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La aventura de John Reed en el México insurgente 1913-1914.

La Revolución Mexicana fue un hecho que estremeció las bases del sistema neocolonial en
Latinoamérica. Ocurre dentro de un contexto donde se arrecia la política de Estados Unidos hacia
Latinoamérica y el Caribe manifestada en las múltiples invasiones del período.
La prensa escrita, hegemónica ya para esa época, aprovechó la relevancia de este hecho para
explotarlo a favor suyo. Periódicos de los grandes países latinoamericanos, de Europa y Estados
Unidos enviaron corresponsales a cubrir el acontecimiento.
Un hecho que se inicio a manifestar en la prensa mundial, a partir de la época en que comienza
la Revolución, es la parcialización mediática en las contiendas bélicas, dependiendo del interés que
representa la compañía de noticias que el reportero representa, manifestado en cómo los
reporteros veían el conflicto, si estaban de acuerdo con él, desde que perspectiva seguían la
historia (lado federal o lado constitucional) e incluso con quien convivían. El caso del magnate del
la prensa Randolph Hearst, y la Revolución Mexicana es paradigmático. La presencia del cine-
diario también es muy importante en este conflicto.
La guerra es un espectáculo horrible que fascina a los grandes consorcios de la información
que hacen un gran negocio con la primicia en los acontecimientos bélicos. La segunda mitad del
siglo XIX y los primeros 20 años del XX significaron para la prensa escrita un salto gigantesco: se
volvió la forma fundamental de trasmitir la información y creó la necesidad a la sociedad de conocer
lo que sucedía en el mundo en ese instante. Estas son las fundamentales causas para el
surgimiento de los corresponsales de guerra.
El siglo XX comenzó plagado de conflictos: Guerra Hispano-Cubana-Norteamericana, en 1898;
Guerra Anglo-Bóer, en Sudáfrica; Guerra de los mil días, en Colombia; Guerra Ruso-Japonesa, en
1904; La primera revolución Rusa de 1905; Conflictos en los Balcanes 1905-1912; Revolución
China de 1911; Revolución Mexicana, 1911-1917; Primera Guerra Mundial, 1914-1918; Revolución
Socialista de Octubre, 1917. La prensa estuvo presente en todos. Con ellos fue ganado experiencia
el periodismo de guerra.
La Revolución Mexicana fue también punto de mira de múltiples agencias noticiosas,
particularmente en los Estados Unidos donde los periódicos habían tenido un rápido auge en los
últimos 10 años. Este es el período de las revistas populares de acción, del cine mudo y del cine-
diario. Este conflicto fue visto por la gran prensa norteamericana como la típica guerra civil, tan
común en Latinoamérica, entre liberales y conservadores. La prensa comercial de la época,
particularmente la controlada por el magnate de la prensa William Randolph Hearst, quien tenía
intereses invertidos en México, aducía que el proceso insurgente en México era una “ópera
cómica”, carente de apoyo popular. Además, algunos periodistas a sueldo no tenían reparos en
expresarse de manera racista, proclamando una supuesta superioridad cultural y social de Estados
Unidos sobre los mexicanos. Además engañando al pueblo norteamericano para que su gobierno
interviniera en el conflicto, como se había hecho con Cuba.
La prensa, recibida por ambos bandos contendientes y era colmada de atenciones, no pasaba
más allá de entrevistar a los jefes, preguntándole sus opiniones sobre un hecho u otro y la
respuesta que fuera a dar, pero sin ningún análisis, juicio de valor y sobre todo sin acercarse a las
masas de soldados a preguntarle su opinión sobre la contienda. El pueblo mexicano, victima de los
horrores de la guerra, fue el gran olvidado en la prensa del momento.
John Silas Reed contaba con 26 años cuando llegó a México en noviembre de 1913. Este
venía dispuesto a romper con toda la propaganda negativa que existía sobre la revolución en su
país. Fue enviado por la revista Metropolitan de Nueva York y, a consecuencia de su éxito,
posteriormente contratado por el diario World también de Nueva York como reportero en el conflicto
contra la dictadura de Huerta.
