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Capítulo 7

Lo íntimo, lo recóndito que se hace exterior a salvo. La revelación de fuerzas, de


flujos de intensidad. La revelación de algo más interior que lo interior.

En la intimidad se comienzan a despertar, a presentar aquellos que en nosotros


permanecen callados en la normalidad, en la cotidianidad, en la intemperie. Nos damos
cuenta (de algo que ya habíamos intuido o considerado) que hay con quienes somos de
una forma y con otros de otra, que hay lugares que despiertan en nosotros un ser y otros
lugares a otros, que hay estados de ánimo que nos ponen en contacto con dos y hasta
mas seres que desean y perciben de manera singular, que llegan a no congeniar. Que
maneras de ser que creíamos “superadas” se despiertan, maduran, coexisten con
nuestras maneras de ser de hoy, en fin que “cada uno” hemos sido muchos y que somos
muchos.

También hay esta impresión de que uno llega a cosas de fondo, a interioridades que
podemos exteriorizar, sin embrago al permanecer aún más tiempo en la escucha nos
damos cuenta que aquellas interioridades eran exterioridades a algo mas interior, aquí es
donde aparece en mi la cuestión del alma como lo no exterior, como que nos damos
cuenta que a la mayor desnudez, a la desnudez mas vulnerable, mas transparente hay un
ser que contempla lo que sucede y se revela ese aspecto de su naturaleza, la
contemplación continua, constante.

La escucha germinal (aunque ella no exclusivamente) nos pone en sensación de este


mundo de sucesos e individuos como el mientras tanto de un mundo de fuerzas, algo así
como que mientras aquí el acontecer se presenta con individuos y sucesos, allí en otro
mundo simultaneo a este lo que hay es un juego de fuerzas, de flujos de intensidad que
se componen y descomponen constantemente, y que son “lo mismo” que está
ocurriendo “aquí” ante nuestros sentidos, pero ese allí también es aquí, y aquí es allí..

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