Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Preámbulo 4
2
Nota de la Escuela Espírita Allan Kardec.
Recomendamos la lectura de este trabajo como base para comenzar a diferenciar el
Espiritismo de las creencias religiosas de algunos pueblos africanos que llegaron a
Puerto Rico durante el vergonzoso periodo de esclavitud.
Cabe aclarar, sin embargo, que este trabajo no es una apología a la confusión que
yace en el prejuicio e ignorancia de la mayoría de los puertorriqueños sobre lo que es
y no es el Espiritismo. Por el contrario, el autor busca evidenciar, de una forma
resumida, el cómo los cultos y prácticas africanistas no están relacionadas en absoluto
con el Espiritismo.
Para ayudar al lector en la comprensión del contexto en que fue escrito este libro, hay
que conocer el trasfondo. El autor es brasileño, y en Brasil, como en el Caribe, el
sincretismo afrocatólico fue el resultante de la imposición del cristianismo sobre los
esclavos forzados al trabajo en nuestras haciendas. Lo que el autor presenta como
Umbanda es muy similar a lo que en Puerto Rico se conoce como santería. Para
facilitar la comprensión del texto, recomendamos que el lector haga la sustitución de
un término por el otro al leerlo.
3
PREÁMBULO
Es con intensa satisfacción que, accediendo gustoso a la invitación de Deolindo Amorim, intentaremos
decir algo a modo de prefacio acerca de su interesante y exhaustivo trabajo "Africanismo y Espiritismo",
que fuera oportunamente publicado en la revista "Estudios Psíquicos", de Lisboa y ahora compaginado
por "Gráfica Mundo Espirita, S.A.", en un esfuerzo loable de divulgación doctrinaria y cultural.
Periodista ilustrado y estudioso, de aptitudes sinceras y honestas a carta cabal, Deolindo
Amorim, además de ser miembro de la Sociedad Brasileña de Filosofía, Director de la Liga Espirita
do Brasil, etc. es un adepto capacitado de su misión social, un escritor al servicio de una ideología superior,
que se viene destacando entre los divulgadores en actividad por su dinamismo y labor en los
medios espiritistas. Cuando hablamos de Espiritismo, el lector debe entender que nos
referimos a la codificación científica, filosófica y moral de Allan Kardec ("El Libro de los Espíritus", 14a edición,
1866, Conclusión VII, Págs. 459 y 460) -la única con el privilegio de ostentar semejante título-que el Maestro
expone en una serie de obras notables, editadas en Francia, en el período comprendido entre 1857 y
1869, y no a ese conglomerado híbrido y de rituales confusos en que preponderan el fetichismo de los
salvajes y las aberraciones del mediumnismo desviado y, por decirlo en una palabra, ese carnaval
de Umbanda, difundido y practicado por ahí bajo el rótulo de esa luminosa codificación espiritualista.
Es con inmensa satisfacción, repetimos, que trazamos algunas frases iniciales en las
páginas de esta monografía realizada con el propósito esencial de orientar a las masas, páginas
merecedoras de nuestro aplauso porque, además de contener enseñanzas sustanciosas,
expresadas en una forma simple y clara, aunque circunscritas a los aspectos histórico y psicológico
del problema, no deja de ser la consecuencia de nuestra campaña profiláctica realizada en
"Vanguardia" (Escribimos sobre esta cuestión los siguientes artículos: Umbandismo no es
Espiritismo; El Espiritismo y sus deformaciones; En el Umbandismo, ni la forma es provechosa;
Confusos y confusiones; Reacción saludable, y, Rectificando) cuando -hace tiempo- hicimos notar las
desfiguraciones del Espiritismo y las ridiculeces realizadas en su nombre por acólitos de la mitología, de la
idolatría y de ritos africanos; páginas, en fin, de protesta de una mente clara, inaccesible a los caprichos de
la falsa tolerancia y de las transigencias inconfesables contra el imperdonable error de pretender
identificar al kardecismo –la escuela más perfecta y completa surgida en el seno del movimiento neo-
espiritualista-con las religiones primitivas del continente negro traídas a América, en tiempos de
esclavitud y aquí desfiguradas por infiltraciones de diversos sectores. Campaña
inspirada, por otra parte, en estos sabios consejos del eminente Codificador:
" . . . La doctrina no es ambigua en ninguna de sus partes; es clara, precisa, categórica
hasta en sus mínimas particularidades y solamente la ignorancia y la mala fe pueden
equivocarse acerca de lo que ella aprueba o condena. Es, entonces, deber de todo espirita sincero
repudiar y condenar francamente, en su nombre, toda suerte de abusos que pudieran
comprometerla, con el fin de que se la responsabilice de ellos, puesto que transigir con los abusos es
complicarse con los mismos y brindar armas a nuestros adversarios" ("Revue Spirite", 1865, pág. 191
"Nueva táctica de los adversarios del Espiritismo").
A causa de ello, algunos trasnochadores, simpáticos al umbandismo, aparecieron
con sus artículos acusándonos de intolerante y derrotista. De otra parte, viene muy a propósito y es de
indiscutible merecimiento esta publicación en el momento actual, toda vez que si bien es
natural y disculpable que las teorías de la ciencia espirita no sean del todo comprendidas
por los profanos, no ocurre lo mismo con los prosélitos juiciosos y los divulgadores en general, a
quienes compete conocerlas cabalmente y transmitirlas a la masa en toda su pureza, esto es, tal
como estos conocimientos se hallan contenidos en sus obras básicas. En tanto, ¿qué es lo que
nos depara, qué nos ofrece el momento actual? Personas ignorantes, carentes de condiciones
pontifican en los núcleos de estudios y de experimentación, fortaleciendo a los enemigos sistemáticos
de la doctrina con esas armas aludidas por el Maestro Kardec y lanzando el ridículo y el descrédito para
la filosofía destinada a ejercer preponderante influencia en el mejoramiento moral e intelectual
de la humanidad.
4
En mérito a esta circunstancia es que los centros descendieron tan bajo en el concepto de
las autoridades de la capital de la República, al punto que su inscripción se efectuaba en la sección
de tóxicos y mixtificaciones de la Policía Central. Espiritas de verdad y de valer y
"macumbeiros" eran de hecho registrados en un mismo plano de ignominia y menosprecio.
