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El nacimiento de la serigrafía

Fatima Elizabeth Balcazar Morales

Las técnicas serigráficas más antiguas provienen de la cultura oriental. Se estima que las primeras
impresiones fueron realizadas por los nativos de las islas Fiyi, en el año 3000 a. C., utilizando hojas
de plátano agujereadas para la distribución de las tintas. La historia de la serigrafía data de esta época.
La serigrafía es un sistema de impresión milenario. Si bien no hay datos exactos, se cree que se
remonta a la antigua China, en la que, según una leyenda, se usaban cabellos de mujer entrelazados
a los que les pegaba papeles, formando dibujos que luego se laqueaban para que queden
impermeables. Posteriormente se cambió el material por la seda, y de ahí proviene su nombre: sericum
(seda, en latín) graphe (escribir, en griego).
En las cavernas de los Pirineos se han encontrado un centenar de dibujos
realizados con esta técnica. Los egipcios emplearon la serigrafía para la
decoración de murales y el diseño de interiores de templos y pirámides. En la
antigüedad se fabricaban unas calcomanías que se aplicaban en los artículos de
uso diario, platos, vasos, etc. [cita requerida] En Europa se utilizó para imprimir
telas, en lo que se llamó "impresión a la lionesa", por ser el lugar en donde se
aplicaba este sistema.
Las primeras serigrafías sobre papel (carteles publicitarios) aparecen en Estados Unidos sobre 1916
con una nota pendiente de concesión. La primera patente concedida es para Selectasine en 1918.
La primera forma de serigrafía reconocible aparece en China durante la dinastía Song (960 ac – 1279
dc). La técnica se extendió por Asia llegando hasta Japón, donde la tomaron y perfeccionaron durante
años combinándola con la xilografía y la pintura.
Unos siglos después, en torno al 1600, comenzaron a llegar a Europa algunas representaciones
artísticas japonesas excepcionales para el momento. No estaban hechas con estarcidos, no tenían
puentes, habían sido creadas por plantillas sobre cabellos humanos muy tensados y pegados en un
marco.
Cien años más tarde, en el siglo XVIII, la expedición del estadounidense Matthew
C. Perry forzó la apertura del Japón más tradicional al mundo occidental y
comenzaron a llegar algunas de las técnicas artísticas más tradicionales como el
katagami, que llegó a tener un gran éxito. La serigrafía comenzó a expandirse con
el desarrollo del comercio de la seda y rápidamente se encontró un uso comercial
de la técnica.
El desarrollo comercial
Para encontrar la primera patente de la técnica serigráfica debemos saltar
hasta el 1907. Este año, un rotulista estadounidense llamado Samuel
Simón consiguió perfeccionar el bastidor de madera con seda muy tensada
y creó una emulsión que permitía bloquear parte de la pantalla y dejar al
descubierto otra parte con el diseño elegido.
Su patente fue una revolución en el sector de los rotulistas pues les permitía imprimir rótulos en serie.
Y no solo rótulos, rápidamente se vio el potencial de esta forma de estampar y se aplicó a todo tipo de
objetos.
Ante tal avance, la técnica de la serigrafía se mantuvo en secreto en el mundo occidental con políticas
muy estrictas para evitar que los competidores pudieran descubrir el truco. Entonces, llegó la guerra.
En 1910 la I Guerra Mundial hizo que cambiara todo. El secreto de la serigrafía dejó de estar en manos
de unos pocos y se popularizó por todo EE. UU. Durante estos años se utilizó para estampar banderas,
carteles, pancartas y panfletos publicitarios en serie. Y, cómo en todas las guerras, si se trataba de
algo útil y necesario, se potenció su investigación para favorecer el desarrollo de la técnica.
Hasta ahora el uso que se le había dado a la serigrafía había sido principalmente comercial, pero, a
partir de los años 20, los artistas empezaron a interesarse por la técnica y los productores por los
artistas.
Fueron muchos los artistas gráficos del movimiento Art Decó y Art Nouveau los que decidieron tomar
la serigrafía cómo bandera. Fue tal la demanda que en 1922 se abrió en EE. UU. la primera tienda de
venta exclusiva de material de serigrafía.
Andy Warhol se convirtió en el máximo exponente de la serigrafía con sus famosas obras de Marilyn
o la Campbell soup can. Las siguientes fotografías nos muestran los momentos exactos en los que se
estaba produciendo esta obra con serigrafía.

EJEMPLOS
Se usa para estampar textiles (como nuestras camisetas ilustradas) e imprimir en todo tipo de
materiales (como el papel, plástico, cristal, madera, caucho, etc.).

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