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LAS SUFFRAGETTES, UNA IRRUPCIÓN FEMENINA EN EL ESPACIO

PÚBLICO INGLÉS DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

Virginia Lazzari1
Mariela Rayes2
U.N.S.

I. Introducción

La dualidad espacio público-espacio privado constituye una de las bases de la


política moderna. Según esta, la esfera privada, integrada por la combinación de
familia y propiedad, se sustrae por completo de los debates del espacio público ya
que no necesita dar cuenta de sí misma, aunque una no puede ser entendida sin
el otro. Esta conceptualización fue variando a lo largo de la historia y, con ella, las
relaciones entre los dos términos.
Celia Amorós (1994:1) realiza un análisis de género de dichos espacios y los
define como “… una invariante estructural que articula las sociedades
jerarquizando los espacios: el espacio que se adjudica al hombre y el que se
adjudica a la mujer”. La autora plantea una oposición a lo largo de la historia entre
“espacio de los pares” y “espacio de las idénticas” para resaltar la distinción que
organiza a hombres y mujeres, de manera asimétrica y no complementaria, en
tanto seres esencialmente diferentes.
Este trabajo constituye un primer análisis -desde la perspectiva de género3- del
movimiento de las denominadas suffragettes4. En la Inglaterra de principios del
XX, ellas protagonizan una intervención sin precedentes en el mundo de lo público
con el fin de impulsar a la opinión pública a tomar posiciones en torno al sufragio
femenino y lograr de esta forma su objetivo: el acceso de las mujeres al ágora, en
igualdad de condiciones con los hombres. La conquista del espacio público -y con
él la de la ciudadanía plena- es relevante no solo por ser este el espacio de la

1
vikylazzari@hotmail.com
2
marirayes@yahoo.com.ar
3
Se entiende por género las características y roles psicológicos y socioculturales que se
atribuyen a cada uno de los sexos en determinados momentos históricos, tomando
distancia de las nociones que equiparan ser mujer u hombre a categorías biológicas
(Gamba, 2007).
4
Nombre con cierta carga despectiva dado inicialmente por el periódico Daily Mail en
1906 a las integrantes de la Unión Social y Política de las Mujeres (Women’s Social and
Political Union).

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competencia, el reconocimiento social y la identificación de sujetos claramente
reconocibles, sino también porque, concluye Andía Perez (2007:2), “… (en él) se
produce el principio de individuación como categoría ontológica y política”.
Lideradas por Emmeline Pankhurst (1858-1928) y sus hijas -Christabel y Sylvia-
despliegan tanto un discurso como una serie de prácticas militantes5 que resultan
disruptivas para el orden patriarcal victoriano. Estas son reconstruidas en base a
su autobiografía, My own Story, escrita en el año 1914, constituyendo un aporte
original su traducción de la lengua inglesa. En primera instancia, es necesario
establecer las constantes con respecto al movimiento feminista que le antecedió,
es decir la denominada Primer Oleada Feminista, durante la segunda mitad del
siglo XIX y -por último- algunas de las repercusiones que suscitan.

II. Sufragismo de primera ola vs. Sufragismo radical

En el espacio privado -el reservado a las mujeres- las actividades que se


desarrollan son las menos estimadas socialmente, cualesquiera fueran estas, son
invisibles y por tanto no son objeto de valoración pública ni se construyen
individualidades. Según Amorós (1994:3), éste es “el ámbito de la
indiscernibilidad” o “espacio de las idénticas” dado que “… es un espacio en el
cual no hay nada sustantivo que repartir en cuanto a poder ni en cuanto a
prestigio ni en cuanto a reconocimiento, porque son las mujeres las repartidas ya
en este espacio”. Cada una de ellas es sustituible, intercambiable por otra que
cumpla su mismo rol y se integran en masas anónimas, donde no hay posibilidad
de recortar individualidades. El siglo XIX identifica y refuerza al espacio privado
con la privacidad de la burguesía, el lugar de la familia nuclear, en el que se cobija
lo íntimo. La función de las mujeres, por lo tanto, será la de guardiana y reina del
hogar para disfrute de su familia. Mientras el hombre halla ahí su plenitud porque
es el complemento perfecto para su vida pública y donde encuentra su realización
personal, para ellas es sinónimo de confinamiento.
Podría decirse, entonces, que el espacio público de la modernidad, teorizado
por la Ilustración, es el de los pares ya que está conformado por individuos
iguales, no con motivo de sus habilidades y fortunas sino en tanto todos son
sujetos de derecho, firmantes de aquel contrato social originario y parte

