En el “Rabinal Achí” se narra có mo los Rabinaleb se rebelan y separan de la
confederació n política de los K’iche’s, al intentar estos conquistar el valle de Rabinal. Los K’iche’s mantenían, en la época, el dominio político sobre bastas regiones y pueblos.
En la obra, K’ich’e Achí, guerrero de los K’ich’es, es capturado por el guerrero de los Rabinaleb, Rabinal Achí, en las afueras de Kajyub’, cuyo dignatario es Job’ Toj; el guerrero K’ich’e es juzgado y condenado a muerte. Antes de ser sacrif icado K’ich’e Achí pide tomar la bebida ceremonial embriagante de los Rabinaleb y bailar con la princesa de Kajyub llamada Uchuch Q’uq’ Uchuch Raxon “La madre de las Plumas Verdes, la Madre de las Plumas Azules”; así también pide que le concedan 260 días para ir a despedirse de su tierra. Una vez concedidos todos estos deseos, K’ich’e Achí es sacrificado por los guerreros á guilas y los guerreros jaguares al mando de Rabinal Achí.
Los sucesos
Un guerrero, del linaje de Nima K’iche’, jefe de Cunén y de Chajul, llamado K’iche’ Achi’, ha estado atacando Kajyup, la fortaleza de los Rabinal, y ha logrado capturar al señ or de Rabinal, Ahau Job Toj. Sin embargo, su éxito es detenido por Rabinal Achi’, quien logra liberar a Ahau Job Toj y captura a K’iche’ Achi’ (aquí es cuando empieza la trama del etnodrama). A K’iche’ Achi’ se le ofrece perdonar la vida si ofrece vasallaje a Ahau Job Toj, pero se niega y prefiere morir antes de humillarse, así que se le conceden sus ú ltimos deseos: probar fuerzas de combate con los guerreros á guilas y jaguares de Rabinal, comer y beber lo que ingieren sus captores, vestirse con los trajes de Rabinal, bailar con mú sica de tun y pito con U Chuch Gug, doncella de la regió n de Carchá y, por ú ltimo, 260 días y noches para despedirse de sus montañ as y valles, al regreso de este viaje es ejecutado por los guerreros á guilas y tigres.
La ejecutan bailadores asistidos por dos tocadores de trompeta y un tocador de tun. Los personajes son: Rabinal Achi’, K’iche’ Achi, Ahau Job Toj, Muy, Guerrero Jaguar, Guerrero Á guila, U Chuch Gug. De acuerdo a las prescripciones originales, los danzantes deben mantener abstinencia sexual 30 días antes y 30 días después de la ejecució n de la danza y se pide permiso a los Rajawales o señ ores de los cerros.
Este es un fragmento del Rabinal Achi’, adaptación de la traducción de Alain Breton.
-Kiche’ Achi’: ¡Vas a salir, soberano (de tu fortaleza), y será s agujerado, perforado! No será s el primero cuyas raíces, cuyo tronco acabo, rey de los chakachib, de los tzamanib, Kawuk Rabinal, te dice mi palabra a la faz del cielo y la faz de la tierra. ¡Por eso no voy a cambiar muchas palabras con vos! ¡Qué el cielo y la tierra queden con vos, Rabinal Achi’! Rabinal Achi’: ¡Eja! ¡Hombre colérico, Kawek K’iche’! ¿Qué dice tu palabra a la faz del cielo, a la faz de la tierra? Pero tan cierto como que allí está el cielo, tan cierto como que existe la tierra, tú acabas de entregarte a la punta de mi flecha, a mi escudo, a mi maza, a mi hacha, a mis brazaletes, a mi fuerza, a mi bravura. Pero sea así o no, yo te he vencido con mi cuerda blanca, con mi lazo brillante. Así te dice mi palabra a la faz del cielo, a la faz de la tierra. ¡Qué el cielo y la tierra sean contigo, bravo guerrero, mi prisionero mi cautivo! Gracias sean dadas al dueñ o del cielo, al dueñ o de la tierra, te han empujado a la punta de mi flecha. ¿De dó nde saliste? ¿Huiste de la guerra? ¿Quizá no eres sino hijo de las nubes, de la bruma?
-K’iche’ Achi: Verdaderamente las palabras que proferís son arrogantes para mí. Vuestra palabra dice: “¿No habrá s venido huyendo del combate?” Yo revelaré el rostro de mis montañ as, de mis valles.
