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UNIDAD I: PRESENTACIÓN GENERAL DE LA CUESTIÓN

Clase 1: Introducción a la problemática de la


antropología filosófica

En los últimas décadas la Antropología filosófica fue cobrando un interés creciente entre
las diversas áreas disciplinares de la filosofía, en especial por la diversidad de
problemas que aborda y las relaciones que establece entre el “hombre” y otras áreas de
conocimiento (psicología, antropología, biología, etc.). Incluso, en las últimas décadas,
ha desarrollado unas áreas que están cobrando fuerza e interés tanto biológico como
técnico y hasta computacional. Como siempre reconocieron los filósofos, el hombre, al
se el único ser que se pregunta por sí mismo, abre un abanico de posibilidades para
pensar, explorar e indagar en lo humano: ese espacio que se inscribe, desde la
antigüedad, entre dioses y animales, con un tipo de existencia que se narra a sí misma y
transgrede sus límites y sus posibilidades.
Pero, ¿cómo pensar al “hombre” desde una óptica contemporánea, si lo
reconocemos atravesado por una multitud de vectores, tales como “raza”, “sexo”,
“religión”, “cultura”? ¿Cómo pensamos al sujeto? ¿Cuáles son los criterios y
condiciones de “ser persona”? ¿Cómo repensar la identidad y la existencia en los
debates actuales? ¿Es el yo una construcción? ¿Cómo se lo ha caracterizado desde
distintos enfoques y qué dificultades presenta a la filosofía actual? No siempre los temas
vinculados al hombre han sido los mismos. Se han ido redefiniendo a través de los
siglos, marcados por las inquietudes hegemónicas que han aquejado a los humanos. Es
decir, nuestras preocupaciones cambian con el tiempo. Por ejemplo, nuestros problemas
y posibilidades respecto del cuerpo se vinculan ahora estrechamente con las nuevas
tecnologías; entonces, nos preguntamos ¿cómo modifica esa posibilidad nuestra
percepción de nosotros mismos, de nuestros cuerpos y de nuestra vida? Desde otra
perspectiva, también indagamos sobre el “deseo”, ¿estamos atados a él?, ¿somos
efectivamente sujetos de deseo?, ¿cómo lo administramos?
Abordaremos estas y otras tantas cuestiones de manera crítica, bajo la idea de
que la noción de “hombre”, que estamos habituados a utilizar, merece ser revisada. A
partir de las teorías y de las hipótesis actuales, muchas nociones tradicionales han
entrado en crisis y esa crisis debe servirnos para replantear e iluminar temas y
problemas que a la luz de los desafíos actuales merecen ser revisados. Incluso, porque
otras inquietudes asumen la hegemonía de nuestra precaria vida actual. Apoyándonos en
una selección amplia tanto bibliográfica cuanto problemática, recogeremos en estas
clases, diversos puntos de vista, y propondremos replantear, analizar y examinar las
vinculaciones de las controversias tradicionales de la Antropología Filosófica con el
presente.

Ανθρωπός
Άνθρωπος, άνθρωποι ▲
Singular Plural

Nominativo άνθρωπος άνθρωποι


Acusativo άνθρωπο ανθρώπους

Genitivo ανθρώπου ανθρώπων

Vocativo άνθρωπε άνθρωποι

En principio, la denominación de Antropología filosófica merece una aclaración. ¿Qué


decimos cuando nos referimos al “hombre” con la raíz griega “anthropos”? Veamos:
a- La palabra “hombre” remite al sustantivo griego (clásico) anthropos, que quiere
decir: “hombre” como sinónimo de “ser humano”, incluso como “humanidad” en general.
Sin embargo, sabemos que en lengua castellana (y todas las lenguas romances),1 la
palabra “hombre” designa también al “varón” (que griego se designa con la palabra, aner o
andros). Utilizar “hombre” como sinónimo de “varón”, como suele hacerse coloquialmente
(y no sólo), conlleva implica algunas dificultades: 1) produce lo que se denomina “falacia
nominalista” (Simone de Beauvoir, 1908-1986)2 es decir un solo nombre (o término) que
admite dos definiciones (“hombre” y “varón”) de distinta amplitud conceptual “incluye” y
“excluye” a las mujeres según qué definición se adopte. Por ejemplo, mientras que “hombre”
como “ser humano” incluye a todos los “humanos” (sean varones, mujeres o trans), por el
contrario, en su segunda acepción sólo se refiere a los “varones” dejando de lado a los demás
sexos. Por eso, ya algunas lideresas de la Revolución Francesa (s. XVIII°) construyeron la
pregunta: “¿Es que las mujeres no somos humanas?” El hecho histórico de que tanto los
derechos civiles cuanto los económicos y los vinculados a la integridad sexual de las
personas sólo hayan sido reconocidos para las mujeres (y trans) en tiempos relativamente
recientes (y en sólo Occidente), ha llevado a denunciar el uso de la palabra “Hombre” de
modo falaz: Es decir, cometiendo la falacia pars pro Toto, la parte (los varones) por el todo
(los seres humanos).
b- Si recogemos, en cambio, la tradición de pensamiento estadounidense, algunas
teóricas toman la raíz latina “homo” y entienden el término “hombre” como referido
exclusivamente a los varones; es decir, la “parte” del apartado anterior. Siguiendo esta línea,
acusan a las clasificaciones y taxonomías de todas las teorías científicas y filosóficas que
utilizan la palabra “hombre”, a referirse sólo a los varones, excluyendo ab initio tanto a las
mujeres cuanto a los demás sexos de tales competencias. Es decir, utilizan “hombre” como
sinónimo de “varón” y exigen la reorganización teórico-conceptual de todo el conocimiento,

