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Nos dice el Vaticano II: "Las dos partes de que consta la Misa, a saber: la liturgia de la Palabra y la

Eucarística, están tan íntimamente unidas, que constituyen un solo acto de culto”.

I. Liturgia de la Palabra.

1. Ritos iniciales.

Su finalidad es "hacer que los fieles reunidos constituyan una comunidad y se dispongan a oír como
conviene la palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía”.

"Por tanto, la Iglesia, con afectuoso cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe
como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de los ritos y
oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción Sagrada, sean instruidos con la
palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí y se
perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios
sea todo en todos ".

A. Canto de entrada. (acompaña a la procesión, tiene un carácter de preparación e introducción)


 
La familia de los hijos de Dios, reunida en asamblea y formando comunidad, canta las maravillas que
Dios ha obrado en ellos a lo largo de la historia.
Este canto tiene la virtud de poner, letra a los sentimientos que llevamos en el corazón y con los que
nos predisponemos a adentrarnos en el misterio de la celebración. El canto es señal de la alegría del
corazón: cantar es propio de quien ama. Su fin es abrir la celebración, fomentar la unión de los que
se han reunido y disponer su pensamiento a la contemplación del misterio litúrgico. Une, sobre todo las
distintas voces del corazón para formar un solo coro en el Espíritu que eleva a Dios un canto agradable.
B. Saludo al altar
El sacerdote besa el altar en señal de veneración, puesto que representa a Cristo, El beso es uno de los
actos de expresión más usados en el mundo. A través de éste manifestamos el cariño, el respeto y el
amor que le guardamos a algo o a alguien. en griego significa “lugar de sacrificio”. En latín la palabra
altar viene de altare, de altus que significa “plataforma elevada”; por esto desde la remota antigüedad
un altar es un lugar elevado o piedra consagrada, donde se ofrece sacrificios a la divinidad.
Jesucristo, además de ser sacerdote también es la víctima y es el altar (Misal Romano, Prefacio pascual
V). Jesús es la víctima porque Él, como único sacerdote de la nueva alianza, se ofreció (1 Tm 2, 6) a sí
mismo como víctima, Jesús es el altar. Teniendo ya el sacerdote y la Víctima haría falta ahora el
Altar, siempre necesario para llevar a cabo el Sacrificio. El altar evoca pues la mesa sobre la cual Jesús
anticipó su sacrificio que realizaría ofreciéndose en el altar de la cruz, De esta manera hay una relación
directa e intrínseca entre mesa (altar) y cruz. Por eso es un lugar sagrado en el templo, ha de ser fijo,
de piedra.
C. Signo de la cruz.
Congregados por la Trinidad " En el nombre del Padre…” invocamos a Dios para encontrarnos con él,
es un encuentro de amor con Cristo.
Dar testimonio de nuestra fe, declarar que somos cristianos, miembros de su cuerpo místico, seguidores
del que dio su vida por nosotros en una cruz y resucitó de entre los muertos. Signarse con la cruz
quiere decir “Yo soy seguidor de Jesucristo, creo en Él, le pertenezco.” "En cuanto a mí, no quiero
sentirme orgulloso más que de la cruz de Cristo Jesús, nuestro Señor. Por él el mundo ha sido
crucificado para mí, y yo para el mundo." Gál 6,14.

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