-Rabinal Achi’: ¡Si no revelas el rostro de tus montañ as, el rostro de tus valles, entonces quiera el cielo y la tierra que no seas sino comida! ¡Voy a hacerte entrar frente s mi eminencia, al interior de la gran fortaleza, al interior de la gran muralla!
-K’iche’ Achi’: Yo soy la có lera, soy la fuerza del soberano de los kunen, de los chajul, el rey Balam Achi’ Balam K’iche’, descendiendo al instante de mis montañ as, de mis valles.
-Rabinal Achi’: Entonces habréis informado a vuestras montañ as, a vuestros valles. ¡Es cierto que aquí morirá s, desaparecerá s, aquí, en el ombligo del cielo, en el ombligo de la tierra.
-K’iche’ Achi: ¡Eja, Rabinal Achi’! De frente a la fortaleza soberana, Kajyub, ¿no es aquí donde se reú nen las cinco cargas de pataxte, las cinco cargas de cacao? (tributo al rey k’iche’) Supo el rey Balam Ajaw Balam K’iche’ que su muerte era deseada por el rey de los chakachib, de los tzamanib, Kawuk Rabinal (y dijo) “¡Hagamos del soberano de las montañ as k’iche’ y de los valles k’iche’! ¡Que venga a tomar posesió n de las blancas montañ as, de los blancos valles (de Kajyub)!” Fue entonces que lanzó sus exhortaciones, sus gritos y lanzó su desafío. Fue así que vine blandiendo mi arco y mi escudo, que recorrí las montañ as y los valles y vine a lanzar mi desafío.
-Rabinal Achi’: ¡Es verdad que ellos acometieron aquí, en el ombligo del cielo, el ombligo de la tierra, a nuestros hijos. Pero también es verdad que no tomaron posesió n de las blancas montañ as de los blancos valles! ¡Por eso, en vano habéis venido a desperdiciar tantos días, tantas noches! No vinisteis sino para agotar la faz de vuestro corazó n, la faz de vuestros hombros. ¡Nada ha dado resultado!
-K’iche’ Achi’: ¡Estoy en mis montañ as, estoy en mis valles!
-Rabinal Achi’: ¿Por qué raptaste a mis hijos? ¡No tenías que meterte con ellos! Fuisteis vos el que raptó a mi señ or en el lugar llamado Chatinibal y lo encontré en una prisió n de cal, gravemente quemado por todas partes. ¿No devastasteis acaso poblados, caseríos y aldeas? Esto es lo que vinisteis a pagar.
-K’iche’ Achi’: Fue ú nicamente a causa del rencor de mi corazó n que hice venir a los blancos niñ os (los de Rabinal). Donde ellos guerreaban, dije: “¿No convendría acaso que yo rapte a estos blancos niñ os? Es igualmente cierto que vine a raptar a vuestro señ or y lo obligué a descender hacia mis montañ as y mis valles, allá al país k’iche’. A causa del rencor de mi corazó n por no haber tomado posesió n aquí, del ombligo del cielo, del ombligo de la tierra. Fue entonces que lo encerré en la cal blanca. Es verdad que destruí tres poblados, caseríos y aldeas, por rencor de mi corazó n.
-Rabinal Achi’: Nos hemos enfrentado detrá s de la gran fortaleza, de la gran muralla, durante 13 veces 20 días, 13 veces 20 noches. ¡Nos agotamos, no tuvimos ningú n reposo! Si dice mi señ or: “Dejadlo ir a sus montañ as, a sus valles”, si lo dice mi soberano inmediatamente os dejaré ir.
-K’iche’ Achi’: ¡Anunciadme pues! [En el segundo acto Rabinal Achi’ anuncia a K’iche’ Achi’ frente al rey Job Toj]
-Rabinal Achi’: ¡Salve oh rey! ¡Salve oh reina! ¡Sí, gracias al cielo y gracias a la tierra, vosotros está is entronizados, está is abrigados bajo la protecció n del quetzal de plumas verdes, adentro de la gran fortaleza, de la gran muralla! He aquí al hombre colérico con el cual hemos luchado durante 13 veces 20 días, 13 veces 20 noches, atrá s de la gran ciudadela. Yo lo derribé, lo amarré y maniaté. Yo lo interrogué y él no reveló inmediatamente la faz de sus montañ as y sus valles. Ese hombre exterminó diez blancos niñ os. Fue este colérico hombre quien llegó a raptaros allá , en Chitinibal y quien destruyó tres poblados, caseríos y aldeas.
