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Índice
1Introducción
2.1Mundo antiguo
2.2Revolución científica
2.4Principio de equivalencia
4.2Ondas gravitatorias
4.3Efectos gravitatorios
6Véase también
7Referencias
8Bibliografía
9Enlaces externos
Introducción[editar]
Mundo antiguo[editar]
Revolución científica[editar]
Los trabajos modernos sobre la teoría gravitacional comenzaron con el trabajo de Galileo
Galilei a finales del siglo XVI y principios del XVII. En su famoso (aunque
posiblemente apócrifo5) experimento dejando caer bolas desde la Torre de Pisa, y más tarde
con cuidadosas mediciones de bolas rodando por inclinado, Galileo demostró que la
aceleración gravitatoria es la misma para todos los objetos. Esto supuso un gran cambio
respecto a la creencia de Aristóteles de que los objetos más pesados tienen una mayor
aceleración gravitatoria.6 Galileo postuló la resistencia del aire como la razón por la que los
objetos con baja densidad y una superficie elevada caen más lentamente en una atmósfera. El
trabajo de Galileo sentó las bases para la formulación de la teoría de la gravedad de Newton.7
La teoría de Newton tuvo su mayor éxito cuando se utilizó para predecir la existencia
de Neptuno basándose en los movimientos de Urano que no podían ser explicados por las
acciones de los otros planetas. Los cálculos de John Couch Adams y Urbain Le
Verrier predijeron la posición general del planeta, y los cálculos de Le Verrier son los que
llevaron a Johann Gottfried Galle al descubrimiento de Neptuno.
Aunque la teoría de Newton ha sido superada por la relatividad general de Albert Einstein, la
mayoría de los cálculos gravitacionales modernos de la no relativista se siguen haciendo con la
teoría de Newton porque es más sencilla de trabajar y da resultados suficientemente precisos
para la mayoría de las aplicaciones que implican masas, velocidades y energías
suficientemente pequeñas.
Principio de equivalencia[editar]
Fuerzas mutuas de atracción entre dos esferas de diferente tamaño. De acuerdo con la
mecánica newtoniana las dos fuerzas son iguales en módulo, pero de sentido contrario; al
estar aplicadas en diferentes cuerpos no se anulan y su efecto combinado no altera la posición
del centro de gravedad conjunto de ambas esferas.
una partícula puntual con masa {\displaystyle m_{1}} sobre otra con masa {\displaystyle
Por ejemplo, usando la ley de la gravitación universal, podemos calcular la fuerza de atracción
entre la Tierra y un cuerpo de 50 kg. La masa de la Tierra es 5,974 × 1024 kg y la distancia entre
el centro de gravedad de la Tierra (centro de la tierra) y el centro de gravedad del cuerpo es
6378,14 km (igual a 6 378 140 m, y suponiendo que el cuerpo se encuentre sobre la línea del
ecuador). Entonces, la fuerza es:
Las fuerzas gravitatorias son siempre atractivas. El hecho de que los planetas describan
una órbita cerrada alrededor del Sol indica este hecho. Una fuerza atractiva puede producir
también órbitas abiertas, pero una fuerza repulsiva nunca podrá producir órbitas cerradas.
Tienen alcance infinito. Dos cuerpos, por muy alejados que se encuentren, experimentan esta
fuerza.
A mayor distancia menor fuerza de atracción, y a menor distancia mayor la fuerza de atracción.
A pesar de los siglos, hoy sigue utilizándose cotidianamente esta ley en el ámbito del
movimiento de cuerpos incluso a la escala del sistema solar, aunque esté desfasada
teóricamente. Para estudiar el fenómeno en su completitud hay que recurrir a la teoría de
la Relatividad General.