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Fabio Moreno
Cosquín, Sede del Centro Terapéutico El Emilio
Domingo 11 de diciembre de 2011
He pasado por El Emilio en medio de una importante transición que tiene como antecedente
principal el allanamiento ocurrido la noche del domingo 21 de agosto, aunque quizá un
evento tal puede interpretarse como un síntoma de un proceso que venía gestándose de más
atrás. Y que tiene para mi un signo visible de lo nuevo la llegada de Juan Sebastián, así
como el final de la “oleada” de retiros (tanto del staff como de los residentes) que irá hasta
fin de año.
También vino saliendo a la luz una serie de inconformidades respecto a los convenios o
acuerdos preliminares de ingreso, por partes especialmente de Emiliano y de Daniel, que
venía generando en ellos resentimientos, malestar y críticas, y por parte del director y del
equipo interpretaciones tanto acertadas como a veces sustentadas en prejuzgamientos
basados en la idea de que mucho o todo lo que dicen y hacen los adictos es sospechoso y
sintomático, o que a priori debe conservarse una jerarquía de poder y opinión dentro de la
comunidad terapéutica..
Sobre los prejuzgamientos claramente estoy en desacuerdo y este uno de los motivos que
me distancian de la vida en una comunidad terapéutica enfocada de este modo. Es una
mirada con la no concuerdo y que incluso los mismos residentes expresaron en grupos y es
al de que son locos o enfermos, o que se les llame o ellos mismo se llamen adictos (yo creo
que muy propiciada por informaciones y sugestiones que les han inculcado en otros lugares
y tratamientos). Es cierto que en los tratamientos tradicionales como el de los 12 pasos de
AA lo primero es reconocer que hay un problema pero esto es diferente a trazar una
identidad como soy un enfermo o soy un loco. Para mi las personas deben ser consideras
precisamente como personas, personas que si puede que tengan un problema o una
enfermedad pero eso no las define. Y aunque parezca profesional, objetivo o teóricamente
correcto no lo es de hecho, y si hablamos como se dice en la página web, de dar
protagonismo absoluto a la persona en su proceso de cambio, es incongruente y
contrario que a las personas se les prejuzgue, analice o trate afectiva ni clínicamente así.
Continuo con la guía de la página web para contrastar mi experiencia y con disonancias que
de no armonizarse aún gestarán en tiempos venideros crisis dentro de la comunidad
terapéutica o el Proyecto como la ocurrida recientemente.
Dice lo siguiente:
“Nuestro modelo tiene el objetivo fundamental de promover la integración de la
Comunidad Terapéutica tradicional con alternativas naturales y culturales de prevención
y abordaje de situaciones asociadas al consumo de drogas.”
Por ejemplo, sería a mi modo de ver de una inmensa potencia que toda la comunidad reciba
y valore a un aspirante a residir en la Casa y a su familia, sabiendo que hay una
responsabilidad profesional en el tipo de valoración clínica que pueden hacer los miembros
del equipo, pero de la que sean partícipes todas las personas. Eso es hacer y vivir en
comunidad. Y creo que eso concuerda mucho más con la vida de las comunidades nativas.
Ejemplos conocidos las comunidades de la Sierra Nevada de Santa Marta en Colombia, o
las comunidades nativas americanas en el Sur del actual territorio de EEUU.
En la sección Características plantea lo siguiente:
“Contempla la dimensión espiritual: aborda las situaciones asociadas al consumo de
sustancias desde una perspectiva integral que trabaja sobre los aspectos físicos,
emocionales, sociales y espirituales.”
Mayor dedicación (más horas diarias) y atención al proceso personal de las meditaciones.
El otro ejemplo claro de esta disonancia de una no-comprensión desde lo espiritual son
los referentes de las discusiones de equipo que han sido en las que estuve presente 100% de
orden clínico psicológico, psicoanalítico, psicopatologico, psico-farmacológico o de
prejuicios e interpretaciones provenientes de la heurística, es decir por la experiencia de
César tanto como consumidor, como de sus tratamientos y en general del mundo de los
tratamientos en adicciones, como también es el caso de la experiencia clínica de Gustavo, si
no por las particulares visiones de lo humano que hay en la historia de cada uno y que a
veces, en ocasiones, valen más que la buena fe, el sentido común, o un soporte empírico.
Creo que a excepción de David y el breve tiempo que pasé en el equipo no hay ninguna
persona que realmente parta de una visión espiritual-antropológica de las personas o de las
adicciones.
En este sentido les recomiendo mucho revisar y estudiar la página MindSurf, que les brinda
una abordaje espiritual-cultural-biológico de los diferentes consumos de sustancias dentro
de un panorama energético (sistema de chakras) y de evolución de la conciencia. Así
mismo en los textos de Takiwasi ya se avisora un modelo que puede ser de todo el interés
de un equipo que realmente quiera tender a una visión psico-espiritual de las adicciones, y
mas que todo de una visión antropológica que integre estas dimensiones. Un verdadero
equipo clínico hace investigación y considero que esta sería la línea de investigación ideal
en esta institución, cómo entender desde una dimensión espiritual a los seres humanos,
cómo entender el consumo excesivo o abusivo de sustancias desde un enfoque espiritual.
Esta es una cuestión clave muy importante en el porvenir del Proyecto, desde la primera
instancia de las valoraciones hasta los proceso de reinserción y acompañamiento. ¿El
Emilio o el modelo de tratamiento pretende especialmente alcanzar esa configuración de
comunidad, terapéutica?, ¿abordar y prevenir el consumo de sustancias? En mi experiencia
la tendencia es más allá y eso creo que puede significar eventualmente un replanteamiento
de la identidad de la institución que actualmente se centra en las adiciones como núcleo
temático.
Ya está expresándose en el saber de los residentes algo diferente, algo más allá. Que el
cuento aquí esta mas allá del consumo de sustancias, de las adicciones. Que incluso ese es
un aspecto secundario del proceso que se realiza aquí. Hay un algo mas que es VIVIR
BIEN, SER PESONA, eso es lo que se convierte en prioritario y que una comunidad
terapéutica no solo debe contener o curar adicciones sino ser la matriz de nuevas formas
de vida, de personas que quieren vivir de nuevas formas que sean mas alegres, más
conscientes de si mismas y más constructivas. Miren como va coincidiendo esto con la
necesidad de avanzar en la COMPRENSIÓN Y ABORDAJE ESPIRITUAL, y como juega
esto de forma mucho más acorde con la Sabiduría y Visión de las Plantas de Visión y Poder
como el YAGE y la HUACHUMA, con el Conocimiento y Medicina que nos ofrecen los
curanderos y abuelos del Amazonas, y los maestros y guías de las culturas nativas.
Saludo cordial,
Fabio Moreno