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(El número entre paréntesis es la posición que ocupa el texto en la antología Lecturas de
Historia de la Psicología. Madrid, UNED, 2001. Véase la Guía del curso 2021)
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[1912]
[…]
[…]
longitudinales. Para un análisis que aspire a ahondar más, no es este camino el de elección.
Tiene el inconveniente de despedazar la evolución espiritual en un número de evoluciones
especiales, cuyos miembros, no obstante, aparecen por todas partes, los unos después de
los otros. Sobre todo en los primeros grados son, de hecho, tan estrechas las relaciones de
los particulares dominios de la vida espiritual, que apenas pueden separarse unos de otro.
El lenguaje está influido por el mito; el arte es una parte integrante de la evolución de los
mitos; las costumbres y los usos están por todas partes influidos por el pensamiento
mitológico.
Wundt, W. (1926). Elementos de Psicología de los Pueblos. Madrid; Daniel Jorro, Editor, pp.
1-6. Trad. Santos Rubiano.
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Lo que finalmente nos llevó en psicología a otra teoría fue la aplicación sistemática de
la auto-observación. Anteriormente, lo normal era no pedir el informe sobre las experiencias
habidas durante un experimento nada más terminar éste, sino tan sólo obtener algún que
otro informe en los casos excepcionales o anormales. Sólo cuando concluía una serie
completa de experimentos se pedía un informe general sobre los hechos principales que aún
se recordasen. De esta manera, sólo los aspectos más llamativos salían a la luz. Además,
el compromiso con las concepciones tradicionales de las sensaciones, los sentimientos y las
imágenes impedía observar o conceptuar lo que no era ni sensación, ni sentimiento, ni
imagen. Sin embargo, en cuanto se permitió que las personas adiestradas en observar sus
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¿Quién podría experimentar imágenes aquí, y para quién serían estas imágenes la
base, la condición ineludible de la comprensión? ¿Y quién estaría dispuesto a mantener que
las palabras por sí mismas bastan para representar el significado? No, estos casos prueban
la existencia de contenidos conscientes sin imágenes, de pensamientos especialmente.
Külpe, O. (1979). Über die moderne Psychologie des Denkens. En R.I. Watson, Basic
writings in the history of psychology. New York: Oxford University Press, pp. 151-153. Trad.
E. Lafuente.
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[...] ¿Pero cuál es -puede preguntarse- la base lógica sobre la que se fundamenta este
principio? Si es cierto que sólo es posible interpretar la mente animal a la luz de nuestro
conocimiento de la mente humana, ¿por qué no utilizar este método de interpretación
libremente, con franqueza y sin límites? ¿No es contradictorio renunciar a hacerlo? Y es que
primero se afirma que debemos usar la mente humana como clave a través de la cual leer
la mente del bruto, y después se afirma que esta clave debe aplicarse con una diferencia. Si
al fin y al cabo aplicamos la clave, ¿no deberíamos hacerlo sin reservas?
Esta crítica sólo podría ser válida si estuviéramos considerando el asunto al margen
de la evolución. Para nosotros la evolución es un postulado, y el problema es el siguiente:
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Morgan, C.L. (1894) An Introduction to Comparative Psychology. Londres: Walter Scott, pp.
52-53, 55. Trad., J.C. Loredo.
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[1900]
Nada importa ahora que mis especulaciones psicológicas hayan sido acertadas o que
entrañen graves errores, cosa posible dada la dificultad del objeto. Cualesquiera que sean
las verdaderas circunstancias de la censura psíquica y de la elaboración correcta y anormal
del contenido del sueño, siempre queda el hecho indiscutible de que tales procesos
intervienen en la formación de los sueños y muestran la mayor analogía con los
descubrimientos del estudio de la formación de los síntomas histéricos. Pero el sueño no es
un fenómeno patológico y no tiene como antecedente una perturbación del equilibrio
psíquico, ni deja tras de sí una debilitación de la capacidad funcional. La objeción de que
mis sueños y los de mis pacientes neuróticos no permiten deducir resultados aplicables a
los sueños de los hombres normales y sanos debería ser rechazada sin discusión ninguna.
