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AFRICANISMO Y ESPIRITISMO

POR: DEOLINDO AMORIM


ÍNDICE
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Preámbulo 4

Capítulo I: Mediumnismo no es Espiritismo 6

Capítulo II: El Espiritismo no es fetichista 11

Capítulo III: El Espiritismo no tiene culto material 18

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Nota de la Escuela Espírita Allan Kardec.
Recomendamos la lectura de este trabajo como base para comenzar a diferenciar el
Espiritismo de las creencias religiosas de algunos pueblos africanos que llegaron a
Puerto Rico durante el vergonzoso periodo de esclavitud.

Sin embargo, la presencia y ostentación pública de estas creencias se recrudecieron


con la llegada de la diáspora cubana a mediados del pasado Siglo XX. Al practicarse
comúnmente y popularmente en la hermana isla de Cuba, muchos sacerdotes o
“Babalaos” que llegaron a nuestra isla pudieron ejercer abierta y oficialmente sus
rituales, al estar protegidos por los derechos constitucionales que garantizan la libertad
de culto.

Cabe aclarar, sin embargo, que este trabajo no es una apología a la confusión que
yace en el prejuicio e ignorancia de la mayoría de los puertorriqueños sobre lo que es
y no es el Espiritismo. Por el contrario, el autor busca evidenciar, de una forma
resumida, el cómo los cultos y prácticas africanistas no están relacionadas en absoluto
con el Espiritismo.

Para ayudar al lector en la comprensión del contexto en que fue escrito este libro, hay
que conocer el trasfondo. El autor es brasileño, y en Brasil, como en el Caribe, el
sincretismo afrocatólico fue el resultante de la imposición del cristianismo sobre los
esclavos forzados al trabajo en nuestras haciendas. Lo que el autor presenta como
Umbanda es muy similar a lo que en Puerto Rico se conoce como santería. Para
facilitar la comprensión del texto, recomendamos que el lector haga la sustitución de
un término por el otro al leerlo.

Confiamos en que esta pequeña obra le ayude en la clarificación de dudas y puntos


básicos. Una vez comprendida las diferencias, se puede ahondar en el estudio y
comprensión de lo que es el Espiritismo y lo que éste presenta y representa en la vida
de millares de personas.

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PREÁMBULO

Es con intensa satisfacción que, accediendo gustoso a la invitación de Deolindo Amorim, intentaremos
decir algo a modo de prefacio acerca de su interesante y exhaustivo trabajo "Africanismo y Espiritismo",
que fuera oportunamente publicado en la revista "Estudios Psíquicos", de Lisboa y ahora compaginado
por "Gráfica Mundo Espirita, S.A.", en un esfuerzo loable de divulgación doctrinaria y cultural.
Periodista ilustrado y estudioso, de aptitudes sinceras y honestas a carta cabal, Deolindo
Amorim, además de ser miembro de la Sociedad Brasileña de Filosofía, Director de la Liga Espirita
do Brasil, etc. es un adepto capacitado de su misión social, un escritor al servicio de una ideología superior,
que se viene destacando entre los divulgadores en actividad por su dinamismo y labor en los
medios espiritistas. Cuando hablamos de Espiritismo, el lector debe entender que nos
referimos a la codificación científica, filosófica y moral de Allan Kardec ("El Libro de los Espíritus", 14a edición,
1866, Conclusión VII, Págs. 459 y 460) -la única con el privilegio de ostentar semejante título-que el Maestro
expone en una serie de obras notables, editadas en Francia, en el período comprendido entre 1857 y
1869, y no a ese conglomerado híbrido y de rituales confusos en que preponderan el fetichismo de los
salvajes y las aberraciones del mediumnismo desviado y, por decirlo en una palabra, ese carnaval
de Umbanda, difundido y practicado por ahí bajo el rótulo de esa luminosa codificación espiritualista.
Es con inmensa satisfacción, repetimos, que trazamos algunas frases iniciales en las
páginas de esta monografía realizada con el propósito esencial de orientar a las masas, páginas
merecedoras de nuestro aplauso porque, además de contener enseñanzas sustanciosas,
expresadas en una forma simple y clara, aunque circunscritas a los aspectos histórico y psicológico
del problema, no deja de ser la consecuencia de nuestra campaña profiláctica realizada en
"Vanguardia" (Escribimos sobre esta cuestión los siguientes artículos: Umbandismo no es
Espiritismo; El Espiritismo y sus deformaciones; En el Umbandismo, ni la forma es provechosa;
Confusos y confusiones; Reacción saludable, y, Rectificando) cuando -hace tiempo- hicimos notar las
desfiguraciones del Espiritismo y las ridiculeces realizadas en su nombre por acólitos de la mitología, de la
idolatría y de ritos africanos; páginas, en fin, de protesta de una mente clara, inaccesible a los caprichos de
la falsa tolerancia y de las transigencias inconfesables contra el imperdonable error de pretender
identificar al kardecismo –la escuela más perfecta y completa surgida en el seno del movimiento neo-
espiritualista-con las religiones primitivas del continente negro traídas a América, en tiempos de
esclavitud y aquí desfiguradas por infiltraciones de diversos sectores. Campaña
inspirada, por otra parte, en estos sabios consejos del eminente Codificador:
" . . . La doctrina no es ambigua en ninguna de sus partes; es clara, precisa, categórica
hasta en sus mínimas particularidades y solamente la ignorancia y la mala fe pueden
equivocarse acerca de lo que ella aprueba o condena. Es, entonces, deber de todo espirita sincero
repudiar y condenar francamente, en su nombre, toda suerte de abusos que pudieran
comprometerla, con el fin de que se la responsabilice de ellos, puesto que transigir con los abusos es
complicarse con los mismos y brindar armas a nuestros adversarios" ("Revue Spirite", 1865, pág. 191
"Nueva táctica de los adversarios del Espiritismo").
A causa de ello, algunos trasnochadores, simpáticos al umbandismo, aparecieron
con sus artículos acusándonos de intolerante y derrotista. De otra parte, viene muy a propósito y es de
indiscutible merecimiento esta publicación en el momento actual, toda vez que si bien es
natural y disculpable que las teorías de la ciencia espirita no sean del todo comprendidas
por los profanos, no ocurre lo mismo con los prosélitos juiciosos y los divulgadores en general, a
quienes compete conocerlas cabalmente y transmitirlas a la masa en toda su pureza, esto es, tal
como estos conocimientos se hallan contenidos en sus obras básicas. En tanto, ¿qué es lo que
nos depara, qué nos ofrece el momento actual? Personas ignorantes, carentes de condiciones
pontifican en los núcleos de estudios y de experimentación, fortaleciendo a los enemigos sistemáticos
de la doctrina con esas armas aludidas por el Maestro Kardec y lanzando el ridículo y el descrédito para
la filosofía destinada a ejercer preponderante influencia en el mejoramiento moral e intelectual
de la humanidad.

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En mérito a esta circunstancia es que los centros descendieron tan bajo en el concepto de
las autoridades de la capital de la República, al punto que su inscripción se efectuaba en la sección
de tóxicos y mixtificaciones de la Policía Central. Espiritas de verdad y de valer y
"macumbeiros" eran de hecho registrados en un mismo plano de ignominia y menosprecio.
Aumentó la desorientación y bien pronto se hicieron notar sus efectos palpables, tanto en los
medios humildes como en las altas esferas, al punto dado que una cierta calificada
institución tradicional, que se erigió en orientadora del movimiento en nuestra patria, en lugar de
prevenir al público contra el ataque de los explotadores y de vigilar por la intangibilidad del patrimonio
doctrinario, tuvo la debilidad de incluir, al lado de las entidades adheridas, una nómina complementaria
en la que, bajo el rubro de coligadas, incorporó a los cubiles umbandistas, disfrazados de
agremiaciones espiritas, con su contenido de locuras y absurdos y ello, al decir de los sectarios para
justificarse, objetivamente la posibilidad de convertir a tal gente hacia ideas más sensatas y hacerlas
abandonar los sistemas extravagantes que es común utilizar en la práctica de la caridad
medianímica, basados en viejas y ridículas supersticiones.

Con este procedimiento "sui-géneris" de emparejar divergencias o, por decirlo mejor, de


mezclar ajos con "bugalla" (en el original se presta para un juego de palabras: "alhos com bugalhos"; la
bugalla es la agalla del roble, que sirve para tinturas. (N. del T.), y con ello, los doctos no han logrado otra
cosa que infundir más vitalidad a los cuchitriles de los discípulos del Padre Juan, el apóstol de la magia
negra y oficializar, bajo ardides ingeniosos, los barracones, las cabañas y las tiendas fetichistas con
sus batallones de espíritus atrasadísimos, indígenas y africanos, que tantos y tan grandes estragos
han ocasionado al progreso de nuestros ideales en Río de Janeiro y otros lugares de Brasil.

Es preciso desconocer la lamentable crisis psicológica o de fascinación obsesiva en que se


debaten los "padres de santos" y sus fanáticos acólitos para considerar seriamente tan inadecuada
iniciativa; es, en verdad, una triste y dolorosa verdad. Pero, preguntarán los lectores curiosos, ¿no es
posible diferenciar al Espiritismo de esas sectas afro-católicas, de manera que resalte en forma simple y
al alcance de cualquier persona alfabeta sus diferencias y sus enormes incompatibilidades? A
nuestro modo de ver, es la cosa más fácil del mundo; basta consultar la doctrina kardecista, pues ella
bríndala noción exacta y les dirá que solamente eluden la confrontación y, más aún, alimentan
dudas al respecto, quienes no se toman el trabajo de estudiar la doctrina o aquellas otras que, de hecho
o por tendencias mórbidas o ancestrales, se quedan satisfechas o se gozan en permanecer en los
estratos oscuros del psiquismo bajo. Finalmente, el trabajo que los lectores van a saborear
seguidamente es de los que se recomiendan por sí solos, releva de los juicios encomiásticos y ha
de lograr, sin duda, abrir los ojos a los ciegos y alumbrará a las mentes adormecidas, sin pretensiones y
sin dogmatismos. Nos congratulamos con el autor por el gran servicio prestado a las letras espiritas con
su "Africanismo y Espiritismo" y formulamos votos para que este estudio analítico rinda los mejores
frutos, tal como postula la parábola evangélica de la semilla caída en tierra fecunda. Ojalá que
los extraviados por falsos profetas hallen el sendero del verdadero conocimiento espiritual, que los
errados se miren en este espejo y avalen las graves consecuencias de su actitud repulsiva y que los
corifeos, barnizados de cultura y de buena voluntad, también colaboren con Deolindo Amorim en su
elevado propósito de extirpar el yuyo y la gramilla que manos inhábiles colocaron en la simiente, manos
hábilmente dirigidas por los incansables adversarios invisibles de la doctrina impoluta y salvadora que
codificara Kardec.

