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Guerra civil castellana de 1437-1445
Parte de Guerras civiles castellanas
Knights in Combat 02.jpg
Miniatura que representa caballeros medievales en combate.
Fecha 1437-1445
Lugar Corona de Castilla
Casus belli Detención de Pedro Manrique.
Resultado Victoria del bando de Juan II de Castilla y su valido Álvaro de Luna
Consecuencias Los Infantes de Aragón pierden definitivamente toda su influencia
y posesiones en Castilla.
Beligerantes
Bandera de la Corona de Castilla.svg Corona de Castilla (juanistas)
Bandera de la Corona de Castilla.svg Parte de la nobleza castellana
Con el apoyo de:
• Bandera de Reino de Navarra.svg Reino de Navarra
• Armas de Aragón.svg Corona de Aragón
Comandantes
Escudo de la Corona de Castilla.svg Juan II de Castilla
COA Count of San Esteban de Gormaz.svg Álvaro de Luna
Coat of Arms of the Heir of the Crown of Castile 13th-16th Centuries.svg Príncipe
Enrique de Castilla
Escudo de Juan de Cerezuela.svg Juan de Cerezuela
Cross Alcantara.svg Gutierre de Sotomayor
Blason fam es de Velasco.svg Pedro Fernández de Velasco
Escudo de los Álvarez de Toledo.svg Gutierre Álvarez de Toledo
Lope de Barrientos
Escudo del Ducado de Alba de Tormes.svg Fernando Álvarez de Toledo y Sarmiento
Blason fam es Mendoza.svg Íñigo López de Mendoza
Blason fam es Casa de Zúñiga.svg Pedro de Zúñiga
House of Manrique de Lara COA.svg Garci IV Fernández Manrique de Lara
COA Duke of Escalona.svg Juan Pacheco
COA Countship of Niebla.svg Juan Alonso Pérez de Guzmán
House of de la Cerda, duchy of Medinacelli, COA.svg Gastón de la Cerda y Sarmiento
COA Count of San Esteban de Gormaz.svg Juan de Luna y Pimentel
Escudo apellido Figueroa.svg Lorenzo II Suárez de Figueroa
Party per pale demo.svg Juan Ramírez de Arellano
Party per pale demo.svg Carlos de Arellano
COA Fernández de Córdoba - Casa de Aguilar-Priego.svg Pedro Fernández de Córdoba y
Arellano
COA Marquis of Astorga.svg Pedro Álvarez Osorio
Royal Coat of Arms of Navarre (1425-1479).svg Juan de Navarra
Cross Santiago.svg Enrique de Trastámara †
Arms Aragon-Sicily (Template).svg Alfonso V de Aragón
Arms of Maria of Aragon, Queen of Castile.svg María de Aragón (1440-1444)
House of Manrique de Lara COA.svg Pedro Manrique de Lara y Mendoza
Arms of Alonso Enríquez, Admiral of Castile.svg Fadrique Enríquez
Blason fam es Pimentel.svg Rodrigo Alonso Pimentel
COA Count of Plasencia.svg Pedro de Zúñiga
Acuña-Valencia.jpg Pedro de Acuña y Portugal
Cross Calatrava.svg Alfonso de Aragón y Escobar
COA Count of Luna (Quiñones).svg Pedro de Quiñones
House of de la Cerda, duchy of Medinacelli, COA.svg Luis de la Cerda y Mendoza
Blason Es famille Ayala (Alava).svg Pedro López de Ayala el Tuerto
COA Marquis of Denia.svg Diego Gómez de Sandoval y Rojas
Arms of Sarmiento.svg Pedro Ruiz Sarmiento
[editar datos en Wikidata]
La guerra civil castellana de 1437-1445 fue una guerra civil en la que se
enfrentaron dos facciones nobiliarias para hacerse con el poder en la Corona de
Castilla. De un lado la encabezada por el condestable don Álvaro de Luna, el propio
rey Juan II de Castilla y el príncipe de Asturias don Enrique; de otro la Liga
nobiliaria encabezada por los infantes de Aragón don Juan y don Enrique, hijos de