Cuando del estudio de estos fenómenos deducimos sus fuerzas impulsoras, reconocemos
que el mecanismo psíquico de que se sirve la neurosis no es creado por una perturbación
patológica que ataca a la vida anímica, sino que existe ya en la estructura normal del aparato
anímico. Los dos sistemas psíquicos, la censura situada entre ambos, la coerción de una
actividad por otra, las relaciones de ambas con la conciencia –o todo aquello que en lugar
de esto pueda resultar de una exacta interpretación de las circunstancias afectivas-, todo
ello pertenece a la estructura normal de nuestro instrumento anímico, y el sueño constituye
uno de los caminos que llevan al conocimiento de dicha estructura. Si queremos
contentarnos con un mínimo de conocimientos absolutamente garantizados, diremos que el
sueño nos demuestra que lo reprimido perdura también en los hombres normales y puede
desarrollar funciones psíquicas.
[1951]
Más allá de esto, se han desarrollado métodos que, creo yo, son capaces de asegurar una
imagen adecuada y confiable de la atmosfera social y las organizaciones sociales del grupo.
Pueden determinarse los líderes y los sublíderes de un grupo y su forma de liderazgo puede
medirse exactamente en un tiempo bastante breve en muchos grupos cara a cara. [...]
Al estudiar y evaluar los problemas del liderazgo u otras acciones sociales, debemos
ser cuidadosos para determinar cuánto, en ese esquema social, es impuesto a la vida del
grupo por las normas de la organización u otros poderes sociales que limitan la libertad de
acción de sus miembros. [...] La manera en que un capataz de una fábrica trata a sus obreros
puede estar determinada por una lucha entre el sindicato [...]. En este caso, un cambio en la
relación entre la patronal y el sindicato sería un prerrequisito a cualquier cambio esencial en
la conducta del capataz. Tal ejemplo muestra claramente que la dimensión de la unidad
social que ha de tenerse en cuenta para la solución teórica o práctica de un problema social
no es un asunto arbitrario que pueda decidir el psicólogo social de una u otra manera. Qué
unidad social es decisiva para una conducta social dada es una cuestión objetiva y un
problema que debe ser objeto de gran consideración en cualquier estudio social.
[...]
Al estudiar los relativamente pequeños grupos cara a cara estamos, pienso, bien
encaminados en medir aun propiedades dinámicas tales como su grado de tensión y de
cohesión y, por supuesto, su ideología. Es posible realizar experimentos con un grupo como
un todo, que cumplan los requerimientos de situaciones estandarizadas en un grado no muy
diferente de lo que estamos habituados a exigir de un experimento con individuos. Es
posible, también, estudiar empíricamente hasta qué grado la vida de grupo, en un caso dado,
depende de la personalidad especifica de sus miembros individuales.
[...]
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Un punto técnico parece ser una gran promesa práctica para el futuro: Si los
conceptos del enfoque de la teoría del campo son correctos, existen buenas perspectivas
para enfocar experimentalmente una gran cantidad de problemas que antes parecían fuera
de nuestro alcance. Si la pauta del campo total es generalmente más importante que, por
ejemplo, la dimensión, se posibilita el estudio experimental de las constelaciones sociales
fundamentales “transponiéndolas” a una dimensión de grupo adecuada. (La psicología de la
Gestalt entiende por “transposición” un cambio que deja inalteradas las características
esenciales de la estructura.) Si el experimentador es capaz de realizar esa transposición, no
necesita temer la creación de situaciones “artificiales”, “no semejantes a la vida”.
Lewin, K. (1988): La teoría del campo en la ciencia social. Barcelona, Paidós. Trad. De M.
