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INTRODUCCIÓN

           La mudanza que se ha expresado en el carácter de los conflictos armados de los
últimos tiempos ha proporcionado un acercamiento de los derechos humanos que viene
aproximándose cada vez más al ámbito jurídico de las normas aplicables en los
conflictos armados. La cresciente repercusión de éstos sobre la población civil y las
personas civiles, que han pasados a formar el 90% de las victimas de los conflictos
armados actuales, ha llevado a reinvidicar la vigencia de otro sector normativo frente a
los ataques que, de manera massiva, sistemática y deliberante, se dirigen contra los
derechos humanos. Efectivamente, una gran parte de la doctrina actual considera una
sucesiva afinidad entre el Derecho Internacional Humanitario y el Derecho
Internacional de los Derechos Humano. La progresión de la actividad de las Naciones
Unidas a este respecto ha sido concluyente al orientar gran parte de sus actuaciones a
garantizar el respecto de los derechos humanos en los conflictos armados. La
jurisprudencia de los tribunales internacionales ad hoc para la ex Yugoslavia y Rwanda
se va ponderando también en este sentido, y en varias ocasiones ha fundado la
responsabilidad de las personas acusadas en consideraciones relativas a los derechos
humanos. Y que existe especificados actos inhumanos que, por su amplitud o gravedad,
sobrepasan los limites tolerables de la comunidad, cualesquiera que sea la circunstancia
en las que se cometan. Dos aspectos establecerían la gravedad de tales hechos, el
primero seria referente con el contenido de los mismos, o sea, serían graves aquellos
actos que infringen contra lo más esencial del ser humano, como su dignidad, su salud,
su integridad física, su vida, o su liberdad. El segundo, en fin, poseería en cuenta las
características y circunstancias de la víctima, su particular indefensión y su
vulnerabilidad. Ambos aspectos son tenido en cuenta por el Derecho Internacional
Humanitario que observa determinados derechos que deben ser respectados en toda
circunstancias, tanto en caso de conflicto armado internacional como de conflicto
armado interno, y instituyendo al mismo tiempo ciertas providencias de protección
especial de deteminadas categorias de personas esencialmente vulnerables, tales como
los heridos, mujeres, niños y ancianos.

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           En efecto, en los actuales conflictos, especialmente de carácter interno, los niños
componen el blanco de las estrategias orientadas a eliminar a las siguientes
generaciones de posíbles adversários. Con ese mismo fin se les somete a torturas,
mutilaciones, violencia sexual y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes. Por otro
lado, los niños se han convertidos asimismo en instrumentos bélicos. Hasta 300.000
niños menores de dieciocho años de edad participan como combatiendes en fuerzas
armadas en curso. Se aprovecha a un número mucho mayor de niños en formas
indirectas de participación en las hostilidades, además para remoción de minas, el
espionaje y la colocación suicida de bombas.

           Los médios y procedimientos de guerra igualmente se han adecuado a los niños.
Desde las minas en forma de juguetes, usadas en Afganistán, hasta los fusiles cuyo
tamaño y peso permiten que sean utilizados por un niño de seis años, asimismo existe
toda una diversidad de tácticas estrategicas y políticas de guerra, astutamente planeadas
para atacar a los niños o implicarlos en la violencia de los adultos.

1. LOS NIÑOS SOLDADOS

           Los niños siempre han quedado atrapados como víctimas o testigos en la guerra,
sin embargo en los conflictos armados posguerra fría se observa cada vez más su
implicación como soldado y víctima. Su utilización deriva de la falta de efectico,
principalmente después de años de lucha, su extrema obediencia, su flexibilidad, su falta
de lazos familiares y que no acostumbran desertar. El aumento del uso de niños para
combate se debe en parte a la evolución de las armas, o sea, la introducción de las armas
ligeras como la M16 americana o la AK47 soviética. Desde entonces un niño de 10 años
puede manejar, armar y desarmar un fusil con grande facilidad.

