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TEXTO ACADÉMICO

DIPLOMADO EN CIENCIA POLITICA

TEXTO ACADÉMICO 3 (Semana 3)


MODULO 8: POLITICA Y PODER

TEMATICA 3: LUCHA DE PODER EN LA ESTRUCTURA DE LAS CLASES


SOCIALES.

Bolivia, 2021

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Índice

Introducción ............................................................................................................................ 3
I. La lucha de poder en la estructura de las clases sociales.: ..................................................... 3
La Republica excluyente de la clase social mayoritaria. ....................................................... 4
Ignorados desde la fundación misma del estado colonial. ..................................................... 4
Uso del idioma como medio de dominación de clases. ......................................................... 5
El color de piel como jerarquía de dominación de clase social ............................................. 6
La etnicidad como jerarquía de dominación. ........................................................................ 7
Poder social y poder político en la transformación del estado colonial. .................................... 8
Bibliografía ........................................................................................................................... 11
Artículo en línea: .................................................................................................................. 11

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Introducción

Es por todos bien conocido que estos últimos años estuvimos viviendo la lucha por el poder
estatal. Lo que luego devino como los cambios políticos que se están consolidando en la
actualidad son producto de un cambio en las relaciones entre Estado y sociedad civil, entre las
diferentes sociedades y culturas que existen en el país, en el marco del cambio de poder en la
estructura política del país.

A lo largo del módulo veremos los cambios políticos en relación a la dinámica del poder, de las
estructuras sociales y políticas, y en las relaciones entre Estado.

Las clases sociales constituyen la dimensión social de la imbricación de las relaciones sociales
de producción y de las relaciones de poder y dominio imperantes en la reproducción social. Esto
nos permite una primera doble distinción, la más abstracta, entre agrupamientos humanos
explotadores y explotados, y entre agrupamientos humanos dominadores y dominados.

Las relaciones sociales de producción remiten a tres aspectos fundamentales: a la propiedad o


ausencia de propiedad de medios de producción; a la división social del trabajo, en la que se

distinguen el trabajo intelectual y el trabajo manual, y al control o ausencia de este de los


procesos productivos y de los procesos de poder y dominio.

Las relaciones sociales de poder y dominio hacen referencia a la capacidad de agrupamientos


humanos de establecer sus proyectos como base para organizar la vida en común (proyectos
dominantes), lo que implica relegar o rechazar los proyectos de otros agrupamientos humanos
(proyectos dominados). También se encuentran aquí las relaciones de mando y de obediencia,
que implican la capacidad de agrupamientos humanos de emitir órdenes y lograr obediencia y
de los otros de reconocer ese mando y ofrecer obediencia.

Pero no todas las clases sociales tienen voluntad histórica y voluntad soberana. Lo anterior
implica que una clase social despliega voluntad histórica y soberana cuando encarna en su lucha
proyectos entronizados con las tendencias operantes en la vida societal.

Por tanto, es posible que existan yoes individuales doblemente descentrados, conformados en el
entramado de relaciones sociales que dan vida a clases sociales, las que sin embargo no cuentan
con voluntad histórica y soberana.

I. La lucha de poder en la estructura de las clases sociales.1:

Es por demás conocido que la lucha de clases sociales en nuestro país, se llevo sobre todo a los
modos de sobrevivencia, y en ser parte de esto que llamamos estado.

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Texto basado en el Libro Bolivia y las implicaciones geopolíticas del Golpe de estado.

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La Republica excluyente de la clase social mayoritaria.
El nacimiento de la Republica de Bolivia nació heredando la estructura social de la colonia. Se
puede indicar que la distribución de tierras, la estratificación social, el régimen de tributos, e
incluso parte de la administración pública y el personal encargado de ejecutarla, no sufrieron
variaciones sustanciales, mantuvieron su estructura, dejando en pie el sistema de creencias,
prejuicios y valores dominantes que había ordenado los comportamientos colectivos antes del
proceso independentista: la radicalización de las diferencias sociales a través de la invención
estatal, viendo al indio no sólo como categoría tributaria, sino, ante todo, como el otro negativo,
esto marco un ordenador de los esquemas simbólicos con los que las personas daban sentido al
mundo, incluidos los propios indios.

