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CONCEPTO DE POBLACIÓN
Los factores medioambientales determinan la distribución y abundancia de los organismos debido a que
afectan a los procesos demográficos (mortalidad, natalidad, migración), que son los que finalmente
determinan la dinámica de poblaciones (tasa de mortalidad, tasa de natalidad, tasa de emigración, etc.).
Una población es el conjunto de individuos de una misma especie que cohabitan en un mismo lugar y en un
período de tiempo determinado. Esta definición presenta 2 problemas fundamentales:
TAMAÑO Y DENSIDAD
Para determinar el tamaño poblacional debemos contar los individuos que integran la población.
Conociendo las tasas de los procesos demográficos que afectan a una población, podemos predecir su
evolución en el tiempo, lo que constituye la meta de la Demografía.
La densidad de población, es decir, el número de individuos por unidad de área, varía en el tiempo e influye
en las distintas tasas que definen los procesos demográficos y, por lo tanto, en la dinámica de la población
(por ejemplo, los ñus tienen una densidad poblacional mucho mayor durante la época de migración).
DISTRIBUCIÓN ESPACIAL
Los movimientos de los organismos afectan a su distribución espacial, que también influye sobre los
parámetros demográficos. Podemos reconocer 3 tipos principales de patrones de distribución teóricos:
La mayoría de las poblaciones no se ajusta exactamente a ninguno de estos tres modelos, ya que existe una
gradación entre ellos. Además, el patrón depende de la escala espacial de muestreo considerada; por
ejemplo, un áfido que vive sobre una especie determinada de árbol en un bosque tendrá una distribución
agregada si el área se muestrea en regiones de gran tamaño (cuadrados de 1 acre o 1 hectárea;
concentración en zonas boscosas), agregada también si el muestreo se limita a las zonas boscosas
(concentración sobre una especie de árbol determinada), aleatoria si nos centramos en las copas de los
árboles y muestreamos unos 25cm2 y, finalmente, regular si empleamos áreas de muestreo todavía más
pequeñas (1cm2; los áfidos de una hoja se evitan unos a otros). También hay que considerar que hay
animales que tienden a agregarse o separarse en el tiempo.
Las poblaciones se pueden clasificar de distintas formas en función de los estadios de desarrollo, ya que
éstos influyen sobre el crecimiento y la genética de poblaciones (por ejemplo, una población de individuos
juveniles necesita alcanzar la madurez sexual antes de poder reproducirse, así que tarda cierto tiempo en
crecer; dos plantas de la misma edad pueden tener tallas muy diferentes debido a la influencia de los
factores ambientales). La estructura de edad de una población indica su historia y evolución, ya que está
directamente relacionada con los distintos factores ambientales que han influenciado la demografía.
ANIMALES
En las poblaciones humanas, la pirámide de edades varía en función del grado de desarrollo del país
considerado. En general, los países subdesarrollados (como México) presentan pirámides muy aguzadas, con
una gran proporción de individuos jóvenes, mientras que los países más avanzados (como EE.UU. o Suecia)
presentan pirámides estables. Esto se debe a la capacidad del ser humano para adaptar el medio ambiente a
sus necesidades o para resistir sus variaciones, lo que le permite incrementar su longevidad al tiempo que
disminuye su tasa de natalidad. Las pirámides de poblaciones suelen ser simétricas, pero en los países
desarrollados se puede apreciar una clara asimetría en los grupos de edades más avanzadas, en los que las
mujeres son más abundantes que los hombres.
PLANTAS
El criterio de edad es sustituido por un criterio de talla, ya que la edad no indica la capacidad reproductiva.
CICLOS DE VIDA
La selección natural favorece a los individuos con una fitness más elevada, es decir, a aquellos que dejan un
mayor número de descendientes. Un organismo ideal tendría que reunir las siguientes características:
- Reproducción temprana.
- Descendencia abundante y adaptada.
- Cuidados a la prole para favorecer su supervivencia.
- Longevidad.
- Reproducción repetida.
No obstante, no existe ningún organismo que reúna todas estas características, sino que cada especie
adapta su ciclo vital de la mejor forma posible a las distintas presiones evolutivas a las que está sometida. El
estudio de los ciclos de vida es complicado y suele ser comparativo, pero ningún ciclo es mejor que otro.
