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EL SEGUNDO “YO SOY”

“Yo soy la luz del mundo” (8:12)

Jesús, la luz del mundo 8:12-20


12
Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me
sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. 13Entonces
los fariseos le dijeron: Tú das testimonio acerca de ti mismo; tu testimonio
no es verdadero. 14Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio
acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he
venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde
voy. 15Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. 16Y si yo juzgo,
mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el
Padre. 17Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es
verdadero. 18Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me
envió da testimonio de mí. 19Ellos le dijeron: ¿Dónde está tu Padre?
Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me
conocieseis, también a mi Padre conoceríais. 20Estas palabras habló Jesús en
el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque
aún no había llegado su hora.

Análisis de esta afirmación


1. El simbolismo de la luz de las lámparas que se prendían durante la
fiesta, representaba la presencia, protección y dirección de Dios para su
pueblo. Eso mismo ofrece Cristo a quienes lo aceptan.

2. En términos de la gran inmoralidad y pecado de la raza humana, la luz


arroja los rayos brillantes de la justicia de Dios sobre el hombre.
3. En términos de las enseñanzas engañosas de los fariseos de aquel
entonces, la luz es la verdad de Dios que ilumina sus errores.

4. En términos del pobre perdido que se encamina a la condenación y


separación de Dios para siempre, la luz es un faro cuyos rayos benditos le
ofrecen salvación (8:12b). el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz
de la vida.

La luz revela el carácter de los opositores 8:15–59


1. “Vosotros juzgáis según la carne” (v. 15). Los fariseos se
especializaban en juzgar a otras personas, pero en verdad lo hacían
ignorando la verdad. Por lo tanto, el Señor los tachó de incompetentes.
2. “Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre” (v. 19). Profesaban ser sabios,
pero Cristo los consideró ignorantes.
3. “Vosotros sois de vuestro padre el diablo” (v. 44). Los judíos se
jactaban de su ilustre antepasado, Abraham. Sin embargo, aunque poseían
los genes físicos de él, no tenían nada en común en lo espiritual (v. 39).
39
Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de
Abraham, las obras de Abraham haríais
Abraham estuvo dispuesto a creer en lo que Dios dijo. Para estos
fariseos, de balde era citar el parentesco con Abraham cuando no querían
aceptar lo que Dios había dicho ni en el Antiguo Testamento ni a través de
Cristo, quien les ofreció libertad verdadera (8:36). 36Así que, si el Hijo os libertare,
seréis verdaderamente libres
4. “Pero vosotros no lo conocéis [al Padre]” (v. 55). Los judíos tenían una
gran ventaja, porque Dios mismo se había revelado a ellos.

Tenían en las tablas de la ley, que después fueron rollos, la Palabra de


Dios. Sin embargo, malgastaron su oportunidad de oro y optaron por no
creer. El v. 47 describe esta situación perfectamente: “El que es de Dios, las
palabras de Dios oye; por eso no las oís vosotros, porque no sois de Dios”.

Pero vemos la respuesta de muchos del pueblo en el versículo 30: “Al


hablar estas cosas, muchos creyeron en El”. Esto es una buena noticia.
Porque Jesús había dicho en el versículo 24: “si no creéis que yo soy,
moriréis en vuestros pecados”.

Así que aquí tenemos una escena de personas que están pasando de muerte
a vida. No morirán en sus pecados. Serán perdonados.

Sus pecados no serán expuestos en contra de ellos.

Y cuando mueran, irán a donde Jesús fue (al Padre) a diferencia de los que
no se arrepienten, como dice Jesús en el versículo 21: “adonde yo voy,
vosotros no podéis ir”.

Y por ello, estos creyentes tendrán luz y gozo eternos.

Por eso es que Jesús vino al mundo.

Por eso es que habló estas palabras en nuestro texto.

Y es por eso que estoy predicando este mensaje.

Quiero que lo mismo que ocurrió al pueblo en el versículo 30 les ocurra a


ustedes: “Al hablar estas cosas, muchos creyeron en El”.

Nota: fueron las palabras de Jesús las que Dios usó para producir la fe. Él
no estaba haciendo milagros en este momento. Estaba hablando.
Estaba discutiendo con los fariseos y con la multitud, con quienes eran
ciegos para ver lo que Jesús decía.

Y mientras escuchaban sus palabras, creyeron.

La fe viene por el oír - la Palabra de Cristo (Romanos 10:17).