La corona española maneja la categoría indio, como categoría tributaria y fiscal. Por ello esta
clasificación provocó que los mismos habitantes autóctonos se vieran como indios. También
estableció una división del trabajo, una jerarquización de saberes y vías de acceso a oficios,
dando lugar a una compleja estructuración social.

Esta clasificación devino a naturalizar las estructuras de dominación social, identificándolo con
el que no está capacitado que debe ser mandado, educado, adoctrinado, guiado, pero sobre todo
gobernado y aplacado, esto naturalizo las prácticas de exclusión económica y legitimó
monopolios políticos y culturales.

Esta indianización por medio de una serie de componentes que, en momentos determinados y
en contextos particulares, delimitaron al indio que había de pagar tributo y quedar excluido de
los niveles superiores del poder colonial.

Tenemos entonces en todo ello tres procesos interconectados. El primero, la conquista, que
delimita dominantes y dominados como un hecho resultante de la confrontación de fuerzas de
aparatos político-estatales. En segundo lugar, la colonia, que delimita los espacios de la división
del trabajo y los poderes culturales, administrativos y económicos, a partir de una identificación
geográfica, cultural, somática y racial del colonizado. Y, por último, la legitimación y
naturalización del orden de la dominación a partir de esta jerarquización culturalista, espacial y
racial del orden social.

La república boliviana se fundó dejando en pie estas estructuras coloniales que consagraban
prestigio, propiedad y poder en función del color de piel, del apellido, el idioma y el linaje.

Ignorados desde la fundación misma del estado colonial.


El libertador Simón Bolívar claramente ignoro, no los tomo en cuenta en la nueva
“bolivianidad”, asignada a todos los que habían nacido bajo la jurisdicción territorial de la nueva
república, de los “ciudadanos”, que debían saber leer y escribir el idioma dominante (castellano)
y carecer de vínculos de servidumbre, lo que hizo que, desde el inicio, los indios carecieran de
ciudadanía.

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La exclusión político-cultural se mantuvo tanto en la normatividad del Estado como en la
práctica cotidiana de las personas. De hecho, se puede decir que, en todo este periodo, la
exclusión étnica se convertirá en el eje articulador de la cohesión estatal. En toda esta etapa, el
Estado no hará ninguna simulación de incorporación de los indios en la toma de decisiones
estatales, aunque, por cierto, una buena parte de los gastos gubernamentales se financiarán con
el tributo indígena, incluso comenzado el siglo XX.

Los derechos de gobierno se presentarán durante más de cien años como una exhibición de la
estirpe; no se hacen ciudadanos, sino que se nace ciudadano o indio. En todo caso, es un estigma
de cuna y abolengo, la exhibición de los blasones familiares, de la pureza de sangre. Esto no
impide, por supuesto, la intrusión en el espacio político endogámico de arribistas que han sido
capaces de blanquear el linaje. Es la historia de comerciantes exitosos, de compradores de tierras
comunales o de encholamientos oligárquicos que, sin embargo, portarán una ciudadanía
sospechosa, que deberá ser negociada con la formación de redes clientelistas, la exhibición de
dinero y el acatamiento del estilo de vida de las elites tradicionales.

El voto universal amplió el derecho de ciudadanía política a millones de indígenas,


anteriormente marginados de cualquier consulta en la toma de decisiones estatales. Igualmente,
la educación fiscal y gratuita, que comenzó a expandirse por las áreas rurales, permitió que
indígenas que constituían la abrumadora mayoría de los “analfabetos” marginados de un
conjunto de saberes estatales, ahora pudieran estar más cerca de ellos y se abrieran ciertas
posibilidades de ascenso social, a través de la acumulación de capitales culturales escolares.

Uso del idioma como medio de dominación de clases.


Sin embargo, la adquisición de conocimientos culturales legítimos por parte de los grupos
indígenas quedó constreñida a la adquisición obligatoria de un idioma ajeno, el castellano, y de
pautas culturales producidas y monopolizadas por las colectividades mestizo-urbanas, con lo
que nuevamente los mecanismos de exclusión étnica se activaban.

Con la revolución de 1952, el castellano devino el único idioma oficial del Estado, devaluando
de facto los idiomas indígenas, que no tenían ningún reconocimiento oficial que permitiera su
reconocimiento como idioma legítimo, de atención pública, ascenso social o acceso a funciones
burocrático-administrativas. Igualmente, la admisión del voto universal para los indios impuso
un único molde organizacional de derechos políticos, el liberal.