5
En base a la originalidad de su accionar algunos autores identifican a las suffragettes con
el adjetivo de “sufragismo militante”, diferenciándolas de las sufragistas moderadas “no
militantes”. Ver: Vicinus (1982: 209-222) y Harrison (1982).

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integrante de esa comunidad política de la que participan. Ciertamente, esta se
fue ampliando a lo largo de la historia en una dinámica universalizadora, pero
para el periodo estudiado, las mujeres aún no integran dicha comunidad de
iguales porque están “cubiertas” bajo la autoridad masculina, en el seno familiar.
Su lucha por la integración en términos de igualdad legal, como sujetos del
contrato social, será larga y trabajosa y uno de sus capítulos más radicalizados es
el protagonizado por las suffragettes.
La Unión Social y Política de las Mujeres (WSPU por sus siglas en inglés),
fundada en 1903 en la cuidad de Manchester, adquiere especial relevancia por
diferenciarse en varios aspectos del movimiento sufragista conocido hasta
entonces, vital desde la segunda mitad del siglo XIX. Ahora bien, ¿qué
características tiene ese primer sufragismo? Se puede describir como
marcadamente burgués, moderado, liberal y con una cierta presencia en el seno
de la opinión pública de la época6. La acción sufragista iniciada en el último cuarto
del siglo XIX toma cuerpo en una serie de asociaciones que organizan meetings
públicos, elevan peticiones al Parlamento y publican ensayos en periódicos y
revistas que van en aumento, aunque su alcance aún está limitado a una capa de
los sectores medios cultos, integrada por hombres de profesiones liberales,
pastores de las diversas disidencias religiosas y mujeres educadas. Se trata de una
minoría culta y liberal, asociada a una serie de reformas sociales como el
abolicionismo y la reforma educativa. De este modo, el movimiento por los
derechos de las mujeres, integrado por ambos géneros, hace su aparición en un
espacio de discusión novedoso para ellas, aunque minoritario, dada su
pertenencia social a una burguesía ilustrada.
La WSPU cuenta tanto con rasgos por completo innovadores como con otros
que comparte con las asociaciones sufragistas liberales contemporáneas. En lo
que respecta a estos últimos también edita sus propias publicaciones, The

6
Siguiendo a Habermas en su conceptualización sobre la opinión pública, podemos
sostener que esta nace, como esfera independizada del poder político, en Inglaterra, a
finales del siglo XVII, en torno a los salones de café donde la aristocracia coincide con la
intelectualidad burguesa en discusiones sobre arte, economía y, posteriormente, política.
Es en este ámbito donde se genera un espacio para la participación, la opinión y el debate
sobre las cuestiones inherentes al poder político en general y en particular sobre la
denominada “cuestión de la mujer”. En torno al tema comienzan a levantarse algunas
voces para cuestionar los imperativos restrictivos que sobre ella tiene el modelo burgués.
En él ocuparon un lugar destacado -tanto hombres como mujeres- intelectuales, políticos,
científicos y militantes de diversas campañas por la ampliación de derechos civiles y
políticos que incluyen la educación formal, el ejercicio de profesiones liberales, el libre
acceso a la propiedad y el derecho a voto, especialmente para las mujeres de la burguesía.