LIPMANN TESCH DE OLIVER

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CAPITULO I

MEDIUMNISMO NO ES ESPIRITISMO

Se ha intentado, sin una razón justificativa, confundir al Espiritismo con viejas


prácticas afro-católicas enraizadas en Brasil desde el período colonial. Se argumenta, en
defensa de esta suposición, que en las prácticas africanas se verifican manifestaciones de
espíritus, cosa que, al entendimiento de muchas personas es ya suficiente para dar carácter de
espíritas a esas prácticas. El razonamiento es, poco más o menos, el siguiente: Donde hay
manifestaciones de espíritus existe Espiritismo; luego, las prácticas fetichistas son también
prácticas espiritas, puesto que en ellas se realiza evocación de espíritus.
He aquí una cuestión preliminar discutible; en primer lugar, lo que caracteriza
al acto espirita no es solamente el fenómeno y, en segundo término, el Espiritismo -
cuerpo de doctrina codificado por Allan Kardec- surgió a la faz de la tierra en el año 1857 y,
cuando sus obras llegaron a Brasil, ya existía el Africanismo, divulgado en manera preponderante
en Bahía. Puede verse, pues, que históricamente no es posible establecer ningún
término de comparación, toda vez que el Africanismo data de época remota, mientras
que la doctrina espírita es nacida del siglo pasado. Si, de hecho, el fenómeno fuese el único
elemento capaz de identificar a la práctica espirita, nos veríamos precisados a concluir que el
Espiritismo y el Catolicismo terminarían por ser, en el fondo, la misma cosa, puesto que
se registran fenómenos en el seno de las corporaciones católicas. En este caso no habría
distinción entre Catolicismo, Espiritismo, Africanismo, etc., toda vez que la mediumnidad es
común a cualquier individuo, pudiendo ser observada espontáneamente entre
católicos, espiritas, mahometanos, etc. No son pocos los sacerdotes, obispos y pastores con
mediumnidad positiva; como puede observarse, no es la mera obtención fenoménica una
razón suficiente para afincar el juicio que determine lo que realmente sea Espiritismo. Un
materialista, aun el más intransigente, está sujeto a ser médium, incluso que por sistema,
persista en negar la existencia del alma. Por lo tanto, debemos concluir en que el fenómeno,
por sí solo no justifica la opinión, que sustenta mucha gente, en el sentido de que existe un
lazo fundamental de afinidad entre Espiritismo y Africanismo.
Aun cuando en las religiones fetichistas, transplantadas a Brasil con el tráfico
africano, se utilicen médiums -médiums existen en todas partes y no solamente en los
ambientes espiritas- y realicen evocaciones de espíritus en sus barracones y ceremonias
con el propósito de practicar el bien o "hacer caridad" por decirlo en una expresión muy
popular en Brasil, no se hallan trazos comunes entre aquellas religiones y el Espiritismo.
De común tan solo tienen la manifestación, el trance medianímico y la
evocación, efectuados en forma absolutamente distinta a las de la práctica espirita.
Ahora bien: No siendo la manifestación de los espíritus un acto privativo del
Espiritismo, puesto que los espíritus se manifiestan en cualquier lugar habiendo médiums
para ello, claro está que en buena lógica no debe tenerla designación específica de práctica
espirita cualquier experiencia medianímica, realizada al azar, empíricamente, sin relación
con el Espiritismo, cuyas enseñanzas forman una doctrina filosófica de "consecuencias mo-
rales", como claramente expresa su codificador Allan Kardec. El mediumnismo forma
parte del Espiritismo pero se impone aclarar que mediumnismo no es Espiritismo; que existe
mediumnismo en los cultos africanos es una cosa que no se discute y que en tal base,
puede presentarse la tesis de que aun cuando estén apoyadas en la inmortalidad del

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alma y realicen mediumnismo, las prácticas del Africanismo, a pesar de espiritualistas,
no constituyen modalidades del Espiritismo.
Toda religión tiene sus formas características, su aspecto exterior, sus fórmulas
especiales y la facultad medianímica, que tanto se puede hallar en el Espiritismo como en
el Catolicismo o en el Africanismo, no es síntesis de ninguna religión y sí un elemento de labor
que se engloba, según los casos, a las solicitaciones de la religión o de la ciencia. El Africanismo
tiene ritual organizado, de acuerdo a sus seculares tradiciones, fundado en la creencia
de divinidades peculiares a su culto y, en lo que toca al Espiritismo, no adopta ni tiene ritual
de ninguna especie, no tiene forma de culto ni adora divinidades. Es una doctrina de base
científica, propensa al método experimental, de meditaciones filosóficas muy elevadas, toda vez
que trata del destino del alma humana, preparando al hombre para la práctica del Bien, única
senda que conduce a Dios. En las sesiones de "terreiro", de barracones, en los
exorcismos, como en todos los actos religiosos, groseros o no, siempre existe materia
para estudiar de manera notada en la parte en que la fe o la creencia popular puedan
abastecer elementos para indagaciones folklóricas, etnográficas, etc. Pero lo que
nunca puede confundirse en sesión espirita, esto es, sesión organizada bajo la orientación
de la doctrina espirita, con toda otra sesión de puro mediumnismo, sin otro objetivo a no ser la
curiosidad o la satisfacción de personas fascinadas por lo sobrenatural. Pretender que toda
sesión en que se registren fenómenos sea una sesión espirita, equivale a suponer que
el Espiritismo, doctrina vastísima, sobre la que aún no se ha dicho la "última palabra", sea
tan solo evocación de espíritus. Partiendo de este errado punto de vista es que mucha
gente sustenta el criterio de que el Africanismo, por el solo hecho de tener una parte
medianímica, es una forma de Espiritismo en estado grosero o inferior.
Son, como puede verse, esencialmente distintos, dos cosas harto distintas; antes de la
codificación de la doctrina espirita, o sea antes de 1857, año en que apareció en París la
primera obra espirita de Allan Kardec ("El Libro de los Espíritus") conteniendo la parte
filosófica del Espiritismo, ya se habían radicado en Brasil las creencias de origen africano. El
comercio de esclavos, esto es, el tráfico de tan triste memoria en los anales de nuestra
civilización, terminó justamente en la mitad del siglo pasado; pero la transmisión de la influencia
africana comenzó en los primeros años de la formación de Brasil. Afirma uno de nuestros más
afamados historiadores que "los primeros negros llegaron a Brasil entre 1530 y 1540; fueron
buscados en África, donde se los tomaban prisioneros o los compraban a los jefes de tribus,
los capitanes de barcos negreros, cuyo desgraciado comercio sólo terminó hacia 1850"
(Pedro Calmon, "Historia de Bahía", 1927, pág. 34). Aun cuando haya concluido oficialmente
en 1850, el tráfico de esclavos no concluyó en la práctica, a pesar de las complicaciones
políticas que sucedieron a partir de ese año; por otra parte, mucho antes, en 1826,
poco después de la Independencia, Brasil firmó un compromiso con Inglaterra, en el sentido
de concluir con el tráfico de negros. La ley del 7 de noviembre de 1831, estando el país bajo la
Regencia, visto que Pedro I abdicara el 7 de abril de ese año, se ratificó ese compromiso.
Dice Veiga Cabral: "Cabe a Inglaterra, que había sido la nación más explotadora del tráfico
africano, el más brillante papel en la campaña iniciada para la extinción de ese infame
comercio" ("Compendio de Historia de Brasil"]. De hecho, la cuestión del tráfico africano trajo
muchas dificultades a los gobiernos de Brasil y de Inglaterra; la cuestión llegó a tal
punto que el imperio británico decretó la llamada ley Aberdeen por la que todos los barcos
brasileños que fuesen hallados con esclavos serían apresados como piratas según la
ley inglesa; esta ley fue así llamada en alusión al ministro inglés Aberdeen. Estando en
el poder el partido conservador, el gobierno imperial dictó la ley del 4 de septiembre de 1850
aboliendo el tráfico, es decir, el transporte de esclavos para Brasil, estableciendo
rigurosos castigos a los contrabandistas; la ley de 1850 fue refrendada por el Ministro
de Justicia Eusebio de Queiroz. A pesar de todo, el tráfico negro, burlando las leyes, produjo