Aumentó la desorientación y bien pronto se hicieron notar sus efectos palpables, tanto en los
medios humildes como en las altas esferas, al punto dado que una cierta calificada
institución tradicional, que se erigió en orientadora del movimiento en nuestra patria, en lugar de
prevenir al público contra el ataque de los explotadores y de vigilar por la intangibilidad del patrimonio
doctrinario, tuvo la debilidad de incluir, al lado de las entidades adheridas, una nómina complementaria
en la que, bajo el rubro de coligadas, incorporó a los cubiles umbandistas, disfrazados de
agremiaciones espiritas, con su contenido de locuras y absurdos y ello, al decir de los sectarios para
justificarse, objetivamente la posibilidad de convertir a tal gente hacia ideas más sensatas y hacerlas
abandonar los sistemas extravagantes que es común utilizar en la práctica de la caridad
medianímica, basados en viejas y ridículas supersticiones.
5
CAPITULO I
MEDIUMNISMO NO ES ESPIRITISMO
6
alma y realicen mediumnismo, las prácticas del Africanismo, a pesar de espiritualistas,
no constituyen modalidades del Espiritismo.
Toda religión tiene sus formas características, su aspecto exterior, sus fórmulas
especiales y la facultad medianímica, que tanto se puede hallar en el Espiritismo como en
el Catolicismo o en el Africanismo, no es síntesis de ninguna religión y sí un elemento de labor
que se engloba, según los casos, a las solicitaciones de la religión o de la ciencia. El Africanismo
tiene ritual organizado, de acuerdo a sus seculares tradiciones, fundado en la creencia
de divinidades peculiares a su culto y, en lo que toca al Espiritismo, no adopta ni tiene ritual
de ninguna especie, no tiene forma de culto ni adora divinidades. Es una doctrina de base
científica, propensa al método experimental, de meditaciones filosóficas muy elevadas, toda vez
que trata del destino del alma humana, preparando al hombre para la práctica del Bien, única
senda que conduce a Dios. En las sesiones de "terreiro", de barracones, en los
exorcismos, como en todos los actos religiosos, groseros o no, siempre existe materia
para estudiar de manera notada en la parte en que la fe o la creencia popular puedan
abastecer elementos para indagaciones folklóricas, etnográficas, etc. Pero lo que
nunca puede confundirse en sesión espirita, esto es, sesión organizada bajo la orientación
de la doctrina espirita, con toda otra sesión de puro mediumnismo, sin otro objetivo a no ser la
curiosidad o la satisfacción de personas fascinadas por lo sobrenatural. Pretender que toda
sesión en que se registren fenómenos sea una sesión espirita, equivale a suponer que
el Espiritismo, doctrina vastísima, sobre la que aún no se ha dicho la "última palabra", sea
tan solo evocación de espíritus. Partiendo de este errado punto de vista es que mucha
gente sustenta el criterio de que el Africanismo, por el solo hecho de tener una parte
medianímica, es una forma de Espiritismo en estado grosero o inferior.
Son, como puede verse, esencialmente distintos, dos cosas harto distintas; antes de la
codificación de la doctrina espirita, o sea antes de 1857, año en que apareció en París la
primera obra espirita de Allan Kardec ("El Libro de los Espíritus") conteniendo la parte
filosófica del Espiritismo, ya se habían radicado en Brasil las creencias de origen africano. El
comercio de esclavos, esto es, el tráfico de tan triste memoria en los anales de nuestra
civilización, terminó justamente en la mitad del siglo pasado; pero la transmisión de la influencia
africana comenzó en los primeros años de la formación de Brasil. Afirma uno de nuestros más
afamados historiadores que "los primeros negros llegaron a Brasil entre 1530 y 1540; fueron
buscados en África, donde se los tomaban prisioneros o los compraban a los jefes de tribus,
los capitanes de barcos negreros, cuyo desgraciado comercio sólo terminó hacia 1850"
(Pedro Calmon, "Historia de Bahía", 1927, pág. 34). Aun cuando haya concluido oficialmente
en 1850, el tráfico de esclavos no concluyó en la práctica, a pesar de las complicaciones
políticas que sucedieron a partir de ese año; por otra parte, mucho antes, en 1826,
poco después de la Independencia, Brasil firmó un compromiso con Inglaterra, en el sentido
de concluir con el tráfico de negros. La ley del 7 de noviembre de 1831, estando el país bajo la
Regencia, visto que Pedro I abdicara el 7 de abril de ese año, se ratificó ese compromiso.
Dice Veiga Cabral: "Cabe a Inglaterra, que había sido la nación más explotadora del tráfico
africano, el más brillante papel en la campaña iniciada para la extinción de ese infame
comercio" ("Compendio de Historia de Brasil"]. De hecho, la cuestión del tráfico africano trajo
muchas dificultades a los gobiernos de Brasil y de Inglaterra; la cuestión llegó a tal
punto que el imperio británico decretó la llamada ley Aberdeen por la que todos los barcos
brasileños que fuesen hallados con esclavos serían apresados como piratas según la
ley inglesa; esta ley fue así llamada en alusión al ministro inglés Aberdeen. Estando en
el poder el partido conservador, el gobierno imperial dictó la ley del 4 de septiembre de 1850
aboliendo el tráfico, es decir, el transporte de esclavos para Brasil, estableciendo
rigurosos castigos a los contrabandistas; la ley de 1850 fue refrendada por el Ministro
de Justicia Eusebio de Queiroz. A pesar de todo, el tráfico negro, burlando las leyes, produjo
7
preocupaciones al gobierno brasileño. El gobierno inglés patrulló los mares para que ningún
navío trajese esclavos a Brasil y tal situación llegó a constituir una amenaza en las relaciones
de ambos países. Antes de la ley de 1888, ya el gobierno imperial expresaba ante el
parlamento, por intermedio del Consejero Dantas, Presidente del gabinete ministerial, 6 de
junio de 1884, que la cuestión de la esclavitud en Brasil se hallaba de esta forma: Ni
retroceder, ni parar ni precipitarse (Manifestaciones de Tavares de Lyray Max Fleiuss "Historia
de la Administración de Brasil"). Finalmente, la ley de libertad de vientres (1871) y la de los
sexagenarios (1885) allanaron el camino para la extinción total de la esclavitud, el 13 de mayo
de 1888, eliminando de la organización social brasileña esta vergonzosa mancha.