           Las sociedades Africanas, por ejemplo no poseían la práctica del uso de los niños
en la guerra, no obstante en los últimas décadas los protagonistas de los conflictos han
visto seducidos por la idea de utilizarlos debido la facilidad de manejarlos. Los niños
observan la guerra como un juego, no están pendientes de estrategias y realizan muchas
veces misiones suicidas. 1

           El reclutamiento forzoso de los niños se concretiza en la calle o sacados de las
aulas, campos de refugiados o campos de desplazados internos, en orfanatos y en sus
propios hogares. Su rapto consiste en el primer paso frente a una serie de violaciones de
los derechos humanos, sufren vejaciones, tortura y manipulaciones psicológicas. En
algunos casos son obligados a matar o torturar su propia familia con el intuito de romper
los lazos familiares, asimismo para que formen un carácter violento obliga a asistir actos
de crueldades para insensibilizarlos. La idea es aniquilar el niño psicológicamente,
romper sus valores y tórnalo inescrupuloso para que pueda cometer atrocidades.
Además son coaccionados para practicar el canibalismo con sus víctimas2 con el
objetivo de aterrorizar el niño de tal manera, que se transforme en un soldado obediente
y feroz.

           La experiencia de las niñas con los rebeldes consiste en una experiencia mucho
más traumática, pues se practicaba la violación en público, además niñas incluso de diez
años eran forzadas a mantener relaciones sexuales habituales con cualquiera que se lo
solicitase. De esta manera, una vez liberadas éstas revelaban traumas más profundos que
los de los niños, aparte de que a menudo fuesen repudiadas por sus familiares por ser
impura, por otra parte muchas estaban infectadas por enfermedades sexualmente
transmisibles o embarazadas.3
           En la guerrilla las funciones de los niños son el transporte de los frutos de los
saqueos y la intendencia del grupo que cargan durante días en medio de la selva, casi sin
comida. A los que no son capaces de soportar ese ritmo o intentaban escapar, eran
ejecutados por sus colegas. Para evitar fugas era normal, por ejemplo en Sierra Leona,
que se les tatuase en el pecho o en los brazos con cuchillas o cortes de cuchillo las siglas
RUF, AFRC o SLA, según el grupo rebelde que les hubiera capturado, para así ser
fácilmente reconocibles.

           Las consecuencias de la presencia de niños en conflictos son grandes. Con
frecuencia, los niños se acostumbran a la violencia y siguen combatiendo en uno u otro
conflicto hasta que resulten muertos o incapacitados. Considere el caso del Ejército de
Liberación Nacional Karen de Birmania (Myanmar) que se escindió en una serie de
grupos incluido el "Ejército de Dios", encabezado por un par de gemelos de 12 años,
Luthur y Johnny Htoo.

           En las Américas, desde la década de los años noventa, los niños soldados han
estado luchando en Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México (en el
conflicto en Chiapas), Nicaragua, Paraguay y Perú. Las cifras más substanciales que se
han reportado están en Colombia. Ahí, no menos de 11.000 niños han sido utilizados
como soldados, lo que significa que uno de cada cuatro combatientes irregulares es
menor de edad. Ellos sirven tanto del lado rebelde, en las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) y en las organizaciones ELN, y con grupos
paramilitares derechistas (tales como la Autodefensa Unidas de Colombia, AUC). No
menos de dos tercios de estos niños guerreros tiene menos de 15 años de edad, y los más
jóvenes que se han reclutado tienen siete años de edad.4

           A los niños soldados en Colombia los militares, quienes los emplean como
centinelas que se pueden sacrificar, les han dado el apodo de "campanitas". Por otro
lado, las guerrillas de las FARC los han apodado "abejitas" porque "pican" a sus
enemigos antes de que sepan que están bajo ataque. En las milicias urbanas, se les
conoce como "carretillitas" ya que pueden pasar armas escondidas por las garitas sin
sospecha alguna. Hasta un 30% de algunas unidades de la guerrilla están conformadas
por niños. Las guerrillas de niños se emplean para recopilar inteligencia, hacer y
desplegar minas y servir como tropas de avanzada en ataques de emboscado contra
paramilitar, soldado y oficial de la policía. Por ejemplo, cuando la FARC atacó la planta
hidroeléctrica Guatape en 1998, los empleados de la planta reportaron que algunos de
los que atacaron eran niños de hasta 8 años. En el 2001, la FARC difundió un vídeo de
entrenamiento donde se pueden apreciar niños de 11 años trabajando con misiles. A su
vez, el 85% de algunas unidades paramilitares asociadas con el gobierno son
conformadas por niños, con soldados tan jóvenes como ocho años que se han visto
patrullando. También ha habido un derrame de la práctica al otro lado de la frontera.
Según se informa, la FARC recluta niños tan lejos como Venezuela, Panamá y Ecuador,
algunos de hasta 10 año