La selección natural favorece a aquellos individuos que realizan la contribución proporcional más elevada al
futuro de la población a la que pertenecen. Todos los componentes del ciclo vital afectan a esta contribución
debido a su influencia sobre la fecundidad y la supervivencia; estos factores deben ser combinados en una
única medida para poder comparar distintos ciclos vitales. Esta medida es el valor reproductor, que es la
suma de la fecundidad presente (número actual de descendientes) y la prole futura esperada (valor
reproductivo residual, que representa la posible fecundidad futura). El valor reproductivo varía en función de
la edad de los individuos: es bajo para los individuos jóvenes (no dejan descendientes y tienen una baja
probabilidad de llegar a la madurez), máximo para los individuos de edades intermedias y bajo de nuevo en
los individuos viejos (han dejado atrás las oportunidades de reproducción y su fecundidad y supervivencia
están disminuidas). Por este motivo, la selección natural actúa más intensamente sobre los individuos de
edades intermedias (p. ej.: si un león caza una gacela madura, la población de gacelas se ve más afectada
que si cazase una gacela vieja o una recién nacida). Los ciclos de vida maximizan el valor reproductivo de
todas las clases de edad, de forma que el mejor ciclo de vida para una especie dada es aquél que presenta
un valor reproductivo total máximo.
EL COSTE DE LA REPRODUCCIÓN
El presupuesto energético de los organismos es limitado y debe ser distribuido de forma óptima para
alcanzar el máximo valor reproductivo, es decir, la suma de la fecundidad presente y la prole futura esperada
debe ser máxima para todas las fases del ciclo vital. Esto implica que los organismos deben adoptar un ciclo
vital de compromiso y equilibrio (p. ej.: si aumenta mucho la fecundidad presente, se reducen la
supervivencia y el valor reproductivo residual).
La energía y los nutrientes utilizados para el crecimiento no pueden ser asignados a la reproducción, así que
cuando el crecimiento se desplaza de las estructuras reproductivas a otras partes del cuerpo, la fecundidad
también disminuye. La tasa de fotosíntesis depende en parte de qué cantidad de la producción de una planta
termina en el tejido fotosintético a expensas de la raíz, el sostén y el tejido reproductivo. En este sentido, en
el gráfico se puede ver la distribución proporcional del peso seco entre diferentes partes de la planta Senecio
vulgaris a lo largo de su ciclo vital, pudiéndose observar el desarrollo de las partes reproductivas a expensas
de las hojas y las raíces hacia el final de la estación de crecimiento.
ESTRATEGIAS REPRODUCTIVAS
La mayor parte de los temas relacionados con los ciclos de vida pueden ser enunciados en términos de tres
preguntas:
La edad de la primera reproducción se puede contemplar en términos de beneficios y costos de la cría a una
edad dada; el beneficio aparece como un aumento de la fecundidad a esa edad, mientras que los costos
pueden aparecer como una supervivencia o una fecundidad reducidas a edades mayores, o ambas cosas. Por
ejemplo: una especie hipotética de lagarto crece hasta alcanzar la madurez sexual y su fecundidad es
directamente proporcional al tamaño del cuerpo en la madurez (dos supuestos que suelen cumplirse en la
naturaleza) y la prole acumulada a lo largo de la vida varía en función de la longevidad. Supongamos que el
número de huevos puestos por año aumenta en 10 unidades por cada año que un individuo demora la
primera reproducción (porque el tamaño alcanzado es mayor), de forma que los individuos que empiezan a
criar en su primer año producen 10 huevos y repiten el mismo número por año de ahí en adelante; los
individuos que crían por primera vez en su segundo año producen 20 huevos por año; los individuos que
maduran en su tercer año producen 30 huevos por año, etc. Al comparar la producción acumulativa de
huevos de individuos de maduración temprana y tardía, se observa que la edad de madurez que aumenta al
máximo la reproducción de toda la vida varía en proporción directa con la longitud de vida. Por ejemplo,
para una longevidad de 3 años, la maduración a los 2 años produce la mayor reproducción a lo largo de toda
la vida. Cuando la longevidad es de 7 años, 4 años es la mejor edad para madurar.
Por lo tanto, a los organismos longevos les compensa retrasar la madurez sexual porque así pueden
aumentar su tamaño de forma que, cuando empiecen a reproducirse, produzcan un mayor número de
individuos por cada ronda de reproducción.
El estudio de este parámetro no es absoluto, sino comparativo y empírico. A los datos experimentales hay
que añadirles el punto de vista hipotético, es decir, intentar explicar el porqué.
Las plantas y los animales pueden reproducirse durante una sola estación y luego morir (reproducción
anual), o bien tener el potencial de reproducirse a lo largo de muchas estaciones (reproducción perenne). La
reproducción anual/perenne es equivalente al hábito monocárpico/policárpico y similar a la
semelparidad/iteroparidad. En este último caso, no obstante, la semelparidad no es lo mismo que la
reproducción anual: los organismos de hábito anual pueden tener más de un evento reproductivo o una
reproducción continua prolongada a lo largo de su ciclo anual de vida, pero los individuos semélparos han de
sobrevivir como mínimo a una estación sin cría (y normalmente sobreviven a muchas) antes de madurar
sexualmente.