Mucho debe Brasil al brazo africano, cuyo sudor, con sacrificio y dedicación, regó los
cimientos de la prosperidad económica del país; el africano aportó a Brasil los elementos de
su cultura, ya muy vieja por ese entonces. Luego vino la mezcla cultural, actualmente más aclarada
por las investigaciones de la Sociología. Con el tiempo, en tanto, el culto africano comenzó a
desfigurarse, perdiendo modalidades oriundas a consecuencia de la gradual e inevitable
influencia del Catolicismo. Se fundieron, pues, tres tipos distintos en la formación de Brasil:
Europeo, africano y aborigen; entre los hijos de la tierra, los aborígenes, no existía
uniformidad de usos ni costumbres, cosa que no deja de reflejarse en la forma del culto.
Despreciar la influencia de tales elementos en el acervo cultural del pueblo brasileño es
desconocer una realidad histórica. Ninguno tentaría -ni incluso ahora- bajo pretexto político ni
científico o religioso, defender pretensiones de pureza racial en Brasil, visto que nuestro pueblo es, al
igual que tantos otros del viejo y del nuevo mundo, un producto heterogéneo. Oliveira
Viana, en "Raza y asimilación" refuta críticas que le fueron hechas por haber defendido un
punto de vista especial sobre este particular; citamos a Oliveira Viana por tratarse de un estudioso de
la Antropología y de la Sociología cuanto por la circunstancia de ser un autor muy discutido en
materia racial. Sobre este punto, no podemos dejar de consignar la observación de Euclides
da Cunha cuando expresa: "Admitidas las influencias que interpenetran en grados
variables tres elementos étnicos, el origen de las razas mestizas en Brasil es un problema que
por mucho tiempo desafiará el esfuerzo de los mejores espíritus. Está sólo delineado" ("Los sertóes";
los sertones son lugares alejados, de tierra adentro. N. del T.). El fenómeno etnológico del
mestizaje no podía dejar de tener repercusión psíquica y tanto es así que la vida religiosa de
Brasil, por más que se insista en expresar que el pueblo brasileño es esencialmente
católico, en verdad no tiende para una unidad sino para el sincretismo, para la variedad.
Las diferencias psicológicas y lingüísticas observadas entre las principales
nucleaciones y divisiones de los aborígenes, tupy, tapuya nu-aruak deben entrar en el bagaje
cultural de los primitivos habitantes del país. El elemento indígena era inmortalista;
tenía, entonces, sus dioses, admitiendo una especie de politeísmo grosero, al grado
tal que confiaba a la entidad sagrada los diversos menesteres de su actividad cotidiana:
caza, pesca, etc. El general Couto de Magalháes que es, sin duda, uno de los más
legítimos pioneros de la humanitaria obra de protección a los indios en Brasil, anotó
algunas curiosas divinidades observadas en los cultos indígenas: Guaracy, sol;
Cahapora, deidad que protege la caza; Uanyra, protector para los peces, etc. (C. de
Magalháes: "O selvagem"; lo desierto o inculto. N. del T). La palabra Cahapora, de la que
también se ocupa José de Alencar en "Iracema" (caapora) se popularizó en los sertones
de Bahía como caipora, que significa, según la creencia de los cazadores, espíritu del
matorral, que abate a los perros, esconde la caza, etc.; los cazadores acostumbran dejar
humareda a la vera del camino, para la caipora, cuya forma es por ellos descrita con
apariencia femenina.
El politeísmo del indio brasileño no es en manera alguna una aberración cultural de
origen americano toda vez que se halla variedad de dioses en pueblos muy primitivos; el
politeísmo griego, como muchos otros tipos de politeísmo, evolucionaron
8
naturalmente para el monoteísmo y el advenimiento del Cristianismo expandió por
todas partes la noción de un Dios único.
El indio brasileño tenía, en el fondo, la creencia en la inmortalidad, en la
supervivencia del alma, pero su tendencia religiosa no podía escapar, claro está, a la
superstición de los dioses, de los espíritus protectores de la caza y de la pesca, bases de su
vida social y económica. Pero es necesario destacar el hecho de que el indio era destituido
de idea religiosa; sobre este punto -observa Couto de Magalháes- “era menester acreditar que
no tenían idea Dios". El indio fue muy calumniado y agrega Magalháes: "Para poder matar a
los indios como se mata a una fiera peligrosa, para poder tomarles impunemente sus mujeres,
robarles sus hijos, criarlos para la esclavitud y no tener con ellos ninguna ley de moral y ni
reconocerles derecho alguno, era necesario acreditar que no tenían idea de Dios ni
sentimientos morales o de familia. La historia hará, algún día, plena justicia a estas
aseveraciones". Y agrega: "De otra parte, los padres jesuitas antiguos que no por ser
grandes hombres dejaban de ser, precisamente, hombres, participaban en gran parte de
los defectos de sus contemporáneos; en aquellos tiempos, la creencia en el espíritu
maligno era tan grande, que Satanás representaba en la vida humana un papel casi tan
importante como el del propio Dios" (Couto de Magalháes, obra citada). El africano, a su
vez, no trajo unidad cultural; los dos grupos que, al estar a lo manifestado por el profesor Artur
Ramos, preponderaban en influencia sobre el elemento negro eran los sudaneses y los bantus y
ellos, a su vez, cuando su llegada a Brasil, poseían notables diferencias. Los aportes
oriundos de sudaneses y bantus fueron examinados en rigurosos estudios y, con especial
desvelo fueron tratados, además de los naturalistas Spixy Martius -citados por el doctor profesor
Artur Ramos- por el historiador bahiano Braz do Amaral en "Hechos de la vida de Brasil". En
Brasil, por lo tanto, y usando una expresión moderna, "el caldo de cultura" es muy variado;
en él convergieron diversas contribuciones, determinando la imposibilidad de mantener su
manera original de cualquiera de las religiones Implantadas en el país. Afirma a este
respecto el profesor Artur Ramos, considerado en la actualidad como una de las mayores
autoridades en la materia, que no existe religión en estado puro ("El negro trasueño", edición de
1934). La bibliografía de este reconocido etnólogo ha venido Creciendo mucho en estos
últimos años.
