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Hernandez Valle Ruben - Los Principios Constitucionales
Hernandez Valle Ruben - Los Principios Constitucionales
ESCUELA JUDICIAL
LOS
PRINCIPIOS
CONSTITUCIONALES
JUNIO 1992
CORTE SUPREMA DE JUSTJCIA
ESCUELA JUDICIAL
LOS
PRINCIPIOS
CONSTITUCIONALES
JUNIO 1992
INTRODUCCIÓN
17 abril 1992
El Autor
Los PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
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previamente se le ha otorgado la posibilidad de demostrar
su inocencia.
El principio de inocencia deriva del artículo 39 cons-
titucional, según el cual nadie puede ser condenado si pre-
viamente no se le ha demostrado su culpabilidad. Por con-
siguiente, es evidente que toda persona debe presumirse
inocente hasta que se demuestre su culpabilidad.
El principio de la libertad contractual deriva de la
interpretación armónica de los artículos 28, 45 y 46 de la
Carta Política. En efecto, si "las acciones privadas están fuera
de la acción de la ley" (Art. 28), ello significa, sin duda
alguna, que toda persoiia puede contratar libremente sobre
asuntos de interés privado, mientras no se transgredan los
límites señalados en la misma norma (orden público, moral,
buenas costumbres y derechos de tercero). Además, si la
propiedad es inviolable, es obvio que por allí están garanti-
zados los medios para disponer y aprovecharse de ella, y uno
de éstos es el celebrar contratos que sean convenientes a los
intereses del propietario, según él mismo lo determine; y por
último, la libertad empresarial que protege el artículo 46, no
podría existir a no ser con la posibilidad de contratar, tam-
bién libremente, en todo el ámbito de esa actividad.
Estos principios, al igual que los institucionales, son
normas no escritas que integran el parámetro de constitucio-
nalidad y cuya violación puede tutelarse por medio de los
distintos procesos constitucionales.
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A veces el constituyente no cotistitucionaliza determi-
nadas materias porque, en el momento de promulgarse la
respectiva Carta Política, no son de importancia capital para
la sociedad subyacente. Sin embargo, con el transcurso del
tiempo esas materias o valores se convierten en fundamen-
tales, por lo que se hace necesario dictar legislación ordinaria
para su regulación.
En virtud del principio de regularidad jurídica, tal
legislación ordinaria, para ser válida, requiere un funda-
mento normativo de superior rango. Por ello debe conside-
rarse que tales principios se incorporan al bloque de cor\s-
titucionalidad y, en esa medida, constituyen el fundamento
normativo válido de la legislación ordinaria que regula la
materia en cuestión. Por ejemplo, en Costa Rica no existe
ninguna norma constitucional que establezca que la riqueza
minera forma parte del dominio público; sin embargo, el
Código de Minería regula esta materia bajo el supuesto de
que la riqueza minera es propiedad exclusiva del Estado. Por
consiguiente, y en aplicación del piincipio de regularidad
jurídica se debe concluir que existe ei\ nuestro ordenamiento
un principio constitucional, según el cual la riqueza minera
es patrimonio exclusivo del Estado.
En síntesis, en estos casos los principios constituciona-
les se derivan de las normas subordinadas que los desarro-
llan y que, en aplicación del principio de regularidad juridi-
ca, los presuponen.
Estos principios son importantes, pues en nimaerosas
ocasiones su contenido esencial se encuentra desarrollado
por la legislación ordinaria y no por la Constitución. Verbi-
gracia, el principio constitucional de la libertad contractual
se encuentra desarrollado en Costa Rica, en su contenido
esencial, por la legislación ordinaria, especiahnente por el
Código Civil y el Código de Comercio.
V- CONCLUSIÓN
El rápido vistazo que le hemos dado a los principios
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constitucionales nos llevan a ima conclusión importante: el
bloque de constitucionalidad, tal y como lo reconoce
expresamente el artículo 73 inciso a) de la Ley de la
Jurisdicción Constitucional, está integrado no sólo por las
normas formalmente constitucionales, sino también por los
principios constitucionales.
Consecuencia de lo anterior, tales principios tienen un
innegable contenido normativo. Se trata, en esencia, de
normas no escritas que también integran el bloque de
constitucionalidad, con la misma fuerza normativa de las
disposiciones formalmente constitucionales.
Como tercera consecuencia hay que concluir que su
eventual violación o amenaza de violación están protegidos
por todos los remedios procesales de naturaleza
constitucional que consagra nuestro ordenamiento.
Finalmente, la determinación de cuáles son esos
principios y cuáles son sus alcances y contenido es tarea que
corresponde realizar a la Sala Constitucional. Esta, por medio
de la jurisprudencia, deberá, poco a poco, decantarlos y
precisar su contenido concreto.
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Los LÍMITES A LA POTESTAD REGULADORA
DEL ESTADO EN MATERIA DE DERECHOS
FUNDAMENTALES
I. INTRODUCCIÓN
El tema de los límites de la potestad reguladora del
Estado en materia de derechos fundamentales está
íntimamente ligado al de su reglamentación, es decir, a los
límites y limitaciones a que está sujeto su ejercicio.
Ambos aspectos están indisolublemente unidos, como
dos caras de una misma moneda, dado que se presuponen
recíprocamente.
1. Cuando se rompe el equilibrio entre ambos
términos de la ecuación se producen serias distorsiones en la
realidad, pues si los ciudadanos pueden actuar libremente,
sin sujeción a ningún tipo de límites o limitaciones, el caos se
apodera de la vida social, en tanto que si el Estado limita
excesivamente los derechos fundamentales, estamos en
presencia de un régimen político totalitario o, en el mejor de
los casos, autoritario.
El desideratvim, entonces, es lograr un equilibrio de la
ecuación prerrogativa y garantía.
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II.- LAS DIVERSAS CLASES DE LIMITES A LA
POTESTAD REGULADORA DEL ESTADO EN
MATERIA DE DERECHOS FUNDAMENTALES
En general puede afirmarse que, dentro del moderno
Estado de Derecho, tres son los límites a la potestad reguladora
del Estado en materia de derechos fiindamentales:
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el que incida sobre el contenido de los derechos
fundamentales garantizados constitucionabnente.
El fundamento normativo de esta limitación a la
potestad reguladora del Estado lo encontramos en el artículo
28 de la Carta Política. Esta norma, vista como garantía
constitucional, "implica la inexistencia de potestades
reglamentarias para restringir la libertad o derechos
fundamentales, y la pérdida de las legislativas para regular
las acciones privadas fuera de las excepciones de ese artículo
en su párrafo 2, el cual crea, así, una verdadera" reserva
constitucional" en favor del individuo, a quien garantiza su
libertad frente a sus congéneres, pero, sobre todo, frente al
poder público" (Sala Constitucional, voto 1635-90 del 14
noviembre 1990).
Esta misma garantía la encontramos desarrollada en el
artículo 19 de la Ley General de la Administración Pública,
según el cual "el régimen de los derechos constitucionales
estará reservado a la ley, sin perjuicio de los reglamentos
ejecutivos correspondientes".
Por ello no es cualquier tipo de disposición estatal la
que puede limitar las acciones privadas dentro de las
excepciones previstas en el artículo 28, sino únicamente las
normativas con rango de ley, excluyéndose así, expresamente,
los "decretos" o "decretos reglamentarios" dictados por el
Poder Ejecutivo, y los "reglamentos autónomos", dictados
por el mismo Poder Ejecutivo o por las entidades
descentralizadas para la autorregulación de sus funciones, o
servicios, lo mismo que por cualquier otra norma de igual o
menor jerarquía (En este sentido el voto 1635-90 de la Sala
Constitucional precitado).