¿Pero quién fue este reportero? Nacido en Portland, Oregón en octubre de 1887, hijo de una
familia burguesa. Su padre, exitoso hombre del negocio de la madera, se enfrentó a la corrupción
existente en la industria maderera de Oregón. Se graduó en la Universidad Harvard. En 1911
comenzó a trabajar para el periódico socialista The Masses, en este publicó sus primeros artículos
sobre las luchas obreras como en Paterson, una huelga de los obreros textiles, en Colorado, una
huelga de los mineros y trabajadores de los pozos petrolíferos propiedad de Rockefeller. Por
primera vez se puso del lado de los oprimidos y luchó con ellos por sus reivindicaciones, sufrió
represión y presidio. En noviembre de 1913, como corresponsal de guerra de la revista
Metropolitan, llegó a México; sus entrevistas y reportajes tuvieron un gran éxito. De esta
experiencia nació un libro “México Insurgente” publicado en 1914. Se opuso activamente a la I
Guerra Mundial y a la incorporación de Estados Unidos a ella, participó en mítines y en varias
ocasiones fue encarcelado; en 1916 volvió a trabajar como corresponsal de guerra en el frente
occidental. Cubriendo la I Guerra Mundial llegó a Rusia, que estaba en plena efervescencia
revolucionaria. Conoció a Lenin, y estuvo presente en la capital San Petersburgo durante las
jornadas de octubre-noviembre de 1917. Reed, acreditado como periodista, hizo un seguimiento
diario del proceso revolucionario, asistiendo a las multitudinarias asambleas y a las reuniones de
todas las facciones enfrentadas, entrevistando a los principales dirigentes del momento, e hizo una
crónica diaria de la Revolución de Octubre. Este relato de primera mano con los detalles y el día a
día de la revolución bolchevique quedó plasmado en su obra más famosa, "Diez días que
estremecieron el mundo", publicada en 1919. Fue enviado como delegado al Congreso de los
pueblos de Oriente, celebrado en Bakú. Pero habiendo contraído el tifus y agotado por el exceso
de trabajo, la enfermedad lo abatió, y murió el 17 de octubre de 1920. Sus restos reposan en las
murallas de Kremlin.
Esta ponencia tiene como objetivo presentar y valorar la perspectiva de este reportero sobre la
Revolución Mexicana. Primeramente se tratara de organizar cronológicamente su estadío en
México.
En noviembre de 1913 llega cruzando ilegalmente la frontera con los Estados Unidos al
territorio de Ojinaga en el norte de México. El general Pascual Orozco traidor de la causa maderista
lo amenazó de muerte si cruzaba la frontera. Reed con el objetivo de entrevistar a un jefe federal
derrotado, General Salvador Mercado, que tenía intención de refugiarse en los Estados Unidos,
hizo caso omiso de la amenaza y cruzó la frontera. En este punto se nota claramente que ya Reed
había tomado partido por la causa constitucionalista y es perceptible su enfoque crítico ante la
posición norteamericana con el conflicto; dos elementos se hacen ver en sus escritos: la crítica al
ejército federal que “Todos los centinelas que vi dormían la siesta” y la posición de EE.UU. de tratar
como “reses” a los que como Mercado pedían asilo. Estando nuestro reportero en Ojinaga el
poblado es tomado por el General Tomas Urbina, el León de Durango, en enero de 1914. En
febrero se entrevista con Urbina y le expresa su intención de ir a conocer a Villa. En este punto
comienza otra etapa de la experiencia mexicana del reportero permanece cerca de diez días junto
a una brigada que se dirigía a unirse a Villa; con esta brigada casi muere en una emboscada, sería
una de las tantas veces en las que estuvo en grave peligro, duerme, come con las tropas
constitucionalistas; hace muy buenos amigos en esta tropa. Con Villa no permaneció en la
seguridad del estado mayor como otros reporteros sino le pidió un caballo y se fue al frente a
permanecer con los soldados y conocer sus puntos de vista. Participó en la preparación del ataque
a Torreón, último reducto huertista del norte de México y asistió al inicio de la toma de ese poblado.
Camino a Torreón paso por Hermosillo en Sonora, sede del gobierno constitucionalista, donde
conoció a Venustiano Carranza; a pesar de no poderlo entrevistar logra una buena declaración
sobre el caso del británico Benton. En abril de 1914 regresa “el gringo”, Juanito o solo Johnny a su
patria cambiado y convertido en una nueva persona.