Fernando de Antequera, rey de la Corona de Aragón, que fue regente de Castilla
durante la minoría de edad de Juan II. Aunque en 1441 venció la facción de los
infantes de Aragón que impuso sus condiciones en la Sentencia de Medina del Campo,
la victoria final fue para el bando realista y del condestable que ganó la decisiva
batalla de Olmedo. La historiadora Carme Batlle señala como principal responsable
de la guerra a don Álvaro de Luna, quien tras su triunfo sobre los infantes de
Aragón en las treguas de Majano había acentuado sus «excesos autoritarios hasta
provocar una guerra civil», cuyo inicio Batlle sitúa, sin embargo, en 1439.1
Índice
1 De la detención de Pedro Manrique al acuerdo de Castronuño (1437-1439)
2 Del acuerdo de Castronuño a la Sentencia de Medina del Campo (1439-1441)
3 De la sentencia de Medina del Campo a la batalla de Olmedo (1441-1445)
4 Consecuencias
5 Referencias
6 Bibliografía
De la detención de Pedro Manrique al acuerdo de Castronuño (1437-1439)
Véase también: Acuerdo de Castronuño
Tras la derrota de los infantes de Aragón en la guerra castellano-aragonesa de
1429-1430 se afianzó la posición del condestable don Álvaro de Luna en la corte
castellana, pero pasados unos años una facción de la nobleza pasó a oponerse al
poder casi absoluto que llegó a alcanzar gracias a la confianza que había
depositado en él el rey Juan II. Uno de los líderes de esa facción fue el
adelantado mayor de León Pedro Manrique, quien fue detenido el 13 de agosto de 1437
en Medina del Campo por orden del rey a instancias de don Álvaro. Este hecho inició
un nuevo período de discordias nobiliarias en Castilla que según Jaume Vicens Vives
alcanzaron el nivel de guerra civil ya que el arresto de Pedro Manrique provocó el
levantamiento en armas de sus familiares y partidarios y de aquellos nobles
opuestos a don Álvaro de Luna, encabezados por el almirante de Castilla Fadrique
Enríquez, el conde de Benavente Rodrigo Alonso Pimentel, el conde de Ledesma Pedro
de Estúñiga, y el conde de Valencia de Don Juan Pedro de Acuña y Portugal.2
Don Juan de Navarra dirigió sus huestes hacia Bonilla de la Sierra, donde se
encontraba el rey Juan II tras su huida de Madrigal, apoderándose de Ávila, lo que
obligó a Juan II a negociar un nuevo arreglo, para lo que nombró una embajada que
se reuniría con don Juan y con el resto de cabecillas de la Liga nobiliaria en
Madrigal. Allí los embajadores del rey recibieron un memorial dirigido a Juan II en
el que se criticaba duramente el gobierno de Álvaro de Luna y a quien se llegaba a
acusar de homosexual, «lo que fue siempre más denostado en España que por alguna
que hombre sepa», y de tener embrujado al rey Juan II: «el dicho condestable tiene
ligadas e atadas todas vuestras potencias corporales e animales por mágicas e
deavolicas encantaciones». Finalmente se exigía que el rey dispusiera «la
restitución de su libertad real e poder e onra».8 Al mismo tiempo los apoyos al rey
y al condestable se iban reduciendo ya que las ciudades se pasaron al bando de la
Liga y así lo pusieron de manifiesto las Cortes reunidas en Valladolid en mayo de
1440.9
Castillo de Maqueda, uno de los bastiones de don Álvaro de Luna, que tuvo que
entregar a sus adversarios en cumplimiento de la Sentencia de Medina del Campo.
