Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CALIDAD DE VIDA
senil no son más del 5 – 6% en la población mayor de 65 años; mucho más abundante son
los síntomas de insatisfacción existencial (soledad, angustia, estrés, aburrimiento)
consecuencia de la inactividad física y mental y la falta de sentido de sus vidas “ Esta
afirmación es descrita luego de encontrar, al entrevistar un grupo de ancianos, que en la
mayoría de los casos ellos se sienten más limitados por sus grupos sociales, que por sus
propias dolencias físicas.
Entra en juego desde este punto de vista el factor que en diferentes literaturas se ha
denominado como felicidad (Valle y Martínez, 2006). Donde se señala que la medida de la
Contexto: Reflexiones en torno al proceso de envejecimiento
felicidad siempre se ha entendido como una evaluación objetiva, que por ende, de forma
tentativa, debería realizarse por un agente externo que la evalúe; sin embargo una cualidad
tan relativa como la felicidad no debe ni puede ser evaluada a través de simples pruebas ni
tampoco de los característicos cuestionarios e inventarios psicológicos, como tampoco a
través de la mera observación de las conductas del individuo, pues extensamente se ha
reconocido que la felicidad se refleja solo parcialmente en las acciones, pues muchos de los
patrones comportamentales que muestran las personas felices son altamente similares a los
de las personas infelices.
Y sin embargo parece tan urgente reconocerle la felicidad al anciano, que solo queda
una alternativa metodológica y es la pregunta directa (Veenhoven, 2001; citado por Ovalle,
2006) que puede plantearse de diferentes maneras, y se entiende directa como simplemente
la que se hace al sujeto implicado y no como en otros casos que se indaga a los sujetos
cercanos, cuidadores, familiares, amigos, pareja, etc. Pero de hecho se pueden abordar
preguntas directas e indirectas según si se indaga directamente por la calidad de vida
percibida o se preguntan cuestiones sencillas o múltiples de diferentes situaciones en las
cuales se pueda tener luz del grado de satisfacción que se tiene con los acontecimientos
cotidianos o trascendentales del anciano.
Cabe volver a hacer una distinción entre la calidad de vida objetiva y la subjetiva; la
primera de las cuales se refiere al grado de vida que alcanza estándares de buena vida y que
se evalúan por una persona externa e imparcial; factores de este orden comprenden la
vivienda, situación económica, condición de salud, condiciones de trabajo, alimentación,
empleo del tiempo libre y actividades realizadas, por citar algunos ejemplos. De otro lado
lo subjetivo se refiere estrictamente a las auto apreciaciones basadas en criterios implícitos
como puede ser por ejemplo el sentimiento subjetivo de la buena salud de alguien, que
incluso puede ser disonante con la condición real, para bien o para mal.
Entonces Zapf (1984) sugiere una clasificación cuádruple para las condiciones posibles
de esta interacción objetiva subjetiva: establece un estado de bienestar, cuando las
condiciones de vida objetivas puntúan bien y la apreciación subjetiva es positiva; u estado
Contexto: Reflexiones en torno al proceso de envejecimiento
de privación cuando tanto juicios objetivos como subjetivos son negativos; y dos estados
que nombraremos intermedios que son disonancia y adaptación; en el primero de ellos
sucede, correspondientemente que el sujeto percibe subjetivamente un malestar cuando las
condiciones son positivas o viceversa, que el sujeto percibe una calidad subjetiva aunque
las condiciones sean evaluadas principalmente como adversas.
Es bien cierto a partir de esta reflexión, que lo que denominamos calidad de vida suele
consistir en la coincidencia de todas las condiciones que consideramos positivas más el
beneficio de encontrar satisfactorios todos estos aspectos.
Igualmente parece evidente que la felicidad coincide con varias de estas cualidades de
vida, como son distintas cualidades del entorno, como la libertad y otras aptitudes de orden
personal como la misma independencia y la autonomía. Y sin embargo ninguna de estas, se
relaciona sí o sí con la felicidad; es decir no existen factores que en todo caso y bajo
cualquier circunstancia otorguen felicidad a la persona, pues las interacciones entre
diferentes factores pueden afectar cada vivencia independiente haciendo de los juicios que
se emiten de ella una verdad muy relativa que debe manejarse con cautela.
Veenhoven (2001; citado por Ovalle, 2006) sugiere que existen tres efectos positivos
que pueden darse por efecto de la percepción individual de felicidad y que están
principalmente ligados con el concepto de estrés. Considera que desde el punto de vista
más estricto psicosomático, la misma infelicidad es una fuente de estrés que en una
importante medida incrementa el riesgo de adquirir, padecer o perpetuar la enfermedad.
Estudios como los efectuados por Brenner (1979) Lieberman y Miller (1965)
mostraron a través de observaciones longitudinales que la diferencia en susceptibilidad a
enfermedades es en gran parte debida a un efecto de la felicidad sobre la salud. Se
comprobó que el mal humor iba en gran número de casos seguido de un aumento
significativo de las quejas somáticas en un periodo aproximado de los tres meses sucesivos
al episodio de mal humor; de la misma forma se reconoce que existan efectos muy
negativos sobre la salud física propiciados al menos de forma contingente con el grado de
depresión de los sujetos.
Por ejemplo en un estudio de 1982 realizado en un asilo se observo que aquellos viejos
que mostraban mas tendencia a la felicidad en la entrevista aceptaban menos el hecho de
que yo no abandonarían nunca esa institución y todavía estaban esperando recuperarse.
Mientras que este estudio y uno que no mostró diferencias significativas entre la felicidad y
Contexto: Reflexiones en torno al proceso de envejecimiento
la longevidad; los otros ocho estudios revisados por Ovalle y Martínez mostraron por lo
general una tendencia a que los ancianos que vivían felices precisamente vivían más
tiempo. Aunque la consecuencia lógica de esto es la más deseable, tales interpretaciones se
deben manejar con cautela pues en principio estos resultados pueden deberse a los efectos o
factores asociados con esa felicidad y no a un efecto directo de la felicidad como tal;
sumada la imposibilidad de verificar si un estado emocional es capaz de conducir a
consecuencias de naturaleza tan diferente y tan de otro plano como son la longevidad.
Aunque haga falta tener una mayor certeza, afirmaremos que la felicidad y la
percepción de una calidad de vida alta y deseable tiene implicaciones directas en el modo
de vida de la sociedad y del particular de la población de adultos mayores que nos ocupa
para este análisis. Existen indicios de varios efectos y por supuesto que son efectos
altamente deseables. Una consideración final nos dicta como consecuencia lógica que el
desarrollo debe interpretarse como el avance hacia una sociedad donde los individuos no
solo posean muchos bienes y servicios y gocen de salud, sino donde los sujetos, no solo
viejos, sino de cualquier edad se sientan contentos de llevar las vidas que llevan y
encuentren más satisfacción personal en su quehacer diario y en su entorno circundante.
Contexto: Reflexiones en torno al proceso de envejecimiento
REFERENCIAS
1. BRAYNE, C. (1995). La calidad de vida aún por definir. En: Foro Mundial de
la Salud. Volumen 16. OMS. Washington D.C. USA.
2. San Martín, H. y Pastor, U. (1990). Epidemiología de la Vejez. Ed.
Interamericana. México.
3. Solano, B. T. ¿Cuál calidad de Vida? En el mejor de los casos esta
superdeteriorada. (1997). Documento periodístico. Medellín. Colombia.