En los escritos se recrea la vida de los mexicanos luchadores, que sufren una vida calamitosa,
con sed, hambre y pobreza extrema, pero sobre todo con dignidad. Logró captar la dinámica de la
revolución mexicana en un lenguaje accesible al público en general. Critica profundamente la
postura de la mayoría de los reporteros presentes en México en el período esa posición de
prejuicio ante las masas populares donde solo se hacia periodismo desde el vagón de la prensa y
con las opiniones de los jefes. Recuerda que como periodista su misión no solo es la de entrevistar
a los líderes del proceso también participar con las tropas quienes son los verdaderos personajes
históricos en la revolución. Tomó partido por ellos para experimentar por sí mismo la promesa del
nuevo amanecer: una nación libre en donde no habría clases marginadas, ejército opresor,
dictadores, o iglesia al servicio de los poderosos. Ve a los mexicanos como hombres de carne y
hueso por eso no los juzga en sus manifestaciones ni en sus actos.
No solamente come con las tropas constitucionalistas, sino que duerme en los mismos lugares
y se desplaza arriesgadamente dentro de los combates con éstas; convive con el pueblo mexicano
en lugares inhóspitos y desérticos. Se arriesga por completo con sus personajes; escribe, vive y
hace periodismo en las circunstancias reales.
Sus vivencias sirven para contraponer a esta prensa que esconde la verdad del proceso. Su
libro “México insurgente” esta lleno de estos momentos: “Los norteamericanos han afirmado que el
mexicano es pícaro fundamentalmente, que yo debía esperar que mi equipo fuera robado el primer
día. He vivido ya dos semanas con una banda de exforajidos tan rudos como los que había en el
ejército. No tenían ni disciplina ni educación. Muchos de ellos odiaban cordialmente a los gringos.
No se les había pagado ni un centavo durante seis semanas; algunos estaban tan extremadamente
pobres que no tenían huaraches ni sarapes. Yo era un extranjero, sin armas y con un buen equipo.
Poseía ciento cincuenta pesos, los que ponía visiblemente debajo de la almohada al acostarme a
dormir. Y nunca se me perdió nada. Más todavía: no se me permitía pagar mis alimentos, en una
compañía donde el dinero era escaso; y en cuanto al tabaco, casi desconocido, todo el que podía
fumar me era proporcionado por los compañeros. La menor indicación que hacía de pagarlo era un
insulto.”
Un factor importante que lo acerca a los eventos revolucionarios –además de la ideología de
cambio social- es el vínculo íntimo y personal que establece con los personajes. Hace amigos, que
lo ayudan a salir de situaciones peligrosas como las múltiples veces que intentaron matarlo, pierde
en combate a varios de estos amigos, ayudantes y protectores. Longinos Güereca, Luis Martínez
son ejemplos. Ellos lo protegían; le enseñaban la forma de vida del mexicano (desde aprender a
fumar hojas de maíz hasta como masticar hojas para mitigar la sed); le daban opiniones
verdaderas sobre los procesos que ocurrían en ese momento, algunas veces contrarias a las que
daban algunos jefes y hasta incluso le consiguieron una mujer. Gracias a ellos y a la hospitalidad
mexicana (Don Petronilo) Reed sobrevivió a múltiples intentos de asesinato, donde cabe destacar
el día cuando un oficial lo quería ajusticiar por ser Norteamericano y al ver su reloj se lo pidió a
cambio de perdonarle la vida; luego de una fiesta donde todos, completamente borrachos, sacaron
a flote sus más profundos sentimientos antiyankee y nuevamente intentaron ajusticiarlo y las
variadas ocasiones en que lo confundían con un “espía del gobierno americano” y debían darle
muerte.
El profundo sentimiento humanista de Reed se percibe en su denuncia de la situación de las
clases desposeídas mexicanas. En sus escritos brota el agradecimiento por la generosidad de las
clases pobres, manifestado en los múltiples ejemplos donde se le dio alimento y cama sin pedir
nada a cambio. Apoya la causa revolucionaria porque comprende la causa fundamental de la lucha
el gran problema de la tierra.