El artículo 28 de la Constitución, interpretado a
contrario sensu, nos permite concluir que las acciones
privadas que dañen la moral o el orden público, o que
perjudiquen a terceros, son susceptibles de regulación por
parte de la Asamblea Legislativa, y no del Poder Ejecutivo
por vía de decreto, pues dentro de las reglas que regulan la
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jerarquía de las fuentes, sólo la ley puede establecer
válidamente limitaciones a los derechos fundamentales,
pues entenderlo de otra manera implicaría romper el
equilibrio existente entre autoridad y libertad, característica
esencial del Estado de Derecho.
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libertad protegen determinados intereses particulares. Se
trata de hacer posible que los particulares puedan conseguir
los intereses protegidos por el Derecho Constitucional.
Cualquier limitación a un derecho fundamental en favor de
los intereses estatales dificulta el logro de aquellos intereses
particulares. Pero si la limitación va tan lejos que los
particulares no pueden de ninguna manera lograr svis
intereses protegidos por el derecho fimdamental, porque se
cierran todos los caminos que conducen a su realización, tal
limitación afecta su contenido esencial y es, por lo tanto,
inconstitucional" (Stein, "Derecho Político", Madrid, 1974,
pág. 249).
El contenido esencial de los derechos fundamentales,
en consecuencia, está íntimamente relacionado con las
denominadas normas limitadoras de los derechos
fundamentales.
Se dice, en efecto, que el Estado tiene la potestad de
limitar los derechos fundamentales en aras del interés público;
no obstante, las normas limitadoras del derecho no pueden
derogar el contenido esencial de éste, ya que tales normas
también forman parte de los derechos fundamentales, y
deben, en consecuencia, servir a su realización, nunca a su
destrucción.
La jurisprudencia del Tribunal Constitucional alemán
ha sido constante en el sentido de limitar "los límites" de un
derecho fundamental con ayuda de la norma de la libertad.
El problema planteado en todos los casos ha sido el determinar
si los intereses públicos protegidos por las normas limitadoras
tienen igual o superior rango que los intereses particulares
protegidos por las normas de libertad.
Es obvio, además, que dentro de un Estado de Derecho
el acento se pone siempre sobre la libertad. La historia de los
ordenamientos Occidentales, en todo caso, nos demuestra
que los derechos fundamentales se consagraron en los
diversos textos constitucionales y legales para proteger la
libertad, no para limitarla. Por ello, es evidente que debe
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excluirse cualquier interpretación en el sentido que las normas
limitadoras protegen intereses públicos de rango superior a
los intereses protegidos por los derechos fundamentales.
Como dice Stein "El sentido de las normas limitadoras no
puede ser otro que el de conceder rango igual a algimos
intereses públicos privilegiados" (op. cit., pág. 145). Se trata,
en suma, de elevar estos intereses sobre los demás intereses
públicos, que lógicamente deben ceder ante los intereses
protegidos por las normas de libertad.
Los derechos fundamentales identifican una
interdicción o proscripción, marcando un ámbito material
vedado tanto al legislador como a la Administración. En
segundo lugar, identifican vma habilitación al legislador
(con exclusión de otros poderes normativos) dentro de la
cual caben diversas modalidades, que van desde la limitación
a la regulación e incluso la configuración de un derecho. En
tercer lugar, los derechos fundamentales identifican un
mandato dirigido al legislador a fin de completar la obra del
constituyente, haciendo de este modo posible el derecho
(Véase Cruz Villalon, Pedro, "El legislador de los derechos
fundamentales", en la Obra Colectiva "La garantía
constitucional de los derechos fundamentales en Francia,
Alemania, Italia y España", Madrid, 1991, pág. 129).
Por ello los derechos fundamentales fijan límites al
Estado, le dicen lo que debe dejar de hacer. Las libertades son
antes que nada no mandatos de acción, sino barreras a la
acción pública (En este sentido, Kirchhof, Pablo, En "Dere-
chos fundamentales y Jurisprudencia constitucional", op
cit, pág. 251).
De esa forma todo derecho fundamental tiene un
contenido esencial, que es intangible para el legislador y, por
mayoría de razón, para la Administración Pública.
Por lo tanto, la potestad del Estado para regular el
contenido de xm derecho fundamental llega hasta el punto
en que no desnaturalice, restrinja o elimine su contenido
esencial. Verbigracia, no podría el legislador, so pretexto de
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que existen razones de interés público, eliminar las facultades
de goce y disfrute que tiene el titular del derecho de propiedad,
como sería el caso en que le prohibiere hipotecar o arrendar
su inmueble. Asimismo sería inconstitucional, por violación
del contenido esencial del derecho fundamental de la libertad
de empresa, el imponerle a los empresarios un determinado
giro de actividad en perjuicio de otro o el eliminarle a un
determinado ramo de la actividad empresarial, el lucro. En
ambas hipótesis estaríamos frente a casos típicos de
restricciones ilegítimas del contenido esencial de un derecho
fundamental.
Con mayor razón tampoco podría la Administración
Pública, por medio de ordenanzas, decretos o Reglamentos,
restringir o eliminar el contenido esencial de un derecho
fundamental, pues ello comportaría la violación, como antes
indicamos, de otro principio fundamental en la materia: la
regulación de los derechos fundamentales está reservada a
la ley.
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En el año 1866, el entonces Presidente de la Gorte
Suprema de Justicia de los Estados Urüdos de América,
White, en un voto salvado dijo lo siguiente: "De lo que se ha
dicho no debe inferirse que este poder de limitación o
regulación es üimitado, en sí mismo. El poder de regular no
es el poder de destruir y "limitación" no es equivalente de
"destrucción". Bajo la pretensión de regular tarifas y fletes,
el Estado no puede exigir a tm ferrocarril transportar personas
y cosas sin remuneración; ni puede poder hacer eso que en
derecho implica tomar la propiedad privada para un uso
público, sin justa compensación o sin debido proceso legal
"(Stone vs. Farmer Loan Co. 116 US 30).
En 1884 siete Magistrados, en el caso Hurtado vs.
California, sostuvieron que el debido proceso en su aspecto
sustantivo se concebía como vma limitación a ios poderes de
actuación de los Estados, por lo cual debía adicionarse al
grupo de prohibiciones y limitaciones expresas contenidas
en la Constitución (Citado por Forkosch, M, "Constitutional
Law", Brooklyn, 1963, pág. 378).
En 1892 se produce otro hito jurisprudencial, en el caso
O Neil vs. Vermont, en el que el Magistrado Field,
interpretando el Bill of Rights dijo que dicho instrumento
normativo " declara o reconoce los derechos de la persona,
estos son derechos que le pertenecen a ellos como ciudadanos
de los Estados Unidos por la Constitución; y la Catorceava
Enmienda... impone un límite sobre el poder estadual
ordenándole que el Estado no podrá hacer o forzar una ley
que los prive de los mismos" (Ó Neil vs. Vermont (1892) US
323,12 S. Ct 693, 36 L. Ed. 450).
Aquí se reconoció expresamente que la garantía del
debido proceso opera como una limitación de los poderes
normativos de los Estados. En otros términos, aquí surge el
germen del principio de razonabilidad de las leyes, en el
sentido de que los derechos fundamentales constituyen un
límite para la actuación normativa de los Estados.
Hoy día es pacífica la tesis, tanto en la doctrina como
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en la jurisprudencia norteamericanas, que la garantía del
debido proceso constituye un standard, un patrón o módulo
de justicia para determinar, dentro del arbitrio que la
Constitución deja al legislador y la ley a los órganos
admimstrativos, lo axiológicamente válido de su actuar. Es
decir, hasta dónde pueden los órganos estatales restringir,
en el ejercicio de esa potestad discrecional, la libertad del
individuo. Queda convertida así la limitación o garantía
procesal en una garantía genérica de los derechos
fundamentales (En este sentido Linares, op cit., págs. 26 y
27).
