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Or�genes
Esta es un arma con cierta controversia sobre "qu� era un goedendag", dadas las
diferentes versiones de los cronistas de las batallas entre Francia y Flandes de
principios del siglo XIV.
Seg�n algunos cronistas franceses, los goedendag "causaban heridas de tajo", por lo
que durante mucho tiempo se crey� que eran versiones primitivas de las alabardas. Y
aunque el tipo de heridas pudo ser as�, lo que probablemente sucedi� fue que se
emplearon "a la vez" goedendags y armas enastadas de la familia de las alabardas.
El Goedendag en la historia
Esta arma pas� a los anales de la historia por la deshonrosa derrota que infligi� a
los flamantes caballeros de Francia en la Batalla de Courtrai de 1302. En esa
batalla por la defensa de Flandes, se enfrentaron a una de las mejores caballer�as
pesadas de todo el Medioevo contra una m�s reducida tropa flamenca compuesta sobre
todo de infantes reclutados y sin casi panoplia. Esta infanter�a portaba solamente
como arma principal estos "sobrevalorados" goedendags y una orden de Guido de
Dampierre, conde de Flandes: "...no hacer ning�n prisionero por pedir rescate, mas
degollarlos a todos..." As� fue como con esta encomienda y los goedendags, los
flamencos consiguieron derrotar a una hueste de caballeros profesionales en una
cruenta batalla que se denominar�a m�s tarde como "La batalla de las espuelas de
oro". Consider�ndose una de las primeras batallas ganadas por la infanter�a a un
contingente de caballer�a infinitamente superior en toda la baja edad media; sin
embargo, esta jornada puede encuadrarse junto a otros enfrentamientos como la
Batalla de Bannockburn (1314), la Batalla de Morgarten (1315), la Batalla de Cr�cy
(1346), la Batalla de Poitiers (1356) o la Batalla de N�jera (1367) en lo que
algunos autores como Mcglyn o Arias Guill�n han catalogado como una especie de
"revoluci�n de la infanter�a" acaecida en los tiempos bajomedievales, y que
conllevar�a consigo varias victorias sobre la caballer�a (como los ejemplos antes
mencionados); no obstante, en opini�n de Carlos J. Rodr�guez Casillas,1? la
caballer�a sigui� conservando un papel protagonista en los campos de batalla, algo
que por otra parte, resulta indudable hasta finales del siglo XV y la entrada en la
modernidad.