Laffite y J. Juncal. Páginas 153-157.
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[1930]
Antes de hablar de los experimentos de que nos servimos para establecer respuestas
emocionales en el laboratorio, es preciso recordar la técnica de los reflejos condicionados.
A fin de establecer un reflejo condicionado debe existir, en primer lugar, un estímulo
fundamental que provoque la respuesta en cuestión. El paso siguiente es lograr que también
la provoque algún otro estímulo. Si, verbigracia, nuestro propósito es suscitar un brusco
movimiento hacia atrás del brazo y de la mano cada vez que resuene un zumbador, debemos
usar el choque eléctrico u otro estímulo doloroso. Pronto el brazo empezará a retirarse de
inmediato al funcionar el zumbador, de la misma manera como se retira bruscamente al
recibir la sacudida eléctrica. Sabemos que hay un estímulo incondicionado o fundamental
que despierta la reacción de miedo en forma rápida y sencilla: un sonido fuerte. [...].
Nuestro primer experimento con Alberto tenía por objeto condicionar la respuesta de
miedo a una rata blanca. Mediante pruebas repetidas comprobamos, en primer término, que
sólo los ruidos fuertes y la remoción de la base de apoyo provocarían dicha respuesta en
este niño. Cualquier cosa dentro de un diámetro de doce pulgadas alrededor suyo, era objeto
de una manifestación de alcanzar y manipular. Sin embargo, la reacción a un sonido
estrepitoso era característica en la mayoría de los niños. El sonido emitido por una barra de
acero de aproximadamente una pulgada de diámetro y tres pies de longitud, golpeada con
un martillo de carpintero, suscitaba un tipo muy marcado de reacción.
1) De improviso se saca de una canasta (procedimiento usual) una rata blanca –con
la cual el niño había jugado durante semanas-, la cual le es presentada. Alberto empezó por
extender la mano izquierda para alcanzarla. En el preciso instante en que su mano tocó al
animal, detrás suyo se golpeó bruscamente la barra. El niño saltó violentamente y cayó hacia
delante, escondiendo la cara en el colchón. Sin embargo, no lloró.
2) Volvióse a golpear la barra cuando el niño tocó la rata con su mano derecha. De
nuevo el niño saltó violentamente, cayó hacia delante y empezó a llorar.
A causa del estado perturbado de Alberto, suspendimos las pruebas una semana.
8) Rata sola: en el mismo momento en que se le enseñó la rata comenzó a llorar. Casi
enseguida se volvió vivamente a la izquierda, se levantó sobre las cuatro extremidades y
empezó a alejarse gateando con tanta rapidez que costó detenerlo antes que alcanzara el
borde del colchón.
Esta prueba del origen condicionado de la respuesta de miedo sitúa nuestro estudio
de la conducta emocional sobre una base científico-natural. Es una gallina de huevos de oro
mucho más productiva que la estéril fórmula de James. Proporciona un principio explicativo
que dará cuenta de la enorme complejidad de la conducta emocional adulta. Ya no
necesitamos recurrir a la herencia para esclarecer la conducta.
Watson, J.B. (1972). El conductismo. Buenos Aires: Paidós, 4ª ed., pp. 156-158. Trad., O.
Poli.
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[1986]
Una razón que explica el atractivo de los modelos PDP es su incuestionable “aroma
fisiológico”. Parece que están mucho más ligados a la fisiología del cerebro que otros
modelos de procesamiento de la información. El cerebro consta de un gran número de
elementos con un elevado nivel de interconexión [...], que aparentemente se envían entre sí
mensajes excitatorios e inhibitorios muy sencillos mediante los cuales ajustan sus
excitaciones. Las propiedades de las unidades de muchos de los modelos PDP que vamos
a examinar más adelante están inspiradas en propiedades básicas de las estructuras
neurales. [...]
