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Semiosis

El fenómeno de la semiosis es la instancia donde "algo significa algo para alguien" y es por
lo tanto portador de sentido. Se debe aclarar que la significación se realiza como condición
de la semiosis de la que Morris (1938) distingue: vehículo sígnico (signo), designatum (lo
designado); interpretantes (consideraciones del intérprete) y el intérprete mismo. Estos tres
(o cuatro elementos si consideramos a este último) en el marco de un sistema llamado
lenguaje, que al decir de Morris es "todo conjunto de signos más un conjunto de reglas";
señala las dimensiones que constituyen un lenguaje.
Algunos autores suelen indicar una distinción entre semiótica y semiología como
postulando campos de estudios diferentes, problemática superada en el Tratado de
Semiótica General2 de Umberto Eco, en donde este autor minimiza la cuestión dado que
todo signo se construye de naturaleza social, aunque no todos lo son. [cita requerida] Cabe
separarlas también de la llamada teoría de la información y de la comunicología o ciencia
que estudia los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas y
la hermenéutica o disciplina que se encarga de la interpretación de los textos. La
peculiaridad del enfoque semiológico responde al siguiente interrogante: "¿Por qué y cómo
en una determinada sociedad algo —una imagen, un conjunto de palabras, un gesto, un
objeto, un comportamiento, etc.— significa?".3
La luego denominada semiótica, como campo disciplinar, surgió una de las ciencias
integradas en la Lingüística. Comenzó su desarrollo sistemático en la década del sesenta,
pero sus atisbos se encontraban ya en el Curso de lingüística general4 del suizo Ferdinand
de Saussure, publicado póstumamente por sus discípulos en 1913, dentro de una corriente
epistemológica denominada estructuralismo saussure-hjelmsleviano que obtuvo una fuerte
impronta de esta disciplina lingüística porque sus autores fundamentales fueron filólogos y
lingüistas como Ferdinand de Saussure, Louis Hjelmslev, Roman Jakobson y Ludwig
Wittgenstein.
Eagleton (1994) considera el estructuralismo como un método de investigación que puede
aplicarse a toda una gama de objetos, desde partidos de fútbol hasta sistemas de
producción en el terreno económico, mientras que la semiótica se refiere más bien a
un campo particular de estudio, el de los sistemas que en cierta forma ordinariamente se
considerarían signos: poemas, cantos de pájaro, señales de semáforos, síntomas
médicos, etc. No obstante, ambos términos se convergen, ya que el estructuralismo
estudia lo que no puede ser considerado como un sistema de signos, mientras que la
semiótica comúnmente aplica métodos estructuralistas. Asimismo, un análisis
estructuralista debe procurar aislar el conjunto de leves subyacentes por las cuales los
signos se combinan y forman significados (Eagleton, 1994).
El lingüista Ferdinand de Saussure, a comienzos del Siglo XX, había concebido la
posibilidad de la existencia de una ciencia que estudiara los signos «en el seno de la vida
social», a la que denominó semiología, del griego semeion ("signo"). Posteriormente otro
lingüista, el danés Louis Hjelmslev, profundizó en esta teoría y elaboró su sistemática
formalización dentro del paradigma estructural, que bautizó como glosemática en
sus Prolegómenos a una teoría del lenguaje5 (1943), sentando un conjunto de principios
que servirán de fundamento teórico y epistemológico a ulteriores desarrollos de la
semiótica estructuralista. A estos autores agregaron sus aportaciones; otro famoso
lingüista, el ruso Roman Jakobson, y el austríaco Ludwig Wittgenstein, este último puso las
bases de la pragmática lingüística al declarar que "el significado es el uso".
Saussure consideraba el lenguaje como un sistema de signos que debía ser estudiado
sincrónicamente y no diacrónicamente. Cada signo debía considerarse como constituido
por un significante (un sonido-imagen o su equivalente gráfico), y un significado, es decir,
el concepto u objeto al que representaba (Eagleton, 1994).
Con independencia de este desarrollo europeo, otra línea de investigación semiótica se
desarrolló sobre los escritos que dejó el filósofo y lógico estadounidense Charles Sanders
Peirce, lo conocido como semiótica anglosajona, semiótica lógica o semiótica a secas. En
su desarrollo teórico, Peirce toma como objeto de estudio a la semiosis, proceso en el cual
se daba la cooperación de tres instancias (o subjects):

• El representamen, o signo en sí, es decir, una manifestación material y


perceptible que representa a otro objeto.
• El objeto, que es aquello representado, esto es, aquello de lo que el signo da
cuenta.
• El interpretante, o sentido que el signo produce y que se traduce en otro signo
o representamen.
Así pues, el signo es para él el producto de esta dinámica de semiosis, que la semiología
europea designaba con otra terminología,
respectivamente, significante, referente y significado, lo que luego se denominó triángulo
de Ogden y Richards, estructura que integra estos tres elementos que configuran
cualquier signo y que puede desfigurarse por fenómenos como la sinonimia, la homonimia,
la polisemia, etc., de forma que el triángulo puede transformarse en un rombo, un
segmento, etcétera.
Profundizando en la clasificación de los signos, Peirce llegó a la convicción de que estos
podían clasificarse por la relación que guardaban estos elementos entre sí en tres tipos
determinados:

• Icónicos o iconos, cuyo respectivo representamen o significante guarda una


relación de parecido con su objeto o referente: mapas, caricaturas, croquis...
• Indicios o indicadores, cuyo representamen o significante guarda una
relación natural o de causa-efecto con el objeto o referente: el humo como
signo de fuego, el llanto como signo de emoción intensa (tristeza o alegría).
• Símbolos, aquellos signos en los que la relación entre representamen o
significante y objeto o referente no es de semejanza ni natural o de causa-
efecto, sino arbitraria, convencional, pactada en el seno de una sociedad: el
himno nacional, la bandera, la mayor parte de los vocablos de las lenguas
naturales salvo las onomatopeyas sonoras del lenguaje oral o visuales del
lenguaje escrito (caligramas, por ejemplo).
Diría Fontanille en Semiótica del discurso6 que las investigaciones hechas, hasta finales de
los noventa, en torno a la semiótica «han sido desarrolladas desde perspectivas con
frecuencia divergentes, a veces incluso francamente polémicas», sin embargo existe una
innovación teórica y metodológica que parte del estructuralismo, pero a diferencia de este,
en vez de plantear como principio que sólo los fenómenos discontinuos y las oposiciones
llamadas "discretas" son pertinentes, toma en cuenta los procesos de emergencia y de
instalación de estos fenómenos y de estas oposiciones; es así como han surgido las
diferentes ramas de la semiótica.

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