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Suffragette y Votes for Women, que constituyen su voz en el espacio de la opinión
pública. Asimismo, el discurso de Emmeline Pankhurst comparte con el de sus
pares moderadas la importancia dada al lucimiento de las mujeres en diferentes
trabajos de exposición pública tales como los que ella misma ha realizado -
muchos de los cuales habían sido ganados mediante leyes recientes7-, a saber,
integrantes de las juntas de las workhouses, los consejos de educación y la
administración local. Los casos concretos de buen desempeño femenino en el
espacio público se vuelven emblemas del valor y utilidad de su presencia,
históricamente denegada y obstaculizada por considerarse propia de los hombres.
Retomando las ideas delineadas por Agra Romero, tanto la categoría de individuo
como la de ciudadano son masculinas; pero ellas “… acceden al mundo público
como mujeres” (en Pateman; 1995: XI), de ahí su necesidad permanente de dar
cuenta de sus dotes, de demostrar sus aptitudes para ser aceptadas como
ciudadanas. Por último, tanto las sufragistas como las suffragettes conciben su
lucha no como una imposición de sus intereses particulares -en tanto mujeres de
la burguesía o mujeres en general- sino que la defienden como un avance en el
camino del progreso general de su comunidad nacional y, por tanto, en beneficio
del interés colectivo. Pankhurst señala al rememorar esos años: “…si la civilización
iba a avanzar en el futuro, debía ser por medio de la ayuda de las mujeres,
mujeres liberadas de sus grilletes políticos, con plenos poderes para aplicar su
voluntad en la sociedad” (1914: 35). De este modo, presentan su reclamo como
de interés común, propio de lo público, en contraposición a lo privado, que se
relaciona con los intereses de determinados sectores o grupos.
En lo que respecta a sus diferencias, fundamentalmente, consisten en la
novedad de los métodos empleados -mucho más radicalizados que los de las
liberales- además de audaces e imaginativos, que se examinarán más adelante. En
cuanto al origen social de sus integrantes, la bibliografía sobre el tema8 sostiene
que, para el mismo momento, nacen otras asociaciones sufragistas que nuclean a
las mujeres trabajadoras, sector movilizado frente al tema. Sin duda, las
suffragettes, aunque mayoritariamente mujeres de los sectores medios, cuentan

7
Para una ampliación de las conquistas paulatinas en cuanto a los derechos políticos para
las mujeres, ver Canales (1999: 201).
8
Atkinson (2008:12-13) refiere la creación del Comité de Representación de las Mujeres
Textiles de Cheshire y otras Trabajadoras, también en Manchester durante 1903, así como
de otras asociaciones que a partir de 1905 nuclearon a las maestras, el servicio doméstico,
las artistas así como otras identificadas con distintas confesiones religiosas.

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con fuertes lazos entre las trabajadoras9. La propia Emmeline Pankhurst acentúa
el carácter integrador de la WSPU, posiblemente, como una forma de
diferenciarla de las asociaciones liberales:

… una joven se presentó ante mí como Annie Kenney, trabajadora de un molino y una
fuerte simpatizante por el sufragio. [Ella y su hermana] vinieron y adhirieron a nuestra
Unión, un paso que definitivamente cambió el curso de la vida de la señorita Kenney y nos
dio una de nuestras más distinguidas líderes y organizadoras. Con su ayuda empezamos a
llevar nuestra propaganda a un público por completo nuevo (1914:43).

El impacto general que provocan en la opinión pública contemporánea fue


inédito. La repercusión de sus acciones alcanzará a las altas esferas del sistema
político británico e, incluso, al sistema judicial del país que se ve obligado a tomar
cartas en el escenario de conflictividad pública generado.
Hay que aclarar que el periodo en que se sucedieron sus acciones es
relativamente breve: desde 1903 hasta el estallido de la Gran Guerra, punto de
inflexión en la militancia sufragista, que subordina sus objetivos a la causa
nacional. Más allá del lapso cronológico, existe un hilo conductor de la actuación
del grupo que se traduce en la resistencia, no sólo como práctica invertida de la
dominación, sino que se destaca por su capacidad afirmativa y creativa10.
Lejos de ignorar al movimiento sufragista liberal, las Pankhursts entienden que
necesita resignificarse ante los sucesivos fracasos: “….mis hijas [Christabel y
Sylvia] y yo buscamos juntas una manera de lograr una unión entre jóvenes y
antiguas sufragistas que pueda hallar nuevos métodos, nuevos caminos”
(1914:36). Esta búsqueda dará como resultado la fundación de la WSPU, integrada
en forma exclusiva por mujeres que no adhieren a ningún partido político en
particular -a diferencia de las agrupaciones moderadas, identificadas con el
Partido Liberal, que una vez en el poder ignora sus demandas- y cuyo exclusivo
objetivo será conseguir el voto para las mujeres.