Finalmente el rey Juan II accedió a reunirse con los infantes de Aragón y los
líderes de la Liga en Valladolid, aceptando que fueran desterrados de la corte los
más destacados partidarios de don Álvaro de Luna: el arzobispo de Sevilla Gutierre
Álvarez de Toledo, al obispo de Segovia Lope de Barrientos y el conde de Alba
Fernando Álvarez de Toledo y Sarmiento. Para sellar el pacto se celebró el 15 de
septiembre de 1440 en la misma Valladolid la boda acordada en la Concordia de
Toledo entre el príncipe de Asturias don Enrique y doña Blanca, hija del rey de
Navarra.10
Los primeros combates entre las dos facciones enfrentadas se produjeron en el valle
del Tajo cuando una parte de las huestes de la Liga abandonaron Arévalo y cruzaron
la sierra de Guadarrama para atacar Maqueda e Illescas en poder del condestable y
de su hermano el arzobispo de Toledo. Illescas fue tomada por don Íñigo López de
Mendoza y Alcalá de Henares por el infante don Enrique, pero las huestes de la Liga
no consiguieron apoderarse de Maqueda, bastión de don Álvaro de Luna, ni del
alcázar de Madrid, donde se había hecho fuerte su hijo Juan de Luna y Pimentel. Al
mismo tiempo otras fuerzas de la Liga se apoderaron de las posesiones del
condestable al norte de la Sierra de Guadarrama como Riaza, Sepúlveda y Ayllón.12
A Medina del Campo acudió el 8 de junio el condestable don Álvaro de Luna con 1.600
hombres de armas para reforzar su defensa, pero el 28 de junio las huestes de la
Liga lograron franquear las murallas y entrar por sorpresa en el interior de la
villa. Se apoderaron fácilmente del lugar porque los 3000 hombres del ejército real
se negaron a luchar, según un cronista de la época, «por la mala querencia que
todos avían al su condestable». Este, su hermano el arzobispo de Toledo y el
maestre de la Orden de Alcántara lograron escapar, no así el rey Juan II que cayó
en poder de la Liga, aunque como escribió un cronista de la época, «siempre el rey
fue guardado e acatado con toda humill reverençia». A partir de ese momento, como
ha señalado Jaume Vicens Vives, «Juan de Navarra fue el árbitro de la política
castellana».14
Pocos días después del asalto a Medina del Campo se firmaba la sentencia de Medina
del Campo en la que los vencedores impusieron sus condiciones a los vencidos. Según
lo estipulado en ella el condestable don Álvaro de Luna era desterrado de la corte
durante seis años.151617
Tras la declaración de guerra el príncipe de Asturias movilizó sus huestes, las del
condestable y las de los nobles que le apoyaban ―el arzobispo de Toledo, el conde
de Alba, el conde de Haro, el conde de Plasencia, el conde de Castañeda e Íñigo
López de Mendoza― hacia Burgos, a donde llegaron a principios de junio, mientras
que las huestes de don Juan de Navarra se atrincheraban en Pampliega, a solo seis
leguas de Burgos, tras trasladar al rey al castillo de Portillo quedando bajo la
custodia de su señor el conde de Castro, aunque luego se replegó a Palencia tras
recibir la noticia de que el rey Juan II se había escapado del castillo de Portillo
el 16 de junio gracias a la ayuda de la reina María, que había cambiado de bando
―poco después en Mojados la reina se comprometió con el rey a secundarle «contra
todas las personas del mundo, aunque fuesen de estado real y le fuessen allegados
en cualquier grado» y a procurar que «consiguiese entera libertad de su persona y
pudiesse regir y rigiesse sus reynos libremente»―. Finalmente don Juan se retiró
hacia la frontera navarra, aunque sin cruzarla a la espera de la intervención de su
hermano el rey de Aragón Alfonso el Magnánimo ya que la declaración de guerra del
príncipe de Asturias violaba la concordia de Toledo de 1436.23
La retirada de don Juan fue aprovechada por el rey Juan II para apoderarse de sus
principales posesiones castellanas y así fueron tomadas Medina del Campo, Olmedo,
Roa y Peñafiel. Esta última localidad cayó el 16 de agosto tras un mes de asedio.