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preocupaciones al gobierno brasileño. El gobierno inglés patrulló los mares para que ningún
navío trajese esclavos a Brasil y tal situación llegó a constituir una amenaza en las relaciones
de ambos países. Antes de la ley de 1888, ya el gobierno imperial expresaba ante el
parlamento, por intermedio del Consejero Dantas, Presidente del gabinete ministerial, 6 de
junio de 1884, que la cuestión de la esclavitud en Brasil se hallaba de esta forma: Ni
retroceder, ni parar ni precipitarse (Manifestaciones de Tavares de Lyray Max Fleiuss "Historia
de la Administración de Brasil"). Finalmente, la ley de libertad de vientres (1871) y la de los
sexagenarios (1885) allanaron el camino para la extinción total de la esclavitud, el 13 de mayo
de 1888, eliminando de la organización social brasileña esta vergonzosa mancha.
Mucho debe Brasil al brazo africano, cuyo sudor, con sacrificio y dedicación, regó los
cimientos de la prosperidad económica del país; el africano aportó a Brasil los elementos de
su cultura, ya muy vieja por ese entonces. Luego vino la mezcla cultural, actualmente más aclarada
por las investigaciones de la Sociología. Con el tiempo, en tanto, el culto africano comenzó a
desfigurarse, perdiendo modalidades oriundas a consecuencia de la gradual e inevitable
influencia del Catolicismo. Se fundieron, pues, tres tipos distintos en la formación de Brasil:
Europeo, africano y aborigen; entre los hijos de la tierra, los aborígenes, no existía
uniformidad de usos ni costumbres, cosa que no deja de reflejarse en la forma del culto.
Despreciar la influencia de tales elementos en el acervo cultural del pueblo brasileño es
desconocer una realidad histórica. Ninguno tentaría -ni incluso ahora- bajo pretexto político ni
científico o religioso, defender pretensiones de pureza racial en Brasil, visto que nuestro pueblo es, al
igual que tantos otros del viejo y del nuevo mundo, un producto heterogéneo. Oliveira
Viana, en "Raza y asimilación" refuta críticas que le fueron hechas por haber defendido un
punto de vista especial sobre este particular; citamos a Oliveira Viana por tratarse de un estudioso de
la Antropología y de la Sociología cuanto por la circunstancia de ser un autor muy discutido en
materia racial. Sobre este punto, no podemos dejar de consignar la observación de Euclides
da Cunha cuando expresa: "Admitidas las influencias que interpenetran en grados
variables tres elementos étnicos, el origen de las razas mestizas en Brasil es un problema que
por mucho tiempo desafiará el esfuerzo de los mejores espíritus. Está sólo delineado" ("Los sertóes";
los sertones son lugares alejados, de tierra adentro. N. del T.). El fenómeno etnológico del
mestizaje no podía dejar de tener repercusión psíquica y tanto es así que la vida religiosa de
Brasil, por más que se insista en expresar que el pueblo brasileño es esencialmente
católico, en verdad no tiende para una unidad sino para el sincretismo, para la variedad.
Las diferencias psicológicas y lingüísticas observadas entre las principales
nucleaciones y divisiones de los aborígenes, tupy, tapuya nu-aruak deben entrar en el bagaje
cultural de los primitivos habitantes del país. El elemento indígena era inmortalista;
tenía, entonces, sus dioses, admitiendo una especie de politeísmo grosero, al grado
tal que confiaba a la entidad sagrada los diversos menesteres de su actividad cotidiana:
caza, pesca, etc. El general Couto de Magalháes que es, sin duda, uno de los más
legítimos pioneros de la humanitaria obra de protección a los indios en Brasil, anotó
algunas curiosas divinidades observadas en los cultos indígenas: Guaracy, sol;
Cahapora, deidad que protege la caza; Uanyra, protector para los peces, etc. (C. de
Magalháes: "O selvagem"; lo desierto o inculto. N. del T). La palabra Cahapora, de la que
también se ocupa José de Alencar en "Iracema" (caapora) se popularizó en los sertones
de Bahía como caipora, que significa, según la creencia de los cazadores, espíritu del
matorral, que abate a los perros, esconde la caza, etc.; los cazadores acostumbran dejar
humareda a la vera del camino, para la caipora, cuya forma es por ellos descrita con
apariencia femenina.
El politeísmo del indio brasileño no es en manera alguna una aberración cultural de
origen americano toda vez que se halla variedad de dioses en pueblos muy primitivos; el
politeísmo griego, como muchos otros tipos de politeísmo, evolucionaron

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naturalmente para el monoteísmo y el advenimiento del Cristianismo expandió por
todas partes la noción de un Dios único.
El indio brasileño tenía, en el fondo, la creencia en la inmortalidad, en la
supervivencia del alma, pero su tendencia religiosa no podía escapar, claro está, a la
superstición de los dioses, de los espíritus protectores de la caza y de la pesca, bases de su
vida social y económica. Pero es necesario destacar el hecho de que el indio era destituido
de idea religiosa; sobre este punto -observa Couto de Magalháes- “era menester acreditar que
no tenían idea Dios". El indio fue muy calumniado y agrega Magalháes: "Para poder matar a
los indios como se mata a una fiera peligrosa, para poder tomarles impunemente sus mujeres,
robarles sus hijos, criarlos para la esclavitud y no tener con ellos ninguna ley de moral y ni
reconocerles derecho alguno, era necesario acreditar que no tenían idea de Dios ni
sentimientos morales o de familia. La historia hará, algún día, plena justicia a estas
aseveraciones". Y agrega: "De otra parte, los padres jesuitas antiguos que no por ser
grandes hombres dejaban de ser, precisamente, hombres, participaban en gran parte de
los defectos de sus contemporáneos; en aquellos tiempos, la creencia en el espíritu
maligno era tan grande, que Satanás representaba en la vida humana un papel casi tan
importante como el del propio Dios" (Couto de Magalháes, obra citada). El africano, a su
vez, no trajo unidad cultural; los dos grupos que, al estar a lo manifestado por el profesor Artur
Ramos, preponderaban en influencia sobre el elemento negro eran los sudaneses y los bantus y
ellos, a su vez, cuando su llegada a Brasil, poseían notables diferencias. Los aportes
oriundos de sudaneses y bantus fueron examinados en rigurosos estudios y, con especial
desvelo fueron tratados, además de los naturalistas Spixy Martius -citados por el doctor profesor
Artur Ramos- por el historiador bahiano Braz do Amaral en "Hechos de la vida de Brasil". En
Brasil, por lo tanto, y usando una expresión moderna, "el caldo de cultura" es muy variado;
en él convergieron diversas contribuciones, determinando la imposibilidad de mantener su
manera original de cualquiera de las religiones Implantadas en el país. Afirma a este
respecto el profesor Artur Ramos, considerado en la actualidad como una de las mayores
autoridades en la materia, que no existe religión en estado puro ("El negro trasueño", edición de
1934). La bibliografía de este reconocido etnólogo ha venido Creciendo mucho en estos
últimos años.
En Brasil el Africanismo perdió hace mucho tiempo sus primitivos trazos; se ha
formado en el país una cultura de fusión y de ahí el sincretismo religioso: Un poco de
Catolicismo, un poco de Africanismo y un poco de Espiritismo deteriorado por el misticismo
popular. La propensión religiosa del pueblo ha concurrido en mucho para la amalgama de las
prácticas espiritas con el ritualismo afro-católico; en los candomblés : Bahía, como en las
macumbas de Río, por ejemplo, no hay más Africanismo puro y, sí hay, en cambio, una
mezcolanza de elementos tomados al Catolicismo y al Espiritismo. Pero es
absolutamente necesario subrayar que el Espiritismo, nombre privativo de la escuela
de Allan Kardec, halló en Brasil un ambiente propicio al sincretismo, porque ya existían en el
país, mucho antes del siglo pasado, los factores de fusión cultural a que nos hemos
referido. El hecho de que el culto afro-católico haya tentado absorber al Espiritismo no
significa, ni con mucho, que haya relación entre la práctica espirita y las ceremonias peculiares a
las religiones fetichistas, muy diluidas al presente, en los fundamentos de su organización
original. En "Hábitos africanos en el Brasil", libro muy interesante, sobre todo por su
carácter instructivo, dice Manuel Querino que "lo africano es espíritu de naturaleza y, como
tal, provoca invocaciones". El profesor Artur Ramos, que hizo el prefacio y acotó el trabajo
de Manuel Querino, corrige este punto esclareciendo que "es una afirmación que no
puede ser generalizada. Las prácticas espiritas negro-brasileñas fueron resultantes de un
sincretismo secundario". El africano, como el indio, era inmortalista, aceptaba la supervivencia
del alma y aún hoy estamos viendo, a través de diversas formas de culto afro-católico, la

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tradición africana afirmando tal creencia. No existe, pues, lo que el eminente profesor Artur
Ramos denomina "prácticas espiritas" en el sincretismo afro-católico o afro-brasileño, por
la razón de que la práctica espirita no tiene características que puedan, tan siquiera, dar
idea de semejanza con los rituales de origen africano. Podemos decir, por otra parte, que la
idea religiosa es innata en el africano; pero bien es cierto que su idea religiosa se exterioriza
bajo forma de cultos bien variados. Hasta aquí, lo que fue estudiado en este terreno se
refiere al "animismo fetichista", al mediumnismo propiamente dicho; en las macumbas,
en los terreiros (en los barracones, chozas), en las ceremonias de Oxalá, de Ogun, etc.,
se constata simplemente lo anímico, el fenómeno psíquico, etc. sin que las pesquisas
induzcan a aseverar que las prácticas africanas, de donde deriva el rumbo de "Umbanda", sean
por ello Espiritismo grosero o bajo. Espiritismo es Espiritismo, tal como Africanismo
es Africanismo: Son asuntos bien distintos. El animismo es un capítulo del Espiritismo y, por el
mero hecho de habérselo verificado existente en los fenómenos de animismo en los
terreiros, no se infiere de ello que Africanismo sea Espiritismo. Futuramente, a través de las
investigaciones sociológicas y folklóricas, ya muy adelantadas en Brasil, por sí sola caerá esta
duda, quedando cada asunto en su lugar: El Africanismo será estudiado a la luz de sus propios
elementos de cultura, en la actualidad muy mezclados, y el Espiritismo será estudiado
como ciencia, en mérito a sus propios principios, en la ruta filosófica en que se sitúa a su
doctrina. En Brasil los estudios de africanología son relativamente nuevos; gracias a los
elogiables esfuerzos del Profesor Artur Ramos, que no ha hecho solamente trabajo de
compilación sino que, por lo contrario, ha procurado tomar contacto con las fuentes generales, ya se
conoce bastante en materia de cultura africana; antes de él, poco había de profundo en este
sentido. El ilustre científico, a quien Brasil ya debe tan señalados servicios, además de
una prudente y noble campaña contra el absurdo preconcepto de la inferioridad del elemento
negro, estudió el fenómeno psíquico, o mediumnismo, o trance medianímico, aspectos
comunes al Espiritismo y al Africanismo. Pero la doctrina espirita va más allá de esos puntos de
orientación. El Espiritismo comporta un estudio aparte. El campo aún se halla poco explorado.
Quien inició pesquisas científicas en el terreno de las religiones africanas en Brasil ha sido Niño
Rodrigues, cuyo nombre es una gloria de la que Brasil justamente se ufana. Comenzó, el recordado
maestro, en Bahía, en la que dictaba la cátedra de Medicina legal. Natural de Maranháo, pero
educado en Bahía, Niño Rodrigues halló elementos valiosos para sus notables; trabajos: su
infatigable continuador, Artur litamos, aportó nuevas contribuciones. Vamos en busca del
esclarecimiento de un punto importante: Africanismo no es Espiritismo.