En Brasil el Africanismo perdió hace mucho tiempo sus primitivos trazos; se ha
formado en el país una cultura de fusión y de ahí el sincretismo religioso: Un poco de
Catolicismo, un poco de Africanismo y un poco de Espiritismo deteriorado por el misticismo
popular. La propensión religiosa del pueblo ha concurrido en mucho para la amalgama de las
prácticas espiritas con el ritualismo afro-católico; en los candomblés : Bahía, como en las
macumbas de Río, por ejemplo, no hay más Africanismo puro y, sí hay, en cambio, una
mezcolanza de elementos tomados al Catolicismo y al Espiritismo. Pero es
absolutamente necesario subrayar que el Espiritismo, nombre privativo de la escuela
de Allan Kardec, halló en Brasil un ambiente propicio al sincretismo, porque ya existían en el
país, mucho antes del siglo pasado, los factores de fusión cultural a que nos hemos
referido. El hecho de que el culto afro-católico haya tentado absorber al Espiritismo no
significa, ni con mucho, que haya relación entre la práctica espirita y las ceremonias peculiares a
las religiones fetichistas, muy diluidas al presente, en los fundamentos de su organización
original. En "Hábitos africanos en el Brasil", libro muy interesante, sobre todo por su
carácter instructivo, dice Manuel Querino que "lo africano es espíritu de naturaleza y, como
tal, provoca invocaciones". El profesor Artur Ramos, que hizo el prefacio y acotó el trabajo
de Manuel Querino, corrige este punto esclareciendo que "es una afirmación que no
puede ser generalizada. Las prácticas espiritas negro-brasileñas fueron resultantes de un
sincretismo secundario". El africano, como el indio, era inmortalista, aceptaba la supervivencia
del alma y aún hoy estamos viendo, a través de diversas formas de culto afro-católico, la
9
tradición africana afirmando tal creencia. No existe, pues, lo que el eminente profesor Artur
Ramos denomina "prácticas espiritas" en el sincretismo afro-católico o afro-brasileño, por
la razón de que la práctica espirita no tiene características que puedan, tan siquiera, dar
idea de semejanza con los rituales de origen africano. Podemos decir, por otra parte, que la
idea religiosa es innata en el africano; pero bien es cierto que su idea religiosa se exterioriza
bajo forma de cultos bien variados. Hasta aquí, lo que fue estudiado en este terreno se
refiere al "animismo fetichista", al mediumnismo propiamente dicho; en las macumbas,
en los terreiros (en los barracones, chozas), en las ceremonias de Oxalá, de Ogun, etc.,
se constata simplemente lo anímico, el fenómeno psíquico, etc. sin que las pesquisas
induzcan a aseverar que las prácticas africanas, de donde deriva el rumbo de "Umbanda", sean
por ello Espiritismo grosero o bajo. Espiritismo es Espiritismo, tal como Africanismo
es Africanismo: Son asuntos bien distintos. El animismo es un capítulo del Espiritismo y, por el
mero hecho de habérselo verificado existente en los fenómenos de animismo en los
terreiros, no se infiere de ello que Africanismo sea Espiritismo. Futuramente, a través de las
investigaciones sociológicas y folklóricas, ya muy adelantadas en Brasil, por sí sola caerá esta
duda, quedando cada asunto en su lugar: El Africanismo será estudiado a la luz de sus propios
elementos de cultura, en la actualidad muy mezclados, y el Espiritismo será estudiado
como ciencia, en mérito a sus propios principios, en la ruta filosófica en que se sitúa a su
doctrina. En Brasil los estudios de africanología son relativamente nuevos; gracias a los
elogiables esfuerzos del Profesor Artur Ramos, que no ha hecho solamente trabajo de
compilación sino que, por lo contrario, ha procurado tomar contacto con las fuentes generales, ya se
conoce bastante en materia de cultura africana; antes de él, poco había de profundo en este
sentido. El ilustre científico, a quien Brasil ya debe tan señalados servicios, además de
una prudente y noble campaña contra el absurdo preconcepto de la inferioridad del elemento
negro, estudió el fenómeno psíquico, o mediumnismo, o trance medianímico, aspectos
comunes al Espiritismo y al Africanismo. Pero la doctrina espirita va más allá de esos puntos de
orientación. El Espiritismo comporta un estudio aparte. El campo aún se halla poco explorado.
Quien inició pesquisas científicas en el terreno de las religiones africanas en Brasil ha sido Niño
Rodrigues, cuyo nombre es una gloria de la que Brasil justamente se ufana. Comenzó, el recordado
maestro, en Bahía, en la que dictaba la cátedra de Medicina legal. Natural de Maranháo, pero
educado en Bahía, Niño Rodrigues halló elementos valiosos para sus notables; trabajos: su
infatigable continuador, Artur litamos, aportó nuevas contribuciones. Vamos en busca del
esclarecimiento de un punto importante: Africanismo no es Espiritismo.
