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En 1907 se desató la primera de las seis grandes depresiones que han sacudido
al mundo. Los orígenes se han dado en E.U., Europa y Japón.
El capitalismo está en crisis. Esta es una de las frases más recurrentes por
estos días, cuando los más poderosos bancos se debaten entre cerrar,
fusionarse o solicitar salvavidas, los gobiernos del llamado primer mundo
estructuran millonarios paquetes de ayuda y las bolsas presentan una
volatilidad sin precedentes.
Pero a pesar del complicado momento que se vive, este es sólo el más reciente
capítulo en la historia del sistema económico que mayores riquezas ha
generado, pero que cada vez que entra en crisis lleva a la bancarrota a miles de
compañías y por ende a millones de personas.
Estos seis momentos se 0inician a partir de 1907 en Estados Unidos; cien años
después, este mismo país es el detonante de la nueva crisis, en esta ocasión
debido al desmoronamiento del sector hipotecario.
Situaciones tan extremas han generado creativas soluciones que todos esperan
se pongan en práctica en esta oportunidad.
Así se inició un efecto dominó que abocó a la gente a retirar su dinero de las
cuentas bancarias, dada la progresiva pérdida de confianza en el sistema, esto
desencadena una fuerte depresión económica que afecta a todas las industrias
existentes.
La compra de acciones a finales de los años 20 creció a tasas del 90%, los
ciudadanos acostumbraban a solicitar créditos en los bancos para invertir ese
dinero en la bolsa.
El 24 de octubre de 1929 se da el crash, la desconfianza llevó a los
inversionistas a vender seis millones de acciones; para el 29 del mismo mes
las ventas alcanzaron los 16 millones.
La gente empezó a cerrar sus cuentas de ahorros y 4.300 bancos tuvieron que
cerrar entre 1929 y 1933, ante la pérdida de clientes y la imposibilidad de
muchos de pagar sus créditos.
Dos años más tarde nacen la seguridad social y el derecho sindical, pero sólo a
partir de los años 40 la economía mundial retoma un ciclo de prosperidad.
Sólo en 2001 se conoció que esta crisis les costó a los contribuyentes el 3,6%
del Producto Interno Bruto.
Con tasas de interés de 2,5%, Japón pasaba por un gran momento económico
a finales de los 90, bajo el viejo principio de dejar hacer, dejar pasar. La fiebre
nipona por adquirir activos había traspasado las fronteras del archipiélago,
pero tras un crecimiento sostenido de 5,2% en los 70 y de 3,8% en los 80, en
el 90 llegó la denominada década perdida de la economía japonesa. Ante
presiones internacionales como la Guerra del Golfo, las tasas de interés tienen
que subir hasta 4,75%, lo que hace estallar la burbuja inmobiliaria.
La segunda economía más grande del mundo pasa de contar con 605 bancos
en 1991 a 411 en 2006. El número de grandes bancos se reduce de 22 a 8 y el
crecimiento anual promedio no pasó de 1,6%, entre 1990 y 2002. El
desempleo pasó de 2% a 5,5% y los precios inmobiliarios cayeron.
Ante la crisis, el gobierno de Japón destinó en 1998 el 20% del PIB a
fortalecer los bancos, la tercera parte fue para nacionalizar y capitalizar dos
bancos, el LTCB y el JCB, otra tercera parte para garantizar los depósitos de
los bancos quebrados.
Los bancos fueron los grandes damnificados. En España, por ejemplo, una de
las principales entidades financieras, Banesto, se declaró en bancarrota. Los
malos resultados también tocaron a los cuatro principales bancos británicos:
Barclays, National Westminster (Natwest), Midland y Lloyds.
Los gobiernos ibérico y galo toman medidas, entre las que se destacan la venta
de los bancos estatales, la intervención y la recapitalización de las
instituciones con problemas financieros.
Este fue el primer paso para consolidar gigantes como el Banco Santander o el
HSBC, que absorbieron a otras entidades con problemas financieros, después
de que en 1994 se decide venderlas.