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CAPITULO II
EL ESPIRITISMO NO ES FETICHISMO

Nuestro objetivo, bien claro por cierto, es solamente hacer la distinción existente entre
Espiritismo y Africanismo, sin otra Intención que no sea la de separar y esclarecer, a la
luz de los propios elementos estudio, dos campos bien definidos de investigaciones. El
Africanismo, con todas sus sectas y cultos, debe ser estudiado por sí solo y lo propio
acontece con el Espiritismo, puesto que no existe, entre uno y otro, ninguna afinidad de
cultura ni de relación histórica. Las prácticas afro-católicas, como se ha visto en el capítulo
anterior, datan de época muy remota y son de origen heterogéneo, mientras que la escuela de
Allan Kardec es de origen europeo y obedece a una inteligente unidad de principios. No existe,
por lo tanto, semejanza alguna con las prácticas del culto africano, en cuya mezcla aportaron
diversos elementos, siendo de notar el aporte musulmán, formándose de este modo una
expresión religiosa muy compleja. Después de 1850, cuando se extinguió, felizmente, el tráfico
africano, la esclavitud prosiguió, infelizmente, en Brasil hasta 1883. Claro está que con la
extinción de la esclavitud, el elemento africano comenzó a adaptarse, con relativa facilidad, a
los hábitos de la tierra brasileña, a nuestras inclinaciones culturales por la sola gravitación de
convivir con la civilización blanca. Incorporándose a la sociedad como un elemento libre, el
africano y no obstante su condición de tal, no diluyó sus heredades religiosas, ligadas a él por
siglos en su psiquis. Aun cuando fueran diluidas, mezcladas con el catolicismo, no
perdió las prácticas religiosas de origen africano en sus líneas generales incluso se hallaren
éstas desde mucho tiempo sensiblemente alteradas en su origen en mérito a las influencias que
se hicieron sentir. Estas consideraciones, a guisa de introducción, muy generales por otra
parte, pretenden simplemente resumir la argumentación esgrimida hasta aquí; hagamos ligera
confrontación: El culto afro-católico tiene ritual, y ritual muy variado; adora símbolos e
imágenes, venera divinidades. El Espiritismo no tiene ritual ni imágenes, ni tampoco rinde
culto a divinidades, visto que sus prácticas son simples, absolutamente simples, teniendo la
exclusiva preocupación de mejorar las condiciones espirituales de la criatura ^ humana y
fortalecer en el espíritu de sus I adeptos la creencia fundamental en Dios, basada en principios
morales y filosóficos. No se discute, aquí, que el objetivo del culto católico -con todos sus
elementos religiosos y culturales- sea o no para bien, pero insistimos en que el Espiritismo no se
identifica ni se confunde con el Africanismo.

La práctica de éste obedece, indudablemente, a prescripciones


ritualistas, mientras que la práctica espirita prescinde y, más aún, rechaza, cualquier fórmula
sacramental, cualquier objeto de culto. El criterio de la doctrina espirita acerca de símbolos o
fórmulas se halla bien definidas por el propio Codificador del Espiritismo: "Muchas
personas, ciertamente, preferirían otra receta más fácil para rechazar los malos espíritus; por
ejemplo, algunas palabras para pronunciar, algunos signos para hacer, lo que sería más simple que
corregirse de los propios defectos. Lo lamentamos mucho, pero no conocemos ninguna manera
más eficiente de vencer a un enemigo que no sea hacerse más fuerte que él. (...). Debemos
persuadirnos, pues, que para lograr aquel resultado, no existen palabras sacramentales, ni
fórmulas, ni talismanes, ni señales materiales de ninguna especie". (...) ("Obras Póstumas",
-Manifestaciones de los Espíritus-Vil, n9. 58, pf. 5S.). Y luego, añade: "En resumen; La oración
fervorosa y los esfuerzos serios que la criatura realice para mejorarse constituyen los únicos medios
para repeler a los malos espíritus...." (numero 58, pf. 8O). Reforcemos estas citas con otra
nueva de Kardec: "La magia, con ayuda de sus signos, fórmulas y oraciones cabalísticas, tenía
la reputación de facilitar pretendidos secretos para obrar prodigios, de obligar a los espíritus a poner

11
se a las órdenes de los hombres y satisfacer sus deseos. Hoy se sabe que los espíritus no son
más que las almas de los hombres; no se les llama sino para recibir consejos de los buenos,
moralizar a los imperfectos y para continuar las relaciones con los seres que nos son queridos".
("El Cielo y el Infierno", 1*. Parte, cap. X, n9. 9). Además, en el mismo capítulo, ns 11, también
afirma el Maestro que ".... los principios del Espiritismo no tienen ninguna relación con los de la
magia".

El Espiritismo, como se sabe, rechaza absolutamente el uso de exorcismos, talismanes


o "palabras sacramentales", [Mientras que en los "terreiros" (barracones) fetichistas hacen de
esas prácticas, precisamente, el fundamento de sus ceremonias. Es de observarse,
entonces, la diferencia no se verifica sólo en lo que i al aspecto histórico, ya referido, sino también en
lo concerniente a la forma, pues no hay ninguna concordancia entre las prácticas de
mediumnismo realizadas en los barracones o tiendas umbandistas y la verdadera práctica
espirita. Ahora mismo se acaba de publicar en Río de Janeiro un libro intitulado "Trabajos de
Umbanda o Magia Práctica" cuy o autor, Lorenzo Braga, adepto al culto umbandista, es autor
también de otros trabajos de la misma naturaleza; en ese libro, por ejemplo, existen elementos
más que suficientes para demostrar la tesis de que "Umbandismo no es Espiritismo".
Veamos un poco: en el capítulo que trata de la organización de los barracones, los terreiros, dice
así el libro de Lorenzo Braga: "El terreiro debe quedar separado de la asistencia por un panel
divisorio, teniendo entrada o abertura de un metro y medio para entrada y salida de socios".
Verifiquemos, en este trozo, como es categórica la ausencia de toda semejanza entre Espiritismo y
Umbandismo: "El altar debe tener la imagen del protector o padrecito (padroeiro) en tamaño
mayor con respecto a las otras imágenes, para que se destaque bien o, sino, únicamente, la
estampa del protector. Los médiums y sus ayudantes deben trabajar de blanco y calzados con
zapatos de tenis o descalzos. Al lado izquierdo del pecho de la camisa o guardapolvo, deberá ser
bordado en azul, verde o violeta, el "punto" (la mira) simbólico del protector y, del lado derecho, el
nombre de bautismo del médium o coadyutor". En las sesiones espiritas, orientadas según
las reglas establecidas: por la codificación kardecista, no existen altares ni se realizan bajo
encantamiento espectacular; confrontemos, entonces, la Simplicidad de una sesión espiritista con
el ritual de una sesión de Umbanda según los propios adeptos de este culto. He aquí un ejemplo,
en el capítulo que trata de "apertura y cierre de sesiones", de la obra ya citada, dice así: "En un
rincón de la entrada principal de la casa debe hacerse la trinchera" (puente de seguridad de
los ajos) de la siguiente forma: Trazar con elemento blanco un punto de Ogum, ido con Exú y
Ganga y, por detrás de: punto, marcar un signo de Salomón y; él colocar un vaso de agua salada
con I gruesa. Enseguida, elogiar (cantar) los puntos de Ogum, Exúy de Oxalá, saludando con
sahumerio, pidiendo que protejan los trabajos contra toda carga fluídica que pudiera ser
proyectada por alguien interesado, o contra la falange de espíritus perturbadores, y esta
tarea no debe ser realizada por una persona sino por dos o más" (Sic.)