Los indígenas, convertidos ahora en “hermanos campesinos”, quedaban nuevamente ubicados


en los puestos más bajos en la lucha por la conquista de saberes políticos y educativos legítimos.
Obviamente, si el único idioma tomado en cuenta por el Estado para viabilizar las acciones
comunicativas de efecto estatal es el manejado como materno por las elites mestizas, aquellos
que, como los indios, parten de otro idioma materno y tienen que aprender con el tiempo una
segunda lengua, tendrán que realizar un mayor esfuerzo para acceder a los sitiales que, de
entrada, ocupan aquellas personas que tienen como primer idioma el castellano.

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Esta manera de construcción jerarquizada de idiomas en el campo lingüístico, y de culturas
político-organizativas en el campo político, generará una nueva maquinaria social de exclusión
de los indígenas, aunque ahora no por la fuerza de la ley o las armas, sino de manera “suave”,
por medio de los procedimientos y los contenidos que llevarán a que, de una manera
aparentemente “natural”, los puestos jerárquicos en el aparato estatal, en la gestión de la cultura
y en la economía, estén ocupados por los grupos de larga tradición castellanohablante, por los
herederos de las antiguas redes de poder colonial, marcados por procesos de individuación.

Esto supone que sólo a través del idioma español la gente obtiene prerrogativas y posibilidades
de ascenso en las diferentes estructuras de poder, tanto económico, político, judicial, militar,
como cultural del país. Pese a una presencia mayoritaria de procedencias culturales indígenas
rural-urbanas, la “blanquitud” somática y cultural es un bien perseguido por todos los estratos
sociales, en la medida en que ella simboliza el ascenso social, y se constituye en un plus
simbólico, que contribuye a ubicarse en una mejor posición en los procesos de enclasamiento y
desclasamiento social.

El monolingüismo estatal, a la vez que consagra arbitrariamente un solo idioma como lengua de
Estado, devalúa de facto las otras lenguas como modo de acceso a los cargos públicos o como
mecanismo de ascenso social urbano y, de manera velada, coacciona a los bilingües o
monolingües aimara-quechua hablantes a abandonar sus idiomas, pues no están incluidos entre
los bienes culturales legítimos

El color de piel como jerarquía de dominación de clase social.

Lo “modernista” aquí radica en el empleo del camuflaje de la igualdad para reproducir


desigualdades. Se habla de la igualdad del voto individual, pero para encubrir un desigual
reconocimiento de culturas y prácticas organizativas políticas, pues la liberal representativa
aparece como la única legítima, frente a las prácticas y sistemas políticos indígenas, marcados
por la predominancia de la colectividad. Se habla de igualdad en la educación, pero para encubrir
una desigualdad en el reconocimiento de los idiomas válidos públicamente para el ascenso
social. Si a ello sumamos que existen elevadas probabilidades de asociar a los distintos grupos
sociales en las aptitudes idiomáticas, culturales y organizativas, con determinados rasgos
somáticos, no es rara entonces una racialización de esas aptitudes, con lo que queda conformado
nuevamente un campo étnico en el que un bien deseable, la etnicidad legítima basada en la
blanquitud social y somática, aparece como el polo ordenador de unas acumulaciones, apuestas
y competencias que reditúan reconocimiento, grandeza y posición social. Todo esto es lo que el
indianismo emergente desde los años setenta del siglo XX ha denunciado como la existencia de
la “ciudadanía de segunda clase”.

La ciudadanía de primera es para las personas que puedan exhibir los blasones simbólicos de la
blanquitud social (apellido, redes sociales, porte personal), que las ubican como aptas para
acceder a cargos de gobierno, de mando institucional o empresarial y reconocimiento social; en

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tanto que la ciudadanía de segunda es para aquellos que, por su origen rural, su idioma o color
de piel, son “disuadidos” para ocupar los puestos subalternos, las funciones de obediencia y los
ascensos sociales mutilados.

La etnicidad como jerarquía de dominación.


En términos muy generales, una etnicidad es una colectividad que construye un conjunto de
atributos culturales compartidos, así como la creencia de una historia arraigada en una
ascendencia común, además de un inconsciente colectivo.

Estos atributos culturales pueden ser de tipo subjetivo, como los criterios afectivos, emotivos y
simbólicos respecto a afinidades colectivas; u objetivos, como la lengua, la religión, el territorio
y la organización social. Sin embargo, lo importante de todo ello radica en su composición
connotada, esto es, en su forma de articulación y entendimiento.