Así que cuando diez días después llegaron los embajadores de Alfonso el Magnánimo a
la corte castellana, situada en aquel momento en la aldea de Torresandino, poco
pudieron hacer para convencer a Juan II para que volviera a lo estipulado en la
Concordia de Toledo y devolviera las plazas que había ocupado. Además el rey
castellano exigió la salida de «sus reynos» del rey de Navarra y para a ello ordenó
que una hueste compuesta por 1.500 hombres se dirigiera a la frontera con aquel
reino, mientras otro ejército comandado por el príncipe de Asturias y el
condestable don Álvaro de Luna cruzaba la sierra de Guadarrama para ocupar las
tierras de la Orden de Santiago, cuyo maestre era el infante de Aragón don Enrique,
y de la Orden de Calatrava, cuyo maestre era el hijo bastardo del rey de Navarra
don Alfonso.24
El 25 de septiembre de 1444 se acordó una tregua de cinco meses entre los dos
bandos contendientes que sin embargo el rey Juan II aprovechó para confiscar todas
las posesiones castellanas de los infantes de Aragón. De ahí que una nueva embajada
del rey de Aragón Alfonso el Magnánimo no lograra ningún resultado a pesar de que
sus miembros amenazaron al rey castellano con que podría acontecerle «massa gran
molestia e congoxa» si no daba pasos hacia la reconciliación en «benivolència e
fraternal afecció e caritat» con sus primos los infantes de Aragón don Enrique y
don Juan. Ante el fracaso de la embajada aragonesa este último se preparó para la
guerra, para lo que consiguió que las Cortes de Navarra, reunidas en Olite,
aprobaran entre diciembre de 1444 y febrero de 1445 un importante donativo de
dinero con el fin de defender el reino de Navarra ante un posible ataque
castellano. Además recabó la intervención de su hermano el rey de Aragón Alfonso el
Magnánimo. Mientras tanto el infante de Aragón don Enrique se había replegado con
sus huestes hacia Lorca donde estaba reuniendo tropas reclutadas en el sur del
Reino de Valencia.25
Consecuencias
Para intentar evitar que el condestable don Álvaro de Luna recuperara el enorme
poder que había detentado entre 1430 y 1436, el príncipe de Asturias don Enrique
consiguió atraerse el apoyo de los nobles del bando de los infantes ―entre otros,
el almirante de Castilla y los condes de Benavente, Castro y Plasencia― al lograr
que su padre el rey les concediera el perdón y no confiscara sus posesiones. Pero
el condestable y sus partidarios y el propio príncipe de Asturias y su consejero
Juan de Pacheco se apoderaran de todos los bienes y títulos de los infantes de
Aragón, con lo que, como ha señalado el historiador Jaume Vicens Vives, la victoria
de Olmedo no sirvió para reforzar la monarquía castellana, aunque la «autoridad
real recuperó gran parte de sus preeminencias en el país», sino que «sólo sirvió
para una nueva distribución de prebendas y patrimonios». Así don Álvaro de Luna fue
el nuevo maestre de la Orden de Santiago y además recibió el condado de
Alburquerque y el señorío sobre las villas de Trujillo, Medellín y Cuéllar; y don
Íñigo López de Mendoza recibió el marquesado de Santillana y el condado del Real de
Manzanares. Por su parte el príncipe de Asturias don Enrique recibió las ciudades
de Logroño, Ciudad Rodrigo y Jaén y la villa de Cáceres, mientras que Juan Pacheco
recibía el importante marquesado de Villena además de algunos lugares de la
frontera con el reino de Portugal y su hermano Pedro Girón obtenía el maestrazgo de
la Orden de Calatrava.28
César Álvarez Álvarez señala que la batalla de Olmedo tuvo en principio dos
importantes consecuencias. En primer lugar, el fallecimiento del infante don
Enrique, «el más ambicioso, audaz, belicoso e intrigante de los Infantes de
Aragón». Y en segundo lugar, la salida definitiva de Castilla del infante don Juan,
rey de Navarra. Pero este historiador también destaca, en lo que coincide con Jaume
Vicens Vives, que «los vencedores de Olmedo habían sido los nobles más destacados
de Castilla y esta vez, como en otras ocasiones, lograron importantes beneficios».
Álvarez Álvarez concluye: «la eliminación de los Infantes de su, hasta ahora,
permanente intervención en las tierras y asuntos castellanos abre un nuevo camino
en el tradicional enfrentamiento nobleza-monarquía que se ve agudizado por la
existencia prácticamente de dos Cortes, la del rey Juan II y su valido, y la del
príncipe de Asturias, el futuro Enrique IV, con sus correspondientes partidos y
bandos nobiliarios e intereses. Esta situación seguirá dañando gravemente el
prestigio de la institución monárquica hasta la llegada de los Reyes Católicos.
Algo que, ciertamente, venía sucediendo desde veinte años atrás».29
Referencias
Batlle, 2007, p. 748.
Vicens Vives, 2003, p. 93-95.
Vicens Vives, 2003, p. 94-97.
Vicens Vives, 2003, p. 99-100.
Suárez Fernández, Luis (1981). Los Trastámara y la unidad española (1369-1517).