III. Nuevos modos de ocupación del espacio público

9
Rowbotham detalla el carácter de estos lazos, especialmente en núcleos de la industria
textil como Lancashire, Cheshire y Yorkshire (1977: 78-80).
10
De Certeau analiza la idea de la resistencia en general, adscribiendo en ella un
fundamento específico que a menudo queda olvidado. Sin estudiar específicamente a las
suffraggettes afirma que las tácticas de resistencia, “… pueden entenderse (…) como unas
prácticas de desvío producidas por los débiles (…) que deben actuar en los escenarios del
otro; son prácticas fugaces que aprovechan el tiempo; dependen de la astucia; no
anticipan; usan las fallas y fisuras del sistema” (1996:44).

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Ya se ha mencionado la importancia que revisten sus prácticas innovadoras
para el logro del sufragio y su distanciamiento de métodos conocidos:
“…decidimos organizar una sociedad de mujeres para demandar la inmediata
emancipación y no por medio de cualquier método misionero caduco, sino a
través de la acción política” (1914:38)11 sostiene la propia Pankhurst.
La acción política emprendida por estas mujeres las lleva a enfrentarse con las
fuerzas políticas de Gran Bretaña, especialmente la de los liberales -que vuelven a
conformar el gobierno desde 1906-, poniendo en evidencia la contradicción entre
sus banderas y la indiferencia que les generan estos reclamos por la ampliación de
derechos políticos. Es así como comienzan a irrumpir en espacios de debate del
mundo político de la época, monopolizado por los hombres, con el objeto de
presionar a los próximos integrantes del gabinete para que una reforma de ley se
presente desde arriba, como forma de asegurar su éxito. “El único objetivo que
valía la pena intentar era la promesa de los líderes responsables de que el nuevo
Gobierno haga del sufragio de las mujeres parte del programa oficial” (1914: 45)
explica Pankhurst.
Su líder relata el grado de convicción y el fervor que las moviliza, así como el
rechazo que genera su primera intervención entre los presentes a un meeting
liberal realizado en octubre de 1905 en Manchester: “… la audiencia se convirtió
en una turba. Aullaban, gritaban y rugían, agitando sus puños con fiereza contra la
mujer que se atrevió a entrometerse con su pregunta en un encuentro de
hombres” (1914:48). En varias oportunidades las suffragettes se ven expuestas a
la hostilidad masculina que las amonesta por su transgresión.
En la citada como en todas sus apariciones públicas están presentes las
características pancartas con el lema “Voto para las Mujeres” que revisten
especial importancia ya que sirven para diferenciarlas de otras agrupaciones
sufragistas y ofrecen un claro y breve mensaje para todos los espectadores,
demostrando un inteligente manejo de los medios de propaganda a su
disposición. Muchas estaban hechas de algodón blanco, con letras negras, otras
eran muy coloridas y confeccionadas con una variedad de materiales.

11
En el mismo sentido, esta reivindicación de la acción política como medio fundamental
en la consecución de un fin superior -en este caso el acceso a lo público- es retomado por
Hannah Arendt: “…únicamente podemos acceder al mundo público común a todos
nosotros si nos alejamos de nuestra existencia privada y de la pertenencia a la familia a la
que nuestra vida está unida” (1995:74).

