Está en la página 1de 3

Universidad Católica Cecilio Acosta

Facultad de Teología
Maracaibo-Edo Zulia

COMENTARIO PERSONAL SOBRE EL TEMA:


VIDA CRISTIANA EN PLENITUD

Estudiante:

DIXON SUÁREZ

Cátedra:

Teología Espiritual

Noviembre, 2020
En primer lugar, me parece que la vida del Cristiano de hoy, ha pasado de
un vivir a una mera concepción de Dios, donde el centro, aunque parezca ser Dios
no es el mismo Dios, si no el materialismo, modernismo y liberalismo compulsivo
dentro de esta sociedad cada día mas afectada y mal direccionada, que hacen el
alma vaya en otra dirección, apetecer a Dios pero desde su conveniencia, no
según el criterio del mismo Cristo desde el Evangelio, la Tradición y el Magisterio
de la Iglesia; el compromiso cada día es menos pero no en su totalidad, allí se
encuentran también aquellos que en espíritu y en verdad trabajan por el reino del
Señor y dan testimonio de aquel que nos ha llamado a servirle.
Como dice el apartado, El tema es obligado. No puede faltar en un manual
de teología espiritual el estudio de un punto tan fundamental como es la llamada a
vivir la vida cristiana en plenitud. Así lo han entendido hasta nuestros días los
distintos tratados de espiritualidad al estudiar la santidad y la perfección cristiana.
El objetivo de esta reflexión es responder a la necesidad que hay actualmente de
plantear de forma explícita la llamada a la plenitud de la vida cristiana. Porque
partimos de que se necesita con urgencia que haya planteamientos completos y
recios de la vida cristiana en plenitud, por eso buscamos ahora la fundamentación
de dichos planteamientos.
Me pare interesante que nos encontramos ante un punto de gran
importancia en la vida cristiana: su crecimiento integral. La profunda realidad que
supone el ser criatura nueva en Cristo debe configurar gradualmente toda la
persona del cristiano; todo en la persona sentimiento, voluntad, pensamiento,
criterios, hasta el inconsciente queda bajo su influjo. No pueden separarse la
santidad ontológica que se nos da en el bautismo por la incorporación a Cristo y la
vida moral en la persona cristiana, sino, más bien, se necesitan mutuamente hasta
llegar a la unidad integral del hombre perfecto, en contraposición al todavía niño,
según la terminología de san Pablo (Ef 4,11-16; 1 Cor 13, 9- 11; Col 1,28; 1 Cor
2,6; Heb 5,12-14).
La conducta moral está tan estrechamente unida a la santificación realizada
por la incorporación sacramental a Cristo que los mismos términos empleados en
tiempo pasado como de algo logrado, son empleados en imperativo como de algo
que todavía ha de obtenerse, «Os habéis revestido de Cristo» (Gal 3,27),
«revestíos más bien del Señor Jesucristo» (Rom 13,14); «el que está en Cristo es
nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo» (1 Cor 5,17), «revestíos del Hombre
Nuevo» (Ef 4,24); «nuestro hombre viejo fue crucificado con él» (Rom 6,6),
«despojaos del hombre viejo» (Ef 4,22). Está claro que la santidad moral del
creyente no puede entenderse como un mero perfeccionamiento ético de la
persona sin ninguna relación con lo que supone el «estar en Cristo», «ser en
Cristo», propio de la participación de la Pascua.
Sabemos que el dato radical del cristiano es ser en Cristo hijo y hermano, y
que el comportamiento tiene que ser consecuente a su ser en Cristo hasta llegar a
la unidad de vida y de persona, como lo reflejan estas expresiones de san Pablo:
«Y no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2,20), «pues para mí la vida es
Cristo» (Ef 1,21). Desde esta clave se comprende la insistencia con que en el
Nuevo Testamento se presenta la imitación a Cristo (Mt 10,38; 16,24; Jn 13,15;
15,12-14; 1 Pe 2,21; 1 Jn 3,16). Conviene recordar que también este crecimiento
integral en Cristo tiene delante una tarea inagotable y un horizonte ilimitado.
Personalmente, parto de esta idea expuesta desde el libro: la vida plena del
cristiano esta es en la integridad, en comunidad, en fraternidad, es allí donde se
vive aquello que el mismo Cristo nos mando, amarnos unos a otros y servirnos, la
Iglesia de la cual somos participes por medio del bautismo, hace que
manifestemos con su gracia que el ser cristiano es lo más normal y lógico del
sentido humano, aunque hayan en el mundo otros dioses, no habrá ningún otro
tan lleno de misericordia como el único y verdadero Dios, pero también justo y
exigente, que nos ha dejado para entrar en su morada la prueba de la cruz, cruz
que pocos asumimos hoy, darle gusto a este mundo será la perdición del alma que
está llamada a ser partícipe del reino y amor de Dios, esta es la vida cristiana en
plenitud.

También podría gustarte