La etnicidad debe lograr formar una memoria colectiva que remita a una línea de ancestros, y
que permita que el grupo imagine una singular trayectoria que lo diferencia de otros; una
valoración del lenguaje como archivo vivo de una visión del mundo compartida por los
portadores de este código comunicacional; esquemas de dramatización de la existencia del
grupo, que visibilizan su vida pública, y una reivindicación de territorios considerados como
“ancestrales”, en los que sé que supone están anclados los referentes simbólicos e identitarios
del grupo.

Las etnicidades son procesos por los cuales ciertas colectividades son definidas como
extranjeras en sus propios territorios, y son despojadas del control de la vida política y
económica de ese mismo territorio, por lo que la colonia y la república pueden ser entendidas
como continuos procesos de etnización de los pueblos indígenas.

La etnización de los indígenas, al disociar la comunidad cultural de la soberanía territorial, crea


la base estructural de los procesos de exclusión, discriminación y explotación social que
caracterizan a los regímenes de ocupación.

El hecho de que las clasificaciones somáticas tengan un papel como bienes perceptibles,
apetecibles o rechazables, nos lleva a considerar que no son sólo “expresión”, reflejo o simples
“efectos de engaño” discursivo.

El color de piel, el apellido notable con el que los colonizadores inicialmente explicitan
simbólicamente su posición objetiva de conquistadores triunfantes con derecho a las riquezas,
tierras e indios, convierten esta diferencia simbólica somatizada en una riqueza corporal, cuya
exhibición consagra simbólicamente su posición objetiva de fuerza y dominio. Se trata de un
producto cultural de significación valiosa de los rasgos raciales y de la estirpe, pero cuya virtud
consiste en convertir las diferencias de hecho conquistadas, en la victoria política, militar,
organizativa y técnica sobre los colonizados, en diferencias de sangre que ejercen un efecto de
naturalización de la relación de fuerzas objetivas.

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Poder social y poder político en la transformación del estado colonial.

La lucha por el poder político y económico en Bolivia2 llego a su clímax desde el año 2003, los
movimientos sociales demostraron una gran fuerza expulsando con su movilización al entonces
presidente de Bolivia Gonzalo Sánchez de Lozada. Tiempo después, fue este mismo
movimiento que exigió se adelanten elecciones y renuncie Carlos Mesa (vicepresidente de
Sánchez de Lozada, que había asumido la presidencia por sucesión constitucional). Ese era el
precio que pagaría Mesa por no llevar adelante el proceso de nacionalización de los
hidrocarburos, tal como el pueblo había demandado en el referéndum sobre el gas del año 2004.
Luego de la renuncia de Mesa, a mediados de 2005, con el pedido de adelantar elecciones este
bloque social revolucionario evitó, nuevamente con la movilización y presión en las calles y
caminos, que asumiera la presidencia por sucesión constitucional Hormando Vaca Diez
(presidente del senado) y Mario Cossio (presidente de la cámara de diputados), quienes
representaban a los empresarios y sectores de derecha, interesados en mantener el control del
poder político.

Ese proceso que inició con la lucha contra el neoliberalismo logró articular a varios sectores en
un solo bloque: trabajadores que sufrieron el ataque a sus derechos laborales y sindicales; el
movimiento indígena en la defensa de la tierra y el territorio, con el planteamiento de respeto a
sus formas de gobierno y cultura; el movimiento campesino, en especial el movimiento cocalero,
que tuvo que enfrentar la política injerencista militar de EE.UU. que buscaba la erradicación
violenta y total de la hoja de coca por considerarla sustancia controlada; y el movimiento urbano
popular que se movilizó en la guerra del agua (2000) y la guerra del gas (2003).

El año 2006, al conseguir la victoria democrática del Movimiento Al Socialismo, se produjo el


desplazamiento de la burguesía en el núcleo del poder político por el Bloque Social
Revolucionario, representado en el liderazgo del nuevo presidente Evo Morales. De esa manera
se apartó del poder político a los sectores que son dueños del poder económico en el país.

Luego de la toma del poder político, el bloque revolucionario se planteó llevar adelante el
proceso de refundación del Estado, a través de una asamblea constituyente, promovida por las
organizaciones indígenas y campesinas que se articularon en lo que se llamó el Pacto de Unidad.