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Su irrupción en el espacio público reviste dos formas claramente identificables
y relacionadas entre sí. En principio, protagonizan una ocupación inédita del
espacio físico de la ciudad, “…donde se reúnen los hombres y las mujeres en una
convivencia dinámica que hace visible las relaciones entre ellos” (Vincent-Cassy,
2004:19). En los años analizados se suceden interrupciones en meetings políticos
y organizan la ocupación de sus templos más característicos: las manifestaciones
por las calles del centro de Londres, reuniones en Trafalgar Square,
manifestaciones multitudinarias en Hyde Park y el lobby de la Cámara de los
Comunes12 son claros ejemplos de su presencia en espacios concretos. En una
oportunidad, una de sus integrantes es sorprendida por las fuerzas policiales
tratando de ingresar durante la noche al Parlamento por un acceso tan poco
convencional como una ventilación13. En otra ocasión, con motivo de concurrir a
una reunión con el entonces primer ministro Sir Henry Campbell-Bannerman,
eligen como punto de encuentro el simbólico monumento de la reina-guerrera
Boadicea14. Conforme las resistencias y rechazos se suman, sus prácticas se hacen
cada vez más violentas, dando lugar a un proceso de progresiva radicalización:
comienzan a romper vidrios15, incendiar edificios y casetas de correo, destrozan
campos de golf con su lema “voto a las mujeres”, cortan cables de telégrafo,
abordan a los ministros del gabinete, atentan -entre otras- contra la pintura la
Granja Venus de Velázquez en 1914, e incluso llegan a la inmolación cuando en
1913 Emily Davison se arroja bajo las patas del caballo del rey durante un Derby y
muere por las heridas y golpes recibidos. El movimiento gana así su propia
mártir16.

12
En este último caso se trata de una protesta realizada el 28 de octubre de 1908. Una de
las pancartas utilizadas, con su correspondiente proclama, puede verse en el Archivo del
Parlamento del Reino Unido (HC/SA/SJ/3/1).
13
El 4 de abril de 1910 Emily Davison fue arrestada por este incidente luego de pasar
treinta y seis horas escondida. El reporte policial refiere que, al ser interrogada por su
presencia en ese lugar responde: “Quiero hacer una pregunta a la Cámara de los Comunes
mañana”. Archivo del Parlamento del Reino Unido (HC/SA/SJ/10/12/26).
14
Reina de los icenos, cuyo nombre significa victoria, que acaudilló a varias tribus britanas
durante el mayor levantamiento contra la ocupación romana en el siglo I d.C. Estos hechos
fueron narrados por Tácito en sus “Anales” y “Vida de Julio Agrícola”. Su figura se
transforma en legendaria en el siglo XIX, cuando el poeta Tennyson traza un paralelismo
entre ella y la reina Victoria. (Cfr. Fraser, A., 1994).
15
La misma Pankhurst denomina a esta estrategia como “el argumento del cristal roto”
(Anderson y Zinsser., 2009:863).
16
De hecho su figura, transformada en ángel, ilustra la tapa del periódico “The
suffragette” el 13 de junio de 1913, donde se la homenajea por haber muerto por las
mujeres. Publicado en The Guardian (6 de febrero de 2008).

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En segunda instancia, participan del espacio discursivo -tratado a continuación-
y, con su accionar, provocan la reacción de la opinión pública, logrando un
protagonismo ineludible en los debates sobre la pertinencia del voto femenino.