Frente a toda esta complicada mezcla de elementos afro-católicos, sin ninguna


relación con el Espiritismo, no existe ninguna razón para confundir la práctica espirita
con cualquiera de las prácticas de Umbanda, que es una de las variantes del Africanismo y,
por añadidura, la mas popular en Río de Janeiro. Anotemos de la obra indicada algunos
símbolos del culto umbandista: Dos sables cruzados, con sus empuñaduras a derecha e
izquierda, arriba, cruzados por una flecha en su intersección, con lanza hacia abajo y cola
terminal arriba. Otro es la conocida estrella triangular judía, con un vaso en su sitio medio, de base
en el centro y bordes tangenciales al extremo superior de la estrella, emplazado todo
arriba de una tijera abierta, con sus ojales para el pulgar del lado de arriba y en el sector
inferior de la abertura de sus bordes cortantes, se halla la clásica calavera y tibias humanas
(el clásico símbolo de los filibusteros) y bordeando el todo, como un marco, a la derecha y a
la izquierda primordialmente, cuatro y cuatro puntos negros, bien netos. Son los llamados

12
"puntos del terreiro", focalizaciones de atracción y convergencia de miras. ¿Qué relación tiene
todo esto con el Espiritismo? Ninguna, absolutamente. Esa fusión a que antes nos referimos,
en el umbandismo, no es solamente religiosa, sino también Lingüística; la
nomenclatura del culto umbandista ofrece variedad de origen y que testimonia, una vez más,
la acentuada mezcla de prácticas afro-católicas. El lento africano, que ya venía a Brasil
dividido en sus grupos étnicos, transplantó para este país tanto la influencia cultural como el
contingente de su contribución lingüística. El cruzamiento por ende, completo: Religión,
cultura e idioma: en el portugués hablado de Brasil, principalmente en materia culinaria, ya se
hallan incluidos numerosos vocablos de origen africano. Tenemos, así, tutu, quitute (éste
de origen "Yoruba", de Guinea posiblemente), quibebe, mungunzá o mucuunzá,
como se estila en Bahía, etc. Muchos hibridismos se formaron con elementos africanos.
La lengua portuguesa recibió, justamente por la influencia del cruce con lo africano, una
serie numerosa de términos y raíces, muchos de ellos alterados en el uso popular. Esta
es la causa por la que en el léxico umbandista tenemos un verdadero amasijo de nombres
tomados de distintos orígenes: las especies Yoruba y sudanesa abastecieron a la lengua
portuguesa de muchos nombres para los "genios", las "divinidades", para los objetos de
culto, etc., criteriosamente anotados por el profesor Jacques Raimundo, tales como
Babalao, Exú, Xango, Ogungun, Ojá, Olorum, lemanjá y otros (J. Raimundo: "El elemento
Afro-negro en el idioma portugués ". Incluso en las relaciones lingüísticas se reconoce la
filiación del Umbandismo, como así de todas las formas de fetichismo existentes en Brasil,
con las fuentes del Africanismo, enormemente ramificado y, desde largos años,
entroncado con el Catolicismo.

Es verdad que no solamente del trafico africano nos viene la infiltración idiomática;
grande, como es notorio, es la influencia del tupí en la lengua portuguesa, cuyo
vocabulario pueda ya alinear numerosos términos oriundos del idioma nativo. Ese
fenómeno lingüístico nada tiene de extraño, toda vez que el mestizaje siempre trajo
consecuencias en la formación y enriquecimiento de los idiomas. El elemento árabe,
cuya irradiación en el mundo antiguo se extendió considerablemente, aportó un gran
contingente de términos y de raíces, tanto al español como al portugués. El claro ejemplo
del idioma francés, lengua de significativa trascendencia internacional, es bien
característico: Los elementos celta, latino y germánico tuvieron preponderancia su
estructuración; las emigraciones también han sido y continúan siendo ponderables
vehículos de infiltración y aporte lingüístico. El africano, a través de ramificaciones bien
diferenciadas idiomáticamente, transmitió a la lengua portuguesa una valiosa
contribución; la terminología religiosa del africanismo se ció con términos propios del
culto católico. El Africanismo procura acercarse más al Catolicismo que al Espiritismo, lo que
constituye una razón, y muy fuerte, para no confundir Umbandismo y Espiritismo,
ni ninguna otra práctica de origen fetichista. Tenemos, por ejemplo, en las prácticas de la
línea Umbanda, muchos vocablos peculiares al Catolicismo, tales como patrono, bautismo,
altar; verificase, por lo tanto, comenzando por la preferencia de los términos inherentes a los
actos de la liturgia católica, que el culto fetichista se inclina francamente para el Catolicismo y
no para el Espiritismo. Tal equivalencia fue notada hace ya mucho tiempo por el insigne
antropólogo Nino Rodrigues, cuando observó una de las más conocidas tradiciones
católicas en Bahía: El lavado de la Iglesia de Bonfim. Escribe Niño Rodrigues, "El lavado de la
Iglesia de Bonfim es, como demostré, una práctica religiosa yoruba o nagó, mas el verdadero
culto vivo, pues para los africanos negros, criollos y mestizos de aquella secta, el Señor de
Bonfim es el propio Obatalá".

Los cultos africanos se confunden cada vez más con las ceremonias del Catolicismo; en los
"terreiros" existe mucha cosa de Iglesia Católica. El Africanismo se fundió, se amalgamó con

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el Catolicismo, naturalmente por la semejanza, por la similitud de los respectivos cultos. El
hecho de que haya personas propensas a transformar tales prácticas, procurando
adaptarlas al Espiritismo no justifica, ni mucho menos, toda confusión a este respecto;
existe, simplemente, la manifestación de espíritus en el Africanismo, como en el Espiritismo,
en el Catolicismo, etc., pero el Espiritismo no tiene puntos de L concomitancias con
ninguna de las ramificaciones del Africanismo. Los nombres privativos del culto fetichista,
hoy bastante modificado, muestran por sí nos que no existen trazos de unión 5 las
prácticas espiritas y las ceremonias opias de aquel culto. En la línea de "banda que es, como ya
hemos expresado, las divulgada y especialmente en Río de Janeiro, e incluso sin las
características originales toda vez que se ha modificado en parte por influjo del Catolicismo, el
templo es terreiro, el médium es caballo y el marafo, bebida que en Bahía se llama caxaxa forma
parte de las ceremonias y así por el estilo. Existen diferencias regionales, tanto en el culto como
en la misma nomenclatura. Llámase candomblé en Bahía, al paso que en Río de Janeiro, las
ceremonias fetichistas, con tambores, llamados cantados, líneas cruzadas en el suelo, etc.,
se denominan macumbas. No se niega que en tales ceremonias exista sentimiento de
caridad, pero lo que debe tenerse en cuenta es que no existe en ellas ninguna ligazón
entre Africanismo y Espiritismo. Hace poco, precisamente, hemos tenido un ejemplo
típico que destaca esta posición; habiendo ocurrido, en la capital bahiana, la
desencarnación de un viejo "padre santo", muy popular por cierto, se realizó la
singularísima ceremonia llamada de "cambio de cabezas", con motivo del
entierro; ¿de dónde viene tan curiosa ceremonia sino del Africanismo? ¿Tiene, acaso,
el Espiritismo alguna ceremonia especial para enterrar a sus difuntos? No, de donde se
infiere que no hay paralelo entre los actos espiritas, todos ellos naturales, simples y
espontáneos, con los actos religiosos del Africanismo. El diario "La Tarde", de Salvador,
Bahía, dando cuenta del entierro del "padre santo" (pai de santo), Manuel Bernardino da Paixáo,
en su edición del 18 de Abril de 1947, describe así la ceremonia cumplida:

"El féretro, armado en la sala del frente, reposaba sobre una tarima. El cuerpo yaciente,
todo cubierto de flores, emergiendo tan solo el rostro regular, oscuro, amarillento por la
muerte. Enormes cirios bordeaban la caja mortuoria, cerca de la que se hallaba agua bendita,
con la que los visitantes salpicaban al cadáver. Hacia el interior, varias decenas de personas
se apeñuscaban y todos los espejos de la casa se hallaban cubiertos con paño blanco.
Cuando un "pai de santo" parte para el otro mundo deja a su reemplazante legal o discípulo más
capaz y más querido. Después de la muerte y antes de dar sepultura al "maestro", el
sucesor se somete a la ceremonia conocida por "cambio de cabezas"; a
consecuencia de este acto, el nuevo Bacalao queda revestido con todas las
prerrogativas del primero. Justamente para ser efectuada esa ceremonia, se tuvo que
atrasar el entierro de Bernardino; su sustituto, "Paizinho" (Padrecito) más conocido por
Bandanguami, reside en Río; ahora, y por exigencias del culto, debe transferirse a
Bahía, asumiendo las funciones de Bernardino. Avisado por telégrafo, el "Padrecito"
prometió llegar a tiempo para someterse a la ceremonia del "cambio de cabezas". Por ello, una
delegación de "hijos" se trasladó hasta Ipitanga, esperando la llegada de su "nuevo
padre" y conducirlo directamente hasta el cementerio de Quintas, para realizar allí la
ceremonia solemne de transmisión. También se esperaba la llegada de Cilial, de Villa
América, en el camino de Río Vermelho de Baixo; Cilial estaba en la zona sudoeste cuando
recibió la noticia y se apresuró a llegar a tiempo para el enterramiento de Bernardino y esta
es la razón por la que la inhumación del j efe de Oxalá quedó retrasada hasta casi las once
horas".

El féretro -agrega el diario más adelante- "sería depositado y trasladado manos y el


trayecto hecho en forma de zig-zag, al son de himnos propios". Todo nuestra, tal como

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queda descrito el entierro, que el Africanismo tiene culto opio; en los terreiros, lo que se
verifica, no ahora sino desde hace mucho tiempo, es una combinación, una mezcla de
prácticas fetichistas y católicas. La credulidad popular, en tanto, pretende introducir
Africanismo en el Espiritismo y tanto es así que es dable observar, en determinados
centros espiritas alguna inclinación bien visible hacia el ritual de Umbanda. Trátase, ello es
evidente, de herencia cultural favorecida por el sincretismo religioso; la propia divulgación
del Espiritismo por procesos inteligentes, contribuye a destruir, por evolución y por superación,
los remanentes de la influencia afro-católica.

