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La imagen que ya no pude parar

Son ya las 11 de la mañana, estoy en clase, rodeada de compañeras y compañeros,


cada quien en su mundo: unos miran sus celulares, otros ven al frente, la maestra
dibuja un diagrama que todavía no alcanzo a entender; una vibración en mi celular
me avisa que tengo un snap de Carlos ¡ah me encanta siempre tiene algo divertido!
discretamente giro la pantalla y escucho:

• Shhh, Shhh Miriam, la maestra está viendo que te tomas selfies en clase.

• Una y ya – le respondí susurrando-.

Los minutos pasaron y yo pendiente de la pantalla, la verdad es que me cuesta


trabajo dejar de vernos, apenas hace dos semanas que lo conocí y ahora es alguien
con quien quiero estar en todo momento. Es tan divertido haciendo sus caras
cuando algo no le gusta, recién levantado con el cabello revuelto, cuando va por la
calle, es un lindo.
Hoy vamos a ir a una fiesta ¡estoy emocionada! Quizá el vestido azul sea la mejor
opción, un poco de perfume y lista. Tic-tac, tic-tac escucho el sonido de ese reloj de
pared que hay en la sala de mi casa, me recuerda que pasa el tiempo y no llega por
mí – debí de haberme ido con los demás compañeros y allá lo esperaba- . Sigo en
la sala, mirando la pantalla de mi celular y escuchando el marcaje que anuncia que
un minuto desplaza al otro. Finalmente, un mensaje:

• Miri, tuve un problema en casa y no puedo salir.

Me manda una foto, se ve tan guapo, de verdad estaba listo para salir conmigo;
quiero que me vea, tomo el selfie y la respuesta no se deja esperar -¡estás
preciosa! Me dijo-.
Me manda mi canción favorita, es alucinante…. Un nuevo mensaje “déjame verte
un poco más”; lo pienso varios minutos: me gusta, le gusto, hago clic con la cámara,
lo verá un par de segundos y quedaré en su mente.
Nuevamente es lunes, llego a la prepa y aunque parece todo como de costumbre
hay algo en el ambiente que me resulta extraño; camino por los pasillos, una bolita
de chavas y chavos me mira en tono burlón, prefiero ignorarlos. Al llegar al salón,
Andrea mi mejor amiga, se acerca pálida ¿qué le habrá pasado? Junto con ella otro
compañero me muestra su celular: la pantalla de repente se convierte en un espejo
¡estoy allí! sí soy yo, es mi imagen capturada en ese instante íntimo. La cabeza me
da vueltas, siento que el aire se va de mi cuerpo ¿Por qué? ¿Cómo? Tengo
preguntas, pero ninguna respuesta. Andrea me acompañó a salir, los gestos, risas,
incluso cualquier palabra… eran sólo balbuceos que prefería no entender.
Los minutos pasan y el sonido de cada mensaje en mi celular taladra mi cabeza
¿Ya te viste?, te acaban de etiquetar, ¡que quemada te diste!, ¿quieres salir
conmigo?, ¡ándale manda otras fotos!, YOLO[1]… Si tan sólo pudiera hacer un
Ctrl+Z[2] y regresar el tiempo.
Entro a cada plataforma, Andrea y otros amigos me ayudan a tratar de borrar, pero
todo parece inútil; ese instante capturado circula y lo hace de formas diversas: con
letreros burlones, memes e incluso con mi número telefónico. Apagué el celular con
la esperanza de que quedaría silenciado eternamente.
Continúa escribiendo lo que crees que pasó:
[1] Acrónimo de You only live once.
No he querido llegar a casa, de seguro mis padres lo saben. Finalmente, el fresco
de la noche me señala que no puedo postergar más el momento. Efectivamente ya
lo sabían y me esperaban preocupados, lloré en su hombro y por fin sentí un
momento de calma. Después, después pasaron muchas cosas
[2][2] Comando utilizado para borrar o deshacer una acción en computadora.
________

Referencias

La imagen que ya no pude parar [en línea], texto recuperado de:


http://sociales.cosdac.sems.gob.mx/materiales/la-imagen-que-ya-no-pude-parar/
(consultado el 16 de febrero de 2018).

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