IV. La opinión pública ante las suffragettes

De alguna manera, esta irrupción en el espacio público -tanto en el físico de la


ciudad como en el de la opinión pública plasmado en la arena discursiva- se
convierte en un hecho inédito y es fundante del nuevo accionar del movimiento
feminista. Lejos de ser ignorado, tuvo alta repercusión en los medios gráficos de la
época.
La prensa muestra gran variedad de imágenes sobre el tema, y las condenan
de forma contundente. Por ejemplo, The Illustrated London News publica, un
dibujo doble17. El primero de ellos, bajo el reprobatorio título “El argumento
equivocado, las suffragettes encadenadas a las barandillas”, muestra a un grupo
de militantes encadenadas a las rejas de la casa del Primer Ministro, en el número
10 de Downing Street, como forma de evitar o dificultar que las fuerzas policiales
las apresen durante una manifestación llevada a cabo el día 17 de enero de 1908.
En la página siguiente el título “El argumento correcto: ¿quién es más apto para el
voto?” enmarca otro dibujo de una sacrificada y laboriosa mujer que cose en su
máquina, mientras el esposo yace sumido en el alcoholismo y un bebé duerme a
su lado. El ámbito retratado es el de una humilde y oscura buhardilla que les sirve
de vivienda. La contraposición de escenas puede interpretarse no como una
oposición a la concesión del voto para las mujeres -todo lo contrario, la costurera
demuestra su aptitud y responsabilidad al aceptar con resignación y entereza su
destino como madre, esposa y sostén del hogar, desarrollando sus roles dentro
del seno del hogar- sino como una condena a los métodos violentos y visibles de
las suffragettes. Es su irrupción en el espacio público lo que se reprueba y
Pankhurst es consciente de este rechazo: “Los periódicos que hasta ahora habían
ignorado todo el asunto dejaban entrever que, si bien anteriormente habían
estado a favor del sufragio de la mujer, ya no lo podían tolerar” (1914: 49).
Sin embargo, gracias a sus intervenciones espectaculares en el espacio público,
el tema logra imponerse como cuestión candente y ya no se podrá ignorar por
mucho tiempo más el reclamo del voto femenino.

17
Periódico cuya primera publicación data de 1842, fundado por Herbert Ingram y Mark
Lemon, también editor de la revista Punch.

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Otras líderes prominentes del sufragismo debaten públicamente su accionar y
se esfuerzan por distanciarse de las suffragettes: “No puedo creer que prender
fuego a las casas, a las iglesias y a los buzones y destrozar cuadros valiosos ayude
realmente a convencer a la gente de que a las mujeres se les debe conceder el
voto”, sostiene Millicent Garrett Fawcett (en Anderson y Zinsser; 2009: 862),
presidenta de la Unión Nacional de Sociedades por el Voto de las Mujeres
(National Union of Women’s Suffrage Societies, NUWSS por sus siglas en ingles),
mientras solicita que en sus pancartas se aclare que ellas son “las sufragistas
respetuosas de la ley”. Es justamente la divergencia respecto de los métodos
utilizados, así como la campaña de presión hacia los candidatos y miembros del
gobierno del Partido liberal, lo que motiva el nacimiento de la WSPU y su
progresivo alejamiento del sufragismo liberal -descripto someramente
anteriormente- que encabeza Garrett Fawcett, más moderado y respetuoso del
orden.
Tal fue la inquietud generada por este tipo de manifestaciones que el gobierno
liberal, encabezado por Herbert Henry Asquith, interviene inmediatamente a
través de sus fuerzas policiales y judiciales. Numerosas integrantes de la WSUP
fueron apresadas -muchas veces violentamente-, llevadas a prisión y
condenadas18, dando inicio a un ciclo de irrupciones públicas, arrestos y huelgas
de hambre. Este último constituye un recurso extremo de protesta que desata
acciones coercitivas para alimentarlas. Los cargos levantados en su contra -intento
de quebrar la paz- denotan la amenaza que estas mujeres, que abandonan su
roles tradicionales y que muestran un fervor y vitalidad tradicionalmente ligados
al ser masculino, entrañan para el orden social y político organizado en torno a las
barreras de género.
Crawford (2001: X) señala que “La increíble maquinaria de asedio de la
campaña por el sufragio femenino fue construida para tomar ventaja en cada
fisura que pudiera divisarse en el bastión del poder masculino”. Gracias a esta
habilidad la acción militante de las suffragettes adquiere un carácter dinámico,
progresivamente radicalizado, que explota los recursos de la propaganda, las
contradicciones de sus oponentes (en este caso los integrantes del Partido Liberal
en el poder), hace de las manifestaciones que las tienen como protagonistas sus

18
Debe destacarse que dichas mujeres se negaron al pago de la multa correspondiente y
en su lugar prefirieron ir a la cárcel. Esta estrategia de agitación de la opinión pública fue
constante en toda la historia del movimiento suffragette.