En el transcurso de la asamblea constituyente el Bloque Social Revolucionario se enfrentó al


bloque conservador que maneja el poder económico. El objetivo era construir un nuevo modelo
económico social y político que no beneficie a las élites dominantes. En aquella lucha el pueblo
sufrió el sabotaje empresarial que pretendía llevar adelante el desabastecimiento de productos

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Basado en el Articulo la lucha por el poder político y económico en Bolivia. Por Juan Edmundo Nogales
Arancibia, 8/08/2017 diario electrónico la época https://www.la-epoca.com.bo/2017/08/08/la-lucha-por-el-poder-
politico-y-economico-en-bolivia/ leído 23 de junio 2021

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como azúcar, aceite, carne, arroz, intentando incluso empujar a la división del país con tal de no
perder los privilegios que detentaba.

La burguesía, en el periodo que duró la asamblea constituyente, intentó inviabilizar la


aprobación de la nueva constitución, pero al ver que el plan separatista (que planteaba la división
del país desde las regiones controladas por la derecha, separando la región amazónica y parte de
los valles de Bolivia de la región andina de Bolivia) fracasaba y seguían perdiendo cada vez más
espacios de poder político cambiaron de estrategia: buscaron a través de sus asambleístas
constituyentes, como el empresario Samuel Doria Medina, lograr consensos y modificaciones
como el reconocimiento de la “economía plural”, pensada como modelo para proteger la
propiedad privada de los medios de producción. Así fue que lograron que el “pluralismo
económico” tenga igual reconocimiento que la economía social comunitaria, que fue el proyecto
de los movimientos sociales.

Nuevas modificaciones al texto constitucional aprobado por la Asamblea Constituyente en la


ciudad de Oruro, lugar al que se trasladó por los atentados que organizó la derecha en la ciudad
de Sucre, fueron hechas por presión del Congreso Nacional que en la cámara de Senadores
estaba controlada por los partidos conservadores. Pidieron que se modifiquen más de cien
artículos para viabilizar la convocatoria al referéndum para aprobar el texto constitucional, las
cuales fueron acordadas y en enero de 2009 se realizó el referéndum que logró la aprobación
del 61,43% de la votación total.

La burguesía, con esas modificaciones al texto constitucional buscó mantener vivo el sistema
económico capitalista en el país y relegar a segundo plano la propuesta económica de los
movimientos sociales. El resultado es que hoy la economía social comunitaria convive en
condiciones de desventaja con la economía capitalista en el país y es subsumida por ella.

Terminado el periodo constituyente y aprobado el nuevo texto, el bloque burgués,


económicamente dominante puesto que su poder deviene de la propiedad privada de los medios
de producción, buscó cómo seguir logrando consensos que impidieran los cambios
revolucionarios. La burguesía entendió algo que les da una ventaja en la lucha: que el poder
político que tienen los movimientos sociales no será permanente y no se consolidará si no logran
tomar el poder económico. Por ello sus esfuerzos se dirigieron a fortalecer la economía
capitalista empresarial, a través de instituciones como la Cámara de Industria y Comercio
(CAINCO) y la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), la Confederación de Empresarios
Privados de Bolivia, la Asociación de los Bancos Privados, en sí el bloque organizado de la
burguesía.

En los primeros meses de construcción del nuevo Estado Plurinacional de Bolivia, inició la
discusión al interior del gobierno, de qué actitud llevar los siguientes años frente al bloque
empresarial. Se encararon dos posturas, la primera que planteó que era momento de conciliar y
llamar a los empresarios “nacionalistas” a sumarse a la construcción del nuevo estado; y la

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segunda que planteó mantener la actitud de lucha de clases frente a la burguesía por ser un
enemigo de clase que no apoyaría a la construcción del Socialismo Comunitario. La primera
postura termino ganando mayor peso e inicio un periodo de sumar al “enemigo derrotado”.

En lo económico fue pesando también una postura “conciliadora” de convivencia de los distintos
modos de producción existentes, el primer número de la revista Economía Plural (septiembre
de 2011) del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas lo refleja: “No es la pretensión del
Nuevo Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo ingresar directamente al cambio
del modo de producción capitalista, sino, sentar las bases para la transición hacia el nuevo modo
de producción socialista”, con ello se comenzó a hablar de etapas y de afirmar que este es un
periodo intermedio antes de salir del capitalismo.