10
CAPITULO II
EL ESPIRITISMO NO ES FETICHISMO
Nuestro objetivo, bien claro por cierto, es solamente hacer la distinción existente entre
Espiritismo y Africanismo, sin otra Intención que no sea la de separar y esclarecer, a la
luz de los propios elementos estudio, dos campos bien definidos de investigaciones. El
Africanismo, con todas sus sectas y cultos, debe ser estudiado por sí solo y lo propio
acontece con el Espiritismo, puesto que no existe, entre uno y otro, ninguna afinidad de
cultura ni de relación histórica. Las prácticas afro-católicas, como se ha visto en el capítulo
anterior, datan de época muy remota y son de origen heterogéneo, mientras que la escuela de
Allan Kardec es de origen europeo y obedece a una inteligente unidad de principios. No existe,
por lo tanto, semejanza alguna con las prácticas del culto africano, en cuya mezcla aportaron
diversos elementos, siendo de notar el aporte musulmán, formándose de este modo una
expresión religiosa muy compleja. Después de 1850, cuando se extinguió, felizmente, el tráfico
africano, la esclavitud prosiguió, infelizmente, en Brasil hasta 1883. Claro está que con la
extinción de la esclavitud, el elemento africano comenzó a adaptarse, con relativa facilidad, a
los hábitos de la tierra brasileña, a nuestras inclinaciones culturales por la sola gravitación de
convivir con la civilización blanca. Incorporándose a la sociedad como un elemento libre, el
africano y no obstante su condición de tal, no diluyó sus heredades religiosas, ligadas a él por
siglos en su psiquis. Aun cuando fueran diluidas, mezcladas con el catolicismo, no
perdió las prácticas religiosas de origen africano en sus líneas generales incluso se hallaren
éstas desde mucho tiempo sensiblemente alteradas en su origen en mérito a las influencias que
se hicieron sentir. Estas consideraciones, a guisa de introducción, muy generales por otra
parte, pretenden simplemente resumir la argumentación esgrimida hasta aquí; hagamos ligera
confrontación: El culto afro-católico tiene ritual, y ritual muy variado; adora símbolos e
imágenes, venera divinidades. El Espiritismo no tiene ritual ni imágenes, ni tampoco rinde
culto a divinidades, visto que sus prácticas son simples, absolutamente simples, teniendo la
exclusiva preocupación de mejorar las condiciones espirituales de la criatura ^ humana y
fortalecer en el espíritu de sus I adeptos la creencia fundamental en Dios, basada en principios
morales y filosóficos. No se discute, aquí, que el objetivo del culto católico -con todos sus
elementos religiosos y culturales- sea o no para bien, pero insistimos en que el Espiritismo no se
identifica ni se confunde con el Africanismo.
11
se a las órdenes de los hombres y satisfacer sus deseos. Hoy se sabe que los espíritus no son
más que las almas de los hombres; no se les llama sino para recibir consejos de los buenos,
moralizar a los imperfectos y para continuar las relaciones con los seres que nos son queridos".
("El Cielo y el Infierno", 1*. Parte, cap. X, n9. 9). Además, en el mismo capítulo, ns 11, también
afirma el Maestro que ".... los principios del Espiritismo no tienen ninguna relación con los de la
magia".
12
"puntos del terreiro", focalizaciones de atracción y convergencia de miras. ¿Qué relación tiene
todo esto con el Espiritismo? Ninguna, absolutamente. Esa fusión a que antes nos referimos,
en el umbandismo, no es solamente religiosa, sino también Lingüística; la
nomenclatura del culto umbandista ofrece variedad de origen y que testimonia, una vez más,
la acentuada mezcla de prácticas afro-católicas. El lento africano, que ya venía a Brasil
dividido en sus grupos étnicos, transplantó para este país tanto la influencia cultural como el
contingente de su contribución lingüística. El cruzamiento por ende, completo: Religión,
cultura e idioma: en el portugués hablado de Brasil, principalmente en materia culinaria, ya se
hallan incluidos numerosos vocablos de origen africano. Tenemos, así, tutu, quitute (éste
de origen "Yoruba", de Guinea posiblemente), quibebe, mungunzá o mucuunzá,
como se estila en Bahía, etc. Muchos hibridismos se formaron con elementos africanos.
La lengua portuguesa recibió, justamente por la influencia del cruce con lo africano, una
serie numerosa de términos y raíces, muchos de ellos alterados en el uso popular. Esta
es la causa por la que en el léxico umbandista tenemos un verdadero amasijo de nombres
tomados de distintos orígenes: las especies Yoruba y sudanesa abastecieron a la lengua
portuguesa de muchos nombres para los "genios", las "divinidades", para los objetos de
culto, etc., criteriosamente anotados por el profesor Jacques Raimundo, tales como
Babalao, Exú, Xango, Ogungun, Ojá, Olorum, lemanjá y otros (J. Raimundo: "El elemento
Afro-negro en el idioma portugués ". Incluso en las relaciones lingüísticas se reconoce la
filiación del Umbandismo, como así de todas las formas de fetichismo existentes en Brasil,
con las fuentes del Africanismo, enormemente ramificado y, desde largos años,
entroncado con el Catolicismo.
Es verdad que no solamente del trafico africano nos viene la infiltración idiomática;
grande, como es notorio, es la influencia del tupí en la lengua portuguesa, cuyo
vocabulario pueda ya alinear numerosos términos oriundos del idioma nativo. Ese
fenómeno lingüístico nada tiene de extraño, toda vez que el mestizaje siempre trajo
consecuencias en la formación y enriquecimiento de los idiomas. El elemento árabe,
cuya irradiación en el mundo antiguo se extendió considerablemente, aportó un gran
contingente de términos y de raíces, tanto al español como al portugués. El claro ejemplo
del idioma francés, lengua de significativa trascendencia internacional, es bien
característico: Los elementos celta, latino y germánico tuvieron preponderancia su
estructuración; las emigraciones también han sido y continúan siendo ponderables
vehículos de infiltración y aporte lingüístico. El africano, a través de ramificaciones bien
diferenciadas idiomáticamente, transmitió a la lengua portuguesa una valiosa
contribución; la terminología religiosa del africanismo se ció con términos propios del
culto católico. El Africanismo procura acercarse más al Catolicismo que al Espiritismo, lo que
constituye una razón, y muy fuerte, para no confundir Umbandismo y Espiritismo,
ni ninguna otra práctica de origen fetichista. Tenemos, por ejemplo, en las prácticas de la
línea Umbanda, muchos vocablos peculiares al Catolicismo, tales como patrono, bautismo,
altar; verificase, por lo tanto, comenzando por la preferencia de los términos inherentes a los
actos de la liturgia católica, que el culto fetichista se inclina francamente para el Catolicismo y
no para el Espiritismo. Tal equivalencia fue notada hace ya mucho tiempo por el insigne
antropólogo Nino Rodrigues, cuando observó una de las más conocidas tradiciones
católicas en Bahía: El lavado de la Iglesia de Bonfim. Escribe Niño Rodrigues, "El lavado de la
Iglesia de Bonfim es, como demostré, una práctica religiosa yoruba o nagó, mas el verdadero
culto vivo, pues para los africanos negros, criollos y mestizos de aquella secta, el Señor de
Bonfim es el propio Obatalá".
