Cruzada civilista y su papel en la democracia en el país
El 9 de junio 1987 luego de la denuncia luego de las renuncias realizadas por el
entonces coronel Roberto Díaz Herrera. Fue una gran alianza entre organizaciones cívicas productivas, profesionales y comerciales del país, además de contar con el apoyo de la iglesia católica. Ocurren graves declaraciones del coronel Roberto días herrera contra el general noriega y detalles del fraude electoral de 1984. Se crea una alianza comunista pro rescate de justicia y democracia.
Esta cruzada es aspirada por el movimiento civilista de filipinas de 1986 con el
propósito de restaurar la democracia en panamá. El régimen de Manuel Antonio noriega no cayo con la movilización pacifista que deseaba la cruzada civilista, si logro el objetivo de crear conciencia nacional sobre la situación imperante de aquellos años. Más importante es que panamá llego a obtener la tan anhelada democracia luego de la invasión de 1989.
En el mes de mayo de 1987, siendo presidente de la Cámara de Comercio de
Panamá, recibí una invitación para participar con el National Democratic Institute (NDI), en una delegación internacional de observadores de las elecciones parlamentarias en Filipinas, un año después de la caída de Marcos, luego de unas elecciones violentas y fraudulentas donde se pretendió desvirtuar la victoria de Cory Aquino.
De Panamá, asistimos el padre Fernando Guardia, vicario episcopal en la época, y
el magistrado Luis Carlos Chen, del Tribunal Electoral. Cada uno fue asignado a diferentes ciudades de Filipinas. Tuvimos la oportunidad de familiarizarnos con el esfuerzo ciudadano apoyado por el movimiento cívico denominado Namfrel ( National Movement for Free Elections) respaldado por el cardenal Sin. Me convencí del valor determinante de que la sociedad civil y el ciudadano en particular tienen el deber y la responsabilidad de participar en los procesos electorales, no solo ejerciendo el voto, sino también observando y fiscalizando el manejo de los resultados de las elecciones, para proteger y defender la voluntad popular o, por lo menos, divulgar local e internacionalmente las realidades y resultados verdaderos.
A nuestro regreso, iniciamos, a través de la Cámara de Comercio, una serie de
reuniones con todos los grupos cívicos, empresariales, profesionales, médicos, y de educadores para difundir la experiencia filipina. La organización de nuestra iniciativa local bajo el concepto de Modelho (Movimiento de Elecciones Libres y Honestas), la conversé con diferentes personas, muy receptivas a la idea; sentí en ellas el deseo de participar, de hacer algo, al igual que otros que consideraban que no importaba lo que hiciéramos, se volverían a manipular las elecciones, y que era muy temprano para pensar en comicios libres dentro de las condiciones que ya se vivía y se acentuaban en el país.
Apenas habíamos iniciado las primeras rondas de reuniones y charlas públicas
con diversos sectores que apoyaban la idea, cuando ocurren las graves denuncias y declaraciones del coronel Roberto Díaz Herrera, con acusaciones contra el general Noriega y detalles del fraude electoral de 1984. El contenido de las denuncias reflejaba una clara fisura en la estructura de mando de los militares y causaba un sentimiento de rechazo y estupor en los diferentes sectores nacionales. Ello motivó a celebrar una reunión urgente, el mismo día domingo, del Comité Ejecutivo y ex presidentes de la Cámara de Comercio para evaluar las noticias publicadas ese día sobre tales declaraciones.