La condición de extrema opresión de la mujer mexicana es algo que lo impacta y que lo lleva
incluso a enfrentarse con algunos líderes de las tropas revolucionarias, como el caso de Isabel y el
capitán Félix Romero o la renuencia a una mujer que obligada por el General Urbina, para que él
continuara con su tropa, se metió en su lecho.
Meses antes de la escisión dentro de las filas del constitucionalismo, John percibe los vestigios
de esa crisis de las filas revolucionarias. Critica la actitud de algunos jefes que eran irrespetuosos
con sus soldados, también el acaparamiento de tierras por parte de algunos jefes como Tomas
Urbina. Por otra parte queda fascinado con la personalidad de Villa y en con sus escritos cambió la
percepción que había sobre el caudillo en los EE.UU. Lo describe como un ser honesto, valiente,
sentimental, enemigo del protocolo excesivo, estricto con las indisciplinas y sencillo. Reed resalta
dos aspectos de la personalidad de Villa muy importantes: el no querer ser presidente luego de
triunfada la revolución y su solución al problema agrario.
Villa no quería ser presidente de México porque, como le confesara a Reed, “Soy un guerrero,
no un estadista. No estoy lo suficientemente educado para ser presidente. Aprendí a leer y escribir
hace solo dos años ¿Cómo podría yo, que nunca fui a la escuela, pensar que pudiera hablar con
los embajadores extranjeros y los cultos caballeros del Congreso? Sería Malo para México que un
hombre sin educación fuera presidente. Hay algo que no haré, y es asumir una posición para la que
no este capacitado.”
Villa no veía a Carranza como un reformista pero si comprendía la despreocupación del
Presidente por el problema agrícola; por eso él se propuso resolverlo. En los pueblos que iba
liberando, Reed cita el ejemplo de Chihuahua y Durango, dictaba un decreto por el que se le
concedía a cada ciudadano varón una extensión de tierra.
El otro personaje que impacta mucho a Reed es Venustiano Carranza. Lo caracteriza como lo
que fue: un reformista procedente de la burguesía terrateniente que esperaba solo algunos
cambios funcionales y no estructurales y que actuó como debía ante el asesinato de Madero.
Cuando lo conoce lo describe “alejado de sus tropas y rodeado de sus guardaespaldas y
burócratas.” Vislumbra que los burócratas de su alrededor lo mantenían ignorante de al situación
real de la lucha alejado de la revolución. Las relaciones entre los dos líderes las ve como que
Carranza deja en manos de Villa la lucha y Villa deja en mano del otro el poder civil.
John Reed afirma inequívocamente en sus escritos de 1914 dos tesis. Primero, que los
ciudadanos mexicanos tienen sobradas razones para defenderse incluso de las agresiones
militares estadounidenses. Segundo, que la supuesta naturaleza civilizadora del intervencionismo
estadounidense en México es una gran mentira. Estas dos tesis son su principal aporte a la causa
revolucionaria pues así desmitifica toda la justificación de la prensa para que Estados Unidos
interviniera en el conflicto.
El John Reed que realiza esta incursión en México no es, todavía, el antiimperialista de “10
días que estremecieron al mundo”. Percibe la explotación que sufre el pueblo mexicano por las
compañías norteamericanas y los grandes terratenientes vinculados con la exportación, pero
todavía no conecta esta explotación con el imperialismo. Reed describe las condiciones de vida de
los trabajadores mexicanos de la American Smelting Company, declara como abusivo el trato de
los emigrantes y refugiados de la guerra en Estados Unidos. Para Reed la denuncia de la política
exterior intervencionista norteamericana, comienza con la crítica radical de los estereotipos raciales
y étnicos que prevalecen en su propio país y que la prensa comercial disemina. Ese sentimiento, a
pesar de lo que expresan algunos autores, no es un sentimiento antiimperialista.
El joven reportero que entro en noviembre de 1913 a México no fue el mismo que salió en abril
de 1914. Salió más humano, más revolucionario, más comunista. México fue la antesala del
revolucionario que luego daría la genial historia “Diez días que estremecieron al mundo.” Aquí
comprendió desde la perspectiva de un país muy atrasado las visiones de los explotados y porque
se alzan contra el orden existente, porque luchan por un mundo mejor.

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