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mejores herramientas para posicionarse en el centro de los debates sobre el tema
e, incluso, vuelve el discurso de la domesticidad -que las mantiene sometidas- en
su propio favor. “Siempre éramos violentamente expulsadas e insultadas… a
menudo estábamos dolorosamente magulladas y heridas (1914: 53)”, se lamenta
Emmeline Pankhurst poniendo en el centro de la discusión el carácter inapropiado
de los tratos dados. Así, ante la condena pública general por el trato inhumano
proporcionado a las decorosas y frágiles mujeres eduardianas, el gobierno se ve
impulsado a dictar en 1913 la denominada “Ley del Gato y el Ratón”. Esta prevé
su tratamiento como delincuentes en lugar de presas políticas y su temporaria
libertad. Las suffragettes son mantenidas bajo estricta vigilancia, con el objeto de
que se repongan físicamente -tanto de los sufrimientos de la prisión como de la
huelga de hambre a la que se someten- para luego ser devueltas a prisión19. De
esta manera, el gobierno evita responsabilizarse por nuevos daños físicos sufridos
por las militantes apresadas y evita la generación de otras mártires para la causa
sufragista. Sin embargo, el impacto de su accionar contrario a la normativa
vigente para con las mujeres atrae a nuevas militantes y deja su marca en la
opinión pública británica. El tema del voto femenino se vuelve ineludible. En
efecto, de forma paralela a la represión del Estado, es la primera vez que la lucha
por el sufragio femenino alcanza niveles tan masivos e impactantes en la opinión
pública. Gracias a sus intervenciones espectaculares en el espacio público, el tema
logra imponerse como cuestión candente y ya no podrán ignorar por mucho
tiempo más el reclamo del voto femenino.

V. Conclusión

La lucha por el voto femenino fue un camino iniciado en el último cuarto del
siglo XIX. Si bien existieron vaivenes que llevaron a sus impulsoras a cambios de
estrategias visibilizados en la implementación de diferentes tácticas, todas ellas
tenían un objetivo común: el acceso de la mujer a la participación política.
El movimiento de las suffragettes comparte con las sufragistas liberales la
utilización de la esfera pública en lo relativo a su carácter protagónico en debates,
basados en argumentos racionales, sobre el derecho a voto para las mujeres.
Ambos sectores son sujetos de enunciación y objeto de análisis por parte de la

19
Algunas suffragettes cuentan con un número sumamente alto de ingresos a prisión,
justamente, por esta maniobra del gobierno que impulsa este ciclo de represión-
debilitamiento, liberación-compostura y nuevo encarcelamiento.

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prensa y del propio gobierno. Sin embargo, la radicalización del sector analizado
en este trabajo se manifiesta en la irrupción sistemática en el espacio público
urbano, con las consecuentes respuestas represivas del gobierno. Esta búsqueda
de silenciamiento de las voces femeninas tiene como sustrato el mantenimiento
del orden social vigente y el fortalecimiento del discurso tradicional que mantiene
a las mujeres subsumidas en lo privado. Desde esta perspectiva la identidad de la
mujer se construye en el espacio de lo doméstico puesto que este es lugar el que
les permite desarrollar plenamente sus cualidades naturales de esposa y madre.
Como señala Cristina Molina (en Amorós; 1994: 17), “…el patriarcado se pone de
manifiesto como un poder de asignar espacios”.
Así pues, las prácticas de las suffragettes cuestionan ese ordenamiento y sus
intervenciones llevan a una resignificación del rol de las mujeres que, por sus
cualidades tanto humanitarias como de raciocinio, deben ser incorporadas al
ámbito de lo político en igualdad de condiciones con los hombres. En este sentido
el planteo de Emmeline Pankhurst y sus seguidoras inaugura una nueva época en
la lucha del feminismo, utilizando novedosas prácticas de apropiación de un
mundo hasta entonces vedado: el espacio público urbano. De esta manera, la
militancia por el sufragio de las mujeres alcanza en el período analizado una
repercusión inédita, tanto en el carácter masivo de sus movilizaciones como en lo
relativo a los efectos generados en la opinión pública de la época.

FUENTES

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Disponible en http://www.archive.org/details/myownstory00pankuoft

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f

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