-Job Toj: ¡Gracias al cielo, gracias a la tierra que el colérico hombre haya sucumbido ante vuestro arco y escudo!. ¡Hacedlo entrar frente a mí! Recomendadle que incline su rostro, quizá entrará a completar [a las doce á guilas amarillas, a los doce jaguares amarillos]. Entonces vendrá ciertamente como yerno, como cuñ ado. [En el tercer acto Rabinal Achi’ lleva el mensaje a K’iche’ Achi]
-K’iche’ Achi’: ¿Sería yo aú n un valiente, sería yo todavía un hombre, si me inclinara, si inclinara mi rostro? ¡He aquí mi arco, mi escudo, mi hacha blandida, esa será mi sumisió n! [En el cuarto acto K’iche’ Achi’ es presentado ante Job Toj]
-Job Toj: ¡Kawek K’iche’! Vos vinisteis para raptar a los blancos niñ os. Fuisteis vos quien llegó a raptar mi señ oría, mi persona, allá en Chatinibal. Quien me llevó y encerró en la cal amarga. Es verdad que allá hubierais terminado de golpear mis raíces, mi tronco, allá en las montañ as y valles k’iche’. Esa es la razó n por la que mi guerrero Rabinal Achi me liberó , me trajo, cargá ndome en sus brazos y vino a reinstalarme adentro de la ciudadela. Sois vos quien destruyó tres poblados, caseríos y aldeas. ¡Esto es lo que vinisteis a pagar aquí, es seguro que vas a morir, a desaparecer!
-K’iche’ Achi’: Decís verdad. Aceptaré vuestras bebidas venenosas, que hielan y paralizan.
-Job Toj: ¿Eso es verdaderamente lo que deseas?
-K’iche’ Achi: ¡Oh, vosotros los flautistas, vosotros los tambores! ¡He aquí lo que tocaréis, mi flauta, mi tambor, a la manera con que se reciben mis prisioneros, mis cautivos, en mis montañ as y valles! ¡Rey Job Toj, si es verdad que sois provisto, que sois colmado en la gran fortaleza, en la gran muralla, dame prestada, la madre del quetzal, de las plumas verdes, las gemas preciosas venidas de Tzam Q’am Karcha!
-Job Toj: Yo te la ofrezco, como gran signo de tu muerte, de tu desesperació n.
-K’iche’ Achi’: ¡Honrado séais a la faz del cielo, a la faz de la tierra! ¡He aquí lo que me fue prestado y que devuelvo! Y mi palabra dice aú n: “Dame prestados las 12 á guilas amarillas, los jaguares amarillos, aquellos cuyos bastones, cuyas lanzas yo enfrenté, de día y de noche”.
-Job Toj: Yo os los doy.
-K’iche’ Achi’: ¡Honrado séais frente al cielo, frente a la tierra! Mi palabra dice a vuestro rostro a vuestra boca: “Dadme 13 veces 20 días, 13 veces 20 noches, que yo avise el rostro de mis montañ as, el rostro de mis valles. ¡Allá en donde caminé, en donde viví!” [Habla solo para sí] ¡Dirigí mis adioses al rostro de mis montañ as, al rostro de mis valles, donde caminé, donde viví! ¡Oh cielo, oh tierra! ¿No habría alcanzado nada mi có lera ni mi fuerza? ¡Disfruté mi recorrido bajo el cielo, mi recorrido sobre la tierra, regresé con las manos vacías! ¡No alcanzó nada mi có lera ni mi fuerza! ¡Oh cielo, oh tierra! ¿Es cierto que moriré aquí, en el ombligo del cielo, el ombligo de la tierra? Idos mis metales dorados, mis metales plateados, mi arco, mi escudo, mi hacha de guerra, mis vestidos, mis sandalias. ¡Idos hacia nuestras montañ as, hacia nuestros valles! ¡Id a comunicar la noticia a nuestro señ or, porque probablemente dice: “É l está en camino”! Eso no lo dirá má s, si es que yo espero ahora mi muerte, mi desesperació n. ¡Oh cielo, oh tierra, si verdaderamente muero aquí, asemeje yo a esa ardilla, a ese pá jaro que murió en la rama del á rbol, de donde obtiene su alimento, aquí, en el ombligo del cielo, el ombligo de la tierra! ¡Oh vosotros á guilas, vosotros jaguares, haced vuestro trabajo, cumplid vuestro encargo, haced actuar vuestros colmillos y garras para que, en un instante, me convirtá is en plumaje, porque yo solamente fui valiente al venir de mis montañ as, de mis valles! ¡Qué el cielo y la tierra queden con vosotros, á guilas, jaguares!