Por consiguiente, la cláusula de debido proceso
constituye un limité fundamental para los Poderes Públicos,
en cuanto restringe su potestad de reglamentación de los
derechos fundamentales.
La Corte Suprema de los Estados Unidos, siempre
dentro de este mismo orden de ideas, ha establecido algunas
reglas específicas en relación con las limitaciones de los
derechos fundamentales es decir, para establecer lo que es
razonable o conforme con la regla del equilibrio conveniente.
Entre otras, dichas fórmulas son las siguientes: a) es la
comparación y equilibrio de las ventajas que lleva a la
comunidad un acto estatal, con las cargas que causa; b) es la
adecuación entre el medio utilizado por el acto y la finalidad
que él persigue; c) es la conformidad del acto con una serie
de principios filosóficos, políticos, sociales, religiosos, a los
cuales se considera ligada la existencia de la sociedad y de la
civilización de los Estados Unidos (En este sentido. Linares,
op cit., págs. 29 y 30).
La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
República Argentina ha retomado este tema del debido
proceso como garantía material y la ha transformado en el
principio de la razonabilidad de las leyes.
Ha dicho la jurisprudencia de ese alto tribunal que
"por grande que sea el interés general, cuando un derecho de
Hbertad ha sido puesto en conflicto con las atribuciones de
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una rama del Poder Público, más grande y respetable es el
que rodee ese derecho individual de la formalidad establecida
en su defensa y si hubiere duda en la interpretación del texto
constitucional debe resolverse por la apelación en favor de la
libertad, nunca por interés alguno en contra de aquel texto
expreso" (Caso Eduardo Sojo, 1887).
En síntesis, la doctrina sentada por la jurisprudencia
argentina nos indica que en cuanto principio interpretativo
la libertad debe considerarse la regla y las regulaciones la
excepción. Por tanto, en caso de duda, el conflicto siempre
debe resolverse en favor de la cláusula de la libertad.
Del principio de razonabilidad de las leyes se pueden
extraer algunas consecuencias prácticas: a) toda ley respon-
de a una exigencia social, de manera que debe resolver o
coadyuvar en la resolución de un problema real; b) las leyes
no pueden imponerle a un grupo determinado de ciudada-
nos una restricción o un mal mayor que el bienestar que le
proporciona esa misma disposición legislativa a toda la
comunidad. De donde se deduce que toda ley debe ser
razonablemente proporcional entre el daño causado a un
núcleo determinado de administrados y el bienestar general
que procura; c) en materia de delitos, la ley sólo puede
tipificar como tales aquellas conductas que sean socialmente
dañinas o que vulneren valores tutelados constitucional-
mente.
Consecuencia de lo anterior, la garantía genérica del
debido proceso o principio de razonabilidad de las leyes, es
posible oponerlo tanto al legislador como a la Administración,
y el juez está obligado a aplicarlo.
Constituye, hoy día, sin duda alguna una de las vallas
fundamentales para salvaguardar el contenido esencial de
los derechos fundamentales. Es decir, er\ virtud de este
principio los derechos fundamentales sólo pueden ser
limitados de manera razonable por el legislador, en tanto
que la Admirüstración Pública y el juez deben aplicar las
leyes con respeto absoluto de dicho principio. En efecto, la
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aplicación de las leyes, en materia de derechos fundamentales,
tanto a nivel administrativo como judicial, debe hacerse con
respeto absoluto de la garantía del principio de la
razonabilidad de las leyes, en el sentido que las limitaciones
de los derechos fundamentales deben ser proporcionales y
razonables respecto del daño causado al administrado y al
beneficio que el interés general deriva de tal limitación.
25
III CONCLUSIÓN.
De lo dicho se concluye que la potestad del Estado para
regular los derechos fundamentales encuentra límites
precisos en principios implícitos en el Estado de Derecho,
como son la exigencia de que su regulación primaria
corresponde a la ley; en el contenido esencial de los derechos
fundamentales y en el principio de la razonabilidad de las
leyes.
Un Estado de Derecho sólo es tal en la medida en que
exista un equilibrio real en la ecuación prerrogativa-garantía,
pues en ese momento se puede afirmar que existe un Estado
eficiente, pero a la vez respetuoso de los derechos
fundamentales.
26
Los PODERES DEL
JUEZ CONSTITUCIONAL
I.- INTRODUCCIÓN
El tema más álgido e importante de la justicia
constitucional, en el estadio actual de su evolución, lo
constituye el de los poderes del juez constitucional.
No obstante, la mayoría de la doctrina lo ha limitado,
a mi juicio erróneamente, sólo al tema de la tipología de las
sentencias en cuestiones de constitucionalidad.
Me parece que el tema es más vasto y presenta una
serie de matices, pues abarca también las potestades de los
jueces constitucionales durante la tramitación de los
diferentes procesos constitucionales, así como en la etapa de
ejecución de sentencia.
Respecto a la concepción tradicional, en todo caso, a
pesar de las múltiples tipologías que se han intentado —
especialmente por parte de los juristas italianos, españoles y
alemanes—aquéllas siguen siendo insuficientes para explicar
la rica gama de las sentencias que dictan los jueces
constitucionales en cuestiones de constitucionalidad.
El presente trabajo tiene como finalidad anaüzar los
poderes del juez constitucional dentro del marco establecido
por la Ley de la Jurisdicción Constitucional costarricense, la
cual ofrece un espectro amplio de posibilidades de
sistematización.
27
II.- LOS PODERES DEL JUEZ CONSTITUCIONAL
COSTARRICENSE pN LOS PROCESOS DE
RABEAS CORPUS
Dado que el amparo es el género y el babeas corpus el
número, existen normas comunes a ambos procesos en
nuestra legislación procesal constitucional.
28
También puede el pleno d^ la Sala, cuando al decidir
un asunto apreciare que no se ti'ata de un caso de babeas
Corpus sino más bien de amparo!, declararlo así y continuar
su tramitación con arreglo a las c^sposiciones relativas a este
último proceso.
Finalmente cuando el í'leno considere que las
actuaciones u omisiones-iínpugnadas se encuentran
razonablemente fundadas en normas vigentes, suspende la
tramitación del proceso y le otorga al recurrente un plazo de
quince días para que formule la respectiva acción de
inconstitucionalidad.
El artículo 10 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional
autoriza a la Sala a ordenar una comparencia oral de las
partes, antes de dictar sentencia, para que expongan sus
conclusiones.
Como podrá observarse el juez constitucional
costarricense dispone de amplios poderes durante la
tramitación de los procesos de babeas corpus, lo que le
permite evitar que se continúe o perpetre efectivamente la
violación de los derechos protegidos por este recurso mientras
se tramita el proceso, al mismo tiempo que le permite
averiguar la verdad real, así como evitar la eventual
desaparición de la presunta víctima.
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decir, aquellos que se blaritean contra privaciones o
restricciones ilegítimas de la libertad personal o de la libertad
de locomoción, la sentencia e¿timatoria deja sin efecto las
medidas restrictivas de lai libertad impugnadas y ordena
restablecer al ofendido ei\ eí¡ pleno goce de su libertad
conculcada. Verbigracia, dejar al ofendido en libertad o
eliminar la restricción que le impide moverse, ingresar o salir
libremente de un determinado lugar.
30
del ordenamiento luego del derecho a la vida, cualquier
posibilidad de restricción ilegítima a aquélla debe ser
ventilada ante la jurisdicción ¡constitucional, aunque la
amenaza provenga de un tribui^al penal.
31
recurrida actuó con dolo o culpa grave.
En materia de babeas corpus, al tenor de lo establecido
en el primer párrafo del precitado artículo 26 de la Ley de la
Jurisdicción Constitucional, la Sala Constitucional establece
"los demás efectos de la sentencia para el caso concreto".
