, 14/5/2008, "Lescano, Raquel v. Estado Nacional Argentino", Supl.
Const. 2008 (octubre), p. 70, LL 2008-F-187, AR/JUR/6782/2008.
(20) Juzg. Cont. Adm. n. 1 La Plata, 8/6/2007, "T. M., J. M. y otro/a v. Ministerio de Salud", LL Online
AR/JUR/3324/2007.
(21) CIDH, caso "Anzualdo Castro v. Perú", Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas,
sentencia del 22/9/2009, apartado 125.

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(22) CIDH, caso "TiuTojín v. Guatemala", Fondo, Reparaciones y Costas, en su sentencia del 26/11/2008,
apartado 95.

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