En estos tiempos de “modernidad” donde la idea de un mundo se argumenta en la
evolución, materialización y consumo del todo, y con la palabra todo me refiero a la feroz naturaleza que nos abarca y nos lleva a creernos dueños de lo que apenas se nos ha dado como un préstamo, pues al considerarnos seres superiores frente a la demás vida del planeta, dimos por hecho que la supervivencia de nuestra especie dependía de someter a cualquier adversario, obstáculo o problema que se nos presentase. Esta supervivencia llegó a tal punto que no contentos con dominar las demás especies de vida en el planeta y utilizarlas para cubrir y satisfacer nuestras necesidades, tuvimos la brillante idea de ir más allá y de empezar a domesticar a los individuos de nuestra propia especie. Pues en esta ley de la supervivencia, los individuos con mayores recursos y por ende mayores oportunidades se congregan y forman una elite que podríamos considerarlas como las “fieras”. Y los individuos que no cumplimos con estos requisitos (para ser parte del prestigioso grupo elite feroz) nos convertimos en el somatizado grupo de las “presas”, este grupo que por bastante diferencia es mucho mayor en número de individuos que el otro grupo, se convierte en víctima de un sistema impuesto por la elite ya antes descrita. Irónicamente “las presas” fuimos los que ciegamente construimos la fosa donde nos arrojarían. De ahí podemos partir de la premisa de Canclini, ¿somos sujetos individuales?, ¿somos sujetos colectivos? o el termino sujeto hace referencia a que estamos sujetados o encadenados a un sistema que nos encierra en una burbuja y no nos permite salir de ella. Es triste este concepto de sujeto sujetado, pues somos esclavos de un sistema que con nuestro tiempo de vida y trabajo ayudamos a construir y a alimentar y esta tan arraigado al concepto de sociedad y evolución que ahora parece imposible de derrumbar. Marx describe la conciencia como un producto social, y se fundamenta en la unión de los individuos para la elaboración de una conciencia de clases y trabajar en un bien común. Nietzsche desmitifico la falsedad de los valores impuestos por la cultura europea y Freud describe que la cultura se convierte en un organismo de control que genera a los individuos un sentimiento de culpa y de displacer para coexistir en una sociedad. Esto nos puede llevar a comprender de cierta forma que la existencia del sujeto no es real, porque nos convertimos en una especie de simulación de otros sujetos los cuales poseen el poder de mantenernos cautivos en una burbuja de control y sometimiento, donde prácticamente somos la materia prima del trabajo bruto y también somos la masa bruta que consume sin descanso una pesadilla disfrazada de sueño.