Esta facultad es importante, pues le permite al juez
constitucional dimensionar los efectos de la sentencia
estimatoria de acuerdo con las circunstancias particulares de
cada caso concreto.
32
siempre y cuando respete ciertas garantías constitucionales,
como la del debido proceso, etc.
En la legislación costarricense las sentencias
desestimatorias interpretativas, como el ejemplo analizado,
tienen particular importancia, pues la jurisprudencia y los
precedentes de la Sala Constitucional son vinculantes erga
omnes, salvo para sí misma, con lo cual tanto el decisum
como los considerandos de la sentencia son de acatamiento
obligatorio tanto para los demás tribunales como para la
Administración Pública.
33
en defensa del interés público, pues permite a la Sala rechazar,
ad portas, todos aquellos recursos manifiestamente
infundados o que constituyen simple reiteración de otros ya
fallados anteriormente, sin necesidad de instruir enteramente
un nuevo proceso.
34
esta potestad por parte de la Sala podría convertirse en una
fuente inagotable de eventuales arbitrariedades, lo que
atentaría no sólo contra el principio de la seguridad jurídica,
sino, además, contra la garantía constitucional de la cosa
juzgada.
Sin embargo, tales principios, a pesar de su alto linaje,
tienen que ceder, en casos muy excepcionales ante exigencias
superiores de justicia, pues no es raro que a veces se dicten
sentencias estimatorias con base en informes falsos o
inexistentes o sobre hechos que realmente no ocurrieron y se
tuvieron erróneamente como probados en la sentencia.
En la jurisdicción constitucional, por los valores que se
tutelan en ella, los formalismos y principios procesales que
rigen en otras materias, deben adaptarse y flexibilizarse,
pvies eí» vitóTfia msiariáa \a ifüñsdictíÓTi coTis\iVúóoTia\ es la
jurisdicción de la libertad. Y esta no permite ataduras ni
limitaciones formalistas, pues cuando se la amenaza de
violación o se la vulnera se la debe tutelar rápida y
eficientemente.
El artículo 56 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional,
a pesar de estar ubicado en el Título relativo al recurso de
amparo, es de aplicación también a los procesos de babeas
Corpus, dado que, en última instancia, éste proceso es una
modalidad específica de amparo. Se trata, técnicamente, de
un amparo que tutela los derechos de libertad e integridad
personales y libertad de tránsito. Pero, en su esencia, presenta
\a Tr¿sT£\a Tiat\iTa\exa )UT\d\ca de\ arcvpaííi, íaxóvi poT la que
queda sujeta, en general, a sus mismos principios procesales.
Dicho artículo dispone que la ejecución de las sentencias
corresponde a la Sala Constitucional, salvo en lo relativo a la
liquidación y cumplimiento de indemnizaciones y
responsabilidades pecunarias, o en otros aspectos que la
Sala considere del caso, lo cual se hará en la vía contencioso-
administratíva por el procedimiento de ejecución de sentencia
previsto en la Ley Reguladora de esa jurisdicción.
Esta atribución general de otorgar a la Sala la ejecución
35
de sus sentencias en los babeas corpus es importante, pues
permite que los fallos en esta materia tengan un seguimiento
del propio órgano que los dictó, el cual, además, está dotado
de poderes que el ordenamiento no le confiere a otras
jurisdicciones, como la vinculatoriedad erga omnes de sus
decisiones, etc.
36
eventual resolución del recurso a su favor.
La suspensión opera de pleno derecho y se debe
notificar al órgano o servidor contra quien se dirige el
amparo, por la vía más expedita posible.
Nuestra legislación consagra el principio general de
que la interposición de un recurso de amparo suspende la
ejecución de los efectos del acto impugnado, lo cual implica,
en primer término, que cuando aquél se interponga contra
abstenciones u omisiones lógicamente tal suspensión no
procede, pues ello implicaría resolver interlocutoriamente
en favor del recurrente y sin haber escuchado al órgano o
servidor recurrido, el recurso planteado.
Por otra parte esta norma rompe un clásico principio
del Derecho Administrativo, en el sentido de que los actos
recurridos pierden el privilegio de la ejecutoriedad. Como se
trata de la tutela de derechos fundamentales el legislador
costarricense ha considerado, con bastante tino en nuestro
criterio, que la única forma efectiva de hitelar el supuesto
derecho violado o amenazado de violación es mediante la
suspensión ipso iure de la ejecución de los efectos del acto
recurrido. De lo contrario la amenaza de violación o la
conculcación del derecho fundamental de que se trate, en su
caso, sería irreversible, de manera que la constitucional se
convertiría en una simple jurisdicción reparadora de daños
y perjuicios, lo cual es una de sus características secundarias.
Hay una confusión en la legislación acerca de si la
suspensión se produce con la sola presentación del recurso,
tal y como lo ha entendido la Sala Constitucional en su
jurisprudencia, o si dicha suspensión se produce a partir de
la resolución que le da trámite al recurso.
En nuestro criterio esta segunda solución es la correcta,
pues de lo contrario se pervertiría el recurso de amparo, el
cual se utilizaría como un mecanismo espurío para suspender
la ejecución de los efectos de actos de la Administración que
no pueden ser objeto del recurso de amparo, o bien de actos
que se han dictado en el ejercicio válido de las respectivas
37
competencias administrativas. Como entre la interposición
del amparo y su tramitación normalmente trar^scurren varios
días la solución dada por la Sala Constitucional parece
grave, pues prohija la interposición de recursos de amparo
manifiestamente infundados, cuya única finalidad es atrasar
o paralizar, de manera irrazonable, la ejecución de actos
administrativos en materias tan sensitivas para el orden
público como las órdenes de desalojo de viviendas
inhabitables, el cierre de establecimientos por no cancelación
de tributos, etc.
El interés público está debidamente tutelado, pues la
propia Sala de oficio o a petición de la Administración
recurrida tiene la facultad de mantener la ejecución de los
efectos del acto recurrido, cuando existan evidentes razones
de interés público para ello. De esa forma se logra un
equilibrio saludable entre la tutela de los derechos
fundamentales de los administrados y el ejercicio legítimo y
normal de las potestades públicas.
La misma norma en examen autoriza al Magistrado
instructor o al Presidente de la Sala para que dicten cualquier
medida de conservación o seguridad que la prudencia
aconseje, para prevenir riesgos materiales o evitar que se
produzcan otros daños como consecuencia de los hechos
realizados, todo conforme con las circunstancias del caso.
El Pleno de la Sala, por resolución fundada, puede
hacer cesar en cualquier momento la autorización de ejecución
o las otras medidas cautelares que se hubieren dictado.
La atribución de esta nueva potestad al juez
constitucional costarricense en materia de amparo es
importante, pues le otorga ima amplia discrecionalidad para
lograr el equilibrio citado entre la tutela de los derechos
fundamentales objeto del recurso de amparo y el ejercicio de
las prerrogativas públicas. Se trata de una potestad de ejercicio
discrecional que se debe ejercitar con mucha cautela y con
aplicación de las reglas de la sana crítica.
También la Sala Constitucional tiene la facultad de
38
revocar tales medidas, así como la suspensión de la ejecución
del acto recurrido, en cualquier momento, con el fin de
salvaguardar en algunos casos el interés público y, en otros,
garantizar la efectiva tutela de los derechos cuya protección
se solicita por medio del correspondiente recurso de amparo.
En efecto, en algunas ocasiones sucede que
encontrándose en trámite un proceso de amparo, ocurren
hechos o se toman medidas adicionales que conculcan o
hacen inminente la violación del derecho amparado, de
manera que una eventual sentencia estimatoria sería inocua.