El Espiritismo halló, en Brasil, la preponderancia del Africanismo y del


Catolicismo, con un factor absolutamente favorable: El bajo nivel intelectual de las masas,
educadas en la superstición y bajo el influjo de la Religión Católica, que le imprimió el apego a
los ídolos, símbolos, etc. Difícil le ha resultado al Espiritismo actuar contra la propensión de
gran parte de sus simpatizantes hacia el culto fetichista; de ahí que mucha gente,
desconociendo el asunto que nos ocupa, que no sabe lo qué es el Espiritismo, dicen que ambos,
Espiritismo y Africanismo son sinónimos y es un craso error que reclama ser desmenuzado:
Umbandismo, o cualquier otra forma de Africanismo, no constituye en modo alguno una
modalidad de Espiritismo. De otra parte, no sólo fue en Brasil que se dio esta mezcla engañosa,
fruto indudable de encuentro de religiones; esto mismo ocurrió, y en gran escala, en varios otros
países, suscitando estudios considerables como, entre otros, los que fueron cumplidos por el
notable folklorista americano Fernando Ortiz, de Cuba. La fusión de elementos absolutamente
sin unión histórica o social, a veces unidos por factores políticos o simplemente económicos,
produjo un mestizaje muy acentuado, haciendo difícil -después de cierto tiempo- toda
investigación para determinar cuál es la mayor dosis cultural i la estructura de algunos pueblos.
Sobre punto, un ejemplo típico es el de las Filipinas, cuya formación es muy compleja; moros,
malayos y españoles se encontraron allí, formando un laberinto que los Padres Murilo
Valarde y Juan Ferrando estudiaron pacientemente. Entre los negritos filipinos, los estudiosos
notaron el uso de tatuajes, tal como acontece entre los indios paraguayos en la época de
catequesis. La infiltración cultural, ya mezclada, se hizo sentir igualmente en Cuba y
en Haití; en Brasil, en tanto, la unión del Catolicismo con las prácticas fetichistas no tuvo
por característica principal y exclusiva el tatuaje con que se han caracterizado distintas
divisiones étnicas en América Central. Se practicó más el exorcismo, en Brasil, para
expulsar "demonios" o malos espíritus. La práctica exorcista era ya conocida de los
jesuitas también en las Misiones del Plata; los indios guaicurús, del Paraguay, catequizados por
los misionarios jesuitas, usaban tatuajes según testimonia el Padre Carlos Techuer S.J.
"Se pintan el cuerpo y usan tatuajes, tanto los hombres como las mujeres, si bien las
esposas de los tuxavas la limitaban a los brazos, dejando el sector de la cara a las subalternas
esclavas" ("Vida y obras del Padre Roque González", publicación del Instituto Histórico y
Geográfico de Río Grande do Sul, 1926). Ahora bien: En el culto umbandista también se
encuentra el exorcismo, que es -sin duda- herencia de las primitivas prácticas de catequesis,
como así también puede observarse en ciertos "pai de santo" señales de tatuajes en los
brazos.

Es palpable, por lo tanto, que las religiones de origen africano se adhirieron, tanto en
Brasil como en otros países de América, a las prácticas del Catolicismo y del culto aborigen
mucho antes de conocerse la palabra Espiritismo.

La expansión de la doctrina espirita, a partir del siglo pasado, esto es, de 1857, halló
el cruzamiento, el consorcio cultural ya formado. No obstante la existencia cada vez más
generalizada del sincretismo (Africanismo, Catolicismo y Mediumnismo), no se puede negar el
contingente cultural del elemento africano, cuya psicología aún está reclamando los estudios

15
especiales que se necesitan; la cultura de origen africano es un vasto campo de estudios,
como expresa el profesor Artur Ramos: "Al ', Investigar las influencias que el negro africano
ejerció en el Nuevo Mundo, hemos de considerar a los tipos negros, no en sus características
biológicas (ello importa poco desde nuestro punto de vista) mas sí como representantes de
culturas que fueron transportadas de sus zonas hacia otras comarcas y otras culturas con
quienes se pusieron en contacto" (A. Ramos: "Las culturas negras en el Nuevo Mundo", 1937).

Vamos a admitir que se encare el asunto bajo el punto de vista científico, con exclusión de
la parte religiosa; aun así se hace evidente que ninguna semejanza existe en Africanismo y
Espiritismo, no importa que se registren, tanto en las sesiones espiritas como en los terreiros afro-
católicos, indiscutibles fenómenos anímicos y extraterrenos, comunes a todo trabajo de
naturaleza psíquico-experimental. Cuando se realizó, por iniciativa del sociólogo Gilberto Freiré, en
1934, el Primer Congreso Afro-Brasileño, ninguna otra preocupación presidió aquel importante
cónclave sino la de examinar cuidadosamente la influencia africana en Brasil bajo todos los
aspectos. Pero no se realizó un estudio especial para separar lo qué es exclusivamente fetichismo,
con los elementos afro-católicos que le son peculiares y lo que, de hecho, es Espiritismo.

Para muchos estudiosos, folkloristas, sociólogos, etnólogos, todo ese conjunto de prácticas
primitivas, injertadas de diversos elementos foráneos pertenece al Espiritismo, simplemente
por haber, en tales prácticas, hechos que se encuadran en el estudio del mediumnismo y del
animismo. Se le da, por lo tanto, al Espiritismo y de manera muy impropia, una designación
general y en realidad, sólo se debe considerar Espiritismo aquello que corresponde a los principios de
su doctrina.

Entre los propios umbandistas existen quienes reconocen el origen remotísimo de la religión
umbanda, cuya orientación fundamental, como ya queda dicho antes de ahora, se halla muy
desfigurada. Mas, como hecho histórico, el culto de Umbanda deriva I tronco fetichista del África, de
donde se expandió. Léase, a propósito, en el texto de de las tesis presentadas al Primer
Congreso Brasileño de Espiritismo de Umbanda, reunido en Río de Janeiro, en 1941, lo
siguiente: “No obstante las diferencias, en ocasiones profundas en la concepción que de
Umbanda tienen sus amoldados y adeptos, todos están de acuerdo en cuanto a sus
orígenes africanos" (Anales del Primer Congreso Brasileño de Espiritismo de Umbanda, Río de
Janeiro, 1942). La palabra "Espiritismo" está empleada sin cabida lógica en el título del
trabajo. "Umbanda" es rama del Africanismo, como ya se halla demostrado en mérito
a las más autorizadas opiniones; con la atomización del Africanismo puro, sus prácticas
comenzaron a presentar, como todavía presentan, formas mixtas de catolicismo
primitivo, verificándose manifestaciones anticuadas, en determinados casos, lo que
evidencia la fusión de que se han ocupado la mayoría de los autores. La transformación del
elemento negro es reconocida, asimismo, por uno de los más grandes estudiosos de
las cuestiones brasileñas; Pandiá Calogeras, estadista y hombre de gran cultura, incluso no
tratando de la cuestión como especialista, hizo una observación muy acertada: "La
descendencia, al principio abundantísima, del elemento africano, comenzó a disminuir por las
dolencias, en aumento creciente e ininterrumpido, decadencia de su pureza racial; surgió una
etapa de mestizos, medio-sangres, cuarterones (hijo de blanco y mestiza o viceversa) y, aun
menos coloridos. Hasta la fecha, no ha concluido esta evaporización pigmentaria"
(Pandiá Calogeras: "Formación histórica de Brasil", 4a. edición, 1945).

El medio brasileño, forzado por las condiciones en que se fundieron los


elementos primordiales de su formación, evidentemente no permitió que se conservase
la integridad cultural del africano. La desfiguración del culto religioso es un claro ejemplo; el
ambiente se tornó, desde los tiempos primitivos, campo abierto; al mediumnismo popular, al

16
que mucha gente llama, sin fundamento, Espiritismo. De las masas que frecuentan
sesiones medianímicas y terreiros de Umbanda, gran parte e incluyendo a muchos
médiums, trajo en el subconsciente la influencia del catolicismo; de ahí arranca la inclinación,
como heredad psíquica, para las ceremonias fetichistas, porque el ritual, la presentación de las
ceremonias y la magia de los símbolos no dejan de constituir punto de atracción para las
personas que aún no se han emancipado de su ancestralidad cultural y de la influencia del
medio ambiente. El fenómeno, en tanto, es de naturaleza tanto cultural como religiosa. Con la
preocupación del estudio, de la investigación para buscar la Verdad, es que se debe orientar la
búsqueda en el terreno histórico, antropológico y psicológico, para fijar la distinción entre
Africanismo y Espiritismo.

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CAPITULO III
EL ESPIRITISMO NO TIENE CULTO MATERIAL

Los cultos de origen africano, como se sabe, son fetichistas; habiendo, por tanto, la
palabra "fetiche", del francés, tomado sentido popular en Brasil, principalmente en Bahía,
donde el uso general consagró la forma portuguesa feitiҫo (hechizo), se hace imprescindible
señalar una alteración interesante, para clarificar el asunto. Se entiende por fetichismo,
según la etimología, el culto de los fetiches, esto es, la creencia en el poder de objetos naturales o
artificiales. Pero el vocablo feitiҫo es empleado, entre nosotros, en la acepción vulgar de hacer
mal a alguien por medio de objetos de uso, piezas de vestir, platos de comida, etc. La fuerza del uso
llegó a crear el verbo enfeitiҫar, significando, justamente, transmitir influencias, impregnar a
alguien de hechizo (feitiҫo) y sinónimo de hechizo, en el vocabulario popular de Bahía es urucubaca,
que significa estar con desgracia, estar bajo influencia ruinosa; en el lenguaje carioca (de Río de
Janeiro) ya no se utiliza el vocablo urucubaca; porque cuando se dice tirar el peso (de pesar,
desgracia) ir a "macumba" para descargar el peso, lo que está implícito en esta expresión de
astucia es lo mismo, exactamente, que tirar a urucubaca conforme a las costumbres bahianas.
Son, como puede observarse, dichos equivalentes en su significación. La literatura moderna
reclutó, contra la voluntad de los puristas de la lengua, muchos términos de malicia,
incluyéndolos en el lenguaje corriente. Conviene notar que, a pesar de la elasticidad que se le dio
al término hechizo, el verbo hechizar (enfeitiҫar) no es usado en la forma reflexiva, dando idea,
por lo tanto, de acción que el individuo recibe, de fuerza que viene de afuera: Ninguno se hechiza
pero alguien es hechizado. Nótese, pues, que fetiche adquirió forma, figura, talla más popular
en Brasil, adaptándose de tal manera al ambiente que su correspondiente en portugués
(feitiҫo) ya se desligó, en gran parte, de la acepción cultural y religiosa en que debiera ser utilizado.
Poca gente dice feitiҫo en alusión a cultura negra o acerca de las formas de culto oriundas de
África, pero sí, generalmente, en el sentido de maleficio, de "macumba", de hechicería. Se volcó,
pues, la designación primitiva de feiticeiro (hechicero) conque eran tratados, en sentido peyorativo,
los curadores y médiums, sin excluir al propio Jesús cuando hacía sus curas por simple
imposición de manos. Pero, así, y todo, es necesario distinguir otro punto: Hechicero (feiticeiro)
ordinariamente, tal como se expresa en Bahía, que fue uno de los centros de concentración de
la cultura africana, no es, en rigor, el que cura, el que hace el bien y sí es el individuo que trabaja
para el mal, destruyendo amistades, deshaciendo hogares, desorganizando la
situación económica de alguien o arreglando dolencias, produciendo males que,
en ocasiones, llegan a producir la muerte, según la creencia popular. Frente a este
fenómeno lingüístico, que determina la alteración del verdadero significado de ciertas
palabras, tenemos que considerar, contra las propias razones de índole etimológica,
alguna diferencia entre hechizo, en el sentido popular con que es usado en Brasil y la propia
palabra que le dio origen: fetiche.
La literatura folklórica, que ya es abundante, señala que ciertos vocablos pierden -
bajo la acción deletérea del tiempo-el sentido primitivo, adaptándose a las ideas y cosas que
el pueblo les atribuye; en asuntos de cultura negra, por ejemplo, podríamos recurrir al
autor anteriormente citado, toda vez que ha sido uno de los primeros en cumplir estudios
especializados del elemento africano bajo el punto de vista exclusivamente folklórico: (Prof.
Artur Ramos: "El folklore negro en Brasil"). El lenguaje del pueblo consigue forzar el sentido
de muchas palabras; lo que sucede con "hechizo" también se verifica en relación al empleo de
muchas otras palabras que entraron en el acervo de nuestro folklore, ligadas a leyendas y

