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1.

RELIGION

Los problemas de una definición

El periodo comprendido hace unos 70.000 y 30.000 añ os fue testigo de la invenció n de


las primeras barcas, las primeras elaboraciones de arcos y flechas, los primeros objetos
que pueden considerarse con toda seguridad como arte y joyería también pertenecen a
este periodo, como ocurre con las primeras pruebas incuestionables de religió n. Desde
este periodo histó rico los seres humanos han contado historias de dioses e ídolos, han
construido pirá mides del Sol y de la Luna, cuevas sagradas con símbolos y pinturas que
nos acercan a este comportamiento y prá ctica ancestral.

Religió n es una palabra que puede parecernos de una comprensió n casi intuitiva, se
podría dar a entender que su significado resulta obvio para cualquier persona. Sin
embargo, existen colectivos de humanos que desconocen este concepto, que no pueden
diferenciar entre lo que nosotros definiríamos como comportamientos o creencias
religiosas y otros comportamientos o creencias que no lo sean.
En algunas sociedades los comportamientos econó micos, políticos y religiosos está n tan
imbricados que resultan inseparables. Lo que podríamos identificar dentro de nuestra
sociedad como sagrado o profano no resulta oportuno en otras culturas y exige, aunque
sea, el cuestionarnos nuestro pensamiento sobre la separació n que creemos obvia
debería haber en la economía, la religió n o la política.
Definirla es en sí, difícil, lo que entendemos por religió n esta ligado a la posició n del
“nosotros” con la identidad, que se enseñ a y se construye socialmente en una cultura
predeterminada. Tendemos a definir la religió n segú n las pautas que nos marca nuestra
cultura, la que aprendimos y en la que vivimos, por muy globalizado y abierto que sea el
contexto en el que nos movamos.

Cultura, símbolos y religión

Para poder adentrarnos má s en la bú squeda de un significado de la palabra religió n


debemos también obtener un concepto de cultura, ya que es dentro de esta que se dan
las relaciones sociales donde surge la religió n, el famoso antropó logo Geertz Cliford en
su obra La Interpretación de las Culturas.(2008) define a la cultura como un sistema de
símbolos, en virtud de los cuales el hombre da significació n a su propia existencia. La
noció n de cultura denota un esquema histó ricamente transmitido de concepciones que
se han ido heredando y expresando en formas simbó licas, por medio del cual los
hombres comunican, perpetú an y desarrollan su conocimiento y actitudes ante la vida.
Marca también que toda religió n tiene una idiosincrasia en la cual las personas al
identificarse con un modo de vida, esperan permanecer eternamente dentro de la
cosmovisió n que les ha sido heredada a través de los añ os

Entonces podemos definir como dice Geertz Cliford que religió n es “1) Un sistema de
símbolos que obra para 2) establecer vigorosos, penetrantes y duraderos estados
anímicos y motivaciones en los hombres 3) formulando concepciones de un orden general
de existencia y 4) revistiendo estas concepciones con una aureola de efectividad tal que 5)
los estados anímicos y motivaciones parezcan de un realismo único. Geertz, Cliford.
(2008) Pá g.89

Como se mencionó previamente, tendemos a definir la religió n segú n pautas


establecidas que está n marcadas en nuestra cultura, independientemente de cuan
abierto sea el contexto globalizado en el que vivamos. Esto culmina en que cada religió n
vive en una idiosincrasia, que su poder consiste en lo especial y sorprendente de su
mensaje y en la orientació n en que este mensaje da forma a la vida. Sus panoramas, los
misterios que propone son otro mundo en el cual vivir, y bajo estas pautas se espera
permanecer siempre dentro de él, siempre dentro de este mundo.

El otro

Pero al entender que la religió n es una manifestació n que se construye en una sociedad
determinada ¿Qué es lo que sucede cuando se produce un choque de religiones? ¿Qué
sucede cuando otro (otro en sentido de otredad) distinto a nosotros, otro distinto a
nuestra cultura, tiene otra concepció n de la vida, la muerte, otros dioses y otras
costumbres? Hay un grave error que por lo menos se comete en nuestra sociedad
occidental, cristiana, de tradició n europea y argentina. Y tiene que ver con los
prejuicios, al tener una visió n del mundo particular por su religiosidad y su cultura el
ser humano ha buscado siempre respuestas que se encuentren dentro de la filosofía
cultural, dentro de la religió n. Y se juzga al que no pertenece a este círculo cultural
desde los prejuicios que establece cada religió n particular.

En la historia de la antropología por ejemplo, en sus principios se cometían los errores


de que, al estudiar distintas culturas o pueblos originarios se utilizaban criterios
pertenecientes al propio círculo cultural de los investigadores para sacar conclusiones
generales, tratar de encontrar explicaciones occidentales a manifestaciones orientales,
utilizar conceptos del cristianismo como el infierno o el diablo para referirse a
manifestaciones culturales practicadas por determinadas culturas que no tenían esas
concepciones rituales y que eran juzgadas bajo la lupa y las creencias de una religió n
ajena. Geertz ante esto propuso algo distinto, dirá que a las culturas no se las puede
medir o clasificar, sino que hay que interpretarlas, dentro de sus particularidades. Que
si queremos acercarnos a conocer de verdad a otra cultura, necesitamos abrirnos a la
diferencia, a la posibilidad de que otras culturas entiendan de otra manera
concepciones religiosas, políticas, morales. Si queremos lanzar una mirada comprensiva
hacia un universo como el que presentan las religiones, necesitamos que sea marcado
por la diversidad para no caer en los prejuicios y que actué de filtro a la hora de
comprender la diversidad.

Hay que resistir la tentació n de pensar las demá s religiones con la mirada o los
instrumentos para definir lo que ofrece la propia. Tener una mirada menos
religiocentrica. El religiocentrismo se convierte en un concepto clave y obstaculizador,
puesto que actú a de manera que acorta nuestra percepció n que se construye por medio
de nuestras creencias, de nuestras ideas religiosas, no solo de esto, sino también de
nuestras sospechas, nuestros miedos o nuestra increencia, y que termina
distorsionado segú n nuestras formas de ver la vida, nuestros deseos o expectativas
dando como resultado una simplificació n engañ osa de lo que es distinto a nosotros.
Definir la religió n resultaría por tanto muy fá cil si lo hiciésemos de un modo religió n
céntrico, centrando el foco desde nuestra propia herencia, el monoteísmo, con un Dios
creador por medio del cual todo se explica. Por eso la alteridad, y la actitud
comprensiva ante lo que es distinto para derrumbar los prejuicios es fundamental a la
hora de “chocarse” con el otro.

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