En tales casos la Sala debe tomar las medidas cautelares
necesarias para evitar que se produzcan daños irreversibles
en la esfera jurídica del recurrente. Asimismo ocurre que la
suspensión de los efectos del acto impugnado debe revocarse,
durante la tramitación del proceso de amparo, pues de lo
contrario se lesionaría seriamente el interés público.
Verbigracia, cuando se plantea un recurso de amparo para
impedir la apertura de un servicio público otorgado mediante
concesión pública a un particular. Si el proceso de amparo no
puede resolverse— por la complejidad del asunto o porque
falta prueba que evacuar antes de la fecha en que debe
iniciarse la prestación del servicio público en cuestión— es
evidente que en tal hipótesis la Sala, en resguardo del interés
público que exige la continuidad de los servicios públicos,
debe ordenar la ejecución de los efectos del acto cuestionado,
a pesar de que, prima facie, haya ordenado su suspensión.
Los artículos 46 y 47 del mismo cuerpo de leyes
autorizan a la Sala para solicitar prueba para mejor resolver
en el caso de que el informe de la autoridad recurrida fuere
negativo, con el fin de averiguar la verdad de los hechos.
Inclusive se puede ordenar la comparecencia del recurrente
y del servidor o representante del órgano recurrido para que
se realice una especie de careo en presencia de los miembros
de la Sala, todo ello sin perjuicio de la potestad que tiene, al
tenor de lo dispuesto en el artículo 10 de la Ley de la
JurisdicciónConstitucional, para ordenaruna comparecencia
oral de las partes para que formulen conclusiones antes de
39
sentencia.
Cuando la Sala considere, en cualquier momento
durante la tramitación del proceso de amparo, que las
actuaciones u omisiones impugnadas están razonablemente
fundadas en normas vigentes, hayan sido éstas
razonablemente fundadas en normas vigentes, hayan sido
éstas atacadas o no como violatorias de los derechos o
libertades reclamados, así lo debe declarar en resolución
fundada y suspender, al mismo tiempo la tramitación del
respectivo proceso de amparo, y otorgarle al recurrente un
plazo de quince días hábiles para que formalice la acción de
inconstitucionalidad contra aquéllas. Si el recurrente no
cumple con la citada prevención, se archiva el expediente.
Igual procedimiento sigue la Sala cuando el recurso de
amparo se haya interpuesto contra normas de acción
automática, o sea aquéllas cuyos preceptos resulten
obligatorios inmediatamente por su sola promulgación, sin
necesidad de normas o actos que los desarrollen o los hagan
aplicables al perjudicado. O sea que nuestra legislación no
autoriza, como ocurre en otros países, el amparo directamente
contra leyes, sino que el mismo se transforma, dentro del
proceso de amparo, en una acción de inconstitucionalidad.
En la tramitación de los procesos de amparo contra
particulares se aplican las mismas reglas anteriores en lo
conducente, de conformidad con lo estipulado en el artículo
65 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional. Debe hacerse
la aclaración de que algunos de los poderes del juez
constitucional analizados son inaplicables en estos procesos,
por estarse frente a actos emanados de sujetos privados, los
cuales, en principio, carecen de las prerrogativas
exhorbitantes que el ordenamiento le confiere a los entes y
órganos públicos.
40
desestimatorias.
41
realización del acto que satisfaga la pretensión material o
jurídica del agraviado que ampare su derecho fundamental,
para lo cual otorga un plazo prudencial perentorio a la
autoridad responsable de la violación.
Estos casos pueden dar lugar a que, en determinadas
circunstancias, la Sala se vea compelida a sustituir la voluntad
del órgano o servidor moroso, cuando éste se niegue, de
manera evidente y manifiesta, a dictar el acto o realizar la
conducta ordenada por la sentencia estimatoria. Por ejemplo,
la Sala podría expedir la cancelación de un gravamen
hipotecario cuando el funcionario público encargado de
hacerlo se niegue a realizarlo materialmente, a pesar de
existir una sentencia estimatoria que lo obligue a ello.
No obstante, las facultades de la Sala en estos casos
deben ejercitarse con extrema cautela y sólo en casos de
excepcional gravedad, pues de lo contrario podría terminar
sustituyéndose a la voluntad de los demás órganos y entes
públicos.
42
ya sea judicial o administrativamente.
En tales casos la sentencia estimatoria tiene como
única finalidad la condenatoria en abstracto al pago de
daños y perjuicios del órgano o del servidor recurrido y de
las costas si fueren procedentes. Es decir, el reconocimiento
de una indemnización en favor del agraviado procede cuando
se le hayan producido daños y perjuicios evidentes antes de
dictarse la resolución administrativa o judicial que satisface
la pretensión del agraviado.
43
B . ^ Las sentencias desestimatorias
Al igual que en el babeas corpus, la Sala Constitucional
puede dictar sentencias desestimatorias interpretativas, las
cuales conforme a lo estipulado en el artículo 13 de la Ley de
la Jurisdicción Constitucional, son vinculantes erga omnes.
De esa manera la interpretación dada por la Sala sobre
los alcances de un derecho fundamental en un proceso de
amparo, aunque la sentencia sea desestimatoria de la
pretensión del agraviado, es vinculante para los demás
operadores jurídicos, tanto en sede administrativa como
judicial.
Este tipo de sentencias se produce con mayor frecuencia
de lo que uno estaría tentado a pensar, puesto que la Sala
tiende a evitar las sentencias estimatorias cuando puede
sustituirlas mediante una interpretación correcta de la norma
que sirve de base a la conducta o a la omisión impugnadas.
De esa manera logra compaginar la actuación de la autoridad
recurrida con los derechos fundamentales del agraviado.
44
de violación derechos fundamentales mediante conductas
dolosas o culposas.
Dicha condenatoria también procede en los amparos
contra sujetos de Derecho Privado.
En los casos de desistimiento de un recurso de amparo,
la Sala puede decidir no aceptarlo y continuar con su
tramitación hasta dictar sentencia, cuando considere
discrecionalmente que no se trata de derechos patrimoniales
renunciables.
Asimismo la Sala está facultada para reabrir
expedientes en cualquier momento, a solicitud del interesado,
siempre y cuando el desistimiento se haya producido por
una satisfacción extraprocesal de los derechos o libertades
reclamados por el interesado, y posteriormente se demuestre
que la satisfacción acordada ha resultado incumplida o
tardía.
Cuando el amparo fuere desistido por el recurrente,
rechazado o denegado por la Sala, ésta puede condenar al
pago de las costas cuando estimare fundadamente que aquél
incurrió en temeridad.
45
mterlocutoriamente, cuando considere suficiente fundar la
respectiva sentencia en principios o normas evidentes o en
sus propios precedentes o jurisprudencia. No obstante, dicha
sentencia no podrá dictarse antes de que el recurrido haya
tenido ocasión de exponer su defensa.
Estas facultades de la Sala le permite resolver
interlocutoriamente una gran cantidad de recursos de
amparo, sin tener que tramitar todo el proceso. Estos poderes
se basan en el principio de la economía procesal.
46
una sentencia estimatoria de la Sala no lo hiciere, ésta se
dirige a su superior y lo requiere para que haga cumplirla y,
al mismo tiempo, abra el expediente disciplinario contra el
infractor.
Al mismo tiempo la Sala tiene el poder de mandar abrir
proceso contra el culpable o los culpables y, pasadas 48
horas, contra el superior que no hubiere procedido conforme
a lo expuesto.
La ejecución de las sentencias de amparo corresponde
a la Sala Constitucional, salvo en lo relativo a la liquidación
y cumplimiento de indemnizaciones y responsabilidades
pecuniarias, o en otros aspectos que la propia Sala considere
pertinente, lo que se tramita en la vía contencioso-
administrativa.