A finales del año 2011 se convocó al “Primer Encuentro Plurinacional para Profundizar el
Cambio” y que se realizó el mes de diciembre con varias mesas a trabajar: desarrollo económico,
Industrialización e integración, Seguridad con soberanía alimentaria, Tierra, Salario, Empleo y
estabilidad laboral, Seguridad ciudadana, Desarrollo legislativo, Autonomías y Comunicación.
Como resultado de la cumbre se conformó el Consejo Económico, Productivo, Social y Laboral.
El encuentro desde el mismo nombre mostraba una nueva etapa (qué hacer luego de la victoria
de la refundación del Estado y la derrota de la burguesía), Sin embargo, varias contradicciones
se presentaron en lo político y económico porque mientras se hablaba de la cumbre como la
Asamblea del Pueblo Boliviano, se invitó a “intelectuales” y empresarios a participar en ella.

El resultado de la cumbre fue la conformación del “Consejo Económico, Productivo, Social y


Laboral” (27 de enero de 2012) conformado por las organizaciones sociales de CONALCAM,
Gobierno y los empresarios a título de sectores productivos. El consejo en los hechos no llegó a
hacerse efectivo, sin embargo, para los empresarios incorporarse a él significaba afinar un
puente de contacto con el Estado y desde allí frenar las propuestas de transformaciones
revolucionarias de la base económica del país.

Ha pasado mucho tiempo y parece que se deja en el olvido la lucha de ambos bloques. Este 2017
los movimientos sociales representados en la CONALCAM, reaccionaron sorprendidos al ver
que en junio se anunciaba la creación de un Consejo Económico Productivo entre Gobierno y
empresarios. El Bloque Social Revolucionario reclamó ser parte del mismo y no quedar
desplazado, acción que fue expresada en la resolución que emitió CONALCAM el 4 de julio
luego de la reunión con el presidente Evo: “Debemos seguir ese trabajo iniciado desde la
refundación del Estado hacia la consolidación del Estado Plurinacional Socialista Comunitario,
por tanto es obligación de los movimientos sociales ser partícipes y actores en el Consejo
Económico Productivo para fortalecer el aparato productivo hacia la industrialización y
soberanía económica, permitiendo la generación de más fuentes de empleo estables y de mejores
condiciones laborales.”

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La lucha política es también económica y el momento que la burguesía logró mantener sus
espacios de poder económico, asumió la estrategia de acumulación de fuerzas para arremeter
más adelante contra el Bloque Social Revolucionario que tiene el poder político. Por ello se hace
crucial la reelección del presidente Evo, porque la burguesía sabe que él mantiene la unidad de
ese bloque revolucionario y que el momento en el que él ya no esté será la oportunidad de la
derecha de retomar el poder político y usar al Estado como instrumento para recuperar sus
privilegios y anular los derechos conquistados por el pueblo.

Antes de este Proceso de Cambio la clase trabajadora, campesina y popular no tuvo tantas
oportunidades de construir su propio futuro, por ello es tan importante entender esta lucha y no
perder la dirección de avance y profundización caso contrario corremos el riesgo de que se sigan
haciendo concesiones a la burguesía y sufrir un retroceso que podría durar décadas.

Bibliografía

García, A. (2010). El Estado. Campo de lucha – El estado en transición. Bloque de poder y punto
de bifurcación. La Paz Bolivia: Muela del Diablo editores.

García, A. (2005). La lucha por el poder en Bolivia en Horizontes y límites del estado y el poder.
La Paz Bolivia: Muela del diablo editores.

Shavelson. S. (2012). El nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia. La Paz Bolivia. Plural
Editores.

Artículo en línea:

Shavelson. S. (2012). El nacimiento del Estado Plurinacional de Bolivia. La Paz Bolivia. Plural
Editores.

Recuperado: 23/06/2021 de:

http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/coediciones/20130214112018/Elnacimi
entodelEstadoPlurinacional.pdf

Articulo la lucha por el poder político y económico en Bolivia. Por Juan Edmundo Nogales
Arancibia, 8/08/2017 diario electrónico la época

Recuperado el 23 de junio 2021 de:

https://www.la-epoca.com.bo/2017/08/08/la-lucha-por-el-poder-politico-y-economico-en-
bolivia/

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