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La radio es un medio que le permite a las comunidades de Latinoamérica construir un

mecanismo de organización, para crear frentes de lucha ante la desigualdad en la que están
inmersos. La radionovela Un tal Jesús de José Ignacio López Vigíl, plantea una nueva
narrativa de concebir la vida pública de Jesús, de una forma menos mítica, suprema o
idealizarla en lo divino; al contrario, muestra un Jesús más humano, con sus luchas
espirituales, que en su trayectoria hace revuelo en los lugares por plantear un mundo mejor
en la tierra, y que escoge como amigos a gente indeseable incluso entre ellos. También
plantea a un Jesús muy político, en un ambiente de sometimiento desde el imperio romano,
donde cada persona que osa rebelarse como lo hizo su primo Juan o él mismo, terminando
muertos porque su voz es muy peligrosa e incómoda ante el poder y ante sus
contemporáneas.

¿Por qué retomo esta radio novela? Porque me parece muy interesante como sea crea un
grupo de hombres imperfectos, en un movimiento con abismales diferencias, pero con un
punto central que los unificaba, la liberación de su pueblo. Hombres pecadores, pasionales,
miedosos, bebedores, jayanes: ceden y ponen sus conocimientos en común para humanizar
a sus hermanos mediante la palabra de una nueva tierra.

La risa, el amor, la libertad, y el dolor son elementos que permiten que se desarrolle la
trama. Pero ¿Pero esto en que nos aporta? Reflexionando sobre esta obra con elementos
radiofónicos, hecha para Latinoamérica, que fue censurada por el vaticano por sus
peligrosas ideas “comunistas”, percibo que crea un poder con la palabra oral, y que
transmite fuertes ejemplos de mística entre los apóstoles que conforman el grupo que sigue
a Jesús, es precisamente el objetivo en común lo que permite que se unifiquen, es
precisamente el dolor y la impotencia la que les motiva a mantenerse firme en el
movimiento. Pero si son analfabetas, campesinos y estafadores, que les tiemblan las
canillas cuando les toca hablar, como superan el miedo, con la fuerza de la palabra en
grupo, ese encierro donde discrepan por completo del camino a seguir y que no conciben el
no uso de la violencia cuando ellos están acostumbrados a la violencia. Todo eso genera
una mística entre ellos. Porque cuando hay un objetivo utópico a alcanzar, en un ambiente
hostil donde la palabra es sinónimo de rebeldía y como consecuencia eso te lleva a la
muerte, generas una sensación de terquedad, que por más palizas que recibas por alzar la
voz, tienes los pies para salir en guinda y que no te atrapen.

Mi padre al ingresar a la milicia era un Lumpen, con un expediente criminal un poco


largo, donde ya lo buscaban por haberle sacado las tripas a un par solo por mirarlo mal,
pero ya en la guerrilla la disciplina militar le permite desarrollar las cualidades necesarias
para liderar columnas de hombres, donde las vidas de ellos están en las decisiones qué él
tome. Así que él me cuenta que Más allá de romantizar la mística revolucionaria que nos
venden en los libros de historia donde los guerrilleros luchaban por la injusticia y todo eso,
es de rescatar que la guerra es guerra y ahí es matar o morir, por lo que la lucha de poder
interno siempre estuvo presente aun en las filas de las 5 organizaciones, el punto es que los
campesinos mataban a sus oficiales al mando en pleno combate porque esté buscaba
adiestrarlos con el Materialismo dialectico, donde debían quitarle a su dios. Es decir que
cuando alguien que era un becario (un oficial de guerra que se preparaba en Cuba,
Nicaragua, Panamá, México, etc.) era designado para liderar a las columnas debía
conocerles, pero omitían esa parte, buscaban trasladar esa teoría sin interesarse por conocer
a sus soldados. ¿Por qué cuento esto? Porque considero que la mística que se crea con
disciplina no debe ser impositiva, sino que se debe encontrar un elemento que permita la
confianza entre el grupo que los unifique y les permita refugiarse para llegar al objetivo
mayor.

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