Esta potestad de ejecución de sus propias sentencias,
salvo en los aspectos patrimoniales, le otorga facultades
amplias a la Sala para poder tomar las medidas pertinentes
a fin de hacer efectivo el cumplimiento de sus fallos. Se trata
de una potestad amplia, de ejercicio discrecional, que no se
encuentra regulada por el ordenamiento.
47
1.- Los poderes del juez constitucional diuante la
tramitación de los procesos de inconstitucionalidad
A.- Las acciones de inconstitucionalidad
Aunque la Ley de la Jurisdicción Cor\stitucional no
prevé expresamente un procedimiento de admisión de la
acción, lo cierto es que, en la praxis, la Sala practica una
especie de certoriari, sobre todo en relación con la legitimación
procesal del recurrente y de la existencia o no de un juicio en
vía judicial o de un reclamo tendente al agotamiento de la vía
administrativa, como requisito previo para darle curso a la
acción planteada.
a.- Legitimación
El problema se plantea porque la redacción poco feliz
del segundo párrafo del artículo 75 de la citada ley, permite
tres posibles tipos de legitimación directa: a) cuando por la
naturaleza del asunto no existe lesión individual y directa; b)
cuando se trate de la defensa de intereses difusos y c) cuando
se trate de intereses que atañen a la colectividad en su
conjunto.
Cuando la acción se plantea directamente, es decir sin
necesidad de un caso previo judicial o en la fase de
agotamiento de la vía administrativa, el Presidente de la
Sala, prima facie, analiza si el recurrente se encuentra en
alguna de las hipótesis contempladas en el segundo párrafo
del artículo 75 de la ley en comentario. Si considera que el
recurrente carece de legitimación, entonces eleva el asunto al
Pleno de la Sala para que se rechace de plano la respectiva
acción de inconstitucionalidad por falta de legitimación.
48
tribunales de justicia o en un procedimiento de agotamiento
de la vía administrativa— si tales casos pendientes han sido
o no fallados. Caso afirmativo, si la respectiva resolución
administrativa o sentencia, en su caso, se encuentra firme,
pues en la praxis los litigantes invocan con frecuencia
inconstitucionalidades durante la etapa final del proceso
judicial o del procedimiento admirüstrativo correspondiente,
cuando obtienen resoluciones desfavorables a sus
pretensiones.
49
aviso en el Boletín Judicial, por tres veces corwecutivas,
haciendo saber a los tribunales y a los órganos que agotan la
vía adnünistrativa que esa demanda ha sido establecida, a
efecto de que en los procesos o procedimientos en que se
discuta la aplicación de la ley, decreto, disposición, acuerdo
o resolución impugnados, tampoco se dicte resolución final
mientras la Sala no haya hecho el pronunciamiento de fondo.
En el caso de que la acción fuere planteada por el
Procurador General de la República, la audiencia se la confiere
a la persona que figure como parte contraria en el asunto
principal.
Al tenor de lo dispuesto en el artículo 82 de la Ley de
la Jurisdicción Constitucional, en los procesos en trámite no
se suspende ninguna etapa diferente a la de dictar resolución
final, salvo que la acción de inconstitucionalidad se refiere a
normas que deban aplicarse durante su tramitación.
El primer aspecto que debe aclararse es que la
interposición de una acción de inconstitucionalidad no
suspende los efectos generales de las disposiciones
normativas impugnadas, salvo en los juicios o en los
procedimientos de agotamiento de la vía administrativa
pendientes de resolución al momento de plantearse la acción
de inconstitucionalidad.
No obstante si en el rnterim entre que se plantea una
acción de inconstitucionalidad y la Sala le da curso se produce
la resolución de un asunto pendiente, en buena lógica jurídica
debe entenderse que tal resolución es absolutamente nula.
La Sala, en tales casos, tiene potestades para decretar la
nulidad correspondiente y ordenar que se repongan los
procedimientos o los procesos en la etapa en que se
encontraban al plantearse la acción de inconstitucionalidad.
En otros términos, la interposición de una acción de
inconstitucionalidad suspende la facultad tanto de los
órganos administrativos como judiciales para dictar
resolución final en los procedirrtíentos de agotamiento de la
vía adniinistrativa o de los procesos judiciales en que se
50
discute la aplicación de las normas o actos impugnados.
La Sala asimismo tiene la facultad, lo cual ha utilizado
ya en un par de ocasiones, para ordenar la suspensión de los
efectos de las normas o actos impugnados en forma general
o referida a casos concretos, cuando su ejecución puede
causar eventualmente daños de imposible reparación al
recurrente o al interés público.
De lo anterior se deduce que la Sala tiene potestades
para dimensionar los efectos de la suspensión de las normas
o actos impugnados en las acciones de inconstitucionalidad.
Si se aplicare literalmente la norma que impide, en principio,
esa suspensión mientras la Sala dicta la sentencia respectiva,
en algunos casos se producirían daños de imposible o difícil
reparación no sólo en perjuicio de los recurrentes sino también
del interés público.
51
reglamentario taxativo para ser votado, la Asamblea está
autorizada para hacerlo antes de que expire ese plazo, aunque
no se haya recibido el criterio de la Sala. Estos casos se
refieren fundamentalmente a la tramitación de leyes de
Presupuesto, que tienen plazos máximos para ser votadas
según normas tanto constitucionales como del Reglamento
Interno de la Asamblea.
En esta etapa de la tramitación, las potestades de la
Sala se circunscriben fundamentalmente a revisar que la
consulta cumpla con los requisitos formales correspondientes,
sin que la ley le otorgue atribuciones de índole especial en la
materia.
52
La Sala también está autorizada para evacuarla corisulta
en cualquier momento, cuando considere que está
suficientemente contestada mediante la simple remisión a
su jurisprudencia y precedentes.
53
El 89 ibídem establece, por su parte, los efectos
secundarios de las sentencias estimatorias de
inconstitucionalidad, al disponer que tales resoluciones deben
declarar, además, la de otros preceptos de la nonna o
disposición declarada inconstitucional cuya anulación resulte
evidentemente necesaria por conexión o consecuencia, así
como los actos de aplicación cuestionados.
En estos casos y antes de realizar la declaratoria de las
normas conexas la Sala puede otorgar audiencia por un
plazo razonable tanto a la Procuraduría como a las partes del
proceso, a fin de que aleguen lo que estimen conveniente
sobre el particular.
El único límite a los poderes del juez constitucional en
esta materia lo constituye la imposibilidad de anular actos
de ejecución que no hayan sido impugnados por el recurren-
te. En la praxis, sin embargo, la Sala ha reiteradamente
anulado normas y disposiciones no impugnadas por el
recurrente, pero que aquélla ha considerado que también
violan la Constitución. Esta potestad pretoriana la ha ejerci-
do la Sala tanto en las acciones de incortótitucionalidad como
en las consultas legislativas.
De conformidad con el numeral 91 ibídem la
declaración de inconstitucionalidad tiene efecto declarativo
a la fecha de vigencia del acto o de la norma anulados, todo
sin perjuicio de derechos adquiridos de buena fe.
La misma disposición le confiere a la Sala la potestad
de graduar y dimensionar en el espacio, el tiempo o la
materia, su efecto retroactivo, y dictar las reglas necesarias
para evitar que éste produzca graves dislocaciones de la
seguridad, la justicia o la paz sociales.
Esta disposición es restrictiva pues se circunscribe al
efecto retroactivo de la sentencia, cuando en realidad debería
abarcar la posibilidad de dimensionar también los efectos
futuros, los que, en la mayoría de los casos, tienen mayor
importancia que los pasados.
54
3.— La tipología de las sentencias estimatorias de
inconstitucionalí d ad
Esta materia es una de las más controvertidas hoy día
en el Derecho Comparado, pues prácticamente cada autor
tiene su propia clasificación.