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supersticiones seculares, cuidadosamente anotado por el célebre folklorista brasileño
Cámara Cascudo ("Antología del folklore brasileño").

Pasemos, después de estas elementales explicaciones sobre hechizo y sus derivados, al


carácter fetichista de las religiones africanas introducidas en Brasil, para que podamos
verificar la ausencia de toda relación entre esas religiones y el Espiritismo. Se
engañó el Padre Etienne Brasil cuando dijo que "el moderno culto del Espiritismo no pasa
de ser una forma del más genuino y grotesco fetichismo". Sobre este punto, hasta el
propio Artur Ramos, que realizó estudios modernos y no concordó con el Padre Etienne
Brasil en diversas observaciones sobre las religiones negras, cayó en el mismo
equívoco, naturalmente por no tener elementos para distinguir la práctica espirita, que
surge del método y la orientación dado por Allan Kardec, de las prácticas afro-católicas, cada
vez más difundidas en Brasil. Es así como, por ejemplo, el doctor Ramos, afirma: Todas las
formas elevadas o degradadas del Espiritismo derivan de la magia evocatoria" ("El negro
brasileño", 1a. edición, pág. 129). Ya fue dicho en el primer capítulo que, aun cuando se hagan
evocaciones, tanto en las prácticas de Espiritismo como en los terreiros del culto
umbandista, nada tiene que ver la doctrina espirita con el mencionado culto. El
Espiritismo tiene principios, tiene su organización doctrinaria en la codificación
kardecista; las manifestaciones fetichistas no se circunscriben al terreno
puramente religioso porque, en determinados casos, producen excitación especial.

Los estudios de Freud y de Binet, que se detuvieron mucho tiempo en el aspecto


sexual de algunas formas groseras de fetichismo, hicieron investigaciones
interesantes que nos permiten, ahora, a la luz de nuevos procesos de examen,
considerar que el fetichismo está sujeto, como ocurre con todos los cultos primitivos, a
transformaciones, a evolución, bien por adaptación cultural, bien por influencia de otras
corrientes. En Brasil, el fetichismo no se diluyó pero sí se modificó en diversos aspectos;
muchos estudiosos no captan un hecho de suma importancia: las religiones africanas se
inclinan hacia el Catolicismo y no hacia el Espiritismo. La organización yoruba tiene muchos
puntos de semejanza con el Catolicismo y ya está, por así decirlo, probado que la religión
yoruba ejerció, sobre todo en Bahía, preponderancia sobre las otras religiones africanas. La
influencia de la cultura negra se hizo sentir de manera más pronunciada en la región
nordeste, justamente porque el contingente yoruba trajo recursos naturales evidentemente más
adelantados. "Es que -en la opinión del profesor Artur Ramos- la cultura yoruba, por ser
más adelantada con respecto a las otras, acabó absorbiendo a estas últimas y les impuso
sus trazos dominantes" ("Los culturas negras en el Nuevo Mundo"). En el sur del país, sin
embargo, la influencia africana entró por mediación de los pueblos del Plata y en dichos
países no se dio la infiltración yoruba, toda vez que allí preponderó la cultura de los Congos,
mucho menos desarrollada que la de los yorubas; en América del Sur, como en la Central, las
religiones africanas perdieron bien pronto sus líneas primitivas porque se mezclaron con el
Catolicismo y con el elemento indígena de algunos países. Donde el elemento africano, en
cambio, se conservó por mucho tiempo en su estado original fue en las Guyanas; de ahí que
el mismo autor afirma que "las culturas negras de la selva, en las Guyanas, permanecen
inmunes al contacto blanco". Pero la cultura más grande entre los negros de las Guyanas no
es la yoruba sino la fanti-ashanti, oriunda de la Costa de Oro, aún cuando en ella se
constatan ciertos vestigios de la rama yoruba y de la influencia bantú. Hasta cierto
punto se explica el estado de aislamiento en que se mantuvieron los africanos
radicados en las Guyanas, en virtud de la situación especial de aquella región, como así
de la mayor parte del Orinoco, donde sus primitivos habitantes eran astrólatras,
constituyendo, se supone, un grupo cultural aparte. A este respecto, uno de los más grandes

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etnólogos brasileños y al mismo tiempo uno de los más esclarecidos representantes del
elemento negro en este país informa:

"Los pueblos primitivos de las Guyanas, principalmente los del valle del Orinoco, en
directo contacto con los de América central y con los del macizo andino de Cundinamarca, esto
es, los chibchas astrólatras de Sogamoso, muy probablemente reflejaban, en lo que atañe
a creencia, el culto al Sol al mismo tiempo que ese otro, tan instintivo en el hombre, de
propiciarle al genio del Mal" (Teodoro Sampaio: "Naturalistas y viajeros de los siglos XVIII y
XIX"). Los trabajos de Roquete Pinto y de Edison Carneiro, principalmente, aportaron valiosos
contingentes de informaciones al estudio de las culturas primitivas de Brasil sin que,
además, se pueda soslayar el aporte de Manuel Querino, por cuanto ha sido este último, hombre
de color muy inteligente, quien provocó por sus importantes investigaciones efectuadas en
Bahía, las grandes contribuciones que de ahí irradiaran -a través del inolvidable Niño
Rodrigues- por todo el país, extendiendo los ensayos africanistas, hasta entonces poco
desarrollados. Los estudios del profesor Basilio de Magalháes son, asimismo, de mucha
utilidad a los fines apuntados.

A través de lo expuesto, hemos visto la ramificación cultural del Africanismo y su


adhesión al Catolicismo; ninguna razón de índole histórica o psicológica lleva a admitir que haya
relación entre Espiritismo y Africanismo; el fetichismo constituye forma religiosa y tiene sus
divinidades. Las religiones de origen africano, como ya se expresara inicialmente, son
fetichistas. El Espiritismo no tiene ninguna relación cultural con el fetichismo y de ahí que
cabe reconocer que no existe término de comparación entre Espiritismo y
Africanismo no obstante hallarse en ambos la mediumnidad y no se niegue, no puede negarse,
el sentimiento de caridad ni en uno ni en otro. Pero la mediumnidad, así como la práctica
del bien, que es la exteriorización de los buenos sentimientos d e l a c r i a t u r a h u m a n a ,
p u e d e n s e r observados en cualquier organización religiosa. El propio Padre Etienne
Brasil, que ha confundido totalmente Espiritismo con fetichismo, afirma que "El fetichismo es
una verdadera religión con sus dogmas, preceptos y ritos peculiares" ("Revista del Instituto
Histórico y Geográfico Brasileño", volumen 74, 1911). Ahora bien: si el fetichismo es una
verdadera religión, poseyendo "cuerpo doctrinario", está probado, de hecho, que no
siendo el Espiritismo fetichismo, no tiene relación con ninguna de las ramificaciones de ese
culto; mientras que son muy acentuados los trazos de afinidad entre el Catolicismo y el
Africanismo, tanto que coinciden en lo relativo a tener divinidades, ceremonial, sacerdotes, etc.
Basta que consideremos este hecho capital: En el fetichismo gége-nagó -siempre en la
investigación del profesor Artur Ramos- los Orixás fueron asimilados, uno a uno, a los santos
católicos. Orixá u oxalá se identificaron con el señor de Bonfim, en Bahía. Esta equivalencia no
parece ser motivada por el hecho de ser, la Iglesia del Señor de Bonfim edificada en lo alto de
una colina, en Bahía, tal como –en la misma forma- en África, "Orixalá" es adorado en la
cima del monte "Oké". La verdadera razón estriba, a nuestro parecer, en que "Orixalá", el más
grande de los santos para el "yoruba", se identifica con el Señor de Bonfim, el santo de mayor
devoción y el más milagroso de Bahía". Siendo religión de pueblos adelantados, el Catolicismo
debía, naturalmente, ejercer marcada influencia sobre los africanos. El ayuno de malé, por
ejemplo, es una confirmación de lo que acabamos de expresar, toda vez que esta práctica
prueba que existe correspondencia entre el culto africano y el culto católico. Leamos a Manuel
Querino, que ha estudiado con sinceridad y escrúpulo la formación religiosa de su propia
ascendencia: "En la semana en que la Religión Católica celebra la fiesta del Espíritu Santo,
comienza el ayuno anual de maleen la forma siguiente: Levantándose a la madrugada,
cocinaban el inhame (ñame, planta de raíz comestible) y machacaban arroz, harina de maíz
con leche y miel; durante todo ese tiempo, el malé no bebía agua al punto que ni tragaba la
saliva. En el último día del ayuno se efectuaba una gran fiesta en la casa del jefe de la

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secta, habiendo misa; ninguna bebida alcohólica se usaba en esta festividad. En el acto de
sacrificar al carnero, introducían la punta del puñal en la arena y sangraban al animal
profiriendo la palabra "Bi-si-mi-lai". Y concluye Querino: "Corresponde, esta ceremonia, al
sacrificio de Isaac".