1
Son lenguas romances: las ítalorromances; las occitanas, las galorromances, las íberorromances, las
retorromances, las balcorromances y las lenguas artificiales derivadas del latín.
2
Beauvoir, S. de ([1968] 1949), El segundo sexo, Buenos Aires, Siglo XX. Femenías, M. L. (2002)
“Contribuciones de la Teoría de Género a la Antropología Filosófica” en Clepsidra, Universidad de la Laguna,
Canarias, 1, pp. 31-45.
al que consideran construido sobre el modelo exclusivo del varón.3
Vemos que cada hipótesis responde a una tradición lingüística diferentes: la primera
francófona, la segunda anglófona. Las fuentes de referencia inglesa, hablan y escriben en un
idioma que no puede disolver la paradoja ya que carece de un término equivalente a “varón”,
en castellano, como diferente de “hombre” = “ser humano”. En nuestro idioma contamos con
ambos términos, por lo que resolvemos la falacia sólo con utilizar “varón” cada vez que nos
refiramos sólo y exclusivamente a los seres humanos marcados por ese sexo.
Ahora bien, si siguiéramos el desafío de reconstruir todas las taxonomías vinculadas
cuanto menos a las mujeres el mapa general se modificaría fuertemente bajo al menos dos
modelos teórico-filosófico y científicos en paralelo, lo que obligaría a duplicar los órdenes
explicativos del mundo y al mundo mismo como constructo epistemológico y ontológico. Y,
con igual derecho, todos los demás sexos reconocidos actualmente. Como vemos, esto nos
apartaría significativamente del Principio de Simplicidad de las teorías.
Ahora bien, en nuestras clases, vamos a referirnos al “Hombre” como equivalente al
“Ser Humano” en su totalidad; es decir, de forma independiente de su sexo, religión, color
de la piel, clase social, cultura, etc. Por eso, cuando sea pertinente, advertiremos sobre los
subtextos sexistas o racistas, que encontramos en ciertos escritos filosóficos.

La demarcación de una nueva área filosófica

—Te parece entonces, repuso Sócrates, que todos los cuidados de


un filósofo no tienen por objeto el cuerpo; y que, por el contrario,
procura separarse de él cuanto le es posible, para ocuparse sólo de su
alma.
—Seguramente.
—Así, pues, entre todas estas cosas de que acabo de hablar, replicó
Sócrates, es evidente que lo propio y peculiar del filósofo es trabajar más
particularmente que los demás hombres en desprender su alma del
comercio del cuerpo.

Platón, Fedón. 64 e - 65 a 4

En la actualidad —como dijimos— la Antropología filosófica se extiende en una compleja

3
Schiebinger, L. “Why mammals are called mammals: Gender politics in Eighteenth Century Natural
History” en Fox-Keller, E. y H. Longino (eds) Science and Feminism, Oxford University Press, 1996, p.
137-153.
4
Platón, Diálogos: Critón, Fedón, El banquete, Parménides, trad. Luis Alberto De Cuenca, Madrid,
EDAF, 1984.
red de temas y problemas, que obligan a la reformulación de la pregunta por el Hombre. Esa
pregunta, originariamente vinculada a la Metafísica o a la Teología en su sentido más
tradicional. Pero, se reorganiza claramente hacia finales del siglo XVIII, desvinculándose de
ambas y abriendo un especio autónomo y novedoso. Esa inauguración se la debemos a
Immanuel Kant (1724-1804), quien va a proponer que el hombre debe ser investigado en
tanto ser terrenal, conciente de sí mismo y dotado de razón, constituyendo una parte de las
criaturas que pueblan el mundo.5

Emanuel Kant (1724-1804)

En el siglo XX, tuvo impulso notable debido a un conjunto de desarrollos vinculados a la


biología, que podemos organizar en, al menos, tres grandes áreas:
a) La problemática bioética, con la alteración de nuestra percepción habitual de la vida
y de la muerte, y donde hasta el concepto mismo de “persona” se torna polémico;
b) Los problemas tradicionalmente vinculados a la relación “mente-cuerpo”, con su
actual versión cibernética, de extraordinaria expansión en los últimos años.

5
Kant, I. Antropología en sentido pragmático (trad. Mario Caimi), Buenos Aires, Losada, 2009. Prólogo
y §§ I. 1.
¿Funciona nuestra mente como una computadora o viceversa?

Y por último,

c) El Feminismo filosófico y la Filosofía de Género, que como disciplinas


transversales, replantean y desafían las conceptualizaciones históricas de Hombre.
Sin pretender agotar el tema, nos centraremos en los problemas más transitados para un
Programa académico formativo. Por tanto, nos veremos obligadas a seleccionar cuestiones y
problemas, movidas por el interés general de promover una mirada integradora, y
apoyándonos en un lenguaje claro pero no trivial. Por eso, pondremos el acento en ciertas
áreas, que conforman las problemáticas centrales de la Antropología filosófica, sobre todo en
relación a la condición de persona, de sujeto, el yo y los problemas vinculados a diversas
formas de pensar el fenómeno humano en la época contemporánea.
Nuestra intención es abrir un horizonte inclusivo que recoja los problemas a los que la
vida cotidiana nos enfrenta en un planteamiento actualizado; en otras palabras, expuestos a
nuestro tiempo, aunque sin desconocer ni las raíces históricas ni las culturales de este
presente. Queremos contribuir a una reflexión sistemática en diálogo con las tendencias
actuales de la filosofía y de la ciencia.

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