Considero, sin embargo, que las tipologías esbozadas
hasta el momento son insuficientes, pues no cubren toda la
amplia gama de sentencicis que puede dictar el juez
constitucional.
En nuestro concepto la tipología de las sentencias
estimatorias de inconstitucionalidad abarca las siguientes
clases: a) exhortativas; b) inconstitucionalidad simple, que
pueden ser totales o parciales; c) interpretativas, que se
subdividen en las que declaran inconstitucionalidades de
normas por interpretación errónea o aplicación indebida en
un caso concreto y las que declaran la inconstitucionalidad
denormas por sus efectos; d) aditivas o inconstitucionalidades
por omisión; e) sustitutivas, que se subdividen entre las que
introducen nuevas normas y las que ponen en vigencia
normas derogadas.
55
Si esa condición no llega a producirse, es decir, si el legislador
cumple la exhortación del juez constitucional, la sentencia
estimatoria no surte efectos anulatorios.
Se trata de una técnica tendente a evitar que se califique
al juez constitucional de legislador negativo y de darle la
oportunidad al órgano político competente de que enmiende,
dentro de un plazo prudencial, un entuerto legislativo que
roza con la Carta Política.
56
b.- Las declaratorias de inconstitucionalidad
simple de carácter total
Las declaratorias de inconstitucionalidad simple
también pueden ser totales, cuando afectan la totalidad del
texto normativo o del acto impugnados. Por ejemplo, cuando
se declara la inconstitucionalidad de toda una ley por una
violación en el procedimiento de su formación. En esta
hipótesis el juez constitucional elimina toda la ley, es decir,
la disposición normativa completa desaparece del
ordenamiento jurídico.
57
Las sentencias estimatorias en estos casos no declaran
inconstitucional el texto o la disposición de la norma o del
acto impugnados, sino más bien la interpretación errónea o
la aplicación indebida que las autoridades administrativas o
judiciales hacen de ese texto. En el fondo, mediante la
interpretación errónea o la aplicación indebida de un texto se
crean nuevas normas distintas de las contenidas en la
disposición interpretada o aplicada. Esas nuevas normas
con frecuencia rozan con el bloque de constitucionalidad.
En estos casos el juez constitucional dispone que una
determinada interpretación o aplicación de un texto ha
creado una norma que roza con la Constitución, por lo que
declara que la norma producto de esa interpretación errónea
o de esa aplicación indebida es inconstitucional.
El texto de la disposición o acto de donde se recabó la
norma declarada inconstitucional se mantiene inalterado y
sigue surtiendo sus efectos normales. Lo que no pueden
realizar en el futuro las autoridades administrativas o
judiciales, en su caso, es darle a ese texto la interpretación
declarada inconstitucional.
Este tipo de sentencias plantea un problema importante
y es el relativo a si la interpretación dada por el juez
constitucional es o no vinculante para los demás órganos
administrativos y judiciales, especialmente para los tribunales
de Casación.
En la mayoría de las legislaciones tales sentencias no
impiden interpretaciones diferentes de las dadas por el juez
constitucional, a condición de que todas esas interpretaciones
sean compatibles con la Constitución, sus principios y valores.
Esta clase de sentencias, lo que prohibe, es que otros órganos
administrativos y judiciales interpreten o apliquen las normas
impugnadas de manera que rocen con la Constitución.
La anterior alternativa se utiliza en aquellos
ordenamientos en que se tiende a respetar el principio
clásico del Derecho continental de que la Sala de Casación es
la que dice la última palabra sobre la interpretación de la ley.
58
Al otorgársele al juez constitucional la facultad de interpretar
las leyes sometidas al control de constitucionalidad
evidentemente se entra en conflicto con la tradición
casacionista, que reserva a este tribunal el monopolio sobre
la interpretación última de la ley.
En la praxis con frecuencia se producen
enfrentamientos constantes, pues las Salas de Casación son
proclives a desconocer las interpretaciones que realizan los
Tribunales Constitucionales de los textos legales. De esa
forma se produce vma dicotomía interpretativa entre dos
altos tribunales: uno obligado a velar por la legalidad (Sala
de Casación) y otro con competencia para tutelar el principio
de la supremacía constitucional (los Tribunales
Constitucionales).
Esta solución, aunque tiene la ventaja de que permite
una mayor creatividad de los operadores del Derecho,
presenta el inconveniente de que no confiere seguridad
jurídica, pues en cualquier momento se puede producir una
interpretación de la norma impugnada que riñe con la
Constitución, lo que obliga al perjudicado a plantear otra
acción de inconstitucionalidad a fin de que la nueva
interpretación también sea declarada inconstitucional.
La otra solución, que es la acogida por la legislación
costarricense, establece la obligatoriedad de la jurisprudencia
y precedentes del juez constitucional erga omnes, de manera
tal que sus interpretaciones sobre los alcances de las normas
o actos sujetos al control de constitucionaÜdad son vinculantes
y de acatamiento obligatorio para todos los operadores
juridicos.
Esta solución tiene el inconveniente de que impide la
interpretación creadora de los jueces y funcionarios
administrativos, que perfectamente podrían ensayar una o
varias interpretaciones posibles de las normas y actos sujetos
al control de constitucionalidad, todas ellas compatibles con
el bloque de constitucionalidad.
59
b.- La inconstitucionalidad por los efectos del textc
o la norma impugnada.
Estas sentencias declaran que un texto o una norma
son inconstitucionales, no porque violen una norma, principio
o valor constitucional determinado de manera directa, sino
más bien porque su aplicación modifica
inconstitucionalmente otra norma del ordenamiento o bien
porque su aplicación implica la violación indirecta del bloque
de cor\stitucionalidad. Por ello puede afirmarse que su
aplicación produce una violación, de manera refleja o
indirecta, del bloque de constitucionalidad.
Por ejemplo, una disposición que permitiere al Poder
Ejecutivo variar el porcentaje de depreciación de los autos
usados importados para efectos de fijar los tributos que
deben pagar al Fisco, sería inconstitucional por sus efectos,
pues con ello se afectaría, mediante un acto administrativo,
la tarifa de los respectivos tributos que soporta la importación
tales vehículos. Ello sería violatorio del principio
constitucional de reserva legal en materia tributaria, ya que
mediante un acto administrativo se estaría reformando una
norma legal tributaria, la cual sólo puede ser modificada por
otra norma del mismo rango, es decir, por una ley emanada
del órgano legislativo.
En otros términos, en el ejemplo indicado el texto que
modifica el porcentaje de depreciación de los vehículos
importados no es en sí mismo inconstitucional, pues no se
opone directa e inmediatamente a la Carta Política. Sin
embargo, su aplicación produce un vicio de
inconstitucionalidad, por sus efectos, pues reforma, de
manera espuria eilegítimamente otra disposición normativa,
ya que las tarifas de los tributos sólo pueden modificarse por
ley y no por simple acto administrativo.
También podría darse el ejemplo de una ley que
establezca que sólo las personas asociadas en cooperativas
pueden vender lotería al público. Semejante disposición
legal sería inconstitucional por sus efectos, pues obligaría a
60
los vendedores de lotería a asociarse en cooperativas para
ejercer válidamente esa actividad. En otros términos, la
norma supracitada violaría, por sus efectos, el derecho de no
asociarse que la Constitución le garantiza a todos los
ciudadanos.
En síntesis, en estos casos la sentencia estimatoria
declarara inconstitucional el texto o la norma impugnados
por rozar directamente con la Carta Política, sus principios
y valores, sino más bien por sus efectos, dado que su aplicación
modifica inconstitucionahnente otra norma o bien porque
su aplicación viola, de manera indirecta, el bloque de
constitucionalidad.