Incluso hasta en las fiestas populares vemos la fusión, el sincretismo al que


aludimos, tal como se halla descrito en el libro de Manuel Querino ("La Bahía de antes ")
cuando hace referencia al rancho de la burrito: "Los ranchos de la burrita y del buey son hijos
mezclados del momo portugués con agregados y atuendos oriundos de los autos
pastorales y visible influencia totémica por parte de los indios y de los negros". Los cultos
africanos entraron en Brasil con profundos resquicios de creencias remotísimas, principalmente
del islamismo, lo que hace difícil, ahora, fijar con nitidez la parte preponderante de ésta o de
aquélla corriente de influencia. Vemos, pues, que las prácticas fetichistas, con sus símbolos,
sus divinidades, con sus rituales, se aproximan cada vez más a lo católico y en cuanto
concierne al Espiritismo, no se puede afirmar que haya afinidad entre él y el Africanismo, por
dos razones fundamentales, a saber: Caracteriza al Espiritismo la ausencia total de
ritualismo y teniendo el Espiritismo, como base de doctrina, las leyes naturales, excluye
racionalmente la idea de ID sobrenatural, del milagro y del poder del fetiche, talismán o amuleto.
El fetichismo es, como se sabe, el tronco de las religiones primitivas, muy desfiguradas, tal
como ya se ha expresado anteriormente y sus puntos básicos afincan, precisamente, en lo
sobrenatural, en la creencia en divinidades, tal como se verifica en el Catolicismo, cuyo
fundamento teológico estriba en la misma creencia del milagro, variando tan solo la
terminología propia de cada religión. El Africanismo, en todo el conjunto de sus formas
religiosas, es muy antiguo, viene de una fuente de cultura antiquísima, al paso que el
Espiritismo, esto es, el Espiritismo como cuerpo de doctrina, es muy posterior a aquella
cultura. La evolución social no concurrió, como podría esperarse, de manera sensible a
la transformación de los cultos africanos en Brasil; certificamos lo expuesto con la existencia
actual de los candomblés o xangós de Bahía, los catimbós de Pernambuco, las macumbas de
Río de Janeiro. Es muy conocida, en Bahía y fuera de ella, la tradición de los candomblés de
Cabula, en la capital del estado bahiano. Se afirma, incluso, que ciertos políticos de renombre
frecuentaban, a altas horas de la noche, las casas de determinado país de terreiro,
determinados santones, en Cabula, hacia la época de las elecciones. El profesor Artur Ramos -
que hemos citado ya varias veces- y que se halló radicado mucho tiempo en Bahía, en
donde se nutrió del bagaje que sirvió de base a su cultura científica, cita esta información
popular (véase "El negro brasileño"). De hecho, algunos país de santo eran como oráculos,
atribuyéndoles gravitación y goce de confianza con políticos prestigiosos. Conviene
hacer notar, de manera especial por tratarse de un escritor católico, y por ende, libre de toda
suspicacia, que Luiz Viana Filho reconoce que el culto católico posee preponderancia en el
sincretismo afro-brasileño; este pensador aún va más allá, cuando afirma: "El bantú, de
religión pobre en dioses, y cuyo sincretismo religioso con el catolicismo ya se procesaba desde
África con cierta intensidad, no tardó en asimilar, integrándose en su culto, dioses sudaneses y
santos católicos". (Luiz Viana Filho, página 134, "El negro de Bahía", prefacio de Gilberto
Freyre; Viana fue diputado federal por Bahía).

Nuestra tesis, precisamente, en este ensayo, es ésta: El Africanismo se acerca más


al Catolicismo que al Espiritismo; el sincretismo afro-católico en las macumbas y candomblés
es un testimonio de nuestra afirmación y Viana Filho sostiene que el Africanismo comenzó a
fundirse con el Catolicismo mucho antes del cruce de razas realizado en tierras brasileñas.
Podríamos agregar que ciertas devociones católicas vigentes en Brasil denuncian la
presencia del elemento africano, lo que confirma objetivamente la información de Luiz Viana
Filho, esto es, que desde África el africano ya había recibido influencia del Catolicismo.

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El profesor Augusto Lins y Silva, catedrático de la Facultad de Medicina de Recife,
antiguo discípulo de Niño Rodrigues, escribió en un libro reciente, lo que reproducimos de forma
textual: "Sabiéndose que el mito siempre fue manifestación del pueblo primitivo, los blancos
explotaban este aspecto del sentimiento del negro, confiándole el culto religioso bajo la irrisoria
majestad de los reyes del Congo". En Brasil, señala Niño Rodrigues, Nuestra Señora del Rosario
siempre fue una cofradía de negros. Y era la patrona de la monarquía del Congo, nación que -
entre las otras- tal como Angola, Regalo, Mozambique, gozaba de cierta ascendencia. Y
agrega, este autor, lo siguiente: "La macumba de Río, el xangó de Bahía y el calimbó de
Pernambuco son remanentes de las antiguas mezquitas africanas" (Augusto Lins y Silva,
"Actualidad de Niño Rodrigues", 1945).

El culto de San Jorge de manera especial en Río de Janeiro, es una mezcla de


catolicismo y de africanismo, al igual que el de Cosme y Damián. El Espiritismo, que no tiene
oráculo, que no tiene adivinaciones, que no tiene ceremonias, que no tiene imágenes, no
presenta -ni puede presentar nunca- semejanza ni parcial siquiera, con los viejos cultos de Brasil.
El Espiritismo tiene la oración, pero toda ella natural; evoca a los espíritus, pero sin ritual y ello
por cuanto, finalmente, la doctrina no tiene culto material alguno. No teniendo culto material, es
evidente que el Espiritismo no podría tener nunca puntos de atracción para los cultos de origen
africano; luego, no hay equivalencia entre la práctica del Espiritismo y las prácticas religiosas del
Africanismo, conjunto de sectas y formas de culto de procedencia africana, visto que el Espiritismo
repele por su misma índole todo ritual y simbolismo.

Justamente, para definir al Espiritismo con exactitud, para evitar -sin duda- que el
Espiritismo se confundiese con las sectas y escuelas espirituales (entre éstas, las del fetichismo,
porque se apoya también en la inmortalidad del alma), tuvo Allan Kardec la necesidad, bien
comprensible por cierto, de crear la denominación propia de ese cuerpo de doctrina; de ahí el
neologismo por él formado, en el siglo pasado, para designar a la doctrina espirita:
ESPIRITISMO.

He aquí la explicación dada por el Codificador de esta doctrina, en un trabajo publicado en


abril del año 1866, en la "Revue Spirite", órgano de difusión por él creado después de haber
concretado las bases del Espiritismo en "El Libro de los Espíritus": “.... creamos la palabra
Espiritismo por las necesidades de la causa; nosotros tenemos el derecho, pues, de determinar sus
aplicaciones y de definir las cualidades y las creencias del verdadero espiritista." (Kardec: "Obras
Póstumas" -Constitución del Espiritismo-, Cap. X). Sustentamos el principio de que el
Espiritismo, no admitiendo lo sobrenatural no puede, en consecuencia, armonizar su doctrina con
cualquier religión que apele hacia soluciones teológicas (Catolicismo, Fetichismo, etc.). Allan
Kardec ya decía, en 1864, al publicar "El Evangelio según el Espiritismo": "El Espiritismo es la
nueva ciencia que viene a revelar a los hombres, con pruebas irrecusables, la existencia y la
naturaleza del mundo espiritual y sus relaciones con el mundo corporal; nos lo presenta, no
como una cosa sobrenatural, sino, al contrario, como una de las fuerzas vivas y que
incesantemente obran en la naturaleza, como el origen de una multitud de fenómenos
incomprensibles hasta ahora y relegados por esta razón, al dominio de lo fantástico y de lo
maravilloso" (A. Kardec: "El Evangelio según el Espiritismo", Cap. I, no. 5).

No existiendo nada de sobrenatural en la concepción del Espiritismo en lo


concerniente al mundo espiritual, la práctica espirita de ninguna manera puede nivelarse
con las prácticas del culto fetichista, base de las religiones de origen africano. Con el
debido respeto que nos merecen todas las creencias, sin dejar de reconocer que el elemento
africano mucho ha contribuido en la formación del pueblo brasileño, otorgándole un
acentuado sentimentalismo, no podemos hallar semejanza entre el Espiritismo y el

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Africanismo; las prácticas de origen africano, largamente ramificadas, son
espiritualistas, dignas de todo respeto como acontece con toda otra práctica religiosa, pero no
constituyen variante de las prácticas espiritas. Y concluimos, pues, nuestro trabajo, llegando a
la conclusión de que AFRICANISMO NO ES ESPIRITISMO.

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Deolindo Amorim

Nace en Baixa Grande, Bahía, Brasil 23 de enero de


1908. Desencarnó en Río de Janeiro el 10 de febrero de
1979.

Calificado exponente del pensamiento espiritista


contemporáneo. Escritor, periodista y conferenciante.

Obras principales:

El Espiritismo al la luz de la crítica

El Espiritismo y los problemas humanos

Espiritismo y Criminología

El Espiritismo y las doctrinas espiritualistas

Ideas y reminiscencias espíritas

Africanismo y Espiritismo

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