Historia General de España y América. Tomo V. Madrid: Rialp. pp. 376-377. ISBN 84-
32121002. Archivado desde el original el 8 de agosto de 2018. Consultado el 8 de
agosto de 2018.
González García, Manuel (1982). Salamanca en la Baja Edad Media. Salamanca:
Ediciones de la Universidad de Salamanca. p. 33. ISBN 84-7481-205-4.
Vicens Vives, 2003, p. 100-101.
Vicens Vives, 2003, p. 102-103. ”El documento hacía una detallada relación de las
culpas que se achacaban a don Álvaro; olvido de su cuna y ambición de pujar sobre
‘todos los grandes e nobles de vuestros reynos’; acaparamiento y control del tesoro
público y de las cecas; aumento inmoderado de los tributos; dirección del erario
real hacia el peculio propio y situación de fondos en el extranjero, concretamente
en Venecia; protección de los juegos ilícitos; intervención en las elecciones
eclesiásticas; compra de bienes eclesiásticos en detrimento del fisco; manejo de
las mercedes y nombramientos reales; usurpación de funciones municipales; coacción
de los miembros del consejo real; adueñamiento de tenencias y capitanías de
castillos; suplantación general del monarca. Después de esta lista de acusaciones,
en que se entremezclaban actos propios de la monarquía autoritaria con los achaques
de toda privanza, el memorial pasaba a considerar los abusos de poder del
condestable respecto a sus enemigos: fomento de la cizaña entre los grandes de
Castilla; persecución de los infantes de Aragón; muertes del conde de Trastámara,
del de Luna y Fernán Alonso de Robles; premeditada prisión de Pedro Manrique…”
Vicens Vives, 2003, p. 103.
Vicens Vives, 2003, p. 103-104.
Vicens Vives, 2003, p. 107-109.
Vicens Vives, 2003, p. 110.
Vicens Vives, 2003, p. 110-111.
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Vicens Vives, 2003, p. 114-115.
«Juan I, Rey de Navarra y II de Aragón (1398-1479)». mcnbiografías.com. Consultado
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«Juan II de Castilla». Imperialesycomuneros.com. Consultado el 7 de agosto de
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Salamanca: Universidad de Salamanca. p. 743. ISBN 84-7481-843-5.
Suárez Fernández, Luis (1981). Los Trastámara y la unidad española (1369-1517).
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agosto de 2018.
Vicens Vives, 2003, p. 119-120.
Vicens Vives, 2003, p. 121-122.
Vicens Vives, 2003, p. 124-125.
Vicens Vives, 2003, p. 125-127. ”La realidad del rey preso –aunque su cautiverio
fuese dorado- desvirtuaba por completo el lema que los infantes de Aragón habían
inscrito en las banderas de la Liga: libertad del monarca. En esta profunda
alteración, impuesta por las circunstancias y mantenida a remolque de perjudiciales
vacilaciones, debe buscarse el móvil de la acción de la reina…”
Vicens Vives, 2003, p. 127-128.
Vicens Vives, 2003, p. 128-129.
Vicens Vives, 2003, p. 130-132.
Vicens Vives, 2003, p. 132-135.
Vicens Vives, 2003, p. 136-137. ”Este reparto no sólo satisfacía el apetito de los
vencedores, sino que respondía a la exigencia de respetar los moldes del equilibrio
político interno castellano, tal como hasta entonces había sido concebido. De nada
había servido la experiencia de 1437”
Álvarez Álvarez,, pp. 743-744.
Bibliografía
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Álvarez Palenzuela (coord.), ed. Historia de España de la Edad Media. Barcelona:
Ariel. pp. 727-744. ISBN 978-84-344-6668-5.
Batlle , Carmen (2007) [2002]. «Triunfo nobiliario en Castilla y revolución en
Cataluña». En Vicente Ángel Álvarez Palenzuela (coord.), ed. Historia de España de
la Edad Media. Barcelona: Ariel. pp. 745-774. ISBN 978-84-344-6668-5.
Vicens Vives, Jaume (2003) [1953]. Paul Freedman y Josep Mª Muñoz i Lloret, ed.
Juan II de Aragón (1398-1479): monarquía y revolución en la España del siglo XV.
Pamplona: Urgoiti editores. ISBN 84-932479-8-7.
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Categoría: Corona de Castilla
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