Los cultos africanos se confunden cada vez más con las ceremonias del Catolicismo; en los
"terreiros" existe mucha cosa de Iglesia Católica. El Africanismo se fundió, se amalgamó con
13
el Catolicismo, naturalmente por la semejanza, por la similitud de los respectivos cultos. El
hecho de que haya personas propensas a transformar tales prácticas, procurando
adaptarlas al Espiritismo no justifica, ni mucho menos, toda confusión a este respecto;
existe, simplemente, la manifestación de espíritus en el Africanismo, como en el Espiritismo,
en el Catolicismo, etc., pero el Espiritismo no tiene puntos de L concomitancias con
ninguna de las ramificaciones del Africanismo. Los nombres privativos del culto fetichista,
hoy bastante modificado, muestran por sí nos que no existen trazos de unión 5 las
prácticas espiritas y las ceremonias opias de aquel culto. En la línea de "banda que es, como ya
hemos expresado, las divulgada y especialmente en Río de Janeiro, e incluso sin las
características originales toda vez que se ha modificado en parte por influjo del Catolicismo, el
templo es terreiro, el médium es caballo y el marafo, bebida que en Bahía se llama caxaxa forma
parte de las ceremonias y así por el estilo. Existen diferencias regionales, tanto en el culto como
en la misma nomenclatura. Llámase candomblé en Bahía, al paso que en Río de Janeiro, las
ceremonias fetichistas, con tambores, llamados cantados, líneas cruzadas en el suelo, etc.,
se denominan macumbas. No se niega que en tales ceremonias exista sentimiento de
caridad, pero lo que debe tenerse en cuenta es que no existe en ellas ninguna ligazón
entre Africanismo y Espiritismo. Hace poco, precisamente, hemos tenido un ejemplo
típico que destaca esta posición; habiendo ocurrido, en la capital bahiana, la
desencarnación de un viejo "padre santo", muy popular por cierto, se realizó la
singularísima ceremonia llamada de "cambio de cabezas", con motivo del
entierro; ¿de dónde viene tan curiosa ceremonia sino del Africanismo? ¿Tiene, acaso,
el Espiritismo alguna ceremonia especial para enterrar a sus difuntos? No, de donde se
infiere que no hay paralelo entre los actos espiritas, todos ellos naturales, simples y
espontáneos, con los actos religiosos del Africanismo. El diario "La Tarde", de Salvador,
Bahía, dando cuenta del entierro del "padre santo" (pai de santo), Manuel Bernardino da Paixáo,
en su edición del 18 de Abril de 1947, describe así la ceremonia cumplida:
"El féretro, armado en la sala del frente, reposaba sobre una tarima. El cuerpo yaciente,
todo cubierto de flores, emergiendo tan solo el rostro regular, oscuro, amarillento por la
muerte. Enormes cirios bordeaban la caja mortuoria, cerca de la que se hallaba agua bendita,
con la que los visitantes salpicaban al cadáver. Hacia el interior, varias decenas de personas
se apeñuscaban y todos los espejos de la casa se hallaban cubiertos con paño blanco.
Cuando un "pai de santo" parte para el otro mundo deja a su reemplazante legal o discípulo más
capaz y más querido. Después de la muerte y antes de dar sepultura al "maestro", el
sucesor se somete a la ceremonia conocida por "cambio de cabezas"; a
consecuencia de este acto, el nuevo Bacalao queda revestido con todas las
prerrogativas del primero. Justamente para ser efectuada esa ceremonia, se tuvo que
atrasar el entierro de Bernardino; su sustituto, "Paizinho" (Padrecito) más conocido por
Bandanguami, reside en Río; ahora, y por exigencias del culto, debe transferirse a
Bahía, asumiendo las funciones de Bernardino. Avisado por telégrafo, el "Padrecito"
prometió llegar a tiempo para someterse a la ceremonia del "cambio de cabezas". Por ello, una
delegación de "hijos" se trasladó hasta Ipitanga, esperando la llegada de su "nuevo
padre" y conducirlo directamente hasta el cementerio de Quintas, para realizar allí la
ceremonia solemne de transmisión. También se esperaba la llegada de Cilial, de Villa
América, en el camino de Río Vermelho de Baixo; Cilial estaba en la zona sudoeste cuando
recibió la noticia y se apresuró a llegar a tiempo para el enterramiento de Bernardino y esta
es la razón por la que la inhumación del j efe de Oxalá quedó retrasada hasta casi las once
horas".
14
queda descrito el entierro, que el Africanismo tiene culto opio; en los terreiros, lo que se
verifica, no ahora sino desde hace mucho tiempo, es una combinación, una mezcla de
prácticas fetichistas y católicas. La credulidad popular, en tanto, pretende introducir
Africanismo en el Espiritismo y tanto es así que es dable observar, en determinados
centros espiritas alguna inclinación bien visible hacia el ritual de Umbanda. Trátase, ello es
evidente, de herencia cultural favorecida por el sincretismo religioso; la propia divulgación
del Espiritismo por procesos inteligentes, contribuye a destruir, por evolución y por superación,
los remanentes de la influencia afro-católica.
Es palpable, por lo tanto, que las religiones de origen africano se adhirieron, tanto en
Brasil como en otros países de América, a las prácticas del Catolicismo y del culto aborigen
mucho antes de conocerse la palabra Espiritismo.
La expansión de la doctrina espirita, a partir del siglo pasado, esto es, de 1857, halló
el cruzamiento, el consorcio cultural ya formado. No obstante la existencia cada vez más
generalizada del sincretismo (Africanismo, Catolicismo y Mediumnismo), no se puede negar el
contingente cultural del elemento africano, cuya psicología aún está reclamando los estudios
15
especiales que se necesitan; la cultura de origen africano es un vasto campo de estudios,
como expresa el profesor Artur Ramos: "Al ', Investigar las influencias que el negro africano
ejerció en el Nuevo Mundo, hemos de considerar a los tipos negros, no en sus características
biológicas (ello importa poco desde nuestro punto de vista) mas sí como representantes de
culturas que fueron transportadas de sus zonas hacia otras comarcas y otras culturas con
quienes se pusieron en contacto" (A. Ramos: "Las culturas negras en el Nuevo Mundo", 1937).