2. LA DESMOVILIZACIÓN DE LOS SOLDADOS INFANTILES

           La rehabilitación de los niños de la guerra constituye uno de los proyectos más
amplio de los procesos de reconstrucción posbélica. En cualquier de los casos la
rehabilitación debe ser dirigidas en tres niveles: nacional, comunitario e individual. En
el nivel nacional uno de los primeros pasos para rehabilitación es la desmovilización de
los niños.

           En el momento de la desmovilización la aprensión del castigo y la incertidumbre


sobre su futuro consiste en un factor importante que obstaculiza al niño de abandonar
las armas. De esta manera, los niños se sienten más seguro en la guerrilla que en las
calles sin familia y sin el apoyo de su comunidad.6 Es decir, los soldados infantiles
serían muchos más proclive a desmovilizar con la garantía de mejores condiciones
socioeconómica. Otras medidas esenciales para su desmovilización consisten en el
ofrecimiento de elementos básicos (agua, comida, un techo, y seguridad), la localización
de familiares y la atención específicas de huérfanos o niños no acompañados.

           El nivel comunitario constituye la reintegración del niño en la sociedad, es decir,
de una parte ofrecer a la comunidad cursos de entrenamientos para ven los niños como
víctima y los acepten, por otra parte hay que desenvolver programas de capacitación y
educación para los niños soldados. La idea es crear rutinas diarias para que establezcan
un sentido de normalidad y continuidad a sus vidas.

           A nivel individual, el niño ex combatiente necesita de ayuda de especialistas para
superar sus traumas. El objetivo es construir un ambiente de confianza para el niño,
según la experiencia de varias ONG y organizaciones especializadas en los niños, el
modo más efectivo de restaurar la confianza del niño e a través de juegos, escucharles,
apoyarles, cumplir las promesas, dar las informaciones adecuadas y implicarles en las
actividades reales.7 Es innegable que los niños que han sido testigo o víctimas de las
crueldades necesitan desahogar sus miedos y hablar de sus experiencias, esta forma
parte del proceso de recuperación.

3. LA PROTECCIÓN DEL NIÑO EN EL DERECHO


INTERNACIONAL

           La protección de los niños se encuentra constituida en la declaración de Ginebra
sobre los Derechos del Niño de 1929 y la Declaración sobre los Derechos del Niño,
aprobada por Asamblea General el 20 de noviembre de 1959. Conjuntamente, es
reconocida en la Declaración de Universal de los Derechos Humanos (1948), los
Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 y sus Protocolos Adicionales (1977), el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966, las reglas mínimas de las
Naciones Unidas para la administración de la justicia de menores (Reglas de Beijing), la
Convención sobre los Derechos del niño de 1989, los estatutos e instrumentos de
agencias especializadas y organizaciones internacionales consagrada al bienestar del
niño.8

           Además, organizaciones regionales han creado mecanismo de supervisión y


adhesión, como por ejemplo, el Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950, la
Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969, o la Carta Africana de los
Derechos Humanos y de los Pueblos de 1981.
           Resaltase que las reglas de Derecho Internacional son ineficaces si no las aplica.
El primer objetivo es obtener que los Estados respeten los derechos humanos de su
población. La siguiente dificultad consiste en que los actores no gubernamentales y
paramilitares obviamente no son firmantes de los tratados internacionales, luego en las
clausulas del cese de fuego, son escasas las providencias para la desmovilización de los
niños soldados. Cuando los argumentos jurídicos son escasos, pues es favorable
integrarlos con valores locales. Es decir, recurrir a aspectos de la cultura, religión o
historia local como base de una ética comunitaria que logra ser eficaz en la protección
del niño. De esta manera, es enormemente significativo que la difusión de las normas
para la protección de la infancia en épocas de guerra esté en aquiescencia con las
tradiciones locales del país. El concepto es fortalecer las normas del Derecho
Internacional Humanitario con la integración de los derechos del niño en los ritos
tradicionales.9