Eso puede suceder aquí. Usted puede comenzar a escuchar este mensaje
como incrédulo. Y llegar al final de este mensaje como creyente. Le ocurrió a
ellos. Puede ocurrirle a usted.

Un Desvío que no es un desvío

El propósito general de este pasaje. El pasaje comienza en el versículo 12,


con Jesús diciendo: “yo soy la luz del mundo”.

“Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue
no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

Y no menciona nuevamente la luz en todo este capítulo.

A Jesús lo desvían del mensaje,( le hablan de su testimonio) y él toma ese


desvío en una forma que realmente ilumina el punto de inicio y el destino.
Así que, después de todo, no termina siendo un desvío. Jesús siempre
aprovechaba las ocasiones.

El Enfoque: La relación interpersonal de Jesús con el Padre

El enfoque dominante en el desvío aparente de los versículos 13–29 (el


desvío desde “yo soy la luz del mundo”), es que el testimonio y los juicios de
Jesús son verdaderos debido a su relación interpersonal con Dios, el Padre.
Al menos diez veces en este pasaje, Jesús señala el hecho de que él
proviene del Padre, y habla con la autoridad del Padre, e irá al Padre.

Él reclama, que su autoridad no se debe a un origen humano.


Se debe a su relación interpersonal con Dios el Padre.

Lo que afirmo (en todo lo que digo y hago) es que “Yo Soy”.

Yo Soy uno con Dios,

el gran “Yo Soy” (Éxodo 3:14). Versículo 24: “Si no creéis que yo soy,
moriréis en vuestros pecados”

Versículo 28: “Cuando levantéis al Hijo del Hombre, entonces sabréis que yo
soy”.

Un Versículo que cambia vidas

La afirmación del versículo 12: “Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la
luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la
luz de la vida”.

Este es un versículo que cambiará su vida si lo ve por lo que es;

Y note que cuando usted le sigue, entonces le tiene, le tiene como la luz de
la vida. Yo soy la luz… el que me sigue… tendrá la luz…”

Me tendrás a mí, dice, como tu luz. Si me sigues, me tendrás a mí. Yo seré


tuyo. Yo soy tu Pastor y tu Sacrificio y tu Agua Viva y tu Pan del Cielo y tu
Dios y tu Luz.

Es decir, estamos muertos y ciegos a la luz, hasta que la vida de Jesús nos
es impartida por el Espíritu de Dios, y entonces vemos.

Los ojos de nuestros corazones son abiertos, y la luz divina fluye hacia
nuestros espíritus vivos. Y así tenemos la luz de vida.

JESÚS, TU’ ERES LA LUZ DEL MUNDO AYÚDAME A VER


Y REFLEJAR TU LUZ
¿Has estado alguna vez en un lugar sin ventanas, sin luz, y sin estrellas?
¿Un lugar tan oscuro que ni siquiera puedes ver tu mano frente a ti? Tal
oscuridad llega a ser casi palpable, opresiva, e incluso sofocante. No vemos
nada. Nos tropezamos con todo. Perdemos toda orientación y rumbo.

No estamos destinados a vivir en la oscuridad.

El mundo bajo la opresión del pecado es oscuro, opresivo, pesado y


mezquino. Hemos perdido el rumbo. Como un barco sin faro, choca

Jesús pronunció las palabras “Yo soy la luz del mundo”, justo cuando el
pueblo judío celebraba la fiesta de los tabernáculos. Al caer la noche,

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durante esta festividad, se encendían cuatro grandes candelabros, los cuales


simbolizaban la columna de fuego con la cual Dios dirigió a los hijos de Israel
durante la noche en el desierto (Éxodo 13:21).

Los que escucharon estas palabras de Jesús, seguramente recordaron la


historia del pueblo de Israel a través del desierto.

Sin embargo, Jesús se refería a otra clase de oscuridad.

Él hablaba de las tinieblas espirituales y de la separación de Dios que vive el


ser humano, como consecuencia del pecado.

Jesús es la luz que disipa y aparta las tinieblas

Jesús es también nuestra luz hoy. A través de su Espíritu, nos guía en la


confusión y en momentos de oscuridad y turbación.
El nos señala el camino para evitar que nos extraviemos.
Todo el que sigue a Jesús, camina en su luz, Jesús dijo: “Yo soy la luz del
mundo”.
REFLEXIÓN

 ¿Hay alguna área de tu vida que está en la oscuridad y necesita la luz de Cristo
como guía?

 ¿Dónde crees que podrías reflejar la luz de Jesús en este mundo donde hay
tanta oscuridad?

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