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¿Pero cuál es la estructura interna de cada uno de los estados que aparece en la
secuencia y cómo se producen estos estados? Cualquier intento serio de construir un
modelo incluso de los macropasos más sencillos del conocimiento humano [...] requerirían
un gran número de micropasos si se efectuasen secuencialmente. [...] el soporte material
(hardware) biológico resulta demasiado lento para que los modelos secuenciales de su
microestructura puedan proporcionarnos una explicación plausible, por lo menos de la
microestructura del pensamiento humano. Y las limitaciones temporales, en lugar de
mejorar, empeoran todavía más cuando los mecanismos secuenciales intentan tomar en
cuenta un gran número de limitaciones o restricciones. En una máquina secuencial, cada
nueva restricción exige más tiempo, y, cuando son imprecisas, las restricciones pueden
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[...] En general, desde la perspectiva del PDP, los objetos a que se refieren los
modelos macroestructurales del procesamiento cognitivo se consideran como descripciones
aproximadas de propiedades emergentes de la microestructura. A veces, estas
descripciones aproximadas pueden ser lo suficientemente precisas como para captar
adecuadamente un proceso o mecanismo. Pero [...] muchas veces no consiguen
proporcionar explicaciones suficientemente elegantes o manejables que capten el carácter
extremadamente flexible y abierto del conocimiento, que es lo que sus inventores pretendían
originalmente. [...]
[...] Cómo coger un objeto sin caerse. [...] Hinton trabajó con una versión simplificada
de esta tarea en la que utilizaba una “persona” bidimensional provista de un pie, una pierna
con un segmento inferior y otro superior, un tronco, un brazo y un antebrazo. Cada uno de
estos miembros se encuentra conectado con el siguiente mediante una articulación que
posee un solo grado de libertad de rotación. La tarea a la que tiene que enfrentarse esta
persona es alcanzar un objetivo que se encuentra situado en algún punto enfrente de ella,
sin dar ningún paso y sin caerse. [...] el problema consiste en encontrar un conjunto de
ángulos de las articulaciones capaz de resolver simultáneamente las dos restricciones que
hay en la tarea. La primera es que el extremo del antebrazo toque el objeto. La segunda es
que, para evitar caerse, la persona debe mantener su centro de gravedad en la vertical del
pie.
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Para conseguirlo, Hinton asignó un solo procesador a cada articulación. En cada ciclo
computacional, cada procesador recibía información sobre la distancia a la que se
encontraba el extremo de la mano respecto al objetivo, y sobre la posición que ocupaba el
centro de gravedad respecto al pie. Utilizando estas dos fuentes de información, cada
articulación ajustaba su ángulo para acercarse a los objetivos de mantener el equilibrio y
hacer que el extremo del brazo se acercase al objeto. Al cabo de una serie de iteraciones,
la persona “palote” adoptó posturas que satisfacían la meta de alcanzar el objeto y la de
mantener el centro de gravedad en la vertical de los “pies”.
Aunque esta simulación fue capaz de realizar la tarea [...], adolecía también de una
serie de inconvenientes que derivaban del hecho de que los procesadores de las
articulaciones intentaban dar con una solución cada uno por su cuenta, sin saber lo que las
otras articulaciones intentaban hacer. Este problema se superó incorporando nuevos
procesadores que se ocupaban de elaborar combinaciones de ángulos articulatorios. [...]
Con la incorporación de este tipo de procesadores, se redujo en gran medida el número de
iteraciones necesario para alcanzar la solución, y la forma que adoptaba ésta presentaba un
aspecto muy natural.
McClelland, J.L., Rumelhart, D.E. y Hinton, G.E. (1992). “El atractivo del procesamiento
distribuido en paralelo”. En D.E. Rumelhart, J.L. McClelland y el Grupo PDP, Introducción
al Procesamiento Distribuido en Paralelo. Madrid: Alianza, pp. 46-53. Trad., J.C. Gómez
Crespo.