3. ESTATUTO JURÍDICO DEL NIÑO QUE PARTICIPA EN LAS


HOSTILIDADES

           El Derecho Internacional Humanitario veda claramente el reclutamiento y la


intervención de los niños en los conflictos armados. Este límite es incondicional para los
menores de 15 años en cuanto a su implicación directa en los conflictos de carácter
internacional y para cualquier tipo de participación, sea directa o indirecta, de los
menores de esta edad en los conflictos armados sin carácter internacional. En cuanto a
los mayores de 15 años pero menores de 18, se establece que los Estados intentarán
reclutar primero de más edad.10 Hay que explicar que tal prohibición se refiere a las
Partes en conflicto y no va dirigida a los niños, deduciendo por reclutamiento, no solo el
alistamiento forzoso sino igualmente el envolvimiento voluntario. Esto quiere decir que
la transgresión de las disposiciones anteriores no crea el nacimiento de responsabilidad
jurídica para el niño que contribuye en las hostilidades, aun en el caso que sea
voluntariamente, sino para la Parte en conflicto que la fuerza o le consiente participar en
las hostilidades.

           Curiosamente ambos Protocolos del Derecho Internacional Humanitario prevén
la infracción de esta prohibición decretándose que si, excepcionalmente los niños
menores de 15 años participaran en los conflictos y cayeren en el poder de la parte
adversa, continuarían favoreciéndose del amparo especial previsto en el Derecho
Internacional Humanitario a favor de los niños, independientemente de que sean o no
prisioneros de guerra.11 El incumplimiento de esas normas no priva pues al niño soldado
que es capturado de su status de persona que es objeto de protección especial por el
Derecho Internacional Humanitario debido su particular vulnerabilidad.

4. LA PARTICIPACIÓN DE LOS NIÑOS EN LOS CONFLICTOS


ARMADOS INTERNACIONALES

           Los niños menores de 15 años que intervienen en las hostilidades como
miembros de las fuerzas armadas corresponderían poseer la condición jurídica de
combatientes y en la situación de captura favorecerse del estatuto de prisionero de
guerra, bien que no hay límite de edad para el mismo. No obstante, el artículo 77 del
Protocolo I no concede a los niños menores de 15 años capturados en combate el
estatuto de guerra, y por consiguiente, la relativa protección, sino que deja al arbitrio de
las Partes en conflicto la consideración o no de estos niños como prisioneros de guerra.
Al mismo tiempo, mientras participan directamente en las hostilidades es evidentes que,
sean o no considerados como combatientes, pierden la inmunidad propia de las personas
civiles mientras dure tal participación.12 Se puede decir que ésta es precisamente la
consecuencias más grave de la vulneración de esta prohibición que, incumbe a las Parte
en conflictos, y de cuyo incumplimiento son víctimas los niños. La consecuencia es que,
al perder su condición de civiles, se transforman en blancos militares "legítimos" que
pueden ser objetos de ataque. En cuanto a los mayores de quince pero menores de
dieciocho años que hayan sido alistados en las fuerzas armadas o que coadyuvan en
sublevaciones en masa en conflictos armados de carácter internacional, gozan de la
condición jurídica de combatientes y en caso de captura se beneficiarán del estatuto de
prisionero de guerra, de conformidad con el art. 43, parágrafo 2 del Protocolo I y el art.
4 A. apartados 1 y 6 del III Convenio de Ginebra.

5. LA PARTICIPACIÓN DE LOS NIÑOS EN LOS CONFLICTOS


ARMADOS SIN CARACTER INTERNACIONAL

           En los conflictos armados sin carácter internacional, no existe estatuto de
combatiente ni de prisionero de guerra. Tampoco existen categorías de personas civiles
protegidas ni internados civiles. Efectivamente, los niños que han participado en las
hostilidades, independiente de la edad que posean, si son detenidos seguirán sujetos al
derecho nacional, no se les reconoce la condición de prisioneros de guerra ni gozan de
un trato privilegiado en calidad de personas protegidas o internados civiles, aunque los
menores de 15 años seguirán estando al amparo de la protección especial prevista para
los mismos en el art. 4. Con todo, la aplicación de la legislación nacional estará sujeta a
condiciones de edad, a las disposiciones generales del art. 5 del Protocolo II relativo a
las condiciones de detención de las personas privadas de libertad por motivos
relacionados con el conflicto armado

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