Vamos a admitir que se encare el asunto bajo el punto de vista científico, con exclusión de
la parte religiosa; aun así se hace evidente que ninguna semejanza existe en Africanismo y
Espiritismo, no importa que se registren, tanto en las sesiones espiritas como en los terreiros afro-
católicos, indiscutibles fenómenos anímicos y extraterrenos, comunes a todo trabajo de
naturaleza psíquico-experimental. Cuando se realizó, por iniciativa del sociólogo Gilberto Freiré, en
1934, el Primer Congreso Afro-Brasileño, ninguna otra preocupación presidió aquel importante
cónclave sino la de examinar cuidadosamente la influencia africana en Brasil bajo todos los
aspectos. Pero no se realizó un estudio especial para separar lo qué es exclusivamente fetichismo,
con los elementos afro-católicos que le son peculiares y lo que, de hecho, es Espiritismo.
Para muchos estudiosos, folkloristas, sociólogos, etnólogos, todo ese conjunto de prácticas
primitivas, injertadas de diversos elementos foráneos pertenece al Espiritismo, simplemente
por haber, en tales prácticas, hechos que se encuadran en el estudio del mediumnismo y del
animismo. Se le da, por lo tanto, al Espiritismo y de manera muy impropia, una designación
general y en realidad, sólo se debe considerar Espiritismo aquello que corresponde a los principios de
su doctrina.
Entre los propios umbandistas existen quienes reconocen el origen remotísimo de la religión
umbanda, cuya orientación fundamental, como ya queda dicho antes de ahora, se halla muy
desfigurada. Mas, como hecho histórico, el culto de Umbanda deriva I tronco fetichista del África, de
donde se expandió. Léase, a propósito, en el texto de de las tesis presentadas al Primer
Congreso Brasileño de Espiritismo de Umbanda, reunido en Río de Janeiro, en 1941, lo
siguiente: “No obstante las diferencias, en ocasiones profundas en la concepción que de
Umbanda tienen sus amoldados y adeptos, todos están de acuerdo en cuanto a sus
orígenes africanos" (Anales del Primer Congreso Brasileño de Espiritismo de Umbanda, Río de
Janeiro, 1942). La palabra "Espiritismo" está empleada sin cabida lógica en el título del
trabajo. "Umbanda" es rama del Africanismo, como ya se halla demostrado en mérito
a las más autorizadas opiniones; con la atomización del Africanismo puro, sus prácticas
comenzaron a presentar, como todavía presentan, formas mixtas de catolicismo
primitivo, verificándose manifestaciones anticuadas, en determinados casos, lo que
evidencia la fusión de que se han ocupado la mayoría de los autores. La transformación del
elemento negro es reconocida, asimismo, por uno de los más grandes estudiosos de
las cuestiones brasileñas; Pandiá Calogeras, estadista y hombre de gran cultura, incluso no
tratando de la cuestión como especialista, hizo una observación muy acertada: "La
descendencia, al principio abundantísima, del elemento africano, comenzó a disminuir por las
dolencias, en aumento creciente e ininterrumpido, decadencia de su pureza racial; surgió una
etapa de mestizos, medio-sangres, cuarterones (hijo de blanco y mestiza o viceversa) y, aun
menos coloridos. Hasta la fecha, no ha concluido esta evaporización pigmentaria"
(Pandiá Calogeras: "Formación histórica de Brasil", 4a. edición, 1945).
16
que mucha gente llama, sin fundamento, Espiritismo. De las masas que frecuentan
sesiones medianímicas y terreiros de Umbanda, gran parte e incluyendo a muchos
médiums, trajo en el subconsciente la influencia del catolicismo; de ahí arranca la inclinación,
como heredad psíquica, para las ceremonias fetichistas, porque el ritual, la presentación de las
ceremonias y la magia de los símbolos no dejan de constituir punto de atracción para las
personas que aún no se han emancipado de su ancestralidad cultural y de la influencia del
medio ambiente. El fenómeno, en tanto, es de naturaleza tanto cultural como religiosa. Con la
preocupación del estudio, de la investigación para buscar la Verdad, es que se debe orientar la
búsqueda en el terreno histórico, antropológico y psicológico, para fijar la distinción entre
Africanismo y Espiritismo.
17
CAPITULO III
EL ESPIRITISMO NO TIENE CULTO MATERIAL
Los cultos de origen africano, como se sabe, son fetichistas; habiendo, por tanto, la
palabra "fetiche", del francés, tomado sentido popular en Brasil, principalmente en Bahía,
donde el uso general consagró la forma portuguesa feitiҫo (hechizo), se hace imprescindible
señalar una alteración interesante, para clarificar el asunto. Se entiende por fetichismo,
según la etimología, el culto de los fetiches, esto es, la creencia en el poder de objetos naturales o
artificiales. Pero el vocablo feitiҫo es empleado, entre nosotros, en la acepción vulgar de hacer
mal a alguien por medio de objetos de uso, piezas de vestir, platos de comida, etc. La fuerza del uso
llegó a crear el verbo enfeitiҫar, significando, justamente, transmitir influencias, impregnar a
alguien de hechizo (feitiҫo) y sinónimo de hechizo, en el vocabulario popular de Bahía es urucubaca,
que significa estar con desgracia, estar bajo influencia ruinosa; en el lenguaje carioca (de Río de
Janeiro) ya no se utiliza el vocablo urucubaca; porque cuando se dice tirar el peso (de pesar,
desgracia) ir a "macumba" para descargar el peso, lo que está implícito en esta expresión de
astucia es lo mismo, exactamente, que tirar a urucubaca conforme a las costumbres bahianas.