61
sino más bien por lo que calla, ya que otorga un privilegio en
favor de un grupo de servidores públicos, sin hacerlo
extensivo a todos los demás funcionarios que se encuentran
en la misma situación de hecho que los beneficiados.
Los poderes del juez constitucional, en este tipo de
sentencia estimatoria, le permiten ordenar la equiparación
de los sujetos discriminados por la norma impugnada, de
manera tal que aquél crea una norma para el caso concreto.
Se trata, en simia, de un ejemplo clásico de sentencias
normativas, pues el juez constitucional actúa ya no como
legislador negativo en la terminología kelseniana, sino más
bien como legislador a secas, pues innova el ordenamiento
jurídico aunque sea mediante la creación de normas para un
caso concreto.
La otra modalidad de las sentencias aditivas se produce
cuando ima determinada normativa no estableció, en sus
transitorios, un régimen de excepción para aquellas personas
que, a su entrada en vigencia, tenían derechos adquiridos o
situaciones jurídicas consolidadas al amparo de la legislación
anterior.
De esa forma se produce una clara violación de la
garantía de irretroactividad de las normas y actos públicos,
que sólo puede subsanarse mediante ima sentencia aditiva
del juez constitucional, que crea una norma que deja a salvo
los derechos adquiridos de los recurrentes. Nuevamente en
esta hipótesis el juez cor\stitucional innova el ordenamiento
jurídico preexistente, pues introduce una disposición
normativa que respeta los derechos adquiridos de los
recurrentes.
Las sentencias aditivas se mezclan, con alguna
frecuencia, con las de carácter exhortativo, de manera que la
norma creada para el caso concreto por el juez constitucional
mantiene su vigencia hasta que el Poder Legislativo reforme
la disposición impugnada y extienda el beneficio negado por
la normativa impugnada a los recurrentes. Es decir la norma
creada por el juez constitucional se sujeta a una condición
resolutoria.
62
E.- Las sentencias estimatorias sustitutivas
Esta clase de sentencias, también denominadas
manipulati vas, pueden ser de dos tipos: a) las que introducen
nuevas normas en el ordenamiento y b) las que ponen en
vigencia normas derogadas.
Tienen en común que innovan el ordenamiento
preexistente, de manera que introducen nuevas normas en
él. Por ello son similares, en alguna medida, que las sentencias
aditivas.
63
norma declarada inconstitucional. De lo contrario se crearía
un vacío legislativo que podría producir graves dislocaciones
de la seguridad, la justicia o la paz sociales.
Por ello esta modalidad de las sentencias manipulativas
se acompaña, por lo general, con una sentencia exhortativa,
en la que se invita al legislador a llenar el vacío dejado en el
ordenamiento por las disposiciones o normas anuladas.
Mientras se produce la acción del legislador, el juez
constitucional llena el vacío normativo, de manera transitoria,
mediante la puesta en vigencia, por un plazo determinado,
de la legislación derogada por la normativa declarada
inconstitucional en esa misma sentencia.
Las sentencias aditivas, en sus dos vertientes de creación
de nuevas normas y de puesta en vigencia de normas
derogadas, constituye la forma más audaz de actuación del
juez constitucional, pues en alguna medida invade la función
legislativa ordinaria, sustituyéndose a la voluntad del órgano
legislativo.
Sin embargo, evidentes razones de seguridad jurídica
y justicia, en el caso concreto, justifican la existencia de tales
poderes en favor de los tribunales constitucionales. De lo
contrario ciertas declaratorias de inconstitucionalidad, a
pesar de salvaguardar el principio de supremacía
constitucional, pondrian en serio peligro la estabilidad y la
paz sociales.
64
son inconstitucionales en los términos planteados en la
respectiva acción o consulta de constitucionalidad.
La tipología de las sentencias desestimatorias puede
reducirse a dos: a) las simples y b) las interpretativas, también
denominadas de interpretación conforme a la Constitución.
65
imposibilidad de interpretar una norma en un sentido
determinado como inconstitucional e indican, al mismo
tiempo, la forma correcta en que debe interpretarse aquella
para que sea compatible con el bloque de constitucionalidad.
Es decir, la interpretación que realiza el juez constitucional
de la norma impugnada, en estos casos, es siempre una
interpretación conforme a la Constitución.
En la legislación costarricense, este tipo de sentencias
tiene particular importancia, pues al establecer el artículo 13
de la Ley de la Jurisdicción Constitucional que la
jurisprudencia y precedentes de la Sala son obligatorios erga
omnes, la interpretación de la norma impugnada contenida
en tales sentencias es automáticamente de aplicación
obligatoria tanto para los operadores judiciales como
administrativos.
De esa forma los Considerandos y el Por Tanto de las
sentencias desestimatorias interpretativas devienen
vinculantes erga omnes, lo que impide, por otra parte, en
principio, que a la norma impugnada se le pueda válidamente
conferir otra interpretación diferente tanto en sede
administrativa como judicial.
No obstante, considero que cualquier otra interpreta-
ción que se dé a la norma impugnada, que no sea incompa-
tible con el bloque de constitucionalidad, sería también
válida y no violaría el principio de obligatoriedad de la
jurisprudencia y de los precedentes que contiene el artículo
13 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional, puesto que lo
que interesa, en última instancia, es que la norma impug-
nada sea interpretada conforme a la Constitución, lo que
puede lograrse mediante diversas interpretaciones posi-
bles, a condición de que todas ellas sean compatibles con
aquélla.
66
Jurisdicción Constitucional que le otorgue a la Sala facultades
especiales, durante la etapa de ejecución de sentencia, salvo
para adicionar o aclarar sus fallos, en cualquier momento, de
oficio o a petición de parte si se le solicita hacerlo dentro de
los tres días siguientes a la notificación del fallo respectivo.
La potestad de adición y aclaración de sus resoluciones,
según el artículo 12 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional,
se le ha conferido a la Sala para que pueda dar cabal
cumplimiento al contenido del fallo.
De esa atribución particular, sin embargo, la Sala ha
derivado potestades pretorianas para dimensionar los efectos
de sus sentencias, tanto estimatorias como desestimatorias,
de inconstitucionaUdad.
En esta forma la Sala ejercita, en la praxis, potestades
dimensionadoras durante la etapa de ejecución de sentencia,
lo que le ha permitido, como reza el precitado artículo 12 de
la Ley de la Jurisdicción Constitucional, darle cabal
cumplimiento al contenido de sus fallos.
V.- CONCLUSIÓN
El análisis efectuado de la legislación procesal
constitucional costarricense nos permite concluir la necesidad
de que se formvile una teoría general sobre las potestades del
juez constitucional en los diversos procesos constitucionales.
Asimismo es necesario replantear la tipología de las
sentencias estimatorias y desestimatorias de inconstitucio-
naUdad, a la luz de la diversidad de posibilidades que tiene
el juez constitucional para compaginar las exigencias del
respeto al principio de supremacía constitucional, que es
cardinal dentro del Estado de Derecho, con el mantenimien-
to de la estabilidad, la paz y la seguridad sociales, que
eventualmente podrían verse dislocadas como cops^aglj^r-
cia, directa o indirecta, de ima declaratoria de inj "
nalidad.
El presente estudio arroja como concl
67
necesidad imperiosa de que, a corto plazo, se elabore una
teoría general sobre la Justicia Constitucional, pues hasta el
momento lo que existe es tma profusa literatura que explica
sistemas y procesos específicos, pero se carece todavía,
lamentablemente, de una concepción global, unitaria y
coherente sobre los principios que fundamentan, en sus
diversos aspectos, la Justicia Constitucional.
68
Este libro se terminó de Imprimir en el mes de julio de 1992,
en los Talleres de Mundo Gráfico, SA, San José, Costa Rica.
Su edición consta de 1000 ejemplares en papel bond 20,
con portada en cartulina barnizable tipo 12.