El estudio empírico de este aspecto no es sencillo y suele recurrirse a modelos matemáticos. Una expresión
sencilla que explica satisfactoriamente la elección de una reproducción anual o perenne es el índice PSA/PSJ
(probabilidad de supervivencia de los adultos/probabilidad de supervivencia de los jóvenes); cuando este
índice es bajo (la probabilidad juvenil de supervivencia es mucho más alta que la probabilidad en la edad
adulta) se adopta el hábito anual, mientras que cuando el índice es elevado se adopta el hábito perenne. En
esta elección tiene una gran influencia el medio ambiente (si las condiciones son muy hostiles, los
organismos deben crecer y madurar pronto para poder reproducirse, ya que la supervivencia es difícil,
mientras que si el ambiente es benigno, la supervivencia es elevada).
La tercera pregunta puede responderse desde un punto de vista empírico o teórico. El siguiente gráfico de
barras ilustra el tratamiento empírico del tamaño de la prole; en él se representa el número de pichones
criados con éxito en función del número de huevos por puesta en nidos de urraca. Las urracas ponen
siempre 7 huevos, así que los otros valores se han conseguido mediante la manipulación experimental del
tamaño de la puesta (en algunos nidos se han quitado huevos y en otros se han añadido). En ningún caso
sobreviven todos los pichones, pero se puede apreciar que el éxito reproductivo es mayor (se saca adelante
un mayor número de pichones) cuando el número de huevos en el nido es de 7; esto implica que las urracas,
de forma natural, han optimizado su puesta para obtener el mayor éxito reproductivo posible.
Desde un punto de vista hipotético, hay que considerar que lo que se busca es maximizar el valor
reproductivo agregado (productividad global), para lo que el organismo debe distribuir sus recursos entre el
crecimiento y el esfuerzo reproductivo (supervivencia frete a valor reproductivo residual). En el cuadro se
puede ver una comparación de las estrategias de dos peces hipotéticos; el primero de ellos destina una gran
proporción de sus recursos a la reproducción, mientras que el segundo hace un reparto equitativo entre la
supervivencia y la reproducción. Cada columna representa un año de la vida del pez. Partiendo del mismo
peso (con el objetivo de poder comparar ambos animales), cada temporada los peces crecen un
determinado porcentaje de su peso y ponen otro porcentaje dado de su peso en huevos (en función de la
distribución de recursos escogida por cada uno). Tanto el peso del animal como el peso de los huevos se van
acumulando y van aumentando de año en año, a medida que el pez crece. La estrategia escogida depende
en gran medida de la longevidad: los organismos de vida corta tienen una mayor eficacia si crecen
rápidamente e invierten una gran proporción de sus recursos en la reproducción, mientras que los individuos
longevos suelen repartir sus recursos de forma más equitativa.
ESTRATEGIAS VITALES
Selección r y K
r y K son dos parámetros de una ecuación de crecimiento; r es la tasa reproductiva (rapidez con la que se
reproduce una especie) y K es la constancia o capacidad de carga. Los individuos seleccionados por r han sido
favorecidos por su capacidad de reproducirse rápidamente, mientras que los individuos seleccionados por K
han sido favorecidos por su capacidad de hacer una contribución proporcionalmente grande a una población
que se mantiene en su capacidad de carga. Como todas las generalizaciones, esta dicotomía de estrategias
es una simplificación (pero es útil) y, en general, todos los organismos alcanzan un compromiso o balance
entre los dos extremos de un mismo continuo. Las principales características de estas dos estrategias son:
Estrategia de la r Estrategia de la K
Clima Variable y/o impredecible Casi constante y/o predecible
Mortalidad Catastrófica y densoindependiente Más regular y densodependiente
Supervivencia Tipo III (mortalidad muy elevada en las primeras Tipos I y II
etapas del desarrollo)
Tamaño de la Oscilante Se aproxima a K
población Suele ser mucho menor que K Permanencia
Recolonización rápida
Competencia Variable, pero generalmente laxa Generalmente fuerte
Se favorece: Desarrollo rápido Desarrollo lento
r elevada Mayor habilidad competitiva
Reproducción temprana Reproducción retardada
Pequeño tamaño corporal Gran tamaño corporal
Reproducción única Reproducciones repetidas
Longevidad Corta, normalmente inferior a 1 año Generalmente de más de 1 año
Dirigida a: Productividad inmediata Eficiencia sostenida en el tiempo
Clasificación de Grime
Es una clasificación exclusiva para plantas que se basa en el hábitat y en el ciclo vital. De los hábitats se
considera el nivel de perturbación (gravedad de las condiciones) y la frecuencia de las condiciones de estrés
(frecuencia de perturbación). Según esto, se pueden diferenciar 3 grandes tipos de plantas, que se
representan en el plano cartesiano:
- Ruderales: viven en hábitats con condiciones no muy hostiles, pero bastante variables. Se pueden
considerar como especies de tipo r.
- Competitivas: viven en hábitats bastante benignos y estables y se pueden considerar como especies
de tipo K, en las que la competencia intraespecífica es elevada.
- Tolerantes: viven en medios predecibles y hostiles, como las latitudes altas, los desiertos y los polos.