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EL PAPEL DE LA INTELIGENCIA Y CONTRAINTELIGENCIA

En la sociedad actual, donde se combinan distintas amenazas, cualquier organización, ya sea


pública o privada, necesita disponer de inteligencia oportuna, precisa y fiable, para asegurar
una toma de decisiones de calidad, que proporcione ventajas competitivas, asegure la
anticipación y evite la sorpresa. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que las mismas
organizaciones que destinan ingentes esfuerzos en aumentar su seguridad física, dejan de
lado la contrainteligencia, entendida como la actividad que contribuye a proteger su
información sensible. La creencia popular es que contrainteligencia versa únicamente sobre el
oscuro mundo del espionaje, el contraespionaje o los agentes dobles y encubiertos que llevan
a cabo misiones clandestinas. Aunque gran parte de eso sea cierto, el campo de
contrainteligencia es mucho más amplio y, en la mayoría de las ocasiones, su actividad se
basa en llevar a cabo actividades de apoyo para mejorar la protección de la organización. La
contrainteligencia podría definirse como un conjunto de acciones diseñadas por un servicio de
inteligencia con el fin de obstruir aquellas fuentes de información que puedan ser utilizadas en
nuestra contra por un enemigo potencial. No debemos obviar que nuestros competidores o
adversarios también disponen de equipos de inteligencia dispuestos a obtener datos sobre
nuestras capacidades y vulnerabilidades, por lo que la contrainteligencia actuaría privándole
de esas fuentes y protegiendo nuestra organización de amenazas externas, competencias
desleales o sabotajes.

En una democracia donde se pretenda defender los principios del Estado de Derecho, debe
garantizarse como mínimo, el control exclusivo de la administración de justicia y seguridad de
su población a través de mecanismos que permitan preservar el orden público y garantizar la
estabilidad de sus instituciones. Para que el Estado pueda brindar una seguridad adecuada,
no sólo debe limitar al mínimo los riesgos para su integridad y convivencia, sino también
mantener a salvo la institucionalidad del país y las demás estructuras que se han creado para
mantener el orden público en términos políticos, económicos y sociales. Para esto, tal como lo
ha señalado la Corte Constitucional en reiteradas sentencias, es necesario crear órganos
estatales especializados que se encarguen de la búsqueda de información y la invención de
estrategias de prevención y acción frente a las amenazas que se presenten. Las actividades
de inteligencia y contra inteligencia pueden ser entendidas como aquellas "actividades de
departamentos, agencias, organismos y órganos que constitucional y legalmente, están
autorizados para la recolección, evaluación, análisis, integración e interpretación de toda la
información disponible concerniente a uno o más aspectos internos o externos de diferentes
áreas, sectores, actividades, creencias o servicios que inmediata o significativamente son
útiles para el planeamiento y el diseño de estrategias y acciones que protejan los intereses y
la seguridad nacional de un Estado".

En Colombia, esta función no está concentrada en un solo ente estatal, sino que es realizada
por diferentes organismos que se especializan en recuperar y analizar separadamente
información de inteligencia sobre sectores como la economía, la criminalidad, la seguridad
interior y exterior, entre otras. Estas entidades las dependencias de la Fuerzas Militares y la
Policía Nacional, La especialización de las funciones de inteligencia, que responde a los
diferentes fines de la información procesada, puede ocasionar en algunos casos
problemáticas como la duplicidad de esfuerzos entre los organismos, dificultad para el
monitoreo de las actividades investigativas y restricción de la coordinación. Las actividades de
estos organismos se realizan a través de operaciones básicas y especializadas, utilizando
medios humanos o técnicos, y tienen como objetivo asegurar la consecución de los fines
esenciales del Estado, la preservación del régimen democrático y la seguridad y defensa de la
nación.

Existen muchos ejemplos de operaciones militares que han sido desarrolladas por el
desarrollo exacto de operaciones de inteligencia en nuestro país, una de ellas tal vez la más
famosa la Operación Jaque, descrita por muchos de la siguiente forma: Exitosa, perfecta, sin
antecedentes en la historia del mundo por su audacia y efectividad, fueron los calificativos que
recibió la Operación Jaque. Acción militar planeada y ejecutada por la Inteligencia del Ejército
Nacional, que el 2 de julio de 2008, permitió el rescate sanos y salvos de 15 secuestrados,
dentro de los que se encontraba la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, 3
norteamericanos y once héroes de la Fuerza Pública, quienes permanecieron en poder de la
organización narcoterrorista de las Farc, por periodos de 6, 9 y 10 años (Ejército Nacional,
2008).

El trabajo de inteligencia y contrainteligencia es rutinario y en muchas ocasiones provoca la


animadversión de los propios compañeros de la organización, pero es necesario, ya que la
mera aplicación de medidas de seguridad física no es suficiente para proteger a una
compañía del amplio espectro de amenazas, y es aquí donde contrainteligencia entra a jugar.
En actividades como las de contrainteligencia, la selección y formación del personal es clave.
Deben ser personas dotadas de ciertas características como pueden ser la capacidad de
análisis y observación, memoria, empatía, discreción en el trabajo y que no se vean afectados
por la rutina.

En conclusión, Tomar decisiones con un diagnóstico equivocado, en contextos adversos,


eleva el riesgo y produce efectos no deseados. Si no se dispone de información confiable y
oportuna en palabras más concretas se incrementa la vulnerabilidad. De esta manera juega
un papel muy importante la inteligencia y la contrainteligencia ya que su objetivo es proteger
los derechos humanos, prevenir y combatir amenazas internas o externas contra la vigencia
del régimen democrático, el régimen constitucional y legal, la seguridad y la defensa nacional,
limitada por el principio de reserva legal que garantiza la protección de los derechos a la
honra, al buen nombre, a la intimidad personal y familiar, y al debido proceso.

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