Son, como puede observarse, dichos equivalentes en su significación. La literatura moderna
reclutó, contra la voluntad de los puristas de la lengua, muchos términos de malicia,
incluyéndolos en el lenguaje corriente. Conviene notar que, a pesar de la elasticidad que se le dio
al término hechizo, el verbo hechizar (enfeitiҫar) no es usado en la forma reflexiva, dando idea,
por lo tanto, de acción que el individuo recibe, de fuerza que viene de afuera: Ninguno se hechiza
pero alguien es hechizado. Nótese, pues, que fetiche adquirió forma, figura, talla más popular
en Brasil, adaptándose de tal manera al ambiente que su correspondiente en portugués
(feitiҫo) ya se desligó, en gran parte, de la acepción cultural y religiosa en que debiera ser utilizado.
Poca gente dice feitiҫo en alusión a cultura negra o acerca de las formas de culto oriundas de
África, pero sí, generalmente, en el sentido de maleficio, de "macumba", de hechicería. Se volcó,
pues, la designación primitiva de feiticeiro (hechicero) conque eran tratados, en sentido peyorativo,
los curadores y médiums, sin excluir al propio Jesús cuando hacía sus curas por simple
imposición de manos. Pero, así, y todo, es necesario distinguir otro punto: Hechicero (feiticeiro)
ordinariamente, tal como se expresa en Bahía, que fue uno de los centros de concentración de
la cultura africana, no es, en rigor, el que cura, el que hace el bien y sí es el individuo que trabaja
para el mal, destruyendo amistades, deshaciendo hogares, desorganizando la
situación económica de alguien o arreglando dolencias, produciendo males que,
en ocasiones, llegan a producir la muerte, según la creencia popular. Frente a este
fenómeno lingüístico, que determina la alteración del verdadero significado de ciertas
palabras, tenemos que considerar, contra las propias razones de índole etimológica,
alguna diferencia entre hechizo, en el sentido popular con que es usado en Brasil y la propia
palabra que le dio origen: fetiche.
La literatura folklórica, que ya es abundante, señala que ciertos vocablos pierden -
bajo la acción deletérea del tiempo-el sentido primitivo, adaptándose a las ideas y cosas que
el pueblo les atribuye; en asuntos de cultura negra, por ejemplo, podríamos recurrir al
autor anteriormente citado, toda vez que ha sido uno de los primeros en cumplir estudios
especializados del elemento africano bajo el punto de vista exclusivamente folklórico: (Prof.
Artur Ramos: "El folklore negro en Brasil"). El lenguaje del pueblo consigue forzar el sentido
de muchas palabras; lo que sucede con "hechizo" también se verifica en relación al empleo de
muchas otras palabras que entraron en el acervo de nuestro folklore, ligadas a leyendas y
18
supersticiones seculares, cuidadosamente anotado por el célebre folklorista brasileño
Cámara Cascudo ("Antología del folklore brasileño").
19
etnólogos brasileños y al mismo tiempo uno de los más esclarecidos representantes del
elemento negro en este país informa:
"Los pueblos primitivos de las Guyanas, principalmente los del valle del Orinoco, en
directo contacto con los de América central y con los del macizo andino de Cundinamarca, esto
es, los chibchas astrólatras de Sogamoso, muy probablemente reflejaban, en lo que atañe
a creencia, el culto al Sol al mismo tiempo que ese otro, tan instintivo en el hombre, de
propiciarle al genio del Mal" (Teodoro Sampaio: "Naturalistas y viajeros de los siglos XVIII y
XIX"). Los trabajos de Roquete Pinto y de Edison Carneiro, principalmente, aportaron valiosos
contingentes de informaciones al estudio de las culturas primitivas de Brasil sin que,
además, se pueda soslayar el aporte de Manuel Querino, por cuanto ha sido este último, hombre
de color muy inteligente, quien provocó por sus importantes investigaciones efectuadas en
Bahía, las grandes contribuciones que de ahí irradiaran -a través del inolvidable Niño
Rodrigues- por todo el país, extendiendo los ensayos africanistas, hasta entonces poco
desarrollados. Los estudios del profesor Basilio de Magalháes son, asimismo, de mucha
utilidad a los fines apuntados.
20
secta, habiendo misa; ninguna bebida alcohólica se usaba en esta festividad. En el acto de
sacrificar al carnero, introducían la punta del puñal en la arena y sangraban al animal
profiriendo la palabra "Bi-si-mi-lai". Y concluye Querino: "Corresponde, esta ceremonia, al
sacrificio de Isaac".
21
El profesor Augusto Lins y Silva, catedrático de la Facultad de Medicina de Recife,
antiguo discípulo de Niño Rodrigues, escribió en un libro reciente, lo que reproducimos de forma
textual: "Sabiéndose que el mito siempre fue manifestación del pueblo primitivo, los blancos
explotaban este aspecto del sentimiento del negro, confiándole el culto religioso bajo la irrisoria
majestad de los reyes del Congo". En Brasil, señala Niño Rodrigues, Nuestra Señora del Rosario
siempre fue una cofradía de negros. Y era la patrona de la monarquía del Congo, nación que -
entre las otras- tal como Angola, Regalo, Mozambique, gozaba de cierta ascendencia. Y
agrega, este autor, lo siguiente: "La macumba de Río, el xangó de Bahía y el calimbó de
Pernambuco son remanentes de las antiguas mezquitas africanas" (Augusto Lins y Silva,
"Actualidad de Niño Rodrigues", 1945).
Justamente, para definir al Espiritismo con exactitud, para evitar -sin duda- que el
Espiritismo se confundiese con las sectas y escuelas espirituales (entre éstas, las del fetichismo,
porque se apoya también en la inmortalidad del alma), tuvo Allan Kardec la necesidad, bien
comprensible por cierto, de crear la denominación propia de ese cuerpo de doctrina; de ahí el
neologismo por él formado, en el siglo pasado, para designar a la doctrina espirita:
ESPIRITISMO.
22
Africanismo; las prácticas de origen africano, largamente ramificadas, son
espiritualistas, dignas de todo respeto como acontece con toda otra práctica religiosa, pero no
constituyen variante de las prácticas espiritas. Y concluimos, pues, nuestro trabajo, llegando a
la conclusión de que AFRICANISMO NO ES ESPIRITISMO.
23
Deolindo Amorim
Obras principales:
Espiritismo y Criminología
Africanismo y Espiritismo
24