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LOS REYES DE LA BARAJA (Lorca)

Si tu madre quiere un rey,

la baraja tiene cuatro:

rey de oros, rey de copas,

rey de espadas, rey de bastos.

Corre que te pillo,

corre que te agarro,

mira que te lleno

la cara de barro.

Del olivo
me retiro,
del esparto
yo me aparto,
del sarmiento
me arrepiento
de haberte querido tanto.
Los dos conejos. Fábula de Tomás e Iriarte

Por entre unas matas,


seguido de perros,
no diré corría,
volaba un conejo.

De su madriguera
salió un compañero
y le dijo: «Tente,
amigo, ¿qué es esto?»

«¿Qué ha de ser?», responde;


«sin aliento llego...;
dos pícaros galgos
me vienen siguiendo».

«Sí», replica el otro,


«por allí los veo,
pero no son galgos».
«¿Pues qué son?» «Podencos.»

«¿Qué? ¿podencos dices?


Sí, como mi abuelo.
Galgos y muy galgos;
bien vistos los tengo.»

«Son podencos, vaya,


que no entiendes de eso.»
«Son galgos, te digo.»
«Digo que podencos.»

En esta disputa
llegando los perros,
pillan descuidados
a mis dos conejos.

Los que por cuestiones


de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.
SMIRNOV : (Parodiándola) Es poco inteligente.Y grosero. Que yo no sé
cómo comportarme con las damas. Señora, en mi vida he visto yo muchas
más mujeres que usted gorriones. Tres veces me he batido en duelo por
mujeres. He abandonado a doce. Nueve me abandonaron a mi. ¡Pues sí!
Hubo un tiempo en que yo hacía el idiota, era un sentimental, meloso, me
deshacía en cumplidos, daba taconazos... Amaba, sufría, suspiraba a la luna,
languidecía, me derretía, me quedaba yerto... Amaba apasionadamente,
locamente, eternamente, en todos los estilos, ¡el diablo me lleve! y hablaba
como una cotorra sobre la igualdad y la emancipación de la mujer. La ternura
y los sentimientos me han costado la mitad de mi fortuna, ¡pero ahora! ¡Ahora
a mi no me engatusa! ¡Basta! Ojos negros, ojos apasionados, labios de
carmín, hoyuelos en las mejillas, luna, susurros... Por todo eso, señora, no
daría yo hoy ¡ni una moneda de cobre!
No hablo de nadie que esté presente, pero todas las mujeres, pequeñas o
grandes, son frívolas, presumidas, envidiosas, embusteras hasta la médula,
vanidosas, mezquinas, crueles, de una lógica que me vuelve loco, y en lo que
respecta a esto... (se da una palmada en la frente), permítame que le diga
que un gorrión tiene mil veces mas cerebro que cualquier filósofo con faldas.
Miras a una de esas poéticas criaturas: vaporosa, etérea, semidivina, llena de
encanto sin fin; ¡pero por dentro no es más que un cocodrilo!
(Se agarra a un mueble, que se rompe o desmonta)
¡Y lo más indignante es que ese cocodrilo se imagina, no sé por qué razón,
que su obra maestra, su privilegio, su monopolio, es la ternura y el
sentimiento! ... ¡Mil pares de demonios! ¡Cuélgueme de ese clavo patas
arriba si una mujer es capaz de amar a alguien que no sea un perrito faldero!
En el amor sólo sabe gemir y lloriquear. Allí donde el hombre sufre y se
sacrifica, todo lo que ella hace es pavonearse para agarrarte fuerte... por ... la
naríz.
Usted tiene la desdicha de ser mujer, por sí misma conoce la naturaleza
femenina. Dígame, con el corazón en la mano: ¿ha visto en su vida a una
mujer sincera, fiel y constante? ¡No! ¡No la ha visto! Son fieles y constantes
sólo las viejas y las monstruos. ¡Antes encontrará usted un gato con cuernos
que una mujer constante!

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